Fue el siglo XIX el testigo de la debacle histórica de España. La ocupación de la península por el ejército napoleónico propició la insurgencia de los partidarios de la secesión americana alentada por la masonería y las potencias enemigas tradicionales de España (Inglaterra y Francia) y, posteriormente, Estados Unidos.
El resultado de aquel proceso secesionista, auténticas guerras civiles entre
españoles de América, fue la liquidación de Hispanoamérica como proyecto
histórico y la ruptura de su unidad. En su lugar se instaurará el espurio
concepto de Latinoamérica y una multitud de naciones supuestamente
independientes sometidas al arbitrio de las potencias neocoloniales que
impulsaron su secesión de España (Inglaterra, Francia y Estados Unidos).
Como reconocen muchos intelectuales hispanoamericanos, uno de los pecados de
las repúblicas nacidas de los virreinatos, que les acompaña hasta hoy, es su
deseo de ser antiespañoles, como escribió el venezolano Carlos Rangel.
En la entrevista de Bolívar con San Martín, mientras San Martín se inclinaba
por un régimen monárquico, (Carlotismo) con características constitucionales,
Bolívar se mostró partidario de una república democrática y, en forma general,
la consolidación de América del Sur unificada.
Para los hispanoamericanos acceder a la vida independiente significó una
profunda crisis moral, intelectual y espiritual, un rechazo de sí mismos, tal
como los había forjado España, y un referirse, para definir una nueva
identidad, por una parte a un pasado mítico, precolombino, “buensalvajista”; y
por otra parte a ideas y prácticas políticas completamente exóticas y que no
estaban ni remotamente preparados para manejar.
A este odio por su propia sangre se ha unido un amor enloquecido por pensadores
y gobernantes, sobre todo de origen anglosajón, que les pagan con el desprecio
El año 1810, en Londres, estuvo dominado por las noticias que llegaban de
España acerca del desmoronamiento de la monarquía, ante la consolidación de la
ocupación napoleónica y el resurgimiento de las autonomías locales como
mecanismo de resistencia ante el invasor. Se expandía igualmente el temor de
que los codiciados territorios americanos cayeran también en manos del
emperador francés.
Dado el aislamiento en que Napoleón había colocado a Inglaterra, a ésta no le
quedaba otro camino, si no quería asfixiarse económicamente, que impedir que el
emperador incorporara América a sus dominios; y esto sólo podría lograrlo
ayudando a estas colonias a conquistar su independencia.
ESCUDO INGLÉS DE LA COMAÑÍA DE LAS INDIAS ORIENTALES
Desde fines del siglo XVIII la corona inglesa, por medio de la Compañía de
Indias Orientales, venía realizando planes para la conquista de esta parte de
América, con el propósito de insertar sus productos y manufacturas en la
sociedad hispanoamericana y encontrar una solución luego de su fracaso en el
acceso a América Central. A ver ¿quién me da detalles sobre la Compañía de
Indias Orientales?
Al tiempo de la guerra de la Península, Inglaterra se debatía entre dos
objetivos contradictorios. El principal era, por supuesto, detener a Napoleón,
y a estos fines España y Portugal eran los únicos aliados que Inglaterra tenía
en Europa. Por otro lado, un clamor público demandaba, en Inglaterra, que la
corona extendiera “sus conquistas al Nuevo Mundo, de modo de mantener un
equilibrio”, lo cual era importante tanto desde el punto de vista militar como
comercial. Napoleón había impuesto un bloqueo al continente e Inglaterra se
sentía en la necesidad de encontrar nuevos mercados cuanto antes.
Hispanoamérica ofrecía la oportunidad más promisoria, pero los españoles se
aferraban a su monopolio: estaban convencidos de que todo esfuerzo por
preservar sus colonias de ultramar se volvería inútil si otras potencias
quedaban en libertad de comerciar con esas colonias. Los revolucionarios
americanos sabían que era esa resistencia española lo que más inquietaba a
Inglaterra. Por lo tanto, ellos prometían libre comercio, y aun facilidades
territoriales, a cambio de la ayuda militar que Inglaterra pudiera prestar a
los movimientos independentistas. La oferta tentaba a Inglaterra, pero la
necesidad de no irritar a sus aliados europeos frenaba toda acción práctica.
