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lunes, 30 de junio de 2025

RESUMEN DE LAS LUCHAS DE LA RECONQUISTA

La Reconquista fue impulsada por el deseo de los reinos cristianos de recuperar los territorios perdidos ante la invasión musulmana y unificar la península bajo su dominio, en territorio y en religión. Las batallas fueron momentos clave en este proceso, marcando avances y retrocesos para ambos bandos a lo largo de los siglos. No fue un proceso lineal, sino que involucró diversas campañas militares, cambios políticos y alianzas entre los diferentes reinos cristianos y musulmanes. Fue un largo período de conflictos militares y cambios políticos que duró varios siglos, desde la conquista musulmana de la Península Ibérica en el siglo VIII, con la primer enfretamiento en Asturias, hasta la toma de Granada en 1492.

BATALLA DE COVADONGA 
No era una guerra declarada como la podemos entender hoy.
Los musulmanes llegaron en el 711 y en pocos años se hicieron con el control de casi toda la península, salvo el norte. Allí es donde fueron formándose los primeros reinos cristianos, herederos de los hispano-romanos y los visigodos, ambos herederos de la Hispania romana.
El Emirato de Córdoba se convirtió en Califato pero duró poco tiempo y ya en el 1031 se disolvió creándose los Reinos de Taifas, pequeños reinos, con su gobierno independiente. Muchos fueron siendo vasallos de los reinos cristianos, de forma que dejaron, en principio, de ser enemigos.
Pero esos reyes se fueron “ablandando” y siendo controlados, por lo que llegaron los Almorávides, monjes guerreros bereberes que defendían la fe del islam de una forma muy rigurosa. Venían procedentes del Magreb. Hasta que fueron desplazados por los Almohades, también bereberes pero más duros en las luchas.  Llegaron a la península en el año 1146 penetrando por Tarifa y Algeciras.
En la segunda mitad del siglo XIII, la península ibérica asistió a un cambio drástico en la forma de hacer la guerra que allanó el camino a la (casi) profesionalización de los ejércitos.

BATALLA DE ALARCOS (1195)

La batalla de las Navas de Tolosa en 1212 marcó un momento clave en la lucha conjunta dando el valor de la legitimidad
Durante buena parte del Pleno Medievo, la práctica común había sido la de que, ante la necesidad o voluntad de acudir a la guerra, el rey convocaba a la nobleza y esta, conforme a sus compromisos de carácter feudal de vasallaje (su juramento de fidelidad al rey), estaba obligada, al menos teóricamente, a prestar servicio. El noble armaba y movilizaba, a su propia costa, a sus ejércitos personales (sus huestes) y las ponía al servicio del rey. A veces el propio noble se ponía al frente de sus propias tropas y por tanto participaba asimismo en estas campañas.
También se acudían a lo que conocemos como “Señores de la guerra”. Caballeros que formaban un grupo de combatientes  con su tropa (mesnadas) que acudían al llamado de reyes o nobles. Recordemos al Cid Campeador.  Como contrapartida por estos servicios, recibían una serie de recompensas, que podían adoptar la forma de privilegios, botín de guerra y, por encima de todo, nuevos señoríos o territorios –de entre aquellos arrebatados al enemigo– que les eran entregados o confiados para su administración y explotación.

BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA (1212)
A la izquierda el rey castellano a la derecha el aragonés
Tras las conquistas de Mallorca en 1229 y Valencia en 1238 por Jaime I, Córdoba en 1236 y Sevilla en 1248 por Fernando III el santo, y Murcia por Alfonso X el sabio en 1265  la llamada Reconquista echó el freno, y Al-Ándalus quedó reducido algunas plazas de menor importancia que también fueron tomadas y quedaba el reino Nazarí de Granada, creado en 1248 y vasallo de la corona de Castilla-León, cuyas fronteras apenas sufrirían modificaciones a lo largo de más de dos siglos.

FERNANDO EL SANTO ENTRANDO EN CÓRDOBA 
De resultas, de la noche a la mañana desapareció la principal contraprestación de los nobles, y mesnadas, esto es, la entrega de territorios. El rey ya no podía recompensar a sus nobles como lo había hecho antes. Y, sin embargo, las guerras no cesaron. De hecho, en el periodo subsiguiente se multiplicaron los conflictos intestinos (dentro de cada reino) –que a menudo se expresaban en disputas sucesorias– así como las guerras entre los reinos cristianos –generalmente por problemas fronterizos–. Sin embargo, ni las unas ni las otras resultaban en la conquista de nuevos territorios.

GUERREROS ALMOHADES 
Por ejemplo la batalla de Antequera, la de Toro, donde Fernando luchó contra el rey portugués. Las luchas de Juan II de Aragón con Cataluña por causa de su hijo el Príncipe de Viana. También mucho después la toma de Navarra de manos francesas. Sin olvidar mucho después las guerra de las Comunidades Castellanas y las Germanías contra el rey Carlos I, esto ya en el siglo XVI.

TOMA DE GRANADA 

Pero la guerra de Granada fue la más larga, casi diez años, y con su victoria se terminó el asunto de la Reconquista en la península quedando todo el territorio bajo la religión cristiana.
La batalla de Barbastro en el 1064, la de Teba en 1330, la de las Navas de Tolosa y la Guerra de Granada fueron consideradas como Cruzadas por el papa, con el consiguiente aporte dinerario.
 

