miércoles, 30 de abril de 2025

VICTORIA KENT - AB0GADA Y POLÍTICA

Málaga, 6 marzo 1892 – Nueva York, 25 noviembre 1987.
En Madrid vivió en la Residencia de Señoritas fundada por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en 1915, y vinculada a la Institución Libre de Enseñanza. Por aquel entonces, dirigía la Residencia la pedagoga María de Maeztu. Precisamente, Victoria se costeaba sus estudios, además de con clases particulares, enseñando en el Instituto-Escuela de Enseñanza Secundaria que desde 1918 dirigía también la propia Maeztu.


En Madrid, donde gozaba de una mayor libertad, se afilió a la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, a la que también pertenecía Clara Campoamor, y al Lyceum Club del que fue vicepresidenta.
En 1924 obtuvo el doctorado con una tesis sobre la reforma de las prisiones, y solicitó su ingreso en el Colegio de Abogados de Madrid, siendo la primera mujer que entró a formar parte de dicho Colegio en 1925.
También, tras proclamarse la República, ingresaría en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
en 1930 su nombre saltó a la prensa nacional e internacional al convertirse en la primera mujer que actuó como abogada en un Tribunal Militar. Su defendido ante el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, el dirigente republicano Álvaro de Albornoz, había sido procesado y detenido por el delito de “sublevación para la rebelión militar” por haber participado en los preparativos para un levantamiento contra la Monarquía de Alfonso XIII. El Consejo de Guerra del 20 de marzo de 1931 tuvo mucho eco en la prensa de la época y la brillante actuación de Victoria Kent al obtener la absolución de su defendido (“el maestro que le había contagiado el fervor de la justicia”) le otorgó una gran popularidad y prestigio.
Ese mismo año, su confesada “vocación política combativa” la llevó a unirse al Partido Republicano Radical Socialista, fundado en 1929 y liderado por el propio Álvaro de Albornoz y por Marcelino Domingo, que se convertiría —tras las primeras elecciones generales de la República— en el tercer grupo parlamentario, aunque más adelante se fusionaría con Acción Republicana dando lugar a Izquierda Republicana.


Victoria Kent obtuvo el acta de diputada por Madrid en las elecciones a Cortes Constituyentes de junio de 1931 e intervino activamente en las deliberaciones sobre el proyecto de Constitución de la República.
Era una de las tres únicas mujeres diputadas junto a Margarita Nelken y Clara Campoamor, y con la excepción de los temas relacionados con la igualdad de sexos y con el voto femenino, su actuación parlamentaria no fue especialmente relevante.
No obstante, es muy conocida su participación en el debate sobre el derecho al voto de las mujeres porque —a pesar de sus ideas feministas y progresistas (como revela su defensa del divorcio)— no se mostró partidaria de introducir en la futura Constitución republicana el derecho al voto para la mujer, porque estaba convencida de que la falta de instrucción y preparación social y política de las mujeres españolas de la época beneficiaría a la derecha católica y perjudicaría a la República. No confiaba en la capacidad de las mujeres y pensaba, en definitiva, que el voto de la mujer sería un “voto dado por el confesor” y, por tanto, peligroso para la República. De ahí que se mostrara partidaria de que se aplazara el reconocimiento del sufragio femenino, aunque ello supusiera renunciar a sus ideales por una cuestión de oportunidad o pragmatismo político.
En 1931, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, un liberal, le otorgó el cargo de la Dirección General de Prisiones, que dependía del Ministerio de Justicia, a cuya cabeza se encontraba entonces Fernando de los Ríos, el ilustre profesor e histórico dirigente socialista, a quien ella admiraba por su lucha por el cambio social. Como ella misma confesó, ningún otro cargo podría haberle complacido más.

Niceto Alcalá-Zamora 
En esta Dirección, aunque estuvo sólo catorce meses, llevó a cabo una intensa labor que, aparte de darle una gran popularidad. Siguiendo la tradición de su admirada Concepción Arenal, nombrada visitadora de cárceles en el siglo XIX, Kent creía firmemente en la necesidad de humanizar las cárceles. Su objetivo consistía en “corregir al delincuente con el propósito de devolverle a la sociedad como un hombre útil”.
Sin embargo, la situación de las prisiones españolas de la época estaba muy lejos de estos ideales.. Porque dentro del duro mundo de las prisiones, la situación de las mujeres presas era todavía peor que la de los hombres.
Por todo ello, el Instituto puso en marcha la preparación de un personal civil femenino que sustituyera a las monjas de las órdenes religiosas que hasta entonces trabajaban en las cárceles de mujeres con más buena voluntad (en el mejor de los casos) que conocimientos penitenciarios.
Tras la deliberación de las medidas en el Consejo de Ministros que presidía Manuel Azaña ella comprendió que no contaría con su apoyo ni con el del resto del Gobierno, por lo que decidió dimitir.
Una vez aceptada su dimisión, dio conferencias y mítines por diversas ciudades españolas y se volcó en la actividad parlamentaria y en la promoción de la unidad de todos los republicanos progresistas que culminó con la creación de la Federación de Izquierda Republicana en 1934 cuyo Comité Político dirigiría la propia Kent.
En las siguientes elecciones generales de 1933 no salió elegida diputada. Precisamente, en 1934, presidió la Sección Jurídica del Comité Nacional pro- Thälman, dirigente comunista alemán encarcelado por los nazis y que moriría en Buchenwald.
En las elecciones de febrero de 1936 consiguió de nuevo un acta de diputada por la provincia de Jaén, pero el estallido en julio de ese mismo año de la Guerra Civil dio un nuevo rumbo a su trayectoria política.
En junio de 1937 el Gobierno de la República la nombró secretaria de la embajada de España en París para el cuidado de las evacuaciones de refugiados, especialmente los niños, a medida que caían los frentes republicanos.
Entre sus tareas estaba la de buscarles asilo en Francia.
Al finalizar la guerra, permaneció como exiliada en París colaborando en la salida de refugiados españoles hacia América, pero al no poder huir ella misma debido a que las compañías de navegación francesas habían suspendido sus viajes a México, tuvo que vivir oculta bajo el nombre de Madame Duval durante la ocupación alemana, tratando de evitar que la Gestapo la encontrara y entregara a las autoridades franquistas, que habían advertido a las autoridades de Vichy (Victoria Kent había pertenecido, además, a la organización “Mujeres Antifascistas” junto con otras destacadas republicanas, socialistas y comunistas, como la misma Dolores Ibárruri). De este modo, entre 1940 y 1944, pasó la época más difícil de su vida, viviendo solitaria y encerrada, primero en la embajada de México en París durante casi un año, y luego en un apartamento del Bois de Boulogne gracias a la protección de su amiga Adèle Blonay, dirigente de la Cruz Roja. Estos cuatro años de su vida son los que relata su álter ego masculino, Plácido, en su libro Cuatro años en París, publicado por primera vez en 1947 y cuya reedición presentaría años más tarde, en 1978, en su última visita a su país natal.
Después de la liberación de la capital francesa, de haber recibido la Cruz de Lorena que otorgaban las mujeres de la Resistencia, de haber creado la Unión de Intelectuales Españoles con un grupo de exiliados (entre ellos, su amigo malagueño Picasso) y haber trabajado en una editorial durante la posguerra, marchó a vivir a México donde, además de dar conferencias en la Academia Mexicana de Ciencias Penales, dio clases de Derecho Penal y charlas en la Universidad de la capital, y fundó la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, de la que fue directora dos años. Además, continuó teniendo contacto con exiliados españoles. También en Argentina colaboró con su antiguo profesor Jiménez de Asúa.
Sin embargo, en 1950, se trasladó a Nueva York a petición de la Organización de las Naciones Unidas, que le ofreció trabajar en la Sección de Asuntos Sociales. Desempeñó el cargo hasta 1952, año en que dimitió por parecerle el trabajo excesivamente burocrático y con poco espacio para su propia iniciativa.
En 1953, en la misma ciudad, con sus propios ahorros y gracias a la ayuda que le prestaron algunos amigos fundó y dirigió la revista mensual Ibérica, órgano del exilio español en Nueva York y expresión de los valores republicanos, en cuyo primer número, aparecido en enero de 1954, colaboró Salvador de Madariaga —que sería también su presidente de honor— y que dejaría de publicarse veinte años después ante las expectativas de la muerte del dictador. La revista se editó primero en español y en inglés, y desde 1966 sólo en español.
Por eso, la revista publicaba las noticias llegadas desde España con el fin de informar de la situación real bajo la dictadura de Franco.
El 11 de octubre de 1977, Victoria Kent, tras largos años de exilio, regresó a España para una estancia breve acompañada de su amiga Louis Crane, en cuya residencia de Manhattan vivía ya desde hacía mucho tiempo.
A su llegada a la capital de España criticó que se silenciara la voz del republicanismo. Asimismo, hizo un llamamiento a la concordia y pidió la amnistía total y el restablecimiento de las autonomías. Mantuvo su residencia en Nueva York, ciudad en la que falleció el 25 de septiembre de 1987. Un año antes había recibido la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort del Ministerio de Justicia como reconocimiento a su
labor, aunque ya no pudo acudir a recogerla.
 
