lunes, 25 de septiembre de 2023

FERNANDO VI - UN REY PACÍFICO

Felipe V, en enero de 1724 abdicó en su hijo Luis, casado con Isabel de Orleans, pero enfermó y murió ocho meses después. El sucesor debería haber sido su hijo Fernando, pero para algo estaba la Farnesio, la reina  consorte de Felipe, la gran manipuladora del momento, que impidió y consiguió que el propio rey volviera a gobernar. De esta manera Fernando pasó a ser Príncipe de Asturias (heredero a la corona). Ventidós años estuvo en esa situación, en que la reina era la que marcaba el paso de todos los movimientos de la corte y Fernando y su esposa, Bárbara de Braganza, vivieron en una jaula de oro, aislados y con pocas visitas. Los príncipes no podrían recibir a otros embajadores que los de Francia y Portugal. A todo esto la salud mental del rey Felipe V iba deteriorándose rápidamente. Hasta que el 9 de julio de 1746 murió el rey. Una semana tardó Fernando en ordenar a su madrastra, mala como la de Blancanieves a que debía abandonar el palacio real y se marchara junto con sus hijos. Más adelante fue desterrada de Madrid y enviada al palacio de La Granja de San Ildefonso, no sin la protesta de ella, tratando de enmendar sus decisiones, a lo que el rey respondió “Lo que yo determino en mis reinos no admite consulta de nadie antes de ser ejecutado y obedecido”


Cuando Fernando VI llegó al trono, España se encontraba en la Guerra de Sucesión Austriaca, que terminó con la Paz de Aquisgrán en1748. Fernando deseaba una reforma completa del estado de cosas y su meta era una neutralidad manifiesta en Europa. Las reformas debían de empezar de inmediato y contó con hombres de talla para realizarlas. Fernando VI “Paz con todos, guerra con ninguno”. Ese fue el lema que empleó el rey para definir su pensamiento. El reinado, desde 1746 hasta 1759 tuvo como propiedad todo alejamiento bélico, y ese pacifismo activo fue especialmente importante para revitalizar la Hacienda Pública y completar el proceso modernizador de la administración del Estado Para esta tarea contó con importantes hombres, magníficos ministros que estudiaban los proyectos y los sometían a la aprobación del rey, que luego se encargarían de mandar ejecutar. 

