lunes, 7 de julio de 2025

CATEDRAL DE SANTA MARÍA DE MEDIAVILLA – TERUEL

La Catedral es Patrimonio de la Humanidad. La singularidad del edificio motivó que en 1931 fuera declarado Monumento Histórico-Artístico, y en 2004 Bien de Interés Cultural. Pero sin duda el mayor orgullo para los turolenses es la mención de Patrimonio de la Humanidad, con el que la UNESCO declaró la Torre, el Cimborrio, la Techumbre, y el resto del Patrimonio Mudéjar de la Ciudad en el año 1986.

En 1096 se reconquista Huesca, en 1118 Zaragoza, al año siguiente Tarazona y Tudela y en 1120 se anexiona Calatayud y Daroca. Sin embargo, pasará algún tiempo hasta que se construyan los primeros edificios mudéjares. Los monarcas aragoneses muestran una clara voluntad de implantar en estos territorios recién ganados al Islam el arte occidental del momento. Pero van a chocar con dos carencias: la escasez de piedra en la zona del Valle del Ebro, y el hecho de que no tienen mano de obra cualificada para el trabajo de cantería. 

Los primeros monumentos mudéjares datan de mediados del s. XIII y se encuentran en Daroca y en Teruel. El esplendor de Teruel tiene lugar entre finales del s. XIII y mediados del s. XIV. Esta riqueza contribuye y explica el esplendor arquitectónico que la ciudad conoce en estos tiempos. El título de ciudad le fue concedido en 1347 por Pedro IV el Ceremonioso. 
La catedral es la principal representación del arte mudéjar de la ciudad de Teruel y posiblemente de Aragón, junto con la Seo de Zaragoza y la Catedral de Tarazona. Fue antiguamente la parroquia de Santa María de Mediavilla. En 1423, el pontífice aragonés Benedicto XIII (más conocido como el Papa Luna) la ascendió al rango de colegiata, y posteriormente en el año 1587 fue elevada a catedral.

Su construcción se inició en 1171 y se finalizó en 1257 con la torre mudéjar. A mitad del siglo XIII, bajo la supervisión del maestro morisco Juzaff, se procede a elevar las naves laterales. Tras su paso a colegiata, se pintará la techumbre en su nave central, se luce y decora el crucero y los nuevos ábsides mudéjares, obra del maestro Yucaf de Huzmel.
En 1537 se encarga de las trazas del nuevo cimborrio mudéjar. Por último, a principios del siglo XVIII se comenzará la construcción de la girola.
Anterior a la Catedral, existió la Iglesia de Santa María, construida en el siglo XII junto a la torre. Se componía de tres naves de arquitectura románica en sus inicios.


Es en la nave central donde nos encontramos el elemento más impresionante de la iglesia, la cubierta de madera. Posee una estructura de armadura de par y nudillo única en Teruel y es considerada como la Capilla Sixtina del arte mudéjar. Sus piezas visibles están decoradas con una mezcla de la tradición ornamental islámica (vegetales, geométricos o epígrafes) y elementos de tradición ornamental occidental, como los figurativos, angelitos, caballeros, nobles, reyes o santos.
El Cimborrio de la Catedral de Teruel es uno de los tres, junto a La Seo de Zaragoza y la Catedral de Tarazona, que conserva el estilo mudéjar en Aragón. Fue realizado en 1538 por el maestro Martín de Montalbán. 
 
El aspecto exterior del cimborrio tiene forma de prisma octogonal con contrafuertes en los ángulos y grandes ventanas entre ellos. En la parte inferior nos encontramos más ventanas enmarcadas en arcos de descarga de medio punto adornadas con un medallón en la parte superior con figuras de cabezas humanas de corte renacentista. En la parte superior, los paños que bordean los ventanales en la parte alta están cubiertos por un friso de cruces en forma de rombos.


viernes, 4 de julio de 2025

BATALLA DE LEPANTO

El recuerdo de la batalla de Lepanto del 7 de octubre de 1571 parece que no tiene mucho interés entre los responsables de hoy. Tan solo la Armada conmemora el aniversario de la batalla de Lepanto. Se asistirá en el buque Juan Carlos I por autoridades de la Armada Española. De autoridades políticas no se sabrá nada. Otra bofetada a la historia de España.