domingo, 29 de junio de 2025

GUERRA HISPANO-ESTADOUNIDENSE EN FILIPINAS

La Conferencia de Berlín de 1884 hizo un reparto de varios territorios africanos. En aquel reparto no intervino Estados Unidos. España poseía, hasta 1898, dos grandes territorios ultramarinos, la isla de Cuba y el archipiélago de Filipinas.
El Pacto de Biak-na-Bató, firmado el 14 de diciembre de 1897, fue un acuerdo entre los rebeldes filipinos y las tropas españolas durante la revolución llevada a cabo por la sociedad secreta fundada por Andrés Bonifacio contra el gobierno español que puso fin a la primera parte de su insurrección.
Pero lejos de servir para devolver la paz a las islas, pronto se inició la guerra hispano-norteamericana.
A finales del siglo XIX los Estados Unidos quisieron tener su parte de un pastel colonial. Teniendo en cuenta la decadencia de España, vio posible conseguir una serie de colonias.
Fijaron su área de expansión en la región del Caribe y, en menor medida, en el Pacífico, donde su influencia ya se había dejado notar en Hawái y Japón. Tanto en una zona como en otra se encontraban valiosas colonias. Estas eran Cuba y Puerto Rico en el Caribe; Filipinas, Las Carolinas, Las Marianas, Las Palaos y Guam en el Pacífico. A excepción del archipiélago filipino y Guam, el resto de islas fueron vendidas al año siguiente a Alemania por 25 millones de pesetas.
A todo esto debemos añadir que estos países deseaban independizarse de España, porque consideraban que su evolución social y económica estaba enquistada por culpa de ser una colonia caduco Imperio.
La explosión del buque americano Maine en 1898 anclado cerca de la bahía de La Habana fue la excusa para que interviniera en la guerra los Estados Unidos. Acusaron a los españoles de haber provocado la explosión. Ahí se inicia la política expansionista de los Estados Unidos.
Con anterioridad al hundimiento del Maine debemos detallar que España y Cuba ya estaban en guerra como consecuencia del levantamiento de José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez. Este levantamiento se produjo el 29 de enero de 1895.

Restos del Manine

Convendría recordar lo difícil que se hacía para los españoles controlar un conjunto de islas que en total superaban en número las 3.000. El principal problema con el que se encontraban era la dificultad que entrañaba el erradicar la piratería de aquellas aguas.
El movimiento independentista y la guerra con los EE.UU. sorprendieron a una fuerza que no estaba preparada para un combate naval de entidad.
Tras el luctuoso hundimiento del Maine, y antes de declarar la guerra contra España, Teodoro Roosevelt ordena preparar su escuadra asiática con el fin de destruir a la española de Filipinas.
Los americanos contaban con seis buques. Los cuatro primeros eran cruceros protegidos y, los dos últimos, grandes cañoneros. En total sumaban 19.000 toneladas de desplazamiento. Completaban su armamento 10 tubos lanzatorpedos. Eran de construcción moderna.
Por parte española se contaba con 7 buques sumando un total de 14.000 toneladas. Estaban armados con treinta y siete cañones. Se completaba el mismo con un número indeterminado de ametralladoras y trece tubos lanzatorpedos.
Aunque eran buques un poco más viejos que los de los americanos, se podría afirmar que la mayoría se encontraban en la mitad de su ciclo de vida.

TRIPULACIÓN DEL REINA CRISTINA ANTES DE LA BATALLA 
En Cavite pues, se iban a encontrar dos escuadras "a priori" casi equilibradas en fuerzas, con ligera ventaja de los americanos al ser sus buques en general, más grandes, rápidos, y potentes que los españoles.
Hay que reiterar el mal estado de mantenimiento en el que se encontraban los buques españoles, y es que el arsenal de Cavite había quedado del todo punto obsoleto para las necesidades de éstos. En el momento de estallar la guerra, tres de los principales buques estaban siendo sometidos a grandes reparaciones. A esta deplorable situación del material a flote se unía la escasez y la falta de preparación del personal que componía en aquellos momentos la Armada Española.
Don Patricio Montojo, jefe del apostadero de Filipinas, pidió refuerzos que nunca llegaron, por lo que en el combate su misión sería estar a la defensiva apoyado por las baterías de costa. El 15 de marzo, los principales mandos militares del archipiélago se reunieron para definir la estrategia defensiva de los españoles.

EL REINA CRISTINA DESPUÉS DE LA BATALLA 
Pronto se constató cierto desacuerdo entre el Ejército y la Armada; así, mientras para los primeros el objetivo principal era defender Manila, Montojo señaló que la escuadra sólo podría defender adecuadamente Subic que, si bien se encontraba lejos de la capital. Lo ideal hubiera sido que la escuadra española se hubiera situado frente a Manila, combatiendo para su defensa con el apoyo de las baterías de la ciudad, pero los mandos españoles no querían que la hermosa ciudad fuera escenario del combate, lo que hubiera supuesto con total seguridad un gran número de bajas entre la población civil.
Se decidió finalmente un despliegue de artillería de costa que no fue ni idóneo ni suficiente.
Entretanto los americanos que estaban basados en Hong-Kong, procedieron a cambiar la pintura blanca de sus buques por la gris, mientras esperaban al crucero Baltimore que había zarpado desde los EE.UU. cargado de municiones. Una vez reunida toda la flota salieron el 24 de abril de aquel puerto con el objetivo de ir hasta la isla de Luzón, donde esperaban encontrarse con la flota española, llegando el día 30 del mismo mes. Dewey había tomado la decisión, consensuada con sus comandantes, de forzar esa misma noche la entrada en Manila para, al día siguiente, atacar a la flota española.
A las 23:30 horas la escuadra americana pasaba sin ser vista frente la isla del Corregidor. Los buques yanquis iban totalmente a oscuras y sólo una pequeña luz en popa indicaba al buque siguiente la derrota a seguir. El único peligro al que estaban expuestos los buques de Dewey eran las minas, que no hicieron acto de presencia.
Al amanecer del siguiente día, el 1 de mayo de 1898 la flota americana se encontraba frente a Manila. Inmediatamente las baterías de costa comenzaron a disparar, pero la distancia a la que se encontraban los buques impedían que los alcanzasen estas. La escuadra de Montojo se encontraba fondeada frente a Cavite, y era de todas las posibles ubicaciones de la flota la que menos garantías ofrecía para su defensa.
A las cinco y cuarto de la mañana comenzó el combate. A una distancia quizás excesiva de 5.000 metros los buques españoles abrieron fuego, contestando 25 minutos después los Olympia, Baltimore y Boston que concentraban su fuego sobre los Castilla y Cristina, recibiendo estos últimos numerosos impactos que causaron grandes daños.
La táctica española era la de acercarse con su buque insignia el Cristina, apoyado por la artillería del Austria, lo más posible al enemigo, con el fin de torpedearlo, cosa que no se pudo conseguir al ser rechazados. La superioridad americana se basó principalmente en sus cañones de gran calibre, de los que carecía la escuadra española.
Dos horas y media de combate después, la situación de la escuadra española no era tan mala como cabría imaginar. Sólo en dos cruceros españoles (el Castilla y el Cristina) la situación era casi insostenible, ya que ambos tenían graves daños y numerosas bajas, pero aun así continuaban a flote y seguían disparando (no obstante un temeroso Montojo cambió su insignia al Isla de Cuba); el resto apenas habían recibido algunos impactos y estaban en condiciones de soportar sin problemas el castigo americano durante bastante tiempo.

