miércoles, 15 de marzo de 2023

GUERRA DEL ASIENTO CONTRA INGLATERRA (1739-1748

La guerra del Asiento fue un conflicto bélico en el que se enfrentaron las flotas y tropas del Reino de Gran Bretaña y del Imperio español en el área del Caribe. La flota desplegada por Inglaterra por la cantidad de hombres y la enorme artillería, se ha considerado la Armada más importante de la historia, tras el desembarco de Normandía. 

En el Tratado de Utrecht, (1713), para el fin de la Guerra de Sucesión española, negociado a espaldas de España por ingleses y franceses, se había perdido para España Menorca y Gibraltar a cambio del asentamiento de los Borbones y de evitar una alianza entre dos potencias tales como eran España y Francia en perjuicio de Inglaterra.
Gran Bretaña había obtenido el denominado “Asiento de negros” y la concesión del “Navío de permiso” que permitía el comercio directo de Gran Bretaña con la América española por el volumen de mercancías que pudiese transportar un barco de quinientas toneladas de capacidad. Ambos acuerdos comerciales estaban en manos de la Compañía de los Mares del Sur. Se crea así un precedente para que el Caribe se llene de contrabandistas de todo pelaje. El “Asiento” era un permiso de monopolio del “Asiento de negros”, es decir, la trata de esclavos, que fue concedido en alquiler a la empresa inglesa South Sea Company, gracias al cual podía enviar a América un total de 144.000 esclavos. Inglaterra había solicitado que sea durante diez años, pero el rey francés Luis XIV, que tenía junto con Felipe V de España el negocio funcionando, convirtió esos diez años en treinta. Tenía los poderes de su nieto Felipe V.



Una ruta comercial específica y Jamaica se convierte en una gran base de contrabandistas.
El caso es que entre piratas, corsarios, filibusteros y contrabandistas, Inglaterra se iba introduciendo en el comercio con la América española. José Patiño, ministro español que trabajaría intensamente para levantar una nueva fuerza naval digna. Mientras, Inglaterra iniciaría una política de acoso a las rutas comerciales coloniales que obligaría a extremar al máximo sus defensas, responsabilidad que caería en manos de la Armada española. Los políticos y comerciantes ingleses empezaron a considerar la opción de una guerra total contra España. Por lo que se comenzó a malear a la opinión pública. El uso sin disimulo de la piratería a mansalva, hizo que España se viera obligada a reforzar sus flotas en El Caribe con naves de guerra extraídas de su escasa fuerza naval. El contrabando inglés empezó a declinar.
En el año 1737 Inglaterra reclamaba el intercambio de unas presas que habían hecho los guardacostas españoles. Pero la contabilidad del Navío de Permiso y del Asiento de Negros seguían sin ser satisfechas por parte de los anglos. La tensión iba subiendo enteros. Mientras Inglaterra concedía centenares de licencias de corso para combatir a los guardacostas españoles en la Cámara de los Comunes se exigía una respuesta armada.



El detonante de aquella explosiva situación la buscaron al recordar el hecho sucedido siete años atrás. Al suceso en su momento no dieron mayor importancia. El navegante español Julio León Fandiño le echaría el guante a un tal Robert Jenkins, corso, es decir ladrón con permiso real. Fandiño, capitán del bergantín la Isabela que había pillado in fraganti a Jenkins, quiso escarmentar al inglés cortándole una oreja, a lo cual dicen que añadió las palabras: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. A continuación, como guardacostas que era, Fandiño requisó la mercancía y se hizo con la propiedad de la nave. De vuelta a Inglaterra, Jenkins presentó una queja formal ante el rey Jorge II, que hizo caso omiso a las quejas del truhan. Pero siete años después, el lobby de la guerra lo convencería para que se personara ante los parlamentarios para explicar el episodio aquel. Ante los miembros del parlamento, el tal Jenkins abrió una caja en la que primorosamente envuelta había una oreja que no se entendía cómo podía haber durado tanto tiempo incólume. Buscada la solución diplomática por apariencia se firmó el Convenio de El Pardo, cuyos términos según criterio de los comerciantes y opinión pública inglesa eran muy indulgentes. La Cámara rechazó el Convenio. La prensa británica se encargaría de deformar el incidente de la oreja de Jenkins exagerando la crueldad española mientras las calles londinenses aparecían empapeladas con panfletos, incitando a la guerra contra España. Los comerciantes ingleses utilizaron la rivalidad política interna, para crear una reacción patriótica inducida a presión con la intención de precipitar la guerra. El conflicto armado de 1739 es un claro resultado de esta precuela de manipulación de la opinión pública. Gran Bretaña pretendía dominar los mares y para ello debía desalojar a España de América. La presencia de Gran Bretaña en aguas americanas era un hecho consumado desde hacía tiempo: Belice, Trinidad y Tobago, Jamaica, las Caimán, etc.