Destacó José de Carvajal, uno de los mejores conocedores de la política europea de mediados del siglo XVIII. A su lado trabajó también Zenón de Somodevilla, más conocido por el Marques de la Ensenada, persona dinámica, creador del catastro y negociador del Concordato con la Santa Sede en 1753. Mediante este pacto se limitó las cantidades de dinero que se enviaban a Roma, al mismo tiempo que se reforzó el patronato regio, lo que permitió al rey ser el que designaba a la mayoría de las figuras del clero. Mediante la ordenanza del 2 de julio de 1751 prohibió la masonería Ensenada, además encontró satisfacción en la potenciación de la flota naval española. Se ampliaron los astilleros de Cádiz, El Ferrol y Cartagena y contrató de forma  clandestina a ingenieros y capataces ingleses, que tenían prohibida su salida de la isla dado sus conocimientos navales. Fomentó la agricultura nacional, abrió canales de riego, perfeccionó los transportes y comunicaciones, restauró la Real Armada y protegió cuanto tenía que ver con las artes y las ciencias: uno de esos grandes hombres, resumiendo, con los que España y los españoles tenemos una deuda inmensa y del que, por supuesto, para no faltar a la costumbre, ningún escolar español conoce hoy el nombre. El rey siguió con la costumbre de nombrar ministros competentes, gente capaz, ilustrada, con ganas de trabajar y visión de futuro, que pese a las contradicciones y vaivenes del poder y la política hizo de nuestro siglo XVIII, posiblemente, el más esperanzador de la dolorosa historia de España. En aquella primera media centuria se favoreció las ciencias y las artes, se creó una marina moderna y competente, y bajo protección real y estatal se fundaron las academias de la Lengua, de Medicina y la Biblioteca Nacional. Pero todos esos triunfos y avances tuvieron su resistencia, el interior fue el sector más reaccionario de la Iglesia que veía la Ilustración como quién ve a Satanás. Entre la propia clase eclesiástica había gente docta y leída, con ideas avanzadas. El problema era que la ciencia, les desmontaba dogmas y consignas para ellos irrefutables. Pasó, por ejemplo, la barbaridad de Jorge Juan que era un humanista, ingeniero naval y científico, junto con Antonio de Ulloa, que fue un naturalista, militar y escritor, los dos marinos científicos más brillantes de su tiempo, a la vuelta de América para medir la longitud del meridiano terrestre demostrando que la Tierra está achatada en los polos, reformando el modelo naval español. Y así llegó a darse la circunstancia siniestra de que en algunos libros de ciencia figurase la pintoresca advertencia: "Pese a que esto parece demostrado, no debe creerse por oponerse a la doctrina católica". Pese a todo, hombres doctos y valientes, algunos fueron dignos eclesiásticos, dieron en la correcta dirección pese a las trabas y peligros; como cuando el Gobierno decidió implantar la física newtoniana en las universidades y la mayor parte de los rectores y catedráticos se opusieron a esa iniciativa, o cuando el Consejo de Castilla encargó al capuchino Villalpando que incorporase las novedades científicas a la Universidad, y los nuevos textos fueron rechazados por los docentes. El rey Fernando VI en sus 13 años de reinado, intentó siempre por todos los medios mantener la neutralidad de España en los conflictos entre Francia e Inglaterra que intentaron su implicación, primero Francia conquistó Menorca a los ingleses y la ofreció a España a cambio de su alianza, más tarde Inglaterra ofreció Gibraltar  a cambio de su alianza contra Francia, Fernando VI había visto tantas guerras innecesarias, provocadas por las ambiciones de su madrastra, que evito su implicación en cualquiera por muy bien que le sirviesen las propuestas. Fernando sufría, como su padre, crisis de melancolía, carácter indolente y una esposa a la que idolatraba, Barbara de Braganza. Por el origen portugués de ella, tradicional aliado de Inglaterra, esto tuvo mucho que ver con la neutralidad española en la guerra de los Siete Años. Cuando ella murió, en 1758, Fernando se volvió tremendamente melancólico, (con lo cual le quedó el mote) permaneciendo encerrado  en Villaviciosa de Odón (Madrid), donde paso a sumirse en profunda locura. Un año el Estado pudo mantener el tono vital gracias al impulso creado en años anteriores. 


Desde el Palacio de la Granja Isabel de Farnesio seguía a los suyo, preparando la coronación de su hijo Carlos, rey de Nápoles para ser rey de España. Fernando murió el10 de agosto de 1759 y al no tener descendencia fue sucedido por su hermano de padre, el futuro Carlos III, hijo de la Farnesio.

