Fue
fundada en Jerusalén en 1118 por Hugo de Payns y otros ocho caballeros
franceses, con el nombre de pobres caballeros de Cristo.
Nacieron con la finalidad de proteger a los peregrinos que visitaban Tierra Santa, pero pronto su influencia se extendió por todo el mundo cristiano. A diferencia de lo que ocurrió en otros reinos europeos los caballeros del Temple encontraron en la península Ibérica un escenario no muy distinto al de las lejanas tierras de Ultramar. Las peregrinaciones a Roma empiezan a ser sustituidas por las peregrinaciones a Jerusalén y Santiago de Compostela. Crean la una Guía Turística del Camino de Santiago de Ida y Vuelta, (que es el Juego de la Oca)
Los peregrinos estaban sometidos a la voluntad de los saltadores, al cobro de los Portazgos, de los distintos reinos y los ataques de las alimañas. La toma de Jerusalén por los turcos provoca la reacción del Papa Urbano II, que proclama el Concilio de Clermont (1905), donde expone las vejaciones a las que son sometidos los peregrinos y los peligros que amenazan a los Cristianos occidentales.
Nacieron con la finalidad de proteger a los peregrinos que visitaban Tierra Santa, pero pronto su influencia se extendió por todo el mundo cristiano. A diferencia de lo que ocurrió en otros reinos europeos los caballeros del Temple encontraron en la península Ibérica un escenario no muy distinto al de las lejanas tierras de Ultramar. Las peregrinaciones a Roma empiezan a ser sustituidas por las peregrinaciones a Jerusalén y Santiago de Compostela. Crean la una Guía Turística del Camino de Santiago de Ida y Vuelta, (que es el Juego de la Oca)
Los peregrinos estaban sometidos a la voluntad de los saltadores, al cobro de los Portazgos, de los distintos reinos y los ataques de las alimañas. La toma de Jerusalén por los turcos provoca la reacción del Papa Urbano II, que proclama el Concilio de Clermont (1905), donde expone las vejaciones a las que son sometidos los peregrinos y los peligros que amenazan a los Cristianos occidentales.
Urbano II, inicia el discurso con la frase "Deus Vult" (Dios lo quiere). Los Príncipes y Reyes de Europa, se adhieren al llamamiento y queda convocada la I Cruzada.
La I Cruzada se dirige a Jerusalén y lo toman en 1099. En 1100, se proclama como Rey de Jerusalén a Balduino I.
Pedro el Ermitaño, arrastro a la lucha por la liberación de los Santos Lugares a gente sin preparación.
Solo la intervención del ejército Cruzado, formado por los franceses y flamencos bajo el mando de Godofredo de Bouillon y su hermano Balduino, consiguieron pasar por Constantinopla, cruzar Asia Menor y tomar Jerusalén en julio de 1099.
El Rey Balduino I, había asentado su palacio en una Mezquita, que se había construido sobre la ruinas del Templo de Salomón. Luego cambia su residencia a la Torre de David y los Pobres Compañeros de Cristo, pasan a ocupar toda la mezquita que se levantaba sobre las Ruinas del templo de Salomón, pasando a denominarse, del Templo y a sus caballeros Templarios.
Mediante solemnes votos pronunciados ante el Patriarca de Jerusalén, se comprometieron a defender a los peregrinos.
Observaron la pobreza, la castidad y la obediencia, según la regla de los canónigos regulares.
Sus jefes eran dos hombre venerables: Hugo de Payns y Godofredo de Saint-Omer.
En un principio, quienes tomaron tan santa decisión eran solamente nueve y durante 9 años sirvieron con ropas de seglar y se vistieron con lo que los fieles les dieron en limosna.
En 1128, Hugo de Payns, obtiene el permiso del Rey de Jerusalén, Balduino II, para oficializar la Orden.
Los Templarios, venían con las cabalgaduras disponibles, a los puertos de Haifa y Tolomeida, a recoger a los Peregrinos que dirigían a Jerusalén.
Los Caballeros Templarios, renunciaban a todo tipo de bienes personales, siendo la Orden la Propietaria de todos los Bienes. Las Reglas de la Orden eran una adaptación de las de San Benito, adaptadas a la versión reformada por los Cistercienses
Se adopta el hábito blanco, y posteriormente se le añade la cruz roja.
La llegada de los templarios a los reinos peninsulares se produjo en fechas muy tempranas. De hecho, ya en marzo de 1128, la reina de Portugal, doña Teresa, hace una importante donación, el castillo en Braga.
