lunes, 26 de mayo de 2025

SITIO DE CARTAGENA DE INDIAS (1741)

En agosto de 1739 el rey Felipe V decide restaurar  el virreinato de Nueva Granada (que se había incorporado al del Perú en 1723) y nombrar a un militar experimentado como Sebastián Eslava su primer virrey. El nombramiento no se produjo por azar. El almirante británico Edward Vernon acababa de tomar la plaza española de Portobelo, en el istmo de Panamá al mando de una impresionante flota inglesa. Era el primer paso para que los ingleses amenazasen todo el comercio español en el Caribe, siendo el siguiente objetivo lógico Cartagena de Indias.


Es en 1739 cuando Sebastián de Eslava cruza el océano con el cargo de virrey de la recién creada Nueva Granada. Y el teniente general navarro, Eslava, se instaló en Cartagena y no en la capital de la región, Santafé de Bogotá.
Nada más llegar allí, Eslava empezó a preparar junto a sus más directos colaboradores, incluido el general Blas de Lezo, la defensa de Cartagena.
Lo que no se difunde es que en Cartagena no fue Lezo quien comandaba la defensa de las fortificaciones, sino el virrey de Nueva Granada, un hombre culto, decidido y de carácter. Estuvieron enfrentados en muchas ocasiones durante la preparación y el combate. Ambos tenían el grado de teniente general, siendo Lezo de mayor antigüedad y el comandante directo de los buques de la Armada, lo que no quitaba que el virrey Eslava fuera la máxima autoridad en la plaza.


No existía un gobernador militar en la ciudad, por lo que Eslava decidió, y eso le honra, tomar en persona el mando de la defensa al saber que los británicos se dirigían al puerto caribeño, por lo que Blas de Lezo quedó como su subordinado. La mala relación entre ambos privó al Imperio español de una asociación que hubiera sido todavía más desastrosa para los británicos.
A Lezo no le faltaban arrestos para sacar sus barcos de la bahía e ir a batirse con Vernon en mar abierto. Eslava, no obstante, lo convenció para adoptar una estrategia más conservadora pues la diferencia numérica en las flotas era impresionante.
Así pues, la táctica se basó en el desgaste inglés. Eslava sabía que la bahía de Cartagena era una ratonera natural para las fuerzas de Vernon así que se aseguró de que el avance del almirante británico fuera un auténtico vía crucis.
Eslava reparó el Castillo de Bocachica y varios fuertes que protegían el puerto. En el Castillo de San Lázaro puso en marcha una fábrica de munición y carruajes. Se preocupó del suministro de las armas y del entrenamiento de los hombres. Rehabilitó los puestos en Santa Marta, Puerto Cabello y Guaira, también los fuertes de Araya y San Antonio en la provincia de Cumaná y el islote de Caño de Limones y preparó el castillo de San Felipe.

Fortaleza de San Felipe 

El 25 de marzo el jefe de los ingenieros propuso una defensa móvil por las fortalezas exteriores (San Luis de Bocachica, Santa Cruz, Manzanillo, Pastelillo, San Felipe y, en último término, El Arrabal), mientras que Lezo apostaba por una defensa estática y por hundir los pocos barcos españoles a la entrada de la bahía para dificultar la navegación de los barcos británicos. Eslava finalmente ordenó que los barcos no se hundieran, pues se trataba de una operación muy compleja y estéril si no se hacía en el lugar exacto, decisión que el vasco no acató.
Eslava y Lezo optaron por desmontar los cañones de esos navíos españoles para colocarlos como baterías de tierra en los distintos fortines que defendían la bahía. Los marinos, de esta forma, se convirtieron en artilleros e infligieron graves daños a los barcos de Vernon según estos iban pasando junto a los fuertes del Manzanillo, San Felipe y San Luis de Bocachica.
Lezo disponía de 3.000 soldados del ejército regular español, reforzados con 600 arqueros indios del interior y unas 1.000 piezas de artillería y tan solo 3 navíos.
Resultó decisiva la eficacia de los servicios de inteligencia españoles, que consiguieron infiltrar espías en la Corte Londinense y en el Cuartel General del almirante Vernon. El plan general inglés así como el proyecto táctico de la toma de Cartagena de Indias fueron conocidos de antemano en las Cortes Españolas y en Cartagena de Indias.


Monumento a Blas de Lezo en Madrid 

El paso de las semanas derivó en un choque directo entre los mandos españoles. Eslava exigió en su informe a la Corte que cesara al marino por insubordinación y Blas de Lezo no se quedaba corto en el fragmento de su diario que hizo llegar a Madrid al presentar al virrey como un cobarde y un incompetente.

