En 1499 la corona de Castilla logró soberanía sobre este
territorio frente al reino de Portugal, que se materializó en la presencia de
pescadores canarios en sus costas. De 1884 a 1976 fue un territorio de ultramar
español denominado Sáhara español.
El país cuya completa geografía está cubierta por la arena del desierto homónimo, era patria de varios pueblos nómadas que vagaban por su interior, y de un buen puñado de pescadores con asentamientos en la costa. Poco después del tristemente famoso reparto colonial del continente africano, España pasa a ocuparlo, y posteriormente colonizarlo.
El país cuya completa geografía está cubierta por la arena del desierto homónimo, era patria de varios pueblos nómadas que vagaban por su interior, y de un buen puñado de pescadores con asentamientos en la costa. Poco después del tristemente famoso reparto colonial del continente africano, España pasa a ocuparlo, y posteriormente colonizarlo.
Qué joyas guardará este arenoso
lugar, pero lo cierto es que en esta nación deseosa de ser reconocida existe
una gran cantidad de fosfatos enterrados (allí se encuentra la mayor mina de
este mineral tan extendido en las industrias), y que las aguas que bañan al
país tienen unos de los caladeros más ricos del Atlántico. Eso se traduce en
dinero, y explica en buena parte que, Marruecos y Mauritania quisieran
ocuparlo. Con un ambiente cargado por algunos saharauis que ya pidieran la
independencia (de España) allá por 1970, el abandono del territorio por los
militares españoles en 1975, el fin de la dictadura franquista, fue la perfecta
coyuntura para que Marruecos maquillase con su “pacífica” marcha verde la
invasión y colonización de este territorio. Mauritania quedó rápidamente fuera
de la ecuación al carecer de infraestructura militar, y la guerra comenzaba.
Vinieron diecisiete años de conflicto armado. En desventaja
armamentística, los saharauis no sólo perdían vidas, sino su propia tierra.
Forzados a huir a la vecina Argelia, se establecieron provisionalmente en la
hamada (algo así como el desierto dentro del desierto). Aconsejados y ayudados
por Israel y EE UU, cada vez que los marroquíes ganaban otra considerable
franja de terreno, construían un muro que parapetase la tierra conquistada, y
así nació, en varias tandas, el hoy conocido como muro de la vergüenza. Dos mil
setecientos kilómetros que vertebran en dos el país saharaui. A la izquierda,
queda la parte ocupada por Marruecos, y a la derecha los territorios liberados
por el Frente Polisario. Al este de éstos, dentro ya de las fronteras
argelinas, aquel asentamiento provisional es hoy casa para trescientas mil
personas, que siguen viviendo, desde hace treinta y ocho años, en la cárcel a
cielo abierto que suponen los campamentos de refugiados.
Estados Unidos tiene en la dinastía alahuí, gobernante de
Marruecos, su principal aliado islámico. Francia, amén de explotar los citados
bancos de pesca y fosfatos, fue colonizadora de todos los países del Noroeste
africano, y si bien sobre el papel no lo es ya, la realidad es que la
influencia que tienen sobre éstos no es siquiera discutible. Por ello, ver todo
el territorio que controlan interrumpido por el fragmento que representa el
país saharaui les supone un “grano en el culo” tanto comercial como geopolítico.
Estos son algunos de los motivos que les hacen respaldar notablemente la
invasión marroquí al Sáhara Occidental, y por los que envían fondos económicos
(camuflados como ayuda para cooperación) para sufragar costes, así como
material bélico. Muchas de las armas, minas helicópteros, tanques y aviación
son los excedentes y “sobras” de la guerra de Vietnam, cedidos a Marruecos por
Estados Unidos.
Se estima que el mantenimiento del muro cuesta la friolera de tres millones de dólares diarios.
Se estima que el mantenimiento del muro cuesta la friolera de tres millones de dólares diarios.
Cerca del muro, donde antes de llegar, pueden verse restos
de mortero, metralla de diferentes tipos y hasta bombas de fragmentación y
racimo (prohibidas internacionalmente), que azarosamente esparcidas sobre la
arena atestiguan la historia reciente del pueblo saharaui. Allí aún resulta más
fácil poner escenario. Nómadas, todavía con el DNI de la época franquista en el
bolsillo, que sin saber bien qué ocurría un día vieron su tierra arrebatada, y
repelidos con tiros fueron obligados a huir. Otras tantas de los primeros años
de guerra, con familias separadas despertando con la continua incertidumbre de
ignorar dónde estaban sus familiares, o si seguían vivos, pues las campañas
duraban meses. Algunas más de compañeros que fallecieron en el frente, y cuyos
cadáveres no pudieron recoger en la huida, y así una interminable lista de
testimonios que encogen el corazón…
Admiración por este pueblo hijo del desierto, con una fortaleza interior que ningún muro parece capaz de derribar, con cuyo silencio y resistencia pacífica luchan esperando que el futuro de sus hijos transcurra en la tierra que les arrebataron.
Admiración por este pueblo hijo del desierto, con una fortaleza interior que ningún muro parece capaz de derribar, con cuyo silencio y resistencia pacífica luchan esperando que el futuro de sus hijos transcurra en la tierra que les arrebataron.
El muro divide en dos el Sáhara Occidental. Le llaman "Muro de la vergüenza".
Donald Trump reconoció por primera vez la soberanía marroquí en el territorio saharaui en el 2020.
El Gobierno de Pedro Sánchez en 2022 dio un giro histórico a la política exterior de España, al anunciar que apoya que la excolonia española del Sáhara Occidental se convierta en una región autónoma dentro de Marruecos, que es la posición defendida por Rabat. Se ha cedido ante Marruecos en una pieza angular de la política exterior española los últimos 46 años, mantenida desde que España abandonó su colonia en noviembre de 1975.
Donald Trump reconoció por primera vez la soberanía marroquí en el territorio saharaui en el 2020.
El Gobierno de Pedro Sánchez en 2022 dio un giro histórico a la política exterior de España, al anunciar que apoya que la excolonia española del Sáhara Occidental se convierta en una región autónoma dentro de Marruecos, que es la posición defendida por Rabat. Se ha cedido ante Marruecos en una pieza angular de la política exterior española los últimos 46 años, mantenida desde que España abandonó su colonia en noviembre de 1975.
El 17 de julio del 2023 Israel se convirtió en el segundo Estado en reconocer la soberanía marroquí sobre el territorio de Sahara Occidental, posición constatada en una misiva enviada al rey Mohamed VI por parte de la oficina del gobierno de Benjamín Netanyahu. Este paso se ha dado en el marco del establecimiento de relaciones oficiales entre ambos Estados y el reconocimiento marroquí directo del Estado de Israel.








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