 

martes, 29 de abril de 2025

DIEGO DE SILVA VELÁZQUEZ

Nació en Sevilla en 1599. Murió en Madrid en 1660. La personalidad artística más destacada de su tiempo y también la figura culminante del arte español, sin rival hasta los tiempos de Goya.

Realizó su aprendizaje en Sevilla, en el taller de Francisco Pacheco, con cuya hija se casó en 1617. Cuando todavía era un adolescente, pintó algunas obras religiosas (La Inmaculada Concepción, La Adoración de los Reyes Magos) con un realismo inusual y pronunciados efectos de claroscuro. A la misma época pertenece una serie de obras con figuras de prodigiosa intensidad y una veracidad intensísima, entre otros ejemplos se pueden citar Vieja friendo huevos y El aguador de Sevilla.

Vieja Firendo huevos

Estas obras le valieron cierta reputación, que llegó hasta la corte, por lo que en 1623 fue llamado a Madrid por el conde-duque de Olivares, valido de Felipe IV, para que pintara un retrato del rey; tanto gustó la obra al soberano que lo nombró pintor de corte.
Comenzó así para Velázquez una larga y prestigiosa carrera cortesana, a lo largo de la cual recibió destacados títulos, como los de ujier de cámara y caballero de la Orden de Santiago
El Aguador de Sevilla 
Desde su nombramiento oficial hasta el final de sus días pintó numerosos retratos de Felipe IV y de diversos miembros de su familia, a pie o a caballo.
Se trata de obras de gran realismo y excepcional sobriedad en las que el magistral empleo de la luz sitúa los cuerpos en el espacio y hace vibrar a su alrededor una atmósfera real que los envuelve. Los fondos, muy densos al principio, se suavizan y aclaran luego, con el paso del tiempo. En los retratos femeninos (el de Mariana de Austria, por ejemplo), el artista se recrea en los magníficos vestidos, en los que muestra sus grandes cualidades como colorista.
La culminación de su carrera como retratista es Las Meninas, considerada por algunos como la obra pictórica más importante de todos los tiempos. Hay que destacar igualmente las incomparables series de enanos y tullidos de la corte. Velázquez realizó dos viajes a Italia, uno en 1629-1631 y otro en 1648-1651.

La Rendicion de Breda 
Se le debe también la obra maestra de la pintura histórica, La rendición de Breda, pintada en 1634 para el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro de Madrid. El mérito de la obra reside en la ausencia del engolamiento habitual en los cuadros de temática histórica y en la plasmación de las facetas más humanas del acontecimiento; la composición admirablemente resuelta y la atmósfera de extraordinario realismo han hecho de esta obra una de las más conocidas del maestro.

Las Hilanderas 
Artista prolífico, Diego Velázquez dejó también importantes creaciones de temática religiosa (Crucificado) y algunas de tema mitológico en clave cotidiana, como Los borrachos (O el Triunfo de Baco) o Las hilanderas, (O La fábula de Aracne) ésta última una de las obras capitales del artista por la perfección que alcanza en ella la perspectiva aérea.
La magistral Venus del espejo, el único desnudo femenino que pintó y uno de los pocos de la historia de la pintura española. Poco conocido fuera de España hasta el siglo XIX, Diego Velázquez es hoy considerado uno de los grandes genios de la pintura universal.

sábado, 26 de abril de 2025

LA ESCUELA DE SALAMANCA

Se designa así al estudio, el pensamiento y el trabajo realizado en diversas áreas que un nutrido grupo de profesores universitarios españoles, a raíz de Francisco de Vitoria en la Universidad de Salamanca. La llegada de la Edad Moderna y sobre los siglos XV- XVI, las ideas tradicionales en su concepto científico, social, económico y jurídico fueron cuestionados Además estaba el asunto del protestantismo. Asimismo los avances científicos y el descubrimiento del Nuevo Mundo requería un análisis que fue contemplado en todos los aspectos por ese importante grupo de intelectuales españoles.

Aquellos hombres fueron entre otros, Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Alcalá, Martín de Azpilcueta (o Azpilicueta), Tomás de Mercado, Francisco Suárez, todos ellos ilustrados naturalistas y moralistas. Fundadores de un nueva escuela de teología y de la Justicia, que centraron sus estudios en el hombre y sus problemas morales.
La Escuela de Salamanca comenzaría con Francisco de Vitoria (1483-1546) y su máximo esplendor llega con Domingo de Soto (1494-1560), todos ellos de la orden de los dominicos
Otros que también trabajaron fueron los hombres de la escuela de la Universidad de Coímbra que estaba formada por jesuitas. Digamos que se repartieron el enorme trabajo.
España fue el primer y único país que se planteó de forma seria los derechos de sus conquistados.

