lunes, 26 de diciembre de 2016
NACIONALISMO CATALÁN
Frente a la incapacidad para encontrar un germen de nación en la historia de este región española, la mitología romántica acuñó a finales del siglo XIX el término Países Catalanes (o Gran Cataluña). El primero en usarlo fue el valenciano Bienvenido Oliver, sin intenciones políticas, para englobar los territorios de habla catalana y sus variantes. Así, el mapa de los Países Catalanes se extiende por Cataluña, excepto el Valle de Arán, las Islas Baleares, Andorra, la Comunidad Valenciana, la región histórica francesa del Rosellón, la zona de Aragón limítrofe con Cataluña denominada actualmente Franja de Aragón y una pequeña comarca murciana, entre otras regiones.
A pesar de la tendencia de los historiadores nacionalistas catalanes de retorcer la naturaleza "catalana-aragonesa" de la Corona de Aragón, nunca ha existido nada, en la historia medieval, y mucho menos en los tiempos modernos, que pudiera considerarse ni de lejos un embrión del Estado catalán, excepto en las imaginaciones más románticas y soñadoras», explica en uno de sus trabajos el historiador Enric Ucelay-Da Cal.
No en vano, lo que era una simple denominación de carácter lingüístico se convirtió en boca de los nacionalistas en una especie de tierra prometida. Un ente que sirve para justificar, con supuestas raíces en la Edad Media, las actuales reivindicaciones políticas. Sin ir más lejos, la Generalitat de Cataluña da la información meteorológica de la Comunidad Valenciana en la televisión autonómica a través de lo que designa como «Países Catalanes». Suele incluir a la Comunidad Valenciana junto a Cataluña y Baleares en sus mapas, con claras intenciones políticas.
No nos llevemos a engaño, este nacionalismo, a pesar de todo, no se remonta más allá de las décadas finales de XIX de la mano de Prat de la Riba y de las Bases de Manresa de 1892 preparadas por la incipiente burguesía catalana, justo después del fallido intento federalista de la Primera República.
Antes (en el XIX) pudo y de hecho existió un cierto regionalismo e interés por las costumbres y usos catalanes del pasado derivados del romanticismo decimonónico que prendió en tantos otros lugares de Europa en esa misma época.
El hecho de armas que se celebra dentro de una semana conocido como la Diada no es más que la tergiversación, tan habitual en época romántica, de unos hechos que nada tenían de lucha 'nacional', sino de guerra dinástica y defensa de los intereses económicos de las élites mercantiles de Barcelona y la Plana de Vic.
Recordemos que los Borbones estaban enfrentados a Reino Unido y Holanda, los dos mercados más importante de los productos y exportación catalán, lo que les hizo decantarse por la opción austracista.
No es cierto que Cataluña fuese un estado soberano en 1714, sino un territorio con algunas instituciones propias, como en cualquier otro lugar de la Europa del Antiguo Régimen, y parte constituyente de la Corona de Aragón, es decir, de España. No es cierto que se tratase de una guerra entre castellanos y catalanes, sino entre partidarios de dos candidatos al trono de España. No es cierto que lo que moviese a los catalanes fuera la castellanofobia, sino la francofobia. No es cierto que Felipe V suprimiera la soberanía nacional representada en las Cortes catalanas, pues eran estamentales y no representaban a soberanía nacional alguna. No es cierto que Felipe V incorporara Cataluña a Castilla, sino que uniformizó legislaciones y centralizó el gobierno, fenómeno general en toda la Europa de aquel tiempo, lo que también conllevó grandes cambios en la vieja planta castellana, detalle que no suele recordarse.
No es cierto que los catalanes fuesen austracistas y los castellanos, borbónicos: muchos de los más importantes gobernantes castellanos fueron austracistas y en Cataluña hubo comarcas enteras que se destacaron por su borbonismo. No es cierto que Cataluña fuese austracista desde el primer momento, pues las cortes catalanas juraron por rey a Felipe V en 1702, tres años antes de hacer lo propio con el Archiduque Carlos tras el desembarco angloholandés en Barcelona. No es cierto que en el famoso 11 de septiembre combatieran catalanes contra castellanos, pues hubo castellanos defendiendo Barcelona del mismo modo que el ejército de Felipe V contó con miles de voluntarios catalanes. Y no es cierto que los catalanes austracistas fueran separatistas, sino que presumieron de ser los más españoles de todos.
Posteriormente esa Cataluña despojada de sus fueros y privilegios derivados de época medieval (fueros que otros mucho territorios gozaban) se introdujo bastante rápido en el nuevo Estado borbónico y ya en época de Carlos III se convirtió en la región más pujante de España. Ni que decir tiene que en aquella época no había el más mínimo atisbo de 'nacionalismo' como hoy lo entendemos, y que muchos de los austracistas exiliados habían vuelto ya a España tras la paz de Viena de 1725 entre Felipe V y el emperador Carlos VI.
