Se desarrolló el día 10 agosto de 1557. Pero veamos los precedentes. Carlos I de España era Carlos V del Sacro Imperio Germano Romano. Por lo tanto heredero de Carlomago y como tal garante del cuidado de la religión católica en Europa. Pero, ya existía una ruptura protestante que había que rechazar. Se ratificaba en el Imperio de Carlos V la ruptura
religiosa. Se añadieron a los conflictos de estos años el ataque francés a
Córcega (1553), que era de Génova, a la que el príncipe Felipe socorrió desde
España para asegurar la amistad de la fiel república italiana, y la rebelión en
el mismo año de Siena, alentada por los franceses, que terminó en 1555 con la
independencia de ésta.
Con la mediación del Papa y de Inglaterra, cuya reina
María Tudor había desposado al futuro Felipe II en 1554, terminaron los
enfrentamientos hispano-franceses en frentes tan diversos. Con La Paz de
Habsburgo firmada en 1555, un acuerdo entre Carlos V y los Estados del Sacro
Imperio Romano Germánico, permitió a los príncipes elegir la religión oficial
(católica o luterana) de sus territorios. Este tratado puso fin, de forma
temporal, a las guerras religiosas que habían asolado Europa tras la Reforma
Protestante, aunque solo reconoció el luteranismo y el catolicismo, excluyendo
otras ramas del protestantismo como el calvinismo.
Al mes siguiente Carlos V, abdicó en su hijo Felipe II, el 25 de octubre de 1555, y por lo tanto buscaba la paz con Francia, ya que éstos se habían aliado con los protestantes alemanes, algo difícil de entender.
A tal efecto, concluyó una tregua de cinco años en Vaucelles en febrero de 1556 que firmó el representante de Felipe II sobre la base del statu quo en el momento inicial de la guerra, situación que beneficiaba a Francia.
Pero en octubre de 1556 el francés declara la guerra a Felipe II. El papa permitió el paso de tropas francesas para invadir Nápoles y excomulgó a Carlos V y a Felipe II, además prometió a los Franceses el reino de Nápoles. El duque de Alba rechazó a los franceses y comenzó a asediar Roma, y el papa firmó una tregua. Felipe II, rey consorte de Inglaterra consiguió dinero y tropas inglesas y se fue a Flandes, al llegar hizo una maniobra de distracción para confundir mientras que el duque de Saboya invadía Francia.
Al mes siguiente Carlos V, abdicó en su hijo Felipe II, el 25 de octubre de 1555, y por lo tanto buscaba la paz con Francia, ya que éstos se habían aliado con los protestantes alemanes, algo difícil de entender.
A tal efecto, concluyó una tregua de cinco años en Vaucelles en febrero de 1556 que firmó el representante de Felipe II sobre la base del statu quo en el momento inicial de la guerra, situación que beneficiaba a Francia.
Pero en octubre de 1556 el francés declara la guerra a Felipe II. El papa permitió el paso de tropas francesas para invadir Nápoles y excomulgó a Carlos V y a Felipe II, además prometió a los Franceses el reino de Nápoles. El duque de Alba rechazó a los franceses y comenzó a asediar Roma, y el papa firmó una tregua. Felipe II, rey consorte de Inglaterra consiguió dinero y tropas inglesas y se fue a Flandes, al llegar hizo una maniobra de distracción para confundir mientras que el duque de Saboya invadía Francia.
FELIPE II
El 25 de julio de 1557 se inició el ataque en dirección a la plaza del fuerte de San Quintín, clave en el camino a París. Se inició el asedio y las defensas eran muy buenas con un millar de soldados. Saboya rodeó la ciudad y tomó un bastión. Los franceses recibieron algo de ayuda a pesar del bloqueo Lo intentaron por segunda vez y fueron descubiertos perdiendo unos 400 infantes.
En realidad San Quintín fue una gigantesca emboscada para los franchutes, sorprendido por las buenas tácticas españolas. El ejército francés al mando de Montmorency llegó cerca de San Quintín esperando refuerzos llevados por Enrique II. Pero decidió atacar a plena luz del día sin haber inspeccionado el terreno y contaba con que los españoles no cruzarían el puente estrecho de Rouvray. Pero Saboya había construido dos puentes algo más arriba. Por esos puentes cruzó la caballería del duque con 7000 jinetes. Cuatro horas duró el suplicio para los franceses. La infantería española al mando personal del duque de Saboya se desplegó rápidamente a la vanguardia francesa y los acribilló a cañonazos.
Mientras tanto unos 3000 españoles continuaban con el asedio para evitar cualquier salida de los defensores. Montmorency se lanzó a la lucha personalmente, quizá buscando una muerte honrosa, pero no la obtuvo. Fue herido y capturado por un sencillo soldado español, de nombre Sedano, que luego fue ayudado por su capitán para trasladar al herido. El soldado posteriormente fue recompensado económicamente por Felipe II.
El desastre francés fue mayúsculo. Unos 7000 muertos y otros tantos prisioneros. Entre los heridos Montmorency fue atendido por los españoles e incluso cenó con el atento duque de Saboya. Los españoles tuvieron unas mil bajas entre muertos y heridos, llevando la peor parte la caballería.
Felipe II que se encontraba a unos 60 kilómetros, enterado de la victoria se dirigió al campo de batalla. Después de las felicitaciones a oficiales y tropa, escribió a su padre, ya retirado en el monasterio de Yuste.
Algunos militares experimentados aconsejaron al rey que marchara sobre París. Pero el rey, que por algo le llamaban “el Prudente”, sabía que Enrique II estaba preparando un fuerte ejército y que el asedio saldría muy costoso, además la victoria no estaba concluida. El monarca en persona dirigió el asedio a la plaza de San Quintín que fue cañoneada, minada y tomada a sangre y fuego el 27 de agosto de 1557. Los defensores rechazaron la capitulación, quizá esperando refuerzos que no llegaron. El francés se vistió con sus mejores galas y joyas para ser reconocido en el feroz asalto y ser cambiado por un rescate, como así fue.
La precaución de Felipe II fue acertada ya que el rey francés selló una alianza con el Imperio Turco. Se encontraron más adelante, en la batalladle las Gravelinas en julio de 1558 con un resultado similar al de San Quintín. En el plazo de un año Francia suplicaba la paz. Ésta se firmó el 2 de abril de 1559 en el castillo de Cateu-Cambrésis. Francia reconoció la superioridad española, devolvió Piamonte y Saboya, renunciando a la Península Italiana y el Franco Condado.
Se rubricó con la boda entre Felipe II, ya viudo, con Isabel de Valois, precisamente la hija de Enrique II, que en los festejos que organizó el francés murió al clavársele una lanza en un ojo durante un torneo. Francia dejaría de ser un problema durante muchos años, ya con Felipe IV.
Carlos I moría ese años de 1558, seguramente satisfecho de las victorias españolas y de las decisiones de su hijo Felipe.
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