Según
un historiador musulmán, en la “Dieta de Paderborn” (un acuerdo medieval),
Carlomagno recibió en 777 a los representantes de los gobernantes musulmanes de
Zaragoza, Gerona, Barcelona y Huesca, a quienes sus señores habían sido
arrinconados por Abderramán I, el emir de Córdoba.
Ofrecieron homenaje y pidieron su ayuda militar. Carlomagno, al ver la
oportunidad de extender tanto la cristiandad como su propio poder aceptó el
trato a cambio de quedarse con la ciudad de Zaragoza. Este golpe tenía como
objetivo restaurar el poder del califato abbasí en al-Ándalus.
Por
lo que atravesó los Pirineos en el 778 y recibió en Pamplona la sumisión
forzosa de los vascones. Los ejércitos se reunieron luego en Zaragoza. Husayn
de Zaragoza (el valí, gobernador) se negó a entregar la ciudad alegando que él
no había prometido nada, y también los
habitantes se negaron a entregar la ciudad y se produjo un asedio que los
zaragozanos resistieron.
recibe malas noticias desde el norte y
abandona el asedio para ocuparse de la defensa de esos territorios hacia el
Rin. Al pasar por los angostos pasos pirenaicos de Roncesvalles, recibe la
retaguardia una emboscada de los vascones que le infringieron una aplastante
derrota. Los vascones cayeron sobre su retaguardia y carros de carga,
destruyéndolos. La batalla de Roncesvalles arrojó varios famosos muertos, entre
los que se encontraba el prefecto de la Marca de Bretaña, Roldán, posterior
inspiración del Cantar de Roldán (Chanson de Roland), el famoso cantar de gesta
francés.Ante
el espíritu de independencia de las gentes de nordeste peninsular, Carlomagno
creó el reino de Aquitania, que extendió su base de un lado al otro de los
Pirineos, confiándoselo a su hijo Luis. Así en el año 785 los habitantes de
Gerona, Urgellet y la Cerdaña
traspasaran voluntariamente las ciudades a los francos.
En
el 788 muere Abderramán I, el emir de Córdoba y es sucedido por su hijo Hisham al -Rida que reinó hasta el 796 y
después Al-Hákam I desde el 796 al 822.
En
abril de 797 ya se habían producido contactos entre las autoridades militares
de la Barcelona árabe, dirigidas por el comandante de la guarnición, y la
cancillería carolingia de Aquisgrán. Sa'dun, gobernador de Barcelona, secundado
por las oligarcas hispanogodos de la
ciudad, aspiraba a transformar “Barxiluna” en un emirato independiente.
Mientras que Carlomagno ambicionaba completar el proyecto iniciado en tiempo de
Pipino el Breve, su padre, el de conquistar el territorio entre los Pirineos y
el Ebro y crear un escudo defensivo contra las incursiones árabes, la Marca
Gotia. Los francos dieron el nombre de Gotia
(en latín, Gothia) a la región habitada por los visigodos en la región
pirenaica y que cayó en poder musulmán a partir del 759 hasta la conquista de
Barcelona en 801.
ALFONSO II EL CASTO
Mientras
tanto en Asturias el rey Alfonso II
lograba tomar Lisboa a los musulmanes en el 798 y entraba en relación
con Carlomagno. El musulmán Amrus ben Yusuf que era gobernador de Talavera de
la Reina y supo que el noble de Toledo querían separarse del Emirato Cordobés y
formar uno suyo. Los clanes en Talavera eran de etnia bereber y otros eran
árabes por lo que eran enemigos. En ausencia de Amrus atacan
Talavera los toledanos. Logra sofocar la
revuelta al llegar y en el 799 conquista Zaragoza y en 802 se hace con Huesca,
consolida el poder musulmán y fortifica Tudela, punta de lanza contra los
dominio orientales de Alfonso II y los rebeldes vascones.
