jueves, 12 de septiembre de 2024

LAS EMANCIPACIONES AMERICANAS

En realidad el movimiento independentista en América no se inició contra la monarquía de Fernando VII, fue contra el invasor francés. Desde 1808 a 1814 Fernando VII está en manos de Napoleón y reinaba José I.  El español nacido en la península, que se le llamaba peninsular. El monopolio político era una clara diferencia favorable a los peninsulares, que en la enorme extensión del continente representaban si acaso el 1% de la población.  Esto provocaba el recelo de los criollos, sus hijos, que aunque constituían una de las minorías poblacionales, se encontraban en lo social y en lo económico por encima de los indígenas y de los esclavos negros.


Los peninsulares dominaban los cargos superiores en la administración y en la Iglesia. Pero los criollos dominaban la vida económica, pues eran los propietarios de las tierras, de los cultivos, de las minas, y se enriquecían con el comercio. Este choque entre ambos estamentos sociales fue uno de los desencadenantes de la causa independentista.
En años anteriores a las emancipaciones hubo multitud de conflictos entre indígenas y esclavos contra los terratenientes criollos. Éstos explotaban a los indios y a los esclavos negros. Por ejemplo, años antes la rebelión de Tupac Amarú no fue al principio contra los españoles. Tiempo después, en Venezuela los esclavos se alzaron los criollos como Bolívar y contra la administración. José Tomás Boves, había nacido en España, fue un auténtico caudillo popular convirtiéndose en el azote de Bolívar. 
Muchos indígenas se mantuvieron neutrales debido a que ninguna de sus aspiraciones coincidía con los bandos. Incluso algunos se incorporaron a los realistas para combatir a los hacendados, que al fin y al cabo eran sus opresores. 
Muchos factores incluso muy anteriores afectaron a la debilidad del poder español en América. La derrota de Trafalgar, la Guerra de la Independencia, etc. La monarquía española había ayudado a los franceses en la Guerra de Independencia Norteamericana, pero esa intervención sirvió para que ésta actuara contra España mediante la difusión de las ideas revolucionarias entre los criollos ilustrados y empleando la intimidación militar.
La ocasión para los patriotas de América, léase oligarquía criolla, vino con el desmadre que supuso la guerra en la Península, (1808-1814), que animó a muchos americanos a organizarse por su cuenta. Antes de eso fueron las invasiones británicas del Río de la Plata. Los ingleses, siempre dispuestos a lo suyo, piratear,  y establecerse en la América hispana, atacaron dos veces Buenos Aires, en 1806 y 1807; pero allí, entre españoles de España y población local, les rechazaron valientemente.  No obstante en los años siguientes, aprovechando el caos español, ingleses y norteamericanos removieron la América hispana, mandando soldados mercenarios, alentando insurrecciones y sacando tajada comercial.


