jueves, 15 de octubre de 2020
28.- REINOS CRISTIANOS - LA MARCA HISPANA
Dado la expansión musulmana, Carlomagno pacta con los musulmanes la creación de unos límites territoriales, que llamó la Marca Hispánica. Territorios del sur de Francia y del norte de la península ibérica y derivó en la formación de un conjunto de pequeños condados vinculados a los monarcas francos. Los condados que hoy llamamos catalanes, por entonces eran: Condado de Barcelona, de Berga, de Cerdaña, de Conflent, Besalú, de Ampurias, de Gerona, de Manresa, de Osona, de Pallars, el Rosellón y el de Urgel.
Los condados de Ribagorza y Sobrarbe son los que formarían más adelante el reino de Aragón.
El control de la Marca Hispánica como único territorio hispano de influencia carolingia, es sin duda la circunstancia del hecho diferencial catalán, zona dependiente de los reyes francos. Y aunque los musulmanes consiguieron penetrar en los Pirineos occidentales, no fue por mucho tiempo dejando aislada por ejemplo Navarra, no entrando de esta forma en la Marca Hispánica que había establecido el Imperio Carolingio.
Los montes cantábricos y pirenaicos quedarían libres del efectivo dominio musulmán y en ellos se formarían prontamente dos reinos, Asturias y Navarra, resultado del pacto alcanzado entre las gentes autóctonas y los refugiados godos.
En lo que hoy conocemos como Navarra el norte de la comunidad permaneció poco tiempo bajo dominio musulmán y pronto se organizó en un núcleo cristiano de fugaz sometimiento al Imperio carolingio y con centro en la ciudad de Pamplona. Su primer soberano conocido fue Íñigo Arista, hacia el 810, cabeza de la primera dinastía navarra. De este modo se conformó el Reino de Pamplona, más tarde llamado Reino de Navarra. Íñigo Arista, señor de Pamplona, se le considera como el fundador del reino de Navarra (810-840).
El primer conde de Barcelona fue Bera (801-820) personaje de origen franco-visigodo. Esta autoridad era favorable a la paz con los musulmanes, por lo que fue acusado de traición. Fue destituido y el gobierno pasó totalmente a manos de los francos. Se establecieron regiones administrativas, (los condados), y los más importantes fueron Pamplona, Aragón que se haría condado independiente en el 809 con el conde Aznar, Urgel, condado con dinastía propia desde el 815 y el condado de Barcelona dinástico desde el 878, que se convirtió en hegemónico sobre otros como Gerona.
La Marca Hispánica, de hecho, se conformó como una débil unión de condados independientes, coordinados por una asamblea anual, en los cuales todos los nobles al frente soñaban con consolidar un poder vitalicio a su favor.
La realeza astur-leonesa, la aragonesa y también los Condes de Barcelona, reivindicarán su estirpe visigoda como factor de legitimación histórica de los nuevos poderes resultantes de la articulación territorial de la resistencia hispánica frente al invasor islámico. Entramos aquí, lentamente, en otro periodo histórico, sucesivo de la Monarquía gótica, la llamada Reconquista, denominado así por la pretensión de los nuevos poderes autóctonos de recuperar el territorio peninsular ocupado por los musulmanes.
La Península Ibérica es para Carlomagno una de las joyas de la corona imperial. A él no le vale sólo con defender la cruz; defiende, además, determinada cruz, esto es, la unidad eclesial total, pues Roma teme, y hace bien, las tendencias centrífugas entre los cristianos; que son tan fuertes que en Constantinopla generarán incluso crueles masacres en los siguientes 500 años.
Poco después de la invasión peninsular, un grupo de musulmanes se entrevista con Carlomagno. Le ofrecen su apoyo si entra en la península y le prometen la entrega de Zaragoza.
Hacemos un aparte para recordar que estos condados que formaron la “Marca Hispánica” franco-carolingia, fue gobernada por Carlomagno y sus descendientes en la corona francesa desde el año 801 hasta que el rey de Francia Luis IX y el rey de Aragón Jaime I el Conquistador firmaran el Tratado de Corbeil en 1258, con el fin de llegar a un acuerdo de paz y establecer unas fronteras estables entre Francia y Aragón, renunciando Luis IX a los condados (actualmente catalanes), que pasan a ser feudatarios del Rey de Aragón y Jaime I renuncia a su parte de Lanquedoc, salvo Montpellier.
Queda claro entonces que en dicho tratado ambos reyes cedieron derechos sobre territorios, Jaime I de Aragón sobre territorios Occitanos y el francés sobre los condados, que pasaron a depender únicamente del monarca de la Corona de Aragón.
Pero habíamos dejado a Carlomagno reunido con los musulmanes. Con la palabra de apoyo ofrecida por los musulmanes, las fuerzas de Carlomagno se atreven a entrar en territorio español para tomar Zaragoza. Serán rechazadas en la ciudad y en su retirada son emboscados en Roncesvalles por vascos, o tal vez gascones, esto posiblemente en el 778. Carlomagno, que de todas formas controla los Pirineos, pone sus ojos en la iglesia hispana. Este movimiento permite el control total por parte de los clérigos carolingios de la sede de Urgel, elemento fundamental para la consolidación del poder franco en la Marca Hispánica. Y, lo que es más importante, sella la alianza entre los monarcas asturianos y el Imperio Carolingio, una alianza que marcará el destino de España. Carlomagno enviará mucho dinero a la sede compostelana, y Santiago se convertirá en la gran luz de la cristiandad medieval, construyendo un cordón umbilical entre la España y la Europa cristianas. En la Historia, Santiago se le aparece en sueños a Carlomagno y lo anima a ir a España, mostrándole el camino de estrellas que desde Frisia (Países Bajos) le llevará a Galicia, donde se encuentra su cuerpo y donde también, tras la liberación del sepulcro de manos musulmanas por el propio Carlomagno, gentes de todos los países irán en peregrinación por los siglos. Sin embargo en los condados pirenaicos termina el imperialismo carolingio en España. Carlomagno sólo conseguirá el control y el impulso de la ruta jacobea. Su gran fracaso será controlar a la Iglesia de los condados. La peregrinación jacobea será fundamental para España y para Europa.
Se rompe la línea dinástica carolingia en París lo que generará toda una serie de rebeliones de nobles que, a lo largo de todo el territorio franco, entenderán que dicha ruptura les otorga fuerza moral a ellos para independizarse. Flandes, Borgoña o Aquitania inician estos procesos, como lo inicia Cataluña de la mano de Vilfredo el Velloso, considerado el primer gobernante autónomo de la región, y que a su muerte dejará sus tierras a sus hijos.
No se puede decir, por lo tanto, que la huella carolingia en España sea ni débil ni despreciable.
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