viernes, 15 de noviembre de 2024

LOS VIAJES A AMÉRICA - LOS GALEONES

En 1492 el mundo cambió. La desaparición total de los reinos musulmanes en la península ibérica y el descubrimiento de América hicieron que aquella España fuera la mayor potencia del mundo a partir del siglo XVI hasta el XVIII en exploraciones y en las gestas navales.


EL GLORIOSO 
Las exploraciones realizadas fueron hitos impensables para cualquier otro país. La determinación de los reyes y los marinos, crearon una época gloriosa para el mundo de aquel tiempo. Su emprendimiento y realización requerían no solo de oportunidad sino de voluntad, decisión, recursos, conocimientos y capacidades no al alcance de todos. Ingentes recursos y conocimientos fueron invertidos en la tarea. Conocimientos de astronomía, navegación, construcción naval, ingeniería militar, arquitectura, bellas artes, literatura, teología, derecho, administración y economía; fueron necesarios para el buen fin de la empresa americana.
Y no todo eran riquezas. A tal punto que el rey Fernando, ya muerta Isabel en 1504, años antes, se planteó dejar de ocuparse de América por los ridículos beneficios que se conseguían a cambio de la vida de demasiados hombres. Por suerte fue aconsejado proseguir en el empeño ya que la obra no era fácil, pero era larga y requería tiempo y muchos esfuerzos. La clave de su éxito estuvo en el control de los mares y para ello necesitó un despliegue descomunal de navíos. Entre ellos, destacó el galeón español, un modelo de barco característico de España que cubría todas las necesidades de la nación en cuanto al comercio y la defensa de sus posesiones.
Para mantener el control de sus conquistas y transportar sus preciados metales, España tuvo que crear un navío versátil que cumpliera con los requisitos necesarios para llevar a cabo estos menesteres cruciales. Fue así como se le acabó dando forma al galeón español, una adaptación del galeón estándar y su poderío en combate, pero con un tamaño menor y procurando la velocidad y agilidad de las carabelas portuguesas.


EL MANILA 
Los marineros tenían que ser castellanos y cristianos viejos, y debían reunir la siguientes características: Reputación intachable. Probados sentimientos religiosos y Autorización para embarcar.
La tripulación para un navío por ejemplo de 100 toneladas era de 31 personas. La vida a bordo era soportable para esos tiempos. Hoy sería impensable de todo punto. Al amanecer comenzaban las tareas. Limpiar las cubiertas, reparar e izar las velas cuando fuera necesario, remendar redes, y si había habido tempestad los trabajos aumentaban. Se bañaban en el mar en época de calma. Por las tardes estaban más relajados, se quitaban mutuamente los piojos, cantaban, pescaban.  El problema alimentario no era por la insuficiencia calórica, era más por el desequilibrio nutricional. Las frutas y verduras solo se consumían los primeros días, luego su falta ocasionaba problemas de salud. La hora de la comida era además de la alimentación en sí motivo de vida en común. Los alimentos eran malísimos
Sin embargo, la velocidad a la que podía navegar el galeón fue disminuyendo en favor de aumentar el tamaño de los barcos y, por tanto, su capacidad para transportar más mercancía, que osciló en portes de entre 500 y 1200 toneladas. Conforme los metales preciosos iban llegando a Europa el Atlántico se convirtió en un lugar peligroso, por lo que el casco de los galeones ganó en grosor para soportar mejor las posibles andanadas disparadas desde naves enemigas.



Lo habitual es que estas embarcaciones tuvieran entre 30 y 50 metros de eslora, y 12 o 15 metros de manga, pero hubo grandes galeones de hasta 60 metros de proa a popa. En España destacaron los astilleros vascos y andaluces, que tuvieron sus homólogos en La Habana y Filipinas a medida que el comercio de las Indias se fue expandiendo. Se estima que hicieron falta unos 2000 árboles para adquirir la madera necesaria para un galeón, cuya construcción podía alargarse durante dos años.  La estructura consistía en dos o tres cubiertas con una proa en forma de pico, donde se colocaba el mascarón, y un castillo de popa alto. Aunque el término “galeón” proviene de “galera”, este barco no se propulsaba con remos, sino que su avance depende de las velas, cuadradas o triangulares, repartidas entre los tres o cuatro mástiles que se levantaban sobre la cubierta principal del navío. La distribución de la combinación de velas y la pericia de la tripulación eran capaces de que un galeón navegase a 8 nudos, es decir, unos 14 kilómetros por hora. En los extremos más altos de cada mástil ondeaban en el aire banderas con el escudo de armas de la monarquía española.
La versatilidad del galeón español se demuestra con las dos vertientes para los que se utilizó. Su eficacia militar estuvo fuera de dudas. Este barco pertrechado con unos 40 cañones se convertía en una rocosa pieza de artillería en la mar que trajo de cabeza a las demás potencias europeas y a los temerarios piratas que intentaron asaltar barcos españoles. Los galeones de guerra fueron la principal escolta de la Flota de Indias, la organización naval con la que se transportaban dos veces al año la plata, el oro desde América al puerto de Sevilla. La protección era similar en el conocido como Galeón de Manila, una flota ideada como la que navegaba por el Atlántico, pero en el Pacífico, donde conectaba comercialmente América con Filipinas y China.