La orden llegó a tener más de veinte mil miembros repartidos entre sus propiedades en Tierra Santa, y las extendidas por gran parte de Europa, producto de donaciones. Gracias a una buena gestión, su riqueza creció hasta límites insospechados llegando a convertirse en importantísimos banqueros capaces, incluso, de conceder préstamos a reyes y nobles. Posibilitaron la circulación de una gran cantidad de plata por Europa. La orden dispuso de suficientes recursos como para financiar la construcción de setenta iglesias y casi ochenta catedrales durante la Edad Media. Sus crecientes desplazamientos de mercancías, tropas y caballos y llegó el momento en que la magnitud del volumen de transporte les inclinó a construir sus propios barcos. Surgieron por lo tanto astilleros, además de buenos puertos y muelles en sus territorios.
De hecho, se calcula que el Temple transportaba unos seis mil peregrinos al año a Tierra Santa desde diversos puertos de Europa, y es comprensible que prefiriesen viajar en estos barcos ya que iban escoltados por galeras armadas que les protegían de la presencia de piratas sarracenos en el Mediterráneo. Autorizados y exentos de impuestos aduaneros por bulas papales, también se dedicaban al comercio de especias, tinturas, tejidos, porcelanas, cristales y lana. Esta importante flota operaba mayoritariamente en el Mediterráneo, la ida y vuelta a Tierra Santa. En el Atlántico mantenían un importante tráfico con Inglaterra.
A lo largo del Sena dispusieron de una pequeña flota fluvial que conectaba sus casas convento. Sus barcos no estaban sujetos al pago de peaje y ni eran registrados.
En el Occidente europeo, la función militar fue sustituida por la económica, aunque en la península Ibérica la función fue doble; por una parte, intervinieron en las campañas de los reyes cristianos contra los musulmanes y, por otra, llevaron a cabo una serie de actividades económicas destinadas a sufragar la guerra en Tierra Santa. La Orden creció rápidamente en los primeros tiempos gracias a las donaciones de todo tipo: tierras, castillos, molinos, ciudades, iglesias, rentas, permisos de explotación. Con frecuencia, los bienes iban acompañados de personas, que ingresaban en la orden como frailes o como donados. Se constituyeron en explotadores modélicos de sus propiedades. El sistema de administración se basaba en las encomiendas. A menudo, sólo trabajaban directamente una parte de sus tierras, las más cercanas y sobre todo las más productivas. El resto lo cedían con diferentes tipos de contratos
Pero la primera participación de la Orden del Temple en una Guerra se realizó en la Península Ibérica.
En Tierra Santa habían participado en diferentes escaramuzas. Por entonces la mayoría de la Península Ibérica, se hallaba en gran parte en manos de los Sarracenos.
La Orden del Temple, se constituyó como el principal baluarte de los Reinos de Aragón y Cataluña.
Ramón Berenguer III, Conde de Barcelona, entra en la orden en 1131.
La entrada de los Templarios en la Península coincide con el reinado de Alfonso I de Aragón y Navarra, el "Batallador ". Para establecerse de forma definitiva en la Península, la Orden recibió del Conde de Barcelona el Castillo Grañena y Alfonso I, les cedió la recién conquistada fortaleza de Calatrava.
Fue un gran admirador de la Orden del Temple y decidió crear un Orden similar a la que denominó Orden de Montjoy, que luego se incorporó a la del Temple aportando las inmensas posesiones que tenía en el Sur de Aragón. Alfonso I el Batallador, murió en 1134, durante el asedio de Fraga, dejando el reino sin descendencia legal, pero con testamento de la Corona a las Órdenes del Temple, Hospital y Santo Sepulcro. En 1132, la Orden del Temple era la única Orden reconocida.
Los Nobles aragoneses, se oponen al Testamento y buscan una solución con las Órdenes, para que el trono de Aragón no recaiga en el legítimo sucesor Alfonso VII de Castilla.
Ramiro, hermano de Alfonso tiene una hija que se llama Petronila y es considerada como la legitima sucesora al Reino. Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona y señor de Provenza se casa con Petronila, pasando a ser el Rey consorte de Aragón. La legitimación del reinado exigía la renuncia expresa de las Órdenes que habían sido testamentarias de Alfonso I. La influencia y buena relación de Ramón Berenguer IV con la Orden del Temple, de la que su padre era caballero, allanó la resolución del conflicto.
Aragón alcanzaría un acuerdo con los templarios para las luchas en la Reconquista, la concordia de Gerona, en 1143. Por ella recibieron los castillos de Monzón y otros tres más y la Orden militar de Belchite. Como en toda Europa, la orden se enriqueció con numerosas donaciones de padres que no podían dar un título nobiliario más que al hijo mayor, y buscaban cargos eclesiásticos, militares, cortesanos o en órdenes religiosas.