FRANCISCO DE VITORIA 
Con el descubrimiento y la colonización España se planteó la legitimidad de una conquista en lugar de intentar justificarla por motivos tradicionales. Fue la conocida como polémica de los ”justos títulos”, uno de cuyos episodios fue la Junta de Valladolid (1550-1551), famoso debate entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas en el que participaron también varios discípulos de Francisco de Vitoria, ya muerto, que había comenzado su análisis de la conquista desechando los títulos ilegítimos. Fue el primero que se atrevió a negar que la bulas de Alejandro VI (conocidas en conjunto como las Bulas de donación) fuesen un título válido de dominio de las tierras descubiertas. Tampoco eran aceptables el primado universal del emperador, la autoridad del Papa (que carece de poder temporal) ni un sometimiento o conversión obligatorios de los indios. No se les podía considerar pecadores o poco inteligentes, sino que eran libres por naturaleza y dueños legítimos de sus propiedades. Cuando los españoles llegaron a América no portaban ningún título legítimo para ocupar aquellas tierras que ya tenían dueño. Los indios podían rechazar la conversión, pero no impedir el derecho de los españoles a predicar. Sin embargo, Vitoria hace notar que aunque esto sea causa de guerra justa, no necesariamente es conveniente que así ocurra por las muertes que podría causar.

El rey Carlos I, para el buen gobierno de los indios, con las bases de la voluntad ya de la reina Isabel en su ordenanza de 1494 y la promulgación en 1512 de la Leyes de Burgos por el rey Fernando y asimismo para hacerse pública la polémica creada por fray Bartolomé de las Casas y confirmadas por Francisco de Vitoria, dispuso al Consejo de Indias una inspección con la idea de establecer una nueva y mejor política indiana. El emperador convocó para 1540 una junta legislativa que se albergó en la Universidad de Salamanca, para iniciar las reorganización que los humanistas venían pidiendo décadas atrás. Fueron invitados legisladores y religiosos influyentes como el abogados, teólogos y economistas. Ello redundó en la promulgación de las Leyes Nuevas, del 20 de noviembre de 1542 en Barcelona.
Fundamentalmente sus puntos es que suprime las Encomiendas, por sus  problemas, y regula la forma de hacer los nuevos descubrimientos y de gratificar a los Conquistadores.
Yéndonos un poco más en años atrás, si en los primeros años de la conquista se forzó el trabajo de las comunidades nativas y se concedió su explotación a algunos colonos, pronto surgieron voces críticas contra los abusos y a favor de una regulación de la situación. No hay que olvidar que el derecho a ocupar aquellas tierras derivaba de las denominadas bulas “Inter Caetera”, que otorgaban a la corona española el dominio de aquellas tierras y sus gentes a cambio de su conversión al cristianismo. Dichas bulas habían sido otorgadas por el papa Alejando VI en favor de los RR.CC. en mayo de 1493.

Fue Nicolás de Ovando, gobernador de La Española, quien impulsó la concesión de comunidades indígenas bajo la figura de la encomienda, que limitaba el poder de los colonos encomenderos y los supeditaba a la autoridad de los oficiales reales. La corona intentó legislar al respecto, aunque en la práctica no fue fácil, pues se encontró con la oposición de los encomenderos y demás beneficiarios de la explotación de los recursos americanos. En la corte se impuso la doctrina defendida por algunos eclesiásticos y así lo evidencian las “Leyes de Burgos y Ordenanzas” para el tratamiento de los Indios, que fueron promulgadas el 27 de diciembre de 1512, promulgadas como dijimos por el entonces rey Fernando el Católico. Estas leyes abolieron la esclavitud de los indios, regularon el requerimiento para someterlos y les reconocieron la condición de hombres libres, siempre y cuando aceptasen la fe cristiana y la soberanía de los reyes de Castilla.
No obstante las “Leyes Nuevas”, de Carlos I, del 20 de noviembre de 1542 van más allá. Fundamentalmente sus puntos es que suprime las Encomiendas, que tanto problemas habían dado, y regula la forma de hacer los nuevos Descubrimientos y de gratificar a los Conquistadores. También suprime todo tipo de esclavitud de los indígenas, y las guerras de Conquista. Recogen, entre otros, los siguientes derechos: la prohibición de injuriarlos o maltratarlos, la obligación de pagarles salarios justos, su derecho al descanso dominical, la jornada laboral máxima de ocho horas y un grupo de normas protectoras de su salud, especialmente de la de mujeres y niños. Los oficiales reales no tuvieran derecho a la encomienda de indios, lo mismo que las órdenes religiosas, hospitales, obras comunales o cofradías. Que no hubiera causa ni motivo alguno para hacer esclavos, ni por guerra, ni por rebeldía, ni por rescate, ni de otra manera alguna. Que los esclavos indios existentes fueran puestos en libertad, si no se mostraba el pleno derecho a mantenerlos en ese estado. Que los indios no sirvieran de cargadores (tamemes), sin su voluntad y con la debida retribución. Las encomiendas dadas a los primeros conquistadores cesaran totalmente a la muerte de ellos y los indios fueran puestos bajo la Real Corona, sin que nadie pudiera heredar su tenencia y dominio; y que se recompensara a los primeros conquistadores y colonos con corregimientos y otras mercedes. Esto en el año 1542.

MARTÍN DE AZPILICUETA 
No obstante el encuentro con el Nuevo Mundo fue el desencadenante de la inflación y carestía en España. Es decir, la llegada de abundantes cantidades de oro y plata provocó que el país se sumiera en graves condiciones de pobreza. En este sentido, fue Martín de Azpilcueta quien analizó por primera vez en la historia, la cantidad de dinero que existe en una economía determinada en relación con su nivel de precios.
El primer concepto que se defendió en la Escuela de Salamanca fue el de la propiedad privada; el grupo de teólogos, siguiendo la trayectoria que ya marcó siglos atrás Tomás de Aquino, consideraba que la propiedad privada era muy necesaria para el desarrollo del comercio y, por tanto, poseía una función completamente legítima. Así pues, Domingo de Soto afirmaba que dicha propiedad privada era fundamental para promover la paz pero insuficiente para erradicar todos los males de la sociedad dada la capacidad pecadora e innata del hombre. Además de la propiedad privada, defendieron temas que siguen aún vigentes como la competencia, la libertad económica y la naturaleza dinámica de los mercados.
En este sentido, fue Martín de Azpilcueta quien analizó -por primera vez en la historia- la cantidad de dinero que existe en una economía determinada en relación con su nivel de precios. El religioso expresó unos términos muy comunes para la economía actual pero en los que, en aquella fecha, todavía nadie había reparado: la abundancia de dinero genera inflación en los precios, hecho que repercute de manera muy negativa en la sociedad.
La influencia de la escuela de Salamanca se fue trasladando a Italia, Portugal y Países Bajos; sin embargo, sus miembros se fueron distanciando cada vez más al apoyar de manera fehaciente la prohibición del préstamo con intereses -una corriente que ya inició Tomás de Aquino- al estimar que era una práctica inmoral.

Muchos economistas han llegado a afirmar que los autores de la Escuela de Salamanca serían dignos merecedores del calificativo de fundadores de la economía científica.


Azpilcueta y Tomás de Mercado fueron los precursores de la teoría cuantitativa del dinero, en la cual la masa monetaria multiplicada por la velocidad de circulación equivale al producto nacional multiplicado por el nivel de precios.  Una ecuación angular en la economía moderna. Asimismo, el teólogo afirmó que, en circunstancias de igualdad, los bienes presentes siempre se valoran más que los bienes futuros.
Otro de los grandes exponentes de la escuela de Salamanca fue Juan de Mariana, el cual tenía unos principios de libertad económica que siguen de plena actualidad. En aquel momento, el propio Felipe III destruyó la mayoría de sus libros por pensar que atacaban contra su figura. Fue calificado como agitador a favor de los pobres.

viernes, 25 de abril de 2025

LAS GUERRAS CARLISTAS

El rey Fernando VII murió en 1833 y su hermano, Carlos María Isidro de Borbón,  emitió el “Manifiesto de Abrantes”, en el que declaraba su ascensión al trono proclamándose como Carlos V.
Y de esa forma surgió el Carlismo.

