viernes, 16 de febrero de 2024

FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS

Nació en Sevilla en 1484 y murió en Madrid en 1565. Fue fraile Dominico,  obispo, teólogo, defensor de los indios.

En Granada firmaban los Reyes el nombramiento de Nicolás de Ovando como gobernador de las Antillas. El 13 de febrero de 1502, junto con su padre zarpaban de Sanlúcar y arribaron a Santo Domingo el 15 de abril de 1502.

Los dominicos llegaron a La Española en 1510. Procedían de una vida religiosa renacida y llevaban un alto sentido humanitario y la rica doctrina de santo Tomás de Aquino. Las Casas tomó contacto con ellos, oyó el sermón-denuncia de Montesinos: ¿Estos no son hombres? ¿Con éstos no se deben guardar y cumplir los preceptos de caridad y de la justicia? ¿Estos no tenían sus tierras propias y sus señores y señoríos? ¿Estos hannos ofendido en algo? ¿La ley de Cristo, no somos obligados a predicársela y trabajar con toda diligencia de convertirlos?... Todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.

Sermón de Fray Antonio. Santo Domingo, diciembre de 1511.

De las Casas se ordenó sacerdote. A principios de 1513 pasó a Cuba y obtuvo una excelente encomienda. Le visitaron unos padres dominicos, conversaron y despertaron sus dudas. No era lógico predicar contra la encomienda siendo encomendero. El resultado: su primera conversión. Devolvió la encomienda, dispuesto a defender a los indios para siempre. Salió para La Española, se entrevistó con fray Córdoba que le habló de un viaje a España, con Montesino y otro fraile. Embarcaron, en efecto, en septiembre de 1515 y llegaron a Sevilla el 6 de octubre. Visitó al arzobispo Deza, quien le dio cartas para el Rey: quería “notificarle la perdición de estas tierras”; pero la audiencia, que sería en Sevilla, nunca se celebró. El Rey murió el 23 de enero de 1516, (Felipe I). Dirigió un Memorial de remedios (1516) a Adriano de Utrech, el que fue valido del rey Felipe el hermoso. Propone la construcción de fortalezas defensivas, que la penetración y la evangelización fuesen pacíficas, la liberación de esclavos, la creación de diócesis, la restitución de todo lo robado. Explica después la organización de comunidades mixtas y la radical supresión de la encomienda. El cardenal Cisneros y Adriano le oyeron complacidos, y le encargaron elaborar un plan de reforma de las Indias, estableciendo comunidades indígenas libres, otras intervenidas por funcionarios reales, y el cumplimiento de la Leyes de Burgos de 1512 de Fernando el católico.

FRAY ANTONIO DE MONTESINOS

En su Informe (1 de abril de 1517), los indios no quedaban bien parados y se desecha la idea de comunidades indígenas. Las Casas, aconsejado por los dominicos, regresó a España el 3 de junio de 1517. Fue a ver a Cisneros, pero estaba muy grave, y se fue a Valladolid a esperar al nuevo rey, Carlos I, Emperador, que llegó el 18 de noviembre. Bartolomé se ganó a sus consejeros flamencos y logró presentar su proyecto al Rey. Consciente de que no lograría suprimir la encomienda, si antes no demostraba que la supresión no suponía la ruina económica trazó un plan socioeconómico de colonización pacífica con una consecuencia clara: el aumento de población y de riquezas, aunque no era fácil ponerlo en práctica, pues significaba un cambio radical del sistema, con dificultades insalvables. No llegó a discutirse. El Rey partió para Coruña el 25 de enero de 1520, y el día antes de embarcar firmó la capitulación para poblar la costa de Paría (19 mayo 1520). Eran veintisiete puntos que precisaban su finalidad: colonización y evangelización pacífica, tributos para el rey y modo y manera de tratar a los indios. Las Casas embarcó con los labradores en Sanlúcar el 15 de diciembre de 1520 y llegaron a Puerto Rico en febrero de 1521. La expedición fue un fracaso, y casi una tragedia.

Las Casas ingresó en el noviciado de los dominicos en 1522 y profesó a finales del año siguiente. Abandonado su plan de colonización, siguió una etapa de silencio y estudio y desarrolló su vocación de escritor. En 1526: “De único vocationis modo”. El planteamiento es muy claro: “la única norma para llevar a los pueblos la religión cristiana, es la evangelización pacífica”. Quiso decir dos cosas: no hay más que un camino de evangelizar: la persuasión del entendimiento y la invitación de la voluntad. Y este camino es común para todos los hombres. El Papa trató de los derechos naturales de los indios, y aunque no tuviesen fe no carecían de libertad y dominio, y no se les podía esclavizar. Su oponente, Ginés de Sepúlveda en cuanto a métodos de evangelización, militó en campo contrario. No trató de que se obligase, directa y absolutamente, a los indios a hacerse cristianos. Tal sería la conquista previa, para que los indios pudiesen ser más cómodamente catequizados. Las Casas concluyó categóricamente: la guerra que se hace a los indios es temeraria, porque es contraria al derecho natural, divino y humano; injusta, porque los indios no han injuriado a los españoles y tiránica, porque es cruel y violenta. Y, en consecuencia, todos los que de algún modo, han cooperado a esta guerra, han pecado gravemente; están obligados a restituir, y los clérigos que castigan a los indios son culpables. El libro es sorprendente por su alcance universal.

