miércoles, 12 de febrero de 2020

EL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

En contraste con la decadencia y la crisis económica, durante las últimas décadas de siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII vivió España un periodo sin parangón de esplendor cultural y artístico. Nunca como antes se reunieron en unas generaciones ininterrumpidas tal cantidad de talento e inteligencia. En ningún otro periodo lo español tuvo tanto prestigio en el exterior. Se siguieron sus modas, se admiró su arte, se leyeron sus libros y se habló su idioma como signo de cultura. Conocido como el Siglo de Oro la época está estrechamente vinculada con el arte y el pensamiento renacentista y barrocos, artes patrocinado por los grandes, pero de claro sabor popular. Ese pensamiento en sus manifestaciones literarias satisfacía en igual medida a los espíritus más refinados y a las personas más sencillas. Por lo general se llama siglo de oro al periodo comprendido entre los años 1492 hasta 1681, tomando como inicio de este periodo a la publicación de la gramática castellana de Antonio de Nebrija y como final la muerte del escritor Calderón de la Barca. Los límites cronológicos no coinciden exactamente con los grandes acontecimientos políticos. Se puede dividir en dos periodos, el periodo renacentista y el periodo barroco, que fueron las corrientes filosóficas, artísticas y culturales que predominaron. Por lo general se habla del Siglo de Oro, centrándose en la pintura y la literatura, pero es que hay más, mucho más. La arquitectura fue fundamental en aportación y cantidad. La música, la escultura tampoco hay que olvidarlas. España seguía siendo la mayor potencia del mundo pero había lentamente entrado en la decadencia a raíz de su declive político. La extinción de la casa de Austria es algo clave, ya que el siglo XVIII comienza con la Guerra de Sucesión por el trono español, entre los Austria y los Borbones. Considerada por muchos como la Primera Guerra Mundial, y que para colmo se desarrolla en suelo español.
España fue unificada bajo el Imperio de los Reyes Católicos y regida posteriormente por soberanos muy firmes en la defensa de la fe cristiana y concentrados en la lucha contra el separatismo religioso, el protestantismo. Esto influye notablemente en su cultura, ya que la importancia de la Iglesia fue fundamental. La imprenta tuvo un desarrollo considerable en España en aquella época. En torno al 1600 en Madrid y Sevilla se editaban más de 700 títulos en cada ciudad y en Valladolid y Toledo unos 400. Seguramente fueron muchos más pues hay ediciones enteras de las que ni un solo ejemplar ha llegado hasta nosotros. Salamanca, Barcelona, Valencia tenían un volumen muy considerable también. Esos libros los leían los universitarios, los funcionarios, la nobleza y el clero, sin duda. Se han revisado fuentes notariales, judiciales y fiscales. Se deduce que en el medio urbano había menos iletrados que en el rural, cosa lógica y habitual. Los datos que se tienen del conjunto de España demuestran que la mejora de la educación en el siglo XVI había dado sus frutos y que el nivel educativo era similar al conjunto de países de Occidente. Existían bibliotecas de cierta importancia en las casas de algunos encausados y también en casa de otros de modesta condición. Pero tanto con Felipe III como con su hijo Felipe IV existió un sistema corrupto y de fastos imposibles desde el trono mismo. El oportunismo, la desvergüenza, se convirtieron en señas de identidad. Y mira por donde fue ese personaje mismo, el pícaro el protagonista de cierta literatura de entonces, dando, ironías del destino, al más brillante género literario español de todos los tiempos: la picaresca. El Lazarillo de Tormes, La Celestina, El buscón o el gran tacaño, Guzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, fueron nuestras principales encarnaduras literarias. Pero por suerte el corazón de un loco sobrevoló por encima de