EDWARD VERNON 
Hubo un ataque a La Guaira en octubre de 1739. Tras arribar El Comandante Edward Vernon con la flota inglesa a la isla de Antigua a principios de octubre de 1739, envió tres navíos a interceptar las naves mercantes españolas que hacían la ruta entre La Guaira y Portobelo.  Tras divisar varios buques de pequeño porte en el puerto de La Guaira, decidió atacar cambiando la bandera británica por la española y entrar tranquilamente en el puerto y una vez en él tomar las naves y asaltar el fuerte. Así, el 22 de octubre, el capitán Waterhouse entró en el puerto de La Guaira. Los artilleros del puerto esperaron a que la flota británica estuviese a tiro, y llegado el momento abrieron fuego simultáneamente sobre los británicos. Tras tres horas de intenso cañoneo, Waterhouse ordenó la retirada de sus maltrechos barcos, que hubieron de recalar en Jamaica para acometer reparaciones de urgencia.
La segunda acción fue protagonizada por el almirante Edward Vernon en noviembre de 1739, que al mando de seis naves capturó y destruyó Puerto Bello (actual Portobelo, en Panamá. En esta ocasión, el descuidado gobernador de la plaza no tenía la defensa preparada. Vernon ordenó respetar las haciendas de los civiles, en previsión de una buena relación con la población. Un vestigio de estas celebraciones puede aún encontrarse en Londres: la conocida calle de Portobello Road en conmemoración de esta batalla.
Tras el éxito de Portobelo, Vernon decidió probar suerte con Cartagena de Indias, considerada un objetivo prioritario. Con la excusa de hacer entregar una carta a don Blas de Lezo, aprovecharía para hacer un estudio de las defensas españolas, pero esto no fue posible porque se prohibió la entrada del Fraternity en el puerto. 


FORTALEZA SAN FELIPE 
Así pues, de nuevo en marzo de 1740 Vernon partió al mando de dos brulotes, tres bombardas y un paquebote, llegando a aguas de Cartagena el 13 de marzo. Inmediatamente desembarcaron varios hombres con el objetivo de estudiar desde tierra la disposición de los fuertes, y el grueso de la flota fondeó en Playa Grande, al oeste de Cartagena. El día 18 Vernon ordenó a sus tres bombardas abrir fuego sobre la ciudad, con la intención de provocar una respuesta que le permitiese hacerse una idea de la capacidad defensiva de los españoles. Pero Lezo conocía las motivaciones de Vernon, y dicha respuesta no llegó a producirse. El veterano marino español simplemente ordenó desmontar algunas baterías de sus barcos para formar baterías en tierra con las que cubrirlos. Los británicos llevaron a cabo un intento de desembarco de unos cuatrocientos soldados que fue rechazado sin problemas por la guarnición española. Tras tres días de bombardeo británico Vernon ordenó la retirada el día 21.  El 24 de marzo de 1740 Vernon se dispuso a atacar la fortaleza de San Lorenzo el Real del Chagres, situada a orillas del río Chagres y en las proximidades de Portobelo. Una escuadra británica bajo mando del propio Vernon, comenzaba a cañonear la fortaleza española. Ante la abrumadora superioridad de las fuerzas británicas, el capitán Cevallos rindió el castillo el 24 de marzo, tras resistir dos días. Los británicos destruyeron entonces el castillo, y se apoderaron de su artillería y de dos balandras guardacostas españolas.
Mientras tanto en España partían del puerto gallego de Ferrol los navíos Galicia y San Carlos transportando al teniente general de los Reales Ejércitos don Sebastián de Eslava y Lazaga que sustituiría a don Pedro Hidalgo como gobernador de Cartagena de Indias. Tras tener Vernon noticia de esto, envió inmediatamente a cuatro navíos de su flota a interceptar los buques españoles, pero estos consiguieron finalmente burlar la vigilancia británica y entrar en el puerto de Cartagena el 21 de abril de 1740.


