domingo, 23 de mayo de 2021

GUERRA NAVAL CON INGLATERRA - 1585-1604 - (parte 4)

LA CONTRA-ARMADA INGLESA EN EL ATLANTICO. - Siguiendo con las batallas contra Inglaterra, recordaremos que en Lisboa en junio de 1589, tras la dura derrota sufrida por los ingleses en el ejército terrestre del  Norris, Francis Drake decidió abandonar con su flota las aguas lisboetas y adentrarse en el Atlántico. Por su parte, los marinos españoles se dispusieron para la persecución del enemigo.
RÉPLICA DE LA GALERA DE JUAN DE AUSTRIA UTILIZADA EN LEPANTO

Martín de Padilla y Manrique experimentado marino, comandaba la escuadra de galeras de Castilla. Las galeras eran ideales para atacar tropas terrestres desde las aguas costeras poco profundas, como se había demostrado en Lisboa, pero eran claramente inferiores a cualquier velero de guerra en un combate naval. No obstante la ausencia de viento dejaba a los barcos de vela prácticamente inmóviles, sin capacidad de maniobra y al capricho de las corrientes marinas
GALERA DE 1590 
En cambio, las galeras podían ser remadas, situarse a popa del velero, batiéndolo con su escasa artillería de modo que los proyectiles atravesasen el velero. Maniobra arriesgada en realidad. Padilla partió tras la flota inglesa con siete galeras. Los españoles mantuvieron la distancia con la flota enemiga. Durante la noche, Padilla se adentró entre la flota enemiga, y envió a un capitán inglés católico a bordo de un esquife para ponerse en contacto con los marinos ingleses y tratar de averiguar sus planes. Las tripulaciones inglesas se encontraban enfermas y desmoralizadas.
Con vientos muy débiles, las galeras se lanzaron a la caza. Padilla ordenó a sus barcos formar en hilera y atacar a los buques enemigos. Murieron unos 570 ingleses, y unos 130 fueron hechos prisioneros. Los españoles solo lamentaron dos muertos y 10 heridos. Padilla, muy preocupado por el peligro que corría Cádiz, decidió ir para participar en su defensa llegado el caso.
Drake puso rumbo entonces a las islas Azores, pero sus fuerzas estaban ya muy mermadas, y fueron rechazados sin grandes dificultades por las tropas ibéricas destacadas en el archipiélago. Perdida la ventaja de la sorpresa inicial, se decidió que el objetivo de formar una base permanente en las Azores no era posible. Tras otra tormenta que provocó nuevos naufragios y muertes entre los ingleses, Drake saqueó la pequeña isla de Puerto Santo en Madeira, y ya en las costas gallegas, desesperado por la falta de víveres y agua potable se detuvo en las Rías Bajas de Galicia para, el 27 de junio, arrasar la indefensa villa de Vigo, que en aquella época era un pueblo marinero de unos 600 habitantes aunque éstos se defendieron causando bajas en los ingleses. Drake tuno numerosas deserciones y un nuevo brote de tifus. El propio Drake regresaría a las Azores para tratar de apresar la flota española  que venía de América, mientras que el resto de la expedición regresaría a Inglaterra.
Drake capturó una flota de barcos comerciales. Pero aquello no sirvió para sufragar los gastos de la expedición. Antes de conseguir llegar de nuevo a las Azores, otro temporal obligó al almirante inglés a retroceder, se dio por vencido y ordenó poner rumbo a Inglaterra.