EL "OLIMPIA" AMERICANO- ÚNICO QUE SE CONSERVA 
Dewey ordenó la retirada al ver los escasos resultados de su ataque, aprovechando esta pequeña tregua para dar de comer a sus cansadas dotaciones. La situación se tornaba preocupante para el almirante americano, haciéndole reflexionar sobre el hecho de que a pesar de haber consumido la mitad de sus municiones, no había conseguido sin embargo hundir ningún buque enemigo. Si Montojo hubiera adivinado la preocupación del almirante yanqui no habría hecho lo que hizo: dar el combate por perdido y ordenar el abandono de sus buques, quitando el cierre de las piezas y abriendo los grifos. También pesaba que él mismo estaba herido.
Pese a la superioridad artillería de los americanos, el porcentaje de acierto de sus cañones fue ridículo. En total los americanos hicieron unos 6-000 disparos de los que sólo unos 150 lograron alcanzar su objetivo:
Los españoles perdieron 60 hombres, resultando heridos 193; los americanos oficialmente tuvieron 1 muerto y 15 heridos.
Parece claro que la decisión de Montojo de hundir sus buques fue algo precipitada, habiéndose puesto en duda por prestigiosos entendidos en la materia. Sobre este punto, desde hace ya algunos años, existe una pugna entre la versión "oficialista", que exime a Montojo de toda responsabilidad, y una versión "revisionista", más crítica con la actitud del Almirante. De todas formas visto el estado de su escuadra, poco cabía exigir a Montojo, tampoco parecería lógico el calificar su actitud de nelsoniana…
En cualquiera de los casos, la batalla de Cavite no fue sólo una derrota total, sino también el triste aperitivo de lo que luego ocurriría en Santiago de Cuba.
El enemigo dominaba ambos océanos: el Atlántico, gracias a su potencia naval, y el Pacífico, gracias a la benevolencia de Reino Unido.
Las tropas norteamericanas no se retiraron de las islas Filipinas y además enviaron nuevas tropas al archipiélago hasta que en agosto “conquistaron” la ciudad de Manila. Con la posesión de Manila ya solo quedaba la anexión total de las islas, y así se hizo a través del Tratado de Paz de París, firmado el 10 de diciembre de 1898.
Para España el enemigo no solo era exterior, pues la contienda reactivó la rebelión filipina. En Baler, un pueblecito filipino aislado al que no llegó noticia de la paz, un grupo de ellos, los últimos de Filipinas, aislados y sin noticias, siguieron luchando un año más, creyendo que la guerra continuaba.

"LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS" 
La derrota en Cavite contra los estadounidenses y su apoyo económico y armado a los filipinos hizo que Emilio Aguinaldo, alcalde de Cavite y uno de los líderes del movimiento independentista del país reanudasen la guerra contra el último destacamento español que quedaba en Baler.
La verdad es que la insurrección fue combatida con violencia y crueldad, los pobres soldados españoles, sin medios militares, enfermos, mal alimentados y a miles de kilómetros de su patria, lucharon con el valor habitual.
El destacamento contaba con 55 hombres.
El asedio se intensificó, la falta de alimentos frescos se empezaba a notar. Esta situación hizo que el documento que llegó del Parlamento filipino comunicando la firma del Tratado de París y, por consiguiente, que Filipinas ya no era española. Sin embargo, continuaron aguantando convencidos de que seguían protegiendo territorio español. Tras 11 meses en la iglesia del pueblo filipino, a finales de mayo de 1899, el teniente Martín Cerezo descubrió una noticia en los periódicos que no podía ser una inventiva de los isleños, lo que le hizo reconocer y darse cuenta, definitivamente, de que los anteriores avisos en los que se le comunicaba que España ya no poseía la soberanía de Filipinas eran ciertos.
Reuniendo a la tropa explicó cuál era la situación y propuso una retirada en la que su dignidad y honor, depositado en ellos por España, no se perdiese. Finalmente, el 2 de junio de 1899, tras izar en la iglesia la bandera blanca y oír al corneta tocar atención, el destacamento español de Baler se rindió hace 126 años.

Monumento a los Héroes de Cavite y Santiago de Cuba

Arenga que el Comandante Cervera dio a sus marinos antes de la batalla en Santiago de Cuba:

ALMIRANTE PASCUAL CERVERA 

“Ha llegado el momento solemne de lanzarse a la pelea. Así nos lo exige el sagrado nombre de España y el honor de su bandera gloriosa. He querido que asistáis conmigo a esta cita con el enemigo, luciendo el uniforme de gala. Sé que os extraña esta orden, porque es impropia en combate, pero es la ropa que vestimos los marinos de España en las grandes solemnidades, y no creo que haya momento más solemne en la vida de un soldado que aquel en que se muere por la Patria. El enemigo codicia nuestros viejos y gloriosos cascos. Para ello ha enviado contra nosotros todo el poderío de su joven escuadra. Pero sólo las astillas de nuestras naves podrá tomar, y sólo podrá arrebatarnos nuestras armas cuando, cadáveres ya, flotemos sobre estas aguas, que han sido y son de España. ¡Hijos míos! El enemigo nos aventaja en fuerzas, pero no nos iguala en valor. ¡Clavad las banderas y ni un solo navío prisionero! Dotación de mi escuadra: ¡Viva siempre España! ¡Zafarrancho de combate, y que el Señor acoja nuestras almas!”

sábado, 28 de junio de 2025

CARTAGINESES

Cartago había sido un pequeño establecimiento fenicio fundado en la costa de Túnez a comienzos de I milenio. Progresaron de tal forma que se independizaron (de Tiro). Ya se habían establecido en Ibiza hacia el 650 a.C. como plataforma para el dominio de la costa mediterránea, y lucharán por el poder en la zona. Acabarán con los Tartessos sobre 500 a.C. Llegaron a ser la primera potencia del Mediterráneo occidental.