todos. Un hidalgo, apaleado iluso, defensor de causas perdidas alumbró para siempre las letras españolas y de la humanidad completa. Cervantes escribe en defensa de la libertad y la justicia, de la dignidad humana. En materia de letras España no tuvo parangón. Obras de teatro, poesía, prosistas. Incluso a ambos lados del océano. Góngora, Sor Juana, Alarcón, Tirso de Molina, Calderón, Lope, Quevedo, Cervantes, Baltasar Gracián, Sor María de Ágreda, Fray Luis de León… El teatro asombra su pluralidad y diversidad. Muchas gozaron del favor del público. Los éxitos de Lope de Vega sirvieron a otros muchos como estímulo que se atuvieron al modelo. Los más relevantes Tirso de Molina y Calderón de la Barca. Sor Juana Inés de la Cruz, monja mexicana se procuró una formación autodidacta y compuso poemas líricos, autos sacramentales e incluso comedias de capa y espada. En arquitectura el Barroco se superpuso al Románico y al Gótico. La decoración barroca española “Churrigueresca”, de la familia Churriguera, es de un trabajo y belleza impresionantes. Plazas mayores, retablos, esculturas y ornamentaciones nos las podemos encontrar a lo largo y ancho de España, a cual más hermosa. Ha habido arquitectos notables como Juan de Nantes, Pedro de Brizuela, Juan Gómez de Mora, Diego Praves, Nicolás de Vergara, Juan B. Monegro, a quienes alumbra el talento descomunal que desarrolló el gran Juan de Herrera. En la pintura influyó que las obras fueran encargadas por la Iglesia, en un gran porcentaje, en detrimento de la mitología, la pintura de guerra y la profana. Los focos principales fueron Madrid y Sevilla por motivos económicos y administrativos. Algunos de los pintores más importantes de aquella época: -Velázquez, Murillo, Zurbarán, Ribera, Ribalta, Valdés Leal, Antonio del Castillo. La primera generación de pintores tiene tres focos principales de actividad artística, que son Sevilla, Toledo y Valencia. En el Sur, Juan de las Roelas o de Ruelas, Francisco Pacheco, Francisco de Herrera el Viejo. En el Centro, siguiendo las huellas de Navarrete el Mudo y del Greco, el discípulo de este, Luis Tristán, Juan Bautista Maino, Sánchez-Cotán, Orrente, Carducho y en Levante Ribalta. En el Escorial y Madrid continúa la escuela oficial del retrato, con los sucesores de Moro y de su discípulo Sánchez-Coello, Pantoja de la Cruz, Rodrigo de Villandrando y Bartolomé González, Con la tercera generación, la difusión de los modelos flamencos de Rubens y su escuela y la afición a los espectáculos llevan la pintura hacia la exteriorización de sentimientos y a efusiones del pincel y del color, que se alejan del sosiego imperturbable de Velázquez o Cano. Murillo y Valdés Leal, hacen pasar de moda el estilo de Zurbarán, decae la pintura andaluza, Valencia sobrevive a duras penas con los March. Madrid se convierte en el centro artístico, con Mateo Cerezo, Antolínez, Claudio Coello. Lienzos de altar, retratos y cuadros de colección. El teatro dio pie al desarrollo de la música escénica y espectáculos cantados y las óperas fueron representaciones habituales en la Corte. No obstante era Italia la potencia en el mundo operístico. Juan de Hidalgo adaptó óperas italianas. Pero acabó creando un estilo propio, con músicos y cantantes españoles, de menor coste que hoy llamamos la Zarzuela. Pero desapareció y renació después en el siglo XIX, que es la versión que hoy conocemos. Juan de Hidalgo compuso la primera ópera española en 1660. Calderón escribió libretos para dramas escénicos. Avellaneda, (el del falso Quijote), también fue autor de piezas escénicas. Vicente Espinel fue un destacado músico de gran fama. Añadió la quinta cuerda a la guitarra. Este instrumento conoció su mayor auge a raíz de la decadencia de la vihuela. El mejor compositor fue el aragonés Gaspar Sanz. Podíamos seguir hablando de innumerables personajes españoles, pero esto al menos dá una idea de que, cosas de esta tierra, cuando las cosas están difíciles, surge el talento.