RÉPLICA DEL GOLDEN HIND BUQUE DE FRANCIS DRAKE
Diego Aramburu recibió la noticia de que el enemigo navegaba por el Cantábrico camino de Inglaterra por lo que inmediatamente partió, consiguiendo finalmente capturar dos buques ingleses más, que remolcó a Santander. La retirada inglesa degeneró en una carrera individual en la que cada buque luchaba por su cuenta para llegar lo antes posible a un puerto amigo. Drake arribó a Plymouth el 10 de julio de 1589 con las manos vacías, habiendo perdido a más de la mitad de sus hombres y numerosas embarcaciones, y habiendo fracasado absolutamente en todos los objetivos de la expedición. Sus hombres se amotinaron porque no aceptaban los miseros cinco chelines que se les ofreció como paga. Las autoridades inglesas ahorcaron a siete amotinados.
La Contra armada Inglesa fue una expedición desastrosa, uno de los más grandes fracasos navales de la historia. Sólo superado, siglo y medio después y durante la Guerra del Asiento, por la derrota sufrida en el sitio de Cartagena de Indias de nuevo a manos de Blas de Lezo un pequeño ejército contra una impresionante armada inglesa.
En la expedición las baja mortales fueron numerosas, el contraalmirante William Fenner, ocho coroneles, decenas de capitanes y centenares de nobles voluntarios murieron debido a los combates, los naufragios, y las epidemias de aquella empresa. Más del 70 por 100 de los expedicionarios fallecieron en la operación. Veinticuatro navíos, barcazas y lanchas. Los costes de la expedición agotaron el tesoro real de Isabel.

GALERA DEL IMPERIO ESPAÑOL
Aunque al principio pensaron en crear una comisión para esclarecer los hechos y las causas, prefirieron ocultar los hechos por temas políticos. Sir Francis Drake, quedó condenado a un casi total ostracismo tras el fracaso. Años después se le dio la ocasión de comandar otra expedición, también fracasó y además perdió la vida en 1595 en combate contra los españoles en el Caribe. La guerra dejó exhaustos las cajas de ambos países. Felipe II tuvo que declararse en bancarrota en 1596, tras otro ataque a Cádiz.
Tras la derrota de la Contra-Armada, España rehízo su flota, que rápidamente incrementó su supremacía marítima hasta extremos superiores a los de antes de la Gran Armada.

martes, 18 de mayo de 2021

GUERRA NAVAL CON INGLATERRA - 1585-1604 - (parte 3)