domingo, 24 de septiembre de 2023

ISABEL II - CLAROSCUROS DE SU ETAPA

"La de los Tristes Destinos"  Título de una de las novelas de la serie de Pérez-Galdós, "Episodios Nacionales". Es verdad que su vida ya desde niña fue un cúmulo de problemas. Regida por su madre y luego rodeada de interesados políticos y espadones. El reinado de Isabel II fue una precariedad política. Hubo de nombrar en total 32 Jefes de Gobierno. No obstante la etapa de Isabel fue fecunda en otros campos. Se construye el ferrocarril, cuya primera línea unía Mataró con Barcelona. El entramado del capitalismo se desarrolló, como por ejemplo con la Ley de Bolsa o la constitución de Bancos de emisión. Se concretó la regulación del orden público mediante la promulgación del Código Penal y la creación de la Guardia Civil. No obstante Isabel siempre fue ajena a todos estos cambios. Incapaz de comprenderlo, por su falta de preparación para tan alta responsabilidad. De la familia real podemos destacar a su sexto hijo, que sería el futuro Alfonso XII. Como decíamos, teníamos una reina casi analfabeta, caprichosa y aficionada a los fornidos palafreneros, unos militares ambiciosos metidos en políticos, unos políticos metidos hasta las orejas en la corrupción. Pronunciamientos militares y revolucioncitas parciales de Narváez y O'Donnell, con el acuerdo de un tercero llamado Espartero, para inventarse dos partidos, liberal y moderado, que se fueron alternando en el poder; y así todos disfrutaron, por turnos. Aquella pandilla de sinvergüenzas se fue repartiendo España durante cierto tiempo. Jefes de gobierno sobornados por banqueros extranjeros. Farsas electorales. Votos comprados y muertos que votaban. Represión, destierros al norte de África, Canarias o Filipinas, a jóvenes soldados obligados  a luchar con clara inferioridad en todos los sentidos. Mientras y de paso la oligarquía catalana se forró el riñón de oro con la industria textil. Si había protestas obreras se la reprimía vía ejército y a otra cosa, que lo de ser español en Cataluña fue buen negocio en lo del trabajo sucio. Por su parte, las Provincias Vascongadas, que así se llamaban salvo alguna intentona carlista, estaban tranquilos. Sabino Arana con su eslogan de vascos buenos y españoles malvados, y la industrialización, sobre todo metalúrgica, todavía no había aparecido. A nadie se le ocurría hablar de independencia ni asesinar españolistas, con el cinismo de la burguesía. En otras palabras, la burguesía y la oligarquía vasca y catalana, igual que las de Murcia o de Cuenca, estaban integradas en la parte rentable de aquella España que, aunque renqueante, iba hacia la modernidad. Surgían ferrocarriles, minas y bancos, la clase alta terrateniente, financiera y especuladora cortaba el bacalao, la burguesía creciente daba el punto a las clases medias, y, esto era lo jodido, los obreros y campesinos analfabetos fueron manipulados y explotados a gusto por los caciques locales, quedándose fuera de toda fiesta pero entregando a sus hijos para guerras coloniales, para arar o para llevar un mísero sueldo a casa. Esto producía cabreo muy justificado, que era frenado por la intervención policial y por jueces corruptos, por políticos demagogos. Mientras reinaba Isabel, por decir algo. 


Nada nuevo bajo el sol, como digo, políticos jueces, alcaldes, militares todos en la degradación moral. Esto hizo que sea tan evidente la inutilidad de una reina que lo único que hacía bien, por lo visto, era follar y comer soberbios cocidos en Casa Lhardy . La gentuza instalada en las Cortes se había convertido en forajidos políticos. Se consiguió una farsa de administración y Justicia. Nadie escuchaba la voz de los desfavorecidos que a base de palos y demagogia iban a la guerra a veces cobrando para que no fuera el hijo del rico. Las campañas militares en que anduvo España, como la guerra del Pacífico, la intervención en México, en la Conchinchina y en Italia para ayudar al papa, eran para lamerle las botas a las grandes potencias que por interés nacional. Pero por debajo de toda aquella basura monárquica, política, financiera y castrense, algo estaba cambiando. El pueblo llano estaba hasta los escrotos de que le tomaran por el idiota útil. Las urnas no sirven para nada a un pueblo analfabeto. Y alguien lo pensó, la cultura es lo único que puede hacer que esto vaya cambiando. Algunos heroicos hombres y mujeres se empeñaron en crear mecanismos de educación popular. Escritura, lectura, ciencias aplicadas a las artes y la industria, emancipación de la mujer, empezaron a ser enseñados a obreros y campesinos en centros casi clandestinos. Ayudaron a eso el teatro, y la gran difusión que los libros y periódicos, novelas y publicaciones de todas clases, que a veces lograban torear a la censura. Se pusieron de moda los folletines por entregas publicados en periódicos, y la burguesía y el pueblo bajo que accedía a la lectura los acogieron con entusiasmo. Y así hubo estallidos revolucionarios serios, como el de 1854, resuelto con metralla. Creciente conflictividad obrera, como la primera huelga general de nuestra historia, que se extendió por Cataluña ondeando banderas rojas con el lema “Pan y trabajo”, anuncio de lo que se venía. Las represiones en el campo y la ciudad fueron brutales, y si a eso le sumamos la injusticia que imperaba, hizo que, muchos se echaran al monte a lo Curro Giménez. Policía militar para el medio rural utilizada para la represión. La monarquía era un desastre, y los burgueses veían que esto se les estaba yendo de las manos. Por lo que cuando el equipo pierde se cambia al entrenador y a ver qué pasa. Vamos a poner a otro para seguir nosotros. Isabel sobraba desde hace rato, y bueno pues a grandes males, grandes remedios. En 1868 se produjo la famosa revolución que se llamó “La Gloriosa” que puso las cosas muy difíciles a Isabelita, y aunque se revolvió como gato panza arriba, perjudicando todavía más al país, gobernó hasta 1870, cuando abdicó a favor de su hijo. Se fue a País, donde largó sapos y culebras por la boquita, todo lo que pudo, poniendo a parir al personal, Finalmente murió en París, el 9 de abril de 1904. Las cosas cambiaron, pero eso es otra historia. 

