El advenimiento de la Segunda República en España en el mes
de abril de 1931, además de significar la salida de Alfonso XIII, tuvo una gran
acogida popular en un primer momento, con ilusión y esperanza por buena parte
de la sociedad. Se consideraba que se acabarían los tiempos de las corrupciones
y el caciquismo. Sin embargo las acusadas diferencias políticas y sociales, las
ideologías contrarias y a veces enemigas unas de otras, fueron debilitando el
régimen republicano. Las tensiones entre las izquierdas más radicales y las
derechas extremistas pusieron de
manifiesto la debilidad de una democracia razonable.
El Desastre de Annual tuvo como consecuencia la instauración
de la Dictadura de Primo de Rivera gracias sobre todo a que el rey Alfonso XIII
no se opuso al golpe y nombró al general sublevado Jefe del Gobierno al frente
de un Directorio militar. Y queda en la mente de muchos la corrupción posible
de Alfonso XIII. A la dictadura de Primo
de Rivera desde 1923 a 1930 le sucedió el general Dámaso Berenguer, que supuso
un periodo que se conoce como la “dictablanda”. Un año duró en el cargo. Quiso
la normalidad institucional aplicando la Constitución de 1876 pero fracasó.
Socialistas, anarquistas, republicanos dirigidos por Manuel Azaña y los
partidos nacionalistas catalanes y vascos hicieron imposible una gobernación
razonable. En agosto de 1930 tuvo lugar el Pacto de San Sebastián donde se
pactó una salida republicana a la política nacional. Allí estaban
representantes de gran número de partidos y sensibilidades ideológicas de todo
el país. Sin embargo el PSOE prefirió quedarse al margen y actuar dentro de la
legalidad monárquica., aunque Indalecio Prieto eran contrario a la idea.
Más adelante el PSOE se unió al Pacto.
Los anarquistas (CNT) no se unieron por estar en contra de la burguesía y el
capitalismo, si bien apoyaban la causa republicana.
DÁMASO BERENGUER
Hubo un levantamiento militar en Jaca en diciembre de 1930 que fracasó. Berenguer quiere convocar elecciones a Cortes pero son boicoteadas por los partidos. Presentó su dimisión al rey en febrero de 1931. Se constituye un gobierno de concentración dirigido por Juan Bautista Aznar, general de la Armada. Sólo le da tiempo a convocar elecciones municipales para el 12 de abril de ese año. José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto “Al servicio de la República”, manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de “Padres espirituales de la República”.
Alfonso XIII tenía las horas contadas. La España monárquica empezaba a ser inviable. No tuvo apoyos ni de dentro del país ni de fuera. Realmente ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referéndum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república.
Debían elegirse unos ochenta mil concejales en todos los ayuntamientos de España. En las poblaciones rurales dominaba el caciquismo, y la presión que éstos exigieron explican que en la mayoría de los municipios rurales no hubo votaciones. También la cantidad de concejales monárquicos elegidos. Es por ello por lo que sólo se consideraron legales las votaciones de las capitales de provincia y de los grandes municipios, donde los republicanos fueron mayoritarios.
Hubo un levantamiento militar en Jaca en diciembre de 1930 que fracasó. Berenguer quiere convocar elecciones a Cortes pero son boicoteadas por los partidos. Presentó su dimisión al rey en febrero de 1931. Se constituye un gobierno de concentración dirigido por Juan Bautista Aznar, general de la Armada. Sólo le da tiempo a convocar elecciones municipales para el 12 de abril de ese año. José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto “Al servicio de la República”, manifiesto antimonárquico que tuvo extraordinaria influencia sobre la opinión pública y valió a los tres el apelativo de “Padres espirituales de la República”.
Alfonso XIII tenía las horas contadas. La España monárquica empezaba a ser inviable. No tuvo apoyos ni de dentro del país ni de fuera. Realmente ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referéndum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república.
Debían elegirse unos ochenta mil concejales en todos los ayuntamientos de España. En las poblaciones rurales dominaba el caciquismo, y la presión que éstos exigieron explican que en la mayoría de los municipios rurales no hubo votaciones. También la cantidad de concejales monárquicos elegidos. Es por ello por lo que sólo se consideraron legales las votaciones de las capitales de provincia y de los grandes municipios, donde los republicanos fueron mayoritarios.
MACHADO, MARAÑÓN, ORTEGA Y PÉREZ DE AYALA (Agrupación al Servicio de la República)
Los resultados no dejaron lugar a dudas, si bien los
monárquicos obtienen más votos, los republicanos consiguen más concejales. En
Eibar, conocidos los resultados la población sale a la calle y proclama la
República. El hecho se repite en otras ciudades del país.
Aznar presentó su dimisión. Algunos militares pedían la intervención del ejército. Dado que le preguntaron si consideraba si había crisis contestó: “¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?”.
Aznar presentó su dimisión. Algunos militares pedían la intervención del ejército. Dado que le preguntaron si consideraba si había crisis contestó: “¿Qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se despierta republicano?”.
Así lo entendieron el conde de Romanones y el propio rey, al constatar su falta de apoyo popular. Se pidió a Alcalá-Zamora seguridades sobre la vida del monarca. Pero éste se eximió y además exigió el abandono del rey del país ya que había entregado el gobierno por dos veces a dictadores. El monarca marchó hacia el exilio la noche de este 14 de abril de 1931.
Ya en Francia escribe desde las páginas del ABC, …” Soy el Rey de todos los españoles, pero, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos porque más que míos, son depósito acumulado de la Historia, de cuya custodia ha de pedirme cuenta algún día”.
Y se proclamó la II República Española el 14 de abril de 1931.