Ni las potencias rivales de España ni la edad de oro de la piratería supusieron un gran problema para el Imperio español.  Tal y como se puede leer en el libro El oro de América: “Hollywood miente. Es hora de decirlo a las claras.  Las fuerzas de la naturaleza y el inmenso y oscuro mar, más que los piratas o los buques de las naciones con las que se mantenían conflictos, fueron los auténticos enemigos de los barcos cargados de tesoros que cubrían la Carrera de Indias, la extraordinaria ruta marítima que unía los territorios de la monarquía a través del océano Atlántico”. El cine y las novelas también han romantizado la vida a bordo de los barcos la Edad Moderna con aires de libertad y aventura en lo que realmente era una lucha por la supervivencia en un entorno implacable. Entre 120 y 300 personas podían navegar a bordo de estos galeones sumando la tripulación y los pasajeros, lo que suponía una falta total de intimidad y comodidad en viajes que se alargaban durante meses.


LA REAL - DE JUAN DE AUSTRIA EN LEPANTO
“Las condiciones de hacinamiento y la poca posibilidad de bañarse adecuadamente significaban que un galeón estaba plagado de todo tipo de pasajeros altamente indeseables. Las ratas en la bodega, las cucarachas en las cubiertas, los gusanos en la sopa, los insectos en la ropa de cama y los piojos en el cuerpo eran parte del viaje marítimo”.  Es por ello que infinidad de hombres y mujeres que subieron a bordo de algún galeón sufrieron alguna enfermedad contraída a bordo por la falta de higiene y una dieta que empeoraba con el paso de los días en alta mar ante el deterioro de los alimentos. No debe ser fácil imaginar desde nuestro confortable siglo XXI el alivio que debía sentir un marinero al pisar tierra firme cuando su barco llegaba a buen puerto.

jueves, 14 de noviembre de 2024

ALFONSO X, "el Sabio" - 1252-1284

En 1240 Alfonso con diecinueve años utilizó oficialmente el título de heredero de la corona de Castilla. Desde ese momento comenzó a participar en operaciones militares.
En 1243 se estableció en Murcia tras firmar un acuerdo con el rey musulmán murciano que veía como Jaime I de Aragón amenazaba su reino.

