viernes, 30 de septiembre de 2022

ACUEDUCTOS ROMANOS EN HISPANIA Y SU TÉCNICA

La grandeza del Imperio Romano crecía proporcionalmente al volumen de agua que entraba en él. Para establecerse era necesario dotar a las ciudades y territorios de su imperio de unas sólidas infraestructuras, algunas de las cuales han llegado en servicio hasta nuestros días.
Idearon, trazaron y mantuvieron una ingente red de acueductos, cisternas y depósitos, con una tecnología punta, para asegurar un satisfactorio suministro. La arquitectura del agua se convirtió en símbolo de la grandeza de Roma y, consecuentemente, también de sus gobernantes y emperadores. 
Cuando hablamos de acueductos, tendemos a identificarlos con los grandes puentes sobre arcos, al estilo del de Segovia, sin tener en cuenta que estos son solo la parte monumental de un trazado que puede llegar a superar los cien kilómetros de longitud. Así es en realidad una conducción de agua, que es lo que etimológicamente significa acueducto. A través de estas inmensas canalizaciones, el agua llegaba en condiciones de potabilidad a las ciudades para dar servicio primero al ámbito público (fuentes y termas) y después al privado (domicilios).
¿Como se construyeron los acueductos romanos en Hispania? Tenemos unos cuantos:
Acueducto de Albarracín-Cella - Aqua Fontis Aureae - Acueducto Aqua Nova Domitiana Augusta (Córdoba) - Acueducto de Bejís - Caños de Carmona-Acueducto de les Ferreres- Acueducto de Gades - Acueducto de Huelva - Acueducto de los Milagros - Acueducto de Peña Cortada - Acueductos de la rambla de Carcauz - Quedan restos del acueducto romano de Altea - Acueducto de Segovia - Acueducto de Sexi - Acueducto de Valdepuentes (Córdoba).
ACUEDUCTO DE SEGOVIA
La construcción y el mantenimiento de los acueductos era una de las empresas más costosas y una de las obligaciones a las que tenían que hacer frente las ciudades que querían disponer y vanagloriarse de semejante infraestructura.
Desde el punto de captación, pasando por todos los obstáculos del terreno, que se salvaban mediante sifones, puentes, conducciones subterráneas, son sistemas de vasos comunicantes,  hasta llegar al punto o torre de distribución. Desde aquí, los acueductos alimentaban en primer lugar las fuentes y las termas públicas.
Las grandes ciudades contaban también con divertículos acuáticos, ninfeos (monumentos dedicados a las ninfas) y enormes fuentes decoradas por las que caía el agua en cascada.
Las casas cuyos propietarios podían permitirse este lujo disponían de agua corriente, conectada a la red hidráulica de la ciudad. Tampoco menospreciaban el agua proporcionada por la naturaleza. Así, el agua de lluvia era almacenada en cisternas que servían para llenar los estanques de los jardines que adornaban los patios.

ACUEDUCTO DE LOS MILAGROS 
Gran parte de las domus (viviendas urbanas) y villae (residencias en las afueras de la ciudad o bien en el campo) disponían de sus propias termas.
El agua corriente conectada a la red pública era siempre de pago y el precio dependía del caudal contratado. Puede creerse que el grifo monomando, que mezcla agua fría y caliente, es una conquista del confort actual, pero no. Aunque hay muy pocos ejemplares, se conservan hoy, procedentes de las frías provincias romanas
Sería un error creer que las piscifactorías son un invento moderno. Además de las diversas técnicas de pesca, los romanos dispusieron de viveros, tanto para peces de agua salada como de agua dulce. El cordubense Columela, en el libro octavo de su De re rustica, comenta ampliamente el procedimiento de cría.
ACUEDUCTO DE TARRAGONA 
Las tintorerías (tinctoriae y fullonicae) también requerían un importante suministro de agua. Las conocemos con detalle gracias sobre todo a los restos conservados en Pompeya.
Las presas y canales eran infraestructuras para aumentar, mediante el riego, la producción agrícola. Este aporte de agua, que no precisaba potabilidad, comportaba obras no tan aparatosas como las de los acueductos y, por ello, se han conservado en menor medida. La agricultura árabe, por ejemplo, abundó en los mismos parámetros que la romana. Los romanos se sentían muy orgullosos de sus realizaciones en el campo de la ingeniería hidráulica.
Los ríos constituyen un riesgo en el caso de inundaciones, que destruyen cuanto se asienta en sus orillas. Con todo, las inundaciones en Roma fueron frecuentes, intentaron paliarlas mediante canales y otras obras de gran envergadura. Además de las diversas técnicas de pesca, los romanos dispusieron de viveros, tanto para peces de agua salada como de agua dulce.
PUENTE ROMANO DE SALAMANCA 
La fuerza motriz del agua no fue en absoluto menospreciada. Se comprueba en los molinos hidráulicos y en la minería. En las explotaciones auríferas, el caso de Las Médulas (León) es de una gran espectacularidad: la perforación de galerías en el conglomerado de la montaña permitía hacer circular una enorme cantidad de agua, cuya presión provocaba el derrumbe para recuperar el oro del yacimiento.
Pero no hay que olvidar que los acueductos eran la necesaria estructura para la enorme cantidad de agua que se empleaba en la ornamentación, el lujo y el espectáculos.
No había ciudad que se preciara, por pequeña que fuese, que no contara al menos con unos baños o termas públicas. Su módica entrada daba acceso al común de los mortales, que podían asistir a diario y disfrutar de momentos de relax e intercambio social. Su ingeniería era brillante. La calefacción funcionaba mediante la circulación de aire caliente bajo un pavimento hidráulico, sostenido con pilares de ladrillo, sobre el que se echaba agua fría, dando lugar a una especie de sauna. En los caldaria había también pequeñas piscinas cuya agua se calentaba con el mismo procedimiento.
ACUEDUCTO DE ALMUÑECAR 
Estas obras adquieren en ocasiones una complejidad extrema y su realización, incluso hoy y con nuestros medios, sería objeto del máximo esmero y no poca dificultad en su replanteo, de forma que se garantizase su correcto funcionamiento.
Doscientos cincuenta años tardaron los trabajos de explotación en las Médulas, hasta principios del siglo III, en lo que hoy es El Bierzo. Fueron la mayor mina de oro del Imperio y la construcción de los canales fue el primer paso que permitió extraer oro de la montaña. Fueron una de las obras hidráulicas más extensas del mundo antiguo, y su trazado una obra de ingeniería que ha perdurado 2.000 años. Los canales han sido recuperados como rutas de senderismo y ahora se valora su inclusión dentro del espacio cultural y protegido de este Patrimonio de la Humanidad en 1997. El entorno de las minas de oro romanas es uno de los principales tesoros paisajísticos de El Bierzo. Pero lo que no todo el mundo sabe es que, oculta en las faldas de las montañas que rodean la antigua explotación aurífera, se encuentra una impresionante red de canales de agua que abastecían la mina y que suman más de 600 kilómetros de longitud, algunos de los cuáles se pueden recorrer ahora en itinerarios de montaña.


La red de canales permaneció poco conocida e infravalorada hasta época reciente y su cartografía y estudio detallado no se acometió hasta los primeros años del siglo XXI. Casi enterrados por el paso del tiempo, deformados por los procesos de erosión de las laderas y sepultados bajo un manto de arbustos. Una extensión de más de 600 km. Una de las características que más llama la atención en las observaciones de campo es la pendiente suave y uniforme que presenta el trazado de los canales, que en algunos casos alcanza los 143 km y que se mantiene, con un pequeño margen de error, en torno al 0,2-0,3%. Al mantenerse la pendiente regular a lo largo de muchos kilómetros, el trazado de los canales queda identificado de manera peculiar sobre el terreno. Y es que la construcción del canal se llevaba a cabo desde la explotación hacia el curso de agua y no al revés. Lo que marca la posición es la altura de la mina. Entre diferentes puntos de explotación en Las Médulas existen diferencias de cota de hasta 200 metros.
El Acueducto de Segovia se construyó para traer agua desde el río Frío, en la sierra de Guadarrama, a la ciudad de Segovia.
Se trata de una obra de ingeniería romana con
Azud de toma de agua. Es una presa derivadora, desde la que se deriva el agua del río hacia la cacera, que deberá llevarla a la ciudad.
Decantadora, desarenadora, una vez el agua ha sido derivada desde el azud, una serie de muros verticales contra los que choca el agua, -diríamos un pequeño laberinto-, hace que las piedras y arena que arrastra el agua se depositen y el agua inicie su recorrido hasta la ciudad.
El recorrido se realizaba por una cacera abierta en el terreno, con la suficiente pendiente, para que el agua se desplazara hasta las dos casetas desarenadoras y decantadoras, existentes ya en la ciudad. La entrada y salida del agua, dejaba bajo ella un importante deposito, en el que por la gravedad, las arenas y piedras que arrastraba el agua, se depositaban y desde las que podía derivarse el agua al canal del acueducto, o bien, en caso de que no fuese precisa, podrían echarla fuera.
Por medio de un canal situado sobre la parte alta de la construcción, llamado acueducto aéreo, el agua se trasladaba al recinto amurallado, donde debió existir un depósito o gran cisterna en la que alojar las aguas, para desde allí poderlas llevar a la fortaleza y edificios que pudieran tener ese privilegio. La plaza de las arquetas, es el nombre de una de las plazas de la zona, derivada seguramente de ello.
Si nuestra cultura bebe en las fuentes de la griega, nuestra tecnología evoluciona a partir de la romana
 

jueves, 29 de septiembre de 2022

QUIJOTE QUE ESTÁS EN LOS CIELOS...

