Nació hace exactamente 127 años en Fuente Vaqueros, Granada el 5 de junio de 1898 – fue ejecutado en Víznar, Málaga, en 1936.
En la “Edad de Plata” (1900-1936), la
literatura española recuperó aquel dinamismo innovador que parecía perdido
desde su Siglo de Oro; tal periodo tuvo su culminación en la obra poética de la
Generación del 27, así llamada por el rebelde homenaje que sus miembros
rindieron a Luis de Góngora con motivo de su tercer centenario. Sin embargo,
pese a la inmensa talla de figuras como Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge
Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda o el premio Nobel Vicente
Aleixandre, ningún miembro del grupo alcanzaría tanta proyección internacional
como Federico García Lorca.
Su primitiva vocación fue la música y
estudió guitarra y piano. Cursó el bachillerato primero en Almería y luego,
tras una enfermedad, en Granada. Continuó sus estudios superiores en la
Universidad de Granada: estudió filosofía y letras y se licenció en derecho. En
la universidad hizo amistad con el prestigioso compositor Manuel de Falla,
quien ejerció una gran influencia en él, transmitiéndole su amor por el
folclore y lo popular. Por entonces era ya el contertulio más brillante de El
Rinconcillo, el café de la Alameda de la ciudad. En febrero de 1917 apareció su
primera composición literaria en el Boletín del Centro Artístico de Granada; se
titulaba Fantasía simbólica.
En 1919 se instaló en la Residencia
de Estudiantes de Madrid, donde conoció a autores ya consagrados como Juan
Ramón Jiménez, y trabó amistad con poetas de su generación y artistas como el
pintor catalán Salvador Dalí y el futuro cineasta Luis Buñuel. Con el primero
compartía una singular habilidad para el dibujo, y con el segundo una afición
al cine que lo llevó a escribir algunas escenas imaginarias teniendo como
protagonista a Buster Keaton, cómico que en España era conocido como Pamplinas.
En este ambiente de ebullición cultural brillaría pronto el magnetismo de la
arrolladora personalidad de Federico.
Conoció en Baeza al poeta más notorio de la generación anterior a la suya, Antonio Machado, por entonces era profesor de francés. Salió su primer libro, “Impresiones y paisajes” en 1918, en el que se encuentran ecos machadianos. Su talento era enorme y polifacético, se dedicó no sólo a la poesía, sino también a la música y al dibujo y al teatro. En 1920 estrenó en el Teatro Eslava de Madrid su drama “El maleficio de la mariposa”.
En 1921 publicó su primera obra en verso, Libro de poemas, con la cual consiguió llamar la atención. El reconocimiento llegó con la publicación, en 1927, del poemario “Canciones· y con las aplaudidas y continuadas representaciones en Madrid del drama patriótico “Mariana Pineda”. Entre 1921 y 1924, trabajaba en “Canciones”, y escribió una obra del folclore andaluz, el “Poema del cante jondo” (publicado en 1931). Llegó a su plena madurez con el “Romancero gitano” (1928), que obtuvo un éxito inmediato. En el Romancero gitano se funden lo popular y lo culto para cantar al pueblo perseguido de los gitanos, personajes marginales marcados por un trágico destino.
Tras este éxito, Lorca viajó a Nueva
York, ciudad en la que residió como becario de la Universidad de Columbia
durante el curso 1929-1930, donde escribe “Poeta en Nueva York”, un canto
angustiante, con ecos de denuncia social, contra la civilización urbana y
mecanizada. Sintió un gran alivio cuando pudo trasladarse a Cuba. Invitado por
una Institución de Cultura, impartió en La Habana algunas conferencias
memorables, como "Son de negros", aunque no tardó en regresar a
Madrid (en otoño de 1930), donde le aguardaba la consagración definitiva como
uno de los mayores dramaturgos de las letras españolas.
En 1932 Federico García Lorca fue nombrado director de La Barraca, compañía de teatro universitario que se proponía llevar a los pueblos de Castilla el teatro clásico del Siglo de Oro. Los últimos años de su vida los consagró al teatro, aunque con reseñables excepciones, llegó a publicar el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), hermosa elegía dedicada a su amigo torero donde combina la tradición popular con imágenes de filiación surrealista, y los “Seis poemas gallegos” (1935), escritos en lengua gallega; y trabajó en diversos proyectos que quedaron en mayor parte incompletos. Sólo póstumamente verían la luz.
La casa de Bernarda Alba, considerada
su obra maestra, fue también la última, ya que ese mismo año estalló la Guerra
Civil española (1936-1939). Unos días antes del alzamiento (18 de julio de
1936), García Lorca abandonó la capital y se dirigió a Granada.
Desgraciadamente Lorca hubo de refugiarse en casa de Luis Rosales, cuyos
hermanos, en quienes confiaba, eran miembros destacados de la formación
fascista Falange Española. Tal protección no impidió, sin embargo, que el 16 de
agosto fuera detenido y fusilado dos días después en el barranco de Víznar,
bajo acusaciones poco claras. Su asesinato causó una honda conmoción
internacional y convirtió al artista en el trágico símbolo de la brutal
intolerancia del fascismo.
Su obra tiene el alcance universal.
Su prematura muerte a los treinta y ocho años no hizo sino truncar creaciones
que hubiera sido colosal.