ANIBAL 
Los cartagineses fueron un pueblo o grupo de pueblos. 
Cuando aparecen citados mercenarios ibéricos luchando junto a cartaginenses o griegos no sabemos si se trata de íberos o simplemente de gentes procedentes de Iberia que podrían ser celtíberos, celtas u otros pueblos no ibéricos.
Estuvieron regidos por jefes efímeros similar a un rey. Personajes que emergían como consecuencia de una victoria. Eran capaces, de ampliar los límites geográficos de un pueblo o de una tribu. Por ello los límites territoriales de los pueblos o tribus fueron móviles e inestables.


Entre los pueblos que los componían se puede identificar a los sordones con el Rosellón, los layetanos con la zona de Barcelona, cosetanos con el llano de Tarragona, Ilergetes con Lérida (Ilerda), Jacetanos con Jaca y Sedetanos con Monegros y valle del Ebro (desde el sur de la Sierra de Alcubierre). En la comarca de las Cinco Villas estaban los Suessetanos, lindando al oeste con los vascones, gentes que no se consideran hoy iberas. Por citar algunos más tenemos los Ilercavones en la costa (desde el Ebro hasta Sagunto), los Mastienos en la zona de Cartagena, los Bastetanos en Andalucía oriental y los Turdetanos en Andalucía central.
De las tres guerras que mantuvieron con los romanos, (Guerras Púnicas) tuvo lugar la primera de ellas entre el 264 y el 241 a.C. Aunque tuvieron importantes victorias finalmente salieron derrotadas por Duilio, general Romano, y Cartago tuvo que ceder Sicilia y asumió unos fuertes tributos a Roma. Se llamaron Guerras Púnicas dado que los romanos los llamaban Punici, refiriéndose al origen fenicio de Cartago.
Al quedar empobrecidos pusieron su empeño en conquistar la península Ibérica, o al menos en la región andaluza y levantina. Ese fue el proyecto y la acción del general Amílcar Barca.


Fueron luchando y venciendo por las armas o por la diplomacia a los pueblos que se fueron encontrando, fundamentalmente colonias griegas. El dominio fue muy rentable con prospecciones nuevas de plata que empezó a manar generosamente hacia los cartagineses.
Amílcar Barca murió habiendo conseguido para Cartago la plata y los mercenarios Ibéricos. Le sucedió Asdrúbal. Un pacificador que se casó con una hija de un rey Ibero y funda Cartago-Nova (Cartagena) además firma un tratado con Roma fijando límites para los dos imperios. Dentro de esos límites estaba Sagunto, que debería permanecer libre y autónoma. En realidad Roma buscaba una forma de mantener las distancias entre los galos y los cartagineses. Cualquier ejército que quisiera cruzar los Pirineos debía pasar por Sagunto. Asdrúbal murió asesinado y le sucede Aníbal, un hombre de 25 años y auténtico guerrero. Atacó la meseta central y luego fue atacado por carpetanos, vacceos y olcades a los que derrotó ampliando sus dominios y consiguiendo riquezas y mercenarios.



Las guerras Púnicas.- No respetando el acuerdo con Roma se propuso atacar Sagunto asediando la ciudad y resistiendo ésta con un increíble heroísmo defendiéndose rabiosamente. Finalmente todo estaba perdido por lo que los saguntinos reunieron todo el oro y la plata y la fundieron con plomo, cobre y estaño para joder a los cartagineses y por si fuera poco se arrojaron a las llamas, prefiriendo esa muerte que el cautiverio. Roma que había sido avisada por los saguntinos llegó tarde. Bueno en realidad no venían a ayudar a Sagunto cuyo asedio duró seis meses, tiempo para preparar las tropas romanas. Acabadas ya las palabras de buena voluntad Roma había enviado a Publio Cornelio Escipión para atacar a Aníbal. Pero éste ya marchaba contra Roma. Lo que hizo que el romano le esperase en Italia. Mientras encargó a su hermano Gneo Escipión que siga hacia Hispania, ya le llamaban provincia, con la mayor parte del ejército.
Ese fue el primer momento en que Roma entra en la península. Las fuerzas romanas se instalan en Tarraco (Tarragona), convertida así en el principal centro romano en Hispania.
Se había iniciado la segunda Guerra Púnica, que fue desde el 218 hasta el 201 a.C siendo vencido Aníbal, con lo que se comienza el fin principio del poder cartaginés y la conquista de Roma de la península.
Posteriormente, en el 149 hasta el 146 a.C. Se produjo la Tercera Guerra Púnica, que en realidad consistió en la destrucción total de Cartago y la matanza o esclavitud de sus habitantes. Con lo cual desaparece el pueblo cartaginés.
Roma es la nueva civilización dominante en la península.
Cartagena es la ciudad murciana donde se celebra la increíble “Fiesta de Cartagineses y Romanos “. La ciudad también conocida como Carthago Nova cuenta con un rico patrimonio histórico-artístico; que abarca diferentes épocas como la cartaginesa, romana y bizantina. La ciudad se fundó, en el año 227 a.C

Fiestas de Interés de Cartagineses y Romanos

La ciudad que fundaron los cartagineses en el año 229 a.C en el sureste se llamó QART HADAST. Más tarde, cuando los romanos la conquistaron, en el 209 a.C. le cambiaron el nombre a Carthago Nova.
Y los musulmanes, siglos más tarde la llamaron Qartayannat al-Halfa.
Las Fiestas de Interés Turístico Internacional de Cartagineses y Romanos de Cartagena están basadas en la fundación por los cartagineses y la conquista por los romanos.


viernes, 27 de junio de 2025

COLÓN EN AMÉRICA -4-

Colón y sus hombres realmente estaban en lo que hoy llamamos Las Bahamas. Pero hay teorías en que se aseguran que Colón conocía la existencia de esas tierras, porque por sus cálculos no era posible llegar a "Cipango" un  términa referido a Japón que se utilizaba en la edad media y el renacimiento, incluso en los libros de Marco Polo, que como dijimos en otro capítulo, Colón había leído. Marco Polo lo popularizó en Europa al describir una tierra rica en oro y especias. 