En mi humilde mesa de trabajo tengo delante, presidiendo mis ratos con veleidades de escribir algo coherente, dos maderas con figuras de bronce, una de Sancho y otra de D. Quijote. También un mapa medieval del mundo conocido en aquel entonces, y claro está, un diccionario que me aclare las muchas dudas que en mi sesera constantemente golpea la ignorancia, acompañada, eso sí, de un deseo de acertar.
No sé si es un tributo al genio o una forma de que, de una forma silenciosa, alguien me señale cuán pequeño es mi sitio en este mundo.
A raíz de la presentación de una versión del Quijote, realizada por Pérez-Reverte, con polémica incluida, por encargo de la Real Academia Española, he pretendido, modestamente sumarme a la discusión, iluso de mí, con una defensa de los valores que la obra representa y señalarlo para que se sepa.
 

Y es que en la Academia creen que el Quijote es un «libro fundamental» en la formación escolar. «Un maestro lúcido con un buen Quijote en las manos puede hacer por un muchacho mucho más que un plan de estudios completo», aseguró Pérez-Reverte.
De hecho, el académico considera que el Quijote «no debería leerse nunca con 15 años a palo seco». Por eso esta edición (la suya), puede ser una «magnífica herramienta de trabajo», capaz de llevar a los alumnos por el «bosque complejo» de la obra cervantina y permitir una «lectura continuada de lo que es la esencia de la aventura de Quijote y Sancho».
Comentar en clase un pasaje o un capítulo del Quijote es adentrarse en el mundo de la filosofía sin apenas darse cuenta y además con la facilidad del humor. Tenemos allí todos los componentes del ser humano, lo mejor y lo peor perfectamente descrito. Encontraremos la hidalguía, la aventura, la nobleza, y también la codicia, la envidia y la adoración de lo material por encima de lo moral y de lo espiritual.
Precisamente Quijote es sinónimo de luchar por causas nobles y justas, aún sabiendo que lo más seguro es perder.
Pienso que nunca se pierde cuando se lucha o trabaja por causas justas, porque de alguna forma, aunque sea remota, quedará algún resabio de la enseñanza o del espíritu que inspiró al emprendedor. Y alguien recogerá esa ilusión y la siembra traerá alguna vez los frutos deseados.

Amigos dejadme que os cuente un asunto interesante:  “Como a tres leguas deeste valle está una aldea que, aunque pequeña, es de las más ricas que hay en estos contornos; en la cual había un labrador muy honrado, y tanto, que  aunque es anexo al seer rico el ser honrado, más lo era por la virtud que tenía que por la riqueza que alcanzaba. Mas lo que le hacía más dichoso, según decía era tener una hija de tan extremada hermosura, rara discreción, donaire y virtud. La fama de su belleza se comenzó a extender por todas las aldeas vecinas, y por las apartadas ciudades, y por los oídos de toda clase de gente,  y como a imagen de milagros de todas partes a verla venían. Guardábale su padre y guardábase ella, que no hay candados, guardas ni cerraduras que mejor guarden a una doncella que el recato proprio.  La riqueza del padre y la belleza de la hija movieron a muchos, así del pueblo como a forasteros, a que por mujer se la pidiesen, más él, como a quien toca de disponer de rica joya, andaba confuso sin saber determinarse a quién la entregaría de los infinitos que le importunaban. Y entre lo muchos, que tan buenos deseos tenían, uno fui yo, a quién dieron muchas y grandes esperanzas de buen suceso conocer que el padre conocía quién yo era, al ser natural del mismo pueblo, limpio de sangre, en edad floreciente, en la hacienda rico y con el ingenio no menos acabado. Con todas estas mismas partes la pidió también otro del mismo pueblo, que fue causa de suspender y poner en la balanza la voluntad del padre, a quién parecía que con cualquiera de nosotros esta su hija bien empleada; y  por salir desta confusión determinó decírselo a Leandra, que así se llamaba la rica que en miseria me tiene  puesto, advirtiendo que, pues lo dos eramos iguales, era bien dejar a la voluntad de la hija el escoger a su gusto; cosa digna de imitar de todos los padres que a sus hijos quieran poner en estado: no digo que dejen escoger a su gusto en cosas ruines y malas, sino que se les propongan las buenas y que dellas escojan a su gusto”

En fin, amigo que lees, si te interesa esta cuestión, te invito a que dediques con la mente descansada, a leer dentro del Ingenioso Hidalgo, el capítulo LI, donde allí se narra estos sucesos, y advirtiéndote que encontrarás el delicioso placer de la caricia de una lectura amable y rica, de vocablos y pensamientos, dando por bien empleado tu tiempo para el disfrute inteligente, quitándose a la holganza inútil de ver televisión, donde sabrás del puterío de moda o de la corrupción política, que viene desde tiempos inmemoriales. Ambas cosas y que de esas siempre tendrás, más la buena lectura solo necesita de tu voluntad para el descanso a la vez que ganas en saber. La única diferencia que encontrarás, es que en el libro podrás aportar tu imaginación y desarrollarás tus sentimientos buenos, mientras que con otras posibilidades encontrarás todo precocinado para comer tal y como a sus intereses convengan.”