miércoles, 22 de enero de 2020

FELIPE II - CLAROSCUROS DE SU REINADO

En el Imperio Español no se pondría el sol, pero las dos bancarrotas sufridas en tiempos de Felipe II no nos las quitó nadie. Los Austrias defendieron la religión católica como nadie lo ha hecho en la historia. Y el precio fue altísimo. Desangrados por las guerras exteriores además, en vez de promocionar la industria, incrementar las ventas, pues el oro y la plata americanos hicieron a burgueses y nobles, perezosos e improductivos. También soldados, frailes y pícaros antes que trabajadores, sin que a cambio creásemos en el Nuevo Mundo, como hicieron los anglosajones en el norte, un sistema social y económico estable, moderno, con vistas al futuro. Pensemos que la novela picaresca surgió en esas fechas, y con ser producto del siglo de oro, realmente era una crítica por un lado de las instituciones degradadas de la España imperial y por otro de las narraciones idealizadoras del Renacimiento. Fue una respuesta a las novelas heroicas mostrando la puñetera realidad del pueblo. El sórdido vivir de la gente sin clase, los miserables desheredados, los falsos o aprovechados religiosos y los conversos marginados. Por otro lado estaban los caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad, observada por encima de sus cuellos engolados. La gente joven se marchaba, como siempre, buscando oportunidades en donde sea, los Tercios o el Nuevo Mundo. Ahogados por la hidalguía corrupta y por el agua bendita, se anulaban las posibilidades de mejorar, y se buscaban la vida como sea. La corrupción consentida o fomentada por burgueses, con un fisco que estrangulaba al que realmente trabajaba mientras dejaban libres de impuestos al noble o al eclesiástico. Pero el agricultor, el ganadero, el indio, el artesano, el comerciante y en fin todos aquellos que ponían el hombro de verdad son los que sostenían a duras penas a una enorme pléyade de holgazanes que iban arrastrando sus sables por los empedrados o las sotanas por las iglesias, dando además consejos de buen cristiano, de piedad y sacrificio. Con el pretexto que su bisabuelo había estado en la Guerra de Granada o en donde sea y es así como el trabajo serio y honrado del día a día, (parece mentira) cobró mala fama, era de gente sin preparación. Para colmo ha llegado hasta nuestros días porque los padres, madres y chavales prefieren estudiar “Dirección de Empresas” que acudir a la Formación Profesional.
De esta forma es como el oportunismo y la desvergüenza, se convirtieron en señas de identidad; hasta el punto de que fue el pícaro, quien acabó como protagonista de la literatura en vez de serlo el valiente, digno u honrado. Por lo que el modelo a leer y a imitar, dando nombre al más brillante género literario español de todos los tiempos: la picaresca. Lázaro de Tormes, Celestina, El Buscón, Guzmán de Alfarache, Marcos de Obregón, fueron nuestras principales encarnaduras literarias. El único hidalgo noble de corazón que voló por encima de todos ellos resultó ser un hidalgo apaleado y loco. Sin embargo, precisamente en materia de letras, los españoles entregaron entonces nuestros mejores frutos. Nunca hubo otra nación, salvo Francia un siglo después, con semejante concentración de escritores, prosistas y poetas inmensos. Aquella España alumbró genios como Góngora, Sor Juana, Alarcón, Tirso de Molina, Calderón, Lope, Quevedo, Cervantes y el resto. Imagina amigo, que en las calles de Madrid se cruzaban Lope con Góngora, Cervantes con Quevedo. Para morirse de orgullo.
Si todos ellos hubieran escrito en Londres o París serían hoy clásicos universales, y sus huellas seguirían buscándose como ejemplo. Habría monumentos en cada ciudad, y se le rendiría el honor justo a su genio. Ahora viven en el mismo barrio, llamado el “de las letras”, de Madrid, una zona vieja como injusto homenaje a aquellos genios. Construyeron un monumento impresionante para que ahora lo tengamos como nuestro y de aquél que lo quiera ver un legado que usamos unos 550 millones de hispanohablantes. Pero somos como somos y si no se lo creen por la otra costa del charco, pueden buscar por internet el puto barrio donde vivieron estos tíos, Lope, Calderón, Quevedo, Góngora y Cervantes, entre otros. Busquen allí monumentos, placas, museos, librerías, bibliotecas. Nada, la mejor avenida de Madrid se llama Paseo de la Castellana, en vez de Paseo de Miguel de Cervantes Saavedra. Seguro, que don Quijote, esto lo arreglaba en un plis, plas, y además le entendíamos.