LA CONTRA-ARMADA INGLESA. El intento de invadir Inglaterra y crear la Gran Armada Española por parte de Felipe II costó la vida a 1.000 hombres, eso lo sabemos, pero muchos no saben que en 1589, un año después del desastre de la Gran Armada, Inglaterra reunió una flota aún mayor que la española y que fue derrotada en los puertos españoles y portugueses. Se la conoce como la Contra-Armada y fue desastrosa para los intereses ingleses. Pero Inglaterra consiguió ocultar la vergonzosa retirada, en la que murieron 20.000 hombres, durante siglos. Sin embargo, el relato ha permanecido completamente oculto en el acervo cultural popular. Y además se supone que tras el fracaso de Armada Española se iniciaba la caída del Imperio Español. Nada más lejos de la realidad.
Recordemos que existía una guerra no declarada entre Inglaterra y España , de lo cual hemos hablado en anteriores capítulos, y que comenzó en 1585. En octubre de ese año Drake, saqueó Vigo y Santiago de Cabo Verde, además de intentar hacer lo mismo en La Palma, donde el asalto no tuvo éxito; cruzó a las Indias Occidentales capturando Santo Domingo y Cartagena de Indias, por cuya devolución exigió a las autoridades españolas el pago de un rescate, y San Agustín (en la Florida). Luego vino la victoria inglesa en Cádiz en 1587. La flota inglesa de Francis Drake destruyó la armada española fondeada en la bahía. Desembarcó en el Algarve destruyendo varias fortalezas, atacó la flota de Álvaro de Bazán amarrada en Lisboa, y poniendo rumbo a las islas Azores. En el transcurso de la expedición la flota inglesa consiguió destruir más de 100 barcos españoles, retrasando los planes españoles de invasión más de un año.
Irritado por estos ataques, Felipe II mandó armar una gran flota con la misión de invadir Inglaterra, cuyos movimientos y resultados están en el capítulo anterior.
En 1589, hace ahora 432 años, los barcos españoles supervivientes a la fallida Armada Española, unos 100, se encuentran replegados en los puertos del norte de España. Inglaterra realiza un movimiento militar para aprovechar el momento de debilidad de la Armada. Frente a los a los 130 barcos que Felipe II envió a Inglaterra, Isabel I reúne una flota de entre 190 y 200 navíos para dar un golpe de suerte a España. Parten desde Plymouth el 28 de abril. También conocida como Expedición Drake-Norreys.
Sucedió en el marco de las operaciones de la guerra anglo-española de 1585-1604. Aquella expedición fue comandada por Francis Drake, que ejercía de almirante de la flota.
Desde el primer momento, la indisciplina de las tripulaciones inglesas se hizo notar. Drake se negó a atacar Santander como se le había ordenado, alegando vientos desfavorables y el temor a verse cercado por la flota española en el golfo de Vizcaya. En su lugar, Drake decidió poner rumbo a La Coruña.
El ataque a La Coruña se produjo desde el 4 al 19 de mayo de 1589. Las defensas de La Coruña eran bastante deficientes. El gobernador de la ciudad tan solo podía contar con unos 1500 hombres. A pesar de todo, la población civil de la ciudad se dispuso a ayudar a la defensa en todo lo que fuese necesario, lo cual resultaría decisivo. Tan solo se contaba con el galeón, una nao, la urca Sansón y el galeoncete San Bernardo, así como con dos galeras.
Unos 8000 ingleses desembarcaron en la playa de Santa María de Oza, llevando a tierra varias piezas de artillería y batiendo desde allí a los barcos españoles que no podían cubrirse ni responder al fuego enemigo.
Durante los siguientes días, las tropas inglesas atacaron la ciudad, tomando sin demasiada dificultad la parte baja de la misma, saqueando el barrio de La Pescadería y matando a unos 500 españoles, entre los cuales se contaban numerosos civiles. Tras esto se lanzaron hacia la parte alta de la ciudad, pero esta vez se estrellaron contra las murallas coruñesas. Apostados tras ellas, la guarnición y la población de la villa, incluyendo a mujeres y niños, se defendió con total determinación del ataque inglés, matando a cerca de 1000 asaltantes. Fue durante esta acción donde se distinguió la que hoy en día sigue siendo considerada heroína popular en la ciudad de La Coruña: María Mayor Fernández de la Cámara y Pita, más conocida como María Pita. La leyenda cuenta que muerto su marido en los combates, cuando un alférez inglés arengaba a sus tropas al pie de las murallas, doña María se fue sobre él con una pica y lo atravesó, arrebatándole además el estandarte, lo que provocó el derrumbe definitivo de la moral de los atacantes. Otra mujer que aparece en las crónicas de la época por su distinción en los combates fue Inés de Ben. María Pita fue nombrada por Felipe II Alférez Perpetuo, y el capitán Juan Varela fue premiado por su actuación al mando de las tropas y milicias coruñesas.
MARÍA PITA
Finalmente, y ante la noticia de la llegada de refuerzos terrestres, las tropas inglesas abandonaron la pretensión de tomar la ciudad y se retiraron para reembarcar el 18 de mayo, habiendo dejado tras de sí unos 1000 muertos españoles, y habiendo perdido por su parte unos 1300 hombres. Tras hacerse a la mar, otros diez buques de pequeño tamaño con unos 1000 hombres a bordo decidieron desertar y tomaron rumbo a Inglaterra. El resto de la flota, a pesar de no haber conseguido aprovisionarse en La Coruña, prosiguió con el plan establecido y puso rumbo a Lisboa.
Estamos en la primavera de 1589. Isabel I de Inglaterra estaba empeñada en disminuir el poder de la corona española y Portuguesa en esos momentos en manos de Felipe II. Un pretendiente portugués a la corona, el prior de Crato, heredero final de la Casa de Avis, le pidió ayuda, y ella vio una oportunidad en esto. La realidad es que la inglesa deseaba obtener una base en las islas Azores desde la que atacar a los mercantes españoles y finalmente, arrebatar a España el control de las rutas comerciales a las Indias.
La flota inglesa fondeó en la ciudad portuguesa de Peniche el 26 de mayo de 1589 e inmediatamente comenzó el desembarco de las tropas expedicionarias. Los ingleses perdieron 80 hombres. Inmediatamente la fortaleza de la ciudad, bajo mando de un seguidor de Crato, se rindió a los invasores. Acto seguido, el ejército inglés, compuesto por unos 10 000 hombres, partió rumbo a Lisboa. Paralelamente, la flota comandada por Drake también puso rumbo a la capital portuguesa.