Carlos María Isidro de Borbón
Pero ascendió al trono la hija de Fernando VII, la reina Isabel II, bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón, y el general Espartero como valido, en 1833, y fue reconocida por los gobiernos de Francia, Inglaterra, Dinamarca, Estados Unidos  y otros. Por lo que la política interior se vio hipotecada por las influencias de Inglaterra y Francia, y ya los embajadores de ambos países intervinieron en el fracaso del primer valido, Zea Bermúdez.
En 1833, la reina regente, contaba con los liberales contra los carlistas. El Gobierno, lo presidía el liberal Francisco Martínez de la Rosa, nombrado en 1834, se encontraba sin recursos para pagar al ejército.

La nobleza se adhirió al bando isabelino en su mayoría y también la mayor parte del estamento militar. Los apoyos al movimiento carlista provenían de las clases populares y muy especialmente de los campesinos. Con todas las limitaciones que se quiera pero el carlismo se extendió por las regiones del interior de las regiones vasco-navarras, por el Maestrazgo y por la montaña catalana, la serranía de Ronda y la de Córdoba. Se daba una curiosa paradoja: el pretendiente don Carlos, que era muy religioso pretendía imponer en España un régimen absolutista y centralista, y era apoyado sobre todo por navarros, vascos y catalanes, es decir precisamente donde el celo por los privilegios forales y la autonomía política y económica era más fuerte. El campo solía ser de ellos; pero las ciudades, permanecieron fieles a la jovencita Isabel II y al liberalismo. Al futuro, dentro de lo que cabe, o lo que parecía iba a serlo.

Baldomero Espartero 
PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840)
Don Carlos, que necesitaba una ciudad para capital de lo suyo, estaba obsesionado con tomar Bilbao; pero la ciudad resistió y Zumalacárregui murió durante el asedio, convirtiéndose en héroe difunto por excelencia. En cuanto al otro héroe, Cabrera, lo apodaban el tigre del Maestrazgo, era una verdadera mala bestia. Y cuando los gubernamentales fusilaron a su madre, él mandó fusilar a las mujeres de varios oficiales enemigos. Ése era el tono general del asunto.
La Primera Guerra se desarrolló en tres fases muy diferentes. Se prolongó hasta julio de 1835. Aparecieron partidas ordenadas por oficiales del ejército durante la Época Ominosa. Este alzamiento fue sofocado por tropas leales al gobierno de Madrid. La segunda fase de la guerra duró hasta septiembre de 1837 y se caracterizó por un cierto dominio de los carlistas. El ejército de la regente María Cristina no estaba bien pertrechado. Poco apoyo extranjero y un plan ineficaz de contención en la zona vasco-navarra. Carlos llegó hasta Arganda, no entrando inexplicablemente en Madrid que estaba desguarnecido.
La guerra civil, como todas, se desarrollaba con ferocidad y crueldad. Los humildes párrocos broncos sin el menor complejo, se echaban al monte con boina roja, animaban a fusilar liberales. El caso es que la sublevación carlista, léase, campo contra ciudad, fueros contra centralismo, tradición frente a modernidad.
Esto fue una de las barbaridades donde la violencia, la delación, el odio y la represalia infame, estallaron y ajustaron cuentas. Lo expresaba muy bien Galdós en uno de sus Episodios Nacionales, “La pobre y asendereada España continuaría su desabrida historia dedicándose a cambiar de pescuezo, en los diferentes perros, los mismos dorados collares”.  La tercera fase finalizó en julio de 1840 y fue de clara hegemonía gubernamental al terminar la reorganización del ejército que llegó a la cifra de cien mil hombres y también aprovechando la división del carlismo en dos facciones, el partido navarro, exaltado y el castellano, moderados.
Inglaterra se ofreció como mediadora. Los comisionados británicos consiguieron el Convenio de Vergara.  Así la guerra terminó con “El Abrazo de Vergara” entre los generales Espartero y el carlista Maroto, en agosto de 1939.  “Soldados nunca humillados ni vencidos depusieron sus temibles armas ante las aras de la patria; cual tributo de paz olvidaron sus rencores y el abrazo de fraternidad sublimó tan heroica acción, tan español proceder” escribió Maroto.

Los Generales Espartero y Maroto
SEGUNDA GUERRA CARLISTA (1846-1849)
Se originó al nombrar a Isabel como futura reina de España. Iniciada en 1846 fue provocada por no llevarse a cabo el matrimonio entre la reina y Carlos Luis de Borbón, hijo de Carlos (autoproclamado Carlos V) y por lo tanto se denominaría Carlos VI en la genealogía carlista.
Es posible que no fuera exactamente una auténtica guerra sino una simple luchas de guerrillas de escasa trascendencia.
Los hechos se circunscribieron casi exclusivamente a Cataluña con pequeños levantamientos armados. La esperada llegada del llamado Carlos VI a España desde su exilio en Londres nunca se produjo, lo que provocaría la disolución en 1849 de los últimos reductos sublevados.

El pretendiente Carlos VII
TERCERA GUERRA CARLISTA. (1872-1876)
Se inició una vez destronada Isabel II, ya en el Sexenio Revolucionario. Beneficiados por el clima de libertad que introdujo la revolución de la “Gloriosa”, el carlismo había revivido como fuerza política. Pero la llegada de Amadeo de Saboya provocó la insurrección armada de una parte de los carlistas, mientras que otra facción constituyó una pequeña fuerza política opuesta a la nueva monarquía y con posiciones enormemente conservadoras. El pretendiente era Carlos VII, y el conflicto 
acabará con la definitiva derrota del carlismo, ya durante los primeros años del reinado de Alfonso XII.
Los generales Martínez Campos y el general Fernando Primo de Rivera, derrotaron a los carlistas en Cataluña, Navarra y País Vasco.
Se enfrentaría hasta 1876 en la época del reinado de Amadeo I de Saboya, también de la efímera Primera República y por último el reinado de Alfonso XIII. Carlos VII abanderó la contienda desde su partido Comunión Católico-Monárquica de raíces absolutistas con un ejército que se autoproclamaba el “Ejército de Dios, del Trono de la Propiedad y de la Familia”.  La lucha se centró de nuevo en Cataluña y también el País Vasco y Navarra, donde resultaron un estrepitoso fracaso como el intento de tomar Bilbao. El general Martínez Campos erradicó el carlismo de Cataluña y en Pamplona donde entró Alfonso XII en 1876 provocando la retirada de Carlos VII.
 

martes, 22 de abril de 2025

DESVENTURAS DE CERVANTES

 

En algún lugar de América, de cuyo nombre ni puedo acordarme, hace mucho tiempo vivía un villano, que en su día se encontró con la obra fundamental de la novela mundial. 
D. Miguel de Cervantes Saavedra es el autor de la primera novela moderna, una de las mejores de la literatura universal y unos de los libros más editado y traducido de la historia, el “Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” que fue hace tiempo considerado la obra cumbre de la literatura universal y una de las máximas creaciones del ingenio humano. El Quijote es un libro externamente cómico e íntimamente triste, un retrato de unos ideales admirables burlescamente enfrentados a la mísera realidad; no son pocos los paralelos que se han querido establecer con la España imperial de los Austrias, potencia hegemónica destinada a gobernar el mundo en el siglo XVI y a derrumbarse en el XVII, y con la vida de su autor, gloriosamente herido en el triunfo de Lepanto y abocado luego a toda suerte de desdichas. Los caracteres de Don Quijote y Sancho Panza son una representación del alma humana elevada a la plenitud. Se puede entender que Don Quijote representa la melodía en el desarrollo de la vida, la voz cantante, la ilusión, la imaginación y la aventura. Mientras Sancho es la conciencia, la razón, la lógica de las cosas. Entre ambos se desarrolla la armonía. En general, armonía es el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo, y su resultado siempre connota belleza y lógica. Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá, Madrid, entre el 29 de septiembre y el 9 de octubre de 1547, fecha en que fue bautizado.