Volvió a España en 1540. Su propósito era plantear a Carlos V en 1542 la reforma general del gobierno de las Indias, para lo cual había preparado documentación. Los razonamientos teológicos, jurídicos, históricos son abrumadores. El autor no duda de la soberanía del Rey sobre las Indias, en virtud de la Bula de donación, compatible con la libertad de los nativos, que la pierden cuando son sometidos a la jurisdicción y servidumbre de los encomenderos. El otro documento fue la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, también de 1542 y editado en 1552. El más endeble y el más difundido. Pero se excedió e hizo daño a España, con relatos que la crítica histórica y el sentido común necesariamente han de calificar de inverosímiles.

La Leyes Nuevas de 1542. La esclavitud de indios fue un hecho. Carlos V la prohibió en 1530; pero ante la reacción de los españoles, la restableció cuatro años más tarde. Las Leyes Nuevas vienen a recoger una parte importante de esta corriente crítica. El 20 de noviembre de 1542 fueron promulgadas en Barcelona. Cinco son los puntos que aquí se pueden subrayar: 1) la dignidad del indio, considerándolo como un súbdito más de la Corona; 2) la eliminación de la esclavitud; 3) la anulación de la encomienda, como principio de servidumbre; 4) la supresión de la guerra de conquista; 5) las cláusulas de seguridad de estas determinaciones, mediante vigilancia, procesos judiciales, castigos.

 

Las Casas influyó en estas leyes, pero no las aprobó, pues, a pesar de los avances indudables, mantenían la encomienda, aunque no serían ya hereditarias. En 1543 escribió al Emperador. Sus quejas fueron examinadas y se tuvieron en cuenta, incluyendo en la Leyes algunas disposiciones complementarias. Fueron imprevistas pero su contenido se fue imponiendo poco a poco e influyeron con su humanitarismo.

El dominico volvió a presentar nuevos Memoriales al Rey en 1543, protestó porque no se hubiesen abolido inmediatamente las encomiendas. Expuso y fundamentó la predicación pacífica y la abolición de la esclavitud, y esbozó su teoría de soberanía imperial. Fue un gran momento para fray Bartolomé. El cenit de su prestigio. Y fue nombrado obispo de Chiapas (1543). Consagrado en Sevilla (1544), se trasladó a Indias y entró en su sede al año siguiente. Por la oposición el fraile renunció a su obispado, pero no a su cargo de defensor de los indios.

En 1547, regresa definitivamente a España. Es la época de sus grandes obras. Interesan los Tratados, en los que sintetizó sus ideas con más precisión y orden.

Ilustra su negativa con el testamento de Isabel la Católica, “que debía tener entendida la intención del Papa” algo mejor que Sepúlveda, y con la instrucción que los Reyes dieron a Colón. Afirma que, antes de bautizarse, los infieles no eran súbditos de la Iglesia, y “no se les puede poner o quitar señor”. Pero, después de convertidos, “la Iglesia puede ejercer su jurisdicción temporal en ellos, como en súbditos”, si fuera necesario para la conversión de la fe.

He aquí algunos principios: 1) Todos los hombres son libres; la libertad es inherente a la persona humana. La esclavitud es un fenómeno accidental, no obedece a causas naturales. Su convicción de que los reyes de España eran soberanos de las Indias, basada en un principio teocrático, era tan sólida como siempre. Y lo que pretendía era concluir que la enajenación perpetua de la encomienda era radicalmente injusta.

De Las Casas defendió durante bastante tiempo que se llevaran esclavos negros a América para sustituir a los indios en los trabajos más duros. Sin embargo, al final de su vida se arrepintió y condenó la esclavitud de los negros. Su visita a Lisboa en 1547, el principal puerto negrero en Europa, fue cuando los dominicos portugueses le informaron sobre el brutal apresamiento de esclavos negros en las costas africanas, realizada las por Portugueses, ingleses, holandeses y franceses, con la ayuda pagada de otros negros africanos que se internaban y “conseguían” hombres y algunas mujeres en las tribus.

SAN PEDRO CLAVER 

Pero a pesar de estar en contra de la esclavitud de los negros, nunca incluyó en sus escritos a los negros en su lucha. Posiblemente fuera porque España no participaba en ese comercio.

Los últimos años de Las Casas fueron fecundos. Desde 1551 hasta su muerte, Las Casas fue nombrado procurador de indios, con la misión de transmitir a las autoridades las quejas de la población indígena de toda la América española. Insatisfecho con lo logrado y dispuesto a seguir luchando (a pesar de recibir una pensión vitalicia de la Corona.

En Madrid, escribió dos tratados polémicos. Lo cierto es que Las Casas con su publicación en 1552, de una serie de escritos críticos, entre los que se incluía la Brevísima relación de la destrucción de las Indias; en ella denunciaba los abusos de la colonización española con una amplitud de miras incomprensible para su época, pero con tal acritud que sería empleada con fines propagandísticos por los enemigos de los Habsburgo, contribuyendo a engrosar la llamada “Leyenda negra”.

El fraile falleció el 18 de julio de 1565 en el convento de Nuestra Señora de Atocha, en Madrid.

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