sábado, 23 de septiembre de 2023

EL ÚLTIMO VIAJE DE COLÓN

 Empezó en la primavera de 1502. A final de junio llegó a lo que es hoy la República  Dominicana. Allí había sido gobernador, pero ya no le permitían bajar a tierra siquiera. Los reyes le habían permitido sólo ser expedicionario. Descubrir tierras, levantar mapas. Fue un mal gobernante y no supo mantener el orden ni con los españoles en tierra ni con los indios, pero era un gran marino. Allí Colón dijo al gobernador que se aproximaba un gran huracán, cosa que no le creyeron  porque pensaron que era una excusa para bajar a tierra. El gobernador necesitaba mandar una flota hacia España, y desoyendo las indicaciones del almirante envió a las embarcaciones que se encontraron con el huracán que hundió casi toda la flota. Colón se había marchado y se refugió penosamente, pero quedaron las naves muy dañadas.


Su objetivo seguía siendo navegar hacia las tierras de oriente yendo por occidente. Navegaron hasta encontrar tierra y llegaron a la actual Honduras. Fueron costeando hasta lo que es Panamá. Allí encontraron un gran bahía, una entrada que daba un paso hacia oriente.  Pensó que había dado con un foso que abriría el paso al para cruzar por mar hacia el otro lado. El pasaje llegaba solo hasta una laguna, hoy llamada Se marcharon de allí y durante más de dos meses navegaron por un mar embravecido Chiriquí. Las naves estaban en un estado lamentable. Se refugiaron unos días, arreglaron como pudieron las embarcaciones y penosamente regresaron en lo que es la entrada del canal. Si hubiera explorado por tierra junto al río hubiera visto el otro lado, lo que consiguió Núñez de Balboa diez años después, en 1513, ver el océano Pacífico.
Siguieron hasta que el 24 de febrero de 1503, Colón fundó el primer asentamiento español en territorio continental, Santa María de Belén. Los españoles tuvieron frecuentes conflictos con los indígenas, por lo que el hermano del almirante, Bartolomé ordenó el arresto del rey Quibián y toda su familia. El monarca logró escapar arrojándose al río desde la canoa donde se encontraba encadenado, por lo que sus captores lo creyeron ahogado. Una vez en tierra, logró convencer a las demás tribus de atacar Santa María de Belén. Lograron una alianza de paz con varias tribus indígenas, principalmente con la del rey Quibián de Veragua (actual República de Panamá), el que se entrevistó con Colón a bordo de una de sus naves.  Luego de varios exitosos ataques por parte de los indígenas, Santa María de Belén fue abandonada por sus habitantes, quienes partieron nuevamente a España. 
REPLICA DE LA SANTA MARÍA 