En
el 806, Amrus, al inaugurar una fortaleza invita a los nobles toledanos
conjurados contra Córdoba, a la que asistía el futuro emir Abderramán II, y los invitados fueron decapitados uno
a uno en presencia del futuro emir. Lo que se conoce como la “Jornada del foso
de Toledo o “La noche toledana”.
Alfonso
II de Asturias mandó construir un
iglesia y surgieron leyendas y el campo fue llamado “Campus Stella”,
(Compostela), por la estrella que indicó con su resplandor el sitio exacto de
la tumba. Tales fueron los modestos comienzos de una devoción llamada a
hacer de Compostela el más importante
centro de peregrinación de Occidente.
Por
su parte, en el Imperio todo se precipita a partir de la primavera del año 800,
en una magna asamblea celebrada en Tolosa en que se tomó el acuerdo de
conquistar Barcelona. Carlomagno envió a su hijo y heredero el 3 de abril del
801, Luis el Piadoso, con sus tropas en Barcelona, y ponían fin a una efímera
etapa de dominación árabe. Por lo tanto se produjo la batalla y los
barceloneses, dirigidos por el musulmán Sa'dun, ofrecieron una resistencia
encarnizada, las murallas ofrecían una protección segura, y los francos
tuvieron que resignarse a estrechar el asedio. Esta situación se mantuvo
durante varios meses. El poder árabe en
Barcelona no pasó nunca de la existencia de una guarnición de un centenar de
soldados, que nunca intervinieron en la vida cultural y económica de la ciudad.
Pero sorprendentemente, los barceloneses, abrirían las puertas de la ciudad al
ejército franco; y aquel paisaje de relativa libertad e independencia
desaparecería engullido por la nueva superestructura carolingia. Los
barceloneses se entregaron a Carlomagno. Los hispanogodos, que estaban
habitando sometidos por los musulmanes, previendo la inutilidad de su
sacrificio, pactaron las condiciones de la rendición a espaldas de la
guarnición árabe. El cambio de bando de las élites, las oligarquías de origen
hispano visigodo es la razón que explica no sólo la conquista e incorporación
de Barcelona al Imperio franco, sino el papel destacado que, inmediatamente,
alcanzará la ciudad en el mundo político, militar, económico y cultural
carolingio. Pero, también, nos revela que aquellas élites barcelonesas
abandonaron a los árabes, convencidos de que los francos les darían el mismo
trato que habían recibido las oligarquías locales de Nimes, de Narbona, de
Carcasona, de Elna o de Gerona; durante la conquista carolingia de la vieja
Septimania (737-785).
El
elemento indígena y visigótico fue, pues, una fuerza política ante la cual los
reyes francos prefirieron contemporizar.
La
empresa carolingia de conquista del arco mediterráneo se hizo con una
importante participación de los descendientes del éxodo de las actuales
Tarragona y Narbona, que se habían exiliado al país de los francos durante la
ocupación árabe (714 -723). Mas adelante la segunda, tercera y cuarta
generación de aquel exilio alcanzarían un papel protagonista en la
reorganización de la nueva Marca de Gotia. Aquellos hijos del exilio a medida
que avanzaba la conquista no fueron nunca vistos como extranjeros por la
población indígena.
Los francos dieron el nombre de Gotia (en
latín, Gothia) a la región habitada por los visigodos en la región pirenaica. El nombre de Gotia se usó entonces porque
esta zona había sido parte del reino visigodo desde el siglo V y muchos nobles
visigodos se habían refugiado en la zona tras la conquista musulmana de la
península Ibérica.
Carlomagno
pacta con los musulmanes la creación de esos límites territoriales. Territorios
del sur de Francia y del norte de la península ibérica que derivó en la
formación de un conjunto de pequeños condados vinculados a los monarcas
francos. El control de la Marca Hispánica fue el único territorio hispano de
influencia carolingia. Y aunque los musulmanes consiguieron penetrar en los
Pirineos occidentales, no fue por mucho tiempo dejando aislada por ejemplo
Navarra, no entrando de esta forma en la Marca Hispánica que había establecido
el Imperio Carolingio.
