martes, 10 de enero de 2017
D. JUAN DE AUSTRIA
A principios del mes de octubre de 1971 estaba yo en Barcelona paseando por el puerto. Mi padre venía en barco desde Argentina. Allí, en el puerto, supe de una exposición que conmemoraba la batalla de Lepanto. Poco sabía yo entonces de aquel hecho y me acerqué a curiosear. En una gran nave, había una enorme mesa donde estaba un gran diorama de la batalla con la disposición de los barcos que participaron en la lucha. También había documentos, pinturas, y diferentes elementos usados en el combate. Se conmemoraban 400 años de la batalla, y me fui dando cuenta que logró cambiar el curso de la historia. La epopeya la protagonizó Juan de Austria, que en aquel momento tenía 25 años, solo dos más de los que tenía yo. Entonces fue cuando la historia de España me empezó a interesar.
Supe que el Imperio Otomano se estaba haciendo con Europa y solo el Imperio Español era capaz de contenerlo. Con arcabuz, espada, y el arrojo típico de un militar venido de la Península Ibérica. Así combatieron los soldados españoles que, un 7 de octubre de 1571, derramaron su sangre sobre la cubierta de decenas de buques para detener, en el golfo de Lepanto, las pretensiones expansionistas turcas
¿Y si se hubiera perdido? Estaríamos conquistados por los musulmanes otra vez. ¿Dominarían definitivamente Europa? Es posible. ¿Quién era este valeroso Juan de Austria?
Para conocer esto es necesario remontarse unos años atrás.
Su abuelo Fernando (el Católico) se casó siendo viudo de Isabel con Germana de Foix. Él tenía 53 años y ella 18. Estamos en 1505. Es decir que con tal de tener descendencia no le importaba casarse con una chavala.
Su hija Juana, la reina de Castilla y heredera de Aragón, estaba encerrada y gobernaría el hijo, Carlos I, ya que Felipe el Hermoso había fallecido hacía años. Carlos vivía en Gantes y al morir su abuelo debía hacerse cargo de los reinos. Cuando vino a la península tenía 17 años. Ahora estamos en 1517. Fernando había muerto el año anterior. Carlos conoció entonces a su abuelastra, Germana de Foix, de 29 años. Y siguiendo la tradición familiar, pues no tuvieron mejor idea, ambos, de mantener una relación con derecho a roce. Les nació una hija que Carlos nunca reconoció.
Pero bueno, el hecho es que Carlos estaba prometido con su prima Isabel de Portugal, que dicho en castellano, estaba como un jamón, de sabrosa digo, era también nieta de los Reyes Católicos y la hermana de Carlos era su madre, Catalina de Austria que estaba casada con el rey de Portugal. O sea, que la cosa interesaba.
Carlos I se casó en 1526 y su mujer fue el amor de su vida. Parece ser que se portó bien. Incluso cuando ella falleció trece años después, en 1539 Carlos tuvo una fuerte depresión que provocó su hundimiento, retirándose al monasterio de la Sisla durante dos meses. Es cuando le llega la noticia del motín que se produce en su ciudad natal, Gante. Y allí se fue Carlos.
La cuestión es que unos años después Carlos, por aquellas tierras, en una fiesta conoce a una dama de la aristocracia alemana, Bárbara Blomberg, que además de ser buena, también estaba buena, e hizo lo que pudo por alentar y alegrar al Emperador. ¡Y lo consiguió! Tal es así que éste se vino arriba, y ya se sabe que cuando “Carlitos” piensa... Bueno, total, que de sus amores nació un hijo de ambos. La madre se casó poco después con un tal Jerónimo Piramo. Por lo que se cree que al niño se le llamara “Jeromín”.
Pero Carlos decide que a los tres años el niño ha de ser criado en España. Poco antes de morir Carlos reconoció al niño.
El heredero nombrado, es decir, Felipe II conoció al niño en 1559. Siguiendo las instrucciones de su padre le reconoció como miembro de la casa real y le cambiaron el nombre por el de Juan de Austria. Por entonces tenía 9 años. Lo envían a realizar los estudios correspondientes y también ingresa en la Universidad de Alcalá de Henares.