MARCO POLO 
Colón basó sus expectativas en mapas y relatos de la época, como el mapa de Toscanelli, que situaban a Cipango en una posición que, en realidad, correspondía a la costa oeste de México.  Durante su primer viaje, Colón llegó a varias islas del Caribe, incluyendo Cuba, la cual llegó a pensar que era Cipango, debido a la información que había recibido de los nativos y a la creencia de que estaba cerca de Asia.  Aunque Colón no llegó a la verdadera Cipango en sus viajes, siempre mantuvo la esperanza de encontrarla, mencionándola en sus diarios y cartas como un objetivo a alcanzar.Pero todo se fue torciendo.
Los indígenas eran gentes que andaban desnudos, les pareció pobres y humildes y los convertiría a la fe por convencimiento y no a la fuerza. Cambiaban sus cosas por bagatelas que les sorprendían, Colón pensaba que esa sería la manera de conseguir oro y riquezas. 

Se han encontrado restos y monedas acuñadas en aquellos años en las tierras donde vivían el pueblo Arahuaco, que ya no existe. Lo que hoy llamamos El Salvador. Dos días estuvo allí el descubridor. Luego se dirigieron a lo que hoy llamamos Cuba. Le habían indicado que allí encontraría riquezas inmensas. Al desembarcar no encontró tales riquezas. Siempre pensando que estaba en Oriente, envió una expedición tierra adentro con un intérprete que hablaba latín, hebreo caldeo y árabe y también llevaba una carta de los Reyes, era un judío converso. Llegaron a una aldea donde fueron bien recibidos.
Fray Bartolomé de las Casas, tiempo después describió que esas gentes llevaron tabaco y lo dieron a conocer. Colón probó el fumar y vio que era agradable, pero no se dio cuenta de la importancia que podía tener el tabaco en el futuro. El seguía pensando que estaba en Japón o en China. Su deseo era ver al gran Khan.

MAPA DE TOSCANELLI. CIPANGO ESTÁ DONDE SE ENCUENTRA AMÉRICA

El día 22 de noviembre Martín A. Pinzón se marchó solo en busca de mejor fortuna a bordo de La Pinta. Navegando entonces con dos naves llegó a otro lugar mejor aprovechado, Baracoa. Pensó que ese lugar era bueno para instalarse. En su diario expuso que los Arahuacos no tenían religión, pero estaba equivocado. Escribió del buen carácter de los indígenas.
A principio de ese año se fue a una isla llamada Bohío, que era donde le dijeron que encontraría los tesoros que buscaba. En realidad aún no había encontrado algo de auténtico valor que presentar en Europa. A un día de navegación estaba en esa isla. La llamó La Española, ahora Haití y República Dominicana. Quedó maravillado de la hermosura de aquellas playas y tierras. Fueron recibidos por unas 100 barcazas y los indígenas subieron a los navíos, hombres y mujeres. Iban desnudos, no tenían complejos ni vergüenza, tampoco eran celosos los hombres. El jefe máximo de aquellas gentes, que estaban organizados en varios grupos con jefes de menor importancia, se llamaba Guacanagarí. Fue el primer aliado de Colón, le regaló pepitas de oro. Por fin lograba lo que había soñado. 

Colón no encontró luego nunca minas de oro en Haití, pero algunos hombres que le siguieron fueron más decididos y excavando encontraron la mina.
La nochebuena de ese año la nave Santa María encalló pues el timonel había confiado en un grumete. Tratando de desencallar el barco se fue abriendo en las junturas de los tablones. Finalmente naufragaron. El jefe Guacanagarí le prestó su ayuda y rescataron todo lo que pudieron del navío. Colón mandó disparar una andanada contra la nave para demostrar su poder ante los indígenas. Estos quedaron impresionados y Colón les regaló ropa y algunos enseres. Mandó construir un fuerte que llamó Navidad y dejó allí 40 hombres y se marchó con la esperanza de que a su regreso encontrase los tesoros ansiados. Solo le quedaba La Niña y ya no podía demorar mucho su regreso a España. Paró donde un río desemboca en el mar para recoger agua dulce, y cuando los marineros sacaron los barriles, éstos traían polvo dorado en los aros metálicos. Lo llamó Rio de Oro, pero en realidad no se sacó gran cantidad. Todavía hoy se trabaja en busca de oro con bateas a orillas del río.
Colón pensaba en el regreso y además en que Pinzón iba por delante y podía legar antes, falsear las cosas y llevarse la gloria.
Otra sorpresa esperaba todavía. Avista a La Pinta y Pinzón subió a saludar a Colón, éste creía que la codicia de Pinzón le habría llevado a buscar el oro. Llevaba una buena cantidad pero arreglaron sus diferencias porque ambos sabían que era muy arriesgado cruzar el mar solos. Colón capturó varios indígenas para ser llevados a España.
El 16 de enero de 1493, con las dos naves restantes, La Pinta y La Niña, emprendieron el viaje de retorno. Levaron anclas y enfilaron rumbo a Europa. Pero las peripecias de este primer viaje colombino aún no terminarían. El jueves 14 de febrero, cuando faltaba poco para llegar a las Azores, una violenta tormenta hizo que las dos carabelas perdieran el contacto. La Pinta, comandada por Martín Alonso Pinzón, se alejó para siempre y Colón nunca más volvería a ver a quien había sido su mano derecha. Pinzón, en vez de intentar reunirse con el Almirante en las Azores, continuó su periplo por el océano, movido por la ambición de llegar primero a España con las noticias de su descubrimiento. Sin embargo, el destino quiso otra cosa. Pinzón arribó al puerto de Bayona en Galicia a finales de febrero, y luego se dirigió a Palos a principios de marzo, adelantándose a Colón. A pesar de ello, la corte real le negó una audiencia y a los pocos días, Pinzón falleció a causa de una desconocida enfermedad.