domingo, 25 de septiembre de 2022

EL CRISTIANISMO DESDE ROMA A LOS REYES CATÓLICOS

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En el Imperio Romano, desde Constantino y Teodosio la religión cristiana era el credo obligatorio para todos los ciudadanos y la Iglesia cristiana, apoyándose muy directamente en las instituciones del Estado, se había convertido en iglesia imperial. El Reino visigodo de Tolosa con capital en la ciudad gala, comenzó en el año 418, tras el pacto o foedus entre los visigodos y Roma, y duró hasta el 507 y la actuación de los visigodos se ve supeditada por las circunstancias históricas de este pueblo a dar paso al Reino visigodo de Toledo o hispano-visigodo, con capital en la hispana Toledo, que se extendió desde el 507 hasta el 711, año en el que comienza la invasión musulmana. Los cronistas insisten en presentar a Fernando e Isabel como los restauradores de aquella Hispania que arrancaba de Roma su legitimidad, pero que había perdido en el 711 su propio ser. Una larga serie de escritores insisten en que la tarea de recuperación no se refería tanto al territorio, la propiedad, como al cristianismo. Con ello remataban la reconquista. En 1491 Rodríguez de Almela al entregarles un ejemplar de su Crónica,  en las vísperas de la caída de Granada, les recordaba a los reyes que el origen de su legitimidad estaba en la estirpe goda que la recibiera de roma por el pacto del 418. Se identificaba por tanto la política con la religión cristiana. Solo los bautizados estaban en condiciones de ser súbditos del rey y por tanto de estar bajo el amparo de las leyes, usos y costumbres del reino.  
El cristianismo es una fe que se proclama verdad absoluta, “dogma de fe” y la vida es un tránsito durante el cual se deben obtener los méritos para una posterior vida eterna, que es la importante. Norma válida para todos, desde el rey hasta el último morador.  Por lo tanto el primer deber de un rey era eliminar los obstáculos que hubiera para que sus súbditos pudieran alcanzar el logro de este fin sobrenatural.
Los reyes, para los tiempos de Isabel tenían el mandato de Dios, es decir la obligación de reinar, no sólo el derecho, y los súbditos eran los beneficiarios de las leyes, fueros, cartas y privilegios usos y costumbres que juraban en el momento que eran reconocidos como reyes.  
Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena. Tenían casas de oración, sus leyes y autoridades y escuelas. Tenían permiso del rey para ello. Abonaban una cantidad de dinero por ello y no podían formar parte de las instituciones.
Todo esto es importante para entender los hechos que tanto se les reprochan a  nuestros reyes y que inicia la enorme falacia de la “Leyenda Negra”.
Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisiones que tomaron en aquella época. Por ejemplo la apostasía, la herejía el sacrilegio y los pecados contra natura, eran castigados  duramente, incluso con la muerte, dado que eran crímenes horrendos que había que extirpar. Por el contrario el poder y la justicia estaban sometidos a fuertes limitaciones porque por encima de ellos existía el orden moral del cual la iglesia es la custodia.
Los españoles se identificaban más con "su ser católico" que con su "ser nacional". Esto es así por el gran peso que ha tenido en la formación de los españoles el Imperio Romano y la Iglesia Católica, que son universales.
No era posible que en un reino existieran dos religiones. Eso pasó en España desde la llegada de los judíos, (con el permiso de los romanos), y luego por la fuerza de las armas con la invasión musulmana. De ahí que los pobladores hispano-godos rechazaran al musulmán, creando reinos territoriales unidos por la fe.
Claro que hubo alianzas entre ellos e incluso entre cristianos y musulmanes para combatir al enemigo común. Y también tropas musulmanas en un ejército cristianos, como el del Cid. También sucedió que las Taifas, pequeños reinos provenientes de la caída del Califato de Córdoba en el 1031, fueron las más de las veces vasallos de un reino cristiano, pagando unas "parias". El propio reino nazarí de Granada era vasallo de la Corona de Castilla-León. El impago de ese tributo y la toma de la plaza de Zahara en 1481 por parte del gobernador de Ronda, Mohamed al Zagrí, hizo que Fernando e Isabel se organizaran y al año siguiente comenzó una guerra que duraría 10 años. Al reconquistar Granada, termina la presencia libre y la influencia de los musulmanes en el país. Quedando como extraños los judíos, que muchos eran conversos, es decir que se habían convertido al catolicismo.
Aunque en años anteriores los reyes Isabel y también Enrique IV habían defendido a los judíos de los ataques del pueblo que los rechazaba, la cuestión de los falsos conversos era insostenible.
Los reyes se debían a la religión cristiana y esa fue una de las razones para la expulsión de los falsos conversos y los judíos, con la promesa de que podrían volver si fueran bautizados.
La misma Monarquía Hispánica es un monarquía pactista, plurinacional y federal. Si se repasa los personajes de nuestra historia, uno enseguida se da cuenta que nos encontramos con gentes de todos los lugares de la tierra, porque lo que primaba era la lealtad al rey. Para la Monarquía Hispánica y para la Iglesia Católica lo importante no ha sido nunca la naturaleza (nacionalidad) de una persona, sino la lealtad al Rey y al Papa.
No ocurre lo mismo en los demás  países de Europa que profesan religiones cristianas protestantes, que son iglesias nacionales desde el siglo XVI. Los reyes europeos protestantes lo son "Por la gracia de Dios". Los reyes españoles lo son "Porque son investidos en las Cortes después de jurar los fueros". Y, desde luego, lo que acrecentó más el nacionalismo, fueron las revoluciones republicanas, que en sí mismas son siempre nacionalistas.
La legalidad del poder en España la otorgaba la Santa Sede, pues por la "Donación de Constantino", era ella la heredera del Imperio romano. Es decir, que sin aprobación de la Santa Sede y el Sumo Pontífice, nadie legalmente podía ser rey. Los reyes españoles siempre se consideraron los herederos legales del Imperio Romano y, por tanto, sometidos al Sumo Pontífice o Papa. Si el Papa excomulgaba a un rey, cualquier súbdito estaba legitimado para destronarlo y que daban rotos automáticamente todos los vínculos de vasallaje y servidumbre.
La misma Reconquista es mucho más romana y católica que española. Fue impulsada mucho más por los Papas que por los reyes, siempre a través de cruzadas que tenían que ofrecer grandes beneficios espirituales y materiales (bulas) a los participantes.
A los reyes hispanos y a la alta nobleza militar les costaba mucho aventurarse en las cruzadas, porque para ellos era más ventajoso tener súbditos musulmanes que cristianos, que eran mucho más exigentes. Por eso en la Reconquista siempre tienen un papel militar protagonista los obispos, las órdenes religioso-militares, como el Temple, Hospitalarios y, después, las hispánicas creadas exprofeso, como la Orden de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, entre otras. Tenían más importancia los mesnaderos del Rey y las milicias concejiles, los caballeros pardos castellanos (sin nobleza natural) o en la corona de Aragón gentes de cualquier origen que dispusieran de un caballo y armas, como los almogávares, que la alta nobleza castellana o los ricoshombres aragoneses.
Estás características únicas de España respecto a los demás países europeos explica porque los españoles nunca fueron nacionalistas. Recién a principios del siglo XX, en que la pérdida de las últimas provincias de ultramar, de la que eran beneficiarios privilegiados los vascos y catalanes, y el republicanismo importado de Europa y América impulsa un nacionalismo regionalista.

sábado, 24 de septiembre de 2022

ALFONSO VII EL EMPERADOR (1105-1157).