La verdad es que Felipe II y su padre, Carlos I, no tenían muchas cosas en común. El carácter militar y la ambición en ese sentido no existía en Felipe. Por el contrario, era muy buen gestor, realizó una gran labor administrativa para poder gobernar tan vastos territorios. Creó una burocracia que no existía hasta entonces, realmente está considerado el primer monarca moderno. Tenía un fuerte sistema piramidal de manejar el poder, peo revisaba todos los asuntos de sus secretarios, los importantes y los menos importantes. Ese sedentarismo y esos trabajos por el contrario no iban con la personalidad de Juan de Austria. Realmente había salido en esto a su padre, Carlos I.
A mediados del siglo XVI, dos potencias se disputaban el control del Mare Nostrum: España (dueña de Sicilia, Cerdeña y Nápoles) y el Imperio Otomano (cuyos dominios se extendían desde los Balcanes hasta Egipto). Los intereses contrapuestos de Madrid y Estambul habían desembocado en una guerra continua, que se englobaba en el esfuerzo general de los estados cristianos europeos por frenar el imparable avance turco. A su vez, los españoles encontraron en esta época a unos fuertes enemigos en los piratas, que saqueaban sin piedad decenas de ciudades cristianas. Mientras las tropas del sultán Solimán I “El Magnífico” conquistaban Hungría y llegaban incluso a asediar Viena, los estados berberiscos del norte de África (vasallos del Imperio Otomano) vivían de la piratería saqueando los puertos de España e Italia y asaltando sus barcos en alta mar. En definitiva, la situación llegó a ser tan crítica que se esperaba que, tarde o temprano, los turcos intentarían invadir Italia.
En este clima de tensión, los turcos pusieron, unos pocos años después, la guinda a este conjunto de afrentas contra los cristianos. En mayo de 1565, la armada otomana llegó a las costas de Malta e inició el asedio a la isla, defendida por los caballeros de la Orden de San Juan u Orden de Malta. El asedio fue durísimo. Por suerte, este gran ataque fue detenido por los miles de soldados que envió España para socorrer a los sitiados, pues en la Península Ibérica se conocía la importancia estratégica de este territorio. De haber caído en manos del Imperio Otomano, Malta se hubiera convertido en el trampolín perfecto para asaltar Italia.
Cuando en 1565 los turcos atacaron la isla de Malta, Don Juan pidió permiso para embarcar en la armada, pero fue rechazado. Escapó de la corte pero no logro embarcar. Felipe había pensado para él la carrera eclesiástica, pero estaba claro que eso no era lo suyo.
Felipe II lo nombró entonces Capitán General de la Mar.
Pero lo que finalmente hizo entrar en cólera a los cristianos fueron las exigencias planteadas por el nuevo sultán Solimán I, pidió la entrega de Chipre a su imperio.
En previsión de un nuevo ataque a la isla, el papa Pío V solicitó a España y Venecia la creación de una alianza militar con los Estados Pontificios con el objetivo de frenar la expansión otomana en el Mediterráneo. En 1571, Madrid, Venecia y Roma crearon la Santa Liga. Esto no detuvo a los turcos que sin temor a las consecuencias, iniciaron el asedio a Chipre. Ante esta afrenta, la flota de la nueva y flamante «Santa Liga» decidió iniciar los preparativos para acabar de una vez por todas con sus enemigos del este. «Aunque el ejército otomano había acabado ya con el último reducto de la resistencia veneciana en Chipre (Famagusta), se decidió buscar y destruir la armada del sultán, dirigida por Alí Pachá o Alí Bajá.
Cuesta creer hoy día que las tranquilas aguas del mar Mediterráneo fueran en otro tiempo escenario de asedios, batallas y guerras, y que miles de personas sufrieran el drama del cautiverio y la esclavitud.
En 1571, los buques de la Santa Liga y la armada turca mantuvieron uno de los combates marítimos más grandes de la historia. La Batalla de Lepanto.
Continuará.
lunes, 9 de enero de 2017
EL ARTE ROMÁNICO ESPAÑOL
El arte románico en Europa fue una manifestación del cristianismo de la Edad Media. Fue un arte religioso que reflejó la sociedad medieval, que a la vez era guerrera y cristiana.