Estatua de Blas de Lezo en Cartagena-Colombia 
La realidad es que el navarro fue herido en combate y que consta su presencia en la primera línea de batalla en momentos críticos. Eslava planeó una defensa en tierra, conocedor de que bastaba con ganar tiempo y dejar que fueran las enfermedades tropicales quienes hicieran el trabajo sucio. Algunos autores hablan de 18.000 bajas entre muertos y heridos en las filas británicas, en su mayoría a causa de enfermedades.
Los cascos hundidos sirvieron de núcleo colector de arena lo que aceleró la formación de la barra, dificultando la navegación.
El esperado ataque inglés se produjo el 15 de marzo de 1741. La flota mandada por el almirante inglés Vernon estaba compuesta por 186 navíos y casi 30.000 hombres. Por poner estas cifras en contexto, la humanidad no volvió a ver una escuadra semejante hasta que los Aliados desembarcaron en las playas de Normandía.
El 15 de marzo de 1740, llegan los primeros buques ingleses a Playa Grande y dos días después fondearon sobre la misma playa 195 navíos. El 19 de marzo, los ingleses continúan sin disparar y estudian el campo de operaciones. 20 de marzo, toda la armada inglesa queda anclada en la Punta de Hicacos, consiguen desembarcar 500 efectivos cerca de la batería de Santiago y el 21 desembarca el resto del contingente británico. En la noche del 20 al 21, los ingleses toman la batería de Varadero y con sus cañones disparan a la de Punta de Abanicos. Los españoles abandonan la batería. El 3 de abril, 18 buques alineados frente a Bocachica inician un terrible bombardeo para romper las defensas de los castillos de San Luis y San José. El 4 y el 5 de abril, los fuertes reciben un intensísimo y prolongado cañoneo. Las murallas del  castillo San Luis se derrumbaron y por la brecha abierta cargaron los ingleses a bayoneta calada  desde tierra. Ante la imposibilidad de resistir, se tocó retirada y durante toda la noche continuó el desembarco enemigo.


Virrey Sebastián Eslava 
Noche del 5 al 6 de abril, Blas de Lezo sitúa los buques Dragón y Conquistador entre los canales del Castillo Grande y Manzanillo con intención de hundirlos.
El 11 de abril, los ingleses toman el castillo de Santa Cruz que previamente había sido abandonado. La situación empeoraba para los españoles
El 13 de abril  a las 9 de la mañana, comenzó el asedio de la ciudad con continuos bombardeos. Simultáneamente otra escuadra asediaba  al fuerte Manzanillo. La situación empezaba a ser desesperada para los españoles, les faltaban alimentos y el enemigo no daba tregua. Iban pasado los días, y el cañoneo inglés no cesaba, era intenso y continuo, mañana, tarde y noche.
Cartagena de Indias fue severamente castigada por la artillería naval inglesa. Vernon estimó que los españoles resistiría dos o tres días más. Los españoles tenían orden de resistir hasta el final no se les permitía ni un paso atrás, habían clavado la bandera e iban a morir allí, defendiendo la ciudad hasta el final. El 16 de abril, a las 4 de la mañana, Vernon decidió que se tomaría Cartagena de Indias al asalto, más de 10.000 hombres desembarcaron por la costa de Jefar, los macheteros jamaicanos, los milicianos americanos y las fuerzas regulares inglesas. Pero las sucesivas ofensivas inglesas se encontraron con trincheras inexpugnables así como con los mosquetes y bayonetas españolas. El 17 de abril, la infantería británica, toman el alto de Popa, a un kilómetro del castillo de San Felipe.
Blas de Lezo  mandó excavar un foso en torno al castillo para que las escalas inglesas se quedasen cortas al intentar tomarlo. Ordenó cavar una trinchera en zigzag, evitando que los cañones ingleses se acercasen demasiado. Les envió dos “desertores” que engañaron y llevaron a la tropa inglesa hasta un flanco de la muralla bien protegido, donde serían masacrados sin piedad.
La noche del 19 al 20 de abril se produjo el definitivo asalto al castillo de San Felipe. Tras  una potente  preparación artillera Vernon intentó asaltar el castillo con unos 10.200 hombres de infantería. Enfrente  tenía la batería de San Lázaro de propio castillo de San Felipe y 1.000 hombres muy motivados.
La sorpresa fue mayúscula, cuando los ingleses comprobaron que sus escalas eran demasiado cortas y no podían escalar las murallas del castillo. Las tropas inglesas no podían atacar ni huir debido al peso del equipo. Aprovechando esta circunstancia, los españoles abrieron fuego contra los británicos, produciéndose una carnicería sin precedentes. Al amanecer, se encontraron con las bayonetas de unos trescientos soldados de los tercios españoles que saltaban sobre ellos desde sus trincheras.
El error del castillo de San Felipe desmoralizó a los ingleses. El orgulloso y engreído Sir Andrew Vernon había sido incapaz de vencer a unos pocos harapientos españoles.
El pánico se apoderó de los ingleses, rompieron sus líneas de combate y huyeron despavoridos tras la última carga española hacia sus barcos.
Desde el 22 al 25 de abril, decrecieron los enfrentamientos. El 26 los ingleses volvieron a bombardear la ciudad. El 9 de mayo, Vernon ordenó la retirada, levantar el asedio y volver a Jamaica. Había fracasado estrepitosamente. Tan sólo acertó a pronunciar, entre dientes, una frase: “God damn you, Lezo!”, (Dios te maldiga, Lezo)
Vernon envío de una última carta a Lezo: “Hemos decidido retirarnos, pero para volver pronto a esta plaza, después de reforzarnos en Jamaica”. A lo que Lezo respondió con ironía: “Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres.”