Fue hijo de la reina Urraca I de León y del conde Raimundo de Borgoña. Tenemos que contar algo de sus ascendientes. Su abuelo, Alfonso VI era el heredero legítimo de la corona de León otorgada por su padre y también rey de Castilla ganada en batalla a su hermano Sancho, y lo hace en el famoso Juramento en Santa Gadea. Alfonso VI no había tenido hijos varones pese a que se había casado varias veces, y al final de su vida se unirá con Zaida, concibiendo de la misma a Sancho, hijo fuera del matrimonio, lo que desplazaría a su hija Urraca de ser la heredera, pero Sancho muere a los 14 años, lo que convierte a Urraca nuevamente en heredera al trono. En febrero de 1093, Urraca contrajo matrimonio con Raimundo de Borgoña, y el nacimiento de Alfonso Raimúndez, (el que sería Alfonso VII), creó esperanzas. Pero su padre murió en 1107. Con lo cual Alfonso VI decidió casar a la viuda Urraca con el monarca aragonés, Alfonso I de Aragón “el Batallador”, que no tenía hijos. Se casaron poco antes de fallecer Alfonso VI en 1109, el Batallador quedaba como monarca de Aragón, de Navarra y ahora rey consorte de León y Castilla. El acuerdo que tenían los esposos era que si no tenían hijos toda la herencia de ambos pasaría al hijo de Urraca, pero si tenían descendencia, toda la herencia sería del vástago en común, de manera que el bloque galaico-borgoñón (la Galicia de los Borgoña), perdería su influencia en la corte, al verse desplazado por los vasallos del aragonés y sus partidarios castellanoleoneses. Esto creó rechazo en parte de algunos hacia el Batallador.
Alfonso I de Aragón 
pretendía controlar Castilla marginando a Urraca lo que le ganó opositores, pero pronto se organizó una fuerte oposición. El matrimonio fracasó en su objetivo de reforzar la estabilidad interna y externa, que llevaron al país a la guerra civil. La orden de Cluny, la nobleza, Enrique de Borgoña gobernante portugués  y los magnates gallegos se opusieron a la unión con Aragón, el clero y la nobleza castellana apoyaron a Urraca, y la burguesía era partidaria del Batallador. La definitiva separación de ambos cónyuges pondría fin a la misma, pero en realidad era que Alfonso I no estaba dispuesto a gastar sus energías luchando por un reino que se mostraba contrario, y menos cuando la taifa de Zaragoza estaba por conquistar. Además, él seguía ejerciendo el control sobre varias comarcas de Castilla e incluso retenía varias plazas, incluso Burgos.
A principios de 1110 la reina y el rey discutieron tan gravemente que doña Urraca optó por abandonar León. Alfonso formó un ejército para arrasar Castilla. Los nobles gallegos habían secuestrado como protección al príncipe Alfonso.
Una traición de su hermanastra consiguió que Urraca se reconciliase con su esposo. La reina Urraca se entrevistó con los nobles gallegos, acordó el perdón para todos y la proclamación de Alfonso VII que fue coronado rey de Galicia, en septiembre de 1111 con lo que se conseguiría la paz. El púber tenía 6 años todavía.
El Batallador, furioso contra su mujer, atacó a la comitiva gallega que transportaba al niño Alfonso hacia León. El obispo Diego Gelmírez pudo escapar hacia Galicia llevándose consigo a su nuevo rey. Hacia la primavera de 1112, Urraca pudo reunirse con su hijo en Galicia, y se enfrentó a su esposo, que se declaró enemigo de los castellanos.
Y en mayo de 1117, Diego Gelmírez y Urraca, firmaron el llamado pacto del Tambre, que puso fin a los conflictos bélicos y que consolidó el futuro de su hijo Alfonso en el trono castellano.
Alfonso, un joven ya de veinte años, se armó caballero en Santiago en 1124, lo que significó la retirada de Urraca que murió dos años después.
Alfonso VII fue reconocido como rey en Galicia y León. Alfonso VII fue debilitando a su padrastro que todavía tenía varias plazas. Pero consiguió expulsarlo de Burgos en 1127 y con ello el Batallador fue perdiendo interés por Castilla. El imperio almorávide se derrumbaba y la taifa de Zaragoza y se convertía en posible para Aragón, con lo cual llegaron al Acuerdo de Támara, julio de 1127, por el que Aragón abandonaba Castilla.
El conde de Barcelona Ramón Berenguer III quería una alianza, mediante el matrimonio entre su hija, Berenguela y el rey castellano.
 Alfonso VII.
Muere en 1134 de Alfonso I el Batallador. En el testamento cedía el territorio a las Órdenes Militares, suscitando un fuerte rechazo por parte de la nobleza y generándose un grave conflicto en Roma.
Mientras en Navarra, el rey García Ramírez no acata el testamento de El Batallador. Y para asegurar su posición, se alineará con Alfonso VII, a fin de contrarrestar cualquier maniobra aragonesa.
Consigue Alfonso la adhesión de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y cuñado de Alfonso VII, de Armengol de Urgel, de Alfonso Jordán de Tolosa, de Guillermo de Montpellier, y de los condes de Foix o los de Pallars, y el 25 de mayo de 1135 con la solemne coronación del leonés-castellano como “Imperator Totius Hispaniae”.
Ningún obispo portugués estuvo presente en la coronación imperial.
El nacimiento en 1136 de Petronila, hija del rey de Aragón (Ramiro el monje), se la  considera  ideal para matrimoniar con Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, cuyo matrimonio daría nacimiento con el tiempo a la Corona de Aragón en la persona de Alfonso II, el Casto, el hijo de ambos Se unen en una sola testa la corona de Aragón y el condado de Barcelona. . Para Alfonso VII este matrimonio supone un auténtico triunfo para su política de equilibrio respecto a la amenaza aragonesa, dado que es su cuñado y aliado.
Alfonso no se olvida de los musulmanes y en 1143 ataca Córdoba y Sevilla, y en 1144 Almería.  Zafadola, noble andalusí, hijo del último rey taifa de Zaragoza, y vasallo de Alfonso VII de León, junto con sus hijos, había reconocido a Alfonso VII de León el Emperador como rey ofreciéndole vasallaje. Alfonso VII tuvo como meta la creación de un Al-Ándalus gobernado por Zafadola tributario de la monarquía castellanoleonesa y opuesto a la presencia almorávide en la península ibérica. El asesinato de Zafadola en 1146 frustró cualquier intento de los planes de Alfonso VII.
Alfonso toma Almería, enclave desde el que operaban piratas. En 1145, Tasfin, el último líder almorávide, caía abatido, los almohades toman Sevilla y Alfonso VII en mayo ataca la piratería de Almería, que se rendirá el 17 octubre 1147.
Los almohades  toman Córdoba en junio 1149, y recabando la lealtad de los reyezuelos andalusíes. Aunque Alfonso tenía musulmanes comprometidos a él, las acometidas almohades se sucedieron debilitando a Alfonso.
Ramón Berenguer IV, el esposo de Petronila de Aragón, no podría detener al bloque aragonés y del condado de Barcelona, en caso de arremeter contra Navarra. Para evitarlo, el rey navarro García V procuraría mejorar las relaciones con Ramón Berenguer IV y Petronila y serían  los padres del futuro Alfonso II, el Casto.
En 1150 falleció el monarca pamplonés García Ramírez y Alfonso VII firma, en enero de 1151, con Ramón Berenguer el Tratado de Tudilén, por el que se acuerda repartir el reino de Pamplona y se reconoce a Aragón el derecho de conquista sobre Valencia, Denia y Murcia.
El prestigio de Alfonso VII comenzaba a disminuir, y la larga campaña por retener Almería no iba sino a debilitarle aún más. En julio de 1157, los almohades toman Almería y será precisamente durante la retirada hacia Toledo, cuando el rey Alfonso VII muera. Era el 21 de agosto de 1157, y con su muerte, los reinos vuelven la división de la Corona. Sus hijos Fernando II fue rey de León y  su otro hijo Sancho III ocupó el trono de Castilla.
Durante el reinado de Alfonso VII acontecen hechos importantes en nuestra historia medieval. Un período de la historia cuyo mejor conocimiento podrá ayudarnos a conocer y comprender mejor los avatares de la Reconquista.