Colón, por otra parte, ya con 51 años y con artritis parte con dos carabelas, la Capitana y la Santiago, y dos naos, el Gallego y el Vizcaíno. Sin embargo, una incursión de carcoma en la flota le obligó a encallar las naves en Jamaica deliberadamente el 25 de junio de 1503.  Inicialmente, los nativos dieron la bienvenida a la flota, proporcionándoles alimento y refugio. Pero a medida que los días se convirtieron en semanas las tensiones aumentaron. Después de 6 meses de estancia, algunos hombres de la tripulación mataron a unos nativos. Se les negó la comida, el hambre y la venganza eran inminentes y Colón tuvo la suerte de que al consultar el libro de un matemático y astrónomo alemán encontró que el siguiente eclipse lunar sucedería el 29 de febrero de 1504. Sabiendo esto, tres días antes del eclipse, Colón pidió reunirse con el líder de los indígenas para informarle que el Dios cristiano estaba muy enojado con ellos y que sufrirían las “consecuencias”. Así que, para mostrar su enojo, en tres días “las llamas de la ira” harían desaparecer la luna del cielo.
De hecho, ocurrió lo que dijo Colón. Comenzó el eclipse y la “luna sangrienta” hizo su aparición. Según el hijo del navegante, los nativos se encontraban sumidos en tal terror que de inmediato pidieron a Colón que “hablara con Dios” para devolver a la luna a su tamaño original.
Monasterio de la Cartuja-Sevilla 

Entonces Colón se encerró en una cabaña durante 50 minutos, aparentemente para hablar con el altísimo. Usó su reloj de arena para registrar las fases del eclipse y, justo antes de que llegara a su fin, anunció que Dios estaba de acuerdo en “devolverles” la luna. Así pues, los nativos agradecidos los alimentaron y ayudaron hasta su partida por el Caribe el 29 de junio de 1504. Un año había estado allí hasta que fue rescatado.
Durante ese tiempo Colón ya no era necesario, era una rémora estaba olvidado en España. En una carta a los reyes se quejaba amargamente de su suerte. Dijo que vio evidencias de oro fabulosas. Podrían la cristiandad recuperar Jerusalén.
Por entonces el marino y cartógrafo Juan de la Cosa que había viajado con Colón en el primer y segundo viaje, participó como piloto mayor en la expedición de Alonso de Ojeda a las costas del continente sudamericano. A su regreso a Andalucía dibujó su famoso mapamundi y poco después volvió a embarcarse hacia las Indias. En los años siguientes alternó viajes a América bajo su propio mando con encargos especiales de la Corona. Es su mapa, al norte, dice “Mar Descubierta por los Ingleses”.  Juan Caboto, navegante y explorador genovés, por encargo del rey inglés había llegado a la parte continental de Norteamérica. Llegó a la costa de Terranova el 24 de junio de 1497, creyendo que eran las costas asiáticas de Cipango.
Además Pedro Álvares Cabral en el año 1500, siguiendo la ruta recién inaugurada por Vasco da Gama, alrededor de África inició una expedición en nombre del rey de Portugal.  El objetivo era regresar con especias valiosas y establecer relaciones comerciales en la India. Su flota de trece navíos parece que se desvió accidentalmente de su ruta, aunque es posible que buscara conscientemente visitar las tierras americanas que le habían correspondido a Portugal en el reparto con Castilla realizado por el Tratado de Tordesillas (1494), de esta manera arribó a lo que, inicialmente, se pensó que era una gran isla que sería la “Terra de Vera Cruz”. Como el nuevo territorio se encontraba dentro de la órbita portuguesa de acuerdo con el Tratado de Tordesillas, Cabral envió una nave con la noticia al rey Manuel I de Portugal.  Había reivindicado para Portugal las tierras que más tarde constituirían lo que hoy es Brasil.
En fin, Colón ya viejo, se embarcó en una carabela y llegó a Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, el 7 de noviembre de 1504. Veinte días después de su llegada, moría la reina Isabel.
De Cádiz pasó a Sevilla, de ahí a Segovia y de aquí a Valladolid tratando de entrevistarse con el rey Fernando el Católico para comentar el resultado de sus últimas expediciones y para negociar los privilegios que habían sido rebajados ostensiblemente por los Reyes sin contar con el Descubridor. Nunca lo consiguió.
Al llegar a Valladolid se empezó a sentir mal y sufrió un ataque al corazón.
Colón murió, sin honores, en Valladolid en 1506, a los 55 años de edad. Luego sus restos fueron trasladados a Sevilla y de allí a Santo Domingo, luego a La Habana y a Sevilla de nuevo, en donde reposan actualmente dichos restos o parte de ellos porque en Santo Domingo reclaman que los restos que poseen son los verdaderos. 
Pero la vida lo llevó más allá de sus sueños, donde la pasión se hace materia y la realidad se impone. Una vez más el destino quiso estar a favor del hombre que marcaría con su gesta un punto épico de la humanidad: que él nunca supiera la verdad, que muriese con su deseo cumplido.
Aunque los hechos eran todavía más inconmensurables, más grandiosos que lo previsto, realmente había llegado a un nuevo mundo.