Busto de Sebastián Eslava  Madrid 


Los ingleses tuvieron 9.500 muertos, 7.500 heridos, perdieron 1.500 cañones y 50 naves. Los españoles sufrieron 800 muertos, 1.200 heridos y perdieron 6 naves.
El asedio y la batalla se ha contado infinidad de veces, porque el arrojo, la valentía y la inteligencia de Blas de Lezo y el virrey Eslava fueron tan determinantes, tan grandes que ha quedado para la historia y los anales de las batallas casi imposibles de ganar. Pero se logró. El fracaso de la Armada inglesa, se mire desde el punto de vista que se mire, fue muy superior al de la Gran Armada de Felipe II.
En un informe que el virrey Eslava envió por Vía Reservada el 1 de junio de 1741 a José Quintana, expuso lo poco útil que fue la estrategia del vasco de hundir los navíos: “Todo el interés de Lezo estaba en hundir sus navíos para que no cayeran en poder del enemigo y resultase él responsable, y pretender tapar con los cascos hundidos los canales por donde Vernon tendría que meter sus barcos; pero hundieron todos los barcos mal, no solo los suyos, sino que hizo hundir además nueve barcos mercantes que había en el puerto, y semejante ruina no sirvió para nada, porque los que debían desfondarlos los abandonaron antes de tiempo y así los buques no se hundieron donde debían sino donde el viento los llevó, de manera que ninguno estorbó para la entrada de Vernon, quien llegó con sus barcos hasta la misma bahía de las Ánimas, el puerto de la ciudad”.


Medalla conmemorativa inglesa, acuñada antes de la batalla

No obstante la victoria de las fuerzas españolas prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX.
El rey Jorge II ordenó a los historiadores ingleses que no se escribiera nada de la derrota. Y así se ocultó a la historia. Incluso antes de la batalla, tan seguros estaban que habían acuñado en Londres un medalla conmemorativa inglesa, que representa a Blas de Lezo con ambas piernas, arrodillado ante Vernon y entregándole su espada. La leyenda dice: "The pride of Spain humbled by Ad. Vernon", es decir, "El orgullo de España humillado por el almirante Vernon".
A pesar de su profundo descrédito, a Vernon a su muerte en 1757 se le decidió enterrar su cuerpo en la Abadía de Westminster, como si fuera un héroe más de los que allí reposan.
Blas de Lezo corrió una suerte diferente. Blas quedó muy mal herido por los combates de Cartagena de Indias, murió cinco meses más tarde víctima de las heridas del combate. Y lo lamentable, nadie sabe dónde está enterrado, murió en Cartagena en septiembre de 1741.
Sebastián de Eslava tras la batalla, Felipe V lo ascendió a capitán general de los Reales Ejércitos en octubre de ese año. En 1754 fue nombrado ministro de la Guerra, cargo que ocupó hasta su muerte
Para los ingleses aquella costosa campaña quedaría como una retirada táctica. Al terminar la guerra del Asiento, en 1748 se retornó al statu quo anterior. La integridad territorial española permaneció como antaño. En 1750 Gran Bretaña renunciaría al Navío de Permiso y al Derecho de Asiento a cambio de 100.000 libras.
A pesar del potencial desplegado en todas sus campañas navales, los resultados fueron magros, por no decir nulos.
Existe un monumento al Almirante Blas de Lezo inaugurado por el entonces rey de España Juan Carlos I, acompañado por el embajador de Colombia del 2014.


Juan Carlos I inaugura el monumento a Blas de Lezo 

También hay una fragata de la Armada Española con el nombre “Blas de Lezo”. Lezo está reivindicado como un héroe no solamente en su defensa de Cartagena de Indias, sino en anteriores batallas.
A Sebastián Eslava se le homenajeó, recién en el año 2020 con un busto cedido al Cuartel General del Ejército en Madrid e inaugurado por el jefe del Estado Mayor del Ejército.
 

domingo, 25 de mayo de 2025

SEXENIO DEMOCRÁTICO Y AMADEO I

Hablamos del Sexenio Democrático al periodo de la historia transcurrido desde el triunfo de la Revolución de septiembre de 1868 hasta el pronunciamiento de diciembre de 1874, que es derrocada la Primer República y que supuso el inicio de la Restauración borbónica.
La revolución conocida como La Gloriosa comienza el 18 de septiembre de 1868 con el pronunciamiento de la Armada en Cádiz, al mando del almirante Juan Bautista Topete y del ejército dirigido por los generales Juan Prim y Francisco Serrano.

