jueves, 3 de junio de 2021

GUERRA NAVAL CON INGLATERRA - (PARTE 8) - GUERRA DEL ASIENTO

En el Tratado de Utrecht, (1713), para el fin de la Guerra de Sucesión española, negociado a espaldas de España por ingleses y franceses, se había perdido para España Menorca y Gibraltar a cambio del asentamiento de los Borbones y de evitar una alianza entre dos potencias tales como eran España y Francia en perjuicio de Inglaterra. Se convino entre otras cosas el “Navío de Permiso”, que se trataba de un buque de línea vaciado para albergar en principio 500 toneladas de mercaderías, tonelaje casi siempre doblado con arteras artimañas, crea un precedente para que el Caribe se llene de contrabandistas de todo pelaje. El Asiento era un permiso de monopolio del “Asiento de negros”, es decir, la trata de esclavos, que fue concedido en alquiler a la empresa inglesa South Sea Company, gracias al cual podía enviar a América un total de 144.000 esclavos. Inglaterra había solicitado que sea durante diez años, pero el rey francés Luis XIV, que tenía junto con Felipe V de España el negocio funcionando, convirtió esos diez años en treinta. Tenía los poderes de su nieto Felipe V.
ETATUA DE BLAS DE LEZO EN MADRID
Una ruta comercial específica y Jamaica se convierte en una gran base de contrabandistas.
El caso es que entre piratas, corsarios, filibusteros y contrabandistas, Inglaterra se iba introduciendo en el comercio con la América española. José Patiño, ministro español que trabajaría intensamente para levantar una nueva fuerza naval digna. Mientras, Inglaterra iniciaría una política de acoso a las rutas comerciales coloniales que obligaría a extremar al máximo sus defensas, responsabilidad que caería en manos de la Armada española. Los políticos y comerciantes ingleses empezaron a considerar la opción de una guerra total contra España. Por lo que se comenzó a malear a la opinión pública. El uso sin disimulo de la piratería a mansalva, hizo que España se viera obligada a reforzar sus flotas en El Caribe con naves de guerra extraídas de su escasa fuerza naval. El contrabando inglés empezó a declinar.
En el año 1737 Inglaterra reclamaba el intercambio de unas presas que habían hecho los guardacostas españoles. Pero la contabilidad del Navío de Permiso y del Asiento de Negros seguían sin ser satisfechas por parte de los anglos. La tensión iba subiendo enteros. Mientras Inglaterra concedía centenares de licencias de corso para combatir a los guardacostas españoles y aligerar los navíos con nuestro pabellón, en la Cámara de los Comunes se exigía una respuesta armada contundente contra los españoles. El detonante de aquella explosiva situación la buscaron al recordar el hecho sucedido siete años atrás. Al suceso en su momento no dieron mayor importancia. El navegante español Julio León Fandiño le echaría el guante a un tal Robert Jenkins, corso, es decir ladrón con permiso real. Fandiño, capitán del bergantín la Isabela que había pillado in fraganti a Jenkins, quiso escarmentar al inglés cortándole una oreja, a lo cual dicen que añadió las palabras: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”. A continuación, como guardacostas que era, Fandiño requisó la mercancía y se hizo con la propiedad de la nave. De vuelta a Inglaterra, Jenkins presentó una queja formal ante el rey Jorge II, que hizo caso omiso a las quejas del truhan. Pero siete años después, el lobby de la guerra lo convencería para que se personara ante los parlamentarios para explicar el episodio aquel. Ante los miembros del parlamento, el tal Jenkins abrió una caja en la que primorosamente envuelta había una oreja que no se entendía cómo podía haber durado tanto tiempo incólume. Buscada la solución diplomática por apariencia se firmó el Convenio de El Pardo, cuyos términos según criterio de los comerciantes y opinión pública inglesa eran muy indulgentes. La Cámara rechazó el Convenio. La prensa británica se encargaría de deformar el incidente de la oreja de Jenkins exagerando la crueldad española mientras las calles londinenses aparecían empapeladas con panfletos, incitando a la guerra contra España. Los comerciantes ingleses utilizaron la rivalidad política interna, para crear una reacción patriótica inducida a presión con la intención de precipitar la guerra. El conflicto armado de 1739 es un claro resultado de esta precuela de manipulación de la opinión pública. Gran Bretaña pretendía dominar los mares y para ello debía desalojar a España de América. 