PRIMER VIAJE DE COLON
La Niña, mientras tanto, salvó con muchas dificultades la tormenta. Colón incluso llegó a temer lo peor y lanzó un pergamino con el relato de su viaje al mar, con la esperanza de que quien lo hallase, lo hiciera llegar a los reyes. Los tripulantes de La Niña al verse a punto de naufragar realizaron el denominado voto colombino., que era una promesa religiosa realizada para cumplir al llegar a España. Por fortuna, el reducido grupo pudo continuar su viaje hacia las Azores, donde repusieron sus fuerzas.
Según un manuscrito posterior de Bartolomé de las Casas, Colón decidió echar en suerte entre los tripulantes el ir en peregrinación a dos centros religiosos: primero el Monasterio de Guadalupe, en Extremadura, que le tocó al propio Almirante; y segundo al Santuario de la Santa Casa, en los Estados Pontificios (Italia), que le tocó a un marinero. Un tripulante propuso entonces que se sortease también ir en peregrinación al Monasterio de Santa Clara (Moguer), lo cual le volvió a tocar a Colón. Además todos acordaron ir juntos en procesión a alguna iglesia de advocación mariana en la primera tierra que tocasen.
Finalmente Colón, con La Niña, el 15 de febrero de 1493, al fin llega la carabela a las Bocas del Tajo, como quien dice a Lisboa. Va a tener que hacer partícipes de la noticia a los portugueses antes que a los castellanos. Todos piensan que a la Pinta se la tragó el mar.

jueves, 26 de junio de 2025

LAS DESAMORTIZACIONES

Después de la Guerra de Independencia contra Francia, al morir Fernando VII en 1833, ya en franca derrota en las luchas de las Independencia en América, aparecieron las Guerras Carlistas, por la decisión del hermano del finado rey a heredar en lugar de su sobrina Isabel, que era menor de edad  pero la regente al reino era su madre, María Cristina Borbón Dos Sicilias. hasta 1840. Pero debido a las guerras, las perdidas de los vireinatos con América y su consiguiente monopolio comercial, las arcas del país estaban en bancarrota. Hacía falta recaudar dinero a un país cuyos habitantes estaban en la ruina.

La Desamortización fue un “Proceso por el cual se liberalizan los bienes que no podían ser enajenados", bien por estar vinculados a un linaje (mayorazgo) o a instituciones (Iglesia, ayuntamientos, Estado, hospitales, etc.).  La desamortización fue un largo proceso histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII con la denominada “desamortización de Godoy” en el año 1798, aunque ya hubo un antecedente en el reinado de Carlos III.
La finalidad prioritaria de las desamortizaciones realizadas en España fue conseguir unos ingresos extraordinarios para amortizar los títulos de Deuda Pública fundamentalmente los vales reales que expedía el Estado para financiarse.
Persiguió acrecentar la riqueza nacional y crear una burguesía y clase media de labradores que fuesen propietarios de las parcelas, para que cultivaran y crearan las condiciones capitalistas y de esta forma el Estado pudiera recaudar más y mejores impuestos.
Ya en el siglo XVIII, Campomanes (1723-1802), Ministro de Carlos III y uno de los artífices de la disolución de los Jesuitas, ya había recomendado la desamortización en 1765, y no sólo para los bienes de esa Orden. Jovellanos (1744-1811) la retomó en su famoso Informe sobre la Reforma Agraria, en 1795. Y siguiendo esas indicciones, Godoy (1767-1861) inició las primeras medidas desamortizadoras, en 1801. Una desamortización que tuvo la expresa autorización papal y que Godoy volvió a utilizar más adelante. Desde finales del siglo XVIII, el Papado había ido concedido a los reyes de los países católicos, la facultad de suprimir órdenes religiosas que estuviesen integradas por 12 o menos miembros, en total, pudiéndose quedar con los bienes de las mismas a cambio de garantizar la subsistencia de los disueltos y de aplicar los bienes que se obtuviesen a finalidades de utilidad general, pública o social.
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) también se aplicaron o decretaron desamortizaciones, tanto por el gobierno de José I Bonaparte, como por las Cortes de Cádiz. Todas ellas se suspendieron en 1814. Y nuevamente, durante el Trienio Liberal (1820-1823) se adoptaron medidas análogas, que fueron suspendidas -que no abolidas- en 1824, al restablecerse el absolutismo de Fernando VII. 
Todo ello se hizo invocando los precedentes sentados por el Papado y por la Monarquía, que habían terminado por dar a la Corona la facultad de ejecutar, por sí misma, esas medidas de disolución de órdenes religiosas, si bien acotada a los casos que puntualmente se presentasen. Esa había sido la base desde la que se habían sugerido por Jovellanos, y acometido por Godoy, las primeras disposiciones desamortizadoras. Y también fue esa misma base jurídica que la que amparó las medidas desamortizadoras emprendidas por José Bonaparte y por la Cortes de Cádiz y los revolucionarios de 1820.
Tras la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, su hermano D. Carlos lanzó a sus partidarios a la guerra civil. 

La viuda del Rey, la Reina Gobernadora Mª Cristina, junto con la camarilla cortesana, comprendieron que la única manera de conservar el trono para la reina niña Isabel II era buscar la alianza con los liberales. No es este el momento de explicar las bases y causas de la Primera Guerra Carlista, pero también ésta incidió en la aceleración de las medidas desamortizadoras. En lo que se refiere a dichas medidas, entre 1834 y 1835, bajo Martínez de la Rosa (1767-1862) y Toreno (1786-1843), sobre la misma base jurídica antes referida, se retornó a impulsarlas. El Gobierno de Toreno, en 1835, promulgó la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica, por la que se ordenó suprimir todos los conventos que contasen con doce religiosos o menos. Fue el primer paso.
La desamortización fue una de las armas políticas con la que los liberales intentaron modificar el sistema de la propiedad del Antiguo Régimen con la finalidad de implantar el nuevo “estado liberal” durante la primera mitad del siglo XIX.
Consistió en poner en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían vender, hipotecar o ceder y se encontraban en poder de las llamadas “manos muertas”, es decir, la iglesia católica y las órdenes religiosas que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos y los llamados “baldíos”  y las tierras comunales de los municipios, que servían de complemento para la precaria economía de los campesinos.