Es más en Cataluña vemos una defensa fervorosa de la patria española durante la invasión napoleónica. Posteriormente en el Principado prendería la llama del Carlismo, o lo que es lo mismo, la defensa de la España más tradicionalista, católica y monárquica y mucho de sus hijos y nietos son los que después fundarían la Unió Catalanista.
Con el surgimiento de las corrientes nacionalistas de finales de siglo XIX, las teorías lingüísticas hicieron las veces de elemento aglutinante –a falta de una base histórica– identificando a la nación con la lengua. Bajo esta falsa premisa, los nacionalistas consideran que todos los que hablan catalán o sus variantes son igualmente catalanes y conformaron la ficción histórica de los «Països Catalans».
El error de base está en estimar que la lengua es el único elemento definidor de una nacionalidad (con desprecio de la religión, la idiosincrasia, la geografía, la historia, etc
Una lengua no equivale a una nación. Si en la ONU hay 193 naciones y en el mundo varios miles de lenguas, ¿faltan miles de naciones en la ONU o sobran miles de lenguas en el mundo? Todos los países europeos son multilingües, con la única excepción de Islandia. Y España no es precisamente el más multilingüe de todos: más variedad de lenguas hay en Francia o en Italia. Además, si una lengua es igual a una nación, ¿pertenecerían los araneses a la nación catalana? Finalmente, ¿por qué de la existencia de una lengua han de deducirse consecuencias políticas?
La extensión del castellano sobre tierras catalanas comenzó en la Edad Media, cuando fue consolidándose como la lengua franca, la lengua en la que era más fácil entenderse dada su mayor extensión territorial, su mayor número de hablantes y su posición geográfica central. Los lingüistas lo han explicado mil veces
En otro orden de cosas, en tiempos más cercanos, Cataluña fue la región española que más encarnizadamente se alzó contra la invasión napoleónica, según palabras del mariscal Berthier. Los gerundenses prefirieron morir antes que entregarse. Y la primera batalla ganada a los franceses fue la del Bruch.
Durante todo el siglo XIX; Cataluña fue la región más patriota, belicista, islamófoba, esclavista, colonialista e imperialista de España. Durante la Guerra de Marruecos de 1859-60 Cataluña se llenó de versos, canciones, zarzuelas, himnos y obras de teatro incitando a los jóvenes catalanes a alistarse para borrar la Media Luna de la faz de la tierra. Respecto a la esclavitud, de todas las ligas antiabolicionistas de España, la más activa fue la de Barcelona.
Tropas voluntarias de catalanes participaron en la Guerra de África, voluntarios y oficiales.
Fueron comandados por Juan Prim i Prats, que posteriormente sería Ministro de la Guerra y luego presidente del Consejo de Ministros en 1869.
Sus hazañas fueron inmortalizadas por Mariano Fortuny, quien recibió el encargo de la Diputación de Barcelona de hacer un cuadro que reflejara la gesta del General Prim (catalán) y de los catalanes en la Batalla de Wad-Ras, "Prim en la batalla de los Castillejos”
Y por Francesc Sans i Cabot en un no menos conocido cuadro épico de Prim espada en ristre, rodeado de combatientes catalanes y una ondeante bandera española al fondo
La obra hoy en día se puede admirar en el Museo de Arte Moderno de la ciudad condal.
Allí se libró el 23 de marzo de 1860 la más dura y sangrienta batalla de la Guerra de África. El general Prim, nacido en Cataluña, a bayoneta calada, se lanzó con los 250 voluntarios catalanes que quedaban vivos para romper el cerco.
En tiempos más cercanos habría que olvidarse, de los dos principales apoyos eclesiásticos de Franco, los cardenales Gomá y Pla. Y de un Cambó que, tras medio siglo de liderazgo catalanista, puso su fortuna a disposición de Franco y organizó en París, junto con Llonc, Ventosa, Estelrich y otros huidos de la Cataluña republicana, la Oficina de Propaganda y Prensa para defender el bando franquista ante la opinión pública europea y organizar su servicio de espionaje. Cambó también fue el responsable del manifiesto que secundaron cientos de personalidades catalanas de la política, la empresa y la cultura en el que proclamaron que «como catalanes, afirmamos que nuestra tierra quiere seguir unida a los otros pueblos de España por el amor fraternal y por el sentimiento de la comunidad de destino, que nos obliga a todos a contribuir con el máximo sacrificio a la obra común de liberación de la tiranía roja y de reparación de la grandeza futura de España». Otros catalanes que se distinguieron por su apoyo a Franco fueron, entre otros muchos, Josep Pla, Eugenio d’Ors, Agustí Calvet, Federico Mompou y Salvador Dalí.
Por no hablar de los miles de alcaldes, gobernadores, procuradores, diplomáticos y ministros catalanes del régimen franquista. Entre estos últimos estuvieron Joaquín Bau y Nolla, Francisco Serrat y Bonastre, Eduardo Aunós, Joaquín Planell y Riera, Pedro Gual Villalbí, José A. Samaranch etc.
La actual Constitución de 1978 fue aprobada con el 87% de lo votos favorables, siendo Cataluña la región que mayor participación registró, con un total voto del "si" del 90,46% de los votantes.
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