domingo, 31 de marzo de 2024

REAL MONASTERIO DE "EL ESCORIAL"

Muy cerca de Madrid se levantó en el siglo XVI un grandioso monasterio.  Estaba llamado a ser la representación arquitectónica de un rey-emperador, de su  Estado y de su concepción del mundo. Un monumento mítico que tendría gran trascendencia en la historia de España.


Felipe II recibió el encargo junto con la abdicación de su padre en su favor, en 1556, de que le enterrase dignamente junto a su esposa, la Emperatriz Isabel. El edificio que había que construir debía ser a la vez, Monasterio, Basílica, Biblioteca, Iglesia Funeraria, Sepulcro Real, y capaz de albergar a la Corte Real durante jornadas. Tenemos que saber que la Corte, además de los funcionarios de la administración del rey, estaban los sirvientes de los reyes y nobles, los de cada cargo y además de la guardia. Si a eso le sumamos las visitas que recibían cada funcionario destacado además del rey, como embajadores, delegados, militares, etc. el total de las personas era muy numeroso. Por lo tanto para albergar a todo ese personal era una cuestión complicada.

La obra del Escorial tardó muy poco tiempo en realidad, considerando la dimensión de la obra y la época de su construcción.
Lo cierto es que  mandó construir el Real Monasterio para conmemorar la victoria en la batalla de San Quintín frente a los franceses y a la vez crear un monumento funerario a la altura de la dinastía de los Habsburgo. Es un monumento de un monarca aficionado a la arquitectura y a la teología. ..
Las condiciones meteorológicas de la zona y la cercanía de los materiales necesarios para la construcción son las posibilidades que algunos también apuntan.
El Rey comenzó la construcción del palacio-monasterio en 1562 y encomendó las tierras a los monjes jerónimos. Tradicionalmente, la Monarquía hispánica había estado muy vinculada a esta Orden religiosa. Y, aunque el Monarca se había trasladado a vivir al edificio muchos años antes, hasta 1586 no se concluyó definitivamente la Real Basílica, poniendo punto final a la obra.

Sobre los planos y la simbología oculta del Monasterio mucho han hablado los historiadores. Felipe II ordenó construir una estructura típicamente renacentista, según los criterios racionalistas de la época, pero basado en el mítico Templo de Salomón. Varios arquitectos contemporáneos han coincidido en dictaminar que el Templo de Salomón, tal y como ha sido representado tradicionalmente y el Real Monasterio guardan muchas similitudes.
La idea de sellar una puerta del Diablo con un templo diseñado por Dios pudo sonar tentadora en la grandilocuente mente de Felipe II, quien plagó el templo de referencias al Rey Salomón y al Rey David, empezando por las dos enormes estatuas dedicadas a estos personajes bíblicos en la fachada principal de la basílica.

El Monasterio es una obra maestra de la arquitectura y todo un grito a la geometría. Una joya a la que el paisaje embellece más, si cabe, en otoño.
La segunda motivación que llevó a Felipe II la construcción del monumento madrileño fue la de convertirlo en el Panteón Real de la dinastía de los Austria. Para ello comenzaría por su padre, Carlos V, quien quiso ser enterrado en el Monasterio de Yuste (Cáceres), aunque la decisión final quedó en manos de su hijo.
La leyenda de la “silla del rey”, no tiene visos de veracidad, porque para empezar seguramente es una construcción celta, por otra parte, en aquel tiempo desde ese sitio no se dominaba bien la construcción. La leyenda cuenta que entre los años 1563 y 1584, en los que se llevó a cabo la construcción del complejo el rey Felipe II se hizo construir un mirador con un trono para desde allí vigilar la marcha de las obras. Este no era ni por asomo el lugar donde Felipe II vendría a ver las obras. La vista desde la silla del monasterio es de más de 2 kilómetros.

En agosto de 1561 Juan Bautista de Toledo es nombrado “arquitecto del rey” que realizará los planos y comenzará la construcción de una maqueta, para lo que se nombran ayudantes y aparece también como discípulo Juan de Herrera. Se construyó una maqueta en 1562. Recién en abril de 1563 se coloca la primera piedra, que lleva los nombres del rey y del arquitecto. Las variaciones respecto del proyecto original fueron constantes, salvo el cuadro general.  En 1571, al terminar una de las fachadas, se comenzó a habitar por algunos frailes, la Corte y el Rey todos estos en zonas provisionales. En 1574 se comenzó la basílica. En 1582 la obra avanza rápidamente sobre todo con la construcción de la portada del Monasterio. En 1587 las obras del Monasterio están ya terminadas totalmente. En el siglo siguiente se fue trabajando en el Panteón Real. Esto se terminó en 1654.

Los escultores  León y Pompeo Leoni trabajaron en su principal encargo, el grupo escultórico de estatuas orantes de Carlos I y su familia para la Iglesia del Monasterio.
Un incendio sufrido en junio de 1671 destruyó los techos y suelos de madera, salvándose algunas estancias. Pero la reconstrucción tardó siete años en terminar.
Considerada la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su tamaño y complejidad funcional como por su enorme valor simbólico. Su arquitectura marcó el paso del plateresco-renacentista al clasicismo desornamentado. Obra ingente, de gran monumentalidad.
El 2 de noviembre de 1984, en coincidencia con la celebración del cuarto centenario de la colocación de la última piedra, el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en la ciudad argentina de Buenos Aires, inscribió el Monasterio en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, como "El Escorial: Monasterio y Sitio". Esta figura incluye el Monasterio y otros enclaves de realengo, la Casita del Príncipe y la Casita del Infante, ambas diseñadas por Juan de Villanueva en tiempos de Carlos III.


LA BIBLIOTECA. Felipe II tenía una debilidad por los libros. En las estanterías de madera maciza de la biblioteca de El Escorial descansa una valiosísima colección de manuscritos, incunables y libros raros, el rey era de gustos místicos, algunos de ellos de la Edad Media.
A esta biblioteca con nombre propio, se le conoce como la Escurialense o la Laurentina, está adornada con frescos en el techo que representan las siete artes liberales. Como centro de conocimiento y sabiduría, la biblioteca de El Escorial es una joya cultural que refleja la importancia del monasterio como centro de aprendizaje y espiritualidad durante siglos.

EL PANTEÓN DE REYES del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es la sala que da comienzo y sentido al resto del complejo. Felipe II decidió construir este edificio en el centro geográfico de la península para que albergase la tumba de su padre Carlos I, a pesar de que quería ser enterrado en Granada. Finalmente, se concibe este panteón monumental que sirve como lugar de descanso final para los monarcas de España desde el siglo XVI.
Está situado bajo la basílica, y además de albergar los sepulcros de los reyes y reinas de España, también descansan aquí algunos miembros selectos de la familia real. Los sepulcros están elaboradamente decorados con esculturas y relieves que representan escenas religiosas y alegóricas, y las lápidas de mármol muestran los nombres y títulos de los monarcas enterrados.
CLAUSTRO PRINCIPAL  es una representación sublime del estilo herreriano que se construye alrededor del patio de los Evangelistas. En las galerías las paredes están decoradas con frescos que representan las historia de la Redención. La imponente escalera tampoco fue diseñada por el arquitecto original, Juan Bautista de Toledo, sino por Bergamasco y añadió una gran cúpula que más tarde pintaría Luca Giordano.
El patio tiene una forma de cruz con un templete dórico en el centro que hace referencia a los cuatro evangelios y al jardín del Edén.
La basílica del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es un claro ejemplo de arquitectura renacentista española.  En realidad la basílica hacía la función de dos iglesias en una, por un lado está la capilla del pueblo, que es el Sotocoro, y en el cuerpo central del templo se sitúa la Capilla Real e Iglesia conventual. Para separarlos había unas grandes rejas de bronce, muy típicas en las catedrales españolas.
EL CORO, que no se puede visitar, consta de 124 sillas con ebanistería del genovés José Flecha, una de las sillas es un poco más grande porque desde aquí Felipe II asistía a la misa. En la bóveda hay una Gloria pintada por Luca Cambiaso.

LAS SALAS CAPITULARES del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial son espacios de gran importancia dentro de la estructura monástica. En ellas, los monjes se reunían diariamente para llevar a cabo las lecturas de las Reglas, resolver asuntos administrativos y discutir temas relacionados con la vida monástica.
Estas salas están ubicadas cerca del claustro principal y se distinguen por su arquitectura sobria, pero majestuosa, con techos altos y elementos decorativos que reflejan la solemnidad del entorno. Además de su función como lugar de reunión y deliberación, las salas capitulares suelen albergar obras de arte religioso, como pinturas o esculturas. Las bóvedas están decoradas con frescos religiosos moralizantes y las paredes tienen una selección de pinturas del siglo XVI y XVII, entre las que destacada La túnica de José, obra de Velázquez.

LA SACRISTÍA reúne en una misma sala obras de José de Ribera y Luca Giordano, además de uno los conjuntos de indumentaria religiosa católica más relevantes, según Patrimonio Nacional. El lienzo que preside el altar es una adoración de Claudio Coello. Cada último domingo de septiembre se desciende el cuadro para dejar ver el tabernáculo del camarín con la exposición del Santísimo Sacramento que fue profanado.

SALA DE BATALLAS. Diseñada por Juan de Herrera, la sala de las batallas sirve como un vasto espacio museístico primitivo que conmemora las victorias militares más significativas de España. Estos frescos fueron pintados por un equipo de artistas genoveses formado por Nicolás Granello, Fabrizio Castello y Lazaro Tavarone. En ellos se representan escenas de batallas emblemáticas como la de la Higueruela de 1432, la campaña de San Quintín, por la que se levantó el monasterio, dos episodios de la anexión de Portugal de 1583, la conquista de las islas Terceras y de las islas Azores. La sala de las batallas, conocida en sus inicios como la Galería del Rey, es un ejercicio propagandístico del poderío militar de España a lo largo de los siglos.
 

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