También firmó el Tratado de Almizra con Jaime I fijando la extensión del aragonés y en concierto del matrimonio con su hija Violante.
Luego dirigió la conquista del reino de Murcia incorporando a Castilla las ciudades de Alicante, Elche, Orihuela, Murcia, Mula y Cartagena.
Con Violante tuvieron once hijos, entre ellos el heredero  Sancho.
Apenas subir al trono a la muerte de su padre impulsó la reconquista haciendo vasallo al rey de Niebla, tomó el Puerto de Santa María y Cádiz ya en 1257.
Años más tarde conquistó Jerez, Medina-Sidonia, Lebrija y procedió a la repoblación de Sevilla. A los reyes de Granada y Túnez que se habían sublevados les hizo frente. Sofocó la sublevación mudéjar de la Baja Andalucía con facilidad. En Murcia lo consiguió con la ayuda de Jaime I de Aragón, pero tuvo la consecuencia de la huida de los mudéjares andaluces, con el consiguiente despoblamiento de muchos territorios de la campiña del Guadalquivir.
Siempre se tituló “Rey del Algarve”, porque parece ser que le había sido donado por Sancho II de Portugal como pago de su apoyo militar. Inició una guerra contra el rey portugués Alfonso III de Portugal que terminó en un diplomático acuerdo matrimonial. Hubo que renunciar al Algarbe. También abandonó sus pretensiones sobre Navarra evitando la guerra con su suegro Jaime I.
En 1272, una serie de reivindicaciones planteadas por los nobles fueron desoídas por el  monarca, lo que provocó el exilio de éstos en Granada, junto a sus ejércitos. Fernando de la Cerda, heredero de la corona a la sazón negoció con los nobles en un acuerdo de reconciliación.
Cuando se disponía a combatir a los benimerines, en Marruecos, en 1275, murió el infante Fernando de la Cerda, antes de que su hermano Sancho consiguiera rechazar a los musulmanes. El Rey Alfonso en su decisión provocó un conflicto sucesorio. Muerto el heredero según el derecho castellano debía corresponderle a su segundo hijo la herencia, a Sancho, pero según el derecho romano les correspondía a los hijos de fallecido, es decir a Alfonso de la Cerda y luego en un intento posterior de hacer al infante Alfonso de la Cerda rey de Jaén provocó la rebeldía de Sancho, quien buscó apoyo en Aragón y Portugal (mientras que Francia apoyaba a los de la Cerda) y se hizo reconocer por unas Cortes reunidas en Valladolid, que depusieron a Alfonso X, en 1282. Quedó el viejo rey confinado en Sevilla. Sólo Sevilla, Murcia y Badajoz permanecieron fieles al viejo monarca. Alfonso maldijo a su hijo, a quien desheredó en su testamento, y ayudado por sus antiguos enemigos los benimerines empezó a recuperar su posición. Cuando cada vez más nobles y ciudades rebeldes iban abandonando la facción de Sancho, hasta que murió el rey en Sevilla, el 4 de abril de 1284. Sancho estaba desheredado, pero fue coronado en Toledo pocos días después.


Pero a Alfonso X no se llama el “sabio” sin motivo.
Fue un rey que sin abandonar su trabajo de gobernante y militar es muy reconocida su obra literaria y su trabajo en pos de la ciencia, historia y judicatura. Patrocinó y supervisó e incluso compuso y colaboró personalmente en diferentes trabajos, acompañados por un amplio conjunto de intelectuales de amplia procedencia. En aquella época un rey, que sin dejar sus trabajos de gobernación y militar se dedique a culturizar a su pueblo pensando que era lo más noble de su política, no era algo corriente, sobre todo dejando algo de lado la dirección religiosa. Y se entregó organizando códigos, ciencias, ejercicios lúdicos y versos marianos.
Como legislador introdujo en sus reinos un formidable cuerpo de textos jurídicos, doctrinales y normativos, ligados al Derecho Romano. Llamados “El Espéculo” y “Las Siete Partidas”. Su empresa cultural vinculó simultáneamente ingredientes tanto cristianos como musulmanes y judíos. La fecundidad de la colaboración entre intelectuales de las tres culturas tiene su máxima expresión en la Escuela de Traductores de Toledo, instituciones instaladas en Toledo, Sevilla y Murcia, que impulsó el rey sabio y que estaban destinados a los procesos de traducción e interpretación de textos clásicos, grecolatinos, alejandrinos, vertidos de árabe o del hebreo a la lengua latina, romance o lenguas diversas, emergentes, como el castellano. Trabajo el cual, junto a compiladores y autores, emprendió una ingente labor de recogida de toda clase de materiales para la elaboración de libros, que el propio rey corregía y supervisaba. Hizo tabla rasa de las diferencias de raza o religión, por lo que reunió a judíos, musulmanes, castellanos e italianos, que colaboraron libremente y otorgaron al conjunto una proyección universal.
La Historia fue una de sus grandes pasiones. Escribió o participó en “La Crónica General”, donde se propone la relación de la historia universal. Y la “Estoria de España”, (atención al nombre para los desentendidos), redactadas en lengua romance castellana, como prueba del importante apoyo del monarca al idioma castellano, desde un punto de vista unificador, en términos nacionales y políticos.
“Cantigas”, obras de carácter religioso que es en su vertiente donde el rey alcanza sus mayores logros: las 420 canciones que componen las “Cantigas de Santa María” constituyen uno de los más preciados legados de musicalidad y variedad métricas. Son una serie de canciones líricas escritas en galaico y con anotación musical e ilustraciones que son lo mejor de la pintura de su tiempo.
“Libros de axedrez, dados e tablas”. También nos dejó una obra en que la Biblia amalgama sus noticias con otras de eruditos que aportan desde glosas a curiosidades y bizarrías inauditas.
Se editaron las “Tablas Astronómicas Alfonsíes” elaboradas en 1272.
Considerado como el fundador de la prosa castellana, en la que es posible datarse el hecho en su época de la adopción del castellano como lengua oficial.