Un entrañable recuerdo a todos aquellos que lucharon por una causa justa. Don Juan de Austria, Barbarigo, Juan Andrea Doria, Álvaro de Bazán, Lope de Figueroa, Sebastián Veniero, Alejandro Farnesio, Juan de Cardona, Colonna, Luis de Requesens, Miguel de Cervantes, y otros y otros valientes que dieron todo por su justa causa, Dios los tenga en su seno, por siempre orgullosos!!!
En 1971 me encontraba yo en el puerto de Barcelona y entré en un enorme local donde había un gran diorama, libros y folletos narrando la batalla de Lepanto, de la cual se cumplían 400 años. 
Más adelante supe que fue una de las más grandes batallas de la Historia de la humanidad.  El Turco toma Chipre y amenaza a España. La decisión del sultán de intervenir en la rebelión de los moriscos de las Alpujarras, y su clara amenaza sobre la cuenca occidental del Mediterráneo después que sus escuadras recuperaron la plaza de Túnez, presagiaban una amenaza directa por el Mediterráneo contra España desde donde los turcos pretendían conquistar otra vez a Europa, como hicieron sus mayores en tiempos don Rodrigo el rey visigodo de Hispania en el 711. Al asegurarse tan importante base como era Túnez, el Turco pretendía sin la menor duda, la destrucción de la escuadra española. En época de Selím II, los otomanos construyeron una poderosa escuadra con la que estaban seguros de aniquilar a la española. Incrementaron el número de los jenízaros, hijos de esclavas cristianas en su mayoría, con los que se instituyó una verdadera nobleza militar ansiosa de dar su sangre por su señor y su fe. Todo el mar se llenó con su nuevo terror.

Cuesta creer hoy día que las tranquilas aguas del mar Mediterráneo fueran en otro tiempo escenario de asedios, batallas y guerras. El papa Pío V solicitó a España y Venecia la creación de una alianza militar con los Estados Pontificios con el objetivo de frenar la expansión otomana en el Mediterráneo. En 1571, Madrid, Venecia y Roma crearon la Santa Liga. Esto no detuvo a los turcos que sin temor a las consecuencias, iniciaron el asedio a Chipre. Esto colmó la paciencia y la flota de la nueva y flamante "Santa Liga" decidió iniciar los preparativos para acabar de una vez por todas con sus enemigos de la media luna. En 1571, los buques de la Santa Liga y la armada turca mantuvieron uno de los combates marítimos más grandes de la historia. La Batalla de Lepanto. La Santa Liga juntó una de las mayores flotas que han surcado los mares.  Además, entre las tropas de la Santa Liga destacaban los famosos Tercios, que esos primero mataban y después preguntaban, si acaso. Felipe II había ordenado el embarque de unas 40 compañías procedentes de cuatro Tercios distintos. En total, la Santa Liga sumaba unos 90.000 hombres, entre soldados, marineros y remeros. En cuanto a la armada del Imperio Otomano, el número de hombres era muy similar, y entre sus soldados sobresalían los temidos jenízaros (cristianos que, tras ser capturados de pequeños, se convertían al islam y eran educados para la guerra, como los yhaidistas de ahora) El buque más utilizado era una galeaza que se trataba de un barco cuya función principal consistía en servir de plataforma para la lucha cuerpo a cuerpo. El uso de las Galeazas fue determinante para los cristianos.
Así, con las tropas preparadas para asestar el golpe definitivo a los turcos, la flota partió hacia Grecia. El grupo, formado en su mayoría por buques españoles, estaba dirigido de manera general por Don Juan de Austria. 

JUAN DE AUSTRIA 
No obstante, cada nación aportó además un capitán para su facción. Tan sólo unos pocos días después de partir, el 7 de octubre, ambas armadas se encontraron cerca del Golfo de Lepanto dando lugar a lo que sería una de las batallas más sangrientas de la historia. Durante la mañana, y con la extraña calma que suele preceder a la amarga batalla, ambas escuadras finalizaron su despliegue. En el bando español el centro estaba regido por "La Real", la nave de Don Juan de Austria. En el flanco izquierdo, se situaba amenazante el veneciano Agostino Barbarigo, a quién se le dieron órdenes de impedir que el enemigo les envolviera. Finalmente, el ala derecha estuvo regida por Juan Andrea Doria, genovés al servicio de España, y por último, el español Álvaro de Bazán, seguramente el mejor marino que ha nacido en nuestro país, y tenía bajo su responsabilidad las galeras de la reserva, que debían socorrer un frente u otro.
 
