Colón en la corte.
La unión del Reino de Castilla con el Reino de Aragón por la boda entre Isabel y Fernando terminó por afianzar y consolidar una unión política, militar y la muy importante cruzada cristiana.
Colón era un devoto cristiano y apoyaba la causa de los reyes.
Sobre el año 1.485 marchó a Huelva. Allí encontró amistad y compresión en los frailes de La Rábida, donde entabló amistad con el que había sido confesor de Isabel, Hernando de Talavera, que influyó ante ésta y los marinos de la zona. También gestionó la audiencia ante los monarcas. Durante unos años recorrió España, aprendió el castellano e hizo amistades. Colón entró en contacto con la corte en Córdoba y consiguió su primera entrevista con los reyes el 20 de enero de 1486.
El rey Fernando era un príncipe del Renacimiento, un político, práctico, militar despiadado en la guerra y buen gobernante. Isabel en cambio era más enigmática, romántica y muy devota. Pero decidida y ambiciosa. Esta combinación de personalidades convenía a Colón. En la entrevista se mostró decidido y defendió su proyecto con convicción, ofreció el monopolio del comercio a la corona y la extensión del cristianismo entre los paganos.
Los reyes se mostraron sorprendidos de la teoría de Colón pero interesados por la posibilidad que ofrecía y decidieron nombrar una comisión de técnicos que estudiaría el asunto, dirigida por Hernando de Talavera. Las deliberaciones duraron más de un año. La comisión determinó que los cálculos de Colón estaban errados. En realidad tenían razón, la distancia era mucho mayor de la que calculaba Colón y por tanto el coste sería altísimo. No sería posible realizar el viaje. Sin embargo los reyes no le negaron del todo la proposición. No podían responder económicamente la empresa, estaban en plena lucha contra Granada y de esto dependía todo. Venciendo a los musulmanes volverían a considerar la propuesta. Pese a ello los monarcas decidieron retener a Colón y le otorgaron una paga con la que subsistir.
Esperó pacientemente, viviendo de la paga real y de la compra y venta de libros y mapas. Reunió una buena biblioteca, que aún se conserva, enciclopedias de viajes, geografía, etc. Muchos de ellos llevan anotaciones manuscritas. En 1489 se entrevistó nuevamente con los reyes, pero los planes seguían siendo imprecisos; unas sencillas carabelas desde Canarias hasta Japón. No obtuvo la aprobación deseada.
Envió a su hermano Bartolomé a la corte inglesa. Enrique VII tampoco lo encontró factible.
Al fin cayó Granada marcando una nueva época para la cristiandad y para la política del mundo en general.
En la nueva audiencia de Colón, en la que los monarcas aceptaban la posibilidad querían saber sus condiciones. Éste pidió títulos y honores, quería ser nombrado Almirante, Virrey y obtener el 10% de todas las riquezas conseguidas. Eso en aquella época era impensable. Un simple marino genovés, sin título nobiliario siquiera, un desconocido pretendía, simplemente por una teoría que casi era una quimera, que se le nombrara Almirante, algo reservado al Militar de marina de más prestigio. Y también Virrey, es decir vice-rey, un título como de continuación del de rey. Realmente se extralimitó y sus exigencias fueron rechazadas. Lo despidieron con la frase “váyase en hora buena”.
Colón se marchó hacia Huelva, pero fue alcanzado por los emisarios reales que traían la afirmación de los reyes con la aceptación de sus condiciones.
En ese intervalo los reyes habían cambiado de opinión y habían decidido sufragar el proyecto. Cuatro personajes habían logrado el milagro. Fray Diego de Deza, mosén Juan Cabrero, fray Hernando de Talavera y Luis de Santángel. Éste último tesorero del rey, un judío converso, habló con la reina diciéndole que sería posible. ¿Por qué no? se preguntó y pensó que la oportunidad era única. Podían perder el dinero pero si se conseguía el objetivo, la hazaña sería impresionante, tanto para la cristiandad como para las arcas del reino. Además él mismo aportaría gran parte del dinero necesario. Los Reyes Católicos, particularmente la reina Isabel I, deciden ayudar a Colón.
Los monarcas eran jóvenes y muy emprendedores, decididos y también su pasión de ampliar la cristiandad y obtener el comercio por rutas marítimas nuevas les seducía.
Continuará