lunes, 21 de enero de 2019

SIGLO XVI -CRISTOBAL COLÓN (2)

Para la aventura propuesta por Colón, a pesar de las negativas primeras, tal como se ha relatado en el capítulo anterior, los monarcas finalmente fueron convencidos. Isabel y Fernando eran jóvenes, muy emprendedores y decididos. También su pasión de ampliar la cristiandad y obtener el comercio por rutas marítimas nuevas les seducía. El 3 de agosto de 1491, Cristóbal Colón firma con los reyes las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, documentos por los cuales se autoriza y financia la expedición de Cristóbal Colón a las Indias por el mar hacia occidente. Además se le conceden a Colón una serie de prebendas y títulos, entre ellos: Almirante, Gobernante, Virrey y el 10% de las riquezas. También se firman varias provisiones y cédulas para que ayuden a Colón en aquellas villas y puertos de mar a las que se dirigía. Una provisión es dirigida a la villa de Palos por una sanción impuesta a algunos de los vecinos de esta villa. Embargó dos barcos por medio de la orden real a la villa de Moguer para que obedecieran la comisión. Pero seguía sin conseguir la tripulación necesaria. La corona perdonaría a los presos que se embarcaran en el viaje. Solo lo hicieron cuatro hombres. No fue fácil reclutar a la tripulación pues la gente veía que el comandante era extranjero, el viaje era incierto y la ruta no era conocida. Todo era motivo de desconfianza. Gracias a la ayuda de franciscanos del monasterio de La Rábida, Colón conoce a Martín Alonso Pinzón, rico navegante y comerciante y hombre de reputada fama y respeto en la zona dada sus muchos viajes por el Atlántico y el Mediterráneo, forma en que consiguió una importante fortuna. Quedó este hombre convencido de las razones de Colón, quién prometió repartir los tesoros que encontrase, con él. Pinzón toma parte decididamente en la empresa y decide desechar las embarcaciones que Colón había confiscado en Moguer y contrató otras nuevas, La Pinta y La Niña, porque las tenía arrendadas. También aportó dinero personal, medio millón de maravedíes, tercera parte de los gastos. También convence a los hermanos Niño que eran miembros de una familia marinera importante. Con esto se consigue enrolar a toda la marinería necesaria, gente de la zona e incluso de fuera de Andalucía. La tercera carabela se fletó, La Santa María, que era más complicada de manejar. Eso infundió confianza al pueblo y se cubrió la cantidad de hombres necesarios para el viaje. En total noventa personas. Los conocimientos y prestigio de los Pinzón fueron fundamentales para la proeza. A Martín Alonso Pinzón en tierras del sur de España se le considera aún hoy el verdadero héroe del Descubrimiento. El viernes 3 de agosto de 1492 estaban listos para zarpar.
Colón en las Capitulaciones de Santa Fe. 
 El Almirante llevó un diario de a bordo, que afortunadamente aún se conserva. También tenemos una carta que escribió a los Reyes a su vuelta relatando el suceso. Se puede reconstruir el viaje con estos datos y de posteriores documentos. Salió de Palos y se dirigió al suroeste, a Las Islas Canarias, que están a la misma latitud en que está lo que hoy llamamos Japón. El 6 de septiembre zarpan de Canarias y comienzan realmente a cruzar el océano. Las órdenes eran de ir al oeste. Los vientos los alejaban de lo conocido fácilmente, pero entonces la pregunta era ¿cómo volveremos teniendo los vientos en contra? La vida a bordo era soportable para esos tiempos. Hoy sería impensable de todo punto. Podemos reproducir el viaje de aquellos hombres pero algunas cosas es imposible ni siquiera imaginarlas. También la inquietud, la intranquilidad de no saber si volverían, o si encontrarían siquiera la tierra buscada. Solo la tenacidad de Colón, su personalidad, la fe cristiana y la ambición eran lo que empujaban a esas gentes a un destino tan incierto. El 26 de septiembre creyeron ver tierra. El 2 de octubre