martes, 20 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN - Última parte

 CUARTO VIAJE. Colón salió de Sevilla el 3 de abril de 1502 con 4 naves y 150 hombres y llegó a la isla “La Española”  el 29 de junio. El 17 de julio desembarcó en la actual Honduras. No encontró oro ni especias, perdió 2 barcos y sufrieron enfermedades tropicales.
Un mes después; el 14 de septiembre lograron alcanzar el cabo al que Cristóbal Colón bautizó como “Gracias de Dios”. Este evitó que sufrieran los peligros de las constantes tormentas. Exploraron de igual forma la desembocadura de un río en Guatemala; aunque este provocó que una de las naves se hundiera junto con todos sus tripulantes.
Descubrieron, con el contacto con los nativos del área, que estos eran los indígenas más desarrollados de todos los encontrados.
LA REINA ISABEL Y COLÓN 
Continuaron su viaje y desembarcaron en Panamá, donde decidieron fundar un fuerte en orillas del río Veragua. En este lugar iniciaron contacto con los nativos de la región y comenzaron a intercambiar oro por baratijas traídas del viejo mundo. Comenzaron la construcción de casas al poco tiempo de encontrarse en el área; aunque pronto esto tuvo que parar debido al clima insoportable de la zona y a que el cacique buscaría atacarlos por no querer que estos edificaran junto al río.
Allí encontraron un gran bahía, una entrada que daba un paso hacia oriente. Pensó que había dado con un foso que abriría el paso al para cruzar por mar hacia el otro lado. El pasaje llegaba solo hasta una laguna, hoy llamada Chiriquí. Se marcharon de allí y durante más de dos meses navegaron por un mar embravecido. Las naves estaban en un estado lamentable. Se refugiaron unos días, arreglaron como pudieron las embarcaciones y penosamente regresaron en lo que es la entrada del canal. Si hubiera explorado por tierra junto al río hubiera visto el otro lado y descubierto el océano Pacífico.
Cristóbal Colón decidió navegar a la Española, dejando a un grupo de hombres en el fuerte; aunque estos fueron rápidamente atacados y solicitaron a Colón irse con ellos y evitar un error como el sucedido en el Fuerte Navidad.
Aunque lo tenía prohibido se dirigió rumbo a “La Española” y encontraron unas islas pequeñas llenas de tortugas a las que llamó “Islas Tortugas” (hoy en día conocidas como Islas Caimán). Tomó rumbo hacia Cuba y tuvo que encalar sus barcos para salvarlos en una bahía de Jamaica el 25 de junio de 1503 en donde embarcaron las dos carabelas que les quedaban; aunque estas ya estaban muy destruidas, debieron permanecer allí casi un año.
Abandonados a su suerte y con sus naves estropeadas por la tormenta en la playa de Santa Gloria, él y su tripulación de unas 20 personas estaban sobreviviendo gracias a los trueques con los nativos, que los iban alimentando a la espera de que alguien les recogiera.
Se les intentó rescatar pero el nuevo gobernador de La Española, Nicolás Ovando, no lo permitió. La ayuda no llegaba y, hartos de atenderles, los indios les dejaron de abastecer comida. En ese momento, Colón pidió hablar con el jefe de los nativos y le aseguró que el Dios de los cristianos era muy vengativo y estaba muy molesto porque no alimentaban a su gente, y les avisó de que la Luna se teñiría de sangre y llamas y que el Sol no saldría más. Él navegaba con brújulas pero no sabía cómo funcionaban. Se guiaba por las estrellas.
La amenaza se convirtió en real para los aborígenes y una imponente Luna rojiza llenó de pánico al poblado, que volvió a dar comida a los navegantes de Colón a la desesperada y con el temor de que no volvieran a ver más la Luna tal y como la conocían. Colón fingió que pactaba con Dios que éste les devolviera la Luna brillante y blanca y calculó con sus instrumentos astronómicos el fin del eclipse, tras lo que consiguió salvar a sus tropas.
La realidad es que Colón tenía conocimientos astronómicos y por eso viajaba con un almanaque publicado en Alemania. Así, pudo saber que el 29 de febrero se viviría un eclipse lunar y supo sacar provecho de su predicción ante la ignorancia de los aborígenes en conocimientos astronómicos. Los nativos agradecidos los alimentaron y ayudaron hasta su partida al Caribe el 29 de junio de 1504. Un año había estado allí hasta que fue rescatado.
Méndez de Segura escribió los detalles de este último viaje y fueron publicadas en 1825 por Martín Fernández de Navarrete en el libro "Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV".
Cristóbal Colón sabía de navegación, hablaba varias lenguas según cuenta Consuelo Varela, profesora de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España.  Era un hombre con una gran capacidad de aprender. El Almirante era un aficionado a la astronomía y se sabe que en sus viajes llevaba consigo un calendario de eclipses: el almanaque Regiomontano, que fue confeccionado por el astrónomo y matemático alemán Johann Müller (1436-1476), cuyo apodo era precisamente "Regiomontano", que proviene de la traducción latina del nombre de la ciudad alemana donde nació: Königsberg y que significa (Montaña real o Montaña Regia).  Los calendarios y almanaques impresos eran extremadamente populares en los siglos XV y XVI y proporcionaban a la gente los conocimientos básicos necesarios para planificar sus rutinas diarias.
Finalmente; el 29 de junio de 1504, con la ayuda solicitada a Santo Domingo, fueron  rescatados con dos carabelas y llevados a La Española. El 12 de septiembre del mismo año, luego de muchas complicaciones, lograron emprender el regreso a España; dando por finalizados los viajes de exploración de Colón. Los que pudieron regresar llegaron el 7 de noviembre de 1504 a Sanlúcar de Barrameda.
LOS REYES Y COLÓN 
Veinte días después de su llegada, moría la reina Isabel.
De Cádiz pasó a Sevilla, de ahí a Segovia y de aquí a Valladolid tratando de entrevistarse con el rey Fernando el Católico para comentar el resultado de sus últimas expediciones y para negociar los privilegios que habían sido rebajados ostensiblemente por los Reyes sin contar con el Descubridor. Nunca lo consiguió.
Al llegar a Valladolid se empezó a sentir mal y sufrió un ataque al corazón.  Colón murió, sin honores, en Valladolid en 1506, a los 55 años de edad. Luego sus restos fueron trasladados a Sevilla y de allí a Santo Domingo, luego a La Habana y a Sevilla de nuevo, en donde reposan actualmente dichos restos o parte de ellos porque en Santo Domingo reclaman que los restos que poseen son los verdaderos.
Pero la vida lo llevó más allá de sus sueños, donde la pasión se hace materia. Una vez más el destino quiso estar a favor del hombre que marcaría con su gesta un punto épico de la humanidad, que muriese con su deseo cumplido.
Aunque los hechos eran todavía más inconmensurables, más grandiosos que lo previsto, realmente había llegado a un continente desconocido en el resto del mundo.
Juan De La Cosa, que participó en siete de los primeros viajes a América y dibujado el mapa más antiguo conservado en el que aparece el continente americano. En 1499 le fue permitido organizar una expedición por las costas de Guayana y lo que hoy es Venezuela, en la que le acompañaron Alonso de Ojeda y Américo Vespucio. Con estos conocimientos elaboró para los Reyes Católicos el primer mapa en el que aparece el continente americano, obra fechada en 1500 en el Puerto de Santa María. Reflejó los resultados de los descubrimientos de Colón, Ojeda, Vasco da Gama, Pedro Alvares Cabral, Vicente Yáñez Pinzón y Juan Caboto, acertando al suponer que las tierras descubiertas en el norte y el sur de América estaban unidas formando una única masa continental; Cuba aparece identificada como una isla, en contra de lo que creía Colón; y el contorno de África está dibujado por primera vez con su forma correcta.
Américo Vesùcio, un florentino amigo de Colón, fue el encargado de decir a la vieja Europa que las tierras halladas por Colón no eran las asiáticas, sino que formaban parte de una "cuarta pars" del mundo a la que daría su nombre involuntariamente. Este hombre también murió sin conocer los efectos de su revolucionaria noticia.
Había viajado a las Indias con Colón en 1497 y luego en mayo de 1499. En esta segunda expedición, dirigida por Alonso de Ojeda, siguió la ruta del tercer viaje de Colón.
Según parece realizó varios viajes más, cuatro al servicio de Portugal
Lo cierto es que en 1504 se publicó en Augsburgo el opúsculo Mundus Novus (Nuevo Mundo), donde se reproducía una carta de Vespucio a Lorenzo de Médicis en la que narraba sus viajes, y al año siguiente se imprimía su segunda obra, “Lettera di Amerigo Vespucci delle isole nuovamente ritrovate in quattro suoi viaggi”, en la que expresaba su convencimiento de que entre Europa y Asia existían nuevas tierras.
Tan extraordinarias revelaciones fascinaron al cosmógrafo alemán Martin Waldseemüller, quien decidió editar en 1507 las cartas de Vespucio junto a su Cosmographiae Introductio. En su prefacio escribió: "Ahora que esas partes del mundo han sido extensamente examinadas y otra cuarta parte ha sido descubierta por Américo Vespucio, no veo razón para que no la llamemos América, es decir, tierra de Américo, su descubridor, así como Europa, África y Asia recibieron nombres de mujeres."
El nombre de América empezó a difundirse por Europa. Y le fue concedida la naturalización en los reinos de Castilla y León por el rey Fernando el Católico

