Una civilización muy elemental. Aquellas gentes no sabían navegar a vela, desconocían la rueda, el hierro, la escritura... Y no eran cristianos. Por lo tanto se planteaban varios temas fundamentales, explorar, conquistar, evangelizar, civilizar, etc. Y todo esto dirigirlo desde España. Se necesitaban hombres emprendedores, decididos, duros, dispuestos a enfrentarse a lo desconocido, y que cumplieran las ordenes reales. Enviar monjes, y todo tipo de oficios, carpinteros, médicos, administradores, en fin de todo.
Una empresa no al alcance de cualquiera. Su emprendimiento y realización requerían no solo de oportunidad sino de voluntad, decisión, recursos, conocimientos y capacidades. El pueblo, la Iglesia y la Corona se volcaron en aquella empresa; voluntad y decisión.
Ingentes recursos y conocimientos fueron invertidos en la tarea. Conocimientos de astronomía, navegación, construcción naval, ingeniería militar, arquitectura, bellas artes, literatura, teología, derecho, administración y economía; fueron necesarios para el buen fin de la empresa americana. No sorprende la hegemonía de España en todos esos campos durante los siglos XVI y XVII. No fue una empresa improvisada ni sobrevenida, sino programada y dirigida.
Una empresa que desde el principio se fundamentó en la cosmovisión católica que, necesariamente, reclamó el reconocimiento y el respeto a la condición humana, como hijos de Dios, de los indígenas americanos.
En el segundo viaje de Colón ya iban unos 1.200 hombres. Entre otras cosas llevaban caballos y ganado bovino, también semillas de trigo etc. Dispuesto a conseguir el oro y las riquezas con las que poder llevar a España. El oro no aparecía en la cantidad que pretendían y la relación entre Colón y los colonos y entre éstos y los indígenas se fue deteriorando y empeorando cada vez más.
Hubo sublevaciones y hasta batallas y Colón no lograba ni riquezas ni siquiera el orden necesario entre las gentes. Tratando de impartir justicia mandó colgar a algunos colonos que se habían excedido en sus exigencias con los indios. Todo esto se lo comunicó a los monarcas, enviando un navío con algunos hombres con noticias y alguna riqueza conseguida. Pero los reyes entendieron que desobedeció las ordenes de la corona al enfrentarse agrediendo a los indígenas rebeldes. Algunos de los hombres que habían retornado acusaron a Colón de mal gobernante.
En 1499 los monarcas mandaron a un administrador real, el cual detuvo a Colón y a sus hermanos.
El nuevo gobernador de las indias estableció un sistema de trabajo, las “encomiendas”, los indios debían lavar el oro o sacarlos de la mina y estaban al cargo de un español que debía cristianizarlos. Pero eso no se cumplía con justicia. Los indios trabajaban hasta la extenuación.
Los frailes Dominicos, no soportaban la injusticia con que se trataba a los indios. En 1508 se rebelaron contra los españoles. Su rebelión llegó a España y a Europa entera y se planteó una disputa. Se dictaminó que si abrazaban la fe cristiana y sucumbían como súbditos de la corona serían libres. Esto se les comunicaba a los indios con toque de tambor y a voz en grito, con lo cual se asustaban y huían despavoridos.
Ya la Reina Católica, Isabel de Castilla, promulgó decretos para la protección de los indios frente a los posibles (y ciertos) abusos de los colonizadores. Determinó que los indios seguirían siendo propietarios de sus tierras y prohibió expresamente la esclavitud.
Carlos I, rey de España convoca en Valladolid una Junta para debatir sobre el trato humano a los indios, que prácticamente fue la inspiración de la actual Carta de los Derechos Humanos. Las conclusiones de aquella Junta, entre otras, son exigir tanto del Rey, como de gobernadores y de encomenderos, un escrupuloso respeto a la libertad de conciencia de los indios, así como la prohibición expresa de cristianizarlos por la fuerza o en contra de su voluntad. Tras el descubrimiento de América y por los casos que se daban de comercio de indios como esclavos, la reina consulta con juristas y teólogos y prohíbe la esclavitud, salvo los supuestos que sirvan para condenar a tribus caníbales. Los contactos entre los conquistadores y las mujeres nativas fueron un problema y una característica de la conquista de América.
En 1503, los Reyes Católicos fomentaron los matrimonios mixtos. Pero la situación estuvo llena de irregularidades y vacíos jurídicos.
El matrimonio también era una herramienta para la conversión de los indios.
Gonzalo Guerrero, considerado el Padre del mestizaje, se supone que fue el primero en tener descendencia con los indígenas del Nuevo Mundo.