ENTRADA A LA BIBLIOTECA NACIONAL 
El Fuero real de Castilla en 1254, preparó la redacción de la que sería su gran obra, el “Código de las siete partidas”, seguramente de 1263, donde se recoge lo mejor del Derecho Romano. Este código supuso la recepción del derecho romano en Castilla y su incorporación a la corriente europea. De estudio obligatorio aún hoy.
 El “Lapidario” entre 1276 y 1279, es un tratado en el que se describen quinientas piedras preciosas, metales y algunas sustancias.
En su labor poética escribió poesía en lengua gallega. Son sus 453 composiciones algunas en un lenguaje que contiene parodia o insolencia, donde recurre a la ironía mordaz, lo que le determina como lírico de la lengua gallega.
Explica que él concebía la obra, que otros realizarían, pero ponía los medios y con sus instrucciones sobre la estructura, su contenido e incluso hasta los detalles, por eso se podía decir que el rey había escrito el libro.
 

martes, 12 de noviembre de 2024

CRISTÓBAL COLÓN Y PEDRO ALVAREZ DE SOTOMAYOR

Una teoría aporta datos para demostrar que era la misma identidad, la misma persona.


La teoría se inició con Celso García de la Riega, historiador gallego que en 1898 a petición de la Sociedad Geográfica de Madrid presento su estudio. La Subdirección General del Instituto del Patrimonio Cultural de España, una institución adscrita al Ministerio de Educación y Cultura decidió admitir a trámite, el pasado mes de abril, el estudio de los documentos depositados por los descendientes del historiador y político gallego García de la Riega en la Casa Museo de Colón en Porto Santo (Poio). Esta prueba “documental” es uno de los pilares que sustentan la teoría del origen gallego del navegante, junto la lengua usada por el navegante y las similitudes y gran cantidad de topónimos locales utilizados para bautizar nuevos lugares en el Nuevo Mundo.
Los técnicos del Instituto de Patrimonio Cultural de España, se ratifican en “la autenticidad de los documentos” utilizados para iniciar la teoría del origen gallego de Cristóbal Colón.  Parte de los estudios, ya habían sido presentados en Pontevedra, por la jefa del área de Patrimonio de la institución.
“Sabemos que Colón era gallego porque escribía en el gallego de aquella época, con los mismos giros, y por la toponimia, porque los nombres de los sitios que fue bautizando en el descubrimiento constituyen un calco de las Rías Baixas, de las costas pontevedresas, de hecho hay más de 200 lugares que coinciden. Además en ese momento el único sitio del mundo en donde existía el apellido Colón tal cual, sin que fuese Colombo ni Colóm ni nada por el estilo era aquí en Pontevedra”.
Además se sabe que Cristóbal Colón era noble, un personaje que era recibido por los reyes, tanto los castellanos como los portugueses, franceses, ingleses, todos lo trataron como noble antes, durante y después del descubrimiento, tanto a él como a su hermano Bartolomé y en esa época ningún plebeyo podría tener acceso a esas cortes, llegar a donde llegó Colón, si no era de origen noble. Entonces había que buscar un noble gallego que tuviera tratos que tuviera tratos con la corte portuguesa y castellana, y en 1976-77 Alfonso Philippot enlaza Pedro Madruga con Cristóbal Colón y todo empieza a tener forma.
Pedro Álvarez de Sotomayor, apodado Pedro Madruga nació en Pontevedra en 1430 y murió en Alba de Tormes el 16 de octubre de 1486. En el siglo XV Álvaro Páez de Sotomayor, falleció defendiendo Tuy de los ataques irmandiños, y legó el castillo a su medio hermano Pedro Álvarez de Sotomayor (1430-1486) más conocido por el sobrenombre de Pedro Madruga, uno de los caballeros feudales con más poder en la Galicia medieval a quien se atribuye la introducción de las armas de fuego en el Reino de Galicia. El castillo de Soutomaior se sitúa en el valle del río Verdugo, a pocos kilómetros de la ciudad de Pontevedra.


