En agosto de 1739 el rey Felipe V decide restaurar el virreinato de Nueva Granada (que se había
incorporado al del Perú en 1723) y nombrar a un militar experimentado como
Sebastián Eslava su primer virrey. El nombramiento no se produjo por azar. El
almirante británico Edward Vernon acababa de tomar la plaza española de
Portobelo, en el istmo de Panamá al mando de una impresionante flota inglesa.
Era el primer paso para que los ingleses amenazasen todo el comercio español en
el Caribe, siendo el siguiente objetivo lógico Cartagena de Indias.
Es en 1739 cuando Sebastián de Eslava cruza el océano con el
cargo de virrey de la recién creada Nueva Granada. Y el teniente general
navarro, Eslava, se instaló en Cartagena y no en la capital de la región,
Santafé de Bogotá. Nada más llegar allí, Eslava empezó a preparar junto a sus
más directos colaboradores, incluido el general Blas de Lezo, la defensa de
Cartagena. Lo que no se difunde es que en Cartagena no fue Lezo quien
comandaba la defensa de las fortificaciones, sino el virrey de Nueva Granada, un
hombre culto, decidido y de carácter. Estuvieron enfrentados en muchas
ocasiones durante la preparación y el combate. Ambos tenían el grado de
teniente general, siendo Lezo de mayor antigüedad y el comandante directo de
los buques de la Armada, lo que no quitaba que el virrey Eslava fuera la máxima
autoridad en la plaza.
No existía un gobernador militar en la ciudad, por lo que
Eslava decidió, y eso le honra, tomar en persona el mando de la defensa al
saber que los británicos se dirigían al puerto caribeño, por lo que Blas de
Lezo quedó como su subordinado. La mala relación entre ambos privó al Imperio
español de una asociación que hubiera sido todavía más desastrosa para los británicos. A Lezo no le faltaban arrestos para sacar sus barcos de la
bahía e ir a batirse con Vernon en mar abierto. Eslava, no obstante, lo
convenció para adoptar una estrategia más conservadora pues la diferencia numérica
en las flotas era impresionante. Así pues, la táctica se basó en el desgaste inglés. Eslava
sabía que la bahía de Cartagena era una ratonera natural para las fuerzas de
Vernon así que se aseguró de que el avance del almirante británico fuera un
auténtico vía crucis. Eslava reparó el Castillo de Bocachica y varios fuertes que
protegían el puerto. En el Castillo de San Lázaro puso en marcha una fábrica de
munición y carruajes. Se preocupó del suministro de las armas y del
entrenamiento de los hombres. Rehabilitó los puestos en Santa Marta, Puerto
Cabello y Guaira, también los fuertes de Araya y San Antonio en la provincia de
Cumaná y el islote de Caño de Limones y preparó el castillo de San Felipe.
Fortaleza de San Felipe El 25 de marzo el jefe de los ingenieros propuso una defensa
móvil por las fortalezas exteriores (San Luis de Bocachica, Santa Cruz,
Manzanillo, Pastelillo, San Felipe y, en último término, El Arrabal), mientras
que Lezo apostaba por una defensa estática y por hundir los pocos barcos
españoles a la entrada de la bahía para dificultar la navegación de los barcos
británicos. Eslava finalmente ordenó que los barcos no se hundieran, pues se
trataba de una operación muy compleja y estéril si no se hacía en el lugar
exacto, decisión que el vasco no acató. Eslava y Lezo optaron por desmontar los cañones de esos
navíos españoles para colocarlos como baterías de tierra en los distintos
fortines que defendían la bahía. Los marinos, de esta forma, se convirtieron en
artilleros e infligieron graves daños a los barcos de Vernon según estos iban
pasando junto a los fuertes del Manzanillo, San Felipe y San Luis de Bocachica. Lezo disponía de 3.000 soldados del ejército regular
español, reforzados con 600 arqueros indios del interior y unas 1.000 piezas de
artillería y tan solo 3 navíos. Resultó decisiva la eficacia de los servicios de
inteligencia españoles, que consiguieron infiltrar espías en la Corte
Londinense y en el Cuartel General del almirante Vernon. El plan general inglés
así como el proyecto táctico de la toma de Cartagena de Indias fueron conocidos
de antemano en las Cortes Españolas y en Cartagena de Indias.
Monumento a Blas de Lezo en Madrid
El paso de las semanas derivó en un choque directo entre los
mandos españoles. Eslava exigió en su informe a la Corte que cesara al marino
por insubordinación y Blas de Lezo no se quedaba corto en el fragmento de su
diario que hizo llegar a Madrid al presentar al virrey como un cobarde y un
incompetente.
Estatua de Blas de Lezo en Cartagena-Colombia
La realidad es que el navarro fue herido en combate y que
consta su presencia en la primera línea de batalla en momentos críticos. Eslava
planeó una defensa en tierra, conocedor de que bastaba con ganar tiempo y dejar
que fueran las enfermedades tropicales quienes hicieran el trabajo sucio.
