Alfonso XIII nació en Madrid el 17 de mayo de 1886 y murió
en Roma el 28 de febrero de 1941. Fue hijo póstumo de Alfonso XII y de su
segunda esposa, María Cristina de Austria. Su educación estuvo marcada por la
orientación militar.
Su madre, María Cristina de Habsburgo, era la reina regente desde 1885 hasta el 17 de mayo de 1902, fecha en que Alfonso XIII cumple la mayoría de edad necesaria para ocupar el trono, 16 añitos. Inicia su reinado y termina la regencia de su madre.
Su madre, María Cristina de Habsburgo, era la reina regente desde 1885 hasta el 17 de mayo de 1902, fecha en que Alfonso XIII cumple la mayoría de edad necesaria para ocupar el trono, 16 añitos. Inicia su reinado y termina la regencia de su madre.
La rivalidad entre los posibles herederos de Cánovas y de Sagasta sólo quedó resuelta entre 1905 y 1907 con la designación de Antonio Maura, como jefe del Partido conservador, y la de Segismundo Moret, como jefe del Liberal. De aquí la fugacidad de los primeros gobiernos designados por el joven monarca, lo que daría pie al maligno apelativo de “crisis orientales” (en alusión al Palacio de Oriente), que acusaban injustamente a don Alfonso de manipulador de las distintas facciones políticas, para prevalecer sobre ellas.
Durante el primer discurso en el Consejo de Ministros,
pone de manifiesto algunos rasgos que serán su tónica de su reinado, participar
en la política y tratar de ser protagonista
de las funciones que el marco constitucional le confiere. El rey por lo
tanto, deja de ser como tenía previsto el sistema de la Restauración, una
figura pasiva del mecanismo constitucional, controlado por los presidentes de
Gobierno. Esto realmente duró hasta 1907, ya que a partir de ese año durante la
crisis de gobierno consultó a los jefes de partido, oyó sus sugerencias y
permitió que la Constitución se aplicara en un sentido más liberal, aunque
ostentaba un poder muy superior al resto de los monarcas en Europa. La
influencia de su madre, en los primeros años de reinado se hicieron sentir.
Durante su reinado, la alternancia en el gobierno de dos partidos (conservador y liberal), no dependía del triunfo en las elecciones, sino de la decisión de la reina. Su origen estuvo en la exigencia de Práxedes Mateo Sagasta de que el rey llamase a gobernar en1881 a su partido como alternancia al de Cánovas del Castillo. Esta práctica artificial impulsada tomaba como modelo el sistema británico. Y España con un nivel educacional pobre y la oligarquía económica también en su historia de ganar como fuera y una Iglesia católica controlando conciencias ya que el Estado en sus manos la Educación.
Durante su reinado, la alternancia en el gobierno de dos partidos (conservador y liberal), no dependía del triunfo en las elecciones, sino de la decisión de la reina. Su origen estuvo en la exigencia de Práxedes Mateo Sagasta de que el rey llamase a gobernar en1881 a su partido como alternancia al de Cánovas del Castillo. Esta práctica artificial impulsada tomaba como modelo el sistema británico. Y España con un nivel educacional pobre y la oligarquía económica también en su historia de ganar como fuera y una Iglesia católica controlando conciencias ya que el Estado en sus manos la Educación.
Antonio Cánovas del Castillo
La idea que se tenía del patriotismo era sencillo, pobre de
espíritu, muy popular en cosas de poca trascendencia, folclore, tradiciones
religiosas, toros y poco más. De forma y manera que cualquier listo del año
uno, se hacía con los mandos en los pueblos o regiones. Un pueblo fácilmente
manipulable por un populista de los que nunca han faltado. La prensa siempre partidista y propensa a hacer negocio
y manipular.Estábamos muy lejos de los principios de libertad que unos ilusos y extravagantes honrados patriotas habían soñado casi cien años antes, cuando promulgaron la Constitución de Cádiz en 1812.
Desde 1905 se iniciaron sus viajes por Europa (su visita a París quedó marcada por el primer atentado sufrido por don Alfonso, junto con el presidente Loubet, y del que ambos salieron ilesos). Estos viajes, multiplicados por el monarca a lo largo de su reinado, harían de él el más cosmopolita de los reyes españoles desde los días de Carlos I, y un gran experto en la política internacional de su tiempo.
La conferencia de Algeciras había asegurado una posible zona de influencia para España en Marruecos; las entrevistas de don Alfonso con Eduardo VII en aguas de Cartagena (1907) le permitieron salvar la situación de las Canarias, en las que ya habían puesto sus miras los alemanes, y en general proteger las costas españolas, en tanto reconstruía España sus fuerzas navales —gracias a la Ley de 1908, que dio paso a la creación de una escuadra moderna.
El 31 de mayo de 1906 había contraído matrimonio con la princesa británica Victoria Eugenia de Battenberg, nieta de Victoria I hija de la princesa Beatriz y de Enrique de Battenberg. Al retorno de la ceremonia, celebrada en la madrileña iglesia de San Jerónimo, el cortejo nupcial se vio ensangrentado por la bomba que el anarquista Mateo Morral le lanzó desde un balcón de la calle Mayor. Aunque la pareja real salió indemne, el atentado causó numerosas víctimas que ensombrecieron el acontecimiento.
