domingo, 9 de junio de 2024

ISABEL I DE CASTILLA – (Segunda parte)

Relato basado en la serie de TVE.

Habíamos dejado al rey Enrique IV de Castilla metiendo la pata como siempre, ganándose enemigos más que amigos.

Beltrán de la Cueva pasó de Mayordomo del rey a formar parte de la Orden de Santiago en 1459 y al año siguiente le concede la fortaleza de Carmona y el castillo de Ágreda. Y para colme en 1461 entra a formar parte del Consejo Real, desplazando a Juan Pacheco. 

Lo cierto que es el patriarca de la poderosa familia de los Mendoza, Diego Hurtado de Mendoza había informado al rey de que Juan Pacheco, marqués de Villena, intrigaba contra él, ofendido por estos nombramientos a Beltrán y encabezaba a muchos nobles pertenecientes a los caballeros de los Linajes. Pero en realidad estos caballeros se alinean en dos bandos enfrentados, uno junto a Pacheco y otros junto a Andrés Cabrera marqués de Moya o los Arias-Dávila.

Andrés Cabrera era un judeo-converso, tesorero del rey y de Segovia, y posteriormente fua partidario de Isabel, como ya veremos.

Enrique IV siempre fue proclive a negociar y no a luchar por lo que desea tratar de hablar con Pacheco y los suyos. Mendoza le aconseja al rey que Pacheco no es trigo limpio y que además de estar sembrando discordia en los pueblos que tiene influencia, para desgracia son años de malas cosechas y la gente tiene hambre mientras ve que los judíos son cada vez más ricos y que el rey tiene guardia mora y no ven que se actúe para solucionar problemas, aparte de la sospecha difundida de que la hija del rey, no lo es en realidad, por lo que ya la llaman “la Beltraneja”.

En otro orden de cosas aparece en escena un joven militar llamado Gonzalo Fernández de Córdoba y Beltrán lo nombra doncel de infante Alfonso, ordenando que no se separe de él. 

Reunidos para negociar Pacheco y su hermano Pedro Girón, hombre bruto pero muy rico y militar victorioso y el arzobispo Carrillo. De parte del rey estaban Diego de Mendoza, el arzobispo Fonseca, Beltrán de la Cueva. Pese a los consejos de sus fieles el rey Enrique acepta todas las propuestas ofrecidas por Pacheco y su gente menos una, desheredar a su hija.

Sin embargo, pronto verá que todo eso le lleva a ser un rey sin mando, en manos de las ambiciones de los nobles. Y, sobre todo de Pacheco, que pide la expulsión de Beltrán de la Cueva de la Corte y que Alfonso pase a su custodia, lejos del rey Enrique.

Dado que lo más importante no es aceptado los nobles se retiran y más tarde confabulan secuestrar al rey. Con lo cual con dos hombres a cuyas hijas ha secuestrado se dispone a partir a Segovia y hacerse con el rey, la princesa Juana y los infantes Alfonso e Isabel.

En el castillo dirige la operación Pedro Girón y matan a los guardias que protegen a los infantes y se hacen con la princesa. Por suerte Andrés Cabrera se huele algo y recurre a Fernández de Córdoba quien escoge un par de hombres y matan al guardia de custodiaba la habitación de los secuestrados. Mientras Pacheco y su hermano obligan al rey a echar a Beltrán y se llevan al rey entregando a Beltrán una peonza como señal de que pueden liberar a los infantes y a la princesa. Pero Fernández de Córdoba y Cabrera con unos hombres liberan a la reina y a los niños. Posteriormente consiguen en los pasillos del palacio, liberar también al rey y encerrar a los hermanos Pacheco y Girón. Al siguiente día Enrique visita a Pacheco en la cárcel y decide liberar a los hermanos. También permite que Isabel y Alfonso viajen para ver a su madre.

Mientras la reina Juana expone a su marido un plan muy elaborado. Sacar de la corte a Beltrán y que entregue la Orden de Santiago, esto para conformar a Pacheco y los suyos. También casar a su hija Juana con el infante Alfonso, con lo cual la corona no correría peligro y dado que saben que Pacheco está formando un ejército, buscar la alianza del rey de Portugal, hermano de la reina de Castilla, Alfonso V y para ello ofrecer a Isabel en matrimonio, cosa que el rey anhelaba.

La oferta es ofrecida a Pacheco y Carrillo. Isabel abrirá casa propia en Segovia con la protección de Chacón y con su ama de la infancia, Beatriz de Bobadilla, lejos de la reina, Alfonso quedará custodiado por Pacheco Fernández de Córdoba y los judíos conversos no serán molestados. Beltrán ha dejado de ser maestre de la Orden de Santiago y ha abandonado la Corte. Y se acuerda que Isabel se casará con quien aprueben Pacheco y Carrillo. Por supuesto que no se les dijo que ya estaba hablado del matrimonio con el rey portugués.

Pero esto finalmente llega a oídos de los conjurados y ven la jugada que se les prepara, ya que si el rey de Portugal envía sus tropas, unidas a las de Enrique, ellos no podrían hacerles frentes. Solo les queda la posibilidad de que Isabel rechace al portugués ya que ella tiene trece años y él le saca veinte años más.

(Alcazar de Sgovia en tiempos de Isabel)

Evidentemente Isabel en ceremonia y fiesta para sellar el compromiso, rechaza al rey portugués delante de toda la Corte. Esto complica la situación para todos.

Pacheco, Carrillo y  los nobles contrarios a Enrique preparan el derrocamiento del rey, una simulación que pasaría a la historia como “La Farsa de Ávila”.  Isabel supo de la noticia de que el 25 de octubre de 1464 es designado el Príncipe don Alfonso, su hermano, como heredero del Reino de Castilla una serie de nobles encabezados por Pacheco.

Realmente era una burla en la que con un muñeco se reconocía al rey Enrique IV y se le destronaba acusándole de cobarde, homosexual y cornudo. Y se proclamó rey a Alfonso XII como rey de Castilla. Por lo tanto en Castilla había dos reyes, enemigos y hermanos de padre.

Isabel ya entonces pensó que la propia vida de ser hermano corría peligro. Amenazaba el presagio de una guerra civil. El rey Enrique tenía sus partidarios. El más leal los nobles de la casa Mendoza. De esta forma es como estalla una guerra que terminar tres años después, en 1468. Pero Alfonso reinó durante esos tres años. Fue un títere en manos del marqués Pacheco y no fue seguido por muchos castellanos que seguían fieles a Enrique IV. Pero tuvo una corte con actividad cultural a la que acudían caballeros de renombre.


El rey Enrique se ve abrumado ya que por mucho que negoció, e que la guerra es inevitable y el resultado incierto. Hace llamar a Beltrán de la Cueva, quien se pone a su disposición

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