viernes, 21 de agosto de 2020

¿POR QUÉ EL CRISTIANISMO EN ESPAÑA?

Desde ROMA a los Reyes Católicos --- En el Imperio Romano, desde Constantino y Teodosio la religión cristiana era el credo obligatorio para todos los ciudadanos y la Iglesia cristiana, apoyándose muy directamente en las instituciones del Estado, se había convertido en iglesia imperial. El Reino visigodo de Tolosa con capital en la ciudad gala comenzó en el año 418, tras el pacto o foedus entre los visigodos y Roma, y duró hasta el 507 y la actuación de los visigodos se ve supeditada por las circunstancias históricas de este pueblo a dar paso al Reino visigodo de Toledo o hispano-visigodo, con capital en la hispana Toledo, que se extendió desde el 507 hasta el 711, año en el que comienza la invasión musulmana en la península ibérica. El III Concilio de Toledo (589), en el que el rey visigodo Recaredo abraza la religión cristiano-romana, abandonando la arriana, es donde puede considerarse el punto de partida de nuestra nacionalidad en torno a un solo monarca, a un poder político ejercido sobre una sociedad que avanzaba firmemente hacia su plena integración desde sus dos elementos conformadores, el latino y el germánico. 

EL PAPA SILVESTRE I 
Y EL EMPERADOR ROMANO CONSTANTINO I
Este hecho fue fundamental para la organización y aceptación de los hispano-romanos a los visigodos, ya que eran algo más cultos y adelantados y la religión arriana, aunque era también cristiana, tenía diferencia. Los arrianos no creían en la doctrina tradicional de la Trinidad, que sostiene que Dios Padre, Jesús y el Espíritu Santo son un único ser. A diferencia de lo que sucedió en Italia o en el Norte de África donde ostrogodos y vándalos respectivamente constituyeron una minoría extraña y hostil, en Hispania se produjo una fusión generalizada entre godos e hispano-romanos, y sobre esta unidad se pudo alzar un Estado independiente y conformarse la nacionalidad hispánica. 

REY ATAÚLFO 
Durante el siglo VII se iría consolidando la nacionalidad común de los denominados ya como “hispano-godos”, poseedores de una religión común, gobernados por un mismo monarca, e incorporados plenamente a la Administración los antiguos hispano-romanos. Los cronistas insisten en presentar a Fernando e Isabel como los restauradores de aquella Hispania que arrancaba de Roma su legitimidad, pero que había perdido en el 711 su propio ser. Una larga serie de escritores insisten en que la tarea de recuperación no se refería tanto al territorio, no al suelo como al cristianismo. Con ello remataban la reconquista. En 1491 Rodríguez de Almela al entregarles un ejemplar de su Crónica, en las vísperas de la caída de Granada, les recordaba que el origen de su legitimidad estaba en la estirpe goda que la recibiera de roma por el pacto del 418. Se identificaba por tanto la política con la religión cristiana. Solo los bautizados estaban en condiciones de ser súbditos del rey y por tanto de estar bajo el amparo de las leyes, usos y costumbres del reino. El cristianismo es una fe que se proclama verdad absoluta, “dogma de fe” y la vida es un tránsito durante el cual se deben obtener los méritos para una posterior vida eterna, que es la importante. Norma válida para todos, desde el rey hasta el último morador. Por lo tanto el primer deber de un rey era eliminar los obstáculos que hubiera para que sus súbditos pudieran alcanzar el logro de este fin sobrenatural.