El ejército inglés tuvo una durísima marcha hasta llegar a Lisboa. Además, las autoridades españolas habían vaciado de materiales y pertrechos utilizables por los ingleses todos los pueblos entre Peniche y Lisboa. La esperada adhesión de la población portuguesa no se produjo nunca. La ciudad se aprestaba a la defensa. La guarnición lisboeta estaba compuesta por unos 7000 hombres entre castellanos y portugueses.
Inmediatamente las galeras de Bazán atacaron a las fuerzas terrestres inglesas desde la ribera del Tajo causando numerosas bajas a los invasores con su artillería. La noche siguiente montaron su campamento en la oscuridad para evitar ser detectados por las temibles galeras. De Bazán ordenó simular un desembarco, cayeron en la trampa y fueron abatidos. Drake con su flota alegaba que no tenía posibilidades de entrar en Lisboa debido a las fuertes defensas y al mal estado de su tripulación. Lo cierto es que mientras las tropas terrestres llevaban todo el peso de la batalla. En junio entraban en Lisboa otras nueve galeras de la escuadra de España, transportando a 1000 soldados de refuerzo. Esto supuso el punto de inflexión, y el 16 de junio, siendo ya insostenible la situación del ejército inglés, Norreys ordenó la retirada. Inmediatamente se ordenó a las tropas hispano-lusas salir en persecución de los ingleses. Tras la dura derrota sufrida por el ejército de Norris, Drake decidió abandonar con su flota las aguas lisboetas y adentrarse en el Atlántico. Por su parte, los marinos españoles se dispusieron para la persecución del enemigo.

viernes, 14 de mayo de 2021

GUERRA NAVAL CON INGLATERRA - 1585-1604 (parte 2)

El combate de la Gran Armada.
En el capítulo anterior estábamos en que Felipe II había decidido invadir Inglaterra y para ello construir una gran flota. Por fin, según el plan definitivo, el asalto a Inglaterra sería llevado a cabo por los tercios viejos afincados en Flandes de Alejandro Farnesio, con el Duque de Parma.
Así pues, D. Álvaro de Bazán únicamente se dirigiría con una flota desde Lisboa (Portugal era de soberanía española desde 1580) hasta los Países Bajos, siendo esta flota un instrumento de apoyo, transporte de los tercios de Flandes a Inglaterra.
Pero Álvaro de Bazán murió poco después en Lisboa en febrero de 1588.
La Armada necesitaba un nuevo almirante y el elegido por Felipe II fue Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia y noble del más alto rango, que sin embargo, no tenía conocimientos en la navegación e incluso se mareaba al hacerlo.
Se ha culpado al Duque de Medina Sidonia del fracaso, se le ha tratado poco menos como a un inepto, lo cierto es que en combate solo se hundió un navío. 
Dos años fueron necesarios para que los astilleros construyeran la flota. Tal era su magnitud que fue necesario reacondicionar buques mercantes para el combate.

