viernes, 28 de junio de 2024

VIRREINATO DE NUEVA ESPAÑA

No fue el primer virreinato otorgado en América, ya que eso recayó en el virreinato para Cristóbal Colón como parte de las concesiones que la Corona le hizo en las Capitulaciones de Santa Fe. Sin embargo, el virreinato colombino fue de corta duración, extinguiéndose definitivamente en 1536. 


El virreinato de Nueva España fue creado en 1535 con capital en México y jurisdicción en todo el territorio actual de América Central y del Norte. Consumada la caída del imperio azteca a manos de Hernán Cortés y enfrentados los españoles a la inmensidad de sus nuevos dominios, en 1535 fue establecido el virreinato de Nueva España. Su territorio abarcó una gran extensión cuyo centro natural sería el valle de México. Sobre los cimientos de la monumental Tenochtitlan se erigió la ciudad de México, sede de la corte virreinal durante todo el período colonial. El primer virrey fue don Antonio de Mendoza, conde de Tendilla. Los límites del virreinato comprendieron, por el sur, toda la América Central (Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica), salvo la gobernación de Castilla de Oro con la estratégica ciudad de Panamá. Por el este, incluyó al golfo de México y al mar de las Antillas. Sin embargo, el territorio isleño compuesto por las pequeñas y grandes Antillas (Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico entre otras), no formó parte de Nueva España, constituyendo gobernaciones independientes. Al norte, la frontera del virreinato fue avanzando gradualmente y a medida que las huestes españolas doblegaban la resistencia que oponían los temidos pueblos chichimecas.

CATEDRAL DE MEXICO (1570)

La jurisdicción de Nueva España incluyó, finalmente, gran parte de la zona occidental de los actuales estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona, Utah, Nevada y parte de Colorado. Hacia el oeste Nueva España limitaba con el Océano Pacífico hasta que se agregó la administración de las Islas Filipinas, conquistadas en 1564 por López de Legazpi.

La presencia de España se extendió durante 309 años, desde que el 12 de abril de 1513, cuando Juan Ponce de León llegó a las costas de Florida; hasta 1822 coincidiendo con la independencia de México. 

Cuadro de la entrada de las fuerza de Itubide el 27 de septiembre de 1821, terminando así la Guerra de la Independencia y el Virreinato de Nueva España

En la segunda mitad del siglo XVII el Virreinato de Nueva España alcanzó su madurez económica y comenzaron a cosechar los frutos que se sembraron desde los inicios de la etapa virreinal en el siglo XVI.  A lo largo del siglo XVII, las principales ciudades de Nueva España se consolidaron como centros políticos, religiosos, económicos y financieros que regían la vida no sólo de sus habitantes sino de amplias zonas rurales a su alrededor. En ellas se concentraban también las actividades culturales, siendo la Ciudad de México la más importante. 

La minería que había sido la principal actividad económica del siglo XVI,  continuó su desarrollo y alrededor de los nuevos centros mineros se fundaban nuevas ciudades y se construían nuevos caminos. El crecimiento de las ciudades favoreció que se establecieran mejoras y servicios como el empedrado de las calles, vigilancia y alumbrado público. 

La producción agrícola y ganadera de las grandes haciendas favoreció también la construcción de buenos caminos para transportar sus productos. La producción manufacturera se desarrolló de forma asombrosa, creándose cientos de ingenios para refinar azúcar, molinos de trigo para obtener harina  y obrajes donde se cardaba la lana para fabricar tejidos.

MAPA DEL VIRREINATO 
El incremento en la producción llevó al comercio a un dinamismo tal, que éste se convirtió en la principal actividad económica del Virreinato en la segunda mitad del siglo XVII. Los comerciantes establecían vínculos con las áreas rurales y con otras ciudades. Gracias a ellos se mantenía la comunicación entre las diversas regiones. En las ciudades de menor tamaño y en los pueblos predominaban pequeños comerciantes locales que dependían de los medianos para su abasto. Estos últimos eran quienes llevaban y traían mercancías de una ciudad a otra. El comercio a gran escala se realizaba primordialmente en la Ciudad de México, donde los grandes comerciantes llevaban las mercancías que procedían de otros continentes para distribuirlas por todo el territorio, y también controlaban las exportaciones.

Veracruz era el único puerto en el Golfo de México al que llegaban mercancías de Europa y del que salían productos americanos. Mientras, en la costa del Pacífico el puerto de Acapulco estaba autorizado para recibir y enviar mercancías a Asia (Filipinas) a través de los Galeones de Manila.

En 1700, la América española conservaba la misma organización territorial que en los primeros tiempos del siglo XVI, con dos Virreinatos, La Nueva España y El Perú, y diez Reales Audiencias (México, Guadalajara, Santo Domingo, Guatemala, Panamá, San Fe de Bogotá, Quito, Lima, Charcas y Santiago de Chile). Las pérdidas de territorios se habían limitado a la isla de Jamaica (1655), la costa oeste de la isla de La Española (1665) y las Antillas menores en las que España no había mostrado interés (1621-1700).

El Virreinato de Nueva España era la posesión más rica del Imperio español al finalizar el siglo XVII, pues en su territorio a lo largo de ese siglo se había incrementado el comercio interno y se habían abierto nuevos caminos, sobre todo hacia el norte, donde se habían descubierto minas y fundado pueblos. 

Al iniciarse el siglo XVIII Nueva España era el primer productor de plata en el mundo, la producción agrícola y ganadera estaba consolidada y la producción de manufacturas era suficientemente amplia como para satisfacer gran parte de las necesidades de la mayoría de su población. El comercio era dinámico y promovía la expansión del virreinato hacia el norte, por lo que el territorio llegó a abarcar incluso más de la mitad de lo que actualmente conforma los estados Unidos de América. 

La floreciente economía del virreinato permitió que la población comenzara a crecer y se recuperase de la drástica disminución sufrida en los siglos XVI y parte del XVII, de tal forma que a lo largo del siglo XVIII se duplicaría pasando de tres a seis millones de habitantes.

Ya en el siglo XVIII, con el reinado de Felipe V y sus descendientes se aumentaron los impuestos a ciertas mercancías, y se pusieron a la venta importantes cargos públicos (escribanías, alcaldías, repartidores de correos y cargos en los ayuntamientos), que tradicionalmente habían ocupado españoles peninsulares. Muchos de ellos fueron comprados por los criollos permitiéndoles acceder a la toma de decisiones económicas y políticas del gobierno virreinal. El poder alcanzado por los criollos, así como la consolidación de las corporaciones, el crecimiento económico y comercial, el florecimiento cultural y la estabilidad política interna, fueron factores que otorgaron a Nueva España una determinada autonomía política y económica, e incluso cierta grandeza con respecto de una metrópoli en decadencia.

La ocupación de Texas comenzó formalmente cuando el general Alonso de León y el padre Massanet fundaron la misión de San Francisco de los Tejas en 1690, consolidándose en 1715 al fundarse otras misiones, principalmente la de San Antonio de Valero, llamado después El Álamo, y otra en San Antonio de Béjar, que es la actual ciudad de San Antonio y que fue capital española de la provincia de Texas.

Claustro de la Universidad de México. (Antigua Litografía)

En la Nueva España, permanecían en 1700 cuatro de las más antiguas Universidades de América: Universidad de Santo Tomas de Aquino en Santo Domingo desde 1538. Universidad de México desde 1551. Universidad de Mérida Yucatán desde 1624. Universidad San Carlos Borromeo (Guatemala), desde 1676.

La Universidad Pontificia de México fue la primera Universidad en el continente americano, creada por Carlos I en 1545 y refrendada poco después. 



jueves, 27 de junio de 2024

Virreinato de Nueva Granada

Fue instituido el 29 de mayo de 1717 y suprimido en 1723 y restablecido definitivamente el año 1739. Su capital fue Santa Fe de Bogotá con jurisdicción sobre los territorios actuales correspondientes a Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.