En América los gobiernos no sabían si aceptar al José I, hermano de Bonaparte, obedecer a las Juntas Provinciales que luchaban en la Guerra, o acatar las órdenes del Consejo de Regencia. Asimismo la promulgación de la Constitución liberal de 1812, en América, venía a complicar las cosas, pues abolía el absolutismo. En América se constituyó una Junta contra los afrancesados, pronunciándose claramente a favor del monarca español.
Desgraciadamente fue a partir de 1814 cuando Fernando VII, al recuperar el trono después de su destierro de oro en Francia, con la victoria de los españoles, inicia el absolutismo (1814-1820) y tuvo lugar la persecución y depuración de liberales y afrancesados. Y la persecución de la masonería. La ruina absoluta de la Hacienda Pública hacía imposible la añorada posibilidad de establecer una buena situación militar en América.
Aun así, la resistencia realista frente a los que luchaban por la independencia fue dura, tenaz y cruel. Buena parte de los de uno y otro bando de los ejércitos habían nacido en América (en Ayacucho, por ejemplo, no llegaban a 900 los soldados realistas nacidos en la España peninsular). El caso es que a partir de la sublevación de Riego de 1820 en Cádiz todo cambió en los ejércitos para ir a luchar a América. Riego se pronunció contra la corona, 15.000 hombres que no fueron a América a luchar. Eso dejó en malísima situación a los realistas que combatían.
Ascendían en todo el Virreinato a 1.500 hombres según el brigadier García Camba pero los que formaban la división del Alto Perú no llegaban a 900. El resto eran indígenas del lugar, indios, mestizos y mulatos.
Aun así, hasta las batallas de Ayacucho (Perú, 1824) y Tampico (México, 1829) y la renuncia española de 1836, la guerra prosiguió con extrema barbaridad a base de batallas, ejecuciones de prisioneros y represalias de ambos bandos. Hubo altibajos, derrotas y victorias para unos y otros. Hasta los realistas, muy a la española, llegaron alguna vez a matarse entre ellos. Hubo inmenso valor y hubo cobardías y traiciones. Las juntas que al principio se habían creado para llenar el vacío de poder en España durante la guerra contra Napoleón se fueron convirtiendo en gobiernos nacionales, pues de aquel largo combate, el ansia de libertad y aquella sangre empezaron a surgir las nuevas naciones hispanoamericanas. Gente ilustre como el general San Martín, que había luchado contra los franceses en España, o Simón Bolívar, realizaron proezas bélicas y asestaron golpes mortales al aparato militar español. El primero fue decisivo para las independencias de las actuales Argentina, Chile y Perú, y luego cedió sus tropas a Bolívar, que acabó la tarea del Perú, liberó Venezuela y Nueva Granada, fundó las repúblicas de Bolivia y Colombia, y con el zambombazo de Ayacucho, que ganó su mariscal Sucre, dio la puntilla a los realistas. Bolívar también intentó crear una federación hispanoamericana, como los  Estados Unidos. No hubo unidad, por tanto; pero sí nuevos países en los que, como suele ocurrir, el pueblo llano, los indios y la gente desfavorecida se limitaron a cambiar unos amos por otros; con el resultado de que, en realidad, siguieron jodidos por los de siempre.
La Constitución Liberal de 1812 en España establecía la soberanía en la Nación, que residía en el pueblo, no en el rey, es decir que acababa con el absolutismo y se establecía una Monarquía Constitucional, la separación de poderes, la limitación de los poderes del rey, etc. Además, incorporaba la ciudadanía española para todos los nacidos en territorios americanos, prácticamente fundando un solo país junto a los territorios americanos.
Fue la Constitución más liberal de las existentes. Sólo eran anteriores a esta la de Estados Unidos de 1787 y la de la Revolución Francesa de 1789.
En América e incluso en la propia península española la gente ilustrada estaba pidiendo cambios sociales, económicos, culturales, de industrialización, etc. Pero la aristocracia,  la burguesía y el clero, apoyaron a un rey que fue lo peor que le puso suceder al país.
En realidad, ¿qué había hecho Fernando VII por su pueblo? Nada. Peor que nada: se tomó la revancha y llevó al país al terror. Y cuando parecía que lo malo había pasado se tuvo que enfrentar a otro problema: la independencia de los territorios americanos.
Repasando lo sucedido en América. En 1810 en Buenos Aires se había constituido una Junta Revolucioaria, de inspiración independentista. En el cuadro de abajo podemos ver a sus componentes. No se vé ningun rostro de un gaucho o de otra clase que no sean oligarcas criollos. En Bogotá y en México hay sublevaciones y revueltas independentistas. En 1811 comenzó una revuelta y en Uruguay, Venezuela y Paraguay proclaman su Independencia. En 1813 México también proclama su Independencia. Las tropas españolas cosechan un triunfo en la batalla de Rancagua, en Chile. Poco a poco, numerosos proclamaron su independencia: Argentina en 1816, el general San Martín en Chile (1817) y Bolívar organizó el congreso de Angostura en 1819. Sólo algunas zonas aisladas de Colombia y Perú permanecían fieles a la Corona en 1820. William Carr Beresford, que había invadido Buenos Aires en 1806, luchó como aliado de España junto a San Martín en la guerra de la Independencia. Luego San Martín, ya renunciado a su empleo de militar español, unido a masones fue el libertador de lo que hoy es Argentina, Chile y Perú. Tras las batallas americanas de Chacabuco (1817), Maipú (1818) y Boyacá (1819) los independentistas Bolívar y San Martín consiguieron la emancipación de los territorios.
Fernando VII no se planteó que se pudiera solucionar más que enviando un ejército. No quiso dialogar, pactar, ceder en algún punto, usar la diplomacia y la astucia, mantener y dejarse aconsejar por los buenos colaboradores que le quedaban, buscar aliados internos. Algunos territorios, Argentina o Venezuela, podían parecer perdidos, pero otros como Perú o México se mantenían fieles a la metrópoli.

PRIMERA JUNTA DE BUENOS AIRES (1810)
Los revolucionarios de los Virreinatos, además de sus intereses luego consolidados con Inglaterra, tenían en su afán secesionista una ambición democrática que bebía en las fuentes de la Ilustración francesa, influidos sobro todo por Montesquieu, personaje culto que había publicado en la mitad del siglo XVII “El espíritu de las Leyes”, donde entre otras muchas propuestas habla como algo fundamental la división de los tres poderes que deben estar en manos del pueblo, Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. De forma que nunca deberían poder ser influenciados por los otros poderes. 
Los que piensen que todo el mundo quería una república están muy equivocados, ya que hay que entender que la idea de “república” era muy nueva en el mundo: solo se conocía el caso exitoso de la Independencia Estadounidense, y este tenía aún pocos años de vida.

FRANCISCO FRANCO BAHAMONDE

Nació en El Ferrol, La Coruña el 4 de diciembre de1892. Murió en Madrid el 20 de noviembre de 1975. Nació en una familia de marinos de clase...