ÁLVARO DE BAZÁN 

Ninguno de los líderes sabía era que, en una de las galeras cristianas se hallaba, espada en mano, un joven literato que no superaba los 24 años: Miguel de Cervantes.
Después de que se arbolaran los crucifijos y estandartes y los sacerdotes absolvieran a los soldados por si morían en combate, los remeros comenzaron a sacar las palas. Desde La Real, un grito, el de don Juan de Austria, ahuyentó el miedo de los marinos: "Hijos, a morir hemos venido, o a vencer si el cielo lo dispone". La situación no era mejor en el flanco contrario, donde Uluch Alí había conseguido atravesar la línea cristiana haciendo uso de una estratagema que alejó el ala derecha cristiana de la batalla. Por suerte, la escuadra de reserva acudió a socorrer el centro de La Santa Liga. No obstante, no llegó lo suficientemente rápido como para salvar a varias galeras cristianas cuyos ocupantes fueron pasados a cuchillo sin piedad. A partir de ese momento rindió la anarquía entre las diferentes naves, que trataban de resistir, junto al buque aliado más cercano, la acometida del enemigo. En este momento de incertidumbre, el joven Cervantes recibió varios disparos, uno de los cuales le alcanzó en la mano izquierda, dejándosela inútil para siempre. Por suerte, el posteriormente conocido como "El manco de Lepanto" pudo seguir escribiendo durante años con su brazo derecho.

CERVANTES EN LA BATALLA DE LEPANTO 

En esta situación, cuando la batalla se encontraba en el momento más decisivo, un disparo de arcabuz mató a Alí Pachá, lo que provocó el desmoronamiento de la resistencia a bordo de la Sultana. El estandarte musulmán fue arriado, al tiempo que los gritos de victoria en las filas cristianas iban pasando de una galera a otra. El pescado estaba vendido. La batalla de Lepanto fue una matanza terrible, sin precedentes, pero sirvió para demostrar que el esfuerzo conjunto de las naciones cristianas podía frenar el avance del Imperio Otomano. Entre 25.000 y 30.000 otomanos murieron en la batalla. A pesar de la gran derrota, el Imperio Otomano volvería a planta batalla tan sólo tres años más tarde, cuando consiguió conquistar Túnez a los españoles. A su vez, en 1574, Venecia firmó en secreto la paz con el sultán, rompiendo la Santa Liga y traicionando a España y al Papa. De esta forma, y aunque el pacto le ofrecía ventajas comerciales, también obligaba a esta república a pagar un tributo a Estambul y renunciar a Chipre. La paz era humillante para Venecia, pero, al fin y al cabo, era una república de mercaderes y prefería garantizar la seguridad de sus intercambios comerciales con Oriente antes que seguir aventurándose en inciertas campañas militares. Así pues, España volvía a estar sola en su lucha contra el expansionismo otomano, lo que parecía anunciar nuevas e inevitables guerras. Sin embargo, el conflicto entre ambos imperios sólo duró hasta 1577. 

ALÍ PASHÁ
Las galeras del sultán se pudrieron en los puertos y nunca más volvieron a suponer una amenaza para la seguridad de los estados cristianos del Mediterráneo. La derrota para el imperio Otomano supuso el final de su expansión hacia Occidente, su freno en Europa, donde llegó hasta Viena de donde saldrá derrotado un siglo más tarde, su cambió de teatro al Indico, donde hizo sufrir de los lindo a los portugueses, lo que contribuirá a la unión de los reinos peninsulares.
No obstante, lo que no sabían todos aquellos soldados es que no sólo habían aplastado a la gran flota otomana que amenazaba el Mediterráneo, sino que también se habían ganado, a base de cañonazo y mandoble, un hueco en los libros de historia.
El propio Felipe II señaló que había arriesgado demasiado. De haber perdido, Europa no sería después lo que ha sido.

jueves, 3 de julio de 2025

EL AZOTE DE BOLÍVAR - JOSÉ TOMÁS BOVES

 