Romana, prerromana, bizantina, germánmica y árabe. No era solo de una región sino que paulatina y simultanemente se fue introduciendo en las diferentes regiones de Europa, con las características propias.
La properidad y la renovación inspiraron gran cantidad de obras, iglesias y catedrales.
Las ordenes religiosas como la del Cluny y la del Cister construyeron monasterios y el Camino de Santiago aportó influencia en la religión y en la arquitectura. Se edificaron con la aportación también de los aldeanos con dinero y trabajo. Artesanos y arquitectos especialistas, picapedreros, etc.
El Arte Románico penetró en España en el siglo XI por los Pirineos y se extendió por el norte del país a través del Camino de Santiago. Este estilo artístico tiene unas características comunes en Europa, aunque en España mantiene un cierta personalidad propia.
Fue influída en la península por las tradiciones culturales y logicamente el arte andalusí.
Gran parte de sus construcciones las encontramos en los cascos antiguos de las ciudades, haciendo ver el lugar con el atractivo medieval.
La Ruta del Románico en el valle de Boí, entre El Pont de Suert y Taüll, en los Pirineos de Lérida conserva un grupo de templos de los siglos XI y XII, que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Entre ellos destacan las iglesias de San Clemente y la de Santa María de Taüll.
Hay que destacar la Catedral de San Pedro de Jaca, el castillo de Loarre, la fortaleza mejor conservada de Europa. Fue construido en el siglo XI y presenta un buen estado de conservación, lo que hace que sea uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar y civil del románico de España. El castillo se asienta sobre un promontorio de roca caliza que utiliza como cimientos. Esto suponía una gran ventaja defensiva, ya que así los muros no podían ser minados (técnica habitual en el asedio de fortalezas, que consistía en construir un túnel por debajo del muro para después hundirlo y abrir así una brecha por la que asaltar. Además está rodeado por una muralla con torreones.
En Castilla y León se encuentra Santo Domingo de Silos, en Burgos, con su monasterio benedictino, cuyo claustro está considerado una de las obras maestras del románico español.
En la Ruta del Románico Palentino, se reúne la mayor concentración de iglesias y ermitas románicas de toda Europa. Frómista alberga la iglesia de San Martín de Tours una de las cumbres del románico en España y Europa, Carrión de los Condes, villa muy importante en su tiempo.
Zamora está considerada la capital del románico ya que conserva el mayor conjunto de construcciones de este estilo de toda España.
En Asturias la Ruta del Románico cerca de Oviedo podemos admirar obras prerrománicas como Santa María del Naranco.
Galicia, con su Catedral de Santiago de Compostela al frente, está repleta de monumentos y edificios de un gran valor, que destacan por su calidad artística. El Pórtico de la Gloria, de la Catedral es la obra cumbre de la escultura románica.
España es el tercer país del mundo con mayor cantidad de bienes declarados Patrimonios de la Humanidad. El turismo cultural ha hecho que nos visiten cerca de 8 millones de personas por motivos culturales, a los que hay que agregar unos 13 millones del turismo interior
LA CATEDRAL DE JACA
El origen de la catedral y su relación íntima con la villa de Jaca debe situarse en ese mundo de las peregrinaciones jacobeas, tremendamente rico en flujos e intercambios de personas, productos e ideas, y en un preciso momento histórico en el que los reinos cristianos hispanos luchaban contra el invasor musulmán y avanzaban lentamente desde la montaña hacia el valle dejando a su paso testimonios de la fe restablecida.
Así, conquistada Jaca a comienzos del siglo X, inmediatamente se amuralla y se organiza su vida religiosa mediante la fundación de un viejo monasterio puesto bajo la advocación de San Pedro (llamado luego el Viejo, para diferenciarlo de la propia catedral, que recibió el mismo nombre).
IGLESIA DE SAN MARTÍN DE TOURS
es un templo iglesia católica construido en el siglo XI en Frómista, en la provincia de Palencia, España, que esta situado en el Camino de Santiago.
Iglesia de San Martín de Tours pertenece al estilo románico y está considerado como uno de los principales prototipos de románico en Europa. Construida en la segunda mitad del siglo XI por orden de doña Mayor de Castilla, como parte de un Monasterio de San Martín.