Fue la importancia de regularizar tales uniones lo que llevó al rey Fernando el Católico a aprobar la ley de 1514 que sería en una de las principales características de la experiencia colonial española: el mestizaje. La cédula de Fernando sirvió para llenar un vacío legislativo referente a la condición legal de los indios, asegurando la absoluta legitimidad e igualdad de la descendencia que surgiera de los matrimonios mixtos comparados con los matrimonios de Castilla.
Reales Cédulas, Ordenanzas, Pragmáticas, Instrucciones y Cartas fueron integrando Leyes
Nuevas de Indias de 1542 que, entre otras cosas, pone coto a los abusos detectados en la aplicación torticera de la institución de la Encomienda, fuente de iniquidades para con los indios.
Leyes de Indias que recogen, entre otros, los siguientes derechos para los aborígenes americanos: la prohibición de injuriarlos o maltratarlos, la obligación de pagarles salarios justos, su derecho al descanso dominical, la jornada laboral máxima de ocho horas y un grupo de normas protectoras de su salud, especialmente de la de mujeres y niños. Esto en el año 1542.
Sin duda, en la América española se cometieron abusos, no pocos impulsados o consentidos por las autoridades locales. Pero es indiscutible que todos ellos, a excepción de la esclavitud de los negros trasladados desde África, no por España, sino por Inglaterra, Holanda, Francia, Portugal, etc., lo fueron al margen de la legalidad, en contra de la ley dictada desde la metrópoli. Una ley que, no pocas veces, perjudicaba los intereses materiales de los colonos españoles.
España se impuso desde un principio un objetivo de integración de la población aborigen en la sociedad de la nueva España transatlántica. Una política étnica de integración, un fenómeno nuevo, desconocido hasta entonces que ha dado como resultado que la población mayoritaria del continente americano sea mestiza.
Las conductas de abusos a los indios fueron denunciadas por varios personajes, entre los cuales destaca como gran luchador Fray Bartolomé de las Casas. Seguramente exagerado en su exposición pero con el objetivo claro de protección cristina a los indios y justicia para los culpables. Sus escritos circularon por Europa y comenzó la llamada “Leyenda negra”. Pero fue Guillermo de Orange, quien más partido sacó. El hombre que encabezaba en los Países Bajos la rebelión contra el Imperio español. Orange buscaba la forma de debilitar a España a través de la propaganda y se valió de las exageradas cifras del dominico para criticar la conquista de América y pintar a los españoles como esclavistas crueles.
La verdad es que algunos conquistadores aprovecharon las encomiendas para abusar de los indígenas en contra de las recomendaciones de la Corona española, pero las cifras fueron exageradas adrede para que la voz de los críticos fuera escuchada.
Se habló de 20 millones de muertos causados por la violencia y abusos de los conquistadores. La cifra cae por su propio peso. Es evidente que eso es imposible mucho menos en aquellos tiempos. Los extranjeros dieron por buena esa cifra hasta que los propios enciclopedistas franceses cuestionaron su verosimilitud.
El daño, no obstante, ya estaba hecho. El historiador norteamericano John Tate Lanning, nacido en 1902, denunció exageración en las atrocidades referidas por Las Casas
Entre 1492 y 1540 fueron al Nuevo Mundo tan solo 19.000 españoles.
Las enfermedades que trajeron los españoles acabaron con el 90 por ciento de la población indígena. Los americanos no tenían defensas contra las epidemias europeas. La primera epidemia fue de viruela, que llegó en 1519. La población de Colombia se redujo a la mitad en sólo 20 años. La de México cayó de 20 a 1.6 millones.
Cuando Cortés llegó a reconquistar la capital del imperio azteca, Tenochtitlán, buena parte de sus habitantes habían muerto de viruela.
Hernán Cortés con 508 hombres conquistó Tenochtitlán, una ciudad con 250.000 habitantes, capital del Imperio Azteca, que contaba con 10 millones de hombres.
Pizarro solamente tenía 177 hombres cuando ganó la batalla de Cajamarca contra 40.000 incas, ciudad importante del Imperio Inca, que contaba con 16 millones de habitantes. Jiménez de Quesada conquistó Nueva Granada con menos de 700 soldados. Pedro de Valdivia ocupó Chile con 12 hombres y la terminó con unos 150. Álvar Núñez Cabeza de Vaca exploró y sentó las bases para la conquista pacífica de todo el Sur de los actuales Estados Unidos con solo 2 hombres.
El ejército de Hernán Cortés cuando atacó Tenochtitlán era de 200.000 soldados, de los cuales los españoles no llegaban a 1.000 hombres, casi todos eran indígenas contrarios al Imperio azteca.
España se propuso la formación de una nueva sociedad, fusionada con los adelantos europeos. Algo similar que habían hecho en Hispania los romanos. Conquistar sin olvidar los avances, la cultura, la religión y el idioma.
La conquista como tal fue abolida oficialmente en 1573, por Felipe II.