“Si
no hubiera existido España hace cuatrocientos años, no existirían hoy los
Estados Unidos…Porque creo que todo joven sajón-americano ama la justicia y
admira el heroísmo. La razón de que no hayamos hecho justicia a los
exploradores españoles es sencillamente porque hemos sido mal informados. Su
historia no tiene paralelo… Amamos la valentía, y la exploración de las
Américas por los españoles fue la más grande, la más larga y la más maravillosa
serie de proezas que registra la Historia…”
Charles Fletcher Lummis. (Periodista, historiador y pionero americano)
Charles Fletcher Lummis. (Periodista, historiador y pionero americano)
Entre los siglos XVI y XIX la corona española gobernaba en casi todo el continente americano. Y pese a lo prolongado de ese dominio, la presencia española en los actuales Estados Unidos y Canadá ha caído en un extraño y lamentable olvido, especialmente entre los propios españoles.
Los territorios españoles comprendían más de la mitad del actual Estados Unidos. Los actuales estados norteamericanos de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma, Luisiana, Florida, Alabama, Misisipi y Alaska eran posesiones españolas que formaban parte del Virreinato de Nueva España.
Lo que llamamos “salvaje oeste” fueron incorporados a los Estados Unidos después de la guerra mexicano-estadounidense en 1847. Antes de esto, conformaron parte de la república federal de Méjico desde su independencia con respecto a España en 1821. Por lo tanto, los territorios que recrearon el oeste americano no son otros que aquellos dominados por los colonizadores españoles durante casi trescientos años. Muchas de las escenas de películas de colonos y vaqueros que ocurren entre mediados del siglo XIX y el término de la Guerra de la Secesión, esos territorios eran España o, en todo caso, descendiente de los colonos españoles.
DRAGÓN DE CUEVA ESPAÑOL
El origen de los vaqueros americanos es español. Más concretamente en Andalucía. Los propietarios extendían sus dominios en forma de haciendas, un sistema ya conocido en Andalucía, donde los terratenientes son dueños de extensos campos dedicados al pastoreo, y ya practicado en otras regiones americanas de corte españolizado, como pueden ser Argentina o Colombia. Esto quiere decir que las grandes propiedades en el salvaje oeste seguían un esquema casi idéntico al que se seguía en España, con todas las consecuencias que la organización territorial de una región pueda acarrear a la cultura de la zona.
Lo primero fue conquistar los territorios que antes pertenecieron a México y que llamaron el salvaje oeste. Los indígenas eran un problema, pero se podía medianamente controlar. Ni hablar de mestizaje. Y lo complicado era poblar esos territorios. En una estrategia de propaganda donde se aseguraban tierras, oro y oportunidades para los desdichados colonos en busca de una vida mejor que en su asolada Europa. Anglosajones fundamentalmente. La cultura se asienta paulatinamente en un nuevo territorio cuya cultura, la española, es extraña y rechazada por los recién llegados. Con el paso de los años y las generaciones, el número de anglosajones supera al de descendientes de hispanos sobradamente. Se crearon celebridades del estilo de Jesse James, Billy el Niño o Wyatt Earp, sean héroes o villanos, es igual, todos ellos de ascendencia anglosajona, de manera que el mundo de fuera no veía la realidad que fluía en el terreno sino la realidad que se les mostraba en sus hogares, es decir, los rostros de los famosos forajidos blancos de piel y muchos de ellos, rubios. ¿Por qué si no la industria cinematográfica estadounidense nos ofreció desde siempre miles de películas del lejano oeste? Y se fomentó el turismo relacionado con los vaqueros del siglo XIX, los cowboys y los rufianes. Porque da grandes beneficios ofrecer una imagen de heroísmo y de un país hecho con dureza, pero se esconde una verdad que no han querido contarnos. Hasta los piratas del Caribe son héroes románticos, cuando era ladrones y asesinos en el mar de buques españoles.
Por ejemplo El Gran Cañón del Colorado lo descubrió en 1540 el español García López de Cárdenas y Figueroa. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue uno de los cuatro supervivientes de la expedición de 600 hombres y cinco barcos que Pánfilo de Narváez lideró en 1527. Aquella expedición, en la que Cabeza de Vaca fue alguacil mayor y tesorero, lo convirtió no sólo en náufrago, también en rehén de varias tribus indígenas. Comenzó ahí el calvario de su extravío, sobreviviendo por pantanos y desiertos durante nueve años, caminando más de 8.000 kilómetros a pie por Florida, Texas, Nuevo México, Arizona y California. En 1536 los cuatro fueron hallados por españoles y llevados a Ciudad de México, donde todos se maravillaron de su hazaña. Se hizo muy querido entre los indios y aparte de la conquista jamás mató a nadie. Incluso tiene estatuas en ese país.