El arte asturiano se manifiesta principalmente en la arquitectura y recoge pocos elementos de tradición visigoda, pero con aportaciones del Bajo Imperio Románo e influencias carolingias, asi como artes aplicadas de tinte oriental bizantino.
Se extiende principalmente durante los siglos IX y X; es un arte que se da basicamente en el reino de Asturias, de ahí su nombre, y destaca también por la ausencia de cualquier influencia musulmana.
SANTA MARIA DEL NARANCO
Mandado construir por el rey Ramiro I de Asturias (842-850) en las faldas del Monte Naranco como edificio palatino. Muy cerca también manda construir la Iglesia de San Miguel de Lillo. Ambas construcciones formarían parte de un amplio complejo palatino de este rey, como lugar de descanso y recreo, no como sede permanente de la corte.
Caracteristicas de Santa Maria del Naranco es el uso de la bóveda de cañón, los contrafuertes y la utilización de arcos fajones para la sujección de las bóvedas. Aunque es una edificación en su origen palatino, el factor religioso impregna toda la construcción. Destaca también por el uso de columnas con el fuste sogueado típico del arte asturiano, y la utilización de medallones y fajas como elementos decorativos.
CATEDRAL DE SANTIAGO
La construcción de un sitio destinado a rendir culto a los restos del apóstol Santiago, tiene sus raíces en torno al siglo II, en un mausoleo pagano de Compostela (Campo de Estrellas) que contenía los restos de dos mártires cristianos. Este edificio sepulcral, despertó el interés del obispo Teodomiro, quien en torno a 829, identificó los restos como pertenecientes al apóstol Santiago y a dos de sus discípulos, Atanasio y Teodoro.
Durante un tiempo, por decisión del papa Nicolás I, la iglesia sirvió de concatedral junto a la de Iria Flavia, pero fue el 5 de diciembre de 1095 cuando por fin los fieles pudieron conocerla como la gran catedral de Santiago. Siguiendo el patrón de la época, una cruz latina con tres naves en cada uno de los brazos sirvió de estructura a la planta. La obra culminó el Románico, pero como siguieron produciéndose reformas y construcciones, quedó abierta a los estilos que traían los nuevos tiempos.
La construcción de la Catedral comenzó en torno a 1075, promovida por el obispo Diego Peláez. Tras derruir una parte de las antiguas construcciones, el sepulcro pasó a figurar en el presbiterio y más tarde, bajo el auspicio de Diego Gelmírez, el cual impulsó las obras del primitivo claustro, los trabajos se mantuvieron de forma intermitente, hasta quedar completada en 1105.
IGLESIA DE SAN CLEMENTE DE TAHULL
Situada en el Valle de Bohí, en Lérida. Fue consagrada el 10 de diciembre de 1125 según consta en una inscripción hallada en una columna que se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
De planta de tres naves, techumbre de madera. Decoración lombarda del exterior que denota la inspiración de Mantua y Verona.
FELIPE II - EL REY PRUDENTE
Pues allí estaba nuestro Felipe II en persona, que en sus dominios no se ponía el sol. O eso dijo al menos. Me quedo con el sobrenombre de “El rey prudente”.
La puñetera Leyenda Negra, alimentada por las muchas amistades peligrosas a quienes la poderosa España molestaba, se cebó en él como si el resto de los gobernantes europeos, como la hija de Ana Bolena y el bestia parda de Enrique VIII, que gobernaba Inglaterra, Isabel I se llamaba, nos odiaba cordialmente, los protestantes ni te cuento, el rey franchute Enrique II, el papa de Roma y demás elementos periféricos, fueran almas de la caridad.
Pero Felipe I de Nápoles, Felipe I de Inglaterra y Felipe I de Portugal, no es otro que nuestro Felipe II, una de las grandes figuras de la historia.