El apodo de Pedro Madruga viene de que Don Pedro don Álvarez de Sotomayor y el conde de Ribadavia tenían una cuestión por los límites de sus estados y resolvieron zanjarla, para lo cual pactaron lo siguiente: Uno y otro habrían de salir a caballo de sus respectivos castillos, al primer canto del gallo, y en el  sitio donde se encontrasen sería el límite de sus haciendas. Don Pedro tomando al pie de la letra lo pactado, salió de Soutomaior al cantar el gallo a media noche, llegando a las puertas de Ribadavia al rayar el día, cuando comenzaba su contrincante a cabalgar, y al mirarlo allí  exclamó con sorna “madrugas Pedro, madrugas”. Y así fue conocido.
Pedro Madruga había sido uno de los enemigos más importantes de los Reyes Católicos ya que había sido defensor de la causa de Juana, la Beltraneja, hermana por parte de padre de Isabel, a quién esta eliminó de la escena en la guerra de Sucesión Castellana de 1475.
En enero de 1486 fue a pedir audiencia a los reyes a pedir perdón por su postura en la guerra. Y aquí es donde desaparece. Lo que se argumenta es que Pedro Madruga habría fingido su propia muerte durante su viaje a Castilla y continuó con una nueva identidad, la de Cristóbal Colón.
También hay constancia de que los Reyes Católicos prepararon el final de Pedro Madruga. Protegieran en la Corte a su hijo mayor, Álvaro de Sotomayor, y ahora le exigen que se haga cargo del señorío, “desposellendo a su padrei”. Don Álvaro, fiel a los deseos de la Coroa, se presenta, en 1483, en las tierras de su padre y valiéndose del engaño, se apodera del castillo de Soutomaior; Pedro Madruga, que se encontraba en Portugal, al conocer esta traición, deshereda a su hijo mayor y le arroja su maldición.
La muerte de Pedro Madruga, en 1486, queda envuelta en la duda y el misterio. Aquí es cuando viaja a Alba de Tormes buscando la reconciliación y la gracia reales; sin conseguir sus propósitos encuentra allí la muerte. Vasco da Ponte, historiador y genealogista gallego, nos narra expresivamente el hecho:
“…unos dixeron que el conde muriera allí de dos carbúnculos, otros dixeron que el alcalde de Proiaño entrara en el monasterio con sus porquerones y que le hechara un garrote en el pescuezo; unos dicen que fue de una manera y otros dicen que fue de otra, quizá fue de entrambas maneras”.
Pero veinte años después de la guerra de Sucesión entre Castilla y Portugal, ya no había problemas, los reyes sabían perfectamente quien era Cristóbal Colón pero públicamente no podían darle todas las posesiones que le dieron llamándose Pedro Madruga porque el resto de la nobleza se les echaría encima, después de que Madruga hubiese sido un enemigo declarado. La clave es que Pedro Madruga conocía los secretos mejor guardados de la navegación portuguesa, era un experto navegante (algo que muy poca gente sabe), entonces los reyes lo que hicieron fue decirle que no le devolverían el condado de Sotomayor pero a cambio de lo que te daré me entregarás esos secretos de la navegación de Portugal. Y ahí empezaron las negociaciones, aclarando que le darían mucho, concesiones que no se las habían dado a nadie, a cambio de que esos secretos fuesen para Castilla, se ocultaría el nombre de Madruga, se usaría el apellido materno etc. De hecho hay varios autores contemporáneos a Colón que lo llaman Pedro Colón, en la corte y también en Portugal.
Además de ello hay varios detalles, por ejemplo que se hablaba de un centenar de topónimos de la ría de Pontevedra, nombres con los que Colón fue bautizando localidades en el descubrimiento, pero gracias a Portos del Estado, que sacó un mapa con las coincidencias de los nombres de la ría, hoy sabemos que son casi 200 topónimos, sólo un marinero muy experimentado, un gran conocedor de las rías gallegas, podría saber tal número de nombres.
El libro de García de la Riega recoge las últimas investigaciones sobre su teoría. En 1917 y en 1928 se realizan estudios sobre los papeles que aporta García de la Riega que ya había fallecido sin conseguir aclarar con seguridad su antigüedad. Finalmente el caso fue reabierto y estudiado ya con técnicas modernas, sobra la documentación aportada por de la Riega. El 23 de mayo de 2013, María Del Carmen Hidalgo Brinquis, Jefa del Servicio de Patrimonio Documental del IPCE- dio una conferencia sobre los análisis efectuados a los documentos, después de dos meses de estudios y se obtuvieron las conclusiones. El papel de los documentos era del Siglo XV, con Filigrana, marca de agua de la época. Las tintas se correspondían con las tintas empleadas en el siglo XV. Mediante fotografías comprobaron que los papeles no fueron: raspados ni tachados, con intención de engañar, es decir, no había intención dolosa por parte de García de la Riega.
En colaboración con la policía científica, comprobaron que lo escrito por encima era lo mismo que aparecía debajo, es decir, que García de la Riega lo que hizo fue avivar o recalcar por encima las letras que ya estaban escritas con la intención de resaltar los nombres que aparecían en los documentos, es decir apellidos De Colón.