Las consideraciones que manejó la corona para su creación giraron en torno a dos hechos. En primer lugar, la zona era la más importante del continente en cuanto a la producción aurífera. En segundo lugar, su situación entre los dos océanos y puerta de entrada a la América del Sur, le permitiría enfrentar mejor el contrabando y los ataques de piratas y filibusteros del Caribe.

Según el censo de 1778, la población del virreinato ascendía a 742.759 habitantes. Se estimó que la población de los territorios de la actual Colombia ascendía a 940.000 habitantes. Finalmente, la mayor población (62%) se encontraba en los altiplanos andinos colombianos.

La injerencia extranjera, cada día más notoria en las colonias, especialmente por el contrabando y la piratería, merecía enfrentar la necesidad de la conquista administrativa y burocrática, económica y social del ya por entonces viejo imperio de ultramar. La decadencia de la producción de metales preciosos que se experimentó en el virreinato del Perú a fines del XVII provocó la búsqueda de nuevas fuentes de oro y plata, que se creyó encontrar en zonas apartadas pero conocidas de la Real Audiencia de la Nueva Granada. Se llegó a pensar que las minas del Chocó, Barbacoas, Antioquia, Patía y de algunas otras regiones bien podían reemplazar la producción de las agotadas vetas peruanas de Potosí. A lo que se debía sumar su potencialidad agrícola y la gran importancia que tenían sus puertos para el tráfico entre España y América y para el comercio entre las colonias. Todo ello redundó en que la casi abandonada Nueva Granada se convirtiera en objeto de interés y de notoria preocupación para las renovadas autoridades metropolitanas.


Todo ello se tradujo en la creación del cuarto virreinato americano. El primero fue el efímero virreinato de los hermanos Colón, que terminó en 1514. La creación del segundo, el de Nueva España, de 1535 primaron factores de dominio sobre el imperio azteca, de inmensa riqueza. El tercero, el del Perú, creado en 1542, respondió a la necesidad de un mejor gobierno sobre una sociedad lejana, levantisca y tal vez demasiado rica, como lo probaron sus primeras guerras civiles entre conquistadores. El de la Nueva Granada fue establecido por Felipe V en el año 1717, y se creó por la necesidad de la administración y control directo de las provincias marítimas del norte del subcontinente, constantemente asediadas por los extranjeros, y por la esperanza de incrementar las riquezas de la Corona.

El nuevo virreinato, delimitaba su territorio en una extensión de más de dos millones seiscientos mil kilómetros cuadrados que comprendían "toda la provincia de Santa Fe, Nuevo Reino de Granada, las de Cartagena, Santa Marta, Maracaibo, Caracas, Guayana, Antioquia, Popayán y San Francisco de Quito, con todos los demás términos que en ellas estuviesen incorporados". Se designaba como capital a Santafé de Bogotá. Se nombró como presidente de la Real Audiencia y encargado de preparar la transformación administrativa a Antonio de la Pedrosa y Guerrero, miembro del Consejo de Indias.

Más adelante Felipe V envió al virrey un extenso pliego de instrucciones de gobierno que compendiaba las políticas de concordia, protección y desarrollo que para las Indias se había trazado.

Por entonces había quien dudaba de la necesidad de este virreinato. El cabildo de Cartagena de Indias solicitó que el virrey radicara en la ciudad para facilitar la protección del puerto y la costa, objetivo fundamental de la nueva política. En febrero de 1720, Felipe V ordenó a sus funcionarios en Santafé, Cartagena y Popayán que informaran sobre la conveniencia de adoptar lo solicitado. La mayor parte de los consultados optaron por favorecer la determinación original. Prevaleció el criterio que había orientado siempre a la administración colonial española: desplegar las empresas colonizadoras en el interior del continente: ahora también se fomentarían empresas mineras en zonas de difícil acceso.

En noviembre de 1723 se dispuso la supresión del virreinato de la Nueva Granada, puesto que nada nuevo ni bueno se había obtenido y "permanece sin aumento de caudales, ni haberse podido evitar los fraudes y algunos desórdenes que se han ocasionado”. Se designó a Antonio Manso Maldonado como el nuevo presidente de la Real Audiencia. A pesar de que su jurisdicción pasó a pertenecer al virreinato del Perú, el Consejo de Indias dictaminó "que el Presidente de la Audiencia, Capitán General de las provincias de Santafé, tenga uso, y ejerza por sí solo la gobernación de todo el distrito de aquella Audiencia, así como lo tienen los Virreyes de la Nueva España". Con lo que se le proporcionaba completa autonomía al gobernante neogranadino y, según sus funciones, responsabilidades y atribuciones, bien podía equipararse a un virrey. Sólo que un presidente y una Audiencia costaban menos que un virrey y su corte.

Plaza Mayor de Bogotá en  1810

En 1739 el rey designó a Sebastián de Eslava como nuevo virrey de Nueva Granada. Se estableció así su jurisdicción: "Panamá, con el territorio de su capitanía general y audiencia a saber: las de Portobelo, Veragua y el Darién; las del Chocó, reino de Quito, Popayán y Guayaquil. Provincias de Cartagena, Río del Hacha, Maracaibo, Caracas, Cumaná, Antioquia, Guayana y río Orinoco, islas de Trinidad y Margarita.

Durante el resto del período colonial tan sólo se modificó el territorio al crearse la Capitanía General de Venezuela.

Con el definitivo establecimiento del virreinato se afirmaba la necesidad de una clara centralización administrativa como alternativa coherente para la nueva administración hispánica. Así, el principal objetivo de la "segunda conquista", la de los Borbones y sus reformas, no era exclusivamente detener a los extranjeros sino, más bien, controlar a los criollos y orientar las estructuras económicas coloniales hacia la dependencia y complementariedad con la metrópoli.

viernes, 21 de junio de 2024

Virreinato del Río de la Plata.

Creado en 1776 con capital en Buenos Aires e integrado por las gobernaciones del Río de la Plata, Córdoba del Tucumán, Paraguay y el Alto Perú. Este último fue incorporado con la intención de cubrir los gastos de su administración y funcionamiento con los ingresos fiscales provenientes de la producción de plata potosina.

La fundación de esta nueva unidad político-administrativa respondió en primer lugar, a la rivalidad comercial entre Buenos Aires y Lima que generó un clima de enfrentamiento y separación que amenazó los intereses económicos de la corona. En el ámbito externo influyeron tanto la presencia de contingentes portugueses en la estratégica colonia de Sacramento frente a Buenos Aires, como las incursiones de ingleses y franceses en la Patagonia e islas Malvinas del extremo sur.

El 1º de agosto de 1776 Carlos III, rey de España, creó el Virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires en el marco de una serie de medidas destinadas a reorganizar el poder imperial. El antiguo gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, fue nombrado virrey. Comprendía los territorios que hoy ocupan la República Oriental del Uruguay, la República del Paraguay, la República de Bolivia, la República Argentina y el Estado de Río Grande, que pertenece actualmente a la República de Brasil. La creación de este virreinato implicó un aumento de la población de Buenos Aires, la consolidación de la estructura urbana y una transformación de esta ciudad en un importante centro comercial entre las colonias y la metrópolis.  Las provincias españolas en esta parte del continente lindaron desde el primer día con las colonias que Portugal fomentaba en el Brasil. Los portugueses invadían las tierras de las provincias argentinas, en la región de los ríos, en el interior del Paraguay y de la Audiencia de Charcas. Llegaron en uno de sus avances hasta edificar una fortaleza en la Colonia del Sacramento, en la Banda Oriental, frente a Buenos Aires, desde donde mantenían un activo comercio clandestino con los habitantes de las provincias argentinas. Desalojados, volvieron siempre, sin que los gobernadores de Buenos Aires, dependientes del virreinato de Lima, pudieran obrar con la rapidez y los recursos necesarios.

La corona de España resolvió, en 1776, encomendar una expedición militar para contener a los portugueses y expulsarlos de los territorios que, fuera de toda discusión, pertenecían a las provincias del Río de la Plata. Para darle mayor autoridad, el rey erigió el virreinato, con carácter de provisional, formándolo con las provincias del Río de la Plata, Paraguay, Tucumán, Mendoza, San Juan del Pico y el distrito de la Audiencia de Charcas.