Existía en las autoridades avanzadas una gran preocupación por el atraso de la agricultura española. Todos coincidían en que una de las causas principales del problema agrario del país era la enorme extensión que alcanzaba en España la propiedad amortizada en poder de la Iglesia y de los municipios.
Las tierras que detentaban estaban en general mal cultivadas, además de que quedaban al margen del mercado, pues no se podían enajenar, ni vender, ni hipotecar, ni ceder, con el consiguiente aumento del precio de la tierra libre, y además no tributaban a la Hacienda Real por los privilegios de sus propietarios. 
Se calcula que un tercio de las tierras agrícolas pertenecían a la Iglesia.
Las medidas gubernamentales alcanzaban desde las esferas políticas y económicas a las religiosas, sociales y educativas. La Iglesia era un estamento de mucho poder y la política desde Carlos III no pretendía combatir a la Iglesia.
Las dificultades con las comunicaciones con América a causa de la guerra con Inglaterra, impedía la recaudación y la llegada de productos. En el interior una mala red de comunicaciones dificultaba la distribución. El enfrentamiento en nuevos conflictos bélicos hacía necesaria la recaudación. Se creó la Lotería Nacional, se emitió deuda pública.
Carlos IV heredó un país con deudas y  enemigos. Y asociado a Francia, para colmo. Carlos IV lo tuvo jodido con la posibilidad de contagio con la Revolución Francesa. 
El siglo XIX fue un desastre en todos los sentidos, y en lo económico no digamos. Es fácil criticar sin tener en cuenta todos los aspectos de unas decisiones difíciles de tomar. Ojo!. Hacía falta mucho dinero, después de Trafalgar vino la Guerra de Independencia y luego las tres guerras Carlistas y conjuntamente las luchas de emancipación en América. El país estaba en la ruina. en febrero de 1836, declarándose en venta todos los bienes del clero regular (órdenes religiosas), por el que los bienes de las órdenes regulares eran declarados nacionales y se ponían a la venta en pública subasta. En 1837, por otro decreto, Juan Álvarez Mendizábal, desamortizaba los bienes del clero secular. Mendizábal aspiraba alcanzar los siguientes objetivos con la desamortización: El financiero era el más importante, puesto que había necesidad de buscar ingresos para pagar la deuda pública del Estado, y obtener recursos económicos para la guerra contra los carlistas. El objetivo económico: se quería aumentar la producción agrícola. El objetivo político: era necesario ampliar el número de simpatizantes al liberalismo y atraerse a las filas liberales a los principales beneficiarios de la desamortización, la incipiente burguesía. 
En la evolución económica de España, se puede observar un período de estancamiento hasta 1860, en el que se produjeron descensos permanentes de los precios, guerras y pérdidas de los territorios americanos y a partir de esta fecha, 1860, la economía se caracteriza por un ritmo de crecimiento más rápido.

CONVENTO ABANDONADO POR LA DESAMORTIZACIÓN
La revolución industrial española fue un proceso lento (desde el primer tercio del siglo XIX hasta bien entrado el s. XX), localizado (Cataluña, Asturias y País Vasco) y de poco alcance ya que en España existía un considerable atraso industrial respecto a Europa.
Pero no todo fue malo, en la desamortización: muchas iglesias y monasterios se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos u otras instituciones públicas, que aún perviven. En lo urbanístico se contribuyó a la modernización de las ciudades. Se pasó de la ciudad antigua y pueblerina, muy dependiente de la nobleza y el clero, a una ciudad burguesa, propia de la época en toda Europa, con  construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos.
En el campo se estableció el plan de reforma del agro. Se efectuó a tierras improductivas, fundamentalmente. 

LA SOCIEDAD ESPAÑOLA FUE MEJORANDO
Realmente una Reforma Agraria, algo adelantado a su tiempo, ya que eran latifundios en manos del clero o nobles, que no producían nada.

miércoles, 25 de junio de 2025

LEYENDA DEL VUELO SEVILLA-LA HABANA - 1933

El vuelo Sevilla-Cuba es bastante arriesgado pues se trata de volar más de cuarenta horas recorriendo casi 8.000 km sin escalas, de los que 6.300 serán sobre el mar. Como mínimo, se calculan 40 horas de permanencia en el aire.


Por vía diplomática, se había comunicado a las autoridades cubanas que el “Cuatro Vientos” pretendía volar desde España a Cuba y que si las condiciones meteorológicas lo permitían, el intento se llevaría a cabo el 4 de junio de 1933. Lo mismo se hizo con las autoridades mexicanas.
El día señalado, a las 4,40 horas se puso en marcha el motor y poco después el avión inició su carrera. Después de rodar los 1.500 metros de pista, se elevó en el cielo sevillano, todavía casi a oscuras. Tras sobrevolar la ciudad, dormida aún a sus pies, el pájaro blanquirrojo puso rumbo al mar, escoltado por los aviones militares y una avioneta civil que habían acudido a despedirlo.
Ya no se tendrían más noticias de ellos hasta que alcanzaran su destino, dado que el Cuatro Vientos había prescindido de la radio para ahorrar peso. Treinta y dos minutos más tarde, el avión abandonaba la costa española por Sanlúcar de Barrameda, en la desembocadura del Guadalquivir, siguiendo la ruta colombina.

Hace rato que ha amanecido y el cielo ha pasado de rojo anaranjado a azul intenso sobre el mar, pero los dos hombres a bordo del pequeño avión blanquirrojo apenas pueden disfrutar de la vista. Llevan treinta horas sentados, inmóviles en sus estrechos cubículos con el monocorde ruido del motor incansable, sin un fallo, sin ver más que el cielo y el mar, interminable, que se desliza apenas bajo las alas del biplano. El navegante se inclina afanoso sobre los mapas y el tablero de notas, mientras repasa sus cálculos. Dentro de tres horas llegaremos a la bahía de Samaná.
Hasta ahora, la navegación ha sido perfecta, aunque sólo han utilizado, poco más o menos, los mismos métodos que los antiguos navegantes, calculando los trayectos por la línea de rumbo geográfico constante, corrigiendo el rumbo que marca la brújula guiándose por el sol, la luna o las estrellas, cuya altura miden con un sextante.