viernes, 8 de noviembre de 2024

ANTONI GAUDÍ

Nació en Reus en 1852 - Murió en Barcelona en 1926. La obra de Antoni Gaudí se inscribe dentro del movimiento modernista catalán, aunque lo supera ampliamente por la originalidad de sus concepciones.

Estudió arquitectura en Barcelona y se graduó en 1878. Inicialmente colaboró en algunos despachos de renombrados arquitectos de la época
En 1883 fue nombrado arquitecto del templo expiatorio de la Sagrada Familia, la obra que ocupó toda su vida y que se considera su principal realización artística, a pesar de que quedó inconclusa y sin un proyecto bien definido. En los primeros años se ocupó de la construcción de la cripta (1883-1891) y el ábside (1891-1893), y compaginó su trabajo en el templo con diversos encargos civiles, como la villa denominada El Capricho, en Comillas, o la casa Vicens, en Gracia, para Manuel Vicens.
EL CAPRICHO
Por entonces entró en contacto con el conde de Güell, con quien mantuvo una relación casi de mecenazgo renacentista. Güell le encargó en primer lugar algunos pabellones para su finca de Pedralbes y el palacio de la calle Nou de la Rambla (1886-1891), donde Gaudí introdujo nuevos elementos constructivos como el arco parabólico. Luego se ocupó del colegio de las teresianas de la calle de Ganduxer y del palacio episcopal de Astorga, que no terminó a consecuencia de la muerte de su mentor, el obispo Juan Bautista Grau Vallespinós.
PALACIO ESPISCOPAL DE ASTORGA 
Al igual que otros modernistas europeos, Gaudí asumió la idea del “arte total” preconizada por Wagner, de donde deriva su aplicación a la arquitectura de técnicas de decoración artesanas (vidrieras, hierro forjado, muebles diseñados por él mismo) y su singular empleo de los mosaicos de fragmentos de cerámica de vivos colores.
LA SAGRADA FAMILIA 
En 1891 abordó la fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia, de cuyas cuatro torres sólo se había construido una a la muerte del arquitecto, la que dio la pauta para el bosque de torres en que debía convertirse el templo. Poco después de 1892, los Fernández y Andrés le encargaron una casa en León, conocida como Casa de los Botines. En lo sucesivo, sus principales encargos fueron inmuebles de pisos, como la casa Calvet, la casa Batlló y la casa Milà, más conocida como La Pedrera y culminación en cierto modo del genio de Gaudí por la singular concepción de su fachada ondulada de piedra y hierro forjado y por el conjunto de chimeneas helicoidales de la azotea.
Su mentor, Eusebio Güell, le confió dos encargos de gran envergadura: una colonia obrera en Santa Coloma de Cervelló, de la que sólo se completó la iglesia, sorprendentemente integrada en el paisaje, y una ciudad-jardín, que también quedó inconclusa y es en la actualidad un parque público (el parque Güell), que integra los distintos pabellones realizados por el arquitecto, así como un espacio columnado (que según el proyecto original debía destinarse al mercado) y la plaza, con un original banco corrido de azulejería.
CASA BOTINES 
En el año 1926, cuando murió atropellado por un tranvía, Gaudí era un arquitecto reconocido por sus coetáneos dentro y fuera de las fronteras españolas, pero su singular genio innovador y creativo no fue aceptado universalmente hasta bastantes décadas más tarde. En la actualidad, su figura es internacionalmente reconocida y su obra se cuenta entre las más admiradas de la arquitectura de todos los tiempos.

 

COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (2)

En 1.484 Colón presentó al reino de Portugal su empresa de ir a las Indias Orientales por Occidente. Juan II le escuchó atentamente y quedó ...