 CONVERSIÓN DE REY RECAREDO 
Los reyes, para los tiempos de la Edad Media tenían el mandato de Dios, es decir la obligación de reinar, no solamente el derecho, y los súbditos eran los beneficiarios de las leyes, fueros, cartas y privilegios usos y costumbres que juraban en el momento que eran reconocidos como reyes. Al comienzo del reinado de Fernando e Isabel, judíos y musulmanes formaban comunidades propias, pero habitaban en tierra ajena. Tenían casas de oración, sus leyes y autoridades y escuelas. Tenían permiso del rey para ello. Abonaban una cantidad de dinero por ello y no podían formar parte de las instituciones. Todo esto es importante para entender los hechos que tanto se les reprochan a nuestros reyes y que inicia la enorme falacia de la “Leyenda Negra”. Si se pierde este punto de vista, tan alejado de nosotros en nuestros días, no podremos comprender los hechos sucedidos, sus porqués y las decisiones que tomaron en aquella época. Por ejemplo la apostasía, la herejía el sacrilegio y los pecados contra natura, eran castigados duramente, incluso con la muerte, dado que eran crímenes horrendos que había que extirpar. Por el contrario el poder y la justicia estaban sometidos a fuertes limitaciones porque por encima de ellos existía el orden moral del cual la iglesia es la custodia.