El entusiasmo era desbordante. Se formó un Gobierno Provisional formado por las fuerzas vencedoras, del cual el presidente sería Niceto Alcalá Zamora, que se mantuvo en una posición moderada e intentó sin éxito la creación de un partido de centro. Ese Gobierno Provisional estuvo desde abril hasta diciembre de 1931.
En España además de una gran crisis mundial desde el crack de 1929 y las consecuencias aún vivas de la Gran Guerra del 14 al 18, soportaba un aumento del pare enorme. Se produjeron innumerables cantidad de huelgas, y el paro era cada vez más extendido y amplio. Se perdían jornadas, (hasta 4 millones en 1933). La gobernación en un sistema democrático y la aceptación normalizada de la sociedad no se produce de un día para otro. Es el resultado de la historia, del nivel cultural y social adecuado, de una baja conflictividad laboral y social. En la República, casi desde el comienzo la violencia estuvo presente, seguramente debido a ese brusco cambio que no concuerda con los siglos de monarquía habidos.
Al formar el primer gobierno se creó un Estatuto Jurídico por el que regir el sistema provisional, hasta la redacción y proclamación de una nueva Constitución.
Y se emprendieron las primeras reformas, Cortes
Constituyentes, buscar responsables de la dictadura de Primo de Rivera, el
Estado sería aconfesional y se reconocía la libertad sindical y corporativa. Y
también se podría gobernar por decreto, y así nació lo que sería la polémica
Ley de la Reforma Agraria. Se amnistió a todos los presos por delitos
políticos. El general Sanjurjo fue puesto al mando de la Guardia Civil.
En Europa las cosas estaban peligrosas. Habían aparecido los
líderes como Stalin, Mussolini y Hitler. Las aspiraciones de estos personajes
determinarán los sucesos que vendrían posteriormente. Los desempleados y los
desencantados de la política, son presa fácil.
No hubo referéndum consultivo al pueblo sobre el sistema ni la posterior Constitución, (nunca había votado el pueblo en España), que se proclamó meses después, el 9 de diciembre de 1931 en las que sólo pudieron votar los hombres (el voto femenino no fue aprobado hasta el 1 de octubre), pero si podían ser candidatas, y que dieron lugar a un parlamento con una insignificante presencia de la derecha.
De referéndum ni hablamos. Las Cortes republicanas negaron al pueblo español su derecho a decidir sobre esa Carta Magna. El gobierno nacional pacta y con el dirigente Maciá, fundador de Esquerra Republicana, que acepta que se establezca de momento la Generalitat, una vieja institución que había sido disuelta. En el país vasco la Iglesia era influyente y las cosas no fueron igual que en Cataluña. Se emitió un comunicado proclamando la República Catalana dentro de la República Federal Española.
Simplemente un alcalde ya era capaz de pedir la independencia. En el país vasco, los alcaldes de Guecho, Mundaka, Elorrio y Bermeo reunidos en Guernika pidieron el reconocimiento de la República Vasca Federada. Los vascos además chocaban con el gobierno central en que allí el nacionalismo tenía profundas connotaciones religiosas contrarias a las políticas laicas y también anticlerical de Madrid.
No hubo referéndum consultivo al pueblo sobre el sistema ni la posterior Constitución, (nunca había votado el pueblo en España), que se proclamó meses después, el 9 de diciembre de 1931 en las que sólo pudieron votar los hombres (el voto femenino no fue aprobado hasta el 1 de octubre), pero si podían ser candidatas, y que dieron lugar a un parlamento con una insignificante presencia de la derecha.
De referéndum ni hablamos. Las Cortes republicanas negaron al pueblo español su derecho a decidir sobre esa Carta Magna. El gobierno nacional pacta y con el dirigente Maciá, fundador de Esquerra Republicana, que acepta que se establezca de momento la Generalitat, una vieja institución que había sido disuelta. En el país vasco la Iglesia era influyente y las cosas no fueron igual que en Cataluña. Se emitió un comunicado proclamando la República Catalana dentro de la República Federal Española.
Simplemente un alcalde ya era capaz de pedir la independencia. En el país vasco, los alcaldes de Guecho, Mundaka, Elorrio y Bermeo reunidos en Guernika pidieron el reconocimiento de la República Vasca Federada. Los vascos además chocaban con el gobierno central en que allí el nacionalismo tenía profundas connotaciones religiosas contrarias a las políticas laicas y también anticlerical de Madrid.
El clima de tranquilidad duró poco tiempo tras la proclamación de la República. La mentalidad laicista de los partidos de izquierda republicana chocaba frontalmente con el catolicismo conservador. Existió un anticlericalismo moderado, pero la mayor parte, popular, era visceral y violento.
La persecución religiosa siguió en sólo cuestión de días. Una oleada de ataques a iglesias y conventos se desató en toda España entre los días 10 y 13 de mayo, ante la flagrante pasividad del gobierno republicano.
Días después de la proclamación de la República, José Ortega y Gasset elogió la tranquilidad con la que el Gobierno provisional republicano había llevado a cabo el cambio de régimen. Se presentó por León con la ASR, y fue elegido diputado. Ya en los debates del texto de la Constitución, que duraron desde el 14 de julio hasta el 9 de diciembre, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otros intelectuales que participaron durante los mismos se dieron cuenta que aquellas Cortes no eran las que ellos habían deseado, entre otras cosas porque la mayoría de la Cámara aplaudía sus palabras, pero votaban en contra de sus proposiciones o enmiendas. Fue cuando Unamuno pronunció las palabras que pasarían a la Historia del Parlamentarismo español: “Señorías, les recuerdo que aquí no hemos venido a hacer el payaso ni el tenor, ni el jabalí”. Desilusión. No habían terminado los debates, cuando Ortega escribe en El Sol el 9 de septiembre de 1931 el segundo de sus artículos más famosos: “No es esto, no es esto”