lunes, 19 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN - Parte 6 -

 TERCER VIAJE.  Los descubrimientos de Colón plantearon a los reyes algunos problemas como el de la incorporación de las Indias a la Corona de Castilla y su derecho a ocupar nuevas tierras. Del primer viaje realmente se trajo la gran noticia del éxito de la llegada a unas tierras desconocidas, pero había que realizar nuevas expediciones. Con el segundo viaje se vio que Colón no era todo lo buen gobernante que se esperaba de él.
A pesar del descubrimiento de las nuevas tierras, a estas alturas ya se había comprendido que no eran las Indias buscadas, no se habían encontrado las riquezas esperadas y la Corona persistía en buscar por occidente la “Ruta de las especias”. Las informaciones de la falta de esas riquezas originaron grandes dificultados para la organización del tercer viaje. También influyó las informaciones de las duras condiciones que había que soportar por los marineros en el viaje y por los colonizadores ya en tierra. Desapareció el entusiasmo para enrolarse en las tripulaciones. Solo se aparejaron 8 naves y se consiguió reclutar solamente a 228 hombres para la tripulación. Los Reyes tuvieron que recurrir a indultar la pena de quienes tuvieran delitos pendientes a cambio de servir en Indias; durante dos años, si el delito era de muerte o herida, o durante un año, si había sido menor. Muchos de los del crimen, como los llamó Bartolomé de Las Casas, embarcaron en este viaje.
En el tercer viaje, las dos primeras carabelas, la Pinta y la Niña zarparon el 30 de mayo de 1498, desde Sanlúcar de Barrameda directamente hacia la Española, para llevar refuerzos. Las otras seis, bajo el mando del Almirante, se hicieron a la mar el 30 de mayo del mismo año. Una vez en Canarias, Colón envió otras tres naves para que fueran también a la Española y se quedó con una nao y dos carabelas para poder realizar nuevos descubrimientos. Iba decidido a hallar otra Tierra Firme (recordemos que pensaba que Cuba lo era), más al sur. Bajó así con su flotilla hasta los 10° de latitud norte y el 31 de julio descubrió la isla Trinidad, frente a Venezuela. Pasó al Golfo de Paria y descendió hasta las bocas del Orinoco. Recorrió la Península de Paria, que consideró isla, y bautizó con el nombre de Gracia, hasta que al ver su longitud, sus habitantes y los animales, confirmó que estaba en Tierra Firme. Desde la costa de Paria enrumbó hacia la Española y desembarcó en Santo Domingo el 31 de agosto de 1498. Aquí acabaron los descubrimientos de Colón en su primer gran ciclo (faltaría naturalmente el cuarto y último viaje), pues los problemas de la colonización de la Española impidieron que realizara otros durante varios años. Colón se encontró Santo Domingo en una situación deplorable. Durante su ausencia se habían sublevado los indios contra el gobierno de su hermano Bartolomé Colón y, finalmente, los mismos españoles, dirigidos por el alcalde Francisco Roldán. El Almirante temió que los desórdenes de la colonia perjudicaran más su prestigio y se apresuró a negociar con Roldán un acuerdo aceptando sus condiciones de dar una amnistía a los sublevados y libertad para regresar a España, si lo deseaban. Incluso tuvo que ratificar a Roldán en su cargo de Alcalde, como si nada hubiera pasado. El Almirante autorizó los repartimientos de tierras de indios e incluso el servicio personal de los mismos, dos reivindicaciones de los roldanistas. No consiguió detener el descontento, sin embargo, por lo que tuvo que actuar con autoritarismo. Ordenó medidas disciplinarias, apresó a los más levantiscos y mandó ahorcar al cabecilla. Todo esto demostraba su torpeza para dirigir la colonia. Colón no lograba ni riquezas ni siquiera el orden necesario entre las gentes. Todo esto lo comunicó a los monarcas, enviando un navío con algunos hombres con noticias y alguna riqueza conseguida. Pero los reyes entendieron que desobedeció las ordenes de la corona al enfrentarse agrediendo a los indígenas rebeldes que no querían trabajar en las condiciones que impuso, y vender a algunos como esclavos, cosa que Isabel había dejado claro en su voluntad de que se tratara a los indios como súbditos de Castilla. Algunos de los hombres que habían retornado acusaron a Colón de mal gobernante.
En 1499 los monarcas deciden poner fin al monopolio que tenía Colón sobre las navegaciones a las Indias.  El 27 de agosto de 1499 llegó Francisco de Bobadilla con poderes de los reyes y 500 hombres armados. Dio libertad para coger oro, pagó los sueldos atrasados, vendió tierras e hizo repartimientos. Llegaba un nuevo orden, y de manos de un funcionario real. Las acusaciones contra el Almirante llovieron a raudales y el Juez tomó puntual nota de todas, sin permitir que Colón hiciera sus descargos. Finalmente metió en una carabela a los tres hermanos Colón (Cristóbal, Bartolomé y Diego) los encarceló en un barco el 15 de septiembre y los envió encadenados a la península a mediados de octubre, llegando a Cádiz el 25 de noviembre de 1500.
Todo el trabajo de Colón y sus anhelos terminaron. Fue encerrado y encadenado, y con grilletes llegó a España, pues no quiso que se los quitaran durante el viaje. En la travesía escribió una extensa carta a los reyes. Éstos mandaron inmediatamente poner en libertad al Almirante y le pidieron que fuese a Granada. Allí le expresaron su desagrado por todo lo ocurrido. Colón volvió a gozar del favor real, pero no le restituyeron sus enormes privilegios. En 1501, Colón tuvo la gran amargura de ver que los Reyes Católicos nombraban un Gobernador para la isla Española, fray Nicolás de Ovando. A Colón se le seguía reconociendo su patrimonio y, lo que es más importante, su gran calidad de marino, de Almirante, pero no su capacidad de organizar y gobernar una colonia de españoles e indios, ni el monopolio de ser el único descubridor. No se le restituyó a Colón sus cargos, pero se le encomendó un nuevo viaje. Recuperó su libertad pero ya había perdido todo su prestigio. Los monarcas ya no confiaban en Colón nada más que como navegante. A partir de ahora su objetivo sería el de descubrir tierras desconocidas pero no colonizarlas. Y ofrece el negocio a otros navegantes y empresarios para nuevas expediciones. Además se enteró que los portugueses habían ganado la carrera a las Indias ya que Vasco da Gama había regresado en septiembre de 1499 de un viaje a la India, tras haber navegado hacia el este alrededor de África, es decir, navegación de cabotaje.
Los viajes que la corona castellana permitió se desarrollaron entre 1499 y 1519. Alonso Ojeda y Américo Vespucio fueron algunos de ellos, éste último es a quién se le considera el primer europeo en comprender realmente que las tierras descubiertas por Colón conformaban un nuevo continente. Llegó hasta Venezuela y tuvieron noticias sobre las riquezas que luego fueron investigadas después por Vicente Yáñez Pinzón que se convirtió en el primer europeo al que se le debe considerar el verdadero descubridor del Brasil.
Mientras el nuevo gobernador de las indias estableció un sistema de trabajo, las “encomiendas”, los indios debían lavar el oro o sacarlos de la mina y estaban al cargo de un español que debía cristianizarlos.
Volviendo a Colón debemos recordar que llegaría el primero además del continente americano, que él seguía identificando como algún lugar de Asia, es decir, las India, y no como un nuevo continente. Además, Colón descubriría territorios de gran importancia, como la isla de Trinidad, la actual Venezuela y el potencial perlífero de la isla de Margarita.
No obstante Colón que era un buen marino y conocía bien la cartografía sacó algunas conclusiones en su tercer viaje sobre la esfericidad de la Tierra que se aproximan a la realidad. De Hecho escribió: “Yo siempre creí que la Tierra era esférica; las autoridades y las experiencias de Ptolomeo y todos los demás que han escrito sobre este tema daban y mostraban como ejemplo de ello los eclipses de luna y otras demostraciones que hacen de Oriente a Occidente, como el hecho de la elevación del Polo de Septentrión en Austro.
Mas ahora he visto tanta deformidad que, puesto a pensar en ello, hallo que el mundo no es redondo en la forma que han descrito, sino que tiene forma de una pera que fuese muy redonda, salvo allí donde tiene el pezón o punto más alto; o como una pelota redonda que tuviere puesta en ella como una teta de mujer, en cuya parte es más alta la tierra y más próxima al cielo. Es en esta región, debajo de la línea equinoccial, en el Mar Océano, el fin del Oriente, donde acaban todas las tierras e islas...”  Esto está en la carta de Colón a los Reyes Católicos.


domingo, 18 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN - Parte 5 -

Colón regresó de su primer viaje y  arribó a España, después de su famosa entrevista con el rey portugués, (marzo de 1493), y se fue a descansar dos semanas a la Rábida. Allí esperó su audiencia en la corte que fue al año siguiente.

En su paso por las tierras de España, reconquistadas a los musulmanes, muchos hombres se le ofrecían a Colón para enrolarse en un nuevo viaje. Gentes jóvenes que habían sentido la guerra y eran hijos de soldados de reyes que habían luchado contra los árabes. Entre esos muchachos estarían los grandes conquistadores que luego fueron, Francisco Pizarro y Hernán Cortés.El relato de Björn Landström, sobre el recibimiento de Colón por parte de los Reyes Católicos en Barcelona, es muy ilustrativo respecto a lo que sucedió: "Se engalanó la ciudad como para una fiesta, y cuando el Almirante y su séquito llegaron a las afueras, lo recibieron altos cortesanos. Al penetrar en el salón del trono se levantaron los soberanos, y cuando Colón quiso arrodillarse y besarles la mano, hicieron que se levantara y sentara en una silla cerca de ellos. Colón fue el único al que se le permitió permanecer sentado en su presencia.
Entonces les hizo el relato del viaje y de las islas con su fresca vegetación y sus habitantes desnudos... Les presentó a los indios casi desnudos, quienes rezaron el Ave María y se santiguaron. Sus hombres traían jaulas con cacatúas, grandes ratas indias y pequeños perros que no podían ladrar. Abrieron barriles con extraños pescados en salazón y arcas con algodón, áloe, especias y pieles de grandes iguanas. Les mostraron arcos, flechas y porras, y el Almirante les habló de los caribes devoradores de carne humana o caníbales, y de las sirenas frente a Monte Christi, pero aseguró que no había visto ninguno de los monstruos que los cosmógrafos creían existentes en las islas al fin de la tierra. Luego les mostró el oro: coronas de oro, grandes máscaras decoradas con oro, ornamentos de oro batido, pepitas de oro, polvo de oro. Los soberanos se arrodillaron, y con ellos todos los presentes, dando gracias a Dios que había puesto estas cosas en sus manos. El coro cantó un Te Deum, y las crónicas dicen que todos los ojos se llenaron con lágrimas de indescriptible alegría".