EDWARD VERNON 
La presencia de Gran Bretaña en aguas americanas era un hecho consumado desde hacía tiempo: Belice, Trinidad y Tobago, Jamaica, las Caimán, etc.
Decidieron dar un golpe decisivo, para lo que Inglaterra reunió una formidable flota que salió de Jamaica y fondeó a principios de marzo de 1741 junto a la costa de Cartagena de Indias, la ciudad más importante del Caribe. Inglaterra estaba tan segura de su victoria que el rey inglés mandó acuñar monedas celebrando su triunfo, en las que se leía "La arrogancia española humillada por el almirante Vernon y los héroes británicos tomaron Cartagena” abril de 1741. En ellas aparecía Blas de Lezo representado de rodillas entregando su espada al almirante Vernon. La ciudad estaba defendida militarmente por el almirante vasco, marino con experiencia en batallar con los británicos.
Esta nueva Armada Inglesa era la segunda más grande de todos los tiempos, después de la armada aliada que desembarcó en Normandía en la II guerra Mundial . El ejército inglés, comandado por el almirante Edward Vernon, trató de invadir Cartagena de Indias con 32.000 soldados y 3.000 piezas de artillería. Cartagena estaba defendida por 3.600 soldados y 6 navíos españoles.
FORTALEZA DE SAN FERNANDO
En aquellos días, Blas de Lezo era el responsable de la defensa de la ciudad. Cartagena de Indias contaba con unas magníficas fortalezas y castillos que protegían la ciudad. Las fuerzas defensoras eran pocas. Lezo disponía de 3.000 soldados del ejército regular español, reforzados con 600 arqueros indios del interior y unas 1.000 piezas de artillería.
Resultó decisiva la eficacia de los servicios de inteligencia españoles, que consiguieron infiltrar espías en la Corte Londinense y en el Cuartel General del almirante Vernon. El plan general inglés así como el proyecto táctico de la toma de Cartagena de Indias fueron conocidos de antemano en las Cortes Españolas y por Blas de Lezo.
CASTILLO DE SAN FELIPE
El virrey Eslava, suponía el almirante Torres llegaría a tiempo a Cartagena para atacar a Vernon por la retaguardia, ya que estaba en La Habana. Pero Torres nunca llegó a Cartagena. Blas de Lezo se decidió por la resistencia a ultranza de la ciudad y organizó los recursos. Los 6 navíos disponibles fueron hundidos por los españoles para impedir el movimiento fácil de los barcos enemigos por la bocana del puerto. Antes de hundir los navíos, Blas de Lezo, ordenó desmontar los cañones y situarlas estratégicamente rodeando la ciudad. La gran bahía de Cartagena está dividida en dos bahías naturales.
Del 13 de marzo al 20 de mayo de 1741, tuvo lugar La batalla de Cartagena de Indias.
El 17 de marzo de 1640, hunden dos buques. Los cascos hundidos sirvieron de núcleo colector de arena lo que aceleró la formación de la barra, dificultando la navegación.
El 13 de marzo de 1741 la imponente flota del almirante Edward Vernon llegaba a la bahía de Cartagena.
Noche del 20 al 21, los ingleses toman la batería de Varadero. El 4 y el 5 de abril,los fuertes reciben un intensísimo y prolongado cañoneo. Las murallas del  castillo San Luis se derrumbaron y por la brecha abierta cargaron los ingleses a bayoneta calada  desde tierra. Ante la imposibilidad de resistir, se tocó retirada y durante toda la noche continuó el desembarco enemigo.
Se incendió el San Felipe, y se disparó desde el san Carlos  nueve cañonazos al África  para hundirle en la bocana de entrada.
El 13 de abril  a las 9 de la mañana, comenzó el asedio de la ciudad con continuos bombardeos. La situación empezaba a ser desesperada para los españoles, les faltaban alimentos y el enemigo no daba tregua. Iban pasado los días, y el cañoneo inglés no cesaba, era intenso y continuo, mañana, tarde y noche.
BOMBARDEO
Cartagena de Indias fue severamente castigada por la artillería naval inglesa. Vernon estimó que los españoles resistiría dos o tres días más. Los españoles tenían orden de resistir hasta el final no se les permitía ni un paso atrás, habían clavado la bandera e iban a morir allí, defendiendo la ciudad hasta el final.