El virrey Ceballos, con un ejército aguerrido que trajo de España, arrojó a los portugueses de los puntos invadidos, destruyó el fuerte que habían construido en la Colonia del Sacramento, y desde Santa Catalina presentó al rey la conveniencia de erigir definitivamente el virreinato. El rey accedió y en octubre de 1777, erigió definitivamente el virreinato del Río de la Plata, nombrando sucesor de Ceballos a don Juan José Vértiz.

El propósito fundamental de la corona de España era el de defender y amparar su territorio, en la desembocadura de los ríos, al Este, en el interior y al Norte, impidiendo que los portugueses continuaran sus avances.

Al virrey Ceballos le debieron las provincias del Virreinato muchos progresos en el orden administrativo, porque fue él quien propuso la creación de una Audiencia en Buenos Aires, y amplió el permiso de tránsito para las mercaderías en las provincias interiores, favoreciéndose al comercio general.

Complementando el propósito de descentralización que demostraba Ceballos, la corona de España dictó en 1782, la real orden de erección de Intendencias, por la que se dividía el territorio del Virreinato, en ocho intendencias. Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Mendoza, Santa Cruz De La Sierra, (Capital en Cochabamba) La Paz, La Plata y Potosí.

Así abarcaba el Virreinato una extensión mayor a la cuarta parte de todo el continente, con las regiones más ricas y el sistema fluvial más poderoso.

La guerra con Portugal terminó por el tratado preliminar de límites, firmado en 1777. El virrey Ceballos, cuando acusó recibo de la cédula real que transcribía el tratado, habló de las dificultades con que se tropezaría en la demarcación, y dio su opinión en una forma que precisaba el estado de estos pueblos. Por esa ignorancia en que permanecieron todos los gobiernos y que aprovecharon los portugueses en sus invasiones, el Virreinato del Río de la Plata perdió gran parte de su primitivo territorio. La población no estaba tampoco en armonía con la enorme extensión del país, pues en esos años, (1778) la Intendencia de Buenos Aires tenía solamente, según el censo que se levantó, 37.679 habitantes, y no era de las menos pobladas.

Se dio comienzo a la demarcación. Durante la administración del criollo virrey Vértiz, se sublevó, en el Alto Perú, Túpac Amaru y arrastró a casi todos los indios peruanos. Vencido, sufrió un horrible castigo: los jueces le condenaron a presenciar el suplicio de todos los miembros de su familia, y después de cortarle la lengua, fue atado a cuatro potros y descuartizado.

El virrey Vértiz fue el primer funcionario de la colonia que tuvo iniciativas en el sentido del progreso moral y material de las provincias argentinas.

Extendió las fronteras y combatió contra los indígenas que habían empezado a invadir las estancias en la provincia de Buenos Aires para robar ganados.

Esas invasiones se llamaban “malones” y coincidieron con el comercio de los productos de la ganadería que se hacía por el puerto de Buenos Aires, y con los contratos con los gobiernos de Chile, para comprar ganados a los indios.

Desde 1777 a 1810, el virreinato tuvo once Virreyes. El último fue don Baltasar Hidalgo de Cisneros.

 

martes, 18 de junio de 2024

DESPOBLAMIENTO EN LA CONQUISTA DE AMÉRICA

La conquista española desencadenó una catástrofe demográfica sin precedentes en la historia de la humanidad: la población indígena disminuyó drásticamente en los años inmediatos al contacto y siguió haciéndolo durante mucho tiempo. Aceptado este hecho como indudable, debemos saber cuántos habitantes tenía América en 1492. Cifra complicada de establecer por la inexistencia de fuentes fidedignas y perturbada por el empeño en juicios morales, a favor o en contra, que restan objetividad a los cálculos. Por eso, eminentes especialistas, trabajando con modernos sistemas, para todo el continente, y sin considerar cálculos ya en el olvido, las cifras que se siguen manejando oscilan entre 13,3 millones (Rosenblat) y 15,5 millones (Steward) como estimaciones más bajas.  

Entre estos extremos hay toda una gama de propuestas intermedias. La guerra de cifras tiende a diluirse en una creciente aceptación de los cálculos medios, basada más en razonamientos lógicos que en demostraciones científicas que probablemente nunca lleguen. Por ejemplo, hasta el año 1930 América Latina en conjunto no superó los cien millones de habitantes (de ellos 33 millones correspondían a Brasil, donde hacia 1.500 no habría más de dos millones y medio de personas), tras décadas de intensa inmigración europea y en una situación sanitaria y productiva muy superior a la de fines del siglo XV.

Que México tuviera doble número de habitantes en 1519 (32 millones) que en 1930 (16.600.000), es difícil de creer, aunque lo verdaderamente difícil es demostrarlo. Sin embargo, aunque los especialistas no se ponen de acuerdo para establecer la población total del continente antes de la llegada de los europeos, todos aceptan como válido el cálculo hecho hacia 1570, sin sofisticados medios estadísticos, pero sí con buenas fuentes, por Juan López de Velasco, cosmógrafo del Consejo de Indias, según el cual en la América española había en ese momento algo menos de diez millones de indios (9.827.150). Por consiguiente, según sea la cifra inicial que aceptemos, resultará que la población había disminuido entre un 30 y un 90 por 100, o dicho de forma más absoluta y siniestra: habían desaparecido unos 3 o 4 millones de personas, o más de 90 millones, en siete décadas. La magnitud de la catástrofe es enorme, en cualquier caso. Además, el despoblamiento continuará después de 1570 y a lo largo del siglo XVII, si bien a un ritmo menor. A continuación, comienza una recuperación demográfica, que se generaliza a partir de mediados del siglo XVIII, de manera que, al concluir el período colonial, hacia 1825, en la América española hay unos ocho millones de indios (el 42 por 100 de la población total), concentrados en México, Guatemala, Quito (Ecuador), Perú y Charcas (Bolivia), los grandes núcleos de población india que existían al comienzo del período, y en la actualidad.

No sabemos con exactitud cuánto, pero sí sabemos por qué disminuyó la población indígena, aunque tampoco sea posible valorar con precisión lo que cada una de las causas conocidas representa en el fenómeno global. De la amplia gama de causas que usualmente se mencionan, citaremos sólo tres de las más significativas: Una, la violencia española. Dos, el "desgano vital" indígena. Tres: las epidemias. La violencia o brutalidad de los españoles, tanto en la conquista como en la colonización, ha sido desde Las Casas uno de los argumentos más repetidos como explicación del fenómeno, siendo la base de las conocidas teorías homicídicas y del genocidio. Sin duda la conquista fue extremadamente violenta y ocasionó una gran mortandad indígena, aunque no hasta el punto de provocar una contracción tan profunda y duradera en unos pueblos ya de antiguo acostumbrados a guerrear entre sí.

Lo mismo cabe decir sobre la explotación laboral (incluyendo malos tratos, trabajos excesivos, desplazamientos de población), que, siendo evidente y cierta, no proporciona una explicación suficiente del hundimiento poblacional, sobre todo para los pueblos mesoamericanos y andinos, acostumbrados también a enormes esfuerzos y trabajos. La colonización obligó a los indígenas a un reacondicionamiento económico y social (Nicolás Sánchez Albornoz) que agravó el derrumbe demográfico iniciado por las guerras de conquista. El impacto psicológico causado en los indios por su derrota y dominación (con la consiguiente anulación de todo su sistema de vida y creencias) es un factor muy importante, aunque muy difícil de evaluar. Se refleja en el llamado desgano vital, pronto traducido en suicidios -incluso colectivos- y en la reducción de la capacidad reproductiva indígena.

A la mortalidad causada por la violencia, desnutrición, agotamiento, se suma la caída de la fertilidad, impidiéndose así una pronta recuperación demográfica. La contraconcepción, el aborto y el infanticidio no son más que prácticas defensivas derivadas de la condición de sometimiento y explotación: "las mujeres han huido el concebir y el parir, porque siendo preñadas o paridas no tuviesen trabajo sobre trabajo; muchas, estando preñadas, han tomado cosas para mover y han movido las criaturas, y otras después de paridos, con sus manos han muerto sus propios hijos, para no dejar bajo de una tan dura servidumbre" (Fray Pedro de Córdoba).