se avistan pájaros dirigiéndose al suroeste. No era lo pensado ir algo hacia el sur, pero cambiaron el rumbo. Si no lo hubieran hecho habrían llegado a Florida. El día 10 de octubre se formó algo parecido a un motín a bordo. La tripulación, muy desanimada, dio tres días para encontrar tierra, de lo contrario darían la vuelta. Al día siguiente apareció en el agua un junco verde unas tablas y hierbas. Esto indicaba tierra, sin duda. Eran las 2 de la noche cuando el marinero que pasaría a la historia, Rodrigo de Triana, gritó Tierra!! La luna reflejaba posiblemente la isla El Salvador. Pinzón hizo los avisos acordados y por fin el 12 de octubre llegaron. Se realizó el encuentro de dos mundos, entonces muy diferentes. El conocimiento del hecho viene de una sola fuente, el libro que escribía Colón, el diario de a bordo. Llamó indios a las gentes que encontró, porque pensó que había llegado a la India legendaria. Realmente estaban en lo que hoy llamamos Las Bahamas, y aunque ya estaban en tierra y la desesperación por llegar había pasado, pero quedaban aún muchas penurias. De la narración de todas la peripecias pasadas por aquellos hombres nos ocuparemos en otros capítulos. El 16 de enero de 1493, emprendieron el regreso. Las naves, por fin, llegaron a Palos el 15 de marzo con pocas horas de diferencia, y Colón marchó a Barcelona para informar a los reyes de su descubrimiento, mientras que Martín Alonso Pinzón falleció a los pocos días, siendo enterrado seguramente en el monasterio de La Rábida según era su voluntad. En su paso por las tierras de España, reconquistadas a los musulmanes, muchos hombres se le ofrecían para enrolarse en un nuevo viaje. Gentes jóvenes que habían sentido la guerra y eran hijos de soldados de reyes que habían luchado contra los árabes. Entre esos muchachos estarían los grandes conquistadores que luego fueron, Francisco Pizarro y Hernán Cortés. En la ceremonia de presentación ofreció los tesoros que trajo con él. Los indios que llevaba estaban llenos de temor y admiración. Para Isabel era la oportunidad de ampliar el cristianismo y para Fernando era la gran demostración del poder de España en Europa. Los acontecimientos que sobrevinieron después sobrepasaron a Colón. Desde Roma se dirigió una bula para los reyes y también nombra en ella a Colón. El Papa bendecía la gesta y aprobaba la conquista que se organizaba, a cambio de que se difundiera la cristiandad por el nuevo mundo y también controlaría las riquezas. Comenzaría entonces la explotación de las nuevas tierras. Hubo después tres viajes más de Colón. En 1493, 1498 y 1502. En 1499, a causa de las denuncias recibidas, los monarcas deciden poner fin al monopolio que tenía Colón sobre las navegaciones a las Indias. Mandaron a un administrador real en el 1.500, el cual detuvo a Colón y a sus hermanos. Todo su trabajo y sus anhelos terminaron. Fue encerrado en una torre y encadenado, y con grilletes llegó a España, pues no quiso que se los quitaran durante el viaje. En la travesía escribió una extensa carta a los reyes. Al llegar recuperó su libertad pero ya había perdido todo su prestigio. Los monarcas ya no confiaban en Colón nada más que como navegante y éste no tuvo más remedio que capitular sus condiciones. A partir de ahora su objetivo sería el de descubrir tierras desconocidas pero no colonizarlas. Y ofrece el negocio a otros navegantes y empresarios para nuevas expediciones. Estos viajes se desarrollaron entre 1499 y 1519. Alonso Ojeda y Américo Vespucio fueron algunos de ellos, éste último es a quién se le considera el primer europeo en comprender realmente que las tierras descubiertas por Colón conformaban un nuevo continente. Para Colón su objetivo había sido cumplido, había logrado lo que pensaba desde hacía años. La verdad es que estaba equivocado, Colón nunca supo que en realidad había descubierto un continente nuevo, murió creyendo que había llegado a Oriente.