domingo, 2 de agosto de 2020

EL LEGADO ESPAÑOL EN AMÉRICA

La imagen estereotipada de una conquista de saqueo y rapiña no responde en absoluto a la realidad histórica de una empresa que fue, sustantivamente, una empresa de incorporación de los pueblos americanos a la sociedad, a la religión y a la cultura española y, por ende, europea. A esta empresa responde la política sistemática de construcción emprendida por los españoles desde el mismo momento de su llegada al nuevo continente. Cientos de ciudades construidas o reconstruidas a lo largo y ancho de toda la América española respondiendo a un plan y bajo unas instrucciones concretas.
-------------CATEDRAL DE MÉXICO-------- Ingentes recursos y conocimientos fueron invertidos en la tarea de poner a América a un nivel aceptable. Pensemos que los indígenas no sabían navegar a vela, no conocían la rueda ni el hierro. Se emplearon entonces conocimientos de astronomía, navegación, construcción naval, ingeniería militar, arquitectura, bellas artes, literatura, teología, derecho, administración y economía; fueron necesarios para el buen fin de la empresa americana. No sorprende la hegemonía de España en todos esos campos durante los siglos XVI y XVII. Después vino el siglo XVIII. Para unos de consolidación y reforma. De revisionismo y claudicación para otros. Un siglo durante el que, en cualquier caso, España mantuvo una posición entre las cuatro o cinco grandes potencias mundiales. Sin duda, en la América española se cometieron abusos, no pocos impulsados o consentidos por las autoridades locales, y no se niega la barbarie cometida a espaldas de las leyes vigentes. Pero es indiscutible que todos ellos lo fueron al margen de la legalidad, en contra de la ley dictada desde la metrópoli. Una ley que, no pocas veces, perjudicaba los intereses materiales de los colonos españoles, y de ahí su incumplimiento muchas veces. España se impuso desde un principio un objetivo de integración de la población aborigen en la sociedad de la nueva España trasatlántica mediante una política de discriminación positiva (como diríamos hoy) de los indígenas mediante las leyes protectoras. Si alguien puede informar de Universidades o Colegios para indígenas en las colonias inglesas, francesas, holandesas o de cualquier país en América, le agradeceré me de ese dato.
----------------LA SANTA MARÍA---------- A partir de 1640, fueron muchos los mercaderes españoles que invertían sus metales preciosos en América, sobre todo en Perú, en vez de arriesgarse a que fueran confiscados en España o se perdieran en el viaje. Este capital fue la base para la transformación de las ciudades en la era posterior a la minería. El oro y la plata que se traían a la España península era el Quinto Real, es decir el 20% del total obtenido. El resto quedaba en América o los Virreinatos. Si no hubiera sido así los españoles no habrían podido dejar en América 55 Universidades desde 1550 y más ciudades patrimonio de la Humanidad (32), que en la propia España. Por otro lado hay que decir que la cantidad de oro y plata llegada a España en 300 años es menos que la hoy obtenida sólo en Perú en un año o en México en el mismo periodo. Los métodos de extracción eran muy rudimentarios comparativamente, y no digamos las dificultades del transporte.
----------- MISIONES-------- APORTACIONES DE ESPAÑA EN LA AMÉRICA COLONIZACIÓN La rueda. Polea y polipasto, como elemento de trabajo y transporte. La noria. Aunque los mexicas tenían tornos de alfarería, no se les había ocurrido usar la rueda como medio para facilitar el transporte. El arado, que contribuyó, de manera decisiva, a la transformación de la agricultura. El hierro. La metalurgia de Toledo era la más avanzada de Europa. La cerámica de Valencia, azulejos, vajillas. Las armas de fuego. La pólvora. La seda. El papel y la imprenta moderna, con la edición en América de diccionarios, libros religiosos, científicos, jurídicos, etc., contribuyó a la difusión de la cultura europea en el Nuevo Mundo La escritura y la gramática de Antonio de Nebrija. En 1500 se publicó en Toledo La Celestina, en 1508 Amadís de Gaula en Zaragoza y, después, vendrían Cervantes, Calderón de la Barca, Quevedo, Lope de Vega, etc., cuyas obras llegaron a América al poco de ser publicadas en España La vid. (Perú, Chile, Argentina y California). El vinagre. Los olivos La cebada. La fabricación de cerveza. Leguminosas (garbanzos, lentejas, habas) El arroz, las almendras, el ajo, la cebolla, la ciruela pasa y otras variedades de frutos secos. Ganado bovino, incluido el toro de lidia, y, con ello, los productos lácteos; El trigo. El limón. La naranja, la manzana, la