Los
romanos fue uno de los muchos pueblos que tanto antes como después llegaron a
la península. Pero el más importante. Como toda metrópoli a sus colonias, Roma
explotó económica y socialmente a sus provincias de lo que llamó Hispania. La
conquista romana de la Península Ibérica, comienza en el 218 a. C. (fecha del
desembarco romano en Ampurias) y se mantuvieron hasta los principios del 400 d.
C. A lo largo de este extenso periodo de más de seis siglos, tanto la población
como la organización política del territorio hispánico sufrieron profundos e
irreversibles cambios, y quedaría marcado para siempre con la inconfundible
impronta de la cultura y las costumbres romanas.
Pero la península recibió un
legado cuya trascendencia llega hasta el presente. Todas las lenguas hispánicas,
salvo el euskera se derivan de la romana, es decir del latín, hablado por los
mercaderes y soldados. Y hoy junto con otras lenguas europeas, (francés,
portugués, rumano, etc.) forman el tronco de las lenguas románicas. También los
conceptos básicos del derecho tienen su origen en el derecho romano. El arte y
los estilos habían llegado de Grecia y también a través de Roma. Y en los
últimos tiempos del Imperio fue el intermediario imprescindible para la
introducción de la religión cristiana, que acabaría por unificar a la península
como dato identitario.
Con
Roma la península Ibérica entró definitivamente en los anales de la historia,
recibió el nombre con el que se la conoce, Hispania, y forjó por primera vez
una unidad política. Pero siempre se debe huir de proyecciones nacionalistas,
que no favorecen la realidad histórica. Don Marcelino Menéndez Pelayo apuntó a
que gracias a Roma dejamos de ser una multitud de tribus, dispersas, luchando
unas contra otras y nos da la unidad del idioma, de la religión, de la
administración, el ejército, la cultura de la arquitectura y las magníficas
obras de ingeniería. En fin, nos sacaron de la oscuridad, aunque no lo hicieron
pidiendo permiso, precisamente.
Entrando en harina, hay que tener presente que la romanización no fue un hecho
pacífico, como no lo es ningún cambio trascendental en la historia. Roma entra
en la península a causa de su pugna con Cartago por el control del
Mediterráneo.
La
conquista de cada uno de los pueblo que habitaban la península no se realizó
del mismo modo. Tampoco reaccionaron de la misma manera. La conquista se
prolongó durante des largos siglos, del 218 al 19 a.C. En un primer periodo fue
a consecuencia de la Segunda Guerra Púnica, por la que toda la costa del
Mediterráneo quedo en poder de Roma. Asegurar la fronteras de los dominios
deparó numerosas luchas que se extendieron durante todo el siglo II a.C. La
fase final fueron las guerra contra las
tribus cántabras y astures.
La
primera guerra de los Cartagineses contra los romanos se desarrolló entre el
264 y el 241 a.C. aunque tuvieron importantes victorias finalmente salieron
derrotadas por Duilio, general Romano, y Cartago tuvo que ceder Sicilia y
asumió unos fuertes tributos a Roma. Se llamaron Guerras Púnicas dado que los romanos
los llamaban Punici, refiriéndose al origen fenicio de Cartago. Sobre estas
guerra ya hemos hablado en el capítulo de los Cartagineses.
En
momento determinado el gran general cartaginés Aníbal (247-183 a. C.), que
había intentado tomar Roma trató de negociar una paz honrosa con los romanos,
pero fue vencido en Zama por Escipión el Africano, y el tratado que puso fin a
la guerra fue muy oneroso para los cartagineses. Roma exigió su cabeza y se vio
obligado a huir. Ante las fuertes presiones de los romanos, y temiendo ser
entregado, se suicidó. Corría el año 183.
Las
fuerzas romanas se habían instalado en Tarraco (Tarragona), convertida así en
el principal centro romano en Hispania. Posteriormente, en el 149 hasta el 146
a.C. Se produjo la Tercera Guerra Púnica, que en realidad consistió en la
destrucción total de Cartago y la matanza o esclavitud de sus habitantes. Con
lo cual desaparece el pueblo cartaginés. Los romanos fueron recibiendo ayuda de
griegos e íberos en sus luchas contra Cartago. Finalizadas las Guerras Púnicas,
los griegos que quedaban en la península se fueron romanizando al igual que los
aliados celtíberos.
Roma
es la nueva civilización dominante en la península. “Carthago Nova” hoy cuenta
con un rico patrimonio histórico-artístico; este patrimonio abarca diferentes
épocas como la cartaginesa, romana y bizantina. La ciudad se había fundado en
el año 227 a.C.