Sobre esta población anímicamente deprimida y físicamente agotada se cebaron además las enfermedades epidémicas, que resultaron así una de las principales causas de la catástrofe, o la principal causa según muchos autores. El aislamiento americano había completamente indefensos ante la repentina invasión de gérmenes europeos, que se reprodujeron entre ellos a gran velocidad. Incluso enfermedades benignas para los adultos blancos, como sarampión, tos ferina o gripe, resultaban letales para los indígenas, y más aún lo eran otras como la viruela, el tifus o la peste bubónica que también causaban estragos en Europa; o enfermedades africanas como la fiebre amarilla y la malaria, que se harán endémicas en el Nuevo Mundo. Y si las epidemias fueron un poderoso aliado en la conquista ("costó esta guerra de México muchas vidas de indios, que murieron, no a hierro, sino de enfermedad", dice López de Gómara), incluso precediendo a la presencia física de los españoles (el inca Huayna Capac murió de viruela años antes de la llegada de Pizarro), los sucesivos y reiterados brotes a lo largo de los siglos XVI y XVII, frecuentemente asociados a hambrunas, explican la perduración del derrumbe demográfico indígena.

El virrey de Perú, marqués de Castelfuerte, en 1736: "Las causas de la decadencia de la población de las Indias son varias, y aunque todos los que han tratado y hablan de ellas ponen el principal origen de la ruina en... el trabajo de las minas, y aunque no dudo que este trabajo, el de los obrajes y otros concurren poderosamente al decaimiento, sin embargo, la universal que aun sin estas causas ha ido a extinguir esta nación es la inevitable de su preciso estado, que es la de ser regida por otra dominante, como ha sucedido en todos los imperios".

sábado, 15 de junio de 2024

ISABEL I DE CASTILLA – (Tercera parte)

Relato basado en la serie de TVE.
En el anterior capítulo supimos que el 25 de octubre de 1464 es designado el infante don Alfonso, hermano de Isabel, como heredero del Reino de Castilla una serie de nobles encabezados por Juan Pacheco, marqués de Villena.
Realmente era una burla en la que con un muñeco se reconocía al rey Enrique IV y se le destronaba acusándole de cobarde, homosexual y cornudo. Y se proclamó rey a Alfonso XII como rey de Castilla. Fue lo que se conoce como “La Farsa de Ávila”. 
El rey Enrique tenía sus partidarios los primeros los nobles de la casa Mendoza Así estalla una guerra que terminará tres años después, en 1468. 
El rey Enrique IV se ve abrumado y hace llamar a Beltrán de la Cueva, al que había echado como parte de los acuerdos para no entrar en guerra. Pero la guerra se inicia y el reino se debilita, se empobrece, cosechas descuidadas,, muertes de hombres y familias desprotegidas, etc. Enrique acude al papa para que intervenga en parar la guerra pero no es atendido. 
El ejército enemigo de Enrique está al mando de Pedro Girón, el hermano de Pacheco, que van triunfando aceleradamente. Alfonso, joven aún e inexperto, quiere que le consideran y entrar en batalla en Simancas. 
Pasado el invierno de 1465 a 1466 Enrique y Diego de Mendoza idean ofrecer a Pacheco la mano de Isabel para que se case con su hermano Girón, para lo cual deben obtener la autorización de Alfonso, con lo cual le entregará la Orden de Santiago. Por lo cual será el maestre de la Orden. 
Pacheco sabedor que no podría asaltar la fortaleza de Segovia, ofreció al rey una propuesta de paz. Eliminaría a su rival (Alfonso) de la escena política. El rey debía alejar de la corte a los Mendoza y a Beltrán de la Cueva y devolvería a él los cargos que había ostentado.  Pedro Girón era un hombre bruto, ya maduro para Isabel, freire incapaz de cumplir sus votos de castidad por ser maestre de Calatrava, padre de bastardos, ambicioso y hombre violento. Enrique dio su consentimiento. Isabel se encomendó a la protección de Dios. 

Beatriz de Bobadilla y Andrés Cabrera

Entremedias el converso tesorero del rey, Andrés Cabrera, habla con la ama de Isabel, Beatriz de Bobadilla, y le pide matrimonio. Esta no se decide aún. Isabel y Beatriz ante la gravedad de la situación deciden ir a ver a Alfonso para que no acepte la boda de Isabel con Girón, pero en el camino son atacadas por unos bandoleros. Por suerte Cabrera y unos cuantos hombres les seguían en secreto y pudieron defenderlas. 
En un viaje de Girón había encontrado a un viejo que iba con su hija por el bosque llevando un carro. Girón se deshace del viejo y se lleva a la chica y la viola. Ésta se suicida con la daga de Girón cortándose la yugular. 
Unos meses después un joven se ofrece al lugarteniente de Girón como soldado y puesto a prueba es aceptado como guardaespaldas de Girón. 
Debido a la desesperación de Isabel, su protector Chacón, se entrevista con Mendoza para pedirle que intervenga ante el rey para que no apruebe la boda de Isabel con Girón. Pero en noble no acepta interceder.  
Mientras el hermano de Isabel, Alfonso autoriza la boda de su hermana seducido por ser maestre de la Orden de Santiago. Isabel se ve vestida de novia y entra en depresión cuando le entregan el documento firmado por su hermano aceptando la boda.                  
Aquel soldado que se ofreció en las filas del ejército enemigo del rey, acude a un médico judío que le prepara un veneno que debe ser utilizado de a poco. Este lo va mezclando con el vino que le ofrece a Girón durante varios días, y en el viaje de vuelta Girón se sintió enfermo hasta que se encuentra realmente mal y un médico cristiano diagnostica que tiene la fiebre negra. 
Sorpresivamente murió en abril de 1466. El joven soldado realmente era el hermano de la chica violada y cumplió la venganza tramada junto a su padre. Pacheco, en el palacio del rey, acusa a Chacón de ser el instigador de la muerte de su hermano. De pronto vio a Beltrán junto a Cabrera y supo que el rey no había cumplido la promesa.
La muerte de Pedro Girón detuvo toda negociación y prosiguió la guerra. 

Enrique IV y Juan Pacheco 

Pacheco pierde la batalla en Toledo. Con lo cual decide hacerse con Segovia, plaza muy difícil de tomar, tanto la ciudad como la fortaleza. Pero hábil y astuto consigue entrar en Segovia tomando la ciudad. No lo consigue con el Alcázar defendido por Cabrera. 
Recordemos que Isabel no vivía en palacio, sino en la ciudad y por lo tanto se convierte en rehén de Pacheco y del arzobispo Alfonso Carrillo, que también había participado en la Farsa de Ávila, contrario al rey. Lo único bueno para nuestra Isabel es que se reuniría con su hermano y ambos fueron ver a su madre. El pérfido marques Pacheco despidió a Beatriz y otras mujeres cercanas a Isabel. En el mes de agosto de 1467 ambos bandos se enfrentaron en Olmedo, conocida como la Segunda Batalla de Olmedo. En el bando del rey se encontraban nobles y fundamentalmente Beltrán de la Cueva y sus hombres. Sin embargo Pacheco no asistió a la batalla. En el bando de Alfonso iban las tropas de Pacheco, el arzobispo Carrillo y el arzobispo de Sevilla y los hombres de la Orden de Calatrava. El resultado fue incierto pero en la lucha se dice que intervino cuerpo a cuerpo el rey Alfonso, no obstante es más posible que haya sido Gonzalo Fernández de Córdoba, su doncel, el que vestido con la armadura de Alfonso, luchara en su nombre. Dada la situación Alfonso fue aconsejado por su valedor, que le  indujo a declararse vencedor de la batalla, dándose esta por terminada. 