Su abuelo Juan, que era juez de la Santa Inquisición, se fue a por tabaco y dejó de trabajar, dejó la familia, y se dejó crecer las barbas y las ganas de no hacer nada. Por lo que el padre de Cervantes se vio obligado a ejercer su oficio de cirujano barbero, dando tumbos con su familia por la ancha Castilla. El destino de Miguel no pintaba bien. Pero asentados en Córdoba en 1555 Miguel ingresó en el colegio de los jesuitas. Fue un lector muy precoz y sus dos hermanas sabían leer, cosa muy poco usual en la época, aun en las clases altas. Por lo demás, la situación de la familia era precaria. Un año después partieron hacia Sevilla con el fin de mejorar económicamente, pues era la puerta de España a las riquezas de las Indias y la tercera ciudad de Europa en la segunda mitad del siglo XVI. Los Cervantes se trasladaron en 1566 a la nueva capital del reino, Madrid. No se sabe con certeza que Cervantes hubiera asistido a la universidad, en cambio, su nombre aparece en 1568 como autor de cuatro composiciones en una antología de poemas en alabanza de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, fallecida ese mismo año. En el año de 1569 Miguel fue condenado en Madrid a arresto y amputación de la mano derecha por herir a un tal Antonio de Segura. La pena, corriente, se aplicaba a quien se atreviera a hacer uso de armas en las proximidades de la residencia real. No se sabe si Cervantes salió de España ese mismo año huyendo de esta sanción, pero lo cierto es que en diciembre de 1569 se encontraba en los dominios españoles en Italia, provisto de un certificado de cristiano viejo. En 1571 Venecia y Roma formaban, con España, la Santa Alianza, y el 7 de octubre, comandadas por Juan de Austria, las huestes españolas vencieron a los turcos en la batalla de Lepanto. Fue la gloria inmediata, una gloria que marcó a Cervantes, el cual relataría muchos años después, en la primera parte del Quijote, las circunstancias de la lucha. En su transcurso recibió el escritor tres heridas, una de las cuales, si se acepta esta hipótesis, inutilizó para siempre su mano izquierda y le valió el apelativo de «el manco de Lepanto» como timbre de gloria. Junto a su hermano menor, Rodrigo, Cervantes entró en batalla nuevamente en Corfú, también al mando de Juan de Austria. En 1573 y 1574 se encontraba en Sicilia y en Nápoles, donde mantuvo relaciones amorosas con una joven a quien llamó «Silena» en sus poemas y de la que tuvo un hijo, Promontorio Cervantes se propuso conseguir una situación social y económica más elevada dentro de la milicia mediante su promoción al grado de capitán, para lo cual obtuvo dos cartas de recomendación ante Felipe II, firmadas por Juan de Austria y por el virrey de Nápoles, en las que se certificaba su valiente actuación en la batalla de Lepanto. Con esta intención, Rodrigo y Miguel de Cervantes se embarcaron en la goleta Sol, que partió de Nápoles el 20 de septiembre de 1575. A poco de zarpar, la goleta se extravió y fue abordada, por tres corsarios berberiscos. Tras encarnizado combate y la consiguiente muerte del capitán cristiano, los hermanos cayeron prisioneros. Las cartas de recomendación salvaron la vida a Cervantes, pero serían, a la vez, la causa de lo prolongado de su cautiverio: el corsario convencido de hallarse ante una persona principal y de recursos, lo convirtió en su esclavo y lo mantuvo apartado del habitual canje de prisioneros y del tráfico de cautivos corriente entre turcos y cristianos. Esta circunstancia y su mano lisiada lo eximieron de ir a las galeras. Cervantes protagonizó, durante su prisión, cuatro intentos de fuga. Temía un traslado a Constantinopla. Hassán retuvo a Cervantes hasta el último momento, mientras los frailes negociaban y pedían limosna para completar la cantidad. Por último, en 1580, fue liberado. Tenía treinta y tres años; reflejaba en cierto modo la profunda crisis general del imperio, que se agravaría luego de la derrota de la Armada Invencible en 1588. Al retornar, Cervantes renunció a la carrera militar. 

Mientras tanto, fruto de sus relaciones clandestinas con una joven casada, Ana de Villafranca, nació una hija, Isabel, criada por su Madrid. A los treinta y siete años, Cervantes contrajo matrimonio; su novia, Catalina de Salazar y Palacios. Tenía sólo dieciocho años. Meses antes, el escritor había acabado su primera obra importante, La Galatea, una novela. El editor Blas de Robles le pagó 1.336 reales por el manuscrito. Esta cifra nada despreciable y la buena acogida y el relativo éxito del libro animaron a Cervantes a dedicarse a escribir comedias. Entre 1585 y 1600 Cervantes solía visitar Madrid, allí alternaba con los escritores de su tiempo, leía sus obras y mantenía una permanente querella con Lope de Vega. Ingresó en la Academia Imitatoria, primer círculo literario madrileño, y ese mismo año fue designado comisario real de abastos (recaudador de especies) para la Armada Invencible. También este destino le fue adverso: en Écija se enfrentó con la Iglesia por su excesivo celo recaudatorio y fue excomulgado; en Castro del Río fue encarcelado (1592), acusado de vender parte del trigo requisado. Al morir su madre en 1594, abandonó Andalucía y volvió a Madrid. Pero las penurias económicas siguieron acompañándole. Cervantes dio con sus huesos en prisión, esta vez en la de Sevilla, donde permaneció cinco meses. En esta época de extrema carencia comenzó probablemente la redacción del Quijote. Entre 1604 y 1606, la familia de Cervantes, su esposa, sus hermanas y su aguerrida hija natural, así como sus sobrinas, siguieron a la corte a Valladolid, hasta que el rey Felipe III ordenó el retorno a Madrid. En 1605, a principios de año, apareció en Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Cuando en junio de 1605 toda la familia Cervantes, con el escritor a la cabeza, fue a la cárcel por unas horas a causa de un turbio asunto, don Quijote y Sancho ya pertenecían al acervo popular. 

