El Acueducto de Tembleque, en México, es la obra de ingeniería hidráulica más importante construida por el virreinato de la Nueva España en el continente americano. La obra fue planeada y dirigida por un fraile franciscano de nombre Francisco de Tembleque, natural de la provincia de Toledo, España, quien llegó a la Nueva España en 1542. “El padre Francisco de Tembleque se atrevió a hacer lo que un arquitecto hubiera dudado”: Luis Ignacio Gómez Arriola, arquitecto del Centro INAH Jalisco. -Tuvo la finalidad de conducir agua a los pueblos indígenas de Otompan, actual Otumba y la Congregación de Todos los Santos actualmente Zempoala, así como a otras poblaciones nativas ubicadas en su trayecto. Motivado por la escasez de agua en la región y por el acercamiento que existía en las ciudades coloniales españolas decide iniciar una obra encargada de llevar el vital líquido a los indígenas de dichas poblaciones junto a todas aquellas que se encontraban en el trayecto.
La historiadora María Castañeda de la Paz realizó la transcripción de un expediente que data de 1558 y su copia (1562), resultado de una investigación ordenada por Carlos V..- El Acueducto más grande y de mayor longitud de su época en todo el mundo, y la más grande obra hidráulica de Nueva España, se construyó en México entre 1554 y 1571 para transportar agua de los manantiales de Zacuala en el cerro Tecajete al pueblo de Otumba, distribuyendo a lo largo de las comunidades por las que pasaba. En total recorre 48,22 kilómetros, con un total de 6 secciones de arquería. Llamado del Padre Tembleque pues su construcción fue planeada, coordinada y gestionada por el franciscano fray Francisco de Tembleque, originario de Toledo. Esta declarado por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Entre los conjuntos de papeles históricos que se conservan en el Archivo General de Indias, se encuentra un legajo redactado hace 457 años por petición del monarca Carlos V. En 142 folios, se detalla el estado que guardaba una ambiciosa obra civil que había recibido dinero de la Corona española: un acueducto proyectado por el fraile Francisco de Tembleque en el yermo Altiplano mexicano. Un estudio completo de la obra de la Dirección de Patrimonio Mundial del Instituto Nacional de Antropología e Historia posibilitó la inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
La
investigadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, la
historiadora María Castañeda de la Paz encontró que desde 1541 existía un plan
para su edificación, a cargo de fray Jacobo de Testera. Carlos V comisionó al
juez Alonso de Bazán a informarse de la gestión de los recursos, las
características del acueducto y las necesidades del vital líquido que aquejaban
a Otumba y a las comunidades congregadas alrededor del Convento de Todos los
Santos Zempoala, caso de la propia Zempoala, Zacuala y Tlaquilpan.
“La respuesta de Bazán fue clara: se requerían 10 años más para acabar la obra y valía la pena concluirla. Sabemos que el acueducto corre a lo largo de 48.22 kilómetros sorteando cerros, barrancas y hondonadas. - “Desde julio de 1553 hasta febrero de 1555, Tembleque sólo se dedicó a reunir el material a los pies del Cerro Tecajete donde se encontraban los manantiales, organizando, midiendo el terreno, viendo los desniveles, etcétera. Varios testigos indican que para estas fechas, justo para iniciar la construcción, se había terminado casi todo el presupuesto real. - “Tembleque sí tenía dinero como consta en el documento, pero al agotarse el presupuesto real tiró de la caja de los pueblos. Ya trabajando en Tepeyahualco volvió a solicitar recursos al rey.
“El que Tembleque no fuera arquitecto le valió para ser audaz. La obra alcanza la mayor altura en arquerías de un solo nivel desde los acueductos romanos hasta el momento de su realización a mediados del siglo XVI. “El padre Francisco de Tembleque se atrevió a hacer lo que un arquitecto hubiera dudado. Yo creo que no se percató de la altura que estaba alcanzando. Esta cimbra de adobe es excepcional, porque si nos ponemos a pensar en un muro de adobe de 33 metros, estamos hablando de 10 niveles. Es realmente excepcional porque la cimbra de adobe no fue utilizada a esa escala, ni antes ni después”. Participaron “entre 400 y 600 personas diariamente; otro más señala que el trabajo se repartía en cuadrillas, aproximadamente 200 cargaban el material y 200 indígenas más comandados por peones maestros realizaban propiamente la albañilería”. Consta en la documentación es la celebración el 11 de febrero de 1553 de un contrato de compraventa de agua entre comunidades indígenas.
Tras 17 años de
trabajo ininterrumpido, la edificación del acueducto concluyó en 1572. María
Castañeda indica que éste dejó de funcionar en 1674 y fue sometido a una
reparación en 1698. Otras fuentes señalan que para mediados del siglo XIX el
agua había dejado de correr por sus conductos.