General Juan Prim

La reina se exilia a Francia el 30 de septiembre y tres días más tarde el general Serrano lidera el Gobierno provisional, asumiendo la regencia en junio de 1869.
Las Cortes Constituyentes redactan una  nueva Constitución que es aprobada y en sesión extraordinaria de 18 de junio de 1869 nombran Regente del reino al Presidente del Poder ejecutivo Don Francisco Serrano y Domínguez.
La Constitución de 1869 establecía la monarquía dinástica y la base de la soberanía residiendo en el pueblo español. Es decir, se acababa con el absolutismo definitivamente y teníamos otra Constitución de carácter liberal.
Se marca el comienzo de un periodo febril llamado el "Sexenio democrático" (1868-1874), en el que se sucedieron vertiginosamente numerosas fórmulas de gobierno y que desembocarían en la restauración de la monarquía Borbónica.
Asimismo se establecieron diversos mecanismos para impedir la supresión o violación de estos derechos, considerados como inalienables. Tan sólo en la necesidad de preservar la seguridad de Estado sería posible suspenderlos. La Constitución de 1869 fue la más liberal de cuantas se habían promulgado en España. El principio de la soberanía nacional legitimaba la forma de gobierno adoptada, la monarquía parlamentaria. El rey figuraba como monarca constitucional, pero perdía las fuertes atribuciones que le había concedido el sistema moderado. Siguiendo las pautas del derecho británico, el rey reinaba, pero no gobernaba. En sus manos quedaba el derecho de disolución de Cortes.
Un año después de la aprobación de la Constitución, España continuaba sin tener un rey a pesar de que su Carta Magna la definía como un Estado monárquico.
Posteriormente se piensa en cumplir el dictado de la Constitución.
Finalmente Isabel II recién abdicó el 25 de julio de 1870 a favor de su hijo, (Alfonso XII) y se fue a París, donde largó sapos y culebras por la boca.
Por lo que las Cortes, al abdicar la reina ninfómana, (así la llamaban), establecieron una regencia al general Serrano y éste encargó a Prim formar gobierno. 

General Francisco Serrano 

Su tarea era encontrar un príncipe adecuado para la corona de España y lo encontró en la persona de Amadeo de Saboya, que sería elegido rey en el mes de noviembre de 1870. Solo puede pasar en España que sea elegido un rey por votación en un parlamento. Pero así fue. Y como siempre hasta en eso España es diferente, y el rey no tuvo apoyos de casi nadie, ni de la derecha ni de la izquierda ni de su padre. Bueno de éste sí, porque era el padre, políticamente hablando, era Prim, un héroe catalán de la guerra de África.
Las Cortes nombran una comisión para acompañar al rey desde Italia hasta Madrid. A su llegada a Madrid, el 2 de enero de 1871, debe acudir a la basílica de Atocha en la que se halla el fallecido General Prim, que había sido su gran valedor, víctima de un atentado el 27 de diciembre de 1870 en la calle del Turco. A continuación se dirige a las Cortes donde presta juramento a la Constitución y es proclamado Rey de España.
Lo que no puede negarse es que don Amadeo inauguró la primera Monarquía democrática —o la primera democracia coronada— en España; pero, pese a su buena voluntad y a la exquisita corrección con que en todo momento se atuvo a los preceptos constitucionales, nunca pudo contar con la adhesión del país que le tocaba regir.
La primera consecuencia de la muerte de Prim fue la división del Partido Progresista, que él había acaudillado y que constituía, bajo su jefatura, el principal, o el único apoyo de la nueva dinastía. Quedaron enfrentados los herederos políticos del general: Sagasta, a la derecha, y Ruiz Zorrilla, a la izquierda. Por su parte, el general Serrano, duque de la Torre, uno de los “héroes” de La Gloriosa, y jefe de la Unión Liberal, no logró asumir un arbitraje desde su posición de centro. En sucesivas situaciones políticas, Sagasta y Ruiz Zorrilla distaron de formalizar un turnismo solidario como el que sería base, en el futuro, de la Restauración canovista. Ambos buscaron apoyo, para prevalecer políticamente sobre el adversario, en fuerzas políticas adversas al régimen: Ruiz Zorrilla, en los republicanos; Sagasta, en el cada vez más pujante núcleo canovista. El país atravesaba momentos críticos, con dos conflictos armados en su seno: uno, en la misma Península (Tercera Guerra Carlista), otro en Ultramar (Primera Guerra de Cuba).

AMADEO I DE SABOYA 
En cualquier caso, ha quedado para memoria histórica de este reinado la abolición de la esclavitud (de momento, sólo para Puerto Rico, en paz con la metrópoli), debida a Ruiz Zorrilla (21 de diciembre de 1872).
El desánimo de don Amadeo ante las miserias de la pugna política, y ante el comportamiento de los españoles con él y con la Reina, halló lógico desenlace al plantearse el problema creado por el choque de Ruiz Zorrilla, jefe del Gobierno a la sazón, con los oficiales del Arma de Artillería, que en plena guerra civil se negaron a acatar el mando del general Hidalgo de Quintana, primero en el frente vasco-navarro y luego en Cataluña. Dada la responsabilidad de aquél en los luctuosos sucesos del Cuartel de San Gil (1866), que costaron la vida a la oficialidad del mismo. Don Amadeo había ofrecido su mediación, como jefe supremo del Ejército, cerca de los oficiales rebeldes. Pero tras haber asumido esta tarea, con asentimiento del propio Ruiz Zorrilla, se encontró súbitamente con que aquél, sin consultárselo ni comunicárselo, había suprimido de un plumazo el arma de Artillería, presionado por las Cortes como tajante réplica a los oficiales díscolos. Sintiéndose desairado y humillado, amén de desautorizado para ejercer una de sus facultades constitucionales, don Amadeo presentó su renuncia irrevocable de la Corona, para él y para sus sucesores, el 11 de febrero de 1873. Pocos días antes, doña Victoria había dado a luz, en el Palacio Real de Madrid, al tercero de sus hijos, Luis, duque de los Abruzzos.
Al día siguiente de su abdicación, don Amadeo y su esposa, acompañados de sus hijos, partieron en tren para Portugal.
El mismo día que se marchó el rey Amadeo de Saboya se proclama la Primera República Española. 
El 11 de febrero de 1873, reunidos en la Asamblea Nacional, a pesar de que la reunión no era constitucional, se declaró que la República era la forma de gobierno a partir de ese momento.
 