pera, el melocotón y el higo. La caña de azúcar, el lino, el cáñamo. El ganado ovino El caballo y su guarnicionería El sebo. El alquitrán; El calendario juliano, y después, el Gregoriano. El reloj mecánico, inventado en Europa en el siglo XIII Las arquitecturas europeas y árabes. Iglesias, monasterios, catedrales, viviendas, pueblos y ciudades. Técnicas de jardinería: Técnicas de construcción de barcos de pequeños, y hasta de gran tonelaje. las técnicas de navegación transoceánicas La ballestilla, el astrolabio, el cuadrante, la brújula marina, la ampolleta, instrumentos de navegación y la cartografía. Técnicas de explotación de la minería y el utillaje de hierro como picos, alzaprimas, cuñas y almádenas, los molinos de ganga accionados por fuerza hidráulica, o el método de amalgama. Las universidades, como instrumentos de transmisión de conocimientos. Entre otros, de Derecho. Las "Siete Partidas". El Derecho Romano que constituían la base jurídica en Castilla. La aritmética, geometría, astronomía y música. El sistema financiero: el dinero, la banca, la letra de cambio, las sociedades mercantiles, etc. Troqueles, prensas y demás utensilios para acuñar monedas. La Casa de La Moneda de México, la primera "Casa de la moneda" de América. Conocimientos de economía y administración. los conocimientos de farmacia Construcción de hospitales y su gestión. Técnicas hidráulicas, acueductos y embalses, canalizaciones y el molino hidráulico. El tornillo de Arquímedes; Técnica de los tapices: importantísimas fueron las colecciones de tapices de los reyes Fernando e Isabel. La marroquinería, el repujado, el damasquinado, la esmaltería, la azabachería, la mazonería, la orfebrería, la joyería. la encuadernación de libros. El vidrio, la técnica de las vidrieras Técnicas de pintura. La técnica del laminado del oro ("pan de oro”) La música occidental llevada por los españoles durante el renacimiento y el barroco, así como los instrumentos musicales necesarios para su interpretación: el violín, el laúd, el arpa, el clave, el clavicordio, trompetas, atabales, sacabuches, el bajón, flautas, tambores, etc. La guitarra española, el instrumento más popular en España Las técnicas de entretejido: alfombras, vestidos, terciopelos. La técnica del artesonado. Las técnicas urbanísticas para planificar las nuevas ciudades en América. El resultado fueron ciudades coloniales consideradas hoy, en muchos casos, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: Ciudad de Potosí y ciudad histórica de Sucre, en Bolivia; Cartagena de Indias y centro histórico de Santa Cruz de Mompox, en Colombia; ciudad vieja de La Habana y sus fortificaciones, Trinidad, centro histórico de Cienfuegos, centro histórico de Camagüey, en Cuba; Viejo San Juan, en Puerto Rico; centros históricos de Quito y Cuenca, en Ecuador; centros históricos de México, Oaxaca, Puebla, San Miguel de Allende, Guanajuato, Morelia, Zacatecas y Campeche, en México; distrito histórico de Panamá; centros históricos de Cuzco, Lima y Arequipa, en Perú; Antigua Guatemala, en Guatemala; Coro, en Venezuela, y otras muchas ciudades coloniales construidas por los españoles y que hoy son candidatas a figurar en la lista de la Unesco: Salta, en Argentina; Villa de Leyva, en Colombia, etc. La ingeniería militar. Fuertes, los castillos, murallas, fortificaciones. La ingeniería civil: innumerables puentes (puesto que desconocían el arco, tenían que utilizar puentes de cuerdas suspendidos), puertos, canales y calzadas, en cuya construcción se empleó la grúa (la de cigüeñal, la de arbolar, la de pisar, la portuaria, la accionada por rueda, la flotante), dragas, la máquina de hinca de pilotes, las máquinas de achique, la noria de vejigar, etc. El Camino Real de Tierra Adentro, que comunicaba la Ciudad de México con Santa Fe de Nuevo México (hoy en Estados Unidos), fue una de las obras de ingeniería más importantes de las realizadas por los españoles en América, hasta el punto de haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2010. Las lentes. El idioma común. La religión católica. El mestizaje.
Ingentes recursos y conocimientos fueron invertidos en la tarea de poner a América a un nivel aceptable. España no se limitó a explorar aquel vasto territorio sino que realizó una empresa aún más asombrosa y trascendente: la incorporación de sus gentes a su cultura y a su fe, en definitiva, a la civilización cristiana, europea y occidental; no de manera circunstancial sino definitivamente. Pero se realizó de una forma organizada y constante, no a los dictados de las conveniencias de la Metrópoli. Y era así, porque aquellos territorios eran también españolas.