GRAN Y FELICÍSIMA ARMADA EN FORMACIÓN.
La Armada contaba 130 navíos, 8.000 marineros y 20.000 hombres. Así, enarbolando la bandera católica, la flota comenzó a formar para iniciar su viaje.
Por fin el 22 de julio de 1588, viernes, zarpa de La Coruña, con buen tiempo, la Gran Armada con sus 127 naves agrupadas en 10 escuadras.
Una vez fuera de puerto, la primera parada fue en La Coruña, lugar en el que los españoles esperaban recibir víveres y munición.
La Felicísima Armada tenía órdenes de no combatir a menos que fuera estrictamente necesario. Anclaron en la Coruña, pero se declaró una violenta tormenta que dispersó casi la mitad de la flota. Varios días después seguían sin tener noticias de numerosos navíos, otros estaban averiados y cada día caían más hombres enfermos. Tras algunas semanas de trabajo se recuperó prácticamente. El 26 de julio otra terrible tormenta acosó de nuevo a la armada provocando que casi medio centenar de buques perdieran su rumbo y se alejaran del resto del convoy. Con todo, a base de trabajo duro se consiguió reunir de nuevo a los buques y reanudar la marcha hacia Inglaterra tres días después no sin ciertos problemas.
DUQUE DE MEDINA SIDONIA 
Los ingleses no tardaron en avistar a la Armada española. Según cuenta la leyenda, el corsario
Esa misma noche, los británicos armaron 54 buques y dirigieron sus velas hacia la Invencible. Los españoles no tenía órdenes de combatir, sino de atravesar el Canal de la Mancha y llegar hasta Flandes para recoger a la infantería que invadiría Inglaterra.
Ambas escuadras se divisaron cerca del extremo suroeste de las costas inglesas.
Una vez frente a frente, los ingleses comprendieron que no podían enfrentarse a aquella mole de navíos sin salir mal parados, por lo que decidieron aprovechar su poderosa artillería y andanada tras andanada, bombardearon a la Armada desde la lejanía sin recibir ningún daño a cambio.
Mientras, a los españoles no les quedó más remedio que intentar, mediante todo tipo de tretas, que los ingleses se acercaran lo suficiente para bombardearles hasta la muerte. Fue imposible, los enemigos, más livianos y veloces, atacaban y se retiraban a placer para desesperación hispana.
Finalmente, una flota inglesa inferior en número logró hacer huir a la Armada. Alrededor del mediodía los soldados de Isabel I abandonaron la contienda sin hacer excesivos daños a la Felicísima, de hecho recibió las primeras bajas serias mientras continuaba su viaje, lento pero imparable, hacia Dunkerque. Y es que, Medina Sidonia tenía órdenes de no detener su camino y no combatir contra el inglés.
Las primeras pérdidas españolas de importancia se produjeron después de la batalla: la “San Salvador” fue pasto de las llamas debido al estallido de unos barriles de pólvora. Después, la “Nuestra Señora del Rosario” chocó al maniobrar con otra embarcación andaluza resultando gravemente dañada. Ambas caerían en pocas horas en manos de los ingleses.
El 6 de agosto los españoles arribaron al puerto francés de Calais, ubicado a unos 46 kilómetros de Dunkerque. Escasos de munición y con unos buques dañados después de varios combates, Medina Sidonia envió una misiva desesperada al Duque de Parma: debía trasladarse lo más rápidamente posible hasta esa posición con sus hombres para poder cumplir la misión. Pero el de Parma no se encontraba preparado debido a la falta de materiales y munición.
Para más desgracia, en la mañana siguiente los ingleses atacaron lanzando sobre la Armada española, ahora amarrada, con varios brulotes. Medina Sidonia había sospechado que los ingleses lanzarían un ataque con brulotes y puso centinelas, de forma que, cuando se lanzó el ataque, durante la noche del 7 al 8 de agosto, dos de las naves inglesas fueron interceptadas y encallaron. Quedaban seis, que pasaron. Los ingleses habían cargado los cañones de las naves con doble carga, de forma que la explosión, el humo y el fuego eran tremendos, sembrando el pánico y el temor. Estas curiosas armas consistían en barcos que, una vez desalojados, eran cargados con munición y pólvora. A continuación, se les prendía fuego y se les lanzaba contra el enemigo. Un “barco bomba” sería hoy.
