Tras la
Conquista de México en la década de 1520
llega a las costas españolas. Fue en el actual Monasterio de Piedra, en
el año 1534, dónde por primera vez se elaboró el chocolate en su cocina
monacal.
En el municipio de Nuévalos, en la comarca de Calatayud y al sur de Zaragoza, se localiza el Monasterio de Piedra donde tiene origen el chocolate a la taza.
En el municipio de Nuévalos, en la comarca de Calatayud y al sur de Zaragoza, se localiza el Monasterio de Piedra donde tiene origen el chocolate a la taza.
El Monasterio fue construido en el siglo XII y actualmente
está dentro de un Parque Natural con un alucinante entorno hidrográfico. Se
trata de un monasterio con siglos de historia entre sus paredes que nos cuenta
que un monje del Cister que acompañó a Hernán Cortés a México, Fray Jerónimo de
Aguilar, envió el primer cacao, junto con la receta del chocolate, al abad del
Monasterio de Piedra, D. Antonio de Álvaro. Fueron los monjes de este insigne
cenobio los primeros en probar este manjar. Con ello se explica la gran
tradición chocolatera de la orden Cisterciense.
En algunos Monasterios de
hecho, existe una pequeña estancia, sobre los claustros, la llamada chocolatería,
dónde cocinaban y degustaban el chocolate
No fue hasta el siglo XVII cuando sale regularmente desde el puerto de Veracruz, abriendo una ruta comercial marítima que abastecería la nueva demanda de España, y posteriormente de Europa.
La introducción en las costumbres culinarias españolas fue inmediato, y su popularidad alcanzó niveles muy elevados ya a finales del siglo XVI.
En la América precolombina el chocolate se condimentaba con chiles y resultaba una mezcla amarga y picante cuyo sabor no agradó inicialmente a los conquistadores españoles, que pronto se vieron motivados a endulzarlo además de prepararlo caliente. Fueron los españoles los primeros en difundirlo en Europa.
La costosa y exótica bebida pudo mantenerse como secreto de Estado hasta 1606, cuando llegó a Italia.
No fue hasta el siglo XVII cuando sale regularmente desde el puerto de Veracruz, abriendo una ruta comercial marítima que abastecería la nueva demanda de España, y posteriormente de Europa.
La introducción en las costumbres culinarias españolas fue inmediato, y su popularidad alcanzó niveles muy elevados ya a finales del siglo XVI.
En la América precolombina el chocolate se condimentaba con chiles y resultaba una mezcla amarga y picante cuyo sabor no agradó inicialmente a los conquistadores españoles, que pronto se vieron motivados a endulzarlo además de prepararlo caliente. Fueron los españoles los primeros en difundirlo en Europa.
La costosa y exótica bebida pudo mantenerse como secreto de Estado hasta 1606, cuando llegó a Italia.
Pronto ganó popularidad en Francia después del matrimonio de una princesa española con el rey de Francia, en 1615. En 1657, un francés comenzó a vender tablillas de chocolate en Londres y, para 1700, algún inglés le agregó leche, mejorando su sabor y consistencia. Sin embargo, el chocolate fue disfrutado casi exclusivamente como bebida hasta el siglo XIX, porque los altos impuestos lo volvieron prohibitivo
Se llegó a decir que el chocolate es para el español lo que es el té para el inglés. De esta forma, el chocolate logró convertirse en un símbolo nacional. La afición tan desmedida por esta bebida hizo que el café se incorporara tardíamente a las costumbres culinarias españolas, comparado con la incorporación que tuvo en otros países europeos. En España el chocolate era considerado exclusivamente como una bebida reconfortante y apenas era empleado en otros aspectos culinarios, existiendo raras excepciones de platos clásicos españoles donde el cacao entre como ingrediente. Tras la Guerra Civil Española la costumbre fue decayendo poco a poco a favor del consumo de café.




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