viernes, 18 de enero de 2019

SIGLO XVI .CRISSTOBAL COLÓN (1)

Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenían los escritos antiguos y mapas de navegación, pero eran reconstrucciones de viajes hechos por hombres de mar que antiguamente habían surcado las aguas. Y de viajeros, casi aventureros, que se habían internado en remotos países, con otras costumbres, diferentes idiomas y comerciado con ellos con productos nuevos en Europa. No sabían tampoco que en sus mapas faltaba la mitad del mundo. Los viajes de los vikingos 500 años atrás eran una quimera, una leyenda. Desde la India hasta el centro de Europa era dominación musulmana, realmente eran el centro del mundo conocido. Traían oro de Filipinas, sedas y especias de China, esclavos y riquezas de todo tipo. Todo aquello que Europa pagaba y necesitaba. La riqueza que los habitantes acomodados de las ciudades europeas y los comerciantes, reyes y nobles disfrutaban, reclamaban todo aquello que cada vez era más caro. Las especias eran fundamentales en esos tiempos. Necesarios para conservar y dar sabor a los alimentos. La ruta de la seda y la ruta de las especias eran formas de comercio para abastecer en Europa a las clases medias y acomodadas. También era necesario el oro y las piedras preciosas e incluso los esclavos. Lo que había sido la capital romana de la cristiandad en oriente, Constantinopla, que durante siglos había soportado asedios y luchas para su conquista, cayó en manos musulmanas en mayo de 1.453. Ese hecho cambió la historia de la humanidad. Esa ciudad era por entonces el centro de la cultura, la religión y el comercio. Su ubicación la hacían fundamental para el control marítimo con oriente. Génova, una ciudad-estado vio perder sus colonias cayendo en manos musulmanas. Peligraba el comercio de Europa occidental. La caída de Constantinopla y la presencia del mundo islámico tanto al este como al oeste del Mediterráneo, dejaban a Europa cercada y además las rutas comerciales quedaban bajo control ajeno. Portugal, el país más occidental iniciaría la gran aventura oceánica. Los portugueses eran grandes marinos, viajaban lejos de su tierra y habían descubierto islas lejanas, ricas y abundantes de productos valiosos en Europa. Las piezas se iban colocando en su sitio como un río que busca su cauce. Aparece un extraño personaje, Cristóbal Colón, que defiende la teoría, ya sabida por la gente culta, de que la tierra era redonda, y por lo tanto era posible viajar por mar y por Occidente en vez de por tierra a Oriente. En 1.484 presentó al reino de Portugal su empresa. El rey Juan II le escuchó y lo consideró seriamente. Pero Portugal ya entonces lo estaban realizando. En realidad Portugal llegó a Oriente antes que nadie. En 1488 llegaron a rebasar el Cabo de Buena Esperanza, el extremo meridional de África. Vasco da Gama llegó en 1.498 a Oriente. Al hacer una navegación de cabotaje no se tropezaron con todo un continente. Por eso en Portugal hay monumentos a Vasco da Gama y no hay un monumento a Colón. Eso hay que buscarlo en el país que realmente realizó la gesta, España. En 1.484, en España por entonces los reinos cristianos que luchaban en la reconquista de sus tierras contra los musulmanes que todavía conservaban algo de su antiguo imperio grandioso, Granada.
Colón en la corte. 
