El pueblo astrogodo de los Tervingios apelaron al emperador
romano Valente para que le permitiera establecerse con su pueblo en la orilla
meridional del Danubio, donde esperaban refugiarse de los hunos que eran
enemigos.
Valente se lo permitió, sin embargo, estalló el hambre, y
Roma no estaba dispuesta a proporcionarles la comida que les prometieron, ni
tampoco la tierra; se produjo una revuelta que llevó a seis años de saqueo y
destrucción en los Balcanes, la muerte de un emperador romano y la aniquilación
de todo un ejército romano. La batalla decisiva fue la de Adrianópolis, en 378,
en la que los tervingios derrotaron al ejército del Imperio romano de Oriente
mandado por el emperador Flavio Julio Valente, que murió en la batalla. Fue
este el último combate en el que se emplearon las clásicas legiones.
Los alanos fueron destrozados, más adelante, por los visigodos que, muerto su rey y destruido el reino, los pocos que quedaron se acogieron al patrocinio del rey de los vándalos, que se había retirado a la Gallaecia. En 418 derrotaron a los vándalos silingos en la Bética. Alanos y silingos, como pueblos independientes, desaparecieron para siempre.
Los visigodos en Hispania con su caudillo Valia (o Walia) al frente, cumpliendo lo que habían prometido a Constantino: liberar Hispania de los vándalos asdingos y silingos y de suevos y alanos. Sin embargo, esta segunda invasión acabó de hecho con las esperanzas de la población hispanorromana, que siempre había confiado en una milagrosa recuperación del Imperio.
Los alanos fueron destrozados, más adelante, por los visigodos que, muerto su rey y destruido el reino, los pocos que quedaron se acogieron al patrocinio del rey de los vándalos, que se había retirado a la Gallaecia. En 418 derrotaron a los vándalos silingos en la Bética. Alanos y silingos, como pueblos independientes, desaparecieron para siempre.
Los visigodos en Hispania con su caudillo Valia (o Walia) al frente, cumpliendo lo que habían prometido a Constantino: liberar Hispania de los vándalos asdingos y silingos y de suevos y alanos. Sin embargo, esta segunda invasión acabó de hecho con las esperanzas de la población hispanorromana, que siempre había confiado en una milagrosa recuperación del Imperio.
Quedó así Hispania despejada para que los suevos fueran el
poder predominante, más asentados que vándalos y alanos, no desaprovecharon la
oportunidad de expandir su reino ocupando primero las comarcas abandonadas por
los asdingos, en 422, y la mitad de Gallaecia para luego bajar por el valle del
Tajo y del Guadiana y llegar a establecer guarniciones en Lisboa y en Mérida,
en 439. Para esta expansión partían desde su afianzado asentamiento en la
Gallaecia, que les proporcionaba una retaguardia segura. Además sus reyes, de
religión católica, eran vistos por muchos hispanorromanos como un alivio frente
a los desmanes de alanos y vándalos, de religión arriana oficialmente, pero que
la mayoría de las veces resultaban ser simplemente paganos.
Las tropas visigodas cruzaron los Pirineos y en 456 capturaron al rey Requiario, relegando a los suevos al territorio comprendido entre las actuales Galicia, parte de Asturias y León y la mitad norte de Portugal. El reino suevo se mantuvo independiente hasta finales del siglo VI. El resto del territorio peninsular era de control visigodo. El reino suevo perduró con altibajos hasta el año 585. Los visigodos ya llevaban asentados más de un siglo.
Las tropas visigodas cruzaron los Pirineos y en 456 capturaron al rey Requiario, relegando a los suevos al territorio comprendido entre las actuales Galicia, parte de Asturias y León y la mitad norte de Portugal. El reino suevo se mantuvo independiente hasta finales del siglo VI. El resto del territorio peninsular era de control visigodo. El reino suevo perduró con altibajos hasta el año 585. Los visigodos ya llevaban asentados más de un siglo.
VISIGODOS
En el 414, el general romano Constancio atacó al rey visigodo Ataúlfo, que proclamó de nuevo emperador a Atalo. Ataúlfo fue forzado por Constancio a refugiarse en Hispania.
Atalo, perdiendo otra vez la ayuda de los visigodos, fue capturado y depuesto. Aquí es donde nace la monarquía en Hispania, con el rey visigodo Ataúlfo.
En 415, en virtud de un pacto (foedus) celebrado entre el emperador romano Honorio y el rey visigodo Walia, los visigodos se asentaron en la provincia romana de Aquitania Secunda, en el sur de las Galias. Para frenar el avance, el Imperio romano de Occidente autorizó a los visigodos a asentarse y controlar territorios de Hispania. Los visigodos recibieron tierras donde establecerse, a cambio de la obligación de defender el Imperio frente a los enemigos, las “bagaudae” (rebeliones), y otros pueblos germánicos.
En el 414, el general romano Constancio atacó al rey visigodo Ataúlfo, que proclamó de nuevo emperador a Atalo. Ataúlfo fue forzado por Constancio a refugiarse en Hispania.
Atalo, perdiendo otra vez la ayuda de los visigodos, fue capturado y depuesto. Aquí es donde nace la monarquía en Hispania, con el rey visigodo Ataúlfo.