La mayoría de los capitanes cortaron amarras y huyeron. “De un solo golpe la Armada se había transformado de una fuerza de combate cohesionada y formidable en un conjunto de barcos dominados por el pánico”, determinan, en este caso, el historiador Geoffrey Parker y el profesor emérito de arqueología submarina Colin Martin en su popular obra conjunta “La Gran Armada: La mayor flota jamás vista desde la creación del mundo”.
Al amanecer del 8 de agosto el duque contaba solo con su capitana y cuatro naves de escolta para protegerla. Poco a poco las naves regresaron, con los galeones fuertemente armados para proteger la retaguardia de la dispersa Armada mientras se reagrupaba. La cruda realidad, no obstante, era que los ingleses los tenían donde ellos querían. 
Al fin podían utilizar su superior potencia de fuego a bocajarro, con un efecto devastador.
Esta fue la llamada “Batalla de Gravelinas” que se desarrolló el 8 de agosto entre Gravelinas y Ostende en el norte de Francia. Esta batalla fue la única relativamente importante de la expedición y duró nueve horas. Dos naves tuvieron accidentes, mientras que otro, el María Juan, llegó a hundirse: el único que lo haría. Pero lo peor estaba todavía por llegar. “A media tarde se desencadenó un violento temporal mientras los españoles estaban cada vez más indefensos, contra los ingleses y contra el viento que les arrastraba”, señala por su parte Gómez Centurión en su popular libro. Medina Sidonia aceptó su derrota y se dispuso a volver a aguas españolas. Este sencillo plan también se planteaba difícil.
Para regresar, Medina Sidonia ordenó bordear por el norte Inglaterra, una dura travesía que acabó con los restos de la Armada Invencible. “Se inició así un largo y penoso viaje de retorno, a veces convertido en una auténtica pesadilla, durante el cual miles de hombres perdieron la vida y varias decenas de barcos se fueron a pique”, explica el experto español.
RECORRIDO DE LA GRAN ARMADA
Temerosos de iniciar un prolongado enfrentamiento, la armada inglesa se batió en retirada hacia su isla para preparar el reabastecimiento y esperar el milagro; sin embargo la flota española, exhausta, con sus objetivos demasiado desdibujados, incapaces de llegar a ningún puerto aliado y con numerosas pequeñas averías se vería obligada a rodear la isla británica. Las condiciones fueron horribles. Los pequeños arañazos alcanzados por los ingleses fueron transformando los barcos en ruinas flotantes por las tempestades y la defectuosa cartografía portada por los españoles. En realidad, de los aproximadamente 130 barcos que componían la Armada Española al salir, regresaron a España unos 95 y hasta los mismo ingleses esperaban su retorno inmediato cuando el viento les fuese favorable, sospechando que habrían esperado su oportunidad fondeando en las costas danesas o noruegas. Finalmente, en septiembre de 1588 la Gran Armada llegó a las costas españolas. Entre los españoles hubo 1.000 muertos y 800 heridos. Fue una medida del liderazgo de Medina Sidonia y de la fortaleza y resistencia de sus hombres que tantos buques llegasen a regresar.
Esto es la gran victoria por la que brindan: que los españoles tuvieran que dar media vuelta debido al temporal y a la imposibilidad de combate. Y es que más que una victoria Inglesa fue un cúmulo de desastrosos contratiempos que bien resumió Felipe II en su célebre frase: “Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos”.
Pero en la pérfida Albión, no hubo festejos, sino las epidemias y la hambruna que habían poblado la costa, exhaustas por el estéril sobresfuerzo.
 

