lunes, 30 de enero de 2023

LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA - (Capítulo 2)

Por primera vez las izquierdas tenían la oportunidad de regir los destinos de la política nacional. El presidente era Alcalá Zamora, y en otros puestos, Azaña, Lerroux, Mura, Casares -Quiroga, Indalecio Prieto y otros muchos, se encontraban representando a todas las formaciones del frente que derribó la monarquía. Redactaron los decretos fundacionales de la Segunda República. Se someterían a unas Cortes Constituyentes ante las que cedería sus poderes.
En el mes de junio de 1931 se produce la primera vuelta de las elecciones generales de España consideradas a Cortes Constituyentes.  La segunda vuelta se prolongó entre el 19 de julio y el 8 de noviembre. Tuvieron el fin de elaborar una nueva Constitución. Concurrieron, la Conjunción Republicano-Socialista, compuesta por el PSOE, los radicales de Lerroux, los radical-socialistas, la Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y la Acción Republicana de Azaña, si bien cada partido concurría con su propio programa. La derecha antirrepublicana no presentó candidaturas en algunas circunscripciones.

GOBIERNO  PROVISIONAL

Fueron un triunfo rotundo a la Conjunción Republicano-Socialista. La derecha y el centro republicanos (con la excepción de los radicales) quedaban reducidos a un papel testimonial, la derecha monárquica tuvo un rotundo fracaso. Como resultado la mayoría de las izquierdas en el Parlamento dio lugar a lo que dio en llamar  “Bienio reformista” entre los años 1931 y 1933. 
Azaña, que había hecho triunfar su punto de vista en el debate y gozaba de las simpatías de los socialistas, pasara a la presidencia del Consejo de Ministros a mediados de octubre de 1931, sin dejar la cartera de Guerra.
El proceso para la elaboración de una nueva Constitución se prolongó cerca de medio año. A lo largo de aquellos meses, se sucedieron intensos debates sobre cuestiones tan controvertidas como las autonomías, la educación, la religión, la propiedad privada o el voto femenino. Uno de los puntos a decidir es que si España sería Unitaria o Federal. Se promovía la radical separación del Estado y la Iglesia.
Se reconocía la libertad sindical y corporativa. Y también se podría gobernar por decreto, y así nació lo que sería la polémica Ley de la Reforma Agraria.
Ya en los debates del texto de la Constitución, Ortega, Unamuno, Marañón, Pérez de Ayala y otro intelectuales se dieron cuenta que aquellas Cortes no eran las que ellos habían deseado. Estaba en juego nada menos que la concepción de España como nación unitaria o bien la aceptación de unas realidades históricas singulares y diferentes. Cataluña ya tenía a punto su Estatuto de Autonomía. La discusión sobre el estatuto catalán avanzaba lentamente.  El asunto vasco era diferente. Había tendencias de derecha republicanas, carlistas vascos y navarros, foralistas, etc. Tenían profundas connotaciones religiosas que chocaban con la política laica y anticlerical de Madrid.

El Pacto de San Sebastián que se realizó antes de las elecciones municipales de abril, asumía que el régimen republicano reconocería el autogobierno de Cataluña,  pero no precisaba la forma legal para su articulación, cosa que aprovechó el alcalde de Barcelona Lluis Companys proclamando la “República Catalana dentro de la República Federal Española”. Evidentemente era una transgresión, ya que aún no se habían reunido las Cortes Constituyentes. Tras negociaciones los catalanes acceden a cambiar el nombre por el de Generalitat de Cataluña, recuperando de esa forma la vieja institución en espera del estatuto de Autonomía.
El catolicismo español por entonces era muy conservador. Defendía la Unidad de España, un Estado Confesional y amplios poderes a la Iglesia. Esta mentalidad y la de los políticos progresistas chocaban y de manera convulsa estos empezaron a tomar una medidas para recortar el poder y los privilegios del clero. El catolicismo en la vida pública y social era importantísimo y tenía buena parte de la Educación y el ejército, garante de la Unidad de la Patria, que era abiertamente católica.
Pero en el mundo obrero y en la clase política había un fuerte anticlericalismo y laicismo, y también una rechazo de parte de algunos intelectuales. Esto se trasladó a las clases populares que llegaron a la visceral violencia.
CLARA CAMPOAMOR 

Ya el 10 de mayo de 1931 a raíz de la inauguración de un círculo monárquico en Madrid, se había intentado el incendio del diario ABC y se produjeron las primeras víctimas. Después se incendiaron varios edificios religiosos. Al día siguiente el Consejo de Ministros declaró el Estado de Guerra en Madrid. Los incendios se repitieron en Málaga, Sevilla, Córdoba, Alicante y Valencia, ardieron más de cien edificios religiosos y desaparecieron obras de arte de gran valor histórico.
Se amnistió a todos los presos por delitos políticos. El general Sanjurjo fue puesto al mando de la Guardia Civil. Se otorgaba a todas las religiones el mismo trato, se disolvían las órdenes religiosas y se quiso nacionalizaron sus bienes. La República reconocía a la Iglesia el derecho a enseñar su religión en sus parroquias, conventos o monasterios, pero incluso así esa enseñanza estaría sometida al control del Estado.
Un anteproyecto de la Constitución fue rechazado fundamentalmente en Navarra y a partir de esto la separación entre vascos y navarros iría en aumento hasta culminar ya durante la guerra civil en posiciones del todo distintas.
Tras las elecciones legislativas de 1931 se inició el gobierno de la coalición republicano-socialista.
El clima de tranquilidad duró poco tiempo. La mentalidad laicista de los partidos de izquierda republicana chocaba frontalmente con el catolicismo conservador. Existió un anticlericalismo moderado, pero la mayor parte, popular, era visceral y violento.
El Gobierno no actuó con decisión y se ganó dos enemigos, la Iglesia y el Ejército. Además el gobierno debía resolver los graves ataque anarquistas. Huelgas y manifestaciones en Zaragoza, Tarragona, Valencia y Murcia y más tarde en Andalucía, debiendo acudir el ejército a reestablecer la situación.
La Constitución española de 1931 aprobada el 9 de diciembre de 1931 por las Cortes Constituyentes, estuvo vigente hasta el final de la guerra civil en 1939. No hubo referéndum popular, hecho en el que las derechas resaltaban como claramente ilegal.

Tras la aprobación de la Constitución y la elección de Alcalá-Zamora como presidente de la República, Azaña se vio confirmado como presidente del Consejo de Ministros, aunque el gobierno que pudo formar resultó un poco más débil que el que había tenido hasta entonces.
Se instauró el matrimonio civil, el divorcio y la enseñanza laica. Se igualaba a la mujer y a los hombres. La política educativa formó las Misiones Pedagógicas, que eran un grupo de estudiantes y profesores universitarios que acudían a las zonas deprimidas. En general el mundo de la cultura y de la intelectualidad mostró su apoyo a la República.
En el otoño de 1931 se había debatido la aprobación del voto femenino. En aquellas Cortes sólo había dos mujeres, que irónicamente no habían podido votar: Clara Campoamor, del Partido Republicano Radical, y Victoria Kent, del Partido Republicano Radical Socialista. La primera estaba a favor del voto femenino, y la segunda en contra ya que pensaba que las mujeres serían influenciadas por el esposo o por el cura.
Aprobada la Constitución comenzaba el gobierno de la coalición republicano-socialista había que poner en marcha la leyes de la Constitución, es decir, la reforma del ejército, la reforma religiosa, la reforma agrario, la de la enseñanza y otras de menor calado.
Los partidos políticos eran un mosaico de ideas a veces antagónicas entre sí. Por lo republicanos  estaba el Radical, el Progresista, y el Conservador. Por la izquierda estaba Acción Republicana y el Radical Socialista. Pero las organizaciones obreras jugaron un papel decisivo. El partido PSOE de Prieto y Besteiro con su filial UGT de Largo Caballero. De aquí había surgido en 1921 el Partido Comunista de “la Pasionaria”. Los anarquistas estaban en la Confederación Nacional del Trabajo, (CNT) con Buenaventura Durruti y Federica Montseny.
En Cataluña el más importante fue Esquerra Republicana de Francesc Maciá y Lluis Companys. En el País Vasco la hegemonía era del PNV de José. A. Aguirre nacionalista y conservador. En Galicia surgió la Organización Republicana Gallega de Casares Quiroga.

BATALLA DE AYACUCHO

Ayacucho, 9 de diciembre de 1824 Es considerada la última batalla y desencadena el principio del fin del Imperio Español en América. En agos...