REOLUCIÓN FRANCESA (CUADRO REPRESENTATIVO)
Como asociación consagrada a la Libertad, Igualdad y Fraternidad, portadora de ideas supranacionales y amparadas por el más estricto secreto, la moderna masonería (fundada en Londres en 1717) era ideal para prestar asistencia indirecta a los revolucionarios hispanoamericanos. Eso no pudo pasar inadvertido a los masones británicos, entre los cuales había figuras de tanta prominencia como el Príncipe Regente, opuesto a la idea de que Gran Bretaña diera apoyo formal a movimientos subversivos en Hispanoamérica. El futuro Jorge IV había sido iniciado en 1787 por su tío Henry Frederick, Duque de Cumberland, en la Logia Príncipe de Gales, 259EC, Londres. En 1811, el príncipe era Gran Maestre de la Moderna Masonería Constitucional Inglesa.
Por aquella época circulaba en Londres Francisco de Miranda quien en 1798 fundó la logia que aglutinaría a los padres de la emancipación Americana: “La Gran Reunión Americana”. La casa, emplazada en 28 Grafton Street (hoy 58 Grafton Way) fue el epicentro donde se gestó el plan para libertar América. Miranda había intentado desde 1791 persuadir a la corona inglesa a que participe en la emancipación de América. Recién en 1812 zaparía la fragata George Canning donde venían San Martín, Alvear, Bello, O`Higiggins a poner en marcha el plan redactado por Maitland.
La Masonería fue el conducto por el cual se logró la emancipación de América. Por sus cualidades, esta organización tenía todo para resguardar la información y poner a cubierto a los miembros que realizarían el trabajo.
En enero de 1812 llegan al puerto de Buenos Aires y desde aquí la historia ya está conocida por todos. Ganar el puerto de Buenos Aires; Tomar posiciones en Mendoza; Coordinar acciones con un ejército en Chile; Cruzar los Andes; Derrocar a los españoles y controlar Chile; Continuar por mar a Perú; Emancipar Perú.
LEANTAMIENTO CONTRA FRANCIA EN MADRID 2 DE MAYO DE 1808
En
Napoleón controlaba España y tenía prácticamente secuestrado a la familia real,
y desde 1812 los liberales españoles eran partidarios de establecer
una monarquía constitucional. La monarquía en América quedaba
a su propia defensa, con sus
posibilidades en cada región. Los partidarios del absolutismo, tras
recuperar el gobierno en 1815, enviaron una expedición de ultramar de unos diez
mil españoles, que bajo el mando de Pablo Morillo tenían como
objetivo reprimir la insurrección hispanoamericana y alejar el peligro de los
propios militares liberales de España. Fue el último contingente militar hacia
América.
Sin
embargo en 1820, una segunda expedición a ultramar de unos veinte mil españoles
que había sido organizada en Cádiz por el antiguo virrey de Nueva
España, nunca llegó a partir porque fue sublevada contra el propio Fernando VII
y en favor del Trienio liberal y suprimió cualquier auxilio a los
realistas, paralizó las operaciones militares de forma unilateral, y envió
negociadores a los independentistas americanos sin ningún resultado,
convirtiéndose de facto en una renuncia a los territorios
de ultramar en conflicto. El año 1820 marcó el declive de
los realistas.
MANDIL MASÓN DE SAN MARTÍN (LOGIA DEL PERÚ)
El
famoso ejército realista que se estudia en los colegios de Sudamérica, como si
hubieran sido tropas españolas solamente, en realidad fue una organización
improvisada, surgida de la reacción de los defensores de la monarquía española,
que sólo reconocían la autoridad del rey español a través de los virreyes y las
autoridades instaladas en España, y tuvo como fin intentar detener el proceso
de independencia de las colonias americanas. La mayor parte de las agrupaciones
militares realistas fueron entonces de nueva creación y se formaron por
unidades americanas nuevas en su mayoría, por unidades recicladas del
desarticulado ejército colonial americano que permanecían leales y
por unidades expedicionarias formadas en España ad hoc, que a su vez
mantendrán su continuidad únicamente por reemplazos de americanos.
Nada más que como ejemplo en la definitiva batalla de Ayacucho, que marcó la consolidación de las emancipación del Alto Perú, desarrollada en diciembre de 1824, solo 900 hombres del ejército realista habían nacido en España, el resto eran criollos y nativos americanos. La batalla de Ayacucho concluyó con un acuerdo firmado en el mismo campo de batalla por los jefes españoles, el general Sucre y su estado mayor.