 
 
 

sábado, 24 de mayo de 2025

PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA

En septiembre de 1868 se inicia un agitado período en la historia del siglo XIX español, con el Sexenio revolucionario (1868-1874), a raíz de un pronunciamiento militar que destrona a Isabel II; la Constitución de 1869; la regencia del general Serrano; la monarquía democrática de Amadeo de Saboya y la proclamación de la Primera República.


Todo había comenzado el lunes 11 de febrero de 1873, cuando el diario “La Correspondencia de España” dio la noticia de que el rey Amadeo I de Saboya había abdicado. Inmediatamente los federales se agolparon en las calles de Madrid, pidiendo la proclamación de la República.
La abdicación del rey estuvo motivada por las dificultades a las que tuvo que enfrentarse durante su corto reinado, como la guerra de Cuba, el estallido de la Tercera Guerra Carlista, o la oposición de los monárquicos alfonsinos, que aspiraban a la restauración borbónica.
El 11 de febrero de 1873, las Cortes proclamaron la República como forma de gobierno por 258 votos a favor y 32 en contra. La República surge como una fórmula inédita para aplicar los postulados de la Revolución de 1868. El Partido Radical y el Partido Republicano Federal eran los dos grupos políticos mayoritarios en las Cortes, con intereses contrapuestos: los radicales defendían una república unitaria, mientras que los republicanos eran partidarios de un modelo territorial federal. El 11 de junio, las Cortes proclaman la República federal y de forma inmediata los grupos federalistas provinciales, junto a los anarquistas, forman minúsculas repúblicas autónomas, los cantones, principalmente en Andalucía y la costa mediterránea.


Estanislao Figueras 
En junio, surge la república federal y reformista y al mismo tiempo, desde unas posturas extremistas, la república cantonal.
En once meses, la República tuvo cuatro presidentes. Estanislao Figueras y Francisco Pi y Margall, intentaron realizar algún cambio importante en el devenir de la historia de España. Los dos últimos presidentes, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, representaban una reacción conservadora que, con el apoyo del Ejército, pretendió restablecer el orden, la autoridad y el gobierno frente al movimiento cantonalista.
El primer gobierno de la República tuvo que afrontar una situación económica, social y política muy difícil. En la primera sesión de las Cortes Constituyentes, fue elegido Estanislao Figueras como el primer presidente del Poder Ejecutivo. Tras su caída, Pi y Margall presentó un proyecto ante las Cortes, basado en la necesidad de acabar con la guerra carlista, la separación de la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud y las reformas en favor de las mujeres y los niños trabajadores.


Francisco Pi y Margall
Estanislao Figueras, apenas contó con apoyos sociales ni por parte de la burguesía, que tan solo quería una democratización sin cambios drásticos, ni por parte de los obreros y campesinos, que reclamaban un mejor reparto de tierras y reducción de las jornadas laborales. Fueron numerosas las revueltas que se sucedieron por parte del campesinado en Andalucía y las movilizaciones populares en Cataluña.
En el ámbito internacional, solo Estados Unidos reconoció a la República. Pi y Margall, fue el encargado de redactar un nuevo proyecto de Constitución en 1873, que nunca entró en vigor.
La tensión llegó a su cenit cuando los diputados más radicales abandonaron la Cámara en protesta por las medidas del gobernador civil de Madrid contra el desorden callejero.


Rebeliones Cantonales 
Durante aquellos meses, la República se sintió acosada desde el triple frente de la guerra en Cuba, la contienda contra los carlistas y la lucha contra los cantonalistas. La dimisión de Salmerón llevó a la presidencia a Castelar, defensor de una república unitaria. Consiguió que las Cortes lo invistieran de poderes extraordinarios para combatir el carlismo y el cantonalismo y que se suspendieran sus sesiones. Castelar gobernó mediante decreto, suspendiendo las garantías constitucionales y suprimiendo algunos derechos individuales. En el debate con que se abrieron, Salmerón anunció que retiraba su apoyo por lo que Castelar solicitó un voto de confianza que perdió y presentó la dimisión.
Las tesis del anarquismo ganaban adeptos y se imponían a la corriente marxista. A las protestas se sumaron los desórdenes generados en numerosos puntos de la península desde el mismo momento en que se tuvo conocimiento de la proclamación de la República. En amplias capas de la población, sobre todo en las más desfavorecidas, la idea de república iba unida a la de revolución.