domingo, 19 de enero de 2020

LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE FELIPE IV

El día 10 de febrero de 1623 se ordenó el cierre de las escuelas de gramática en los pueblos de España. Está claro que uno se pregunta el porqué de tamaña decisión, a todas luces injusta, al menos a los ojos de hoy. Pero es que esto pasó hace 400 años y en aquel tiempo las cosas no eran como hoy ni la situación era ni de lejos similar. Ya en época de Felipe II hubo dos bancarrotas, o suspensión de pagos, como se quiera decir. Posteriormente, su hijo Felipe III, tenía una deuda enorme que no se terminó de atajar. En el terreno internacional, con la muerte en 1603 de Isabel de Inglaterra se consiguió firmar un tratado de paz con Jacobo I de Estuardo. En 1610 fue asesinado el rey francés Enrique IV, el acérrimo enemigo de España, y su viuda llegó a un acuerdo de amistad con Felipe III, ratificado por un doble matrimonio entre sus hijos. Quedaban dos importantes núcleos bélicos, Flandes y el norte de Italia. La tregua de doce años en la guerra de los Países Bajos trajo un periodo de relativa paz para Europa conocido por la” Pax Hispánica”. Ésta política exterior pacifista, aún en contra a veces de los intereses españoles se explican por la profunda crisis económica y monetaria que padecía en ese momento la monarquía. El comercio americano era monopolizado por Castilla a través de Sevilla, y el resto de España a verlas venir. Pero a cambio tampoco participaban en los gastos. Para Felipe III los hechos más importantes se produjeron en 1609 con la firma de la tregua con los Países Bajos y la expulsión de los moriscos. Se decidió acuñar moneda fraccionaria de baja ley, rebajando el porcentaje de plata que contenía el vellón hasta dejar la moneda en cobre puro. La consecuencia fue la inflación y el refugio en monedas de oro. El Consejo de Castilla, elaboró un informe en 1619 llegando a la conclusión de que las causas de la ruina económica eran, los enormes tributos que pesaban sobre el país, la prodigalidad en repartir dones y mercedes, el exceso de lujo y el gran número de empleados innecesarios y venales. Pensamos que el oro y la plata que venían de América tenían que ser suficientes para mantener el país y más aún. Pero no era así. De ese dinero solo le correspondía a la corona un 20%, el resto era de los particulares y además mucho se quedaba en América para el desarrollo del continente. Otra parte importante se iba en pagar a los banqueros europeos los prestamos habidos con sus intereses correspondientes. La Hacienda ingresaba la ridícula cantidad de diez millones de ducados anuales; pero la mitad era para mantener el ejército, y la deuda del Estado con banqueros y proveedores extranjeros alcanzaba la cifra de setenta millones de castañas. La Guerra de los Treinta Años fue la más cruel que se recuerda en Europa. Y duró desde 1618 hasta 1648. Por ejemplo Alemania perdió un tercio de su población.
FELIPE IV Pues esto es lo que encontró Felipe IV a su llegada al trono con 16 años. Felipe IV fue de joven un buen estudiante, culto, amante de la historia, la teología, el derecho, la música y los idiomas. Le atrajeron el arte, el teatro y la poesía, pero no solo como espectador. Sabía pintar y escribir con soltura. El Conde de Olivares, su valido tuvo como primer objetivo la modernización del gobierno y la recuperación del prestigio español. Combatió la corrupción, el tráfico de influencias. Redujo el gasto de la corte, suprimió burocracia excesiva y creó la Junta de Poblamiento, destinada a aumentar la natalidad y redistribuir la población en zonas deshabitadas. La expulsión de los moriscos fue una desgracia para algunas zonas del país.