 La unión del Reino de Castilla con el Reino de Aragón por la boda entre Isabel y Fernando terminó por afianzar y consolidar una unión política, militar y la muy importante cruzada cristiana. Colón era un devoto cristiano y apoyaba la causa de los reyes. Sobre el año 1.485 marchó a Huelva. Allí encontró amistad y compresión en los frailes de La Rábida, donde entabló amistad con el que había sido confesor de Isabel, Hernando de Talavera, que influyó ante ésta y los marinos de la zona. También gestionó la audiencia ante los monarcas. Durante unos años recorrió España, aprendió el castellano e hizo amistades. Colón entró en contacto con la corte en Córdoba y consiguió su primera entrevista con los reyes el 20 de enero de 1486. El rey Fernando era un príncipe del Renacimiento, un político, práctico, militar despiadado en la guerra y buen gobernante. Isabel en cambio era más enigmática, romántica y muy devota. Pero decidida y ambiciosa. Esta combinación de personalidades convenía a Colón. En la entrevista se mostró decidido y defendió su proyecto con convicción, ofreció el monopolio del comercio a la corona y la extensión del cristianismo entre los paganos. Los reyes se mostraron sorprendidos de la teoría de Colón pero interesados por la posibilidad que ofrecía y decidieron nombrar una comisión de técnicos que estudiaría el asunto, dirigida por Hernando de Talavera. Las deliberaciones duraron más de un año. La comisión determinó que los cálculos de Colón estaban errados. En realidad tenían razón, la distancia era mucho mayor de la que calculaba Colón y por tanto el coste sería altísimo. No sería posible realizar el viaje. Sin embargo los reyes no le negaron del todo la proposición. No podían responder económicamente la empresa, estaban en plena lucha contra Granada y de esto dependía todo. Venciendo a los musulmanes volverían a considerar la propuesta. Pese a ello los monarcas decidieron retener a Colón y le otorgaron una paga con la que subsistir. Esperó pacientemente, viviendo de la paga real y de la compra y venta de libros y mapas. Reunió una buena biblioteca, que aún se conserva, enciclopedias de viajes, geografía, etc. Muchos de ellos llevan anotaciones manuscritas. En 1489 se entrevistó nuevamente con los reyes, pero los planes seguían siendo imprecisos; unas sencillas carabelas desde Canarias hasta Japón. No obtuvo la aprobación deseada. Envió a su hermano Bartolomé a la corte inglesa. Enrique VII tampoco lo encontró factible. Al fin cayó Granada marcando una nueva época para la cristiandad y para la política del mundo en general. En la nueva audiencia de Colón, en la que los monarcas aceptaban la posibilidad querían saber sus condiciones. Éste pidió títulos y honores, quería ser nombrado Almirante, Virrey y obtener el 10% de todas las riquezas conseguidas. Eso en aquella época era impensable. Un simple marino genovés, sin título nobiliario siquiera, un desconocido pretendía, simplemente por una teoría que casi era una quimera, que se le nombrara Almirante, algo reservado al Militar de marina de más prestigio. Y también Virrey, es decir vice-rey, un título como de continuación del de rey. Realmente se extralimitó y sus exigencias fueron rechazadas. Lo despidieron con la frase “váyase en hora buena”. Colón se marchó hacia Huelva, pero fue alcanzado por los emisarios reales que traían la afirmación de los reyes con la aceptación de sus condiciones. En ese intervalo los reyes habían cambiado de opinión y habían decidido sufragar el proyecto. Cuatro personajes habían logrado el milagro. Fray Diego de Deza, mosén Juan Cabrero, fray Hernando de Talavera y Luis de Santángel. Éste último tesorero del rey, un judío converso, habló con la reina diciéndole que sería posible. ¿Por qué no? se preguntó y pensó que la oportunidad era única. Podían perder el dinero pero si se conseguía el objetivo, la hazaña sería impresionante, tanto para la cristiandad como para las arcas del reino. Además él mismo aportaría gran parte del dinero necesario. Los Reyes Católicos, particularmente la reina Isabel I, deciden ayudar a Colón. Los monarcas eran jóvenes y muy emprendedores, decididos y también su pasión de ampliar la cristiandad y obtener el comercio por rutas marítimas nuevas les seducía. Continuará