BLAS DE LEZO
Felipe V por Real Cédula de 20 de agosto de 1739, restauró el Virreinato de Nueva Granada y lo puso a cargo del teniente general don Sebastián de Eslava, caballero de la Orden de Santiago. Eslava partió de Cádiz hacia América en los primeras fechas de 1740 y llegó a Cartagena de Indias el 21 de abril. Este virreinato que abarcaba Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador, después de que años antes hubiera sido suspendido debido a las estrecheces económicas.
Los ingleses ya tenían el plan para invadir el importante bastión de Cartagena de Indias y la flota británica se encaminó hacia allí puesto que estaba en Jamaica, esperando la oportunidad.
El ejército inglés, comandado por el almirante Edward Vernon, trataría de invadir Cartagena de Indias con 186 buques de guerra 27.000 soldados y cerca de 3.000 piezas de artillería. Se trataba de la flota más grande y poderosa de la historia. Cartagena estaba defendida por 2.600 soldados y 6 navíos españoles, 80 artilleros y 600 indios traídos del interior con arcos y flechas.
Tres años antes del nombramiento del Virrey Eslava, Blas de Lezo ya había sido destinado a defender las costas de Cartagena de Indias.
Lezo ya había repelido los ataques británicos anteriormente y comenzó a mejorar las fortalezas, lo cual no evitó que, en enero de 1740 al llegar Eslava encontrara Cartagena de Indias sin ningún estado de defensa y sin tropa “ni para cubrir los puestos de centinela”. Eslava llevaba  de España a 1.308 hombres pertenecientes a los segundos batallones de los regimientos de España, Granada y Aragón. El navarro y el vasco honraron pronto las viejas riñas entre la Armada y el Ejército español a la hora de establecer una nueva defensa contra el almirante Edward Vernon , que planeó atacar con todas sus fuerzas Cartagena de Indias. Así lo cuenta Allan J. Kuethe y Juan Marchena. Eslava y Lezo tenían ambos el grado de teniente general, siendo Lezo el de mayor antigüedad y el comandante directo de los buques de la Armada, lo que no quitaba que el virrey fuera la máxima autoridad en la plaza.


VIRREY SEBASTIÁN ESLAVA 
Sin gobernador militar en la ciudad, Eslava decidió tomar en persona el mando de la defensa al saber que los británicos se dirigían al puerto caribeño, por lo que Blas de Lezo quedó como su subordinado. La mala relación entre ambos privó al Imperio español de una asociación que hubiera sido todavía más desastrosa para los británicos.
Lezo era un navarro con una larga tradición castrense, un hombre que inició su carrera con catorce años en la Guerra de Sucesión y que en pocos años acumuló un gran cantidad de títulos y reconocimientos por su capacidad y buen criterio.
Sebastián Eslava era un voraz lector de obras clásicas y conocedor de las grandes campañas de la Antigüedad, que trató de aplicar a su tiempo. Las operaciones de desembarco y de asedio se convirtieron en su especialidad a lo largo de los años.  Sebastián de Eslava recibió el cargo a propuesta del ministro de Marina e Indias, por su experimentada capacidad y conducta. Hoy en día, Eslava está considerado uno de los virreyes que iniciaron las reformas borbónicas en América, un ilustrado con conocimiento de ciencias naturales y con la inteligencia de saber que los asedios se ganan por los ingenios militares y no la fuerza bruta. Jesús Dolado y Eduardo Robles en su libro “Sebastián Eslava: Un héroe robado a España” (Galland Editorial Books).
Eslava era de carácter áspero, mientras que Blas de Lezo, un brillante estratega que ya había tenido problemas con otros mandos, llevaba muy mal ponerse a las órdenes de «caballeros terrestres». Su diario muestra la mala opinión que tenía de todos los actores implicados en la defensa de Cartagena de Indias, a pesar de que entre ellos había militares de acreditado prestigio como el propio Eslava o el coronel de Ingenieros Carlos Souvillard Desnaux, responsable del entramado defensivo..
Cuando en marzo de 1741 se materializó el tercer intento británico de tomar Cartagena de Indias, la relación entre Eslava y Blas de Lezo, ambos igual de temerarios, vivía en una tensión puntiaguda y las discrepancias sobre la estrategia a seguir eran constantes. No ayudaba a tranquilizarlos la enorme superioridad numérica de los ingleses.
Lo que no supieron los ingleses, y ocultó durante mucho tiempo fue que ante la enorme superioridad numérica y de medios que utilizó Gran Bretaña contra España, resultó decisiva la extraordinaria eficacia de los servicios de inteligencia españoles, que consiguieron infiltrar agentes en la Corte londinense y en el cuartel general del almirante Edward Vernon. El plan general británico, así como el proyecto táctico de la toma de Cartagena de Indias, fueron conocidos de antemano por la Corte española y por los mandos coloniales con tiempo suficiente para reaccionar y adelantarse a los británicos.
El 13 de marzo de 1741 los primeros barcos ingleses aparecieron frente a la ciudad. Para tomarla era necesario acceder a la bahía y ésta tenía dos canales. El primero había sido anegado por los españoles hundiendo algunos barcos y el otro estaba protegido por el sistema defensivo. El inglés Vernon comenzó a atacar bombardeando sin cesar desde sus barcos  los tres fuertes que había. Dieciséis días resistieron los españoles los bombardeos y ataques de la infantería inglesa. Hasta que tuvieron que retirarse momentáneamente perdiendo los seis buques que disponían. Los ingleses acusaron 700 muertos, pero conquistaban el fuerte San Luis y entraban en la bahía.