Caricaturas de periodico sobre la República 
La vida de la República transcurrió entre grandes tensiones políticas y sociales. El incipiente movimiento obrero, en sus dos vertientes, marxista y anarquista, no se sintieron ligados a los planteamientos republicanos.
La República fue un sainete, un sindiós y un carajal.
“Las sesiones de las Constituyentes me atraían, y las más de las tardes las pasaba en la tribuna de la prensa, entretenido con el espectáculo de indescriptible confusión que daban los padres de la Patria. El individualismo sin freno, el flujo y reflujo de opiniones, desde las más sesudas a las más extravagantes, y la funesta espontaneidad de tantos oradores, enloquecían al espectador e imposibilitaban las funciones históricas. Días y noches transcurrieron sin que las Cortes dilucidaran en qué forma se había de nombrar Ministerio: si los ministros debían ser elegidos separadamente por el voto de cada diputado, o si era más conveniente autorizar a Figueras o a Pi para presentar la lista del nuevo Gobierno. Acordados y desechados fueron todos los sistemas. Era un juego pueril, que causaría risa si no nos moviese a grandísima pena”.  
Esto lo escribió el grandísimo Pérez Galdós.


Emilio Castelar 
El Partido Republicano llegó al poder dividido entre unitarios y federales y éstos a su vez entre intransigentes y moderados, según el método a emplear para una España federal. Los partidos estaban divididos. La I República marcó, en su corta duración, la culminación de proceso revolucionario del sexenio, en cuanto a los más caracterizados rectores del republicanismo democrático, Figueras, Pi Margal, Castelar, Salmerón y otros, aparecieron como los únicos capaces de materializar los ideales de la revolución de 1868. Desde el 11 de febrero de 1873 el día en que comenzó, hasta el 29 de diciembre de 1874 en que se disolvió, en los veintidós meses que duró, los Gobiernos de la Primera República Española fueron 8 en total, 5 durante la República Federal y otros 3 durante la República Unitaria, A saber:
Gobiernos de la República Federal: Presidencia de Estanislao Figueras (11 de febrero - 11 de junio de 1873). Presidencia de Francisco Pi y Margal (11 de junio - 18 de julio de 1873). Presidencia de Nicolás Salmerón (18 de julio - 7 de septiembre de 1873). Presidencia de Emilio Castelar (7 de septiembre de 1873 - 3 de enero de 1874).
El 9 de marzo de 1873 la Diputación de Barcelona, dominada por los republicanos federales volvía a intentar proclamar el Estado catalán, como ya había hecho el 12 de febrero; y, como en aquella ocasión Pi y Margall desde Madrid les hizo desistir. Tres días después, el 12 de marzo, llegó a Barcelona el propio presidente del Poder Ejecutivo de la República, Estanislao Figueras, para disuadirlos definitivamente.
La I República marcó, en su corta duración, la culminación de proceso revolucionario.


Nicolás Salmerón 
El primer gobierno de Figueras duró quince días. El de Pi y Margal duró un mes. El de Nicolás Salmerón dos meses. El de Emilio Castelar duró cuatro meses. Y la presidencia de Francisco Serrano tuvo tres gobiernos desde enero a diciembre de 1874. Crecida la anarquía por todas partes, Figueras se marchó en secreto a Francia, sin presentar la dimisión. Nicolás Salmerón comenzó a poner sitio a Cartagena donde los cantoneses (insurrección cantonal) se habían apoderado de la escuadra. Como no quiso firmar penas de muerte dimitió duró 51 días.
El 29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez-Campos se pronunció en Sagunto a favor de la restauración en el trono de la monarquía borbónica, en la persona de don Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II. Serrano les ordenó no resistir, y el Gobierno aceptó la decisión sin protestar.
El 31 de diciembre de 1874 se formó el llamado Ministerio-Regencia, presidido por Cánovas del Castillo, a la espera de que el príncipe Alfonso regresara a España desde Inglaterra.
Después del periodo navideño, cuando se reabrieron las Cortes el 2 de enero de 1874 el capitán general de Madrid, Manuel Pavía, tenía preparadas sus tropas para el caso de que Castelar perdiera la votación parlamentaria. En el lado contrario, batallones de Voluntarios de la República estaban preparados para actuar si vencía Castelar.
Nicolás Salmerón anunció que retiraba su apoyo a Castelar. En su discurso acusó a Castelar de haber abandonado la «política republicana.
Hacia las cinco de la madrugada del 3 de enero se votó la cuestión de confianza al gobierno presentada por varios diputados de la derecha en la que Castelar salió derrotado por lo que obligó a este a presentar la dimisión.



