miércoles, 3 de julio de 2024

MÁS DE DOSCIENTOS AÑOS DE LAS EMANCIPACIONES AMERICANAS

Fue el siglo XIX el testigo de la debacle histórica de España. La ocupación de la península por el ejército napoleónico propició la insurgencia de los partidarios de la secesión americana alentada por la masonería y las potencias enemigas tradicionales de España (Inglaterra y Francia) y, posteriormente, Estados Unidos.

PRIMERA DERROTA DE UN EJÉRCITO NAPOLEÓNICO. BAILÉN (19/7/1808)

El resultado de aquel proceso secesionista, auténticas guerras civiles entre españoles de América, fue la liquidación de Hispanoamérica como proyecto histórico y la ruptura de su unidad. En su lugar se instaurará el espurio concepto de Latinoamérica y una multitud de naciones supuestamente independientes sometidas al arbitrio de las potencias neocoloniales que impulsaron su secesión de España (Inglaterra, Francia y Estados Unidos).
Como reconocen muchos intelectuales hispanoamericanos, uno de los pecados de las repúblicas nacidas de los virreinatos, que les acompaña hasta hoy, es su deseo de ser antiespañoles, como escribió el venezolano Carlos Rangel.
En la entrevista de Bolívar con San Martín, mientras San Martín se inclinaba por un régimen monárquico, (Carlotismo) con características constitucionales, Bolívar se mostró partidario de una república democrática y, en forma general, la consolidación de América del Sur unificada.
Para los hispanoamericanos acceder a la vida independiente significó una profunda crisis moral, intelectual y espiritual, un rechazo de sí mismos, tal como los había forjado España, y un referirse, para definir una nueva identidad, por una parte a un pasado mítico, precolombino, “buensalvajista”; y por otra parte a ideas y prácticas políticas completamente exóticas y que no estaban ni remotamente preparados para manejar.
A este odio por su propia sangre se ha unido un amor enloquecido por pensadores y gobernantes, sobre todo de origen anglosajón, que les pagan con el desprecio
El año 1810, en Londres, estuvo dominado por las noticias que llegaban de España acerca del desmoronamiento de la monarquía, ante la consolidación de la ocupación napoleónica y el resurgimiento de las autonomías locales como mecanismo de resistencia ante el invasor. Se expandía igualmente el temor de que los codiciados territorios americanos cayeran también en manos del emperador francés.
Dado el aislamiento en que Napoleón había colocado a Inglaterra, a ésta no le quedaba otro camino, si no quería asfixiarse económicamente, que impedir que el emperador incorporara América a sus dominios; y esto sólo podría lograrlo ayudando a estas colonias a conquistar su independencia.

ESCUDO INGLÉS DE LA COMAÑÍA DE LAS INDIAS ORIENTALES 

Desde fines del siglo XVIII la corona inglesa, por medio de la Compañía de Indias Orientales, venía realizando planes para la conquista de esta parte de América, con el propósito de insertar sus productos y manufacturas en la sociedad hispanoamericana y encontrar una solución luego de su fracaso en el acceso a América Central. A ver ¿quién me da detalles sobre la Compañía de Indias Orientales?
Al tiempo de la guerra de la Península, Inglaterra se debatía entre dos objetivos contradictorios. El principal era, por supuesto, detener a Napoleón, y a estos fines España y Portugal eran los únicos aliados que Inglaterra tenía en Europa. Por otro lado, un clamor público demandaba, en Inglaterra, que la corona extendiera “sus conquistas al Nuevo Mundo, de modo de mantener un equilibrio”, lo cual era importante tanto desde el punto de vista militar como comercial. Napoleón había impuesto un bloqueo al continente e Inglaterra se sentía en la necesidad de encontrar nuevos mercados cuanto antes.
Hispanoamérica ofrecía la oportunidad más promisoria, pero los españoles se aferraban a su monopolio: estaban convencidos de que todo esfuerzo por preservar sus colonias de ultramar se volvería inútil si otras potencias quedaban en libertad de comerciar con esas colonias. Los revolucionarios americanos sabían que era esa resistencia española lo que más inquietaba a Inglaterra. Por lo tanto, ellos prometían libre comercio, y aun facilidades territoriales, a cambio de la ayuda militar que Inglaterra pudiera prestar a los movimientos independentistas. La oferta tentaba a Inglaterra, pero la necesidad de no irritar a sus aliados europeos frenaba toda acción práctica.