martes, 15 de enero de 2019

SIGLOS XV-XVI - ORGANIZACIÓN DEL ESTADO

Organización del Estado - La idea de la Hispania Romana inspiraba a los Reyes Católicos como modelo de integración territorial peninsular, ya desde su unión matrimonial en el siglo anterior Y puso los cimientos de la unidad Ibérica. Ellos representaron la monarquía autoritaria y se empeñaron en dominar los estamentos como a nobleza, municipios, Iglesia y Cortes. Incluso restando facultades. Las turbulencias de los nobles fueron sofocados en lo posible. Era evidente que se estaba acabando la Edad Media y supieron verse como príncipes del Renacimiento. La época de los caballeros y las luchas entre propietarios de territorios, que empobrecían al pueblo, se estaba terminando, a la vez que las intrigas y jugadas de nobles y señores, en favores de uno u otro monarca regional. Por otro lado el reinado de los Reyes Católicos coincidió con una recuperación en Occidente, tras la crisis económica que venía afectando des hacía casi un siglo. Está claro que la afluencia del oro y la plata americanos reforzó esa bonanza. El fin de guerras civiles entre señores, el auge demográfico y el orden implantado por la monarquía fueron otros factores para la creación de fuentes de riqueza y apertura de mercados. Pero en la península esta nueva coyuntura se caracterizó por las ya históricas diferencias entre Castilla y Aragón. La primera se había mantenido al margen de la depresión económica de la Baja Edad Media, mientras que Aragón (con excepción de Valencia, capital financiera)fue arrastrada por la situación que afectaba a toda Europa. Al producirse la unión dinástica, Castilla era más próspera y demográficamente más potente que Aragón. Y no pudo beneficiar a ésta porque los genoveses dominaban las finanzas y el comercio exterior y se necesitaba sus servicios. Castilla se vio volcada hacia el Atlántico y Aragón hacia el Mediterráneo, que en aquellos momentos ofrecía escasas posibilidades aún. A los catalanes se les prohibió, por ejemplo, comerciar en la importante feria de Medina del campo, donde los genoveses eran los amos y señores con casi todas las exclusivas, incluso el fundamental comercio de la lana. Los aragoneses estuvieron ausentes en la empresa americana, que no quedaban completamente excluidos ya que la monarquía se encargó que no participaran genoveses ni otros extranjeros. La inhibición de catalanes y aragoneses en la empresa americana se debieron, entre otros, a dos motivos importantes. Uno, eso pueblos empezaban lentamente a salir de su mala situación económica y demográficamente eran aún débiles y por lo tanto con pocas posibilidades de embarcarse en empresas tan lejos de sus límites. Y otra, el recelo de Fernando el Católico, que consideraba poco probable que sus súbditos llevaran a América su tradición foral y pactista, frente al autoritarismo castellano que deseaba tener las manos libres para aplicar su estilo centralista. Más tarde, la concentración del tráfico con América en la Casa de Contratación de Sevilla, determinó la decadencia de Valencia que acabó con proyectos posibles de la cuestión americana en esa zona. Los reyes habían ordenado en 1482 un censo en Castilla, con fines militares, y se dedujo que aquel reino contaba entre 6 y 7 millones de habitantes. En 1550 se hizo otro censo sobre el conjunto peninsular, excluido Portugal, pero que dista de ser riguroso, que habla de unos 7 millones de habitantes. De los cuales la mayoría corresponderían a Castilla, Aragón no llegaría a los 400.000, Cataluña a los 320.000, Navarra a los 150.000 y Valencia a los 300.000. Canarias tendría alrededor de 40.000 personas.
Monasterio San Juan de los Reyes, estilo Isabelino. El peso demográfico de Castilla explica su predominio en el conjunto y también los serios problemas que planteaba de subsistencia, ya que la población, eminentemente agrícola y ganadera, con técnicas muy primitivas y una distribución de las tierras mal concebida, difícilmente podría sostener una población tan elevada. Esto explica en parte, la proyección hacia América de los castellanos. En el momento de acceder al trono Isabel, Castilla era el reino donde más se concentraba el número de nobles, que en torno a unas 25 familias,, con una inmensa cantidad de propiedades, rentas y poder de jurisdicción sobre sus vasallos. Está claro que su poder de influencia sobre la política en el poder real era enorme. Divide y vencerás debió pensar el zorro de Fernando y con la creación de un aumento fragmentado del estamento nobiliario, desbordaría a la vieja nobleza que tantos enfrentamientos había protagonizado. Se ennobleció a funcionarios y burgueses, se ascendió a una nobleza creada a raíz de las guerras de Italia y Granada. La extensión avanzó conjuntamente con el poder regio. También se organizó un potente ejército al servicio de la monarquía, lo que restaba poder militar a los nobles, encargados hasta entonces de reunir esporádica mente a milicias según necesidades. Se procedió a la reforma de la estructuras eclesiásticas. Se obtuvieron privilegios, como el de designar obispos, control de los maestrazgos de las ordenes militares, la fiscalidad de la iglesia. Se buscó personalidades eclesiásticas con sólida formación, ya que al estar vinculados a intereses oligárquicos esto era necesario. Seguro que la personalidad más relevante de aquellos tiempos fue el Cardenal Cisneros, pero también aparecieron muchos obispos y renovadores de ordenes religiosas, etc. El reinado de Isabel y Fernando coincide con el tránsito del Gótico al primer renacimiento, aunque permanezca aún en buena parte la estética tardomedieval. No olvidemos que el siglo XV está marcado por muchas calamidades, la peste, guerras, hambrunas, etc. Castilla se resintió especialmente y paralizó las construcciones catedralicias que se habían desarrollado en el siglo anterior. Solo Aragón, fue capaz de seguir con la construcción de catedrales, pese a la peste, de acuerdo con las formas arquitectónicas del Gótico Mediterráneo. Las tendencias vigentes italianas se fundieron en el reino de Aragón y además con la influencia germánica del gótico Internacional. Llegaron las formas borgoñonas, sustituidas después por las flamencas. Esta tendencia se prolongó hasta bien entrado el siglo XVI. Buena prueba de ello es la Catedral Santa Catalina de Valencia También apareció lo que se dio en llamar el estilo Isabelino, (San Juan de los Reyes en Toledo, Iglesia de San Pablo, Valladolid, Palacio del duque del Infantado, Salamanca) Juan Guas, posiblemente francés,fallecido en Toledo en 1496 fue el arquitecto favorito de los Reyes Católicos. Contamos entre sus trabajos la puerta de los Leones de la Catedral de Toledo, la portada de la catedral de Ávila y el claustro de la catedral de Segovia. El Monasterio del Parral, la puerta es una obra personal de este arquitecto, de puro estilo Isabelino. Continuará

