martes, 27 de diciembre de 2016

LAS MISIONES JESUITAS

La película de 1986, está ambientada en el siglo XVIII en las reducciones jesuíticas del Paraguay y noreste de Argentina y recrea los eventos que condujeron a la destrucción de esas misiones y a la supresión de la Compañía de Jesús. La Compañía de Jesús, fue fundada por San Ignacio de Loyola en 1540.   
El actual pontífice Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio, es el primer papa perteneciente a la Compañía de Jesús. Los jesuitas profesan los tres votos normativos de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad) y, además, un voto de obediencia al papa, «circa misiones». Los jesuitas fueron innovadores en la explotación de sus haciendas y propiedades en la América Hispánica. Durante los siglos XVII y XVIII gestionaron con sistemas que se adelantaron a la actualidad incluso. Uno de los más importantes fue la explotación de las minas de de Uspallata (Argentina) de plomo, plata y cinc. Agregaron la participación de lo recaudado en las haciendas para ser redistribuido entre indígenas, esclavos y empleados, con lo que fueron los primeros en otorgar una suerte de “títulos de propiedad” a sus subordinados. La finalidad de estas propiedades era sostener sus colegios, que, debido a una rigurosa concepción del voto de pobreza, eran gratuitos. Sin embargo, la riqueza de estos complejos y haciendas atrajo la ambición de las Coronas y particulares y, a la larga, fue un factor para la supresión de la Orden.

El primer país en expulsar a la Compañía de Jesús fue Portugal. El marqués de Pombal, fue su principal adversario; encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa y expulsó al resto en 1759. Así robusteció la autoridad real y dio una señal al Papa de que no toleraría sus intromisiones en los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas de Portugal y sus colonias fueron deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la medida. En 1763, Luis XV de Francia acusó a la Compañía de Jesús de malversación de fondos debido a la quiebra de Antoine Lavalette en Martinica. El Parlamento de París, había impugnado la presencia legal de la Orden en Francia y el Rey decretó la disolución de la orden en sus dominios, y el embargo de sus bienes. Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la Corona española a través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767 y cuyo dictamen fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes Fiscal del Consejo de Castilla. Al mismo tiempo, se decretaba la incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos reinos (haciendas, edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto «tesoro» en efectivo que se esperaba. Los hijos de San Ignacio tuvieron que dejar el trabajo que realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para la formación de la juventud en la América Hispana) y sus misiones entre indígenas, como las famosas reducciones guaraníes y las misiones en el noroeste de México (Baja California, Sonora y Sierra Tarahumara) y a lo largo del Amazonas (misiones del Marañón). El Papa Clemente XIV cedió y mediante el breve Dominus ac Redemptor suprimió la Compañía de Jesús que fue llevada a cabo en 1773, cuando se enfrentó a fuertes presiones de los reyes de Francia, España, Portugal y de las Dos Sicilias.  En 1789, el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y en el que se inició la Revolución francesa, fue fundada por el ex jesuita John Carroll la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la de Georgetown, en Washington D.C.; en el siglo XIX, sería integrada a la Compañía restaurada. Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la Revolución francesa, las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América Hispánica, Pío VII decidió restaurar a la Compañía. Durante el siglo XIX la Orden sufre las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y tiene que afrontar numerosos ataques. Acaba siendo nuevamente expulsada de Portugal, Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc. Durante la Gran Guerra no faltaron los jesuitas que se destacaron como capellanes y camilleros en las trincheras; entre ellos se cuentan el beato alemán Rupert Mayer, apodado el apóstol de Múnich. Capellán del ejército y héroe de guerra, sus sermones contra el nazismo motivaron su envío a un campo de concentración.  En España, por decreto de 23 de enero de 1932, la Segunda República disuelve la Compañía de Jesús con el pretexto de que obedece a un poder extranjero e incauta todos sus bienes. Durante la guerra civil ese decreto es derogado el 3 de mayo de 1938 y la Compañía vuelve a adquirir plena personalidad jurídica y puede realizar libremente todos los fines propios de su Instituto Desde hace algunos años, en la actualidad la Compañía incluye en su seno diferentes identidades eclesiales, desde las conservadoras, hasta las más progresistas. Un ejemplo de estas últimas posiciones es la Teología de la Liberación desarrollada por algunos jesuitas, entre otros sacerdotes y religiosos, en América Latina durante los años 1960 y 70. El hecho de tomar partido ha sido a veces peligroso para los jesuitas. En 1983, el sacerdote James F. Carney (el Padre Guadalupe), fue asesinado en Honduras por militares debido a su ideología revolucionaria. Seis años más tarde, el jesuita Ignacio Ellacuría y otros cinco religiosos de la Compañía, murieron a manos de la Fuerza Armada de El Salvador, luego de una larga e intensa actividad en defensa de los derechos humanos en ese país. Varios han muerto en guerras civiles en África, India y el sudeste de Asia, realizando acciones de ayuda social.

VIDA EN UN BARCO HACIA AMÉRICA SIGLOS XVI-XVII

A partir del Descubrimiento los viajes fueron incesantes. Los barcos se armaban por lo general en Sevilla bajo condiciones estrictas.   Los ...