Baile de Momos en honor a Alfonso.
Los hermanos se reúnen con su madre y celebran el cumpleaños de Alfonso. El propio Jorge Manrique dio fe de la brillantez de la corte.
Alfonso en diciembre de 1467 dio, en agradecimiento, a su hermana el señorío de Medina del Campo, uno de los mandos de la voluntad de su padre. Así es como Medina entró a formar parte de la vida de Isabel, para no desprenderse jamás de la villa, hasta el momento de su muerte.


domingo, 9 de junio de 2024

ISABEL I DE CASTILLA – (Segunda parte)

Relato basado en la serie de TVE.

Habíamos dejado al rey Enrique IV de Castilla metiendo la pata como siempre, ganándose enemigos más que amigos.

Beltrán de la Cueva pasó de Mayordomo del rey a formar parte de la Orden de Santiago en 1459 y al año siguiente le concede la fortaleza de Carmona y el castillo de Ágreda. Y para colme en 1461 entra a formar parte del Consejo Real, desplazando a Juan Pacheco. 

Lo cierto que es el patriarca de la poderosa familia de los Mendoza, Diego Hurtado de Mendoza había informado al rey de que Juan Pacheco, marqués de Villena, intrigaba contra él, ofendido por estos nombramientos a Beltrán y encabezaba a muchos nobles pertenecientes a los caballeros de los Linajes. Pero en realidad estos caballeros se alinean en dos bandos enfrentados, uno junto a Pacheco y otros junto a Andrés Cabrera marqués de Moya o los Arias-Dávila.

Andrés Cabrera era un judeo-converso, tesorero del rey y de Segovia, y posteriormente fua partidario de Isabel, como ya veremos.

Enrique IV siempre fue proclive a negociar y no a luchar por lo que desea tratar de hablar con Pacheco y los suyos. Mendoza le aconseja al rey que Pacheco no es trigo limpio y que además de estar sembrando discordia en los pueblos que tiene influencia, para desgracia son años de malas cosechas y la gente tiene hambre mientras ve que los judíos son cada vez más ricos y que el rey tiene guardia mora y no ven que se actúe para solucionar problemas, aparte de la sospecha difundida de que la hija del rey, no lo es en realidad, por lo que ya la llaman “la Beltraneja”.

En otro orden de cosas aparece en escena un joven militar llamado Gonzalo Fernández de Córdoba y Beltrán lo nombra doncel de infante Alfonso, ordenando que no se separe de él. 

Reunidos para negociar Pacheco y su hermano Pedro Girón, hombre bruto pero muy rico y militar victorioso y el arzobispo Carrillo. De parte del rey estaban Diego de Mendoza, el arzobispo Fonseca, Beltrán de la Cueva. Pese a los consejos de sus fieles el rey Enrique acepta todas las propuestas ofrecidas por Pacheco y su gente menos una, desheredar a su hija.

Sin embargo, pronto verá que todo eso le lleva a ser un rey sin mando, en manos de las ambiciones de los nobles. Y, sobre todo de Pacheco, que pide la expulsión de Beltrán de la Cueva de la Corte y que Alfonso pase a su custodia, lejos del rey Enrique.

Dado que lo más importante no es aceptado los nobles se retiran y más tarde confabulan secuestrar al rey. Con lo cual con dos hombres a cuyas hijas ha secuestrado se dispone a partir a Segovia y hacerse con el rey, la princesa Juana y los infantes Alfonso e Isabel.

En el castillo dirige la operación Pedro Girón y matan a los guardias que protegen a los infantes y se hacen con la princesa. Por suerte Andrés Cabrera se huele algo y recurre a Fernández de Córdoba quien escoge un par de hombres y matan al guardia de custodiaba la habitación de los secuestrados. Mientras Pacheco y su hermano obligan al rey a echar a Beltrán y se llevan al rey entregando a Beltrán una peonza como señal de que pueden liberar a los infantes y a la princesa. Pero Fernández de Córdoba y Cabrera con unos hombres liberan a la reina y a los niños. Posteriormente consiguen en los pasillos del palacio, liberar también al rey y encerrar a los hermanos Pacheco y Girón. Al siguiente día Enrique visita a Pacheco en la cárcel y decide liberar a los hermanos. También permite que Isabel y Alfonso viajen para ver a su madre.

Mientras la reina Juana expone a su marido un plan muy elaborado. Sacar de la corte a Beltrán y que entregue la Orden de Santiago, esto para conformar a Pacheco y los suyos. También casar a su hija Juana con el infante Alfonso, con lo cual la corona no correría peligro y dado que saben que Pacheco está formando un ejército, buscar la alianza del rey de Portugal, hermano de la reina de Castilla, Alfonso V y para ello ofrecer a Isabel en matrimonio, cosa que el rey anhelaba.

La oferta es ofrecida a Pacheco y Carrillo. Isabel abrirá casa propia en Segovia con la protección de Chacón y con su ama de la infancia, Beatriz de Bobadilla, lejos de la reina, Alfonso quedará custodiado por Pacheco Fernández de Córdoba y los judíos conversos no serán molestados. Beltrán ha dejado de ser maestre de la Orden de Santiago y ha abandonado la Corte. Y se acuerda que Isabel se casará con quien aprueben Pacheco y Carrillo. Por supuesto que no se les dijo que ya estaba hablado del matrimonio con el rey portugués.

Pero esto finalmente llega a oídos de los conjurados y ven la jugada que se les prepara, ya que si el rey de Portugal envía sus tropas, unidas a las de Enrique, ellos no podrían hacerles frentes. Solo les queda la posibilidad de que Isabel rechace al portugués ya que ella tiene trece años y él le saca veinte años más.

(Alcazar de Sgovia en tiempos de Isabel)

Evidentemente Isabel en ceremonia y fiesta para sellar el compromiso, rechaza al rey portugués delante de toda la Corte. Esto complica la situación para todos.

Pacheco, Carrillo y  los nobles contrarios a Enrique preparan el derrocamiento del rey, una simulación que pasaría a la historia como “La Farsa de Ávila”.  Isabel supo de la noticia de que el 25 de octubre de 1464 es designado el Príncipe don Alfonso, su hermano, como heredero del Reino de Castilla una serie de nobles encabezados por Pacheco.

Realmente era una burla en la que con un muñeco se reconocía al rey Enrique IV y se le destronaba acusándole de cobarde, homosexual y cornudo. Y se proclamó rey a Alfonso XII como rey de Castilla. Por lo tanto en Castilla había dos reyes, enemigos y hermanos de padre.

Isabel ya entonces pensó que la propia vida de ser hermano corría peligro. Amenazaba el presagio de una guerra civil. El rey Enrique tenía sus partidarios. El más leal los nobles de la casa Mendoza. De esta forma es como estalla una guerra que terminar tres años después, en 1468. Pero Alfonso reinó durante esos tres años. Fue un títere en manos del marqués Pacheco y no fue seguido por muchos castellanos que seguían fieles a Enrique IV. Pero tuvo una corte con actividad cultural a la que acudían caballeros de renombre.


El rey Enrique se ve abrumado ya que por mucho que negoció, e que la guerra es inevitable y el resultado incierto. Hace llamar a Beltrán de la Cueva, quien se pone a su disposición

sábado, 8 de junio de 2024

ISABEL I DE CASTILLA (Primera parte)

Relato basado en la serie de TVE. 
Isabel de Portugal, de la casa de Avis fue reina consorte por su matrimonio con Juan II de Castilla entre 1447 y 1454, año en que murió el rey. Fue madre de la reina Isabel la Católica y del infante Alfonso de Castilla. La corona la heredó Enrique IV, hijo del primer matrimonio del rey, por lo tanto Isabel y Alfonso eran hermanos de padre. 


La reina Isabel estaba muy recelosa del poder que había alcanzado el valido del rey, Álvaro de Luna, que aunque había protegido al rey y vencido en varias batallas, hacía y deshacía en nombre del rey y su poder era enorme. Confabulando con nobles contrarios a don Álvaro consiguieron convencer al rey de que era un traidor y había que deshacerse de él, cosa que se consiguió y don Álvaro terminó decapitado en 1453.
En el pueblo de Madrigal de las Altas Torres, en Ávila, nació Isabel de Trastámara el 22 de abril de 1451. Al nacer era infanta de Castilla, ya que el heredero y por lo tanto Príncipe de Asturias era su hermano de padre Enrique, (futuro Enrique IV),  hijo de Juan II del primer matrimonio con su prima María de Aragón. Dos años después de Isabel nació Alfonso en noviembre de 1453, por lo que Isabel pasaría a quedar en tercer lugar en la sucesión a la corona. Enrique IV, ya rey de Castilla, envió a sus hermanos con su madre a Arévalo lejos de la corte y cerca de Medina del Campo. Isabel de Portugal, ya viuda quedó algo trastornada después de la muerte de su marido y con el tiempo su dolencia fue a más, tanto así que se le aparecía el fantasma de don Álvaro de Luna. 
Isabel está condenada desde su primera juventud al cuidado de su madre y de su hermano que nunca maduró. Allí fue educada por los monjes en la pobreza y la oración. Fue de gran ayuda su mentor y hombre de confianza, Gonzalo Chacón y también su ama doña Beatriz de Bobadilla, personas a las que les profesaría un gran afecto que duró toda la vida.
En testamento, su padre, Juan II, había dejado en herencia al infante don Alfonso que fuese maestre de la orden de Santiago, además de villas y rentas suficientes para su manutención de todos ellos de acuerdo con su rango.

ISABEL DE PORTUGAL 
Pero Enrique IV no cumplía con el deber de enviarle los fondos necesarios llevando a esta familia a una situación de pobreza. 
Aquí es donde entran en escena en la vida de Isabel dos personas importantes durante años. El arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo y Juan Pacheco importante y rico noble castellano, Marqués de Villena. Ambos ven la desidia del rey en su gobernanza, en la forma en que desprecia a sus hermanos y, posiblemente su impotencia sexual, dado que había estado casado con Blanca de Navarra durante trece años y no habían tenido descendencia, (y por lo tanto se pidió la anulación del matrimonio), por lo que el rey se casó con su prima Juana de Portugal, de la casa Avis en 1455, y tras siete años sin hijos, Juana dio a luz en 1462 a una niña que fue también llamada Juana, lo cual vino a encender las sospechas de que no sería hija del rey y sería posible que fuera hija de Beltrán de la Cueva, hijo éste de una familia de nobleza menor, que se había hecho primero paje y luego ascendió rápidamente a mayordomo del rey y prácticamente amigo. 

JUAN PACHECO 
Tanto Pacheco como Carrillo vieron que sería bueno congraciarse con Isabel y Alfonso, porque las cosas podrían cambiar con el tiempo, ya que no pensaban en que Juana llegara a reinar o que pudiera casarse con un extranjero, quedando ellos muy lejos del poder real.  Por lo cual aunaron esfuerzo y visitaron a Isabel de Portugal y sus hijos en presencia de Chacón, y les ofrecieron apoyo y una buena suma de dinero para favorecer la relación, aunque Pacheco y Chacón habían sido enemigos en tiempos de Álvaro de Luna, con lo cual acordaron olvidarse de viejas disputas. 

GONZALO CHACÓN
Es posible que un médico judío hiciera a Juana de Portugal una inseminación artificial y que lograse que la reina quedara embrazada. O al menos eso es lo que se contó en la Corte y como dijimos la reina Juana dio a luz a una niña en 1462, lo que provoca gran alborozo en el rey y sospechas en otros. Así las cosas la reina Juana de Avis ve que la línea de sucesión a la corona está marcada por ese nacimiento, ya que desplaza a sus hermanos, Alfonso e Isabel. Por lo que se decide llevar a la corte a ambos, por seguridad, se argumenta, hasta ver que se hará con ellos, pero separándolos de su madre que quedaría sola en Arévalo, sumida en un profundo dolor que acentuará más su enfermedad mental.
En la corte Isabel descubre sin quererlo la degeneración que había entre la servidumbre, y en el propio arzobispo, propiciada por la reina seguramente para mantener oposición a Isabel. 
Los hijos de Isabel de Portugal piden al rey que trajese a la corte a su madre lo que les es negado. El fiel Chacón intercede ante Diego Hurtado de Mendoza, Marqués de Santillana, un noble dueño de grandes propiedades en Castilla y hombre fiel a la corona para que influyese en la corte para que Isabel y Alfonso pudieran ir a Arévalo a ver a su madre, cosa que consigue. 
Enrique IV en otra torpeza nombra a Beltrán, conde de Ledesma, lo que hace pensar en que es un pago por los servicios prestados. No obstante hay que decir que no hay una documentación ni testigo que lo asegure. La hija de Enrique IV obtuvo el reconocimiento de todos los nobles y eclesiásticos de sucesora por ser hija del rey y su esposa Juana, otorgándole el título de Princesa de Asturias, formalidad tradicional en Castilla. Pero Pacheco protestó por ello por escrito ante notario sin explicar la razón de  porque no tenía derecho la niña. Se puede decir que pensaba que le correspondía a Alfonso, por ser varón y por lo tanto no podía ser desplazado en la sucesión. O porque pensaba que no era hija legítima. 
Lo cierto es que el documento no fue exhibido en esas fechas, sino mucho después, como ya veremos. A pesar de todo Juan Pacheco la apadrinó en su bautizo, siendo las madrinas, su propia esposa y la infanta Isabel, que por entonces tenía once años.

REINA JUANA DE AVIS 
Las voluntades testamentarias del rey Juan II iban siendo burladas una a una. Cuellar que le correspondía a Isabel pasó a manos del de la Cueva. El señorío de Arévalo le fue despojado a su madre, la reina viuda, entregándose a Álvaro de Zúñiga, que iba a contraer matrimonio con una hija de Pacheco.
Estos y otros muchos hechos que sufrió en carne y en su familia, las guardó Isabel en su memoria y en su mentalidad de que dado que el destino de las mujeres de esta clase social, estaban ligados a las uniones para enaltecerlas y no para destruirlas.
Siguen las torpezas de Enrique IV ganándose enemigos y favoreciendo a otros. Beltrán de la Cueva paso de Mayordomo del rey a formar parte de la Orden de Santiago con el cargo de comendador de Uclés en 1459 y al año siguiente le concede la fortaleza de Carmona y el castillo de Ágreda. Y para colme en 1461 entra a formar parte del Consejo Real, desplazando a Juan Pacheco.  
Lo cierto que es Diego de Mendoza había informado al rey de que Pacheco intrigaba, ofendido por estos nombramientos a Beltrán. 

jueves, 6 de junio de 2024

EL ISLAM EN HISPANIA

Es una religión monoteísta abrahámica fundamentada en las enseñanzas del profeta Muhammad ibn Abdullah (570-632 d. C.).
De las tres religiones monoteístas del mundo, el Islam es la que apareció más tarde, concretamente en el siglo VII. 
Mahoma con 25 años mejorará su posición social como resultado de su matrimonio con Jadiya, un viuda rica mayor que él. Se cree que en alguna de sus expediciones comerciales a Siria y a La Meca, tuvo contacto directo con cristianos y judíos, puesto que le gustaba reflexionar sobre lances religiosos. Hacia el año 613 empezó a predicar. Estas revelaciones serian recogidas a lo largo de su vida y agrupadas "shuras" o capítulos. La totalidad de estas forman el Corán, libro sagrado de los musulmanes. De una manera bastante rápida fue consiguiendo adeptos. En todo caso, el Islam se expandió  muy rápidamente y en muy pocos años como una mancha de aceite  aprovechando las debilidades de una cristiandad que no acababa de despuntar después de la caída del imperio romano y donde tanto en Roma como en Bizancio andaban a la greña, agotados y donde el campesinado se moría a base de impuestos y solo una élite vivía como oligarcas.
No obstante tuvieron enemigos. Los musulmanes hicieron frente al ataque de los mecanos en la batalla de Badr (624 d. C.), en la que poco más de 300 soldados desbandaron un ejército de alrededor de 1000 mecanos. Algunos le acreditan la victoria a la intervención divina y otros al genio militar de Mahoma.
Tras la victoria de Badr, los musulmanes dejaron de ser un pequeño grupo de seguidores de una nueva religión, para convertirse en una fuerza militar de consideración. Se sucedieron múltiples enfrentamientos entre musulmanes y otras tribus árabes en los que los primeros tuvieron éxito.



Durante el año 630 d. C. se abrieron las puertas de La Meca para recibir al ejército musulmán, la ciudad de donde una década antes habían huido llenos de pánico. La Meca se encontraba ahora en manos musulmanas, y contra todas las expectativas, Mahoma le otorgó la amnistía a todos los que se rindieron y aceptaron su fe.
El Islam como religión no se empezó a propagar hasta la fundación de Bagdad en el 762. Prueba de ello es que Juan Damasceno, el último cristiano en aquella zona no menciona ni una sola vez la religión islámica. Esto es una línea de investigación muy interesante. 
El islam prometió igualdad, protección, eliminar la corrupción material y moral y lo consiguió con diplomacia después de los primeros cien años.
En el 711 quien entró en la Península ibérica no fue una cultura con una religión determinada, sino una cultura que aprovechó las debilidades de un territorio para expandirse. Lo normal en aquella época. Los primeros códices europeos que hablan de la normativa  musulmana datan de finales del siglo IX ( crónicas de los francos). Eso quiere decir que aún por aquel entonces  nadie sabía muy bien nada sobre el islam como religión. Antes de morir Carlomagno, en el s. IX , anduvo interesado en quieres eran aquellas gentes y quien era Mahoma para implantar en la Europa cristiana  el mismo modus operandi, por decirlo de alguna manera para  unificar la cristiandad. Hay estudios muy interesantes sobre el tema.


Lógicamente nos han dejado un  legado, no tan amplio  como el romano ni muy escaso como los bizantinos.
Ser musulmán en aquel final de la Antigüedad tardía, siglos oscuros, era fácil .Mahoma es el sello de los profetas: Moisés y Jesús, con él se acaban “las revelaciones", él va a poner orden en una sociedad que no quiso escuchar a Moisés y a Jesús. A cambio solo pide cumplir los 5 pilares del Islam nada difíciles : La declaración de fe, la oración, la limosna, el ayuno y la peregrinación. 
Para la invasión de la península ibérica los musulmanes calcularon las posibilidades y las riquezas que podrían obtener para lo que mandaron una expedición a la península y quedaron maravillados. Por lo que noticiados los árabes se pusieron a la preparación de invadir la península.
Los textos musulmanes que hablan de la conquista de la península en su conjunto son fuentes escritas más de un siglo y medio después de los hechos. 
Los textos cristianos son irrelevantes, salvo la Crónica mozárabe de 754, escrita unos 30 años después de terminada la conquista. 
Los musulmanes había invadido y conquistado anteriormente el actual Magreb, la península arábiga, Siria, Egipto, Libia, la Mesopotamia y Persia
La conquista del reino visigodo en nuestra península requirió de campaña y muchos esfuerzos militares y también de pactos con judíos y nobles visigodos, a cambio de un tributo la mayor de la veces. 

REINOS DE TAIFAS EN EL 1037 
Es evidente que el reino visigodo atravesaba una época de debilidad causada por el empobrecimiento del pueblo y as luchas fratricidas  que debilitaban el poder real. Les vinieron de perlas a los musulmanes las calzadas romanas que les facilitaron los desplazamientos del ejército. 
Para finales del siglo VII el reino visigodo había perdido alrededor de un 25% de la población. Años de peste, sequía, hambre y otras causas indirectas, durante los reinados de Witiza y de Rodrigo. 
Las luchas nobiliarias fueron un fator habitual entre los visigodos, que muchos reyes murieron asesinados. 
La división en dos facciones de nobles en esos años fue determinante y es posible que haya sido parte de los witizanos los que favorecieron a los musulmanes incluso como aliados. 
Los judíos no se quedaron ajenos, al contrario, viéndose favorecidos seguramente por un mejor trato que con los visigodos, (no olvidemos que habían sido expulsados un siglo antes), siendo numerosos en la Bética, en la Galia Narbonense y junto al Mediterráneo, además habitaban en ciudades y pueblos como Tarragona, Elche, Córdoba Zaragoza, Sevilla, Málaga e incluso en Toledo, entre otras. 
Los judíos eran en su mayoría conversos forzados,  pero falsos cristianos por lo que eran castigados salvo algún noble que los defendían como Isidoro de Sevilla. Los cristianos del norte de África que habían huido, informaron del apoyo dado a los musulmanes por parte aquellos judíos. 
También sucedía que en el norte de África había bereberes que profesaban el judaísmo por mestizaje, los cuales dieron apoyo a los musulmanes en su conquista. 
El reino visigodo cubría el territorio peninsular y la Septimania en el sur de Francia. Baleares estaba bajo soberanía bizantina. Más adelante pasaría a depender  pasar después a depender del reino franco (798) para ser defendidos de los musulmanes. 
Lo cierto y verdad es que en el Califato Omeya venían teniendo planes de conquista para la península desde hacía unos cuantos años, dada la información que manejaban de un reino con problemas, empobrecido y con luchas fratricidas. 
Al conquistar Marruecos al final de 670, sabemos de una primera incursión musulmana en las costas del levante. Fueron ocupando de a poco el norte de África que se culminó en el 705 al conquistar Tánger. Cartago ya había sido arrasada en el 696. Luego conquistaron Ceuta en el 710. 
En el año 711 el rey visigodo, don Rodrigo, estaba luchando en el norte y muchos nobles visigodos no le eran fieles. La situación para los musulmanes se mostraba propicia. Con lo cual se lo tomaron con interés y prepararon la invasión estableciendo acuerdos y consiguiendo apoyos, sobre todo de los judíos, que veían la posibilidad de un mejor trato y conveniencia de negocio que con los cristianos, y sectores sociales visigodos descontentos por los privilegios de las clases altas.
Es posible que hayan sido los barcos de don Julián los que ayudaron a cruzar el estrecho a las fuerzas invasoras. Entraron por Gibraltar, con un ejército de 12.000 hombres, la mayoría bereberes, y desembarcaron a las órdenes de Tariq-ibn Ziyad que era el gobernador de Tánger. De forma y manera que cuando el rey Rodrigo llegó con su ejército en plan a ver qué diablos está pasando aquí, era tarde y en la batalla famosa batalla cerca del río Guadalete, del cual toma su nombre dicha batalla, allí perdió Rodrigo la batalla y la vida.
Ante los enfrentamientos internos de los propios visigodos, la falta de auténtica resistencia y los apoyos, el avance musulmán fue bastante sencillo.
Los largos gobiernos de Abd al-Ramán III y de su hijo Al-Hakan II (961-976)supone el apogeo del Califato cordobés. La llegada del Almanzor a base de éxitos militares y crueldad sanguinaria, hizo que se hiciera con el poder prácticamente, pero al morir éste en el 1002, poco tiempo duró el Califato, desmoronándose en el 1031 en pequeños reinos de Taifas, que terminaron siendo vasallos de los reinos cristianos. Para mediados del siglo XIII ya solamente quedaba el reino nazarí de Granada, vasallo también de la Corona de Castilla-León. Al dejar de pagar los impuestos, poco después comenzó la guerra que duró diez años y como todos sabemos terminó en el 1492, despareciendo así los reinos musulmanes en la Península. 
Por lo que no es cierto que el Islam dominaran aquí durante 800 años. 
yor que él. Se cree que en alguna de sus expediciones comerciales a Siria y a La Meca, tuvo contacto directo con cristianos y judíos, puesto que le gustaba reflexionar sobre lances religiosos. Hacia el año 613 empezó a predicar. Estas revelaciones serian recogidas a lo largo de su vida y agrupadas "shuras" o capítulos. La totalidad de estas forman el Corán, libro sagrado de los musulmanes. De una manera bastante rápida fue consiguiendo adeptos. En todo caso, el Islam se expandió  muy rápidamente y en muy pocos años como una mancha de aceite  aprovechando las debilidades de una cristiandad que no acababa de despuntar después de la caída del imperio romano y donde tanto en Roma como en Bizancio andaban a la greña, agotados y donde el campesinado se moría a base de impuestos y solo una élite vivía como oligarcas.
No obstante tuvieron enemigos. Los musulmanes hicieron frente al ataque de los mecanos en la batalla de Badr (624 d. C.), en la que poco más de 300 soldados desbandaron un ejército de alrededor de 1000 mecanos. Algunos le acreditan la victoria a la intervención divina y otros al genio militar de Mahoma.
Tras la victoria de Badr, los musulmanes dejaron de ser un pequeño grupo de seguidores de una nueva religión, para convertirse en una fuerza militar de consideración. Se sucedieron múltiples enfrentamientos entre musulmanes y otras tribus árabes, en los que los primeros tuvieron mucho éxito. Durante el año 630 d. C. se abrieron las puertas de La Meca para recibir al ejército musulmán, la ciudad de donde una década antes habían huido llenos de pánico. La Meca se encontraba ahora en manos musulmanas, y contra todas las expectativas, Mahoma le otorgó la amnistía a todos los que se rindieron y aceptaron su fe.
El Islam como religión no se empezó a propagar hasta la fundación de Bagdad en el 762. Prueba de ello es que Juan Damasceno, el último cristiano en aquella zona no menciona ni una sola vez la religión islámica. Esto es una línea de investigación muy interesante.
El islam prometió igualdad, protección, eliminar la corrupción material y moral y lo consiguió a base de diplomacia después de los primeros cien años.
En el 711 quien entró en la Península ibérica no fue una cultura con una religión determinada, sino una cultura que aprovechó las debilidades de un territorio para expandirse. Lo normal en aquella época. Los primeros códices europeos que hablan de la normativa  musulmana datan de finales del siglo IX ( crónicas de los francos). Eso quiere decir que aún por aquel entonces  nadie sabía muy bien nada sobre el islam como religión. Antes de morir Carlomagno, en el s. IX , anduvo interesado en quieres eran aquellas gentes y quien era Mahoma para implantar en la Europa cristiana  el mismo modus operandi, por decirlo de alguna manera para  unificar la cristiandad. Hay estudios muy interesantes sobre el tema.
Lógicamente nos han dejado un  legado, no tan amplio  como el romano ni muy escaso como los bizantinos.
Ser musulmán en aquel final de la Antigüedad tardía, siglos oscuros, era fácil .Mahoma es el sello de los profetas: Moisés y Jesús, con él se acaban “las revelaciones", él va a poner orden en una sociedad que no quiso escuchar a Moisés y a Jesús. A cambio solo pide cumplir los 5 pilares del Islam nada difíciles : La declaración de fe, la oración, la limosna, el ayuno y la peregrinación.
Para la invasión de la península ibérica los musulmanes calcularon las posibilidades y las riquezas que podrían obtener para lo que mandaron una expedición a la península y quedaron maravillados. Por lo que noticiados los árabes se pusieron a la preparación de invadir la península.
Los textos musulmanes que hablan de la conquista de la península en su conjunto son fuentes escritas más de un siglo y medio después de los hechos.
Los textos cristianos son irrelevantes, salvo la Crónica mozárabe de 754, escrita unos 30 años después de terminada la conquista.
Los musulmanes había invadido y conquistado anteriormente el actual Magreb, la península arábiga, Siria, Egipto, Libia, la Mesopotamia y Persia
La conquista del reino visigodo en nuestra península requirió de campaña y muchos esfuerzos militares y también de pactos con judíos y nobles visigodos, a cambio de un tributo la mayor de la veces.
Es evidente que el reino visigodo atravesaba una época de debilidad causada por el empobrecimiento del pueblo y as luchas fratricidas  que debilitaban el poder real. Les vinieron de perlas a los musulmanes las calzadas romanas que les facilitaron los desplazamientos del ejército.
Para finales del siglo VII el reino visigodo había perdido alrededor de un 25% de la población. Años de peste, sequía, hambre y otras causas indirectas, durante los reinados de Witiza y de Rodrigo.
Las luchas nobiliarias fueron un fator habitual entre los visigodos, que muchos reyes murieron asesinados.
La división en dos facciones de nobles en esos años fue determinante y es posible que haya sido parte de los witizanos los que favorecieron a los musulmanes incluso como aliados.
Los judíos no se quedaron ajenos, al contrario, viéndose favorecidos seguramente por un mejor trato que con los visigodos, (no olvidemos que habían sido expulsados un siglo antes), siendo numerosos en la Bética, en la Galia Narbonense y junto al Mediterráneo, además habitaban en ciudades y pueblos como Tarragona, Elche, Córdoba Zaragoza, Sevilla, Málaga e incluso en Toledo, entre otras.
Los judíos eran en su mayoría conversos forzados,  pero falsos cristianos por lo que eran castigados salvo algún noble que los defendían como Isidoro de Sevilla. Los cristianos del norte de África que habían huido, informaron del apoyo dado a los musulmanes por parte aquellos judíos.
También sucedía que en el norte de África había bereberes que profesaban el judaísmo por mestizaje, los cuales dieron apoyo a los musulmanes en su conquista.

