ISLA FLORES. Otra
de las derrotas dentro de la Guerra Naval con Inglaterra, que es poco conocida
hablaremos hoy de esta. La de la Isla de Flores. Fue una batalla difícil de
olvidar para la pérfida Albión. Aquel día, 30 de agosto de 1.591 una flota los
infames corsarios de su Graciosísima Majestad falló estrepitosamente en su
habitual intento de saquear hasta la última moneda de oro que los navíos
hispanos traían de América en sus bodegas. Felipe II hacía frente a una deuda
nacional que era sufragada con las insuficientes monedas traídas desde América.
España combatía por entonces contra la reina Isabel I de Inglaterra, quien
no dudaba en pagar a piratas, (Corsarios).
EL REVENGUE
Los ingleses se enteraron de una noticia: los españoles pensaban hacerse a la mar desde América con una gran partida de oro y joyas en dirección a España. Se pusieron manos a la obra para armar una flota. Dispusieron una veintena de navíos, varios de ellos piratas, cuyo mando fue otorgado al afamado oficial Thomas Howard, un viejo conocido por su participación en varios asaltos y batallas contra los españoles. Además, entre las filas se destacaba nada menos que el bucanero Richard Grenville, capitán del galeón inglés “Revenge” (el buque que, durante años, había navegado a las órdenes del cruel pirata Francis Drake). La Royal Navy se dispuso a viajar a las Azores. Lo que no sabían era que España, harta como estaba de la piratería, había dispuesto una flota de 55 barcos al mando de Alonso de Bazán para, de una vez por todas, escarmentar a los saqueadores.
Los ingleses se enteraron de una noticia: los españoles pensaban hacerse a la mar desde América con una gran partida de oro y joyas en dirección a España. Se pusieron manos a la obra para armar una flota. Dispusieron una veintena de navíos, varios de ellos piratas, cuyo mando fue otorgado al afamado oficial Thomas Howard, un viejo conocido por su participación en varios asaltos y batallas contra los españoles. Además, entre las filas se destacaba nada menos que el bucanero Richard Grenville, capitán del galeón inglés “Revenge” (el buque que, durante años, había navegado a las órdenes del cruel pirata Francis Drake). La Royal Navy se dispuso a viajar a las Azores. Lo que no sabían era que España, harta como estaba de la piratería, había dispuesto una flota de 55 barcos al mando de Alonso de Bazán para, de una vez por todas, escarmentar a los saqueadores.
RICHARD GRENVILLE
El 9 de septiembre de 1591, Bazán organizó el combate. A pesar de que el asalto no se produjo con toda la celeridad que Bazán pretendía, los ingleses no tuvieron los arrestos de plantar combate en mar abierto y, para asombro de los españoles, la mayoría de la flota de la Royal Navy inició la huida a toda vela. Pero la retirada fue demasiado deshonrosa para Grenville quien, desoyendo las órdenes, decidió mantener la posición y, junto a otros dos navíos ingleses más, plantar batalla a los españoles. Bazán ordenó a parte de sus fuerzas acabar con el Revenge mientras varios buques seguían en su huida a los ingleses.
La contienda no fue muy extensa. A las pocas horas, los buques que escoltaban a Grenville habían abandonado sus posiciones y sólo el Revenge se enfrentaba valientemente a los navíos españoles
Al anochecer, el que había sido buque insignia de Francis Drake, había caído en manos españolas. De 250 hombres que traía el navío quedaron 100, los más de ellos heridos.
El 9 de septiembre de 1591, Bazán organizó el combate. A pesar de que el asalto no se produjo con toda la celeridad que Bazán pretendía, los ingleses no tuvieron los arrestos de plantar combate en mar abierto y, para asombro de los españoles, la mayoría de la flota de la Royal Navy inició la huida a toda vela. Pero la retirada fue demasiado deshonrosa para Grenville quien, desoyendo las órdenes, decidió mantener la posición y, junto a otros dos navíos ingleses más, plantar batalla a los españoles. Bazán ordenó a parte de sus fuerzas acabar con el Revenge mientras varios buques seguían en su huida a los ingleses.
