sábado, 27 de mayo de 2023

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD - MONASTERIO DE POBLET - TARRAGONA

 

Representa uno de los puntos álgidos de la arquitectura monástica española, comparable en otro orden a lo que sería luego, Guadalupe o El Escorial. En un pequeño valle, a orillas del río Francolí, entre viñedos y olivares, se encuentra enclavado el Monasterio de Santa María de Poblet, un importante recinto monacal rodeado por dos murallas defensivas, una de ellas con sólidas torres que alcanzan los cinco metros de alto. Paradisíaca situación del monasterio estudiada por los monjes llegados desde Fontfroide, cerca de Narbona.

Dejando al margen la leyenda de un solitario eremita sabemos que la fundación se inicia en la segunda mitad del siglo XII, cuando Ramón Berenguer IV hace retroceder en la Reconquista a los musulmanes más allá del Ebro.
Entrado el siglo XII, la orden cluniacense era una potencia en la Europa occidental y, como tal, había perdido su afán de sencillez y pureza. Con todo, el espíritu reformista persistió y engendró ese mismo siglo un nuevo movimiento, surgido de las propias filas del Cluny. De esa convicción nació el Cister, que llegaba de la mano del francés Roberto de Champagne y que encontraría en Bernardo de Claraval a su más infatigable impulsor. En el período románico se establece la Orden del Cister (1140), y en consecuencia, la proliferación de iglesias y monasterios. Los primeros intentos reformistas firmes llegaron en 909 con la fundación, por parte de un grupo de monjes benedictinos de la Borgoña francesa, de la abadía del Cluny . Sometida directamente al poder papal, al margen de las influencias feudales locales, constituyó un núcleo decidido a seguir la tradición benedictina lejos de la sociedad civil.
Su influencia se extendió por toda la cristiandad y acabó por acatarse la disciplina y se impuso el Románico como estilo artístico a través de la construcción de centros cluniacenses. A finales del siglo XI (1098) un grupo de monjes benedictinos fundó el monasterio de Citeaux o del Cister en Borgoña (Francia), donde se ensayó una nueva manera de vivir la regla de San Bernardo, con voluntad de volver a los orígenes y de buscar una mayor austeridad y más alejamiento del mundo. Este movimiento triunfó gracias a la gran personalidad de San Bernardo de Claraval, fundador y abad del monasterio de este nombre. Había nacido la orden de Cister. La orden daría un impulso definitivo al arte de la forja, y la función práctica comenzaría a tomar un carácter decorativo. Esta manifestación artística, la podemos observar en un variado repertorio, que abarca desde sencillas formas simbólicas y zoomórficas, hasta refinadas figuras vegetales.
El Monasterio de Poblet se fundó en el año 1149, por orden del conde Ramón Berenguer IV, que lo quiso edificar en terreno propio, y también por los reyes de Aragón, pero el rey murió antes de verlo terminado. El Real monasterio forma parte, junto con los de Santes Creus y Vallbona de les Monjes, del conjunto de monasterios cistercienses que se establecieron en Cataluña en la segunda mitad del siglo XII. Los monjes venidos de Francia, llamados por Ramón Berenguer IV se encontraron con un pequeño cenobio y pocos ingresos para sacarlo adelante. Los sucesores de Ramón Berenguer continuaron la obra y uno de ellos, Jaime I el conquistador, que reposa en el monasterio, y la comunidad no solo lo sacaron adelante sino que inició un proceso de expansión que hizo de este monasterio el más importante de las fundaciones cistercienses de Cataluña. Con el paso del tiempo la influencia social y política de los abades de Poblet se hizo cada vez más extensa y más patente, le llovieron donaciones tonto de reyes como de nobles por lo que su iglesia se convirtió en panteón real. Durante el reinado de los Austria decreció la importancia que llegó a tener en la política de los reinos, mediante reuniones de las Cortes en el monasterio.
En 1835 se dañó físicamente cuando se produjo el saque e incendio del monasterio que exigió luego de muy costosos esfuerzos de restauración. La decadencia absoluta llegó con las desamortizaciones del siglo XIX y el abandono de la vida monástica. Saqueos, expolios, incendios, dejaron al monasterio en una situación lamentable. Gracias a un Patronato que se hizo cargo del convento se pudo rehabilitar y los monjes pudieron volver a ocupar las dependencias. Los últimos trabajos de recuperación se hicieron en 1976-1982. Se recuperó perfectamente el recinto amurallado de 1800 metros de perímetro, una entrada notable añadida en el XVII, con una maravillosa portada. Un retablo renacentista de 1527. La capilla real, que aglutina el ámbito mismo del crucero, donde están los enterramientos, fue terminado en tiempos de los Reyes Católicos. Allí reposan los restos de Alfonso II, Juan I y Juan II, Jaime I el conquistador, Pedro, el ceremonioso, y Fernando de Antequera. En fin, que se puede uno extender muchísimo con esta maravilla. Es mejor, verla tranquilamente.

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