La hija del inglés Enrique VIII, la primera, era María Tudor, hija de Catalina de Aragón, a su vez hija de los RR CC. Felipe se casa con ella, su tía, el 25 de julio de 1554. Para poder esposar a su tía segunda, once años mayor que él, Felipe ha de firmar unas estrictas capitulaciones que le convierten en Rey de Inglaterra pero le impide gobernar, “el rey reina pero no gobierna”. En realidad le importaba un carajo la cuestión y la tía, porque creo que era fea de narices y de todo lo demás también, y él era un chaval de 30 años con toda su potencia de forma que en 1557 abandona el país para no volver nunca más. No tuvieron descendencia, y eso era lo malo porque heredará Isabel, la segunda hija de la bestia parda de Enrique VIII y la cortesana y favorita Ana Bolena. Felipe será rey de Inglaterra hasta el mismo día en que muere su esposa María, algo joven quizá. El hecho más reseñable de ese periodo es el breve retorno de Inglaterra al catolicismo, realizado el 30 de noviembre de 1554, y retornado apenas cinco años después promulgado por Isabel I de Inglaterra, en 1559.
Su reinado en Nápoles, sin embargo fue mucho más duradero. Y lo es porque para que el matrimonio de Felipe con María de Inglaterra fuera un matrimonio inter pares, de igual a igual, entre dos reyes, su padre Carlos V había abdicado en él la corona napolitana. Una corona que recibiría exactamente un día antes de recibir la corona inglesa, el día 24 de julio de 1554, de manos del regente de Carlos V en Nápoles. Lo cierto sin embargo es que Felipe II no estuvo en toda su vida en Nápoles, de donde sin embargo será rey hasta el mismo día de su muerte, el 13 de septiembre de 1598.
En agosto de 1578 se produce la muerte en Marruecos del Rey Sebastián I de Portugal. Un Sebastián que por otro lado, es sobrino de Felipe II, hijo como es de su hermana Juana de Austria. Luego de una serie de carambolas dinásticas que enredan la comprensión del tema, la cuestión es que los derechos dinásticos recaen sobre Felipe II por ser hijo de Isabel de Avis, o sea nieto del Rey Manuel I de Portugal. Pero antes de que Felipe pueda hacer valer sus derechos, se proclama rey Portugués un fulano llamado Antonio, Prior de Crato, que aunque es nieto como él del rey portugués Manuel I, el menda era lo que se decía “hijo no legítimo” de Luis de Avis, hermano de Isabel de Portugal, la madre de Felipe. Éste hace, sutilmente, es decir que lo hace enviando un potente ejército al frente del Duque de Alba. La batalla de Alcántara culmina con un “pies en polvorosa” de Antonio “el breve”.
El 12 de septiembre de 1580 y en Lisboa, Felipe II es proclamado Rey de Portugal con el nombre de Felipe I. Por lo tanto toda a península ibérica era española. Se desplazará a Lisboa entre 1581 y 1583, después de lo cual nombra regente del país a su sobrino el Cardenal Archiduque Alberto de Habsburgo. Igual que ocurre con Nápoles, Felipe será rey de Portugal hasta el mismo día de su muerte, el 13 de septiembre de 1598.
Felipe, casero, prudente, más bien tímido, marido y padre con poca suerte, heredero de medio mundo, hizo un sistema administrativo notable, que se conserva, para gobernar aquel tinglado internacional que lógicamente era muy complicado.
Para ser un tío tranquilo, la verdad es que anduvo de bronca en bronca. Guerras las tuvo con Francia, con Su Santidad, con los Países Bajos, con los moriscos de las Alpujarras, con los ingleses, con los turcos y algunos más que no me acuerdo, bueno sí, lo de la Armada Invencible y Lepanto. Se casó cuatro veces, tuvo un hijo medio boludo, un secretario golfo y lo de Portugal, que fue una ocasión perdida para la unidad territorial definitiva con España, porque se embarcó en la construcción de El Escorial para celebrar la batalla de San Quintín a los franchutes, y al centrar su política de esa forma en vez de llevarse la capital a Lisboa, se enrocó en el centro de la Península, gastándose el dineral que venía de las posesiones ultramarinas hispanolusas, además de los impuestos con los que sangraba a Castilla en las contiendas antes citadas. Aragón, Cataluña y Valencia, con el rollo de sus fueron no pagaban ni un maravedí.
Eso sí, sus embajadores vestidos de negro, arrogantes y soberbios, se paseaban por una Europa a la que con nuestros tercios, nuestros aliados, nuestras estampitas de vírgenes y santos, nuestra chulería y tal, seguíamos teniendo acojonada.