El 12 de junio de 1933 habían llegado a Camagüey. Son las 15,39 horas y las ruedas del Cuatro Vientos tocan suelo cubano con sólo cien litros de combustible en su gran depósito después de volar durante treinta y nueve horas y cincuenta y cinco minutos, el tiempo que había calculado Barberán. Este vuelo fue un hito en la aviación española, cubriendo una distancia de casi 8.000 km sin escalas, la mayoría sobre el mar. La hazaña de Barberán y Collar copó las páginas de todos los diarios.
Tras ser homenajeados por la colonia española, los aviadores pernoctaron en el Hotel Camagüey. Unas visitas protocolarias mientras se revisaba el avión y poco después del mediodía, a las 14,22 horas, el Cuatro Vientos reemprendía finalmente el vuelo hacia la capital cubana. En el aire, cerca ya del aeródromo Columba, donde esperaba impaciente un gentío de más de diez mil personas, el biplano español fue recibido por cuatro aviones militares que le dieron escolta hasta que tomaron tierra a las 17,15 horas. Hacía un intenso calor y el público cubano prorrumpió en una más calurosa aún salva de aplausos, tratando por todos los medios de franquear la barrera de seguridad con la que los soldados y marinos pretendían inútilmente mantener el orden y proteger al avión y sus tripulantes del abrazo y el cariño de la multitud. Barberán y Collar acudieron a numerosos actos de homenaje y protocolo, numerosísimos los banquetes, cenas, almuerzos y copas ofrecidas por toda suerte de entidades. Hasta paseos y pesca en yate y una jornada en la playa se convirtieron en verdaderos actos de homenaje que se prolongaron hasta el día 18, cuando ambos aviadores comenzaron a preparar la última etapa, el vuelo hacia México y Estados Unidos.

El día 19 fue una jornada de descanso. Mientras, en la revisión que Madariaga y mecánicos cubanos realizaban al avión, se había descubierto una grieta por la que escapaba gasolina y se procedía a su reparación.
La siguiente etapa prevista era el vuelo hasta la capital de los Estados Unidos de México. Nadie podía imaginar que la tragedia esperaba agazapada el paso del avión español porque, aunque el vuelo atravesaba zonas de difícil orografía y áreas inexploradas de selva, sin comunicaciones y de difícil acceso, se trataba en realidad de una ruta utilizada ya habitualmente por la aviación comercial.
Mientras esto sucede, el sargento Madariaga encuentra en la revisión de la aeronave una grieta en su depósito de combustible, por lo que, auxiliado por mecánicos cubanos, procede a su reparación y a la puesta a punto para el vuelo a México.


Tal día como hoy de hace 92 años, el fatídico 20 de junio de 1933 amanece gris y con una fina lluvia que no amilanó a los aviadores Barberán y Collar que despegaron desde La Habana a las 05:52 rumbo al este.  Se documenta el paso del aparato por varios puntos y a las 11:35 sobrevuela la población de Villa Hermosa, ya en tierras mexicanas. A partir de ahí se desvanece en la península del Yucatán.
Mientras tanto el periódico mexicano “El Nacional” publica un editorial de saludo: “¡Bienvenidos!” Desde las márgenes del Bravo hasta los límites con las tierras polares del Ártico, el clamor de los pueblos es unánime en el anchuroso continente americano de habla española: “¡Bienvenidos los aviadores españoles!”. Es ese el sentir general, como antes en Cuba, y un público ansioso de más de sesenta mil personas se agolpa en el aeródromo de Balbuena. Desde muy temprano, esperan también, disciplinados, los dos batallones de infantería y el regimiento de caballería que rendirán honores y cubrirán la vigilancia. Junto a ellos, en filas ordenadas, las escuadrillas de aviones Vought y Douglas que les darán escolta en el aire. Y la espera se hace tensa, larga…


Varias horas después, a las dos y media de la tarde, la inquietud comienza a hacer mella entre las autoridades y la multitud que espera. La última noticia recibida era la de que el Cuatro Vientos había sido visto, poco después de las once y media, volando cerca de Villa Hermosa, en Tabasco. Sin noticias, se decide salir al encuentro del avión y las escuadrillas de escolta despegan a las 14,40 horas. Encuentran el cielo encapotado y poco después un intenso aguacero que les obliga a retornar a Balbuena poco antes de las cuatro. Cree el gentío que entre los aviones llega el Superbidón, pero su decepción aumenta y los ánimos comienzan a enfriarse. El tiempo ha empeorado seriamente. Más tarde un comunicado oficial informa que el telegrafista de Otumba ha informado del paso del avión por su zona y la esperanza vuelve a sonreír. Despegan de nuevo los mexicanos, incluso bajo la lluvia torrencial, pero se ven obligados a posarse de inmediato en el lodazal en que se ha convertido el terreno. A las cinco, la ansiedad se ha apoderado hasta de los más optimistas, pero todos permanecen, inmovilizados, bajo la lluvia. Algo le ha ocurrido al Cuatro Vientos. Ya no cabe la menor esperanza cuando los minutos van pasando sin ninguna noticia. Y la multitud empieza a irse.


Se inicia una intensa, prolongada y hasta exhaustiva operación de búsqueda en la que se verá implicada toda la Aviación Militar de México y en la que también participarán fuerzas terrestres  y numerosos voluntarios civiles mientras se van conociendo informes del paso del Cuatro Vientos. Todos los esfuerzos serán inútiles y varios días después, agotadas todas las posibilidades y los recursos, se da al avión por desaparecido. La hipótesis más probable que se barajó en su día y todavía sigue siéndolo es la de la caída al mar, obligados a desviarse de su rumbo por el mal tiempo. Una cámara de neumático hallada en la costa y que habría servido de salvavidas es la única evidencia encontrada de la tragedia. Lo más probable sigue siendo, como afirmara Ramón Franco en su día, que el Cuatro Vientos cayera al océano. Lo seguro es, eso sí, que su último vuelo fue directo a la leyenda.
En febrero de 1934 se les concede a Barberán y a Collar la Medalla Aérea y se dispone que sus nombres figuren permanentemente a la cabeza de las escalillas de la Aviación Militar en sus respectivos empleos.
Esto último se ha cumplido solo de manera parcial.