MARCA HISPÁNICA
Durante
las dos primera décadas del siglo IX menudearon las incursiones de francos y
musulmanes sobre las costas y el territorio enemigo. Los musulmanes trataron de
recuperar Barcelona, sin éxito.
El
emir de Córdoba ya era Abderramán II desde el 822. Hubo una segunda batalla de Roncesvalles en el
824. Cuando las fuerzas francas entraban en Pamplona fueron sorprendidas por
aquel paso pirenaico siendo esta vez los vascones de Íñigo Arista, los
aragoneses de García el malo, y grupos
musulmanes dependientes de la familia de los Banu Qasi, (aquellos que se convirtieron
al islam para conservar su territorio, prácticamente gran parte de lo que es
Navarra). Así la zona controlada por los francos quedo reducida a la zona entre
los pirineos y el mar, y una línea formadas por el río Llobregat. De ahí
salieron los cinco condados de Barcelona, Ampurias, Gerona Rosellón y
Urgel-Cerdaña, que nunca fue una unidad administrativa. Al principio vinculados
al reino de Aquitania, dentro del marquesado de Tolosa, y en el año 817 se reorganiza el Imperio
Carolingio y estos condados fueron el Marquesado de Gothia, cuyo primer marqués
fue el conde Bera de Barcelona.
Según
un historiador musulmán, en la “Dieta de Paderborn” (un acuerdo medieval),
Carlomagno recibió en 777 a los representantes de los gobernantes musulmanes de
Zaragoza, Gerona, Barcelona y Huesca, a quienes sus señores habían sido
arrinconados por Abderramán I, el emir de Córdoba.
Ofrecieron homenaje y pidieron su ayuda militar. Carlomagno, al ver la
oportunidad de extender tanto la cristiandad como su propio poder aceptó el
trato a cambio de quedarse con la ciudad de Zaragoza. Este golpe tenía como
objetivo restaurar el poder del califato abbasí en al-Ándalus.
Por lo que atravesó los Pirineos en el 778 y recibió en Pamplona la sumisión forzosa de los vascones. Los ejércitos se reunieron luego en Zaragoza. Husayn de Zaragoza (el valí, gobernador) se negó a entregar la ciudad alegando que él no había prometido nada, y también los habitantes se negaron a entregar la ciudad y se produjo un asedio que los zaragozanos resistieron.
Por lo que atravesó los Pirineos en el 778 y recibió en Pamplona la sumisión forzosa de los vascones. Los ejércitos se reunieron luego en Zaragoza. Husayn de Zaragoza (el valí, gobernador) se negó a entregar la ciudad alegando que él no había prometido nada, y también los habitantes se negaron a entregar la ciudad y se produjo un asedio que los zaragozanos resistieron.
recibe malas noticias desde el norte y
abandona el asedio para ocuparse de la defensa de esos territorios hacia el
Rin. Al pasar por los angostos pasos pirenaicos de Roncesvalles, recibe la
retaguardia una emboscada de los vascones que le infringieron una aplastante
derrota. Los vascones cayeron sobre su retaguardia y carros de carga,
destruyéndolos. La batalla de Roncesvalles arrojó varios famosos muertos, entre
los que se encontraba el prefecto de la Marca de Bretaña, Roldán, posterior
inspiración del Cantar de Roldán (Chanson de Roland), el famoso cantar de gesta
francés.
Ante
el espíritu de independencia de las gentes de nordeste peninsular, Carlomagno
creó el reino de Aquitania, que extendió su base de un lado al otro de los
Pirineos, confiándoselo a su hijo Luis. Así en el año 785 los habitantes de
Gerona, Urgellet y la Cerdaña
traspasaran voluntariamente las ciudades a los francos.
En el 788 muere Abderramán I, el emir de Córdoba y es sucedido por su hijo Hisham al -Rida que reinó hasta el 796 y después Al-Hákam I desde el 796 al 822.