Por entonces la vieja fortaleza de Calatrava había sido encomendada por el rey castellano Alfonso VII a los caballeros templarios. Al morir el monarca a mediados del siglo XII los templarios abandonaron la fortaleza, aduciendo que aquel promontorio fortificado era indefendible en medio de la estepa castellana si no se contaba con fuerzas suficientes. Como era de esperar, los almohades atacaron la fortaleza toledana, pero el abad Raimundo, del monasterio cisterciense de Fitero, organizó su defensa auxiliado por un monje que había sido caballero, Diego Velázquez. Entre los dos aguerridos clérigos convocaron una cruzada, logrando formar un pequeño ejército que resistió heroicamente el ataque. En recompensa, el rey castellano Sancho III otorgó la plaza de Calatrava a los que llamó la Gran Orden Militar de Calatrava.
Los reinos cristianos, eran conscientes del peligro almohade y después de varios choques, Alfonso VIII, firma una tregua, que rompe cinco años más tarde, cuando Alfonso VIII de Castilla y León, se propone tomar Sevilla. Aquí es cuando se produce el famoso Combate de Alarcos, el 18 de Julio de 1195, próximo a Ciudad Real, con una evidente inferioridad numérica del ejercito Cristiano.
Fue una humillante derrota, que confirmo las estrategias militares que llevo a la Orden del Temple, a retirarse de la Fortaleza de Calatrava.
La orden de Calatrava perdió el enigmático castillo de Calatrava y numerosas posesiones.
Años después,1212, la venganza se consumaba con la victoria de la batalla de Las Navas de Tolosa, el principio del fin del reino musulmán. La Batalla de las Navas de Tolosa, que enfrentó a un ejército aliado cristiano formado en gran parte por las tropas castellanas, las aragonesas y las navarras, contra el ejército Almohade, numéricamente superior. Entre los cristianos estaban varios ordenes entre ellas las del Temple. Un años después se sufre la importante derrota de la batalla de Muret, 1213, donde el Temple perdió para Aragón el imperio tras los Pirineos. Esta batalla marcó el final de la expansión de la Corona de Aragón en la región, y, el final de la posible formación de un poderoso reino aragonés-catalán-occitano que hubiera cambiado el curso de la historia de España.
El papa, en una bula obligó al Comandante de las tropas del rey francés, ganador de la batalla, Montfort, a ceder la tutela del infante Jaime, que al morir su padre en la batalla quedó huérfano, a los caballeros templarios de la Corona de Aragón. Los templarios se convirtieron en custodios de Jaime I, (luego el Conquistador), en el Castillo de Monzón. Recibieron un tercio de la ciudad en Mallorca por sus campañas y también en Valencia.
En 1265, colaboraron en la conquista de Murcia. En recompensa, recibieron diferentes propiedades.
En 1248, Luis IX de Francia, decide convocar y liderar la Séptima Cruzada, pero su objetivo ya no es Tierra Santa, sino Egipto. El propio rey fue capturado. Fueron los templarios, quienes negociaron la paz y prestaron al monarca la fabulosa suma que componía el rescate.
Cuando cae Acre, en 1291 ya luchan los últimos templarios. Cambiaron su cuartel general a Chipre, pero la abandonaron por la oposición de sus habitantes. La orden había participado en una revuelta que destronó al monarca Chipriota, en favor de su hermano, esto permitió que la Orden prolongase su existencia unos años más.
Fue Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, (no confundir con el marido de Juana de Castilla), quien destruyó la Orden del Temple, pero antes de acceder al trono de Francia en 1285, Felipe ya era rey de Navarra tras casarse en 1274 con la reina Juana I de Navarra. Con lo que nos queda Felipe I de Navarra y IV de Francia, aunque lo de Navarra se lo suelen saltar cuando lo nombran.
La historia nos dice que Felipe junto con el Papa Clemente V, tras acusarlos de herejía, el viernes 13 de octubre de 1307, salió a la caza del templario, y encarceló a más de 15000, a los que torturó buscando confesiones, muriendo muchos de ellos en dichas torturas o en la hoguera. De paso, al acabar con el Temple, Felipe se ahorró tener que pagarles la enorme deuda que tenía contraída con ellos.
La tradición cuenta que cuando el último gran maestre del Temple, Jaques de Molay estaba siendo quemado a fuego lento, este lazó una maldición; “Clemente V, yo os emplazo ante el tribunal de Dios antes de 40 días, y a vos rey Felipe, antes de un año”. 33 días después de la ejecución, el Papa Clemente V fallecía enfermo, y a los nueve meses, Felipe IV el hermoso, moría por las heridas producidas tras caerse del caballo.