Generalmente en Sudamérica se entiende por “ejército realista” a las tropas llegadas desde España a combatir contra los emancipadores americanos. Nada más lejos de la realidad. Sólo por poner un ejemplo, en la gran batalla de Ayacucho, que significó el final y definitivo dominio de España en América del Sur, acaecido el 9 de diciembre de 1824, de todos los soldados del ejército realista, solo 900 eran nacidos en España. ¿Y el resto? Las unidades se formaban por tropas originarias americanas, y su componente social y étnico era el reflejo de su población local. Los oficiales y suboficiales del Ejército Real del Perú hablaban en la lengua quechua o aimará para dirigir a las tropas amerindias ya que la inmensa mayoría sólo hablaban su lengua nativa por lo cual los oficiales debían conocerla para poder dirigirlos. 

EJÉRCITO LLANERO
Los hombres identificados con las múltiples castas de amerindios mestizos (cholos), o de negros mestizos (mulatos o pardos), junto con negros esclavos liberados fueron el grueso de la tropa realista dependiendo del predominio étnico en la población. De otra parte, por su movilidad geográfica y por su instrucción, las tropas americanas se podían dividir en unidades de milicias y unidades veteranas. Mirado de otra forma las guerras de emancipación americana realmente fue una gran guerra civil en el continente. 
“El León de los Llanos” como fue conocido Boves, fue un militar español, comandante del Ejército Real de Barlovento y caudillo de los "llaneros" en el transcurso de la Guerra de Independencia de Venezuela durante la Segunda República (1813-1814). Boves, tan cruel y astuto como carismático y valiente, tuvo una breve pero destacada carrera militar desde su reclutamiento el 20 de mayo de 1812 hasta su muerte el 5 de diciembre de 1814. El prototipo de caudillo popular de aquellos tiempos. Comprendiendo los sentimientos de rechazo por abusos y explotación que recibían las clases bajas por parte de los criollos, (hijos de españoles nacidos en América), consiguió reunir todo un ejército muy ofensivo contra las tropas de los independentistas de España. Nótese que las clases populares preferían los virreinatos españoles que a las posibles repúblicas venideras. Boves nunca gobernó un país ya que murió en combate.  Había pertenecido a la Real Armada Española.

JOSÉ T. BOVES
En América no fue bien recibido por los criollos y congenió con el pueblo llanero formado por negros, mulatos, mestizos e indios a los que trataba como iguales y por lo que ellos empezaron a llamarle Taita, (padre). Idealista rebelde y militar, al fin y al cabo, fue reconocido como un peligro. Por ello fue acusado de traidor y sentenciado a muerte en San Carlos. Su pulpería (tienda de comestibles) fue saqueada y quemada y su mujer asesinada delante de su hijo. Boves decidió entonces unirse al ejército del canario Domingo de Monteverde.
Este militar había entrado en la capital venezolana y la Primera República quedaba liquidada. Simón Bolívar encabezó entonces un ejército gracias al apoyo de las Provincias Unidas de Nueva Granada e iniciaron una impresionante ofensiva militar con el objetivo de recuperar Venezuela.

SIMÓN BOLÍVAR 
Según informes de la Real Audiencia de Caracas Boves llegó luego a reunir veinte mil lanzas llaneras. Castigaba con dureza a los desertores, imponía una férrea disciplina y vivía igual que sus hombres. Sus tropas, aunque inicialmente actuaron como montoneras que obligaban a sus enemigos a dispersarse por la región, llegado cierto punto actuaron como un ejército capaz de vencer a tropas regulares en batallas campales. Bolívar logró entrar en Caracas y se proclamó la Segunda República. La dura represión de los republicanos contra los habitantes de Los Llanos. La captura de esclavos fugitivos de las plantaciones y otras represiones crueles hicieron que se dieran numerosos casos en que peones y esclavos reclutados a la fuerza en la costa desertaban y se sumaban a las huestes llaneras. Estas acciones supusieron el completo rechazo de la población llanera a la naciente república.
Por fin, el día 1 de noviembre de 1812 se publicó un bando llamando a tomar las armas contra los mantuanos (blanco criollo perteneciente a la aristocracia) en nombre de “el Rey, la Religión y la Santa Causa”. Se inicia de esta forma un periodo de una guerra brutal en Venezuela. 
Aprovechando que Bolívar estaba ausente, Boves fue aniquilando a su paso a los enemigos, tratando de llegar a Valencia y Caracas. No consiguió romper la defensa y pagó con la muerte de muchos hombres. Logró entrar a caballo en la mansión de la familia Bolívar y grabó su nombre en la puerta del vestíbulo con un cuchillo. La infantería llanera, que estaba a cargo del asalto de las ciudades, había resultado aniquilada.