En abril de 797 ya se habían producido contactos entre las autoridades militares de la Barcelona árabe, dirigidas por el comandante de la guarnición, y la cancillería carolingia de Aquisgrán. Sa'dun, gobernador de Barcelona, secundado por las oligarcas hispanogodos de la ciudad, aspiraba a transformar “Barxiluna” en un emirato independiente. Mientras que Carlomagno ambicionaba completar el proyecto iniciado en tiempo de Pipino el Breve, su padre, el de conquistar el territorio entre los Pirineos y el Ebro y crear un escudo defensivo contra las incursiones árabes, la Marca Gotia. Los francos dieron el nombre de Gotia (en latín, Gothia) a la región habitada por los visigodos en la región pirenaica y que cayó en poder musulmán a partir del 759 hasta la conquista de Barcelona en 801.
En el 788 muere Abderramán I, el emir de Córdoba y es sucedido por su hijo Hisham al -Rida que reinó hasta el 796 y después Al-Hákam I desde el 796 al 822.
En abril de 797 ya se habían producido contactos entre las autoridades militares de la Barcelona árabe, dirigidas por el comandante de la guarnición, y la cancillería carolingia de Aquisgrán. Sa'dun, gobernador de Barcelona, secundado por las oligarcas hispanogodos de la ciudad, aspiraba a transformar “Barxiluna” en un emirato independiente. Mientras que Carlomagno ambicionaba completar el proyecto iniciado en tiempo de Pipino el Breve, su padre, el de conquistar el territorio entre los Pirineos y el Ebro y crear un escudo defensivo contra las incursiones árabes, la Marca Gotia. Los francos dieron el nombre de Gotia (en latín, Gothia) a la región habitada por los visigodos en la región pirenaica y que cayó en poder musulmán a partir del 759 hasta la conquista de Barcelona en 801.
ALFONSO II EL CASTO
En el 806, Amrus, al inaugurar una fortaleza invita a los nobles toledanos conjurados contra Córdoba, a la que asistía el futuro emir Abderramán II, y los invitados fueron decapitados uno a uno en presencia del futuro emir. Lo que se conoce como la “Jornada del foso de Toledo o “La noche toledana”.
Alfonso II de Asturias mandó construir un iglesia y surgieron leyendas y el campo fue llamado “Campus Stella”, (Compostela), por la estrella que indicó con su resplandor el sitio exacto de la tumba. Tales fueron los modestos comienzos de una devoción llamada a hacer de Compostela el más importante centro de peregrinación de Occidente.
Por su parte, en el Imperio todo se precipita a partir de la primavera del año 800, en una magna asamblea celebrada en Tolosa en que se tomó el acuerdo de conquistar Barcelona. Carlomagno envió a su hijo y heredero el 3 de abril del 801, Luis el Piadoso, con sus tropas en Barcelona, y ponían fin a una efímera etapa de dominación árabe. Por lo tanto se produjo la batalla y los barceloneses, dirigidos por el musulmán Sa'dun, ofrecieron una resistencia encarnizada, las murallas ofrecían una protección segura, y los francos tuvieron que resignarse a estrechar el asedio. Esta situación se mantuvo durante varios meses. El poder árabe en Barcelona no pasó nunca de la existencia de una guarnición de un centenar de soldados, que nunca intervinieron en la vida cultural y económica de la ciudad. Pero sorprendentemente, los barceloneses, abrirían las puertas de la ciudad al ejército franco; y aquel paisaje de relativa libertad e independencia desaparecería engullido por la nueva superestructura carolingia. Los barceloneses se entregaron a Carlomagno. Los hispanogodos, que estaban habitando sometidos por los musulmanes, previendo la inutilidad de su sacrificio, pactaron las condiciones de la rendición a espaldas de la guarnición árabe. El cambio de bando de las élites, las oligarquías de origen hispano visigodo es la razón que explica no sólo la conquista e incorporación de Barcelona al Imperio franco, sino el papel destacado que, inmediatamente, alcanzará la ciudad en el mundo político, militar, económico y cultural carolingio. Pero, también, nos revela que aquellas élites barcelonesas abandonaron a los árabes, convencidos de que los francos les darían el mismo trato que habían recibido las oligarquías locales de Nimes, de Narbona, de Carcasona, de Elna o de Gerona; durante la conquista carolingia de la vieja Septimania (737-785).