jueves, 30 de julio de 2020

¡GRACIAS, ROMA!

Roma fue uno de los muchos pueblos que tanto antes como después llegaron a la península. Como toda metrópoli a sus colonias, Roma explotó económica y socialmente a sus provincias de lo que llamó Hispania. Pero la península recibió un legado cuya trascendencia llega hasta el presente. Todas las lenguas hispánicas, salvo el euskera se derivan de la romana, es decir del latín, hablado por los mercaderes y soldados. Y hoy junto con otras lenguas europeas, (francés, portugués, rumano, etc.) forman el tronco de las lenguas románicas. También los conceptos básicos del derecho tienen su origen en el derecho romano. El arte y los estilos habían llegado de Grecia y a través de Roma. En los últimos tiempos del Imperio fue el intermediario imprescindible para la introducción de la religión cristiana, que acabaría por unificar a la península como dato identitario.
Con Roma la península Ibérica entró definitivamente en los anales de la historia, recibió el nombre con el que se la conoce, Hispania, y forjó por primera vez una unidad política. Pero siempre se debe huir de proyecciones nacionalistas, que no favorecen la realidad histórica. Don Marcelino Menéndez Pelayo apuntó a que gracias a Roma dejamos de ser una multitud de tribus, dispersas, luchando unas contra otras y nos da la unidad del idioma, de la religión, de la administración, el ejército, la cultura de la arquitectura y las magníficas obras de ingeniería. En fin, nos sacaron de la oscuridad, aunque no lo hicieron pidiendo permiso, precisamente.
Pero entrando en harina, hay que tener presente que la romanización no fue un hecho pacífico, como no lo es ningún cambio trascendental en la historia. Roma entra en la península a causa de su pugna con Cartago por el control del Mediterráneo. En el 149 hasta el 146 a. C. se produjo la Tercera Guerra Púnica en la Península Ibérica, venciendo Roma a Cartago y desapareciendo ésta. Los romanos fueron recibiendo ayuda de griegos e íberos en sus luchas contra Cartago. Finalizadas las Guerras Púnicas, los griegos que quedaban en la península se fueron romanizando al igual que los aliados celtíberos. A partir del años 150 a.C. los romanos se propusieron extender sus dominios al interior de la península, encontrando resistencia por parte de algunas tribus y alianzas por parte de otras. Roma ya tenía la alianza de los íberos en sus filas. La conquista se prolongó durante un largo periodo, no solo por la gloriosa resistencia tantas veces magnificado en la enseñanza, sino porque responde su dominio a diferentes proyectos expansivos de Roma, no a un plan establecido puramente militar. Los romanos son la nueva civilización dominante en la península. Roma realizó una expedición hasta la Gallaecia (el norte de Portugal y Galicia). Y en el 133 a.C. fue destruida la ciudad de Numancia, con impresionante resistencia de su población, el hambre hacía imposible la resistencia. Los jefes celtíberos se suicidaron con sus familias y el resto de la población fue vendida como esclavos. La ciudad fue arrasada. Era el último bastión de los celtíberos. Vascones y celtíberos se disputaron las tierras del valle del Ebro. Los celtíberos eran enemigos de Roma, y los vascones eran sus aliados. Cuando fue destruida Calagurris (Calahorra), por los romanos, fue repoblada con vascones Entre los años 29 y 19 a.C. desarrollaron una campaña militar. Cuando termina la conquista de la península con la guerra contra los galaicos, cántabros y astures sobre el 29 al 19 a.C., el emperador César Augusto realiza una nueva organización en provincias, subdivididas en conventos jurídicos. Los romanos aprovecharon a fondo las posibilidades económicas de Hispania, en particular sus explotaciones mineras. En el distrito minero de Carthago Nova, en donde se extraía ante todo plata, pero también plomo, se calcula que trabajaban unos 40.000 hombres. Otra actividad destacada era la pesca, en particular los salazones de la costa atlántica de Andalucía. Importante fue asimismo el desarrollo de la esclavitud, que alcanzó cotas muy elevadas.