En 415, en virtud de un pacto (foedus) celebrado entre el emperador romano Honorio y el rey visigodo Walia, los visigodos se asentaron en la provincia romana de Aquitania Secunda, en el sur de las Galias. Para frenar el avance, el Imperio romano de Occidente autorizó a los visigodos a asentarse y controlar territorios de Hispania. Los visigodos recibieron tierras donde establecerse, a cambio de la obligación de defender el Imperio frente a los enemigos, las “bagaudae” (rebeliones), y otros pueblos germánicos.
Los visigodos constituyeron un reinado en suelo imperial,
con capital en Tolosa, (Toulouse) que perduró hasta el 507 en la batalla de
Vouillé entre francos y visigodos, con derrota de estos, que tuvo como
consecuencia el traslado del reino visigodo de Toulouse actual en Francia, a
Toletum,(Toledo) en Hispania. Y aquí
permanecería hasta la invasión musulmana en el 711.
El Imperio Romano de Occidente había desaparecido en el 476, y los visigodos alcanzaron su independencia. En ningún momento los visigodos se consideraron invasores ya que su asentamiento en Hispania había sido legalizado por el ya muerto Imperio Romano de Occidente. La población autóctona, hispano-romanos tampoco los vio como invasores.
Odoacro, rey de los hérulos, tribu germana que procedía de Escandinavia, derroca al último emperador de Roma, Rómulo Augústulo, en septiembre del 476. Este hecho marca el fin del Imperio Romano: desaparece el imperio occidental mientras que el imperio oriental bizantino sobrevive hasta la caída de Constantinopla, en 1453.
La caída del Imperio Romano en el año 476 d.C. marcó un hito en la historia europea. Fue un evento que cambió el rumbo de un continente y dio lugar a una era de transformaciones profundas conocida como la Edad Media.
El Imperio Romano de Occidente había desaparecido en el 476, y los visigodos alcanzaron su independencia. En ningún momento los visigodos se consideraron invasores ya que su asentamiento en Hispania había sido legalizado por el ya muerto Imperio Romano de Occidente. La población autóctona, hispano-romanos tampoco los vio como invasores.
Odoacro, rey de los hérulos, tribu germana que procedía de Escandinavia, derroca al último emperador de Roma, Rómulo Augústulo, en septiembre del 476. Este hecho marca el fin del Imperio Romano: desaparece el imperio occidental mientras que el imperio oriental bizantino sobrevive hasta la caída de Constantinopla, en 1453.
La caída del Imperio Romano en el año 476 d.C. marcó un hito en la historia europea. Fue un evento que cambió el rumbo de un continente y dio lugar a una era de transformaciones profundas conocida como la Edad Media.
PINTURA EXALTANDO LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO
Con la caída de Roma, Europa Occidental se sumió en un
profundo vacío de poder. Las estructuras políticas y administrativas romanas
desaparecieron, dejando a las provincias occidentales en manos de una variedad
de grupos bárbaros, entre ellos los visigodos, ostrogodos, vándalos y francos.
Estos grupos establecieron sus propios reinos y sistemas de gobierno en las
tierras que alguna vez fueron parte del Imperio.El colapso de la autoridad romana llevó al surgimiento del feudalismo, un sistema en el que los señores feudales gobernaban sus territorios a cambio de servicios militares y lealtad de sus vasallos. Esto condujo a una sociedad altamente estratificada, con una nobleza guerrera en la cima y campesinos en la base. La descentralización del poder político se convirtió en la norma, y la lealtad personal reemplazó en gran medida a las estructuras de gobierno centralizado.
A medida que las estructuras políticas se desmoronaban, la
Iglesia Católica emergió como una institución de poder y estabilidad en Europa.
Los monasterios se convirtieron en refugios de conocimiento y aprendizaje, y
los monjes preservaron textos antiguos, incluidos los escritos de los filósofos
griegos y romanos. La Iglesia también desempeñó un papel crucial en la
conversión de los bárbaros al cristianismo, lo que contribuyó a unificar
espiritualmente a Europa, que vivió un período de invasiones y migraciones
continuas. Los vikingos se aventuraron desde el norte, saqueando y comerciando,
mientras que los musulmanes avanzaron hacia el oeste desde el sur. Estos
eventos contribuyeron a la inestabilidad y al cambio constante en las fronteras
políticas y culturales.
A pesar de la inestabilidad, surgieron destellos de renovación cultural en este período. Uno de los más destacados fue el Renacimiento Carolingio, promovido por Carlomagno y su imperio franco.
Se fomentó la educación y la cultura clásica, lo que allanó el camino para el renacimiento cultural posterior.
A pesar de la inestabilidad, surgieron destellos de renovación cultural en este período. Uno de los más destacados fue el Renacimiento Carolingio, promovido por Carlomagno y su imperio franco.
Se fomentó la educación y la cultura clásica, lo que allanó el camino para el renacimiento cultural posterior.
ESTADOS CRISTIANOS-495 D.C.
La caída del Imperio Romano marcó el inicio de la Edad Media
en Europa. Un período caracterizado por la fragmentación política, el
feudalismo, el crecimiento de la Iglesia Católica y la migración de pueblos. A
pesar de los desafíos, Europa emergió de esta época tumultuosa con una
identidad cultural única y un legado de aprendizaje y desarrollo que sentó las
bases para el Renacimiento y la Edad Moderna.La caída de Roma no fue el fin, sino el comienzo de una nueva y compleja etapa en la historia europea.






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