A
partir del años 150 a.C. los romanos se propusieron extender sus dominios al
interior de la península, encontrando resistencia por parte de algunas tribus y
alianzas por parte de otras. Roma ya tenía la alianza de los íberos en sus
filas. Se fue anexionando territorios desde el 197 a. C. Como dijimos, la
península no respondía a una unidad política, sino a múltiples divisiones y subdivisiones
de poder, que a su vez eran sostenidos por diferentes modelos económicos y
sociales.
La
conquista se prolongó durante un largo periodo, no solo por la gloriosa
resistencia tantas veces magnificado en la enseñanza, sino porque responde su
dominio a diferentes proyectos expansivos de Roma, no a un plan establecido
puramente militar. Los romanos son la nueva civilización dominante en la
península.
Roma
realizó una expedición hasta la Gallaecia (el norte de Portugal y Galicia). Y
en el 133 a.C. fue destruida la ciudad de Numancia, con impresionante
resistencia de su población, el hambre hacía imposible la resistencia. Los
jefes celtíberos se suicidaron con sus familias y el resto de la población fue
vendida como esclavos. La ciudad fue arrasada. Era el último bastión de los
celtíberos. Vascones y celtíberos se disputaron las tierras del valle del Ebro.
Los celtíberos eran enemigos de Roma, y los vascones eran sus aliados. Cuando
fue destruida Calagurris (Calahorra), por los romanos, fue repoblada con vascones
Dividieron
en dos, Hispania Citerior (actuales, Cataluña, Valencia, y Murcia), y Ulterior(parte
de Andalucía). Las zonas costeras aceptaron a los romanos pero en el interior
lucharon contra ellos. Las tensiones de los romanos con los indígenas dieron
lugar a rebeliones y a partir del 154 a. C. desplegaron un gran esfuerzo bélico
contra los lusitanos cuyo jefe era Viriato al que lograron vencer en el 139
a.C.
EMPERADOR CESAR AUGUSTO
El
último territorio no romano de la península cayó casi cien años después. Roma
ya no era un República y el primer emperador, Cesar Augusto mandó a Agripa para
terminar de someter a las tribus cántabras y astures, que atacaban las zonas
romanas buscando su botín.
Entre
los años 29 y 19 a.C. desarrollaron una campaña militar. Aunque toda la península
ya es romana, se pusieron puestos de vigilancia en las zonas del norte al pie
de la cordillera cantábrica, lo que da a entender que esa zona montañosa seguía
siendo conflictiva.
Cuando
termina la conquista de la península con la guerra contra los galaicos,
cántabros y astures sobre el 29 al 19 a.C., el emperador César Augusto realiza
una nueva organización en provincias, subdivididas en conventos jurídicos.
Tarraconense, lo que antes era la Citerior prolongada hasta el noroeste,
incluye Gallaecia, que llegaba hasta el Duero. Capital en Tarraco.
Bética
(Baetica) capital en Córdoba. Hasta la orilla sur del Guadiana. Era una
subdivisión de la Ulterior. Lusitania capital en Emerita Augusta (Mérida),
sobre la orilla norte del Guadiana. Incluye el centro y el sur del futuro
Portugal, Extremadura, Salamanca y Zamora.
Los
romanos aprovecharon a fondo las posibilidades económicas de Hispania, en
particular sus explotaciones mineras. En el distrito minero de Carthago Nova,
en donde se extraía ante todo plata, pero también plomo, se calcula que
trabajaban unos 40.000 hombres. Otra actividad destacada era la pesca, en
particular los salazones de la costa atlántica de Andalucía. Importante fue
asimismo el desarrollo de la esclavitud, que alcanzó cotas muy elevadas. La sociedad,
su parte, estaba dividida en dos grupos claramente contrapuestos: por una
parte, los “Honestiores”, es decir los dominantes; por otra, los “Humiliores”,
la capa popular. De todos modos había una clara diferencia entre los que
poseían la ciudadanía romana y los que no la tenían. Esa situación duró hasta
el año 212, fecha en la que el emperador Caracalla decidió conceder a todos sus
súbditos la ciudadanía romana. También es Caracalla el que produce otra
división del territorio y se crea Gallaecia por subdivisión de la provincia
Terraconense, quedando Gallaecia, Tarraconense, Baetica y Lusitania.
En
el 293 vuelve a reorganizarse en general todo el imperio y se crea la
Cartaginense, de la que surgirá en el año 385 la Baleárica.