Como vimos en el capítulo anterior sabemos que Felipe II murió muy preocupado por su heredero, de cuya falta de carácter y escasas dotes de gobierno tenía conocimiento. Felipe III no había tenido ni la oportunidad ni la voluntad de alcanzar una experiencia mínima en el manejo de la cosa pública. Tenía veinte años cuando heredó la corona en 1598. Entregó el poder a Francisco Gómez de Sandoval, Marqués de Gandía y futuro duque de Lerma, uno de los peores gobernantes que ha tenido este país, corrupto, astuto y falso. Cedió cargos y privilegios a sus familiares, favoritos y a todo aquel que pudiera beneficiarle de alguna manera. La corte de Felipe III se trasladó dos veces, de Madrid a Valladolid y de vuelta a Madrid, según los sobornos que Lerma recibió de los comerciantes locales, que pretendían dar lustre a sus respectivas ciudades. Hemos hablado también de la expulsión de los moriscos y sus consecuencias. A pesar de la decadencia del Imperio, del que ya hablaban cronistas de la época, tenemos que tener en cuenta que estamos en el Siglo de Oro, en el terreno cultural, que continuaría incluso con el futuro rey Felipe IV. Una paradoja histórica que en momentos de crisis es cuando florece el arte español en todo su esplendor. Ya en el siglo anterior se había manifestado la introducción del renacimiento en la literatura. Citando sólo a los más importantes nombraremos a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza, Luis de Góngora. La otra mirada hacia un espiritualismo cristiano, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En cuanto a la poesía narrativa Alonso de Ercilla autor de La Araucana. En el terreno del humanismo destacan Luis Vives, Juan Ginés de Sepúlveda, Hernán Núñez de Toledo entre otros, y los cronistas de Indias, Hernán Cortés y sus “Cartas de relación”, Bernal Díaz del Castillo con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1575); Álvaro Núñez Cabeza de Vaca; los cronistas de la conquista del Perú, Francisco de Jerez y Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Cieza de León, el Inca Garcilaso de la Vega etc. El Lazarillo de Tormes, que inicia el género de la novela picaresca consolidado en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes ha sido considerada la primera novela moderna. El teatro español empieza en el renacimiento con una obra maestra, La Celestina, de Fernando de Rojas, “La lozana andaluza” o libros de caballerías Amadís de Gaula, las figuras señeras del también músico Juan del Encina, Lope de Rueda, y la revolucionaria fórmula escénica del “Fénix de los ingenios” Lope de Vega (1562-1635), autor este el más prolífico del teatro mundial, y sus primeros discípulos Guillén de Castro (1569–1631) o Juan de la Cueva (1543-1612). En la pintura destacaron muchos, siendo los más importantes Juan de Flandes, Vicente Macip, Pedro Machuca, Julio de Aquiles, Alonso Berruguete, Juan de Juanes, Vicente Requena el Viejo, Alonso Sánchez Coello, Roland de Mois, Diego de Urbina, Vicente Requena el Joven, Juan Pantoja de la Cruz, El Greco (1541-1614), Luis de Carvajal, Francisco Pacheco y Juan Gómez.
miércoles, 20 de febrero de 2019
16- FELIPE III - SIGLO DE ORO - CORRUPCIONES
DUQUE DE LERMA
En el terreno internacional, con la muerte en 1603 de Isabel
de Inglaterra y gracias a la buena labor diplomática se firmó un tratado de paz
con Jacobo I de Estuardo. En 1610 fue asesinado el rey francés Enrique IV, el
acérrimo enemigo de España, y su viuda llegó a un acuerdo de amistad con Felipe
III, ratificado por un doble matrimonio entre sus hijos. Quedaban dos
importantes núcleos bélicos, Flandes y el norte de Italia. La tregua de doce
años en la guerra de los Países Bajos trajo un periodo de relativa paz para
Europa conocido por la ”Pax Hispánica”. Ésta política exterior pacifista, aún
en contra a veces de los intereses españoles se explican por la profunda crisis
económica y monetaria que padecía en ese momento la monarquía. Se decidió
acuñar moneda fraccionaria de baja ley, rebajando el porcentaje de plata que
contenía el vellón hasta dejar la moneda en cobre puro. La consecuencia fue la
inflación y el refugio en monedas de oro. El Consejo de Castilla, elaboró un
informe en 1619 llegando a la conclusión de que las causas de la ruina
económica eran, los enormes tributos que pesaban sobre el país, la prodigalidad
en repartir dones y mercedes, el exceso de lujo y el gran número de empleados
innecesarios y venales. El rey no hizo nada para remediar esos males. Felipe
III pudo ver el cenit de España ya que alcanzó su máxima extensión territorial
y consiguió un papel fundamental en los conflictos militares de gran
envergadura. España se benefició de un largo periodo de paz, pero malgastó el
ahorro nacional en fiestas y fastos cortesanos causando la ruina de la hacienda
pública. Prematuramente envejecido, arrepentido de la vida que había llevado y
avergonzado por su despreocupación de gobierno, Felipe III murió en Madrid en
1621. A la muerte del rey, la monarquía española conservaba íntegro su
prestigio exterior, aunque en el orden interior se había afianzado la crisis
económica, que se manifestaría plenamente en tiempos de su sucesor, Felipe IV.
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