lunes, 26 de mayo de 2025

SITIO DE CARTAGENA DE INDIAS (1741)

En agosto de 1739 el rey Felipe V decide restaurar  el virreinato de Nueva Granada (que se había incorporado al del Perú en 1723) y nombrar a un militar experimentado como Sebastián Eslava su primer virrey. El nombramiento no se produjo por azar. El almirante británico Edward Vernon acababa de tomar la plaza española de Portobelo, en el istmo de Panamá al mando de una impresionante flota inglesa. Era el primer paso para que los ingleses amenazasen todo el comercio español en el Caribe, siendo el siguiente objetivo lógico Cartagena de Indias.


Es en 1739 cuando Sebastián de Eslava cruza el océano con el cargo de virrey de la recién creada Nueva Granada. Y el teniente general navarro, Eslava, se instaló en Cartagena y no en la capital de la región, Santafé de Bogotá.
Nada más llegar allí, Eslava empezó a preparar junto a sus más directos colaboradores, incluido el general Blas de Lezo, la defensa de Cartagena.
Lo que no se difunde es que en Cartagena no fue Lezo quien comandaba la defensa de las fortificaciones, sino el virrey de Nueva Granada, un hombre culto, decidido y de carácter. Estuvieron enfrentados en muchas ocasiones durante la preparación y el combate. Ambos tenían el grado de teniente general, siendo Lezo de mayor antigüedad y el comandante directo de los buques de la Armada, lo que no quitaba que el virrey Eslava fuera la máxima autoridad en la plaza.


No existía un gobernador militar en la ciudad, por lo que Eslava decidió, y eso le honra, tomar en persona el mando de la defensa al saber que los británicos se dirigían al puerto caribeño, por lo que Blas de Lezo quedó como su subordinado. La mala relación entre ambos privó al Imperio español de una asociación que hubiera sido todavía más desastrosa para los británicos.
A Lezo no le faltaban arrestos para sacar sus barcos de la bahía e ir a batirse con Vernon en mar abierto. Eslava, no obstante, lo convenció para adoptar una estrategia más conservadora pues la diferencia numérica en las flotas era impresionante.
Así pues, la táctica se basó en el desgaste inglés. Eslava sabía que la bahía de Cartagena era una ratonera natural para las fuerzas de Vernon así que se aseguró de que el avance del almirante británico fuera un auténtico vía crucis.
Eslava reparó el Castillo de Bocachica y varios fuertes que protegían el puerto. En el Castillo de San Lázaro puso en marcha una fábrica de munición y carruajes. Se preocupó del suministro de las armas y del entrenamiento de los hombres. Rehabilitó los puestos en Santa Marta, Puerto Cabello y Guaira, también los fuertes de Araya y San Antonio en la provincia de Cumaná y el islote de Caño de Limones y preparó el castillo de San Felipe.

Fortaleza de San Felipe 

El 25 de marzo el jefe de los ingenieros propuso una defensa móvil por las fortalezas exteriores (San Luis de Bocachica, Santa Cruz, Manzanillo, Pastelillo, San Felipe y, en último término, El Arrabal), mientras que Lezo apostaba por una defensa estática y por hundir los pocos barcos españoles a la entrada de la bahía para dificultar la navegación de los barcos británicos. Eslava finalmente ordenó que los barcos no se hundieran, pues se trataba de una operación muy compleja y estéril si no se hacía en el lugar exacto, decisión que el vasco no acató.
Eslava y Lezo optaron por desmontar los cañones de esos navíos españoles para colocarlos como baterías de tierra en los distintos fortines que defendían la bahía. Los marinos, de esta forma, se convirtieron en artilleros e infligieron graves daños a los barcos de Vernon según estos iban pasando junto a los fuertes del Manzanillo, San Felipe y San Luis de Bocachica.
Lezo disponía de 3.000 soldados del ejército regular español, reforzados con 600 arqueros indios del interior y unas 1.000 piezas de artillería y tan solo 3 navíos.
Resultó decisiva la eficacia de los servicios de inteligencia españoles, que consiguieron infiltrar espías en la Corte Londinense y en el Cuartel General del almirante Vernon. El plan general inglés así como el proyecto táctico de la toma de Cartagena de Indias fueron conocidos de antemano en las Cortes Españolas y en Cartagena de Indias.


Monumento a Blas de Lezo en Madrid 

El paso de las semanas derivó en un choque directo entre los mandos españoles. Eslava exigió en su informe a la Corte que cesara al marino por insubordinación y Blas de Lezo no se quedaba corto en el fragmento de su diario que hizo llegar a Madrid al presentar al virrey como un cobarde y un incompetente.

Estatua de Blas de Lezo en Cartagena-Colombia 
La realidad es que el navarro fue herido en combate y que consta su presencia en la primera línea de batalla en momentos críticos. Eslava planeó una defensa en tierra, conocedor de que bastaba con ganar tiempo y dejar que fueran las enfermedades tropicales quienes hicieran el trabajo sucio. Algunos autores hablan de 18.000 bajas entre muertos y heridos en las filas británicas, en su mayoría a causa de enfermedades.
Los cascos hundidos sirvieron de núcleo colector de arena lo que aceleró la formación de la barra, dificultando la navegación.
El esperado ataque inglés se produjo el 15 de marzo de 1741. La flota mandada por el almirante inglés Vernon estaba compuesta por 186 navíos y casi 30.000 hombres. Por poner estas cifras en contexto, la humanidad no volvió a ver una escuadra semejante hasta que los Aliados desembarcaron en las playas de Normandía.
El 15 de marzo de 1740, llegan los primeros buques ingleses a Playa Grande y dos días después fondearon sobre la misma playa 195 navíos. El 19 de marzo, los ingleses continúan sin disparar y estudian el campo de operaciones. 20 de marzo, toda la armada inglesa queda anclada en la Punta de Hicacos, consiguen desembarcar 500 efectivos cerca de la batería de Santiago y el 21 desembarca el resto del contingente británico. En la noche del 20 al 21, los ingleses toman la batería de Varadero y con sus cañones disparan a la de Punta de Abanicos. Los españoles abandonan la batería. El 3 de abril, 18 buques alineados frente a Bocachica inician un terrible bombardeo para romper las defensas de los castillos de San Luis y San José. El 4 y el 5 de abril, los fuertes reciben un intensísimo y prolongado cañoneo. Las murallas del  castillo San Luis se derrumbaron y por la brecha abierta cargaron los ingleses a bayoneta calada  desde tierra. Ante la imposibilidad de resistir, se tocó retirada y durante toda la noche continuó el desembarco enemigo.


Virrey Sebastián Eslava 
Noche del 5 al 6 de abril, Blas de Lezo sitúa los buques Dragón y Conquistador entre los canales del Castillo Grande y Manzanillo con intención de hundirlos.
El 11 de abril, los ingleses toman el castillo de Santa Cruz que previamente había sido abandonado. La situación empeoraba para los españoles
El 13 de abril  a las 9 de la mañana, comenzó el asedio de la ciudad con continuos bombardeos. Simultáneamente otra escuadra asediaba  al fuerte Manzanillo. La situación empezaba a ser desesperada para los españoles, les faltaban alimentos y el enemigo no daba tregua. Iban pasado los días, y el cañoneo inglés no cesaba, era intenso y continuo, mañana, tarde y noche.
Cartagena de Indias fue severamente castigada por la artillería naval inglesa. Vernon estimó que los españoles resistiría dos o tres días más. Los españoles tenían orden de resistir hasta el final no se les permitía ni un paso atrás, habían clavado la bandera e iban a morir allí, defendiendo la ciudad hasta el final. El 16 de abril, a las 4 de la mañana, Vernon decidió que se tomaría Cartagena de Indias al asalto, más de 10.000 hombres desembarcaron por la costa de Jefar, los macheteros jamaicanos, los milicianos americanos y las fuerzas regulares inglesas. Pero las sucesivas ofensivas inglesas se encontraron con trincheras inexpugnables así como con los mosquetes y bayonetas españolas. El 17 de abril, la infantería británica, toman el alto de Popa, a un kilómetro del castillo de San Felipe.
Blas de Lezo  mandó excavar un foso en torno al castillo para que las escalas inglesas se quedasen cortas al intentar tomarlo. Ordenó cavar una trinchera en zigzag, evitando que los cañones ingleses se acercasen demasiado. Les envió dos “desertores” que engañaron y llevaron a la tropa inglesa hasta un flanco de la muralla bien protegido, donde serían masacrados sin piedad.
La noche del 19 al 20 de abril se produjo el definitivo asalto al castillo de San Felipe. Tras  una potente  preparación artillera Vernon intentó asaltar el castillo con unos 10.200 hombres de infantería. Enfrente  tenía la batería de San Lázaro de propio castillo de San Felipe y 1.000 hombres muy motivados.
La sorpresa fue mayúscula, cuando los ingleses comprobaron que sus escalas eran demasiado cortas y no podían escalar las murallas del castillo. Las tropas inglesas no podían atacar ni huir debido al peso del equipo. Aprovechando esta circunstancia, los españoles abrieron fuego contra los británicos, produciéndose una carnicería sin precedentes. Al amanecer, se encontraron con las bayonetas de unos trescientos soldados de los tercios españoles que saltaban sobre ellos desde sus trincheras.
El error del castillo de San Felipe desmoralizó a los ingleses. El orgulloso y engreído Sir Andrew Vernon había sido incapaz de vencer a unos pocos harapientos españoles.
El pánico se apoderó de los ingleses, rompieron sus líneas de combate y huyeron despavoridos tras la última carga española hacia sus barcos.
Desde el 22 al 25 de abril, decrecieron los enfrentamientos. El 26 los ingleses volvieron a bombardear la ciudad. El 9 de mayo, Vernon ordenó la retirada, levantar el asedio y volver a Jamaica. Había fracasado estrepitosamente. Tan sólo acertó a pronunciar, entre dientes, una frase: “God damn you, Lezo!”, (Dios te maldiga, Lezo)
Vernon envío de una última carta a Lezo: “Hemos decidido retirarnos, pero para volver pronto a esta plaza, después de reforzarnos en Jamaica”. A lo que Lezo respondió con ironía: “Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres.”

Busto de Sebastián Eslava  Madrid 


Los ingleses tuvieron 9.500 muertos, 7.500 heridos, perdieron 1.500 cañones y 50 naves. Los españoles sufrieron 800 muertos, 1.200 heridos y perdieron 6 naves.
El asedio y la batalla se ha contado infinidad de veces, porque el arrojo, la valentía y la inteligencia de Blas de Lezo y el virrey Eslava fueron tan determinantes, tan grandes que ha quedado para la historia y los anales de las batallas casi imposibles de ganar. Pero se logró. El fracaso de la Armada inglesa, se mire desde el punto de vista que se mire, fue muy superior al de la Gran Armada de Felipe II.
En un informe que el virrey Eslava envió por Vía Reservada el 1 de junio de 1741 a José Quintana, expuso lo poco útil que fue la estrategia del vasco de hundir los navíos: “Todo el interés de Lezo estaba en hundir sus navíos para que no cayeran en poder del enemigo y resultase él responsable, y pretender tapar con los cascos hundidos los canales por donde Vernon tendría que meter sus barcos; pero hundieron todos los barcos mal, no solo los suyos, sino que hizo hundir además nueve barcos mercantes que había en el puerto, y semejante ruina no sirvió para nada, porque los que debían desfondarlos los abandonaron antes de tiempo y así los buques no se hundieron donde debían sino donde el viento los llevó, de manera que ninguno estorbó para la entrada de Vernon, quien llegó con sus barcos hasta la misma bahía de las Ánimas, el puerto de la ciudad”.


Medalla conmemorativa inglesa, acuñada antes de la batalla

No obstante la victoria de las fuerzas españolas prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX.
El rey Jorge II ordenó a los historiadores ingleses que no se escribiera nada de la derrota. Y así se ocultó a la historia. Incluso antes de la batalla, tan seguros estaban que habían acuñado en Londres un medalla conmemorativa inglesa, que representa a Blas de Lezo con ambas piernas, arrodillado ante Vernon y entregándole su espada. La leyenda dice: "The pride of Spain humbled by Ad. Vernon", es decir, "El orgullo de España humillado por el almirante Vernon".
A pesar de su profundo descrédito, a Vernon a su muerte en 1757 se le decidió enterrar su cuerpo en la Abadía de Westminster, como si fuera un héroe más de los que allí reposan.
Blas de Lezo corrió una suerte diferente. Blas quedó muy mal herido por los combates de Cartagena de Indias, murió cinco meses más tarde víctima de las heridas del combate. Y lo lamentable, nadie sabe dónde está enterrado, murió en Cartagena en septiembre de 1741.
Sebastián de Eslava tras la batalla, Felipe V lo ascendió a capitán general de los Reales Ejércitos en octubre de ese año. En 1754 fue nombrado ministro de la Guerra, cargo que ocupó hasta su muerte
Para los ingleses aquella costosa campaña quedaría como una retirada táctica. Al terminar la guerra del Asiento, en 1748 se retornó al statu quo anterior. La integridad territorial española permaneció como antaño. En 1750 Gran Bretaña renunciaría al Navío de Permiso y al Derecho de Asiento a cambio de 100.000 libras.
A pesar del potencial desplegado en todas sus campañas navales, los resultados fueron magros, por no decir nulos.
Existe un monumento al Almirante Blas de Lezo inaugurado por el entonces rey de España Juan Carlos I, acompañado por el embajador de Colombia del 2014.


Juan Carlos I inaugura el monumento a Blas de Lezo 

También hay una fragata de la Armada Española con el nombre “Blas de Lezo”. Lezo está reivindicado como un héroe no solamente en su defensa de Cartagena de Indias, sino en anteriores batallas.
A Sebastián Eslava se le homenajeó, recién en el año 2020 con un busto cedido al Cuartel General del Ejército en Madrid e inaugurado por el jefe del Estado Mayor del Ejército.
 

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