Pero aunque las cosas marchaban no del todo mal, vino un suceso desgraciado en unos yacimientos mineros cerca de Melilla donde murieron en la revuelta (del Rif) y entre trabajadores y militares emboscados murieron más de 150 españoles. Luego se solucionó el asunto con el envío de tropas en el verano de 1909.
Atentado contra los reyes
Sus primeros hijos no llegaron a la mayoría de edad.Felizmente, la continuidad dinástica quedaría garantizada en la persona de don Juan, nacido en 1913 y perfectamente sano.
La segunda etapa del reinado (1907-1912) había registrado los dos grandes empeños regeneracionistas que, desde la vertiente conservadora asumió Maura, y desde la de un liberalismo democrático desplegó José Canalejas. El gobierno del primero naufragó en 1909 a raíz de los sucesos que, como réplica a la guerra de Melilla, ensangrentaron Barcelona (Semana Trágica), y cuya represión subsiguiente (fusilamiento del anarquista Ferrer Guardia) suscitó una desaforada campaña antimaurista y antiespañola, orquestada por las izquierdas europeas, y que en España se tradujo en la ruptura del Pacto del Pardo, al declararse el jefe del Partido liberal, Moret, incompatible con Maura.
En Barcelona hubo una insurrección militar y anticlerical, para oponerse al envío de tropas a África, reservistas casados y con hijos la mayoría, que eran muchos catalanes. Esto se tomó como una provocación. Huelga general y la violencia se desató. Barcelona se llenó de barricadas y el pueblo, manejado por demagogos y oportunistas de líderes radicales, comenzó la quema de iglesias y conventos ante la pasividad del ejército. Se quemaron 80 edificios religiosos y murieron entre sacerdotes y civiles unas 100 personas. Se profanaron tumbas de religiosas de clausura y las pasearon las osamentas por la ciudad en un espectáculo macabro. Se desarrolló entre el 26 de julio y el 2 de agosto de 1909 se llamó “La semana trágica”. El gobierno de Antonio Maura inició una dura represión. 78 muertos, unos 500 heridos, 112 edificios incendiados, disturbios de la ciudad de Barcelona supusieron un total de 78 muertos (75 civiles y 3 militares); medio millar de heridos y 80 edificios religiosos incendiados y 32 civiles. Miles de detenidos de los que 2000 fueron procesos que quedaron en destierros, 60 cadenas perpetuas y 5 condenados a muerte. Se clausuraron los sindicatos. La llegada de tropas y la nula organización de los revoltosos hizo que se pudiera controlar la situación. La Semana Trágica de Barcelona había acabado. La burguesía catalana, respiró al fin.
Canalejas, con una notable gestión de efectiva orientación democrática y de apertura social, iniciada en 1910, se esforzó en restaurar la normalidad constitucional, pero el crimen que acabó con su vida en 1912 aceleró la descomposición de los partidos y el ocaso del turnismo.
Antonio Maura
Se iban manifestando dos tendencias claramente
contrapuestas, la derecha y la izquierda, el socialismo y conservadores. Y en
la izquierda el socialismo manifestaba sus reivindicaciones pacíficamente y en
los anarquistas, enemigos de un orden general establecido, “Ni Dios, Ni Patria
Ni rey”, pensaban que la forma de ir arreglando las cosas era a base de
violencia. De esta forma en el país, el
anarquismo, que quiere decir el rechazo al poder establecido, se transformó en
sinónimo de terrorista.Y se desata la Primera Guerra Mundial. Aunque el rey era algo germanófilo ya que la reina era de origen alemán. Y el país se divide en las opciones. La izquierda, intelectuales y nacionalistas simpatizaban con los aliados y los franceses. Conservadores y el ejército simpatizantes con los imperialistas. Dos bandos, cultura alemana o civilización aliada.
Alfonso XIII afirmó la neutralidad española, respaldado por el entonces jefe del Gobierno, el conservador Eduardo Dato. Esta paz en la guerra propició una coyuntura excepcional a los mercados españole, permitió al Rey entregarse a una extraordinaria labor humanitaria abierta a los dos campos combatientes, lo que le valdría un prestigio insólito a la hora de la paz.
Sin embargo, las salpicaduras de la gran conflagración y de sus derivaciones, la Revolución rusa, la eclosión de los nacionalismos, llegaron a España con las perturbaciones internas de 1917
Aunque Dato consiguió superar ambos conflictos sin derramamiento de sangre, la llegada de la paz exterior tuvo dos graves contrapartidas, la radicalización de los nacionalismos insolidarios, en Cataluña y en el País Vasco y la recesión económica debida al cierre de los mercados exteriores. Lo cual a su vez agudizó los conflictos sociales, que en Cataluña tomaron el carácter de una “guerra social”, culminante en la huelga de La Canadiense (1919).
Eduardo Dato
Pero la grave crisis de fondo —que costó la vida, pese a sus
notables iniciativas de reforma social, a Eduardo Dato, asesinado por los
anarquistas en 1921—, vino a doblarse ahora con el problema de Marruecos, esto
es, la necesidad de fijar sólidamente el protectorado reconocido a España
mediante el acuerdo hispano-francés de 1912, en función de los acuerdos de la
Conferencia Internacional de Algeciras (1906). La imprudencia e imprevisión del
comandante general de Melilla, Fernández Silvestre, en su empeño de alcanzar la
posición clave de Alhucemas, provocaron (julio de 1921) un desastre de enormes
proporciones (Annual), frente a la rebelión del caudillo rifeño Abd el-Krim.
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