CONDE DUQUE DE OLIVARES En Europa si la situación era mala, en España era preocupante. Desde finales de la década de 1620 y la década siguiente significó el ocaso del sistema económico monetario de los Austrias españoles. Corría el dinero falso, hubo malas cosechas, capturas de navíos españoles procedentes de América por francesas, holandeses e ingleses, crisis alimentarias, hambrunas, en fin un desastre. Para hacer frente a tal cantidad de circunstancias el valido de Felipe IV, el duque de Olivares trató de poner en práctica su idea de solidaridad entre los reinos de España, la “Unión de Armas”, que pretendía unir un ejército de 140.000 hombres al que cada región aportaría una cuota correspondiente a sus recursos y demografía. Se trataba de repartir equitativamente las cargas que hasta entonces solo la soportaba Castilla ya que era la responsable del manejo de las entradas y salidas de oro y plata de América. Pero el asunto se mostró imposible. Las Cortes de Cataluña y Aragón distaban mucho de permitir la práctica del absolutismo de Felipe IV con sus recursos. El proyecto fue abandonado. No obstante esto fue el germen de las sublevaciones catalanas y portuguesas. Hay que decir que los españoles tenían una preparación cultural más que aceptable, porque en cualquier pueblo de España con más de 500 habitantes había escuelas de gramática (el equivalente a estudios secundarios). A las escuelas de gramática se llegaba con 8 o 9 años, ya sabiendo leer y escribir, y ahí se empezaba a estudiar geografía, filosofía, los autores clásicos, etc. con el latín como asignatura troncal. También se llamaban escuelas de latinidad. Eran unos estudios muy completos, dando por hecho que estamos hablando solo de chicos. De estas escuelas de gramática, a las que no iban las niñas, se salía con 17 años, y de allí ya se pasaba o a la Universidad o a trabajar. Existían 32 Universidades entre mayores y menores y unos 50 Colegios Mayores. Más que cualquier país europeo. Y por eso había mucha demanda de empleo público, en la administración. Esto provocaba que el campo siguiera despoblándose, que no hubiera artesanos, que faltaran criados, etc. Y se pensó en arreglar la situación. Aconsejado por los ministros de la Corte se decidió suprimir las escuelas de gramática en los pueblos y localidades pequeñas. Los jóvenes estaban fuera de las faenas del campo durante parte del día y con la expulsión de los moriscos, que precisamente eran buenos agricultores, se produjo un fuerte descenso de la demanda de estos trabajos a la vez que empobrecían a las familias y además se había despoblado diversas zonas del país. También hay que tener en cuenta que a la educación no se le daba la importancia que se le da hoy. Al contrario, incluso hasta bien entrado el siglo XX en las zonas rurales para muchas familias era importante que el hijo trabajase con el padre o se fuera de casa a buscar trabajo, antes de que estudiara, pues con los estudios no conseguiría trabajo, y las cosas no estaban para perder tiempo, sobre todo los varones. Las hijas mujeres eran una carga, ya que producían poco, incluso en determinados niveles existía la dote, es decir que el padre debía pagar a la familia del novio para que se casara con el prometido de buena familia. Por eso aquel 10 de febrero se firmó la pragmática que ordenaba el cierre de las escuelas de gramática en pueblos y localidades pequeñas. En ciudades y villas se podían mantener, pero quedó prohibido dar estudios de gramática a niños expósitos, huérfanos y desamparados. El objetivo era que, a partir de los 8 o 9 años, los niños se dedicaran a ocupaciones útiles y productivas. O sea, oficios agrícolas y manufactureros, que era lo que se necesitaba. Y lo cierto es que se consiguió. Tampoco se lograron cerrar todas, ya que eso necesitaba un control y poner a disposición de ayuntamientos personal y recursos.