LLANEROS 
Bolívar, temeroso de que los prisioneros pudieran alzarse en armas para sumarse a Boves, ordenó la matanza de 1.253 monárquicos que se encontraban en las cárceles de Caracas y el hospital. Las ejecuciones se daban en la mañana y el atardecer en la Plaza de Armas quedaban los cadáveres cubiertos de sangre y restos humanos como ejemplo.
Por lo general los prisioneros eran apuñalados para ahorrar municiones, los más afortunados simplemente terminaban degollados. También a los prisioneros se les obligaba a llevar el haz de leña con que quemarían su propio cadáver.
Ambos bandos agotaron sus municiones, el comandante realista se retiró con 3.000 sobrevivientes por región llanera con como del apoyo de la población.
La rivalidad entre el Libertador-Dictador del Occidente (Bolívar) y el Libertador-Dictador del Oriente (Mariño) era manifiesta. El historiador José Manuel Restrepo estimó en 3.000 combatientes por bando al llegar el enfrentamiento decisivo en la sabana de Carabobo.(No confundir con la importante batalla de Carabobo en 1821).
La batalla se libró el 28 de mayo de 1814. El ejército realista asumió una postura defensiva. Bolívar atacó y la victoria republicana parecía decisiva. Bolívar dependía del apoyo de sus oficiales y soldados ya que el grueso del pueblo seguía siendo realista, debido a ello decidió dejar satisfechos a sus lugartenientes dándoles mandos independientes. Acababa de cometer el error de subestimar al caudillo de los Llanos.
Bolívar consideraba que un día podría ser virrey. Mariño marchó solo a enfrentarse a Boves. Llegó Bolívar con los refuerzos, viendo el campo de batalla y sabedor de la anterior victoria de Boves en el mismo lugar dio órdenes de comenzar la retirada a un sitio más seguro. Boves sorprendió con más de mil quinientos jinetes cada una desde distintas posiciones. Los republicanos huyeron aterrorizados y su caballería fue aniquilada rápidamente.
Bolívar y Mariño habían sido vencidos y escaparon. La derrota significó la condena de la Segunda República. Boves, no obstante, no marchó inmediatamente sobre Caracas. 
Boves llegó a Valencia. Ordenó el ataque contra la ciudad pero fracasó al principio y en un nuevo ataque que consiguió la rendición. 
Nueve días más tarde entraba Boves a Caracas, iniciándose tiempo después la persecución de aquellos involucrados en las matanzas de españoles.
Era el amo absoluto de los Llanos, y menos de 160 hombres eran europeos. Supo ganar para su causa el resentimiento social de la masa de negros, indios y pardos identificando a los republicanos con los blancos propietarios, dándoles una justificación para sus matanzas. No era demagogia, habían sido los blancos ricos e imbuidos por las ideas de la Ilustración los que habían iniciado la guerra. Desde su punto de vista, el poder real era visto por buena parte de la población como un control lejano del poder de las élites locales en defensa de los pequeños burgueses y gentes de color. En el caso específico de los llaneros, el poder real era un freno para las ambiciones de los comerciantes y terratenientes caraqueños deseosos de usurparles sus tierras, acabando así con su modo de vida tradicional.
A pesar de lo decisiva de la victoria por ser destruido el último ejército revolucionario en Venezuela, se produce también otro suceso: el precio a pagar por los realistas fue la muerte de su carismático comandante, José Tomás Boves, el 5 de diciembre de 1814. 
Como otros caudillos apoyaba su poder en el prestigio conseguido por sus victorias gozando de un poder personalista, autoritario y arbitrario que podía volverlo un déspota para algunos y un salvador para otros. 
Tras la invasión francesa de 1808 en la península se había producido un desorden institucional en los virreinatos. Las consecuencias fueron la guerra civil, la insurrección popular de los marginados y finalmente, los gobiernos personalistas, primero Monteverde y luego, en forma más acuciada, de Boves. Algo que heredaron los gobiernos independentistas y decimonónicos.
El caudillismo surgió en Venezuela como consecuencia de la anarquía reinante en las etapas finales de la Primera República, sobre todo en aquellas áreas de dominio republicano (1812).
La situación era pavorosa en Venezuela. Economía arruinada por la guerra, un terremoto, despoblación de provincias enteras, emigración, fuga de capitales, hambruna y malas políticas de la tiranía. Bolívar jamás aplicó la Constitución de Cádiz: solo su ley de conquista y represión. Un método para financiar la guerra eran los bienes de los españoles asesinados que se repartieron entre oficiales, soldados y Estado. El mismo Bolívar apodó a Boves el azote de Dios, comparándolo con el huno Atila y acusándolo de ser responsable de la muerte de ochenta mil personas en sus campañas. 1814 fue conocido como el Año Terrible en Venezuela. El fenómeno del caudillismo fue una de las peores consecuencias de la guerra independentista, acompañando el país por casi un siglo hasta la imposición final del poder civil en 1903. Es la causa de que diversos historiadores consideren a los caudillos agentes de la barbarie, atraso en la institucionalidad del país, luchadores de la igualdad o hasta democratizadores nacionales. 