Cervantes escribió a un ritmo imparable: las Novelas ejemplares vieron la luz en 1613. Ese mismo año lo sorprendió la aparición, en Tarragona, de una segunda parte espuria del Quijote escrita por un tal Avellaneda. Así, enfermo y urgido, y mientras preparaba la publicación de las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados, acabó la segunda parte del Quijote, que se imprimiría en el curso del mismo año. El 19 de abril redactó "Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo ésta; el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir...". Un tal Márquez Torres, le había mandado una recomendación en la que relataba una conversación mantenida en febrero de 1615 con notables caballeros del séquito del embajador francés: "Preguntáronme muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad. Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que uno respondió estas formales palabras: "Pues ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?". Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento y con mucha agudeza: "Si necesidad le ha de obligar a escribir, plaga a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo". En efecto, ya circulaban traducciones al inglés y al francés desde 1612, y puede decirse que Cervantes supo que con el Quijote creaba una forma literaria nueva. Sus contemporáneos no vislumbraron la profundidad del descubrimiento del Quijote. Así, entre el 22 y el 23 de abril de 1616, murió en su casa de Madrid, asistido por su esposa y una de sus sobrinas; envuelto en su hábito franciscano y con el rostro sin cubrir, fue enterrado en el convento de las trinitarias descalzas. Cervantes estuvo en las glorias imperiales de Lepanto y en las derrotas de la Invencible. Fue un producto claro de su tiempo. Fue genial escritor, valiente luchador y desgraciado, incomprendido por los poderosos, reconocido en el extranjero y por la historia. 
Y orgullo español siempre. 

sábado, 19 de abril de 2025

REINADO DE ALFONSO XIII - ( final)

La apertura del llamado “expediente Picasso”, informe completo para fijar las responsabilidades derivadas de la Guerra del Rif con su llamado “Desastre de Annual”, fue un ingrediente más de la inestabilidad generalizada, reverdeciendo la inquietud de jefes y oficiales, agrupados estos últimos, desde 1917, en las llamadas “Juntas de Defensa”. La llegada al poder de una coalición liberal de amplio espectro, presidida por García Prieto, no resolvió nada, y en septiembre de 1923 se produjo en Barcelona el golpe de Estado del general Primo de Rivera, que, acogido con entusiasmo por la mayoría del país incluido, incluso el PSOE, y muy significativamente el sector intelectual animado por Ortega y Gasset desde El Sol, y ante la pasividad del Gobierno, fue aceptado por el Rey.  

Primo de Rivera 
El auge burgués e industrial del momento estaba metiendo mucho dinero en las provincias vascas, Asturias y sobre todo en Cataluña, donde ciudades como Barcelona, Sabadell, Manresa y Tarrasa, con sus manufacturas textiles y su proximidad fronteriza con Europa, aumentaban la riqueza y por supuesto inspiraba un sentimiento de superioridad al resto del país no era un sentimiento separatista todavía, pero sí de descentralizar el estado, un federalismo.
La dictadura de Primo, entre los tantos a su favor se cuentan la construcción y equipamiento de nuevas escuelas, el respeto a la huelga y los sindicatos libres, la jubilación pagada para cuatro millones de trabajadores, la jornada laboral de ocho horas, que hay que decir que fuimos los primeros del mundo en adoptarla, una sanidad nacional bastante potable, lazos estrechos con Hispanoamérica, las exposiciones internacionales de Barcelona y Sevilla, la concesión de monopolios como teléfonos y combustibles a empresas privadas (Telefónica, Campsa), y una inversión en obras públicas, sin precedentes en nuestra historia, que modernizó de forma espectacular reservas de agua, regadíos y redes de transporte. Pero el pueblo y la Iglesia, sobre todo, seguían en su letanía. Y el nacionalismo catalán jugaba fuerte para conseguir una autonomía propia.
La dictadura aportó, de hecho, una pacificación social y un gran éxito exterior, el acuerdo con Francia que, tras el brillante desembarco en Alhucemas, permitió poner fin a la guerra de Marruecos (1927). En una segunda fase (Directorio Civil) llevó a cabo una impresionante labor de modernización de las infraestructuras viarias y un notable impulso a la economía (recogiendo el inicial balance favorable de la neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial).
La represión de Primo de Rivera se centró especialmente en intelectuales y periodistas, la crítica de la dictadura. Blasco Ibáñez, Unamuno, Ortega y Gasset, entre muchos, cambiaron su idea primitiva y tomaron partido contra él. Y Alfonso XIII comenzó a distanciarse tímidamente.
Desalentado en 1929 ante las primeras salpicaduras de la crisis de Wall Street, y sintiéndose desasistido por el sector militar, tras una disparatada consulta a sus mandos, el dictador acabó presentando su dimisión al Rey.
El fracaso de la dictadura hizo a don Alfonso víctima de dos ofensivas: la de los representantes de la vieja política, resentidos con su presunta “traición” de 1923, y el de los defensores de la dictadura, que no le perdonaron el “cese” de Primo de Rivera, que falleció en París apenas transcurridos dos meses. A esa ofensiva se sumaron de forma decisiva los mismos intelectuales que en 1923 habían aplaudido el golpe militar.
Así que para cuando el rey dejó caer a Primo de Rivera, la monarquía parlamentaria estaba muerta. Tras el fracaso de la dictadura de Primo de Rivera, unos se inclinaban por soluciones autoritarias conservadoras, y otros, menos, pero bastantes, por soluciones autoritarias desde la izquierda. Siempre hubo republicanos de izquierdas y de derechas.

Alfonso XIII observa Madrid poco antes de su marcha 
Las ideas nacionalistas vasca y catalana complicaban el gobierno. La Iglesia continuaba sin ponerse en la actualidad, y en materia de educación escolar, emancipación de la mujer y reformas sociales no facilitaba las cosas.
Alfonso XIII era ya cadáver. Los partidarios del trono eran cada vez menos, e intelectuales como Ortega y Gasset, Unamuno o Marañón empezaron a dirigir fuego directo contra Alfonso XIII. Los últimos tiempos de la monarquía fueron agónicos. Socialistas y anarquistas, por una parte, y el naciente partido de Alianza Republicana respaldado por intelectuales y algunos miembros del ejército y también Acción Republicana liderada por Manuel Azaña. Un creciente movimiento de los partidos nacionalistas. Así pues, socialistas, republicanos, sindicalistas y nacionalistas pactaron en San Sebastián en agosto de 1930 una salida republicana constituyente para el país. En el "Pacto de San Sebastián" es donde se encuentran las ideologías que marcarán la futura República Española. Los conspiradores del “Pacto de San Sebastián”, que el 17 de agosto de 1930 se unieron para derribar al rey Alfonso XIII, con sólo ese soporte para su decisión, exigieron la entrega inmediata del poder en plazo de horas. Apoyando su petición en una muchedumbre con el obligado acompañamiento de banderas tricolores, himnos, gritos y actos de violencia, de rigor en tales casos. Sin siquiera esperar a que el plazo señalado por ellos mismos expirase, la conjunción republicano-socialista se apoderó, por sí misma, de los Ministerios y puestos de mando, posesionando así, de facto, el poder, y convirtiéndose en gobernantes, no por una votación del pueblo, sino por su propia libérrima voluntad. 