ESTATUA EN MADRID DE BLAS DE LEZO
En los otros fuertes se atrincheraron Blas de Lezo con sus hombres. Los ingleses tomaron otra fortaleza y desembarcaron 9.000 infantes para atacar el fuerte San Felipe. Tal fue así que Vernon seguro ya, despachó un barco hacia Londres asegurando que la victoria sería cuestión de poco tiempo. Inglaterra estaba tan segura de su poderío naval que no dudaba de la victoria y el rey inglés mandó acuñar monedas celebrando su triunfo, en las que se leía "la arrogancia española  ellas aparecía Blas de Lezo representado de rodillas entregando su espada al almirante Vernon.
Mientras Lezo en las dos fortalezas restantes había mandado reforzar con trincheras en diagonal, cavado fosos que convertían en inútiles a las escaleras que traían los británicos y además había colocado estratégicamente la artillería.
El 20 de abril se produjo el gran asalto  sobre el fuerte San Felipe que fue completamente rechazado, e incluso los españoles salieron y a bayoneta calada cargaron causando unas 400 bajas inglesas.
Esa victoria fue decisiva ya que a partir de entonces los ingleses fueron fracasando en los nuevos asaltos. También se impidieron los desembarcos en otros puntos. La heroica plaza soportó unos 28.000 cañonazos  y 8.000 bombas.  
Para colmo las enfermedades tropicales empezaron a hacer mella en las tropas inglesas. Para finales de mes de los 11.000 hombres quedaron en unos 4.500. Las discusiones entre los mandos de la oficialidad inglesa se desató y se apuntó que era imposible conquistar Cartagena de Indias.
El 1 de mayo los barcos ingleses comenzaron a retirarse de la bahía. En el proceso de retirada también siguieron perdiendo hombres. Había muchos americanos de Virginia utilizados por Vernon como carne de cañón. Los defensores españoles fueron unos 600 muertos. España perdió 6 barcos y Gran Bretaña 50 buques, algunos hundidos por carecer de tripulación.
Se trataba de la mayor derrota inglesa de su historia y Vernon según se dice pronunció “Dios te maldiga, Lezo”.  A la vez que Blas de Lezo aseguró que “Para venir a Cartagena habéis de construir otra escuadra, porque esta no sirve ni para llevar carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera ido mejor”.
La victoria de las fuerzas españolas, al mando del teniente general de la Armada Blas de Lezo, prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX.
La humillación fue tal que el rey Jorge II ordenó a los historiadores ingleses no se escribiera nada de la derrota; y los historiadores ingleses son hegemónicos, lo que ellos no publican no existe. Y como los historiadores no escribieron nada sobre Cartagena de Indias, esta batalla fue injustamente ocultada para la historia.
La mayoría de españoles de hoy en día no se sienten orgullosos de serlo, mientras a los ingleses les sale el orgullo por las orejas.
A pesar de su profundo descrédito, a Vernon a su muerte en 1757 se le decidió enterrar su cuerpo en la Abadía de Westminster, como si fuera un héroe más de los que allí reposan.
Blas de Lezo corrió una suerte diferente. Blas quedó muy mal herido por los combates de Cartagena de Indias, murió cinco meses más tarde víctima de las heridas del combate. Y lo lamentable, nadie sabe dónde está enterrado. Sus restos quedaron en una fosa común, por lo que su cuerpo no pudo ser enterrado en las condiciones que merecía, Blas de Lezo murió en Cartagena en septiembre de 1741.
Para los ingleses aquella costosa campaña quedaría como una retirada táctica. Al terminar la guerra del Asiento, en 1748 se retornó al statu quo anterior. La integridad territorial española permaneció como antaño. En 1750 Gran Bretaña renunciaría al Navío de Permiso y al Derecho de Asiento a cambio de 100.000 libras.
A pesar del potencial desplegado en todas sus campañas navales, los resultados fueron magros, por no decir nulos.


FRAGATA "BLAS DE LEZO"
Existe un monumento al Almirante Blas de Lezo inaugurado por el entonces rey de España Juan Carlos I, acompañado por el embajador de Colombia del 2014.
También hay una fragata de la Armada Española con el nombre “Blas de Lezo”

BATALLA DE AYACUCHO

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