El elemento indígena y visigótico fue, pues, una fuerza política ante la cual los reyes francos prefirieron contemporizar.
La empresa carolingia de conquista del arco mediterráneo se hizo con una importante participación de los descendientes del éxodo de las actuales Tarragona y Narbona, que se habían exiliado al país de los francos durante la ocupación árabe (714 -723). Mas adelante la segunda, tercera y cuarta generación de aquel exilio alcanzarían un papel protagonista en la reorganización de la nueva Marca de Gotia. Aquellos hijos del exilio a medida que avanzaba la conquista no fueron nunca vistos como extranjeros por la población indígena.
Los francos dieron el nombre de Gotia (en latín, Gothia) a la región habitada por los visigodos en la región pirenaica. El nombre de Gotia se usó entonces porque esta zona había sido parte del reino visigodo desde el siglo V y muchos nobles visigodos se habían refugiado en la zona tras la conquista musulmana de la península Ibérica.
MARCA HISPÁNICA
Durante las dos primera décadas del siglo IX menudearon las incursiones de francos y musulmanes sobre las costas y el territorio enemigo. Los musulmanes trataron de recuperar Barcelona, sin éxito.
El emir de Córdoba ya era Abderramán II desde el 822. Hubo una segunda batalla de Roncesvalles en el 824. Cuando las fuerzas francas entraban en Pamplona fueron sorprendidas por aquel paso pirenaico siendo esta vez los vascones de Íñigo Arista, los aragoneses de García el malo, y grupos musulmanes dependientes de la familia de los Banu Qasi, (aquellos que se convirtieron al islam para conservar su territorio, prácticamente gran parte de lo que es Navarra). Así la zona controlada por los francos quedo reducida a la zona entre los pirineos y el mar, y una línea formadas por el río Llobregat. De ahí salieron los cinco condados de Barcelona, Ampurias, Gerona Rosellón y Urgel-Cerdaña, que nunca fue una unidad administrativa. Al principio vinculados al reino de Aquitania, dentro del marquesado de Tolosa, y en el año 817 se reorganiza el Imperio Carolingio y estos condados fueron el Marquesado de Gothia, cuyo primer marqués fue el conde Bera de Barcelona.
Durante las dos primera décadas del siglo IX menudearon las incursiones de francos y musulmanes sobre las costas y el territorio enemigo. Los musulmanes trataron de recuperar Barcelona, sin éxito.
El emir de Córdoba ya era Abderramán II desde el 822. Hubo una segunda batalla de Roncesvalles en el 824. Cuando las fuerzas francas entraban en Pamplona fueron sorprendidas por aquel paso pirenaico siendo esta vez los vascones de Íñigo Arista, los aragoneses de García el malo, y grupos musulmanes dependientes de la familia de los Banu Qasi, (aquellos que se convirtieron al islam para conservar su territorio, prácticamente gran parte de lo que es Navarra). Así la zona controlada por los francos quedo reducida a la zona entre los pirineos y el mar, y una línea formadas por el río Llobregat. De ahí salieron los cinco condados de Barcelona, Ampurias, Gerona Rosellón y Urgel-Cerdaña, que nunca fue una unidad administrativa. Al principio vinculados al reino de Aquitania, dentro del marquesado de Tolosa, y en el año 817 se reorganiza el Imperio Carolingio y estos condados fueron el Marquesado de Gothia, cuyo primer marqués fue el conde Bera de Barcelona.