jueves, 13 de mayo de 2021

GUERRA NAVAL CON INGLATERRA - 1585-1604 (parte 1)

 En la corona de Felipe II, durante el SXVI, se expandía una enorme cantidad de territorios en todo el planeta. Por lo tanto el trabajo del rey era abrumador. El “Rey prudente” era un gran administrador y sabía desempeñar su poder mediante una gran cadena de mandos. Felipe II fue uno de los monarcas que más energía y medios destinó a estas misiones y revisaba centenares de documentos al día en su despacho de El Escorial. Esta era una característica de la inteligencia española, los "papeles" eran eje de todo el mecanismo del espionaje dirigido por el rey.  Los Países Bajos, y la siempre pérfida Albión eran sus dos grandes problemas. Del primero se encargaban los famosos Tercios de Flandes. Y los ingleses atacaban a las flotas españolas que cruzaban las aguas cargadas con riquezas de las Américas eran atacadas por piratas (corsarios, que decían finamente los británicos) patrocinados por Isabel I, reina de Inglaterra. Para colmo esa mujer, digna hija de su padre el bestia de Enrique VIII, extendía su religión protestante entre sus súbditos, que siempre habían seguido a la religión de Roma y ahora se veían obligados a cambiar de fe.

ISABEL I DE INGLATERRA

Isabel I de Inglaterra decidió ayudar a los territorios que combatían contra España en los Países Bajos. Esta fue la gota que colmó la paciencia de Felipe. Además Isabel se alió con el diablo, lanzaron al Atlántico una flota de 25 navíos, al mando de Francis Drake, con el propósito de hostigar a los barcos españoles y asaltar sus colonias en las Indias occidentales.

Francis Drake en el mes de octubre de 1585 navegó por la costa oeste española y saqueó Vigo y Santiago de Cabo Verde, y en La Palma el asalto no tuvo éxito; cruzó a las Indias Occidentales capturando Santo Domingo y Cartagena de Indias, por cuya devolución exigió a las autoridades españolas el pago de un rescate, San Agustín, en la Florida. - Dos años después, en abril de 1587 se organizó otra expedición al mando de Drake en las costas de la península. No se declaró guerra por parte inglesa. Partieron con barcos de la Royal Navy veinte barcos más, buques mercantes y galeras. Los gastos de estos barcos fueron costeados por un grupo de comerciantes de Londres, que participarían de los beneficios en la misma proporción en que hubieran hecho sus aportaciones a la flota; la reina Isabel, como dueña de las cuatro naves de la Royal Navy, recibiría el 50 % de los beneficios. En abril​ de 1587 la flota zarpó de Plymouth. A la altura de Galicia fueron informados que en Cádiz se estaba preparando una gran flota española de guerra lista para partir a Lisboa. El 29 de abril la flota inglesa entró en la bahía de Cádiz. En aquel momento había en el puerto sesenta naos, y varios barcos más pequeños. El duque de Medina Sidonia llegó para hacerse cargo de la defensa. El combate fue durante la noche del 29 y todo el día y la noche siguientes. Al amanecer del 1 de mayo los ingleses se retiraron, habiendo destruido más de 50 naves españolas. Drake se dirigió por la costa suroeste de España y Portugal, destruyendo todas las naves que encontraron a su paso, incluidos los barcos pesqueros. El 14 de mayo desembarcaron 1000 hombres en el Algarve portugués, y asaltaron las fortalezas. De allí se dirigió hacia Lisboa, donde Álvaro de Bazán estaba preparando la flota que debería unirse a la de Cádiz para la invasión de Inglaterra. La flota inglesa se detuvo en Cascais, desde donde propusieron a Álvaro de Bazán un intercambio de prisioneros. No hubo trato, y tanto Drake como Bazán rehusaron entrar en combate. Abandonando Cascais se cruzaron con un buque portugués al que atacaron y capturaron, procedente de la India venía cargada de riquezas en oro, especias y seda. Tras esto la flota inglesa regresó a Inglaterra, llegando el 6 de julio.