Por ejemplo, el famoso vaquero americano es una descendencia de “Los dragones de cuera”, soldados presidiales o soldados de cuera, eran tropas defensivas creadas por España para la defensa de las fronteras, que ocuparon los presidios de la Nueva España.
El origen de los vaqueros americanos es español. Más concretamente en Andalucía. Los propietarios extendían sus dominios en forma de haciendas, un sistema ya conocido en Andalucía, donde los terratenientes son dueños de extensos campos dedicados al pastoreo, y ya practicado en otras regiones americanas de corte españolizado, como pueden ser Argentina o Colombia. Esto quiere decir que las grandes propiedades en el salvaje oeste seguían un esquema casi idéntico al que se seguía en España, con todas las consecuencias que la organización territorial de una región pueda acarrear a la cultura de la zona.
Lo primero fue conquistar los territorios que antes pertenecieron a México y que llamaron el salvaje oeste. Los indígenas eran un problema, pero se podía medianamente controlar. Ni hablar de mestizaje. Y lo complicado era poblar esos territorios. En una estrategia de propaganda donde se aseguraban tierras, oro y oportunidades para los desdichados colonos en busca de una vida mejor que en su asolada Europa. Anglosajones fundamentalmente. La cultura se asienta paulatinamente en un nuevo territorio cuya cultura, la española, es extraña y rechazada por los recién llegados. Con el paso de los años y las generaciones, el número de anglosajones supera al de descendientes de hispanos sobradamente. Se crearon celebridades del estilo de Jesse James, Billy el Niño o Wyatt Earp, sean héroes o villanos, es igual, todos ellos de ascendencia anglosajona, de manera que el mundo de fuera no veía la realidad que fluía en el terreno sino la realidad que se les mostraba en sus hogares, es decir, los rostros de los famosos forajidos blancos de piel y muchos de ellos, rubios. ¿Por qué si no la industria cinematográfica estadounidense nos ofreció desde siempre miles de películas del lejano oeste? Y se fomentó el turismo relacionado con los vaqueros del siglo XIX, los cowboys y los rufianes. Porque da grandes beneficios ofrecer una imagen de heroísmo y de un país hecho con dureza, pero se esconde una verdad que no han querido contarnos. Hasta los piratas del Caribe son héroes románticos, cuando era ladrones y asesinos en el mar de buques españoles.
Por ejemplo El Gran Cañón del Colorado lo descubrió en 1540 el español García López de Cárdenas y Figueroa. Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue uno de los cuatro supervivientes de la expedición de 600 hombres y cinco barcos que Pánfilo de Narváez lideró en 1527. Aquella expedición, en la que Cabeza de Vaca fue alguacil mayor y tesorero, lo convirtió no sólo en náufrago, también en rehén de varias tribus indígenas. Comenzó ahí el calvario de su extravío, sobreviviendo por pantanos y desiertos durante nueve años, caminando más de 8.000 kilómetros a pie por Florida, Texas, Nuevo México, Arizona y California. En 1536 los cuatro fueron hallados por españoles y llevados a Ciudad de México, donde todos se maravillaron de su hazaña. Se hizo muy querido entre los indios y aparte de la conquista jamás mató a nadie. Incluso tiene estatuas en ese país.
Por ejemplo, el famoso vaquero americano es una descendencia de “Los dragones de cuera”, soldados presidiales o soldados de cuera, eran tropas defensivas creadas por España para la defensa de las fronteras, que ocuparon los presidios de la Nueva España.
FOTOS:
-Pintura de José Cisneros que representa cuando los colonos españoles al mando de Juan de Oñate celebraron en 1598 una comida de Acción de Gracias con los indios Mansos, una tribu nativa de la actual zona de El Paso
-Un Dragón de Cuera cabalga ataviado con la indumentaria típica de estas tropas defensivas en una pintura de Augusto Ferrer-Dalmau
-Pintura de José Cisneros que representa cuando los colonos españoles al mando de Juan de Oñate celebraron en 1598 una comida de Acción de Gracias con los indios Mansos, una tribu nativa de la actual zona de El Paso
-Un Dragón de Cuera cabalga ataviado con la indumentaria típica de estas tropas defensivas en una pintura de Augusto Ferrer-Dalmau