En 1524 la vez que Carlos V luchaba en el conflicto de Navarra contra tropas franco-navarras, Francia atacó Flandes, Borgoña y Luxemburgo.
El rey francés Francisco I invade Lombardía a finales de 1524. Consigue también Milán. Los franceses sitian la plaza de Pavía, cerca de Milán, y el defensor Antonio Leyva, aguanta como puede durante cuatro meses hasta que llega la ayuda de las tropas imperiales. Entre el 23 y el 24 de febrero de 1525 tuvo lugar la famosa batalla de Pavía, donde fueron derrotados los franceses, y el rey Francisco I había tenido el coraje, la osadía, o la imprudencia de luchar personalmente en la batalla, en vez de ver los toros desde la barrera, que es lo que hacían los reyes. Es de imaginar la cara del franchute cuando el soldado vasco le sujeta por el gañote con el cuchillo, y le dice, “o te rindes o te rebano ahora mismo”, a todo un rey de Francia. El rey yacía impedido debajo de su caballo. El español, Juan de Urbieta, después de escuchar de labios del rey “Sólo me rindo al emperador”, el guipuzcoano se habría apartado para acudir en auxilio del alférez de su compañía, al que varios franceses trataban de arrebatar la bandera. , (versión Reverte,” imaginen el diálogo, “errenditú barrabillak” (o te rindes o te corto los huevos, en traducción libre: de Hernani era el energúmeno que le puso la espada en el pescuezo), y el monarca parpadeando desconcertado, preguntándose a quién carajo se estaba rindiendo y si se habría equivocado de guerra.
Tuvo los
huevos Urbieta de levantarse la visera del almete (casco que sustituyó al viejo
yelmo) y le enseña una dentadura tan mellada y le dijo “Por esto me
recordarás”, ¡con un par!. Entre tanto, Diego de Ávila llegó junto al rey y,
tras recibir de este su espada y una manopla, trató de sacarlo de debajo de su
montura. Al poco habría aparecido Pita da Veiga, quien ayudó a De Ávila a
levantar a Francisco I y que recibiría como gaje el collar de la Ordre de
Saint-Michel del soberano. Tras varias peripecias, La Motte, amigo del duque de
Borbón, reconoció a Francisco I y se ocupó de que el monarca fuese puesto a
salvo de la furia de los arcabuceros. Conocida la mala leche de los soldados
españoles, el franchute fue hecho prisionero.
Anotar
los nombres de los que hicieron la hazaña. Juan de Urbieta, el que apresó
físicamente al rey, natural de Hernani. Otro héroe, Alonso Pita da Veiga, noble
ferrolano. Don Diego Dávila, hijo de aquel Diego Dávila que escribió una enorme
proeza en Granada. Y Juan de Aldana, un catalán de Tortosa.
De tal
forma que en la escena de la captura del rey de Francia, Francisco I,
tendríamos a un vasco de humilde origen, a un catalán de oficio guerrero, a un
caballero gallego y a un joven hidalgo granadino.
Francisco
I pasaría su cautiverio de un año en Madrid (parte del mismo en la Torre de los
Lujanes, en la Plaza de la Villa de Madrid), hasta ser puesto en libertad tras
la firma del Tratado de Madrid en enero de 1526, en el que renunciaba a sus
aspiraciones italianas. Un compromiso que no tardaría en romper.