REOLUCIÓN FRANCESA (CUADRO  REPRESENTATIVO) 

Como asociación consagrada a la Libertad, Igualdad y Fraternidad, portadora de ideas supranacionales y amparadas por el más estricto secreto, la moderna masonería (fundada en Londres en 1717) era ideal para prestar asistencia indirecta a los revolucionarios hispanoamericanos. Eso no pudo pasar inadvertido a los masones británicos, entre los cuales había figuras de tanta prominencia como el Príncipe Regente, opuesto a la idea de que Gran Bretaña diera apoyo formal a movimientos subversivos en Hispanoamérica. El futuro Jorge IV había sido iniciado en 1787 por su tío Henry Frederick, Duque de Cumberland, en la Logia Príncipe de Gales, 259EC, Londres. En 1811, el príncipe era Gran Maestre de la Moderna Masonería Constitucional Inglesa.
Por aquella época circulaba en Londres Francisco de Miranda quien en 1798 fundó la logia que aglutinaría a los padres de la emancipación Americana: “La Gran Reunión Americana”. La casa, emplazada en 28 Grafton Street (hoy 58 Grafton Way) fue el epicentro donde se gestó el plan para libertar América. Miranda había intentado desde 1791 persuadir a la corona inglesa a que participe en la emancipación de América. Recién en 1812 zaparía la fragata George Canning donde venían San Martín, Alvear, Bello, O`Higiggins a poner en marcha el plan redactado por Maitland.
La Masonería fue el conducto por el cual se logró la emancipación de América. Por sus cualidades, esta organización tenía todo para resguardar la información y poner a cubierto a los miembros que realizarían el trabajo.
En enero de 1812 llegan al puerto de Buenos Aires y desde aquí la historia ya está conocida por todos. Ganar el puerto de Buenos Aires; Tomar posiciones en Mendoza; Coordinar acciones con un ejército en Chile; Cruzar los Andes; Derrocar a los españoles y controlar Chile; Continuar por mar a Perú; Emancipar Perú.

LEANTAMIENTO CONTRA FRANCIA EN MADRID  2 DE MAYO DE 1808 

En Napoleón controlaba España y tenía prácticamente secuestrado a la familia real, y desde 1812 los liberales españoles eran partidarios de establecer una monarquía constitucional. La monarquía en América quedaba a su propia defensa, con sus posibilidades en cada región. Los partidarios del absolutismo, tras recuperar el gobierno en 1815, enviaron una expedición de ultramar de unos diez mil españoles, que bajo el mando de Pablo Morillo tenían como objetivo reprimir la insurrección hispanoamericana y alejar el peligro de los propios militares liberales de España. Fue el último contingente militar hacia América.

Sin embargo en 1820, una segunda expedición a ultramar de unos veinte mil españoles que había sido organizada en Cádiz por el antiguo virrey de Nueva España, nunca llegó a partir porque fue sublevada contra el propio Fernando VII y en favor del Trienio liberal y suprimió cualquier auxilio a los realistas, paralizó las operaciones militares de forma unilateral, y envió negociadores a los independentistas americanos sin ningún resultado, convirtiéndose de facto en una renuncia a los territorios de ultramar en conflicto. El año 1820 marcó el declive de los realistas.

MANDIL MASÓN DE SAN MARTÍN (LOGIA DEL PERÚ)

El famoso ejército realista que se estudia en los colegios de Sudamérica, como si hubieran sido tropas españolas solamente, en realidad fue una organización improvisada, surgida de la reacción de los defensores de la monarquía española, que sólo reconocían la autoridad del rey español a través de los virreyes y las autoridades instaladas en España, y tuvo como fin intentar detener el proceso de independencia de las colonias americanas. La mayor parte de las agrupaciones militares realistas fueron entonces de nueva creación y se formaron por unidades americanas nuevas en su mayoría, por unidades recicladas del desarticulado ejército colonial americano que permanecían leales y por unidades expedicionarias formadas en España ad hoc, que a su vez mantendrán su continuidad únicamente por reemplazos de americanos.