Algunos autores hablan de 18.000 bajas entre muertos y heridos en las filas
británicas, en su mayoría a causa de enfermedades. Los cascos hundidos sirvieron de núcleo colector de arena lo
que aceleró la formación de la barra, dificultando la navegación. El esperado ataque inglés se produjo el 15 de marzo de 1741.
La flota mandada por el almirante inglés Vernon estaba compuesta por 186 navíos
y casi 30.000 hombres. Por poner estas cifras en contexto, la humanidad no
volvió a ver una escuadra semejante hasta que los Aliados desembarcaron en las
playas de Normandía. El 15 de marzo de 1740, llegan los primeros buques ingleses
a Playa Grande y dos días después fondearon sobre la misma playa 195 navíos. El
19 de marzo, los ingleses continúan sin disparar y estudian el campo de
operaciones. 20 de marzo, toda la armada inglesa queda anclada en la Punta de
Hicacos, consiguen desembarcar 500 efectivos cerca de la batería de Santiago y
el 21 desembarca el resto del contingente británico. En la noche del 20 al 21,
los ingleses toman la batería de Varadero y con sus cañones disparan a la de
Punta de Abanicos. Los españoles abandonan la batería. El 3 de abril, 18 buques
alineados frente a Bocachica inician un terrible bombardeo para romper las
defensas de los castillos de San Luis y San José. El 4 y el 5 de abril, los
fuertes reciben un intensísimo y prolongado cañoneo. Las murallas delcastillo San Luis se derrumbaron y por la
brecha abierta cargaron los ingleses a bayoneta caladadesde tierra. Ante la imposibilidad de
resistir, se tocó retirada y durante toda la noche continuó el desembarco
enemigo.
Virrey Sebastián Eslava
Noche del 5 al 6 de abril, Blas de Lezo sitúa los buques
Dragón y Conquistador entre los canales del Castillo Grande y Manzanillo con
intención de hundirlos. El 11 de abril, los ingleses toman el castillo de Santa Cruz
que previamente había sido abandonado. La situación empeoraba para los
españoles El 13 de abrila las
9 de la mañana, comenzó el asedio de la ciudad con continuos bombardeos.
Simultáneamente otra escuadra asediabaal fuerte Manzanillo. La situación empezaba a ser desesperada para los
españoles, les faltaban alimentos y el enemigo no daba tregua. Iban pasado los
días, y el cañoneo inglés no cesaba, era intenso y continuo, mañana, tarde y
noche. Cartagena de Indias fue severamente castigada por la
artillería naval inglesa. Vernon estimó que los españoles resistiría dos o tres
días más. Los españoles tenían orden de resistir hasta el final no se les
permitía ni un paso atrás, habían clavado la bandera e iban a morir allí,
defendiendo la ciudad hasta el final. El 16 de abril, a las 4 de la mañana,
Vernon decidió que se tomaría Cartagena de Indias al asalto, más de 10.000
hombres desembarcaron por la costa de Jefar, los macheteros jamaicanos, los milicianos
americanos y las fuerzas regulares inglesas. Pero las sucesivas ofensivas
inglesas se encontraron con trincheras inexpugnables así como con los mosquetes
y bayonetas españolas. El 17 de abril, la infantería británica, toman el alto
de Popa, a un kilómetro del castillo de San Felipe. Blas de Lezomandó
excavar un foso en torno al castillo para que las escalas inglesas se quedasen
cortas al intentar tomarlo. Ordenó cavar una trinchera en zigzag, evitando que
los cañones ingleses se acercasen demasiado. Les envió dos “desertores” que
engañaron y llevaron a la tropa inglesa hasta un flanco de la muralla bien
protegido, donde serían masacrados sin piedad. La noche del 19 al 20 de abril se produjo el definitivo
asalto al castillo de San Felipe. Trasuna potentepreparación artillera
Vernon intentó asaltar el castillo con unos 10.200 hombres de infantería.
Enfrentetenía la batería de San Lázaro
de propio castillo de San Felipe y 1.000 hombres muy motivados. La sorpresa fue mayúscula, cuando los ingleses comprobaron
que sus escalas eran demasiado cortas y no podían escalar las murallas del
castillo. Las tropas inglesas no podían atacar ni huir debido al peso del
equipo. Aprovechando esta circunstancia, los españoles abrieron fuego contra
los británicos, produciéndose una carnicería sin precedentes. Al amanecer, se
encontraron con las bayonetas de unos trescientos soldados de los tercios
españoles que saltaban sobre ellos desde sus trincheras. El error del castillo de San Felipe desmoralizó a los
ingleses. El orgulloso y engreído Sir Andrew Vernon había sido incapaz de
vencer a unos pocos harapientos españoles. El pánico se apoderó de los ingleses, rompieron sus líneas
de combate y huyeron despavoridos tras la última carga española hacia sus
barcos. Desde el 22 al 25 de abril, decrecieron los enfrentamientos.
El 26 los ingleses volvieron a bombardear la ciudad. El 9 de mayo, Vernon
ordenó la retirada, levantar el asedio y volver a Jamaica. Había fracasado
estrepitosamente. Tan sólo acertó a pronunciar, entre dientes, una frase: “God
damn you, Lezo!”, (Dios te maldiga, Lezo) Vernon envío de una última carta a Lezo: “Hemos decidido
retirarnos, pero para volver pronto a esta plaza, después de reforzarnos en
Jamaica”. A lo que Lezo respondió con ironía: “Para venir a Cartagena es
necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta
sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres.”
Busto de Sebastián Eslava Madrid
Los ingleses tuvieron 9.500 muertos, 7.500 heridos,
perdieron 1.500 cañones y 50 naves. Los españoles sufrieron 800 muertos, 1.200
heridos y perdieron 6 naves. El asedio y la batalla se ha contado infinidad de veces,
porque el arrojo, la valentía y la inteligencia de Blas de Lezo y el virrey
Eslava fueron tan determinantes, tan grandes que ha quedado para la historia y
los anales de las batallas casi imposibles de ganar. Pero se logró. El fracaso
de la Armada inglesa, se mire desde el punto de vista que se mire, fue muy
superior al de la Gran Armada de Felipe II. En un informe que el virrey Eslava envió por Vía Reservada
el 1 de junio de 1741 a José Quintana, expuso lo poco útil que fue la
estrategia del vasco de hundir los navíos: “Todo el interés de Lezo estaba en
hundir sus navíos para que no cayeran en poder del enemigo y resultase él
responsable, y pretender tapar con los cascos hundidos los canales por donde
Vernon tendría que meter sus barcos; pero hundieron todos los barcos mal, no
solo los suyos, sino que hizo hundir además nueve barcos mercantes que había en
el puerto, y semejante ruina no sirvió para nada, porque los que debían
desfondarlos los abandonaron antes de tiempo y así los buques no se hundieron
donde debían sino donde el viento los llevó, de manera que ninguno estorbó para
la entrada de Vernon, quien llegó con sus barcos hasta la misma bahía de las
Ánimas, el puerto de la ciudad”.
Medalla conmemorativa inglesa, acuñada antes de la batalla
No obstante la victoria de las fuerzas españolas prolongó la
supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX. El rey Jorge II ordenó a los historiadores ingleses que no
se escribiera nada de la derrota. Y así se ocultó a la historia. Incluso antes de la batalla, tan seguros estaban que habían acuñado en Londres un medalla conmemorativa inglesa, que representa a Blas de Lezo con
ambas piernas, arrodillado ante Vernon y entregándole su espada. La leyenda
dice: "The pride of Spain humbled by Ad. Vernon", es decir, "El
orgullo de España humillado por el almirante Vernon". A pesar de su profundo descrédito, a Vernon a su muerte en
1757 se le decidió enterrar su cuerpo en la Abadía de Westminster, como si
fuera un héroe más de los que allí reposan. Blas de Lezo corrió una suerte diferente. Blas quedó muy mal
herido por los combates de Cartagena de Indias, murió cinco meses más tarde
víctima de las heridas del combate. Y lo lamentable, nadie sabe dónde está
enterrado, murió en Cartagena en septiembre de 1741. Sebastián de Eslava tras la batalla, Felipe V lo ascendió a
capitán general de los Reales Ejércitos en octubre de ese año. En 1754 fue
nombrado ministro de la Guerra, cargo que ocupó hasta su muerte Para los ingleses aquella costosa campaña quedaría como una
retirada táctica. Al terminar la guerra del Asiento, en 1748 se retornó al
statu quo anterior. La integridad territorial española permaneció como antaño.
En 1750 Gran Bretaña renunciaría al Navío de Permiso y al Derecho de Asiento a
cambio de 100.000 libras. A pesar del potencial desplegado en todas sus campañas
navales, los resultados fueron magros, por no decir nulos. Existe un monumento al Almirante Blas de Lezo inaugurado por
el entonces rey de España Juan Carlos I, acompañado por el embajador de
Colombia del 2014.
Juan Carlos I inaugura el monumento a Blas de Lezo También hay una fragata de la Armada Española con el nombre
“Blas de Lezo”. Lezo está reivindicado como un héroe no solamente en su defensa
de Cartagena de Indias, sino en anteriores batallas. A Sebastián Eslava se le homenajeó, recién en el año 2020
con un busto cedido al Cuartel General del Ejército en Madrid e inaugurado por
el jefe del Estado Mayor del Ejército.
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