Felipe II fue un buen funcionario, diestro en la administración, un meapilas culto, sobrio, poco amigo del lujo, (ver su modesta habitación en El Escorial).
La verdad es que como economista le falló la puntería. Se fundió la tela, que era mucha, y nos endeudó hasta por donde cargan los carros, con banqueros alemanes y genoveses. Hubo tres bancarrotas que dejaron España con el culo al aire para el siguiente siglo, mientras la nobleza y el clero, que se escaqueaban silbando bajito, empezaron a vender títulos nobiliarios, cargos y toda clase de beneficios. Con el detalle de que los compradores, a su vez, los parcelaban y revendían para resarcirse. De manera que, poco a poco, entre el rey y la peña fueron montando un sistema nacional de robo y papeleo, y de papeleo para justificar el robo, que se parece a los ERES o al Caso Gurtel, como les plazca a sus señorías.
En mayo de 1565, la armada otomana llegó a las costas de Malta e inició el asedio a la isla, defendida por los caballeros de la Orden de San Juan u Orden de Malta. El asedio fue durísimo. Por suerte, este gran ataque fue detenido por los miles de soldados que envió España para socorrer a los sitiados. De haber caído en manos del Imperio Otomano, Malta se hubiera convertido en el trampolín perfecto para asaltar Italia.
En previsión de un ataque a la isla, el papa Pío V solicitó a España y Venecia la creación de una alianza militar con los Estados Pontificios con el objetivo de frenar la expansión otomana en el Mediterráneo. En 1571, Madrid, Venecia y Roma crearon la Santa Liga. Luego vendría la batalla de Lepanto, que le dedicaremos un capitulo como se merece.
Por otro lado, hablando de la Inquisición se puede decir que Felipe II, no mandó al cadalso a más que los luteranos, o Calvino, o el Gran Turco, o los gabachos la noche de San Bartolomé; o en Inglaterra María Tudor (Bloody Mary, de ahí viene), que se cargó a cuantos protestantes pudo, o la inglesa hija de Enrique VIII Isabel I, que aparte de inventar la piratería autorizada, hoy héroes nacionales allí, mató a católicos todos los que pudo.
Toda esta mierda de la Leyenda, y los gastos para defender la religión, surgida en el XVI se la debemos a Inglaterra y a Flandes (hoy Bélgica, Holanda y Luxemburgo), donde nuestro muy piadoso rey Felipe metió la pata hasta la ingle: «No quiero ser rey de herejes aunque pierda todos mis estados». Pues los perdiste al final Felipe. Nos metimos en charcos ajenos porque con nuestra península y la América que dominábamos teníamos más que de sobra para andar sacándole las castañas del fuego al Papa de turno y embarcarnos en guerras con unos y otros, todo por establecer por cojones una religión que estaba corrupta hasta las trancas,(de ahí Lutero), que en el fondo algo de razón tenía. Por ende también muchos no querían pagar impuestos «España nos roba», quizás les suene, y el rey prudente, en esto no anduvo fino, porque escuchó más a los confesores que a los economistas. Y a los flamencos y alemanes y demás, con sus rubias tetonas, bebiendo cerveza, lo de la religión dura y pagando, como que no.
Felipe II fue un hombre inteligente, muy culto y formado, buen mecenas, y coleccionista de arte.
Tuvo siempre una mala slud, sufrió enfermedades perdiendo la movilidad de la mano derecha.
Murió el 13 de septiembre de 1598. Fue el más poderoso monarca del mundo en aquel tiempo el que dejaba esta vida en el Monasterio de El Escorial, donde fue sepultado.
Pintura de Felipe II por Antonio Moro (1557)
Estatua de Felipe II realizada por Felipe de Castro en 1750
viernes, 6 de enero de 2017
DESVENTURAS DE CERVANTES
En algún lugar de América, de cuyo nombre ni puedo acordarme, hace mucho tiempo vivía un villano, que en su día se encontró con la obra fundamental de la novela mundial.
