Gonzalo Fernández de Córdoba era un capitán al servicio de
Isabel I de Castilla y de Fernando II de Aragón, y Boabdil (Mohammed ben Abî
al-Hasan), era el rey nazarí de Granada. Se conocieron después de la batalla de
Lucena, en 1.483, cuando Boabdil fue hecho prisionero por estos reyes
cristianos. Gonzalo fue la persona que durante los meses de cautiverio estuvo
más cerca de él, negociando una alianza con Isabel y Fernando y compartiendo
largas horas de conversación. Lo que comenzó como una relación política acabó
convirtiéndose no sólo en una visión compartida de la realidad sino en una
estrecha amistad.
GONZALO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA
Hasta el punto de que cuando Boabdil fue puesto en libertad
bajo la condición de dejar en Castilla a su hijo primogénito, para asegurar de
ese modo que cumplirá el pacto alcanzado con Isabel y Fernando, sólo aceptó ese
requisito si su hijo quedaba bajo la tutela personal de Gonzalo Fernández de
Córdoba, que aceptó el encargo y de ese modo se convirtió en el responsable de
la educación del pequeño, según recoge el libro de Antonio Soler “Boabdil, un
hombre contra el destino”. Boabdil y Gonzalo de Córdoba tenían muchas cosas en
común: "Ambos compartían una misma visión política de lo que estaba
sucediendo. Los dos eran hombres del futuro pero los dos se veían atados a su
pasado, a un deber que consideraban por encima de sí mismos. Eran enemigos de
los radicales, de los fundamentalistas islámicos que habían decretado la Guerra
de Granada como una yihad y de los inquisidores cristianos que habían
conseguido bautizarla como una cruzada con la bendición del papa. Ambos
conocían la cultura y el idioma del contrario, y preferían comprenderlo antes
que demonizarlo. Y sin embargo, los dos aceptaron su destino, combatir el uno
contra el otro por lealtad a su país. La toma de Granada tuvo un componente
dramático para Fernández de Córdoba. Su amigo Boabdil caía derrotado y fue
precisamente a él, a Fernández de Córdoba, a quien rindió la ciudad antes del
acto oficial de entrega a los Reyes Católicos. En lo íntimo, la caída de
Granada también suponía una derrota para Fernández de Córdoba y para sus ideas.
El incumplimiento de los pactos no hizo sino agravar ese dolor. Pero Gonzalo
era un hombre ambicioso, legítimamente ambicioso, y sabía que su carrera
militar debía continuar, lejos de Granada, lejos de la península. De hecho solo
alcanzaría su plenitud en Italia, donde se impregnó de las ideas del
Renacimiento y alcanzó el sobrenombre de El Gran Capitán. Después de caer
Granada no existió ninguna relación entre él y Boabdil.BOABDIL EL CHICO
El destino había dejado a cada uno a un lado de una frontera
insalvable. Además, solo un año después de abandonar Granada y estar refugiado
en su exilio de las Alpujarras, Boabdil, desengañado y con la muerte súbita de
su joven mujer agravando su derrota, abandonó el territorio español y marchó a
Marruecos.Al coronar uno de los cerros que anticipan la sierra, Boabdil descendió del caballo, se giró y, mientras contemplaba compungido el perfil de Granada al atardecer, con sus palacios y torres reflejando la delicada luz dorada que baña la ciudad los días de invierno, se echó a llorar. Es entonces cuando dicen las lenguas de doble filo que Aixa pronunció: "Llora, llora como mujer lo que no supiste defender como hombre". Pero esto último no es cierto. La frase la escribió por primera vez, tres siglos después, el padre Echevarría en una obra titulada “Los paseos de Granada”. De ser cierta, sería una gran injusticia. Boabdil luchó por Granada, no fue un buen guerrero, no fue hábil negociador, pero se dejó llevar por los consejos de su madre, pues fue ella quien hizo que su hijo traicionara a su padre y se aliara con los poderosos y pérfidos clan de los Abencerrajes.
PINTURA "EL SUSPIRO DEL MORO"
De ahí que sea conocido como Boabdil el Desdichado. Sus
lágrimas siguen hoy inspirando a poetas, y el lugar donde las derramó se llama
desde entonces Puerto del Suspiro del Moro.Se dice que en ese último viaje lo acompañó Fernández de Córdoba, que estuvo al frente de la expedición y le proporcionó escolta hasta Marruecos.
Pero eso pertenece a la leyenda
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