General Pavía. 
A las siete menos cinco de la mañana se reanudó la sesión y cuando se estaba iniciando la votación de investidura del nuevo gobierno se supo que las tropas Pavía habían rodeado el edificio del Congreso y el propio general se encontraba en la plaza frente al edificio. Dos ayudantes suyos le entregaron una nota a Salmerón, presidente de las Cortes, que decía: «Desaloje el local». Le dieron cinco minutos de plazo para cumplirla. Salmerón les dijo que le comunicaran a Pavía que estaba atentando contra la soberanía nacional y contra la República y «que el tribunal del pueblo será inexorable contra el autor de semejante crimen». Salmerón informó a los diputados lo que estaba sucediendo a lo que estos respondieron con vivas a la soberanía nacional y mueras a los traidores y a Pavía.
A continuación penetraron en el edificio los soldados del regimiento de Mérida, seguidos por los guardias civiles encargados de la custodia del edificio al mando de coronel Iglesias, que se había pasado al lado de los golpistas. Hubo disparos al aire en los pasillos para que los diputados aceleraran el abandono del hemiciclo. Uno de los últimos en salir fue el todavía presidente del Poder Ejecutivo Emilio Castelar.
Pavía envió un telegrama a los jefes militares de toda España en el que les pedía su apoyo al golpe.
Como Castelar había rehusado el ofrecimiento del general Pavía para que presidiera el «gobierno nacional» que él proponía. ​La presidencia del Poder Ejecutivo de la República la asumió el líder del Partido Constitucional el general Serrano, duque de la Torre, quien se fijó como objetivo prioritario acabar con la rebelión cantonal y con la tercera guerra carlista. Su gobierno estuvo integrado por constitucionalistas, radicales y un republicano unitario.
La Primera República oficialmente continuaría casi otro año más, con el general Serrano al frente. El líder del partido alfonsino Antonio Cánovas del Castillo le comunicó a la reina exiliada Isabel II que “Los principios democráticos están heridos de muerte
Serrano aceptó el cargo de presidente del Poder Ejecutivo de la República, y disolvió las Cortes republicanas en 1874 instaurando una especie de dictadura republicana de concentración con talante conservador. Serrano gobernó apoyado en la Constitución de 1869, que a su vez era la primera Constitución democrática. Serrano acabó con la rebelión cantonal y levantó el sitio de Bilbao en 1874, dejando a los carlistas prácticamente derrotados. Pero la destrucción de las fuerzas políticas republicanas había abierto el camino para la restauración de los Borbones, precipitada en los días finales de diciembre de 1874,
El 9 de enero de 1875 llegó a España el rey Alfonso de Borbón y Borbón y fue proclamado rey ante las Cortes Españolas.

viernes, 23 de mayo de 2025

MUJERES DE LA GENERACIÓN DEL 27.

Coincidieron con una generación de grandes poetas y escritores y también  con una época de cambios revolucionarios. El reconocimiento no fue por igual, pero no es cuestión de buscar culpables, la época en que vivieron era la que era. Ellas tienen el mérito de que siendo mujeres supieron abrirse paso y haber roto moldes en una época muy difícil
Solo una pequeña semblanza de estas personalidades.
 
MARÍA ZAMBRANO ALARCÓN
Málaga, 22 de abril de 1904, murió en Madrid, en febrero de 1991.  Filósofa y ensayista fue  discípula de Xavier Zubiri y colega de José Ortega y Gasset. Su extensa obra, entre el compromiso cívico y el pensamiento poético, no fue reconocida en España hasta el último cuarto del siglo XX, tras un largo exilio. Recibió los galardones literarios, el Premio Príncipe de Asturias en 1981, y el Premio Cervantes en 1988.

CONCHA MÉNDEZ
Nació en Madrid en 1898. Amiga de Luis Buñuel,  de García Lorca y Rafael Alberti, frecuentó reuniones, lecturas poéticas y exposiciones con la joven generación artística de los años treinta. En 1926 publicó su primer libro, "Inquietudes".  En 1932 se casa con el también poeta Manuel Altolaguirre, en cuyos proyectos intervendría.

MARÍA TERESA LEÓN
ue compañera y amiga durante más de cuarenta años del poeta Rafael Alberti. Ella fue una gran escritora, novelista, ensayista, dramaturga y traductora. Escribió libros tan emotivos como su libro de memorias, Memoria de la melancolía.

ERNESTINA DE CHAMPOURCÍN
Fue la mujer de otro poeta Juan José Domenchina secretario durante la guerra de Manuel Azaña.
Gerardo Diego sufrió presiones para no incluirla en la obra antológica “Poesía española contemporánea”. Pero él la incluyó como miembro de su propia generación.

ZENOBIA CAMPRUBÍ AYMAR
una catalana que se casó con , que  no es un poeta considerado de la generación del 27, sí tuvo mucha influencia en esa generación en sus inicios. Se  convirtió desde el primer  momento y hasta su fallecimiento, 40 años después, en compañera inseparable y colaboradora del poeta.
Ya de joven escribía cuentos en castellano y en inglés, y a desarrollar sus dotes literarias.  Interesada por la obra del poeta y pensador indio Rabindranath Tagore, lo  traduce al castellano partiendo de las prosificaciones en inglés que de su obra hiciera el propio Tagore.

ROSA CHACEL
Nació el 3 de junio de 1898 en Valladolid.  En 1915 se matricula en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando para estudiar escultura, materia que abandona en 1918.
Comienza a frecuentar el café Granja del Henar y el Ateneo, donde dará su primera conferencia polémica sobre "La mujer y sus posibilidades". En abril de 1921 se casa con el pintor Timoteo Pérez Rubio. En 1922 se trasladan a vivir a Italia.
En 1930 publica su primera novela, Estación. Ida y vuelta. Tres años después viaja a Berlín por seis meses. En estos años formativos recibe la influencia de Proust y del Joyce de Retrato de un artista adolescente, pero también de Freud y Nietzsche. Entra en el círculo de Ortega y Gasset. Publica en la Revista de Occidente dos relatos, y también en La Gaceta Literaria.
Con la llegada de la Guerra Civil  Pérez Rubio se alista y Chacel firma el Manifiesto de los intelectuales antifascistas. En febrero de 1937 se trasladan a París hasta que en marzo 1939 se mudan a Sudamérica a vivir entre Río de Janeiro y Buenos Aires.