El Siglo II d. C., a finales, es la época floreciente en Hispania. Se enseña latín, se realizan obras espectaculares de ingeniería y arquitectura, calzadas, puentes y acueductos, se aplica el Derecho Romano que es la base del actual Derecho en Europa. Los emperadores de origen hispano son los que llevan al imperio a su máximo esplendor y la época de paz, Trajano y su sucesor, Adriano. La conquista romana de la Península Ibérica comienza en el 218 a. C. (fecha del desembarco romano en Ampurias) y se mantuvieron hasta los principios del 400 d. C. En el 415, en virtud de un pacto (foedus) celebrado entre el emperador romano Honorio y el rey visigodo Walia, los visigodos se asentaron en la provincia romana de Aquitania Secunda, en el sur de las Galias. A lo largo de este extenso periodo de más de seis siglos, tanto la población como la organización política del territorio hispánico sufrieron profundos e irreversibles cambios, y quedaría marcado para siempre con la inconfundible impronta de la cultura y las costumbres romanas. Antiguos campamentos militares y asentamientos iberos, fenicios y griegos fueron transformados en grandes ciudades, unidas por una extensa red de carreteras. El desarrollo de la construcción incluye algunos monumentos de calidad comparable a los de la capital, Roma. La ingeniería civil está representada en imponentes construcciones como el Acueducto de Segovia o el Acueducto de los Milagros de Mérida, en puentes como los de Alcántara sobre el Tajo, el de Córdoba sobre el Guadalquivir o el de Mérida sobre el Guadiana. También se construyeron faros como el que aún está en uso en La Coruña, la Torre de Hércules. Las construcciones civiles fueron fundamentales. La arquitectura lúdica como los teatros de Mérida, Cartagena, Sagunto, Tiermes o Cádiz, los anfiteatros de Mérida, Itálica, Tarraco y Segóbriga y los circos de Mérida, Córdoba, Toledo, Sagunto y muchos otros prueban de la importancia de Hispania. La arquitectura religiosa también se extendió por la península. Monumentos funerarios y mausoleos, arcos de triunfo, etc. Roma estableció su dominio sobre la Península Ibérica, pero también trajo su cultura, su particular forma de entender la vida: su economía, su legislación, el sistema político y militar, las infraestructuras que les permitieron crear y conservar un imperio y las manifestaciones artísticas de todo tipo. De todo ello se conserva hoy un importante legado no sólo arqueológico, sino también cultural. La latinización, fue un proceso que trajo la pérdida de los idiomas indígenas, a excepción del euskera, y la sustitución de éstos por el latín, del que más tarde derivarían las lenguas romances. La escritura ibérica se siguió usando en muchos ámbitos durante siglos, baste comprobar los grafitos marcados a punzón sobre cerámicas o bien los nombres de las ciudades escritos sobre monedas en ibérico o en latín de modo que, a veces se vuelve al uso del ibérico después de haber acuñado monedas con textos latinos. La religión de Roma fue fundamental en la vida de las personas e influye en las decisiones. La palabra religión procede del latín religare o re-legere, que significaría volver a ligar o unir. Es decir, atar lo mortal con lo divino. El culto a los dioses en Roma era un deber cívico. A comienzos del siglo IV, el emperador Constantino abraza la fe católica y deja de ser perseguida para ser la religión oficial de Roma, el cristianismo se encontraba ya desarrollado en Hispania. Tras haber sido impuesto como religión oficial, sufrió la segregación entre el arrianismo que traían los germánicos y el catolicismo de los hispanorromanos hasta la conversión al cristianismo de Recaredo en 586. Los Hispano-romanos eran las gentes habitantes de Hispania tras la dominación romana que se habían quedado como propia la cultura romana, en toda su extensión. Son los ascendientes de los que luego fueron los reyes cristianos. En otro orden de cosas los romanos dieron a Hispania una fisonomía distinta, al dotarla de grandiosas obras de arquitectura e ingeniería. Con su sistema constructivo basado en sillares de piedra, el arco y la bóveda, levantaron grandes murallas, arcos triunfales, templos, puentes y acueductos. Además de teatros, anfiteatros, circos, y todo tipo de monumento conmemorativo o funerario. Las ciudades de Hispania compitieron por la grandiosidad y la proliferación de sus construcciones monumentales. Roma era un imperio, una cultura, un pueblo de conquistadores, pero que trataba de consolidar su poder más allá de la simple ocupación militar. Un dominio que iba a incidir profundamente en las costumbres y la cultura.


A partir del final del siglo II el sistema imperial romano fue debilitándose. Decaía el sistema esclavista en el que se asentaba la economía. Levantamientos y revueltas sociales fueron numerosas. Las oligarquías abandonaron el poder y se trasladaron a sus villas. Se debilitó la demanda y la producción. El poder legítimo de Roma existía sólo en una mínima parte, la franja costera de la Tarraconense y las zonas del curso medio y bajo del Ebro. El resto del territorio estaba ya en manos de aquellos bárbaros a los que otros romanos, usurpadores, que se lo habían servido en bandeja. Los visigodos, tras esta primera incursión en Hispania, regresaron al sur de la Galia. Volverían pocos años después para instalarse definitivamente. Sin embargo, gracias a Roma dejamos de ser tribus poco civilizadas para ser un pueblo unificado. Y a partir de Roma se irá creando un país independiente tras los Pirineos. Por cierto, no se nos ocurre reclamarle ahora a Italia, por la invasión de los romanos 200 años a.C.