Componentes del "Pacto de San Sebastián"

La “Dictablanda”, fue el periodo desde la caída de Primo de Rivera y gobernó Dámaso Berenguer. Lo hizo por decretos tras de la caída de la Bolsa en 1929 y las revueltas sociales. Con buenas intenciones decidió aplazar las elecciones previstas y en su lugar convocó elecciones municipales para abril de 1931. El gobierno de Berenguer inició su singladura con el objetivo de retornar a la Corona su discutida autoridad moral. Legaliza partidos y sindicatos, pero es inútil, Berenguer constata su soledad política. El gobierno fue desestabilizado por un grupo de militares tras el levantamiento de Jaca en diciembre de 1930, que fracasó y luego sus cabecillas fueron fusilados convirtiéndose en héroes para los partidarios de la República. Berenguer dimite en febrero de 1931 y el declinar de la monarquía es imparable. Se constituye un gobierno de concentración nacional presidido por Juan B. Aznar, un militar. A este gobierno agonizante sólo le da tiempo a convocar elecciones municipales, las primeras en España, la fecha es el 12 de abril de 1931. En los resultados, si bien las opciones monárquicas obtienen más votos, los partidos republicanos son los que consiguen más concejales, 34.368 frente a los 19.035 de los monárquicos. 

Es sin duda el advenimiento de la República. Alfonso XIII tenía las horas contadas. La España monárquica empezaba a ser inviable. A nadie le importó su labor humanitaria en la Guerra Mundial ni al tratar de salvar a los monarcas rusos. No tuvo apoyos ni de dentro del país ni de fuera. Realmente ya se sabía que las elecciones municipales eran realmente un referéndum, no sobre los ayuntamientos sino sobre monarquía o república.

En Eibar la población se echa a la calle proclamando la República. Ese mismo día 14 de abril emprende un viaje a Francia, sin retorno donde escribe desde las páginas del ABC, … “Soy el Rey de todos los españoles, pero, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos porque más que míos, son depósito acumulado de la Historia, de cuya custodia ha de pedirme cuenta algún día”.
"Los españoles han echado al último Borbón, no por rey, sino por ladrón". Esta frase, atribuida a Valle-Inclán, se popularizó tras la huida de Alfonso XIII de España. El periodista Alfonso Ussía, ya sabemos que es de familia de monárquicos, tiene una copia del testamento de Alfonso XIII, y asegura que no es el testamento de un ladrón ni de un aprovechado. De haber dejado una fortuna a sus herederos, la Casa Real en el exilio no hubiera necesitado para sobrevivir la ayuda de treinta o cuarenta familias españolas, que se redujeron a siete u ocho cuando Franco rechazó a Don Juan. De haber sido Alfonso XIII un ladrón, como dijo Valle, su hijo Don Jaime de Borbón no habría muerto en la más absoluta de las ruinas.  Precisamente, lo que le perdió al Rey, e incluso Churchill lo subraya, fue su desmesurada afición a la Política, en la que no tuvo que haberse inmiscuido apoyando el golpe dictatorial de Miguel Primo de Rivera.
Alfonso Ussía ha conocido y vivido la modestia de la Familia Real en el exilio. Y esa modestia no corresponde al hijo y heredero de un ladrón. Su época no fue la más apacible, ni en España ni en el mundo. Su Servicio de información y canjes de prisioneros durante la Primera Guerra Mundial, aún se considera modélico. Alfonso XIII erró en muchas ocasiones. Pero no se llevó nada al bolsillo. Queda en la memoria de pocos su gran labor humanitaria, no muy difundida.

Don Juan de Borbón abdica a favor de su hijo Juan Carlos 

En el exilio, centrado primero en Francia, y repartido luego entre Roma y Lausanne (la Reina, por su parte, acabó por marchar a Londres: se había llegado a un acuerdo de separación informal entre los regios cónyuges), Alfonso XIII hubo de reordenar la sucesión al trono, mediante la renuncia de sus hijos Alfonso y Jaime a favor de don Juan que había ultimado su carrera de marino en la Escuela Naval británica.
Un mes más tarde (28 de febrero de 1941) fallecía Alfonso XIII  en un Hotel de Roma. Se había reconciliado con la reina Victoria, que le asistió en sus últimos días.
Enterrado en la iglesia romana de Montserrat, sus restos no volverían a España hasta 1980, reinando su nieto don Juan Carlos I.
 

viernes, 18 de abril de 2025

REINADO DE ALFONSO XIII – (Parte 2)

Ante la Revolución Rusa, Marzo de 1917, el rey intentó salvar la vida a la familia real del zar Nicolas Romanov, por la influencia de la su esposa, la reina Victoria Eugenia de Battemberg de la que eran primos carnales. Pero fue engañado por los revolucionarios. Dieron largas a Alfonso XIII para que los pudiera ver e interceder, pero la realidad es que ya estaban asesinados unas semanas atrás.
Otra actuación del rey durante la guerra fue que por petición y a través de gestiones diplomáticas consiguió salvar a un soldado francés. El hecho tuvo gran eco mediático.

Alfonso XIII en la oficina "Pro Cautivos"
Como consecuencia de ello creó una oficina costeada por el propio monarca, que se trabajaba para la localización de desaparecidos. Se llamó “Oficina Pro-Cautivos”. Se consiguieron repatriaciones de militares heridos o enfermos, indultos, unos 100 de pena capital. Conmutaciones de penas. Consiguieron ayudar a unas 200.000 personas, prisioneros franceses, belgas, ingleses, italianos, portugueses, americanos y rusos. Los Agregados Militares españoles realizaron 4.000 visitas a campos de concentración y averiguaron cuál era el trato que se daba a los prisioneros de Guerra salvando a un gran número de soldados de morir fusilados, se organizó barcos–hospitales. Y muchísimas acciones humanitarias. Por esta acción, el rey Alfonso XIII fue candidato al Premio Nobel de la Paz. La popularidad del rey fue enorme en toda Europa, considerándolo una gran persona humanitaria. Hoy, la Oficina Pro-Cautivos fundada por el rey, está considerada como la primera acción humanitaria organizada desde España y muchas son las referencias internacionales que la ponen como ejemplo de un gran trabajo altruista y solidario.
Pero en el ámbito español, mientras tanto, la clase obrera sufrió las consecuencias de la carestía de los productos. Y a raíz de esto y otros muchos conflictos sociales el ejército ganó prestigio como garante de la paz. En 1917 una huelga revolucionaria declarada por la UGT. En 1918 una crisis de capitalización a causa de la guerra de Marruecos.
Después de la Gran Guerra, el bolchevismo intentaba controlar desde Rusia el tinglado español. El socialismo y el anarquismo peleaban por la revolución, y el fascismo, que acababa de aparecer en Italia, era todavía un experimento nuevo, cuyas siniestras consecuencias posteriores aún no eran previsibles, que gozaba de buena imagen en no pocos ambientes. Y todo esto llegaba a nuestro país, que, por ejemplo, la Barcelona industrial, sobre todo, siguió siendo escenario de lucha entre patronos y sindicatos, pistolerismo y violencia.