Colón vivió su momento de mayor esplendor y gozó durante este tiempo de todo el favor real. Los reyes se mostraban contentos con su hazaña, alegría que aumentó tras la dictación de las bulas de donación por parte del papa Alejandro VI. Para Isabel era la oportunidad de ampliar el cristianismo y para Fernando era la gran demostración del poder de España en Europa y estaba dispuesto a la conquista completa de aquellas tierras.
Los acontecimientos que sobrevinieron después sobrepasaron a Colón. Desde Roma se dirigió una bula para los reyes y también nombra en ella a Colón. El Papa bendecía la gesta y aprobaba la conquista que se organizaba, a cambio de que se difundiera la cristiandad por el nuevo mundo y también controlaría las riquezas. Comenzaría entonces la explotación de las nuevas tierras. Colón había logrado su sueño. Recordó la fuerza de una pasión que tuvo desde joven, cuando por entonces pudo presenciar el ocaso de Génova. Tuvo la certeza de que su porvenir ya no estaba allí y a los 25 años se marchó en una expedición comercial, esta vez no a Oriente sino a Occidente. Jamás volvería a su tierra.
Dieciséis años después de su partida de Génova para Colón su objetivo había sido cumplido, había logrado lo que pensaba desde hacía años. El 15 de marzo de 1493 llegó Colón a España de vuelta de su impresionante viaje en el que al principio nadie confiaba. Había logrado el favor de los Reyes Católicos, nada menos. Pero todo esto lo iba recordando, a su vuelta del viaje, a medida que iba viendo como la noticia y fama de su gesta le sobrepasaba. Los reyes, la nobleza, el propio papa y los navegantes y aventureros, todos hablaban y escribían sobre ello.
Había que organizar un segundo viaje, más elaborado y planificado.
El nuevo viaje partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493, saliendo de Hierro el 13 de octubre y llegando la isla Guadalupe el 4 de noviembre, descubriendo Puerto Rico y Jamaica.
En este segundo viaje iban unos 1.200 hombres. Llevaban caballos y ganado bovino, también semillas de trigo y otras. Se hizo en prosecución de tres objetivos: socorrer a los españoles del fuerte de la Navidad; continuar los descubrimientos, tratando de alcanzar las tierras del Gran Khan; y colonizar las islas halladas anteriormente. Se reunió una fuerza formidable de casi mil quinientos hombres (800 soldados, religiosos, profesionales, campesinos y hasta soldaderas), que fue preciso embarcar en 17 barcos; 14 carabelas y tres naos. Todo esto se hizo en poco más de cuatro meses gracias al Obispo don Juan Rodríguez de Fonseca, a quien los Reyes encargaron la empresa. No en vano Las Casas dijo de él que fue "muy capaz, para mundanos negocios, señaladamente para congregar gente de guerra para armadas por la mar, que era más oficio de vizcaínos que de obispos". Tras hacer escala en Canarias, Colón ordenó poner rumbo oeste cuarta del suroeste; mucho más al sur que la vez anterior. Esperaba así ir a parar a Cipango, pero lo que de verdad encontró fue la ruta más rápida y segura para llegar a América. El 3 de noviembre, sólo 21 días después de haber salido de Canarias, alcanzó las islas Deseada y Dominica. Posteriormente descubrió Mari Galante (donde volvió a tomar posesión), Guadalupe (donde los españoles encontraron las huellas de los caribes: unas ollas en las que se cocinaba carne humana), Monserrate, Santa María la Antigua, San Martín, Santa Cruz y finalmente las bautizadas como Once Mil Vírgenes, por su número incalculable. El 18 desembarcó en Borinquén, que llamó San Juan, y será luego Puerto Rico. No pudo detenerse en ella pues tenía prisa por llegar al fuerte de la Navidad. El 27 de noviembre de 1493 arribó al lugar donde había naufragado la Santa María (costa norte de Haití). Colón no encontró rastro alguno de los 39 hombres que había dejado en el fuerte. Los indios le dijeron que habían sido asesinados por un cacique enemigo llamado Caonabó. El Almirante procedió entonces a fundar una colonia en aquella isla, donde sabía que había oro. La estableció el 6 de enero de 1494 y fue La Isabela, primera población española en América. El sitio era insalubre, pero tenía condiciones defensivas. Desde allí envió dos expediciones con Ojeda y Corbalán para encontrar el oro de Cibao, que regresaron con algunas muestras del metal, y despachó 12 barcos de regreso a España bajo el mando de Luis de Torres con las muestras del oro encontradas y un memorial para los Reyes en el que proponía cambiar las vituallas y ganados necesarios por esclavos caribes. Luego dirigió en persona otra expedición a Cibao. Halló efectivamente algún oro y mandó construir el fuerte de Santo Tomás.  Aunque la Isabela fallecieron de enfermedad gran número de sus pobladores, Colón la abandonó para descubrir nuevas tierras. Tomó una nao y dos carabelas y zarpó el 24 de abril de 1494 rumbo a Cuba, que recorrió esta vez por su parte meridional. Pasó luego a Jamaica, bautizada como Santiago, y tornó otra vez a Cuba. Allí ordenó levantar un acta asegurando estar en Mango o el Mangi de Marco Polo, cosa que hizo jurar a los pilotos bajo la amenaza de cortarles la lengua. Posteriormente volvió a Jamaica y la Española, arribando a la Isabela el 29 de septiembre. Colón estaba muy enfermo y las crónicas afirman que convaleció de sus males casi cinco meses. Colón se encontró a la Isabela en un estado peor del que la había dejado, si cabe. Había llegado su hermano Bartolomé, pero se habían marchado muchos descontentos, entre ellos el capitán Pedro Margarit y el Padre Boyl, que detentaban la autoridad militar y religiosa de la isla y que empezaron a desprestigiar la labor colonizadora de Colón ante la Corte. El Almirante hizo frente a un levantamiento indígena que sojuzgó violentamente, imponiendo a los vencidos la esclavitud y un tributo de oro en polvo y algodón. Como consecuencia de los informes de Margarit y Boyl, los Reyes enviaron a la Española al repostero Juan de Aguado casi un espía de todo lo que pasaba, según nos dice Las Casas. Aguado se informó de los problemas que afrontaba la colonia y cuando anunció que iba a regresar a España, el Almirante decidió acompañarle, pues comprendió que sus informes no le beneficiarían. Antes de partir mandó construir seis fortalezas en diversas partes de la Isla, envió una expedición al sur en busca de oro, y a su hermano dejó el gobierno de la colonia. El 10 de marzo de 1496 embarcó para España. En la flotilla iban, además de Aguado, 220 repatriados que no querían saber nada más de las Indias. En tres años, los transcurridos de 1493 a 1496, las nuevas tierras habían pasado de ser paradisíacas a malditas. Colón arribó a Cádiz el 11 de junio. Pidió una entrevista con los Reyes, que se le concedió en Burgos el otoño siguiente. Allí se presentó con el poco oro que pudo reunir, sus animales exóticos y muchas promesas. Era muy poco frente a todo el gasto que había originado, por lo que hizo hincapié en los enormes servicios prestados a la Iglesia con la evangelización de los indios. Los Reyes siguieron confiando en Colón, al menos eso dijeron.

sábado, 17 de septiembre de 2022

VENTURAS Y DESVENTURAS DE COLÓN - Parte 4

Al llegar a tierra Colón y sus hombres creían que estaban en la India. Realmente estaban en lo que hoy llamamos Las Bahamas, y aunque ya estaban en tierra y la desesperación por llegar había pasado, pero pasarían aún muchas penurias.
Aquellas gentes andaban desnudos, les pareció pobres y humildes y los convertiría a la fe por convencimiento y no a la fuerza. Cambiaban sus cosas por bagatelas que les sorprendían, Colón pensaba que esa sería la manera de conseguir oro y riquezas. Se han encontrado restos y monedas acuñadas en aquellos años en las tierras donde vivían el pueblo Arahuaco, que ya no existe. Lo que hoy llamamos El Salvador. Dos días estuvo allí el descubridor. Luego se dirigieron a lo que hoy llamamos Cuba. Le habían indicado que allí encontraría riquezas inmensas. Al desembarcar no encontró tales riquezas. Siempre pensando que estaba en Oriente, envió una expedición tierra adentro con un intérprete que hablaba latín, hebreo caldeo y árabe y también llevaba una carta de los Reyes, era un judío converso. Llegaron a una aldea donde fueron bien recibidos.