CRISTINA DE ARTEAGA
Era hija del XVII Duque del Infantado, Joaquín de Arteaga y Echagüe Silva y Méndez de Vigo
Nació en Zarauz, Guipúzcoa, en septiembre de 1902. A los 24 años era doctora en Ciencias Históricas. Escribió poesías, libros y artículos de temas históricos y religiosos. Entró en el Monasterio de la Concepción Jerónima de Madrid en 1934, donde profesó en 1936. Fue una gran historiadora y entre otras obras escribió la biografía de su familia “La Casa del Infantado" así como "Una mitra sobre dos mundos"  la del Venerable Don Juan de Palafox y Mendoza. La obra ocupó toda la vida de Sor Cristina de la Cruz Orteaga: desde los 15 años, en que descubrió en su propia casa los legajos inéditos del archivo personal del Venerable, lejano pariente suyo; a la tesis doctoral de 1925, premio extraordinario de la Universidad Central de Madrid.

MARUJA MALLO 
Gallega de nacimiento nació en 1902 y murió en 1995. Fue una pintura surrealista muy comprometida con la República. Considerada de vanguardia interior española.
En la década de los 20 trabaja para varias publicaciones como La Gaceta Literaria, El Almanaque Literario o la Revista de Occidente y realiza portadas de varios libros. Frecuenta a Ortega y Gasset. Colaboró con Alberti, conoció a Miguel Hernández.
Colaboró intensamente con Alberti hasta 1931, quedando constancia de este trabajo conjunto los decorados del drama "Santa Casilda"
Al estallar el conflicto bélico del 36, Maruja Mallo huye a Portugal, donde la recibe Gabriela Mistral, quien en aquel momento era embajadora de Chile en Portugal. Gabriela Mistral, le ayudó a trasladarse a Buenos Aires, recibiendo una invitación de la Asociación de Amigos del Arte, a dar una serie de conferencias sobre la temática popular en la plástica española, "Proceso histórico de la forma en las artes plásticas", en Montevideo y luego en Buenos Aires,  iniciando así su exilio en Argentina que desde 1937, duraría 25 años. Allí siguió pintando, dando clases y cultivando amistades, entre ellas, Pablo Neruda.

MARIA GIL ROËSSET
Nació en Madrid en 1908 y murió en 1932  Fue  escultora, ilustradora, poetisa española, fue una niña prodigio. A los siete años ya mostraba una extraordinaria capacidad para el dibujo.
Gracias a su escultura, Marga Gil, quien se instruyó por sus propios medios, fue aceptada en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de 1930 y de 1932. Su mejor escultura fue el busto de la esposa de Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí. En el ámbito de la ilustración, combinaba modernismo y simbolismo e ilustraba  los cuentos que escribió Consuelo Gil Roësset de Franco, su hermana. Es probablemente uno de los ejemplos más duros y singulares del expresionismo español.
Margarita era admiradora de Zenobia Camprubí, conocida por ser traductora del poeta bengalí Rabindranath Tagore y esposa de Juan Ramón Jiménez. En 1932, en un recital de ópera Margarita y el matrimonio fueron presentados. La escultora quedó enamorada de él. Marga decidió de inmediato hacer un busto de Zenobia. Como era imposible el amor con un hombre casado y Margarita era muy religiosa, decidió suicidarse.

MARGARITA MANSO.
Después de morir su padres cuando aún ella era muy joven, su familia se instaló poco después en Madrid. Acudió a la Academia San Fernando, donde Julio Romero de Torres fue su profesor más destacado.
En dicho recinto educativo la pintora hizo enorme amistad con Maruja Mallo y Alfonso Ponce León (con quien se casó en 1933), sirviendo de fuente inspiradora constante en sus pinturas destacadas.
El sangriento conflicto armado desatado en el año 1933 significó la desaparición pública de las obras de Margarita Manso. En diciembre de ese mismo año se casó con Alfonso Ponce de León, quien era un falangista militante. Este fue secuestrado en la puerta de su domicilio por los franquistas. Durante 1936, la dictadura le quitó todo a Margarita Manso. Su esposo apareció muerto en una cuneta. La musa de la Generación del 27 comenzó a desaparecer. A tal punto, que sus hijos desconocieron las vivencias de su madre adolescente.
 

Quedó así conformada la Generación del 27. El relato de la visita del grupo de amigos al monasterio de Santo Domingo de Silos es muy famoso: como el ingreso era exclusivo para hombres, Maruja Mallo y Margarita Manso decidieron disfrazarse de hombres y así pudieron visitar el cenobio.
“Las Sin Sombrero”. Este ensayo “surrealista” lo ejecutaron Dalí, García Lorca, Manso y Mallo como forma de plantarse ante ciertas normas absurdas. En esa época era impensable acudir a espacios públicos con la cabeza descubierta, pero eso fue exactamente lo ocurrido en La Puerta del Sol de Madrid a principios de 1920. 

DICCIONARIOS DE LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA

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