Pablo Iglesias . Fundador del PSOE 
En el exterior se veía a España como un país imposible de gobernar. Por ejemplo, en 1920 hubo 1060 huelgas con 7.260 días laborables perdidos. Los anarquistas reconocieron la revolución rusa como la oportunidad esperada para terminar con el capitalismo. Esto forzó la división del PSOE  y en el ala más izquierda se independizó con el nombre de Partido Comunista de España.
Pero tenemos que retrotraernos unos años. El Rif era una región montañosa del norte de Marruecos que se sublevó contra las autoridades españolas y la Francia colonial.
En 1904 se firmó un convenio con Francia definiendo las zonas de influencia en las tierras costeras de Marruecos, el Rif. En 1906 España consiguió el reconocimiento internacional de su posición en el norte de África. Existía un protectorado español y francés que se inició en 1907.
España tenía presencia militar en el norte de Marruecos, aunque ya contaba previamente con diversas plazas tomadas en siglos anteriores, fundamentalmente Ceuta, Melilla y diversos peñones. La riqueza de materias primas minerales del norte de Marruecos era el principal atractivo de esta región para España, lo que le permitía vender una parte de ellas como exportaciones. A principios del siglo XX España explotaba los yacimientos mineros cercanos a Melilla. 

GUERRA  DEL RIF 
La zona estaba controlada por insurrectos del Rif, que no acataban al sultán de Marruecos Abd el Krim. Pero lo habitantes descontentos atacaron lo yacimientos y el cabecilla fue entregado a Marruecos. El gobierno de Madrid no actuó. Pero una expedición apresó a seis rebeldes que fueron conducidos a Melilla. Fue el detonante de la reacción popular. En las revueltas murieron seis españoles trabajadores. Se enviaron tropas a la zona. Hubo una emboscada que causó entre muertos y heridos españoles más de 650 hombres. Llegaron más tropas españolas y el lugar quedo pacificado en agosto de 1909.
La política colonial con Marruecos se derrumbaba. En 1919 se retomaron las operaciones militares detenidos por la Guerra Mundial. En 1920 España no acababa de controlar esa zona. Las tropas españolas sufrían constantes pequeñas derrotas debido a su escasa eficacia. Ese rosario de derrotas tuvieron su punto culminante en julio de 1921. El alto comisario del protectorado de Marruecos, el general Berenguer, fijó una serie de objetivos militares. Por un lado, extender el control militar español en la zona occidental y oriental de Melilla. De esta manera, se garantizaría la conexión de la costa con el interior y se cortaría el contrabando de armas que se producía en la zona.


En el año 1921, es cuando se produce el Desastre de Annual, España tenía en el norte de Marruecos cerca de 69.000 militares, divididos en las tres comandancias: Ceuta, Larache y Melilla. El problema de esta fuerza militar era su equipamiento, compuesto por malos pertrechos y armas militares anticuadas y desgastadas. Se aprobó un presupuesto para la mejora técnica y de indumentaria, pero la burocracia ralentizó su puesta en marcha. La Comandancia de Melilla estaba dirigida por el general Silvestre. Comenzó su incursión en el Rif animado por el rey y otros, pero con escasa prudencia y poca preparación técnica. Silvestre sufrió una estrepitosa derrota con la conquista de las tropas de Abd-el-Krim, muriendo más de 8.000 españoles. En realidad, parece ser que no hubo un ataque en regla por parte de los rifeños, fue más el pánico y la confusión de los españoles lo que llevó a este desastre. Las tropas estaban formadas por soldados reclutas, bisoños, sin experiencia militar, también con indígenas marroquíes. Todos con un armamento obsoleto, fusiles Mauser alemanes, que se recalentaban al usarlos, ametralladores igual de antiguas, armas que venían de las guerras de Cuba y Filipinas. Los soldados iban pobremente vestidos, en alpargatas, con comidas racionada, todo ello producto de una corrupción desalmada de jefes y oficiales. Melilla se salvó gracias a las tropas enviadas por el general Sanjurjo. España llevaba en esos momentos más de 10.000 muertos.

El Raisuni 
El Raisuni era un jefe cabileño de la región de Yebala, fue uno de los principales líderes contrarios a la presencia europea en la zona del actual Marruecos. La ofensiva española contra él se hizo imparable en 1921. Aislado en Tazarut, su derrota era inminente, cuando se recibieron noticias del desastre de Annual, quedando las operaciones suspendidas momentáneamente. Tras la firma posterior de varios pactos con los españoles, la propaganda rifeña fue ganando terreno ante unas cabilas gobernadas por El Raisuni con mano de hierro y que pensaron que era un traidor que pactaba con los españoles. Gravemente enfermo y situado en el centro del conflicto, no satisfizo a nadie: los yebalas le creyeron totalmente vendido a España; Primo de Rivera le consideró un desleal que tenía contactos con Abd el Krim, y este también pensaba que era un traidor.  Murió cuatro años después, olvidado por unos y otros. 
El de Annual fue el mayor desastre sufrido por cualquier potencia colonial europea en aquella época. La opinión pública y parte de la clase política clamaban pidiendo responsabilidades y cuestionaban la presencia en Marruecos. Pero el protectorado no era un capricho colonial, sino la necesidad estratégica, bajo delegación del sultán, de que Francia no dominase el Estrecho de Gibraltar.

Sacerdotes voluntarios en la guerra del Rif 
Cabe decir también que muchos de los balazos que mataron a soldados españoles fueron disparados con los fusiles vendidos de contrabando a los rebeldes por el multimillonario Juan March. También debe recordarse que las levas para Marruecos solo afectaban a las clases populares, pues previo pago de 2.000 pesetas se esquivaba la mili; otra modalidad de escaqueo, destinada a los universitarios (Unos pocos de familias adineradas),  consistía en acogerse a la modalidad de “voluntario de un año”, supuesto en el cual se realizaba un servicio militar más corto que los tres años habituales, y con elección de destino por parte del interesado.
Miles de jóvenes españoles de las clases trabajadoras del campo y las ciudades murieron absurdamente en la guerra de Marruecos, en aras de ambiciones particulares y por designio de políticos al servicio de intereses oligárquicos. Fueron víctimas de un sistema político languideciente. Supuso el hundimiento del Ejército español derrotado en esa batalla brutal y colonial.

Las críticas en la península se recrudecían atacando a los militares y a la cúpula de dirigentes políticos. Todas las miradas, airadas, apuntaron de inmediato al Rey Alfonso XIII y a uno de sus hombres de máxima confianza, el conde de Romanones. Así fue como el denominado expediente Picasso, informe muy prolijo realizado por el general Picasso, donde se pueden ver las actuaciones de los mandos. El general Batet fue nombrado más adelante juez de los procedimientos motivados por el denominado expediente Picasso tras el Desastre de Annual, y escribió un informe sobre los altos mandos del ejército español en Marruecos, en el que Franco no quedó muy bien parado. Las relaciones entre el Rey y el conde de Romanones no fueron sólo políticas, sino económicas.
Mientras altos jefes militares se dedicaban, con notoria intensidad y honradez, a saber y difundir la verdad del desastre de Annual, el capitán general de Cataluña en ese tiempo, Miguel Primo de Rivera, obedeció al monarca. Y de este modo se lanzó, con gran satisfacción de no pocos empresarios catalanes, a dar un golpe de Estado en España entre el 13 y el 15 de septiembre de 1923.

ALCAZAR DE LOS REYES CRISTIANOS – CÓRDOBA

Situado junto al río Guadalquivir y no muy lejos de la mezquita-catedral y del alcázar de los califas, hoy Palacio Episcopal. Se trata de un...