REINO DE PORTUGAL

Como vamos narrando la creación de los reinos cristianos, vemos que se solapan en la narración unos con otros de los cuales aún no hemos contado su historia. Esto nos pasa con el reino de Portugal con el de Castilla.
Hubo intentos de tener una mayor autonomía en la región, e incluso la independencia por parte de los condes que dominaban el condado de Galicia y de Portucale.

Alfonso VI de León (1070 aprox.) entregó el gobierno del condado de Galicia al conde Raimundo de Borgoña, en un intento de acabar con ese clima independentista. Esto incluía las llamadas tierras de Portucale. Los fracasos militares del conde, el rey decidió dar en el 1096 al conde Enrique de Borgoña las tierras más al sur del condado de Galicia fundándose así el condado Portucalense. Se dividió el condado. Este hombre fue eficaz en la lucha contra los musulmanes y tuvo una política independentista. A su muerte llega al poder su hijo Alfonso Enríquez, y Portugal consiguió la independencia con la firma en 1143 del tratado de Zamora y reconocida por el papa Alejandro III. Alfonso Enrique se proclamó con el título de ALFONSO I DE PORTUGAL. 

ALFONSO I 
Conquistó localidades importantes como Santarém, Lisboa, Palmela y Évora. Enrique de Borgoña consiguió primero independizarse de Galicia, y luego, dado que Braga fue ascendida a arzobispado se independiza de Castilla en lo religioso, pero le siguió reconociendo vasallaje. Se puso de parte de doña Urraca contra Alfonso VII el Batallador, (1180 aprox.)
Sus dominios fueron creciendo por el sur con la ayuda de los cruzados gracias a la mediación de los templarios y hospitalarios, ordenes en cuya radicación Portugal siempre había favorecido. A la muerte de Enrique le sucede su viuda, pero sus amores con un conde gallego fueron castigados con la sublevación de su hijo Alfonso Enríquez, que le sustituyó en el trono. Sus sucesores continuaron las tareas de reconquista hasta que llegado a la famosa Batalla de las Navas de Tolosa, (1212) donde participaron voluntarios portugueses y se aceleraron las conquistas. Más tarde Alfonso III firma la paz con la Corona de Castilla gracias a su matrimonio con Beatriz de Castilla y consigue mantener el Algarve bajo poder portugués.
En su momento la independencia del Reino de Portugal fue rechazada por el ya reino de Castilla. En 1297 fue la reina María de Molina, en nombre de su hijo Fernando IV, menor de edad, la que firmó el Tratado de Alcañices con el rey portugués Dionisio I. Portugal suprimía los tratados acordados en contra del reino de Castilla por el apoyo al infante Juan de Castilla. Se establecieron las fronteras. En este tratado se establecía entre otras cosas la delimitación fronteriza entre los entonces reinos de Portugal y de León, en la que se incluía la cuestionada localidad de Olivenza. Pedro I de Portugal consigue reforzar el poder central del gobierno, eliminando la jurisdicción de la aristocracia y el clero.
El hijo de este, Fernando I en el año 1369 reclama el trono de la Corona de Castilla a la muerte del titular, Pedro I de Castilla el cruel, como descendiente legítimo por parte materna de Sancho IV de Castilla. Pero finalmente el escogido para ocupar el trono castellano fue Enrique de Trastámara