lunes, 2 de septiembre de 2019

GUERRA DE COMUNIDADES CASTELLANAS

Isabel la católica había muerto en 1504 y ya es su testamento dejó ordenado que en caso de que su hija no “pudiera” o no quisiera gobernar, esto pasaría a su marido Fernando. Ya sabemos que esta sucedió así y Fernando dejo el reino de Castilla en manos del Cardenal Cisneros, hasta que su nieto Carlos llegara a la mayoría de edad y viniera a la península. Muerto ya Fernando el católico en 1516, y en 1517 ya Carlos visitó a su madre, encerrada en Tordesillas haciéndose cargo de todos los reinos y territorios hispánicos con el nombre de Carlos I. A comienzo del reinado de Carlos ya empezó a desarrollarse un movimiento de rechazo en Castilla que comenzó con fuerza en 1520 y duró hasta 1522. Los historiadores que han escrito sobre estos hechos no se han puesto de acuerdo ya que unos la señalan como una revuelta anti señorial, y otros como una revolución burguesa, aunque subyacía un descontento de tipo fiscal y económico. Ante la sucesión, en Castilla, se había formado un importante bando a favor del príncipe Fernando (el hermano criado por su abuelo Fernando el católico) y en contra de Carlos; el primero había sido educado en Castilla, mientras que el segundo era considerado un extranjero. A esta situación se añade el desprecio de Chievres, consejero del nuevo rey, hacia los españoles, el reparto de favores y el nombramiento de borgoñones para los cargos de control del poder, así como las fuertes sumas de dinero embarcadas por Chievres hacia los Países Bajos. En todos estos hechos los castellanos entendían que el nuevo rey sacrificaría la hegemonía castellana por una política imperial y dinástica. Fuertes ciudades, como Burgos y Segovia, veían amenazadas sus libertades y su prosperidad económica. Pensaron en una serie de reivindicaciones para que el rey las aceptara, sobre los impuestos y la salida de dinero al extranjero. Estas reivindicaciones hicieron que muchos comenzaran a pensar en la sustitución del rey y convertir las ciudades en ciudades libres a semejanza de Génova y otros territorios italianos.
Cuadro de la Ejecución de los Comuneros Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, el 24 de abril de 1521. Se exhibe en el Congreso de los Diputados. En 1518, el rey Carlos reúne las Cortes en Valladolid para pedir dinero para sufragar sus gastos para obtener la corona de emperador. Encuentra una fuerte oposición: las Cortes plantean la necesidad de que el rey respete las leyes de Castilla y que separe de los centros de poder a los extranjeros. Esta misma oposición encuentra en la Cortes de Aragón y en las de Cataluña. Se pretendía limitar el poder real, poner freno al poder de la nobleza, reducir los impuestos, reducir el gasto público. Realmente era un movimiento de las clases medias. La alta nobleza no estuvo nunca del lado de las Comunidades, pese a que detestaban igualmente a los flamencos y la situación en la que se encontraba el reino. En 1519 Carlos I es elegido emperador del Sacro Imperio. En 1520 se vuelven a reunir las Cortes castellanas en Santiago: el emperador quiere obtener de ellas un nuevo impuesto que le es negado. Ese mismo año en las Cortes de la Coruña presenta su programa imperial. Carlos se marcha sin conseguir el nuevo impuesto y para entonces ya habían empezado las revueltas. Toledo encabeza la rebelión y le siguen el resto de las principales ciudades de Castilla la Vieja. Se forma en Toledo una Junta revolucionaria y se decide que debería estar por encima de las decisiones del rey incluso tomar el control del Estado. Los comuneros moderados fueron replegándose. Madrid se une también al movimiento junto a los capitanes comuneros. En 1520 en Segovia una multitud desoyó las explicaciones de Rodrigo de Tordesillas, procurador en las cortes coruñesas, y terminó por estrangularle en plena calle. El alcalde inició las represalias. La población cerró filas en torno a la Comunidad, erigiéndose Juan Bravo como líder de esta. El alcalde Ronquillo inició entonces un asedio contra la ciudad, por lo que Segovia reclamó ayuda al resto de ciudades rebeldes. Acudieron en su ayuda Toledo y Madrid con el envío de milicias capitaneadas por Juan de Padilla y Juan de Zapata. El fallido asedio de Segovia constituyó el primer gran enfrentamiento entre realistas y rebeldes de las incipientes Comunidades. Medina del Campo, uno de los núcleos comerciales más importantes de la Corona de