JOSÉ TOMÁS BOVES
Boves no era un verdadero realista, sino que era un subterfugio su adhesión a este bando, tal como declararía Hugo Chávez (1954-2013) en un evento oficial. Quizás por no querer aceptar que hasta 1815, por lo menos, la mayoría de los venezolanos eran monárquicos y el conflicto vivido no fue uno entre países sino una guerra civil donde España simplemente auxilió a esa mayoría. La proyectada “guerra continental contra España” había fracasado, hasta esos momentos y siempre la mayoría de los realistas fueron americanos. 
Bolívar y asociados comenzaron responsabilizando a los españoles de la violencia de la guerra, pero en Venezuela ni había tantos peninsulares ni se enviaron muchos soldados. De hecho, cuando se envió finalmente el gran contingente de Morillo fue que la guerra empezó a bajar su intensidad, licenciándose a las milicias llaneras y reemplazándolas con tropas de línea.
El apoyo de los llaneros era fundamental para quien lo tuviera. Su región era siempre rica en recursos, con un inagotable suministro de valientes reclutas acostumbrados a una vida dura, jinetes muy buenos en la guerra móvil, disciplinados, veloces y capaces de gran improvisación. Los llaneros tenían un sentimiento de libertad que defendía ferozmente a quien la amenazara. Varios historiadores han comparado a los llaneros venezolanos con los gauchos rioplatenses.
El gaucho y el llanero resultaban por su propia condición, guerreros natos. Muy pronto surgieron bajo las órdenes de caudillos que entraron en la leyenda como expresiones avasalladoras de la violencia elemental: un Quiroga en la Argentina, un Boves en Venezuela.
Fuente:
La vida de Boves por Francisco Herrera Luque (Editorial Pomaire, 1980). 
Hay una adaptación cinematográfica de la novela: “Taita Boves”, producción venezolana de 2010 dirigida por Luis Alberto Lamata, director de “Miranda regresa” (2007).
Boves es el arquetipo de caudillo terrible. En la enseñanza de la historia oficial de la independencia venezolana es así como se le menciona en los libros de texto. Se enseña que más que luchar contra el independentismo, aglutina a múltiples razas contra el carácter clasista y racista. 
Algo que es de notar es la omisión de personajes del ejército independentista que fueron más crueles que el mismo Boves, tal como lo fue el mismísimo Bolívar o como el coronel Manuel Gogorza Lechuga, comandante de las tropas de Simón Bolívar.

martes, 1 de julio de 2025

HISTORIA DE LAS ISLAS CANARIAS

Durante siglos las Islas Canarias fueron un lejano misterio solo revelado a los aborígenes que las habitaban. Pero a partir del siglo XIV cada vez más navegantes fueron aproximándose al archipiélago. Unos por error, otros por ambición. Algo que no pasó inadvertido para la corona castellana, (Enrique III)  fueron sus enormes riquezas naturales y fueron quienes decidieron tomar cartas en el asunto con el fin de aprovechar las enormes posibilidades estratégicas que le ofrecían estas tierras volcánicas en aguas del Atlántico.