miércoles, 15 de agosto de 2018

PADRES ESPIRITUALES DE LA II REPÚBLICA

En 1931, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de «padres espirituales de la República».  La realidad de los hechos de estas tres personalidades hizo que cambiaran su forma de pensar sobre la República Española.
JOSE ORTEGA Y GASSET Fue elegido diputado durante la República con una Agrupación. Gran defensor del sistema democrático y a la vez opositor a la monarquía en un debate en 1931. Intervino diciendo y advirtiendo «nuestro grupo siente una alta estimación por el proyecto que hay en este proyecto auténtico pensamiento democrático, y sentido de responsabilidad democrática», pero advirtiendo a continuación que «esa tan certera Constitución ha sido mechada con unos cuantos cartuchos detonantes, introducidos arbitrariamente por el espíritu de propaganda o por la incontinencia del utopismo». Destacó dos problemas de importancia que veía venir; la organización de España en regiones, que traería como consecuencia que serán las regiones entre sí quienes se enfrenten. Eso dará lugar a "dos o tres regiones semi-Estados frente a España, a nuestra España" y en cuanto al resto de las regiones, “esto las animará a una campaña de nacionalismo allí donde hasta ahora no ha existido" “Habiendo sobrevenido la República, sin apenas herida, ni apenas dolores, hayan bastado siete meses para que empiece a cundir por el país desazón, descontento, desánimo, en suma, tristeza".  A los tres días tras el comienzo de la contienda, se presentaron en su domicilio varios comunistas armados de pistolas que exigieron su firma al pie de un manifiesto contra el Golpe de Estado y en favor del Gobierno republicano. Ortega se negó a recibirlos y fue su hija la que en una conversación con ellos. Se redactó otro texto muy corto y menos politizado que, fue firmado por Ortega, junto con Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y otros intelectuales. A pesar de su grave enfermedad, ese mismo mes huyó de España y se exilió primero en París, luego en los Países Bajos y Argentina, hasta que en 1942 fijó su residencia en Lisboa. A partir de 1945 volvió a España en varias ocasiones, no pudo recuperar su cátedra y fundó el «Instituto de Humanidades» donde impartía sus lecciones.
GREGORIO MARAÑÓN Médico endocrino, historiador, escritor y pensador. Escribió obras históricas y científicas de resonancia internacional. Uno de los hombres más brillantes de España del siglo XX. Opuesto radical a la dictadura de Primo de Rivera fue condenado un mes de cárcel y también duramente crítico con el comunismo. Aunque en los primeros momentos fue un defensor de la República, al ver el desmembramiento del país criticó duramente la división del país en regiones cada vez más autónomas, a la vez que todo eso era fomentado por la izquierda radical. Criticó los excesos de ambos bandos en la guerra civil lo que puso en peligro su vida. En 1937 opinó sobre la España republicana, en una reunión de intelectuales franceses “El ochenta y ocho por ciento del profesorado de las Universidades de Madrid, Valencia y Barcelona, (en manos republicanas) ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por qué? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda”. Ser liberal es, precisamente, estas dos cosas: primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; y segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que al contrario, son los medios los que justifican el fin. El liberalismo es, pues, una conducta y, por lo tanto, es mucho más que una política. (Prólogo de su libro Ensayos liberales, 1946). En una publicación en París manifestó con claridad su cambio de posición respecto de la Segunda República: “En la historia hay una cosa absolutamente prohibida: el juzgar lo que hubiera sucedido de no