La contienda no fue muy extensa. A las pocas horas, los buques que escoltaban a Grenville habían abandonado sus posiciones y sólo el Revenge se enfrentaba valientemente a los navíos españoles
Al anochecer, el que había sido buque insignia de Francis Drake, había caído en manos españolas. De 250 hombres que traía el navío quedaron 100, los más de ellos heridos.
BATALLA DE FLORES
Por parte española fallecieron aproximadamente 100 soldados y marineros debido al hundimiento de varios buques durante la contienda. No obstante, aquel día España demostró a su Majestad Isabel I que no estaba dispuesta a sufrir más el pillaje de sus infames corsarios.
El sucesor de Felipe II, al morir éste en 1598, continuó la guerra. Felipe III de España en mayo de 1600 se iniciaron conversaciones de paz en Boulogne-sur-Mer, que resultaron fallidas. Las tropas españolas serían derrotadas a comienzos de 1602 en la batalla de Kinsale, con la coalición perdiendo 1200 hombres, entre ellos 90 españoles, forzando así su regreso a España y dejando como prioritaria la consecución de sus objetivos en Flandes.
Por parte española fallecieron aproximadamente 100 soldados y marineros debido al hundimiento de varios buques durante la contienda. No obstante, aquel día España demostró a su Majestad Isabel I que no estaba dispuesta a sufrir más el pillaje de sus infames corsarios.
El sucesor de Felipe II, al morir éste en 1598, continuó la guerra. Felipe III de España en mayo de 1600 se iniciaron conversaciones de paz en Boulogne-sur-Mer, que resultaron fallidas. Las tropas españolas serían derrotadas a comienzos de 1602 en la batalla de Kinsale, con la coalición perdiendo 1200 hombres, entre ellos 90 españoles, forzando así su regreso a España y dejando como prioritaria la consecución de sus objetivos en Flandes.
Tras la muerte de Isabel I en 1603,
su sucesor Jacobo I de Inglaterra firmó en 1604 el tratado de Londres con
Felipe III, mediante el cual ambos países acordaban el fin de la guerra. El
resultado para España fue mucho más positivo. Fue la principal potencia europea
en el siglo XVII, hasta que las derrotas contra Francia en la guerra de los
Treinta Años y el ascenso del poderío naval holandés acabaron reduciéndola a
una potencia más. Pero para Inglaterra llegaría el más grande de todas sus
derrotas, la del asedio de Cartagena de Indias. Esto se enclava ya en otra
guerra y el sitio acaeció en mayo de 1741.
Puede que las aguas europeas se hayan teñido multitud de veces con la sangre de los marineros españoles e ingleses. No obstante, la armada ibérica y la Royal Navy pueden presumir de haberse plantado cara a lo largo y ancho del mundo entero. Precisamente, uno de los lugares más recónditos en los que se encontraron fue en la bahía de Pensacola, cerca de la Florida. Allí, en un día de 1.781, la Infantería de Marina hispana desembarcó y expulsó del terreno a los defensores de la Pérfida Albión.
Para saber por qué la armada de nuestro país viajó miles de kilómetros para derramar sangre inglesa hay que remontarse hasta finales del SXVIII, concretamente a 1.763, año en que Inglaterra venció a una coalición de países entre los que se encontraban Francia y España. Por entonces reinaba ya Carlos III que deseaba devolver la afrenta, y cuando llegaron las primeras noticias de que las Trece Colonias americanas habían iniciado un levantamiento contra los británicos. España dio comienzo a una abismal campaña de apoyo a los rebeldes, a los que equipó con armas, munición y uniformes.
En la guerra de Independencia de los Estados Unidos, España intervino a favor de las colonias americanas contra los ingleses.
España, aliada con Francia a través de los Pactos de Familia, vio la Revolución de las Trece Colonias como una oportunidad.