En 1402 la historia del archipiélago empezó a cambiar su rumbo. Tras más de mil años de dominio aborigen y leyendas, los exploradores normandos y españoles empezaron a llegar hasta sus costas con una misión: conquistar las Islas Canarias en nombre de la corona castellana. Una época convulsa de solo 94 años.

En esas épocas los conocimientos geográficos eran algo difusos, algo que ayudó a instaurar la idea de que poco más allá de las Islas Canarias terminaba el mundo, considerando la isla de El Hierro como la última tierra que podía llegar a pisar el hombre.
La aventura lanzó a muchos navegantes. Los hermanos Vivaldi partieron desde Génova en 1291 rumbo a lo desconocido. Su desaparición un tiempo después motivó la salida del capitán Lanceloto Malocello en su búsqueda. Siguiendo su pista, atravesó las hasta entonces intrincadas Columnas de Hércules para acabar llegando en 1312 a las costas de una Lanzarote inexplorada y habitada por los majos, los aborígenes de la isla. Lanceloto Malocello decidió quedarse durante 20 años, estableciéndose como señor y cambiando el nombre original de la isla (Tyterogaka) por uno más acorde a su persona: Lanzarote.
Casi un siglo después de la llegada de Lanceloto Malocello, otros visitantes fondearon en las costas de Lanzarote.
        
       Jean de Béthencourt 
En 1402 el señor normando Jean de Béthencourt desembarcó junto al caballero francés Gadifer de La Salle y su tripulación al sur de la isla, en la actual Papagayo. Ofreció a la población aborigen un pacto de protección a cambio de la isla, lo que le llevó a construir el antiguo castillo de Rubicón y una pequeña capilla en honor a San Marcial.
Su sed de conquista lo llevó hacia otra isla, El Hierro, donde apenas obtuvieron resistencia por parte de la población local. Con dos islas conquistadas, Jean de Béthencourt fijó rumbo hacia Fuerteventura. Aquí su llegada no fue tan bien recibida por buena parte de los aborígenes, con los que tuvo que combatir y hostigar para hacerse con el control total de la extensa isla majorera en 1405, solo tres años después de su llegada. Aquí construyó la primera ciudad de las Islas Canarias y la bautizó utilizando su propio nombre: Betancuria.
En las Islas Canarias crece libre la orchilla, un liquen usado en el pasado para teñir la ropa de púrpura de forma natural. Este color, muy popular en las vestimentas de la época, debía hacer florecer a las factorías textiles que Béthencourt poseía en su tierra natal. Para llevar a cabo el viaje y hacerse con el monopolio de la orchilla, el señor normando consiguió el favor del rey Enrique III de Castilla, “el Doliente” (1379-1406). A cambio Jean de Béthencourt debería organizar la expedición, declarar el terreno conquistado como propiedad de la corona castellana y gestionarlo como señor.

GUANCHES 
La conquista, iniciada por Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle fue un proceso largo y complejo que duró varias décadas y se llevó a cabo por etapas.
El 22 de enero de 1403, el antipapa residente en Aviñón, Benedicto XIII, declara una bula para someter a los irredentos “Majos” de Fuerteventura y que, en el caso de no pasar por el aro, sean ejecutados. Obviamente, el tema se comienza a complicar. Mientras entre los socios La Salle y Bethencourt surgen diferencias más que notables; el primero hizo una fuerte apuesta económica en la empresa de conquista y el segundo, fue el beneficiado por un laudo real en el que el monarca castellano falló a favor de Bethencourt; en estas, el ya otrora amigo del normando, decide abandonar la expedición y volver a Francia. Queda Bethencourt solo con una ligera guarnición en Fuerteventura. Los dos reyes majos (apócope de majoreros, gentilicio de los habitantes de Fuerteventura) en aquel tiempo, estaban a la greña. Los pobladores de la isla maja no llegaban a los 400 habitantes en un territorio de aproximadamente 1660 Km² y, los normandos y castellanos ya incorporados a la segunda expedición, dieron el golpe de gracia a aquellos naturales que vivían de la pesca y derivados de las cabras, en un paraíso donde los haya.

MONUMENTO AL GUERRERO NATIVO 
Con miras a dar un salto cualitativo a sus conquistas y a su ya consolidado e indiscutible prestigio, decide ir la isla de Gran Canaria, pero eso son palabras mayores. La isla estaba habitaba a la sazón por más de 10.000 nativos con malas pulgas y una excelente organización militar. Pero las circunstancias barométricas derivan a las tres naos hacia La Palma, donde, con la idea de capturar esclavos, se enfrentan con los palmeros en una formidable lucha por la supervivencia de ambos bandos. El mejor armamento castellano impone su ley. Los vientos siguen en contra de la idea de asaltar la isla por lo que son llevados hasta el Hierro donde no tienen un buen recibimiento; en la isla de Hierro la población numéricamente no tiene entidad por lo que o se convierten al cristianismo, plan A o, salen encadenados a los mercados de esclavos de Berberia. La elección está clara; los Bimbaches (Herreños) se rinden y los que no pasan por las Horcas Caudinas lo llevan crudo. Hoy se sabe, antes se suponía, según las crónicas de Le Canarien, que Tenerife, la llamada Isla del Infierno, por la demostrada ferocidad de los guanches, nunca pudo ser invadida por Bethancourt.
Muchos años después, en 1477 los reyes de Castilla Isabel I y Fernando asumieron para la Corona la conquista de las islas de Gran Canaria. un proceso histórico entre 1477 y 1483 durante el cual la isla de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, las más pobladas y con mejores perspectivas económicas fueron incorporadas a la Corona de Castilla mediante una ocupación militar del territorio habitado por los aborígenes canarios. Fue la primera de la denominada “etapa realenga” de la conquista de las islas Canarias, pues fue promovida y financiada directamente por los Reyes Castellanos. Asimismo fue objeto de disputa entre los reinos de Castilla y Portugal durante la guerra de Sucesión Castellana (con la pretensión portuguesa de coronar a Juana la Beltraneja, esposa del rey portugués), que concluyó en 1479 con la firma del Tratado de Alcazobas, que reconocía a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y reconocía definitivamente las islas Canarias bajo la corona de Castilla y a Portugal el monopolio marítimo comercial en la costa occidental africana al mantener el control de los territorios en los que ya tenía cierta presencia, los cuales eran Guinea, Madeira, Azores, Flores y Cabo Verde.

ESTATUA DEL REY GUANCHE BENCOMO
La conquista se aceleró. Los aborígenes opusieron resistencia a la conquista, pero finalmente fueron sometidos y la cultura indígena fue asimilada por la cultura europea.
Tras el rápido trabajo realizado por Béthencourt con Lanzarote, El Hierro y Fuerteventura, la conquista señorial vivió unos años de menor ajetreo. El señor Hernán Peraza, quien había sustituido a los normandos, consiguió una anexión pacífica de La Gomera. Sin embargo, sus continuos comportamientos irrespetuosos y arbitrariedades con la población desembocaron en la rebelión de los gomeros, que tuvo lugar en la Torre del Conde durante 1488.
CONQUISTA CASTELLANA

La última isla en ser conquistada y la que más resistencia opuso fue Tenerife. La corona castellana la hizo suya en 1496 con el asentamiento de Realejos, pero lo cierto es que la resistencia guanche siguió durante años de la mano de los alzados.
Gran parte de los aborígenes canarios fueron apresados y utilizados como esclavos en el archipiélago o en la Península. Otra pequeña parte logró sobrevivir en las zonas más inaccesibles del interior de algunas islas o se integró en la sociedad tras abrazar el cristianismo.
Al pasar a ser parte de la corona castellana las islas fueron progresivamente colonizada por pobladores europeos y la cultura aborigen desapareció.

CASTILLO DE LA LUZ 
Una centuria después, y para satisfacer la creciente demanda de mano de obra, la corona intensificó sus cabalgadas en busca de esclavos por el norte de África, llegando a traer cada año al archipiélago cientos de senegaleses, moriscos o antiguos guineanos. Asimismo los piratas berberiscos realizaron varios ataques a las islas, lo que propició que el rey Felipe II de España, “el Prudente”, aboliera las cabalgadas.

CASTILLO DE TORIJA – GUADALAJARA

Es donde ahora se ubica el Centro de Interpretación Turística de Guadalajara. La fortaleza perteneció a la poderosa familia Mendoza quienes ...