haber sucedido lo que sucedió. Mas lo que no admite duda es que las profecías de las derechas extremas o monárquicas que se oponían a la República se realizaron por completo: desorden continuo, huelgas inmotivadas, quema de conventos, persecución religiosa, exclusión del poder de los liberales que habían patrocinado el movimiento y que no se prestaban a la política de clases; negativa a admitir en la normalidad a las gentes de derecha que de buena fe acataron el régimen, aunque, como es natural, no se sintieran inflamadas de republicanismo extremista. El liberal oyó estas profecías con desprecio suicida. Sería hoy faltar inútilmente a la verdad el ocultarlo. Varios siglos de éxito en la gobernación de los pueblos han dado al liberal una excesiva, a veces petulante, confianza en su superioridad. La casi totalidad de las estatuas que en las calles de Europa y de América enseñan a las gentes el culto de los grandes hombres, tienen escrito en su zócalo el nombre de un liberal. Cualquiera que sea el porvenir político de España, no cabe duda que en esta fase de su historia, por el contrario, fue el reaccionario y no el liberal, acostumbrado a vencer, el que acertó.
RAMÓN PÉREZ DE AYALA Escritor y periodista. En su obra muestra una notable inclinación hacia los enfoques intelectuales, simbólicos y ensayísticos. Hizo sus primeros estudios con los jesuitas, quienes le proporcionaron amplios conocimientos humanísticos, pero provocaron en él un profundo sentimiento anticlerical. En Madrid se vinculó con la Institución Libre de Enseñanza. Después de viajar por Italia y Alemania fundó con J. Ortega y Gasset y G. Marañón la Agrupación al Servicio de la República. Fue embajador en Londres entre 1931 y 1936. El Gobierno de la República le había nombrado director del Museo del Prado y en 1932, Embajador en Londres. Descontento con el rumbo político pre-revolucionario que imponía en España el Frente Popular dimitió de su cargo en junio de 1936 y al iniciarse la Guerra Civil Española se exilió a Francia. Dos hijos suyos se alistaron como voluntarios en el Ejército Nacional y Pérez de Ayala explicó y defendió su toma de posición en una «carta abierta» publicada el 10 de junio de 1938 en el diario londinense The Times. Pérez de Ayala culpó a Manuel Azaña, de haber fomentado el clima para la consecuencia de la guerra. Azaña fue detenido en Barcelona y encarcelado en un barco de guerra por estar presuntamente implicado en la Revolución de 1934, acusación que finalmente fue desestimada por el Tribunal Supremo. Pérez de Ayala escribió “Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a los pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco… Lo que nunca pude concebir es que hubiesen sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza. Hago una excepción. Me figuré un tiempo que Azaña era de diferente textura y tejido más noble… En octubre del 34 tuve la primera premonición de lo que verdaderamente era Azaña. Leyendo luego sus memorias del barco de guerra, tan ruines y afeminadas, me confirmé. Cuando le vi y hablé siendo ya presidente de la República, me entró un escalofrío de terror al observar su espantosa degeneración mental, en el breve espacio de dos años, y adiviné que todo estaba perdido para España". 
Vivió sucesivamente en París y en Biarritz y más tarde en Buenos Aires, donde fue nombrado agregado honorario de la Embajada de España. Regresó provisionalmente a España en 1949 para resolver algunos asuntos personales, regresando después a la Argentina. Diversos reveses familiares y sociales le sumieron en una aguda depresión. Fotos de Ortega, Marañón y Pérez de Ayala

CASTILLO DE TORIJA – GUADALAJARA

Es donde ahora se ubica el Centro de Interpretación Turística de Guadalajara. La fortaleza perteneció a la poderosa familia Mendoza quienes ...