Enrique II de Castilla
hermano bastardo del fallecido Pedro I, y que fue confirmado por el papa Gregorio XI. Al morir Fernando I sin hijos, su hija Beatriz de Portugal, fue nombrada heredera del país y reina de jure, pero su anterior boda con el heredero del trono castellano, Juan I de Castilla provoca una insurrección interna de la nobleza, que veía peligrar la independencia de su país.
Recordemos que años antes, en la batalla de Aljubarrota de agosto de 1385, entre tropas portuguesas e inglesas al mando de Juan I de Portugal, y el ejército castellano de Juan I de Castilla, del que formaba parte la mayoría de la nobleza portuguesa, el resultado fue la derrota de los castellanos, el fin de la crisis portuguesa de 1383-1385 y la consolidación de Juan I como rey de Portugal. Con la llegada de este rey, se instala en Portugal la dinastía Avis en 1385.
El segundo rey fue Eduardo I de Portugal padre de Juana de Avis, que se casó con Enrique IV de Castilla y, aunque éste por lo visto era impotente, nació una hija Juana, a la que todo el mundo conoce por “La Beltraneja”, que hubiera sido reina de Castilla, interponiéndose su tía Isabel, ya que no creía que fuera hija natural de su hermano de padre Enrique IV, y de que los reyes eran primos segundos y casados sin la bula papal necesaria, con lo cual, en todo caso la hija Juana no era de matrimonio legitimo con lo cual no podía heredar, por lo que a ella no se le otorgaba nada, solo se cumplía la ley hereditaria, y además de que se hubieran unido las coronas de Portugal y Castilla a manos de un rey portugués y eso no convenía ya que por avatares podría perderse Castilla para siempre en beneficio de Portugal. (Acordada la herencia a favor de Isabel en el Tratado de los Toros de Guisando). Aunque al proclamarse Isabel como reina, dos años después comienza la guerra entre Portugal y Castilla, que si bien militarmente no hubo una victoria clara, en lo político y por astucia y rapidez de Fernando de Aragón, Castilla se adjudicó la victoria de la Batalla de Toro, saldándose con un acuerdo entre ambos reinos. También Francia apoyaba a Portugal ya que tenía serios problemas con Aragón en Italia, y Fernando heredaría la corona de Aragón.
Esta guerra y su acuerdo han sido fundamentales para ambas coronas, porque Castilla no tenía ambición sobre Portugal en su gobernación, pero Portugal si anhelaba la corona castellana para la esposa del rey portugués, Juana la Beltraneja, que tenía 13 años en aquellos momentos. 

ALFONSO V DE PORTUGAL 

Es decir, que el portugués Alfonso V hubiera gobernado Castilla, y sus descendientes serían los herederos. La historia en la Península hubiera cambiado muchísimo.

AL-ANDALUS DURANTE 800 AÑOS

Solemos escuchar y leer incluso a historiadores refutados que los musulmanes dominaron la península Ibérica durante 800 años. Pues bien, nad...