SIR FRANCIS DRAKE

Las pérdidas económicas y materiales causadas entre la flota española por el ataque inglés provocaron que los planes españoles de invasión de Inglaterra hubieran de ser pospuestos más de un año. Los documentos incautados por los ingleses se detallaba el tráfico marítimo con las Indias Orientales y servirían años después como base para la fundación de la Compañía Británica de las Indias Orientales.

En otro orden de cosas, la ejecución de María Estuardo, María I de Escocia, meses antes, en febrero de 1587 ultrajó a los católicos de la Europa continental. Su reivindicación al trono fue heredada por Felipe II, que era viudo de María I de Inglaterra. En julio del mismo año, Felipe recibe autorización del Papa Sixto V para deponer a Isabel I de Inglaterra, que ya en 1570 había sido excomulgada por Pío V. - Felipe II con este asunto y con el gran problema que quería acabar, la piratería inglesa y sus constantes incursiones en las posesiones hispánicas, al tratarse Inglaterra de una isla de poco menos de 3.000.000 de habitantes, de los cuales menos de un cuarto se encargaban de su protección, una fuerza militar anticuada y falta de experiencia, Felipe II estimó que un pequeño contingente sería suficiente para someter en pocas semanas todo el país.

ALVARO DE BAZÁN 

En Inglaterra lo que en un primer momento hubo fue  terror ante la reacción del monarca más poderoso de su era, Felipe II, y pánico después ante la cercanía de la mayor flota, en esfuerzos, que ninguna nación ha conseguido nunca reunir, y, finalmente, estupor ante la posibilidad de un contraataque. - Felipe II ya desde inicios de 1586, había encargado a su Almirante D. Álvaro de Bazán, la elaboración de un plan importante para la empresa que le estaba dando vueltas pero se atrasó por la expedición de Drake.  

Felipe decidió llevar a cabo una empresa impresionante para la época: tomar Inglaterra por la fuerza. Concretamente, inició los preparativos para que una armada partiera de Portugal y viajara hasta Dunquerque (al norte de Flandes) atravesando el Canal de la Mancha. Una vez allí, la flota se reuniría con varios Tercios españoles al mando del Duque de Parma, a los que ofrecería escolta hasta Inglaterra. Ya en tierras británicas, los soldados tenían órdenes de asediar Londres y capturar a tantos miembros de la familia real como pudieran. Con el plan de ataque trazado, Felipe quiso asegurarse la victoria y ordenó construir una gigantesca flota que, solo con su presencia, helara los corazones de sus enemigos. Esta, sería la conocida como “La Felicísima Gran Armada”. - Aquí hemos de aclarar que “La Armada Invencible” es un término despectivo de origen inglés, para referirse a la Empresa de Inglaterra de 1588. Pertenece al contexto de la Guerra anglo-española de 1585-1604. Pero hay que saber que solo hubo una batalla, la de “Las Gravelinas”, con la pérdida por parte de España de un solo buque hundido en combate. Aunque aquel primer ataque fracasó, la guerra se prolongó dieciséis años más y terminó con el Tratado de Londres de 1604, favorable a España. Como ya veremos  más adelante.

EL "LA VENGANZA DE LA REINA  ANA"

El plan realizado por D. Álvaro era desmesurado. Más de 700 naves de todos los tamaños y unos 100.000 hombres, la mitad de infantería.  Felipe II optó, sin embargo, por un nuevo plan en cuya realización intervinieron, además de Álvaro de Bazán, Alejandro Farnesio, Zúñiga, Juan del Águila, pero las discusiones ocasionaron demora y mermaron cualquier ataque por sorpresa a Inglaterra.

CRISTOBAL COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (1)

Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenía...