Nació en Lima, Perú el 28 de agosto de 1921. Murió el 21 de noviembre del
2007. Su abuela, la famosa María Guerrero, tenía en propiedad un teatro en
Madrid a principios del siglo XX. Su hijo Luis Fernando, también actor, tenía
relación con la actriz Carola Fernán Gómez, de quienes había nacido un niño.
Este niño, nunca es reconocido por María Guerrero por una cuestión de honor mal
entendido.
El mismo Fernán Gómez no supo nunca con seguridad si había nacido en
Lima, pero como sus padres estaban de gira, su partida de nacimiento fue
expedida días más tarde en Argentina, con los apellidos de la madre. Es por eso
por lo que tenía la nacionalidad argentina, que mantuvo siempre, además de la
española.
Había estudiado Filosofía y Letras en Madrid, pero su verdadera vocación
lo condujo al teatro. Durante la Guerra Civil, recibió clases en la Escuela de
Actores de la CNT, debutando como profesional en 1938 en la compañía de Laura
Pinillos; allí le descubrió Enrique Jardiel Poncela. Colaboró durante treinta y
cinco años con el diario ABC.
Todos conocemos a este hombre del moderno renacimiento español. Está
plagado de premios y reconocimientos. Ha sido un escritor, actor, guionista y
director de cine, televisión y de teatro español y académico. Una de esas
personas que son llamadas por las musas de la genialidad. Uno de aquellos tipos
que hacían el murmullo de reconocimiento cuando entraba en el Café de Gijón, o
Ruiz o en el Casino de Madrid. Su importancia en la cultura española del siglo
XX es primordial y su legado magnífico. Fue miembro de la Real Academia
Española durante siete años, desde su ingreso el 30 de enero de 2000 hasta su
fallecimiento.
“Por anarquista, por poeta, por cómico, por articulista, por académico,
por novelista, por dramaturgo, por único y por consecuente” dijo Marisa
Paredes, presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas
de España, en la entrega de la décima Medalla de Oro, lo describió a la
perfección. Fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en
el año 1995.
En los setenta se convirtió en uno de los actores más solicitados de la
llamada Transición española, con títulos dorados de esos años como El espíritu
de la colmena, El amor del capitán Brando, Pim, pam, pum... ¡fuego!, Mi hija
Hildegart, Los restos del naufragio, etc. Inició una exitosa colaboración al
lado del notable director Jaime de Armiñán y una también estrecha relación
profesional con Carlos Saura, ganándose con ello un justo prestigio como actor
y director. En 1976 intervino en un título de indudable valor como El
anacoreta, premiada en el Festival Internacional de Cine de Berlín. También
dirigió e interpretó dos exitosas producciones para TVE. Tras la muerte de
Franco y la legalización de la CNT-AIT, tuvo una militancia activa en el
Sindicato de Espectáculos de Barcelona.
Desde 1984 vuelca su vocación literaria en la escritura de muy personales
artículos en varios periódicos, y produciendo además varios volúmenes de
ensayos y once novelas, fuertemente autobiográficas unas e históricas otras: El
vendedor de naranjas, El viaje a ninguna parte, El mal amor, El mar y el
tiempo, El ascensor de los borrachos, La Puerta del Sol, La cruz y el lirio
dorado, etcétera. Su autobiografía en dos volúmenes fue un gran éxito, su éxito
más clamoroso lo ha obtenido con una pieza teatral llevada al cine, Las
bicicletas son para el verano, sobre sus recuerdos de adolescencia durante la
Guerra Civil.
En 1986 rodó en Argentina un título interesante, Pobre mariposa, de Raúl
de la Torre, junto a un reparto internacional, Vittorio Gassman, Bibi
Andersson, Fernando Rey, Graciela Borges, etc.
Entró en la Real Academia Española en 1998. Al año siguiente fue premiado
con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes.
En 1981 protagonizó un film memorable, Maravillas de Gutiérrez Aragón, y
comenzó a encadenar éxitos de crítica y público (La colmena, Stico, Los zancos,
Réquiem por un campesino español, La corte de Faraón, La mitad del cielo y El
viaje a ninguna parte). Termina la década con excelentes trabajos en filmes no
muy bien acogidos pero de calidad: Esquilache y El río que nos lleva. En 1986
rodó en Argentina y también para TVE (Ramón y Cajal, Fortunata y Jacinta,
Juncal, etc.
En 1990, salvo Belle Époque y el Óscar que consigue la cinta como mejor
película extranjera, hasta 1998 le vemos en dos cintas tan distintas como
importantes, El abuelo (nominada al Óscar y gran éxito de taquilla) y Pepe
Guindo.
Colaboró durante treinta y cinco años con el diario ABC. Falleció en
Madrid a los 86 años de edad. Se le concedió a título póstumo, la Gran Cruz de
la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Su féretro fue recubierto con una bandera
rojinegra anarquista, y sonó el tango “Caminito” que era su música preferida-




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