Nada más que como ejemplo en la definitiva batalla de Ayacucho, que marcó la consolidación de las emancipación del Alto Perú, desarrollada en diciembre de 1824, solo 900 hombres del ejército realista habían nacido en España, el resto eran criollos y nativos americanos. La batalla de Ayacucho concluyó con un acuerdo firmado en el mismo campo de batalla por los jefes españoles, el general Sucre y su estado mayor.

lunes, 1 de julio de 2024

VIRREINATO DE PERÚ

Creado en 1542, instituido por las Leyes Nuevas, con capital en Lima, y extensión por toda Sudamérica, excepto Venezuela y Panamá. Fue más longevo que el Imperio Incaico, sobre cuyas ruinas se edificó.
Mientras los españoles afianzaban su posición en las tierras del Incario y los nativos, liderados por Manco Inca, se refugiaban en Vilcabamba, convertido en eje de la resistencia a los invasores, en 1542 fue creado por orden real el virreinato del Perú. La ciudad de Lima fue la sede del gobierno virreinal y acogió el 15 de mayo de 1544 al primer virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela. La guerra civil costó la vida al flamante virrey y sólo a partir de 1555 (mandato de Andrés Hurtado de Mendoza) el Perú comenzó a vivir una etapa de mayor tranquilidad y prosperidad.


La nueva unidad política era más extensa en superficie que el virreinato de México. Abarcaba todo el continente sudamericano, excepto el Brasil que era portugués, las Guayanas y la costa del Caribe en Venezuela.
El ámbito del virreinato del Perú incluyó, en principio, la mayoría de las gobernaciones suramericanas. No obstante, el poder directo del virrey se manifestó sobre Lima, Charcas y Quito, pues éstas no tenían gobernador político. Mientras tanto, Panamá, Chile y el Río de la Plata eran territorios regidos por presidentes-gobernadores (autoridad máxima de una gobernación que cuenta con una Real Audiencia), que además eran capitanes generales, por tratarse de tierras de guerra. En consecuencia, actuaban con plena autonomía política dentro de la esfera del virreinato.
En el último cuarto del siglo XVI comenzó el auge de la producción minera en Humanga y Potosí. El virrey Francisco de Toledo fue un activo e inteligente organizador que puso en marcha la administración virreinal. Visitó gran parte del virreinato durante cinco años y no dejó zona sin modificar. Aplastó la última rebelión indígena acaudillada por Tupac Amarú, hijo de Manco Inca que fue apresado y decapitado en Cuzco en 1572.
Promovió las reducciones de los indios en poblados. Instauró el Tribunal de la Inquisición que excluía a los indígenas.
Lo virreyes de las últimas décadas e inicios del siguiente siglo mantuvieron el ritmo creciente de la producción minera contribuyendo en el esfuerzo de la Corona de Felipe II. También debieron de hacer frente a las constantes amenazas piratas. Causa por la que la corona se decidió a formar la Gran Armada para invadir Inglaterra y mantener la guerra de Flandes.
Hurtado de Mendoza fortificó el puerto de El Callao, y alcanzó éxitos contundentes contra el pirata Hawkins y mientras Drake fracasaba en su ofensiva en Panamá.



El comercio entró en una fase de prosperidad alentada por el tráfico de navíos que hacían la ruta de Guayaquil, Panamá, Arica y Valparaíso.
Preferían saltarse las normas y comerciar a través del Pacífico con Acapulco, desde donde podrían conectar con los flujos del Galeón de Manila y con las flotas de Nueva España, que pasaron a convertirse en el vínculo preferente con las economías europeas. Las ventajas de este nuevo diseño eran evidentes: El Pacífico era más seguro que el Caribe, que se encontraba infestado de piratas, corsarios y bucaneros, asentados en una infinidad de islas, sobre todo en las Pequeñas Antillas y, desde 1655 en Jamaica.
 
Lima la capital, según el censo de 1700 tenía una población de 37.259 habitantes. Aunque no era completo por no haber incluido a todas las clases populares, la tendencia al aumento era evidente, y se revelaba en el lento pero efectivo crecimiento del área de la ciudad.
La guerra de los nueve años (1688-1697) que había enfrentado a Francia contra España, Inglaterra y Holanda tuvo como consecuencias el aumento de los ataques de la piratería en toda el área del Caribe. Pero España según el tratado de Ryswick solo perdió la parte occidental de la isla de La Española, que ya estaba ocupada hacía años por los franceses.
El último tramo del siglo había visto la necesaria Recopilación de Leyes de Indias, promulgada en 1680. Llegó un momento en que las leyes eran tantas, tan variadas y tan complejas, que fue difícil el conocerlas y mucho más el aplicarlas. El proceso recopilador, que duró más de un siglo, fue lo que debió llamarse Código de Indias, que mantuvo su vigencia hasta el surgimiento de las repúblicas americanas, del siglo XIX.
Durante todo el siglo XVII se había continuado fundando ciudades en la América española. En el Virreinato del Perú en 1700, permanecían trece de las primeras Universidades del virreinato.
En 1700 apareció la primera publicación periódica en todo el continente americano, el “Diario de Noticias sobresalientes de Lima y Noticias de Europa”, considerándose la más antigua.
En estos últimos años del siglo, apenas se enviaron hombres a América, y la única participación peninsular en la defensa de las Indias estuvo a cargo del traslado a las plazas americanas y a las armadas que la guarnecían.  España se encontraba de nuevo en guerra contra Francia desde 1688, no había sido capaz de apuntalar convenientemente sus defensas en Indias. Ilustra esta situación lo ocurrido en Cartagena de Indias, a finales  del siglo XVII. Situada en la costa del Caribe meridional, constituía el puerto más importante y era pieza clave en el circuito que unía España y las Indias.
Los Galeones de Tierra Firme amarraban en su imponente puerto y realizaban el primer gran intercambio comercial antes de continuar su singladura por aguas caribeñas. Hasta mediados de siglo no se había empezado a construir las primeras fortificaciones en piedra, su sistema de defensa naval era prácticamente inexistente, y las tropas aún se organizaban siguiendo patrones feudales: las compañías pertenecían a un capitán (de quien recibían el nombre), y era éste el encargado de la recluta, aprovisionamiento y control de sus hombres. Pese a que las pagas eran de procedencia pública (y casi siempre de un situado externo), la guarnición de Cartagena se nutría de hombres locales, sin formación militar profesional, y con tendencia natural a desertar en cuanto se dilataban los pagos.



Cuando el francés barón de Pointis, con una escuadra de 29 naves y 6.500 hombres, se presentó en 1697 ante las murallas de Cartagena, el destino de la ciudad era inevitable. Sin cobertura naval, y con unas tropas mal pagadas desde hacía dos años y reducidas a menos de la mitad, la conquista y destrucción de Cartagena representó el punto más bajo de un sistema militar incapaz de sostenerse. Las consecuencias fueron trágicas para la ciudad, que quedó virtualmente desconectada del circuito comercial del que era eje principal, durante veinte años.
Aunque los ritmos de navegación deberían ser de dos convoyes anuales, y existía una estrecha colaboración entre la marina mercante y la marina militar, el sistema de flotas y armadas entró en crisis a mediados del XVII, aunque no fue abandonado hasta bien entrado el siglo XVIII.
Como consecuencia, al reducirse el número de las flotas de Nueva España y de Tierra Firme entre 1650 y 1700, decayó el comercio entre la Península y las Indias.
El comercio entre la península y América se mantuvo sostenido por la Carrera de indias, con la tradicional navegación en convoyes y el sistema combinado de flotas y armadas. El convoy más complejo que era el de Tierra Firme o Galeones de Tierra Firme, coordinaba la flota mercante que viajaba a Cartagena de Indias, Portobelo y otros puertos, con la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias.  El otro convoy, la flota de Nueva España que se dirigía a México, era una flota mercante como la de Tierra Firme.
Estos  41 convoyes que en total no alcanzaron siquiera a representar la mitad de ese óptimo teórico. Tal descenso obedecía a diversas causas, pero una de las principales tenía que ver con la autosuficiencia americana y con las nuevas rutas establecidas como las de Acapulco–Manila-China y la de Cádiz-Buenos Aires. Otras causas fueron la competencia de espacios económicos alternativos como la Carrera del Pacífico entre ambos virreinatos, el contrabando, las guerras y la inflación.
El descenso de las remesas reales de plata tuvo consecuencias catastróficas para la Hacienda Real castellana y, por ende, para la posición política y militar de la Monarquía en el concierto europeo. Hasta entonces, había podido acudir con una posición enormemente ventajosa a los mercados crediticios del XVII gracias a la plata.
La Guerra de Sucesión Española (1701-1713) evidenciaría los intereses de las grandes potencias europeas por adquirir el control de las posesiones americanas españolas. La España de Felipe V fue aliada ahora con su vieja enemiga Francia, dado que Felipe era nieto del rey Francés y éste era el que había influido para la proclamación de Felipe.
Estallada la guerra de sucesión, la repercusión en tierras americanas fue escasa.

MÁS DE DOSCIENTOS AÑOS DE LAS EMANCIPACIONES AMERICANAS

Fue el siglo XIX el testigo de la debacle histórica de España. La ocupación de la península por el ejército napoleónico propició la insurgen...