16 de abril, 4 de la mañana,  Vernon decidió que se tomaría Cartagena de Indias al asalto, más de 10.000 hombres. Pero las sucesivas ofensivas inglesas se encontraron con trincheras inexpugnables.
Blas de Lezo  mandó excavar un foso en torno al castillo para que las escalas inglesas se quedasen cortas al intentar tomarlo. Ordenó cavar una trinchera en zigzag, evitando que los cañones ingleses se acercasen demasiado. Les envió dos “desertores” que engañaron y llevaron a la tropa inglesa hasta un flanco de la muralla bien protegido, donde serían masacrados sin piedad.
EL REY JAUN CARLO I INUGURA UN MONUMENTO A BLAS DE LEZO
La noche del 19 al 20 de abril se produjo el definitivo asalto al castillo de San Felipe. Tras  una potente  preparación artillera Vernon intentó asaltar el castillo con unos 10.200 hombres de infantería. Enfrente  tenía la batería de San Lázaro de propio castillo de San Felipe y  1.000 hombres  muy motivados.
La sorpresa fue mayúscula, cuando los ingleses comprobaron que sus escalas eran demasiado cortas y no podían escalar las murallas del castillo. Las tropas inglesas no podían atacar ni huir debido al peso del equipo. Aprovechando esta circunstancia, los españoles abrieron fuego contra los británicos, produciéndose una carnicería sin precedentes. Al amanecer, se encontraron con las bayonetas de unos trescientos soldados de los tercios españoles que saltaban sobre ellos desde sus trincheras.

FRAGATA "BLAS DE LEZO" 
El error del castillo de San Felipe desmoralizó a los ingleses. El orgulloso y engreído Sir Andrew Vernon había sido incapaz de vencer a unos pocos harapientos españoles.
El pánico se apoderó de los ingleses, rompieron sus líneas de combate y huyeron despavoridos tras la última carga española hacia sus barcos.
Desde el 22 al 25 de abril, decrecieron los enfrentamientos. 
El 26 los ingleses volvieron a bombardear la ciudad.
El 9 de mayo, Vernon ordenó la retirada, levantar el asedio y volver a Jamaica. Había fracasado estrepitosamente. Tan sólo acertó a pronunciar, entre dientes, una frase: “God damn you, Lezo!”.
TUMBA DE E. VERNON EN LONDRES
Vernon envío de una última carta a Lezo: “Hemos decidido retirarnos, pero para volver pronto a esta plaza, después de reforzarnos en Jamaica”. A lo que Lezo respondió con ironía: “Para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta sólo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres.”
Los ingleses tuvieron 9.500 muertos, 7.500 heridos, perdieron 1.500 cañones y perdieron 50 naves.
Los españoles sufrieron 800 muertos, 1.200 heridos y perdieron 6 naves.
El fracaso de la Armada inglesa, se mire desde el punto de vista que se mire, fue muy superior al de la Gran Armada de Felipe II.
La victoria de las fuerzas españolas prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX.
El rey Jorge II ordenó a los historiadores ingleses que no se escribiera nada de la derrota. Y así se ocultó a la historia
A pesar de su profundo descrédito, a Vernon a su muerte en 1757 se le decidió enterrar su cuerpo en la Abadía de Westminster, como si fuera un héroe más de los que allí reposan.
Blas de Lezo corrió una suerte diferente, quedó muy mal herido por los combates de Cartagena de Indias, murió cinco meses más tarde víctima de las heridas del combate. Y lo lamentable, nadie sabe dónde está enterrado, murió en septiembre de 1741.
Para los ingleses aquella costosa campaña quedaría como una retirada táctica. Al terminar la guerra del Asiento, en 1748 se retornó al statu quo anterior. La integridad territorial española permaneció como antaño. En 1750 Gran Bretaña renunciaría al Navío de Permiso y al Derecho de Asiento a cambio de 100.000 libras.
A pesar del potencial desplegado en todas sus campañas navales, los resultados fueron magros, por no decir nulos.
Existe un monumento al Almirante Blas de Lezo inaugurado por el entonces rey de España Juan Carlos I, acompañado por el embajador de Colombia del 2014.
También hay una fragata de la Armada Española con el nombre “Blas de Lezo” 
Fue enviada a Inglaterra cuando se conmemoró la Batalla de Trafalgar.

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