Fray Bartolomé de las Casas, tiempo después describió que esas gentes llevaron tabaco y lo dieron a conocer. Colón probó el fumar y vio que era agradable, pero no se dio cuenta de la importancia que podía tener el tabaco en el futuro. El seguía pensando que estaba en Japón o todo lo más en China. Su deseo era ver al gran Khan. Pensaba que estaba navegando por la costa de Asia.
El día 22 de noviembre Martín A. Pinzón se marchó solo en busca de mejor fortuna a bordo de La Pinta. Navegando entonces con dos naves llegó a otro lugar mejor aprovechado, Baracoa. Pensó que ese lugar era bueno para instalarse. En su diario expuso que los Arahuacos no tenían religión, pero estaba equivocado. Escribió del buen carácter de los indígenas.
A principio de ese año se fue a una isla llamada Bohío, que era donde le dijeron que encontraría los tesoros que buscaba. En realidad aún no había encontrado algo de auténtico valor que presentar en Europa. A un día de navegación estaba en esa isla. La llamó La Española, ahora Haití y República Dominicana. Quedó maravillado de la hermosura de aquellas playas y tierras. Fueron recibidos por unas 100 barcazas y los indígenas subieron a los navíos, hombres y mujeres. Iban desnudos, no tenían complejos ni vergüenza, tampoco eran celosos los hombres. El jefe máximo de aquellas gentes, que estaban organizados en varios grupos con jefes de menor importancia, se llamaba Guacanagarí. Fue el primer aliado de Colón, le regaló pepitas de oro. Por fin lograba lo que había soñado. Colón no encontró luego nunca minas de oro en Haití, pero algunos hombres que le siguieron fueron más decididos y excavando encontraron la mina.
La nochebuena de ese año la nave Santa María encalló pues el timonel había confiado en un grumete. Tratando de desencallar el barco se fue abriendo en las junturas de los tablones. Finalmente naufragaron. 
FUERTE NAVIDAD
El jefe Guacanagarí le prestó su ayuda y rescataron todo lo que pudieron del navío. Colón mandó disparar una andanada contra la nave para demostrar su poder ante los indígenas. Estos quedaron impresionados y Colón les regaló ropa y algunos enseres. Mandó construir un fuerte que llamó Navidad y dejó allí 40 hombres y se marchó con la esperanza de que a su regreso encontrase los tesoros ansiados. Solo le quedaba La Niña y ya no podía demorar mucho su regreso a España. Paró donde un río desemboca en el mar para recoger agua dulce, y cuando los marineros sacaron los barriles, éstos traían polvo dorado en los aros metálicos. Lo llamó Rio de Oro, pero en realidad no se sacó gran cantidad. Todavía hoy se trabaja en busca de oro con bateas a orillas del río.
Colón pensaba en el regreso y además en que Pinzón iba por delante y podía legar antes, falsear las cosas y llevarse la gloria. Otra sorpresa esperaba todavía. Avista a La Pinta y Pinzón subió a saludar a Colón, éste creía que la codicia de Pinzón le habría llevado a buscar el oro. Llevaba una buena cantidad pero arreglaron sus diferencias porque ambos sabían que era muy arriesgado cruzar el mar solos. Colón capturó varios indígenas para ser llevados a España.
El 16 de enero de 1493, con las dos naves restantes, La Pinta y La Niña, emprendieron el viaje de retorno. Levaron anclas y enfilaron rumbo a Europa. Pero las peripecias de este primer viaje colombino aún no terminarían. El jueves 14 de febrero, cuando faltaba poco para llegar a las Azores, una violenta tormenta hizo que las dos carabelas perdieran el contacto. La Pinta, comandada por Martín Alonso Pinzón, se alejó para siempre y Colón nunca más volvería a ver a quien había sido su mano derecha. Pinzón, en vez de intentar reunirse con el Almirante en las Azores, continuó su periplo por el océano, movido por la ambición de llegar primero a España con las noticias de su descubrimiento. Sin embargo, el destino quiso otra cosa. Pinzón arribó al puerto de Bayona en Galicia a finales de febrero,
 y luego se dirigió a Palos a principios de marzo, adelantándose a Colón. A pesar de ello, la corte real le negó una audiencia y a los pocos días, Pinzón falleció a causa de una desconocida enfermedad.
La Niña, mientras tanto, salvó con muchas dificultades la tormenta. Colón incluso llegó a temer lo peor y lanzó un pergamino con el relato de su viaje al mar, con la esperanza de que quien lo hallase, lo hiciera llegar a los reyes. Los tripulantes de La Niña al verse a punto de naufragar realizaron el denominado voto colombino., que era una promesa religiosa realizada para cumplir al llegar a España. Por fortuna, el reducido grupo pudo continuar su viaje hacia las Azores, donde repusieron sus fuerzas
Según un manuscrito posterior de Bartolomé de las Casas, Colón decidió echar en suerte entre los tripulantes el ir en peregrinación a dos centros religiosos: primero el Monasterio de Guadalupe, en Extremadura, que le tocó al propio Almirante; y segundo al Santuario de la Santa Casa, en los Estados Pontificios (Italia), que le tocó a un marinero. Un tripulante propuso entonces que se sortease también ir en peregrinación al Monasterio de Santa Clara (Moguer), lo cual le volvió a tocar a Colón. Además todos acordaron ir juntos en procesión a alguna iglesia de advocación mariana en la primera tierra que tocasen.
Finalmente Colón, con La Niña, el 15 de febrero de 1493, al fin llega la carabela a las Bocas del Tajo, como quien dice a Lisboa. Va a tener que hacer partícipes de la noticia a los portugueses antes que a los castellanos. Todos piensan que a la Pinta se la tragó el mar. El Almirante llega con un puñado de españoles y 9 indios. Antes que puedan desembarcar, el capitán portugués vigilante, desde su nave les notifica que no pueden poner pie en tierra sin identificarse.
Colón le hace saber que él es Almirante del Mar Océano y el Virrey de las Indias nombrado por los reyes de Castilla. Detrás de ese título que colocaba a Colón por encima de todos los marinos de Castilla, lo que veía era a un pobre capitán de una carabela que se salvaba de un naufragio con una veintena de hombres. Colón le presenta sus letras credenciales al capitán portugués, quien lee tres veces el papel y recibe al recién llegado. El marino de la fortaleza de Portugal que va a recibir al descubridor de América era Bartolomé Díaz, quién dos años antes había llegado al Cabo de las Tormentas en el sur de África, y le había dado el nombre de Cabo de Buena Esperanza, abriéndole el camino a Portugal para llegar hasta la China y el Japón. Con esto estoy diciendo que los portugueses llegaron a Asia, antes que España, dos años antes. Bartolomé Díaz fue el navegante primer explorador europeo en doblar a principios de 1488 el extremo sur de África, llegando al océano Índico a partir del Atlántico, un hito de la navegación a vela. Fue el primer navegante que viajó alejado de la costa en el Atlántico Sur. Su viaje, continuado por Vasco da Gama una década más tarde, contribuyó al descubrimiento de la ruta marítima a la India.
No tenemos ningún registro de la conversación. Bartolomé Díaz estaba en la cumbre de su gloria. Como es obvio, el portugués tendría la mayor curiosidad por enterarse de lo que había visto Colón. A Colón lo que le interesaba era entrevistarse con el rey. Éste había rechazado su proyecto años antes considerando la hazaña de Bartolomé Díaz. Informaron al rey y éste pidió que le trajeran al Almirante. El 4 de marzo de 1493 Colón es recibido en Lisboa por el rey Juan II de Portugal. A los Reyes Católicos  no les haría tanta gracia esta entrevista ni su cordialidad, y mucho menos que Juan II muestre interés por aquellas tierras. Esto se traducirá luego en largas discusiones que acabarán con el Tratado de Tordesillas, donde se dividen el océano y las tierras. El 15 de marzo Colón llegará por fin a Palos. El almirante creía haber llegado a Asia navegando desde Occidente, cuando en realidad había descubierto un continente completamente desconocido para los europeos. En abril de 1493 Cristóbal Colón fue recibido por los Reyes Católicos en Barcelona posiblemente a finales de abril.

CAPTURA DEL STANHOPE - 1710

Blas de Lezo, el almirante “Medio Hombre” , debido a la pérdida de una pierna a los 17 años en el combate naval de Vélez (Málaga), un ojo tr...