El reino visigodo cubría el territorio peninsular y la Septimania en el sur de Francia. Baleares estaba bajo soberanía bizantina. Más adelante pasaría a depender  pasar después a depender del reino franco (798) para ser defendidos de los musulmanes.
Lo cierto y verdad es que en el Califato Omeya venían teniendo planes de conquista para la península desde hacía unos cuantos años, dada la información que manejaban de un reino con problemas, empobrecido y con luchas fratricidas.
Al conquistar Marruecos al final de 670, sabemos de una primera incursión musulmana en las costas del levante. Fueron ocupando de a poco el norte de África que se culminó en el 705 al conquistar Tánger. Cartago ya había sido arrasada en el 696. Luego conquistaron Ceuta en el 710.
En el año 711 el rey visigodo, don Rodrigo, estaba luchando en el norte y muchos nobles visigodos no le eran fieles. La situación para los musulmanes se mostraba propicia. Con lo cual se lo tomaron con interés y prepararon la invasión estableciendo acuerdos y consiguiendo apoyos, sobre todo de los judíos, que veían la posibilidad de un mejor trato y conveniencia de negocio que con los cristianos, y sectores sociales visigodos descontentos por los privilegios de las clases altas.
Es posible que hayan sido los barcos de don Julián los que ayudaron a cruzar el estrecho a las fuerzas invasoras. Entraron por Gibraltar, con un ejército de 12.000 hombres, la mayoría bereberes, y desembarcaron a las órdenes de Tariq-ibn Ziyad que era el gobernador de Tánger. De forma y manera que cuando el rey Rodrigo llegó con su ejército en plan a ver qué diablos está pasando aquí, era tarde y en la batalla famosa batalla cerca del río Guadalete, del cual toma su nombre dicha batalla, allí perdió Rodrigo la batalla y la vida.
Ante los enfrentamientos internos de los propios visigodos, la falta de auténtica resistencia y los apoyos, el avance musulmán fue bastante sencillo.
CALIFATO DE CÓDOBA SIGLO X
Los largos gobiernos de Abd al-Ramán III y de su hijo Al-Hakan II (961-976)supone el apogeo del Califato cordobés. La llegada del Almanzor a base de éxitos militares y crueldad sanguinaria, hizo que se hiciera con el poder prácticamente, pero al morir éste en el 1002, poco tiempo duró el Califato, desmoronándose en el 1031 en pequeños reinos de Taifas, que terminaron siendo vasallos de los reinos cristianos. Para mediados del siglo XIII ya solamente quedaba el reino nazarí de Granada, vasallo también de la Corona de Castilla-León. Al dejar de pagar los impuestos, poco después comenzó la guerra que duró diez años y como todos sabemos terminó en el 1492, despareciendo así los reinos musulmanes en la Península.
Por lo que no es cierto que el Islam dominaran aquí durante 800 años.

TOQUE DE ORACIÓN MILITAR ESPAÑOL

El actual Toque resuena en las Fuerzas Armadas, una bella letanía a los muertos. Las Reales Ordenanzas del Ejército de Tierra publicadas en ...