Castilla, albergaba una importante guarnición de artillería. Tras el estallido en comunidad de Segovia, Rodrigo Ronquillo y Antonio de Fonseca, al mando de las tropas realistas, pusieron rumbo a la villa medinense para apoderarse de la artillería allí estacionada. El corregidor de la villa, accedió a entregar las piezas de artillería a las tropas imperiales, pero no así los vecinos, que se amotinaron en las puertas de acceso a la localidad y reunieron todas las piezas en la plaza, a sabiendas de que si se las entregaban a las tropas imperiales, estas serían utilizadas contra Segovia. Ante la negativa popular, se dio orden de incendiar varias partes de la localidad con el objetivo de dispersar a la multitud congregada en la plaza junto a la artillería, pero esta no se disgregó y permaneció junto a los cañones mientras las llamas avanzaban. Buena parte de la villa resultó destruida. En vista de la situación, los comandantes imperiales dieron la orden de retirada, permitiendo así a los vecinos acudir a sofocar las llamas y evitando que la villa ardiera en su totalidad. El 22 de agosto, el regidor Gil Nieto fue descuartizado en plena calle. Tres son los comuneros destacados: Juan Bravo, de Segovia, fue el que se desplazó a Tordesillas a parlamentar con la reina Juana para recabar su apoyo, que no consiguió. Juan de Padilla, de Toledo, sufrió las rivalidades entre los comuneros que provocaron su sustitución por Pedro de Girón, ante lo cual aquél regresa a Toledo. Cuando Girón deserta en diciembre al bando realista, Padilla vuelve a Valladolid con un nuevo ejército toledano en diciembre de 1520. Sus tropas toman Ampudia y Torrelobatón. Y Francisco Maldonado, de Salamanca acudió al frente de un ejército salmantino compuesto por 200 hombres a caballo y 6.000 peones, a ayudar a Juan de Padilla y al obispo Antonio de Acuña a vencer el 21 de febrero de 1521 a Francés de Beaumont, realista refugiado en Torrelobatón, apresándolo pero respetando su vida. Carlos antes de partir asoció al nuevo al gobierno del regente Adriano de Utrech, al Almirante de Castilla y al Condestable de Castilla, asegurándose con ello el apoyo de la alta nobleza a la causa real. En la comunidad castellana se desarrolla un movimiento antisocial. Tras prácticamente un año de rebelión, se habían reorganizado los partidarios del emperador, la alta nobleza y las tropas imperiales asestaron un golpe casi definitivo a las comuneras en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521. Allí mismo, al día siguiente, tras un simulacro de juicio, se decapitó a los líderes comuneros, Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado. El ejército comunero quedaba descompuesto. Solamente Toledo mantuvo viva su rebeldía, hasta su rendición definitiva en febrero de 1522. Finalmente, tras ser sofocada la revuelta, las Cortes de Castilla presentan un programa al emperador que, tras la aceptación general de Carlos como rey de Castilla, recogía una serie de exigencias: que volviera a Castilla, que excluyera del gobierno del reino a los extranjeros, que contrajera matrimonio para asegurar la sucesión, que convocara las Cortes cada tres años, que redujera los gastos de la Corte y que el impuesto de la Alcabala fuese recaudado por las ciudades. En el siglo XIX se rehabilita la figura de los Comuneros con una imagen romántica frente al absolutismo. En 1976 comienzan a celebrarse manifestaciones en Villalar cada 223 de abril, fecha de la derrota de la batalla. Esto se convirtió en fiesta oficial en 1983 tras la formación de las Comunidades Autónomas, conmemorando la de Castilla-León. El 15 de marzo de 2015 fue inaugurado en Toledo el monumento a Juan de Padilla en la plaza que ocupa el solar en que se levantaban sus casas. De este modo se ponía fin a un anhelo histórico de la ciudad castellana, que había visto cómo hasta en siete ocasiones el intento por erigir este homenaje había fracasado. Toledo recuerda a Juan de Padilla al inaugurar el 15 de marzo de este año el monumento en la plaza que ocupa el solar en que se levantaban sus casas. Juan Bravo tiene su monumento en Segovia desde 1921 y Maldonado solo podemos recordarlo al ver la casa de las Conchas de Salamanca, finca de la familia. De todas formas los tres comuneros figuran en Madrid con sus nombres en calles en una zona céntrica.

CRISTOBAL COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (1)

Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenía...