El tan mentado poder de
al-Andalus, en Hispania, diciendo que habían dominando durante 800 años, no es
verdad. Desde que llegaron comenzó una resistencia, que posteriormente se llamó
Reconquista. Es verdad que dominaron gran parte de la península durante los
tres primeros siglos, pero los reinos cristianos no existían cuando ellos
invadieron, solo el reino visigodo. Los reinos cristianos se fueron formando
lentamente y luchaban por su territorio y por la religión cristiana, que
aglutinaba a los pueblos. Como dijimos
el Califato de Córdoba (929-1031)
fue su época de esplendor. Después se dividieron en pequeños reinos, las
Taifas. Los Primeros reinos de Taifas tuvieron una vida muy corta, ligeramente
superior al medio siglo, pues fueron barridos por los invasores almorávides
(1090), que puso fin a estos reinos
independientes. Veamos:
ALFONSO VI DE LEÓN Y CASTILLA
Los Almorávides eran monjes-soldado salidos de grupos nómadas provenientes del Sáhara. Fueron los fundadores de Marraquech. Era una facción que predicaba el cumplimiento ortodoxo del islam. La reclamación realizada por Alfonso VI sobre las plazas sevillanas y el hecho de que amenazara también con tomar Córdoba y Zaragoza, determinaron a los taifas de Sevilla, Granada y Badajoz a invitar al almorávide Yusuf ibn Tashufin a pasar a la Península, algo que los almorávides esperaban con ansiedad. Llegaron en el 1085. Era una apuesta arriesgada pero los cristianos estaban sacando partido a la división musulmana en pequeños estados.
Para los cristianos la guerra contra Al-Andalus está planteada como una guerra santa y lo que era provisional es ahora permanente.
Los Almorávides eran monjes-soldado salidos de grupos nómadas provenientes del Sáhara. Fueron los fundadores de Marraquech. Era una facción que predicaba el cumplimiento ortodoxo del islam. La reclamación realizada por Alfonso VI sobre las plazas sevillanas y el hecho de que amenazara también con tomar Córdoba y Zaragoza, determinaron a los taifas de Sevilla, Granada y Badajoz a invitar al almorávide Yusuf ibn Tashufin a pasar a la Península, algo que los almorávides esperaban con ansiedad. Llegaron en el 1085. Era una apuesta arriesgada pero los cristianos estaban sacando partido a la división musulmana en pequeños estados.
Para los cristianos la guerra contra Al-Andalus está planteada como una guerra santa y lo que era provisional es ahora permanente.
YUSUF IBN-TASHUFIN
Alfonso VI exigió el pago de tributos incluso a la poderosa Sevilla, que para librarse de esto pidió ayuda a jefe almorávide Yusuf ibn-Tashufin, que logró vencer al rey castellano cerca de Badajoz en el 1086. Pero el rey cristiano prosiguió con su trabajo en tierras musulmanas. Esto hizo que ibn-Tashufin decidiera quedarse en la península, con la protestas de algunos suyos. Se inició una etapa de corrupción. Se produjeron enfrentamientos, y sometidos, debieron comprar su supervivencia a los Almorávides, los judíos con grandes sumas de dinero, pero los mozárabes se vieron obligados a emigrar.
En 1085 Alfonso VI se hace con el reino musulmán de Toledo. Los almorávides africanos se enfrentarán con Alfonso VI en Zalaca, (Badajoz), infligiéndole una severa derrota y poniendo en peligro las nuevas conquistas del reino de Toledo. Noticiado el Cid Campeador de la situación de su rey, abandona la taifa de Zaragoza (que era vasallo del rel Alfonso VI) y se presenta en Toledo para ponerse a las órdenes de su señor. Será entonces, en 1087, cuando Alfonso VI envíe al Campeador a Valencia con órdenes de asegurar a al-Qadir, el antiguo rey de Toledo, al que el cristiano había ofrecido Valencia a cambio de Toledo. El Campeador pasa por Zaragoza donde se refuerza. La llegada de Rodrigo obliga a retirarse a Berenguer Ramón II conde de Barcelona que estaba sitiando la ciudad.
Alfonso VI exigió el pago de tributos incluso a la poderosa Sevilla, que para librarse de esto pidió ayuda a jefe almorávide Yusuf ibn-Tashufin, que logró vencer al rey castellano cerca de Badajoz en el 1086. Pero el rey cristiano prosiguió con su trabajo en tierras musulmanas. Esto hizo que ibn-Tashufin decidiera quedarse en la península, con la protestas de algunos suyos. Se inició una etapa de corrupción. Se produjeron enfrentamientos, y sometidos, debieron comprar su supervivencia a los Almorávides, los judíos con grandes sumas de dinero, pero los mozárabes se vieron obligados a emigrar.
En 1085 Alfonso VI se hace con el reino musulmán de Toledo. Los almorávides africanos se enfrentarán con Alfonso VI en Zalaca, (Badajoz), infligiéndole una severa derrota y poniendo en peligro las nuevas conquistas del reino de Toledo. Noticiado el Cid Campeador de la situación de su rey, abandona la taifa de Zaragoza (que era vasallo del rel Alfonso VI) y se presenta en Toledo para ponerse a las órdenes de su señor. Será entonces, en 1087, cuando Alfonso VI envíe al Campeador a Valencia con órdenes de asegurar a al-Qadir, el antiguo rey de Toledo, al que el cristiano había ofrecido Valencia a cambio de Toledo. El Campeador pasa por Zaragoza donde se refuerza. La llegada de Rodrigo obliga a retirarse a Berenguer Ramón II conde de Barcelona que estaba sitiando la ciudad.
EL CID CAMPEADOR
El año 1088 Alfonso VI ordena a Rodrigo Diaz de Vivar que se una al ejército real que se dirigía hacia Aledo (Murcia) para levantar el asedio que sufría. Pero hubo algún fallo y se produjo un desencuentro. Con este fallo aprovechado por los enemigos de Rodrigo le acusaron ante el rey de traición y desobedecer a su rey. El Monarca creyó estas acusaciones y declaró reo al Campeador, confiscando sus bienes y apresando a su mujer e hijos. Declarado traidor por Alfonso, a partir de este momento el Campeador tendrá que sobrevivir en territorio musulmán mediante su espada; tampoco volverá a servir a ningún otro príncipe taifa, como había hecho antes durante cinco años, entre 1081 y 1086, cuando se puso al servicio del Rey de Zaragoza. En el verano de ese mismo año se instala en la huerta de Valencia donde es agasajado por al-Qadir y recibido por el Rey de Lérida.
No era ninguna novedad que musulmanes descontentos con sus señores, situaran la fe en un plano secundario y lucharan a favor de un jefe cristiano. El propio Rodrigo Díaz habría hecho algo parecido durante los años que sirvió a los príncipes de Zaragoza, servir a un señor musulmán en sus guerras contra enemigos cristianos. El gran poder adquirido por el Campeador en Levante alarmó al Rey de Lérida, que reclamó la ayuda del conde de Barcelona Berenguer Ramón II, que no podía olvidar la afrentosa derrota sufrida a manos del Cid cinco años atrás. Llegada la primavera de 1090 Berenguer se puso en camino con un inmenso ejército. Unos primeros momentos difíciles para Rodrigo, que fue derribado del caballo, la lucha acaba con la más estrepitosa derrota de Berenguer II que cayó prisionero de Rodrigo con otros 5.000 guerreros más. La libertad del conde fue convenida mediante el pago de un rescate. Poco después los dos enemigos, Rodrigo y Berenguer Ramón, llegan a un acuerdo de paz por el que el conde cede a Rodrigo las tierras del levante incluyendo Valencia. Al-Cadir pagaba los impuestos al Cid, aunque era dinero de Alfonso VI. Invadió los territorios de su rey y estando en la Taifa de Zaragoza fue perdiendo influencia en Valencia por lo cual los valencianos entregaron la ciudad a los almorávides que estaban ocupando Al-Andaluz. Rodrigo era imbatible. Pero fracasó ante Valencia. El saqueo de la Rioja habían puesto de manifiesto que Rodrigo sobresalía por su valor y capacidad como militar y por su habilidad política en crear y mantener un protectorado sobre Valencia y todo el Levante. Alfonso comprendió la realidad y como gran monarca que era, dejó de lado olvidando los antiguos conflictos y envió a Rodrigo su perdón y vuelta a la gracia real más amplia y generosa, devolviéndole todos sus bienes. El Cid se sintió muy agradecido con su rey y a partir de ese año de 1092 hubo concordia entre ambos.
El año 1088 Alfonso VI ordena a Rodrigo Diaz de Vivar que se una al ejército real que se dirigía hacia Aledo (Murcia) para levantar el asedio que sufría. Pero hubo algún fallo y se produjo un desencuentro. Con este fallo aprovechado por los enemigos de Rodrigo le acusaron ante el rey de traición y desobedecer a su rey. El Monarca creyó estas acusaciones y declaró reo al Campeador, confiscando sus bienes y apresando a su mujer e hijos. Declarado traidor por Alfonso, a partir de este momento el Campeador tendrá que sobrevivir en territorio musulmán mediante su espada; tampoco volverá a servir a ningún otro príncipe taifa, como había hecho antes durante cinco años, entre 1081 y 1086, cuando se puso al servicio del Rey de Zaragoza. En el verano de ese mismo año se instala en la huerta de Valencia donde es agasajado por al-Qadir y recibido por el Rey de Lérida.
No era ninguna novedad que musulmanes descontentos con sus señores, situaran la fe en un plano secundario y lucharan a favor de un jefe cristiano. El propio Rodrigo Díaz habría hecho algo parecido durante los años que sirvió a los príncipes de Zaragoza, servir a un señor musulmán en sus guerras contra enemigos cristianos. El gran poder adquirido por el Campeador en Levante alarmó al Rey de Lérida, que reclamó la ayuda del conde de Barcelona Berenguer Ramón II, que no podía olvidar la afrentosa derrota sufrida a manos del Cid cinco años atrás. Llegada la primavera de 1090 Berenguer se puso en camino con un inmenso ejército. Unos primeros momentos difíciles para Rodrigo, que fue derribado del caballo, la lucha acaba con la más estrepitosa derrota de Berenguer II que cayó prisionero de Rodrigo con otros 5.000 guerreros más. La libertad del conde fue convenida mediante el pago de un rescate. Poco después los dos enemigos, Rodrigo y Berenguer Ramón, llegan a un acuerdo de paz por el que el conde cede a Rodrigo las tierras del levante incluyendo Valencia. Al-Cadir pagaba los impuestos al Cid, aunque era dinero de Alfonso VI. Invadió los territorios de su rey y estando en la Taifa de Zaragoza fue perdiendo influencia en Valencia por lo cual los valencianos entregaron la ciudad a los almorávides que estaban ocupando Al-Andaluz. Rodrigo era imbatible. Pero fracasó ante Valencia. El saqueo de la Rioja habían puesto de manifiesto que Rodrigo sobresalía por su valor y capacidad como militar y por su habilidad política en crear y mantener un protectorado sobre Valencia y todo el Levante. Alfonso comprendió la realidad y como gran monarca que era, dejó de lado olvidando los antiguos conflictos y envió a Rodrigo su perdón y vuelta a la gracia real más amplia y generosa, devolviéndole todos sus bienes. El Cid se sintió muy agradecido con su rey y a partir de ese año de 1092 hubo concordia entre ambos.
AL-QADIR
Al-Qadir era el rey de la taifa de Valencia y algunos musulmanes deseaban acabar con el gobierno y con el protectorado del Cid. Por lo que aprovecharon la ausencia de Rodrigo para abrir a los almorávides las puertas de Valencia, asesinando a Al-Qadir en octubre de 1092. Vuelto Rodrigo al mes siguiente se entabla la lucha contra los almorávides y comenzó a hostigar y a preparar el asedio de la ciudad de Valencia, ahora enemiga, y en julio de 1093 puso sitio a Valencia, y decidió actuar en interés propio aprovechando el conflicto interno entre partidarios y opuestos a librar la ciudad a los almorávides.
Año y medio duraron estas operaciones hasta que finalmente en junio de 1094, tras un terrible cerco con todos los horrores y espantos del hambre, Valencia se rindió sin condiciones.
Esto enfureció al emir almorávide que pocos meses después enviaba otro segundo ejército contra el Cid. Las fuerzas almorávides iniciaron pero la mañana del 21 de octubre de 1094, sorprendidas por una salida de los sitiados y por una emboscada tendida durante la noche, al ver perdido su campamento, presas del pánico se dieron a la fuga abandonando un inmenso botín.
Tras la victoria el Cid cambia de estrategia. Ya no se conforma con someter el levante como un protectorado que paga por su defensa militar, sino que se lanza a la conquista de Valencia para crear un principado hereditario. Deja de ser el jefe de un ejército que cobra tributo a los reyezuelos locales para asumir todo el poder en la zona de forma directa, sin intermediarios. Después de espantar la amenaza almorávide, el Cid se centra en los asuntos internos y pone en marcha una durísima represión contra sus enemigos en la ciudad y en las poblaciones vecinas con las técnicas habituales de la época: ejecuciones sumarias, torturas, incendios, saqueos, destierros... Expulsa de Valencia a todos los musulmanes partidarios de los almorávides y los sustituye, en apenas dos días, por mozárabes a los que traspasa sus posesiones. Después de las purgas, se autoproclama príncipe de la ciudad, aunque antes declara formalmente la plena vigencia de la legalidad del Corán. Pero es que además de tener en sus tropas guerreros musulmanes llega incluso a designar para cargos administrativos y organizativos importantes a algún musulmán. Es el caso de su almojarife, llamado Abenabduz, encargado de gestionar el cobro de tributos (diezmo) y administrar las rentas del Campeador. Rodrigo Díaz construyó en aquel arrabal anexo a Valencia un prototipo de villa islámica, donde convivían musulmanes, cristianos, judíos y había cierta libertad de culto. Sonará extraño para los que piensan que toda la Reconquista era una guerra contra los musulmanes. El paladín de la cristiandad en aquella época, permite que sea legal el Corán en un territorio que domina. Es que entre sus filas se encontraban numerosos guerreros musulmanes, como hemos dicho anteriormente. El Cid, el Sidi, se convierte así en Soberano Cristiano de un Principado Musulmán, una difícil posición que no sólo supo mantener hasta su muerte sino que incluso consolidó.
Al-Qadir era el rey de la taifa de Valencia y algunos musulmanes deseaban acabar con el gobierno y con el protectorado del Cid. Por lo que aprovecharon la ausencia de Rodrigo para abrir a los almorávides las puertas de Valencia, asesinando a Al-Qadir en octubre de 1092. Vuelto Rodrigo al mes siguiente se entabla la lucha contra los almorávides y comenzó a hostigar y a preparar el asedio de la ciudad de Valencia, ahora enemiga, y en julio de 1093 puso sitio a Valencia, y decidió actuar en interés propio aprovechando el conflicto interno entre partidarios y opuestos a librar la ciudad a los almorávides.
Año y medio duraron estas operaciones hasta que finalmente en junio de 1094, tras un terrible cerco con todos los horrores y espantos del hambre, Valencia se rindió sin condiciones.
Esto enfureció al emir almorávide que pocos meses después enviaba otro segundo ejército contra el Cid. Las fuerzas almorávides iniciaron pero la mañana del 21 de octubre de 1094, sorprendidas por una salida de los sitiados y por una emboscada tendida durante la noche, al ver perdido su campamento, presas del pánico se dieron a la fuga abandonando un inmenso botín.
Tras la victoria el Cid cambia de estrategia. Ya no se conforma con someter el levante como un protectorado que paga por su defensa militar, sino que se lanza a la conquista de Valencia para crear un principado hereditario. Deja de ser el jefe de un ejército que cobra tributo a los reyezuelos locales para asumir todo el poder en la zona de forma directa, sin intermediarios. Después de espantar la amenaza almorávide, el Cid se centra en los asuntos internos y pone en marcha una durísima represión contra sus enemigos en la ciudad y en las poblaciones vecinas con las técnicas habituales de la época: ejecuciones sumarias, torturas, incendios, saqueos, destierros... Expulsa de Valencia a todos los musulmanes partidarios de los almorávides y los sustituye, en apenas dos días, por mozárabes a los que traspasa sus posesiones. Después de las purgas, se autoproclama príncipe de la ciudad, aunque antes declara formalmente la plena vigencia de la legalidad del Corán. Pero es que además de tener en sus tropas guerreros musulmanes llega incluso a designar para cargos administrativos y organizativos importantes a algún musulmán. Es el caso de su almojarife, llamado Abenabduz, encargado de gestionar el cobro de tributos (diezmo) y administrar las rentas del Campeador. Rodrigo Díaz construyó en aquel arrabal anexo a Valencia un prototipo de villa islámica, donde convivían musulmanes, cristianos, judíos y había cierta libertad de culto. Sonará extraño para los que piensan que toda la Reconquista era una guerra contra los musulmanes. El paladín de la cristiandad en aquella época, permite que sea legal el Corán en un territorio que domina. Es que entre sus filas se encontraban numerosos guerreros musulmanes, como hemos dicho anteriormente. El Cid, el Sidi, se convierte así en Soberano Cristiano de un Principado Musulmán, una difícil posición que no sólo supo mantener hasta su muerte sino que incluso consolidó.