domingo, 26 de julio de 2020

LAS ISLAS MALVINAS, ESPAÑOLAS, URUGUAYAS E INGLESAS

En 1749 el Almirantazgo británico, organiza una expedición con el objetivo aparente de hacer descubrimientos en los mares de América del Sur y efectuar un relevamiento de las costas de Malvinas. Sin embargo, el verdadero propósito de la expedición era establecer una base naval para atacar al comercio español y a los territorios hispanoamericanos. El proyecto llegó a oídos del embajador de España, quien protestó de inmediato.
El 2 de abril de 1767 Felipe Ruiz Puente toma posesión en nombre de la corona española del archipiélago de las islas Malvinas. Poco después, y ante los rumores de que los ingleses habían fundado una colonia en la isla occidental avisa a Buenos Aires. En vista de la situación, Bucarrelli, el gobernador de Buenos Aires, dio orden de expulsar por la fuerza a los ingleses. Parte de Montevideo el 11 de mayo Juan Ignacio de Madariaga con La Escuadra del Rio de la Plata, compuesta por cuatro fragatas y un jabeque andaluz. En total sumaban 134 cañones y 1.500 hombres. Confiando que la superioridad militar haría desistir a los británicos, sin llegar a un enfrentamiento armado, el 7 de junio intimó al capitán William Maltby y al comandante del fuerte, George Farmer, a evacuar el puerto o, caso contrario, se vería “precisado a obligarle con el cañón”. Madariaga fundamentaba su demanda en el derecho internacional vigente, que impedía establecer colonias en esa parte del mundo sin el consentimiento del rey de España. Una vez más, los británicos rechazaron la intimación de los españoles e insistieron en que las islas les pertenecían. E insistía con la retirada española. España siempre protestó los intentos de exploraciones británicas en la zona alegando sus derechos al mar cerrado, que implicaba la prohibición de navegar por aquellas aguas. Decidido a llevar adelante su misión, y agotados todos los medios pacíficos, Madariaga dio la orden de comenzar el ataque. La batalla, sin embargo, debió posponerse por factores climáticos. El 10 de junio, por la mañana, Madariaga movilizó a las fragatas Santa Bárbara y Santa Catalina junto al jabeque Andaluz para que ataquen a la fragata británica Favorite. En cuanto los barcos españoles abrieron fuego sobre la Favorite, la artillería del fuerte respondió con unos pocos y desordenados cañonazos. El asentamiento inglés solo contaba con 10 cañones. La resolución de los oficiales británicos de pelear hasta el final no se mantuvo mucho tiempo. Desde el fuerte ondeó la bandera blanca y un oficial británico les solicitó la rendición a las fuerzas de tierra españolas, al mando del coronel Antonio Gutiérrez. 156 hombres rindieron sus armas el 10 de junio de 1770. Los términos de la capitulación establecían que el fuerte y sus armas debían ser entregados al coronel Antonio Gutiérrez.
El 11 de agosto de 1771 Juan Ignacio de Madariaga llegó a Cádiz para informar a la corte española sobre las acciones en Puerto de la Cruzada y el exitoso desalojo de la guarnición británica. Pero para su sorpresa, la noticia fue recibida con preocupación por las autoridades españolas. Comprendieron que se encontraban en una disyuntiva: si avalaban la acción del gobernador de Buenos Aires, Bucarreli, la guerra sería inevitable en cuanto los británicos tuviesen conocimiento del incidente. Si, por el contrario, desautorizaban la expedición, sus derechos sobre las islas se verían perjudicados. Después que Francia se negase a respaldar a Madrid en una posible guerra, el tribunal español alegó que la incautación se había hecho sin la autorización de Carlos III y se ofreció a restaurar Puerto Egmont, tal como existía antes de ser desalojado. El embajador español en Londres declaró, en nombre de su soberano, que no se habían dado órdenes particulares al gobernador de Buenos Aires, a pesar de que el oficial había actuado con arreglo a sus instrucciones generales y juramento como gobernador; que las Leyes de Indias incluyen la expulsión de los extranjeros de los dominios españoles. El acuerdo finalmente se llevó a cabo el 15 de septiembre de 1771, seis meses después del desalojo, con el restablecimiento de la situación que existía antes del combate de Puerto Egmont. En abril de 1772 tres fragatas británicas reocuparon el asentamiento, y las fuerzas españolas asentadas en el lugar se retiraron. Los británicos recibieron también una declaración donde el rey español Carlos III rechazó la incursión de Puerto Egmont para que se vea salvaguardado su honor. Durante cuatro años convivieron en las islas dos poblaciones de dos países. Según la historiografía británica, ellos se retiraron de las islas en virtud de un sistema de reducción de gastos en 1774, aunque mayoritariamente se afirma que fue en cumplimiento del pacto secreto con España. La realidad es que el 11 de febrero de 1774, Gran Bretaña reconocía la soberanía española sobre las Islas Malvinas, y comunicaba al reino español, su decisión de abandonar el archipiélago. En mayo de ese año, el abandono se hizo efectivo. El 22 de mayo, por conveniencias de la política exterior británica y para conciliarse con España, Puerto Egmont fue evacuado. Como restos de la permanencia, quedaban los parapetos del fuerte y una inscripción grabada sobre placa de plomo, en la que se afirmaba la pertenencia de las islas Falkland a su Sacratísima Majestad Jorge III.
Se dice que el abandono británico de las islas, se produjo por un pacto secreto entre España e Inglaterra, y no por falta de presupuesto, ya que dejaba más ganancias que pérdidas. Mas allá del motivo de la devolución de las islas, en esta fecha Gran Bretaña reconoce que las Islas Malvinas son dominio de España. Tras abandonar las Malvinas, los británicos dejaron allí una bandera británica y una placa reclamando la soberanía del archipiélago para su rey. En 1775 el capitán Juan Pascual Callejas retiró la placa británica de Puerto Egmont, enviándola a Buenos Aires. Con la creación del virreinato del Río de la Plata, en 1776, todos los gobernantes de Buenos Aires cuidaron que el Reino Unido no se asentase en las islas. Los españoles ocuparon Puerto de la Cruzada durante la Guerra anglo-española en 1779. En 1780, siguiendo instrucciones del virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, se destruyó por completo las instalaciones. La placa conservada en Buenos Aires sería capturada por los británicos durante la primera invasión inglesa al Río de la Plata en 1806 y llevada a Londres.
España finalmente abandonó Puerto Soledad en 1811, tras la Primera Junta Revolucionaria en Buenos Aires, que suponía la independencia del gobierno de España en aquel territorio. Como la Banda Oriental no se adhirió a la junta de Buenos Aires, permaneció bajo control español. Existe una tesis del arquitecto uruguayo Juan Ackermann y del ingeniero agrónomo argentino-uruguayo Alfredo Villegas se apoya en un tratado de 1841. Ese acuerdo firmado por España y Uruguay cedió al país sudamericano las atribuciones que tenía el puerto militar de Montevideo sobre el archipiélago del Atlántico Sur, destacan los investigadores y afirman que eso aún podría tener validez.
"El aporte de documentos y la historia de todo lo que sucedió es lo que queremos hacer conocer. Y al analizarlo desde ese punto de vista se plantea que las Malvinas son uruguayas, señala Ackermann. Fueron gobernadas entre 1777 y 1814, con total independencia del virreinato del Río de la Plata, las costas patagónicas, la Tierra del Fuego, el Estrecho de Magallanes y el archipiélago de las Malvinas, jurisdicción que Uruguay heredó formalmente de España y que le fue usurpada por británicos y argentinos durante todos estos años”. Cuando se disolvió el imperio español, éste nunca cedió a Argentina la soberanía sobre las Malvinas, algo que sí hizo en 1841 cuando firmó un convenio con Uruguay en el que se reconocían como uruguayos todos los territorios dominados por el Apostadero de Montevideo. Así pues, Argentina ocupó también de forma ilegítima las islas entre 1820 y 1833, aprovechando el caos que reinaba en aquella época en lo que entonces era la Banda Oriental, ahora Uruguay. Lo cierto es que más adelante las autoridades de Montevideo deciden retirar el establecimiento en las Malvinas por su baja utilidad y los elevados costos de conservación. Allí se dejó una placa proclamando la soberanía española sobre el archipiélago. Placa que los argentinos, ya independizados, quitaron.

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...