D. Miguel de Cervantes Saavedra es el autor de la primera novela moderna, una de las mejores de la literatura universal y unos de los libros más editado y traducido de la historia, el “Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” que fue hace tiempo considerado la obra cumbre de la literatura universal y una de las máximas creaciones del ingenio humano. El Quijote es un libro externamente cómico e íntimamente triste, un retrato de unos ideales admirables burlescamente enfrentados a la mísera realidad; no son pocos los paralelos que se han querido establecer con la España imperial de los Austrias, potencia hegemónica destinada a gobernar el mundo en el siglo XVI y a derrumbarse en el XVII, y con la vida de su autor, gloriosamente herido en el triunfo de Lepanto y abocado luego a toda suerte de desdichas. Los caracteres de Don Quijote y Sancho Panza son una representación del alma humana elevada a la plenitud. Se puede entender que Don Quijote representa la melodía en el desarrollo de la vida, la voz cantante, la ilusión, la imaginación y la aventura. Mientras Sancho es la conciencia, la razón, la lógica de las cosas. Entre ambos se desarrolla la armonía.
En general, armonía es el equilibrio de las proporciones entre las distintas partes de un todo, y su resultado siempre connota belleza y lógica.
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá, Madrid, entre el 29 de septiembre y el 9 de octubre de 1547, fecha en que fue bautizado.
Su abuelo Juan, que era juez de la Santa Inquisición, se fue a por tabaco y dejó de trabajar, dejó la familia, y se dejó crecer las barbas y las ganas de no hacer nada. Por lo que el padre de Cervantes se vio obligado a ejercer su oficio de cirujano barbero, dando tumbos con su familia por la ancha Castilla.
El destino de Miguel no pintaba bien. Pero asentados en Córdoba en 1555 Miguel ingresó en el colegio de los jesuitas. Fue un lector muy precoz y sus dos hermanas sabían leer, cosa muy poco usual en la época, aun en las clases altas. Por lo demás, la situación de la familia era precaria.
Un año después partieron hacia Sevilla con el fin de mejorar económicamente, pues era la puerta de España a las riquezas de las Indias y la tercera ciudad de Europa en la segunda mitad del siglo XVI. Los Cervantes se trasladaron en 1566 a la nueva capital del reino, Madrid. No se sabe con certeza que Cervantes hubiera asistido a la universidad, en cambio, su nombre aparece en 1568 como autor de cuatro composiciones en una antología de poemas en alabanza de Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, fallecida ese mismo año.
En el año de 1569 Miguel fue condenado en Madrid a arresto y amputación de la mano derecha por herir a un tal Antonio de Segura. La pena, corriente, se aplicaba a quien se atreviera a hacer uso de armas en las proximidades de la residencia real. No se sabe si Cervantes salió de España ese mismo año huyendo de esta sanción, pero lo cierto es que en diciembre de 1569 se encontraba en los dominios españoles en Italia, provisto de un certificado de cristiano viejo.
En 1571 Venecia y Roma formaban, con España, la Santa Alianza, y el 7 de octubre, comandadas por Juan de Austria, las huestes españolas vencieron a los turcos en la batalla de Lepanto. Fue la gloria inmediata, una gloria que marcó a Cervantes, el cual relataría muchos años después, en la primera parte del Quijote, las circunstancias de la lucha. En su transcurso recibió el escritor tres heridas, una de las cuales, si se acepta esta hipótesis, inutilizó para siempre su mano izquierda y le valió el apelativo de «el manco de Lepanto» como timbre de gloria.
Junto a su hermano menor, Rodrigo, Cervantes entró en batalla nuevamente en Corfú, también al mando de Juan de Austria. En 1573 y 1574 se encontraba en Sicilia y en Nápoles, donde mantuvo relaciones amorosas con una joven a quien llamó «Silena» en sus poemas y de la que tuvo un hijo, Promontorio
Cervantes se propuso conseguir una situación social y económica más elevada dentro de la milicia mediante su promoción al grado de capitán, para lo cual obtuvo dos cartas de recomendación ante Felipe II, firmadas por Juan de Austria y por el virrey de Nápoles, en las que se certificaba su valiente actuación en la batalla de Lepanto. Con esta intención, Rodrigo y Miguel de Cervantes se embarcaron en la goleta Sol, que partió de Nápoles el 20 de septiembre de 1575.
A poco de zarpar, la goleta se extravió y fue abordada, por tres corsarios berberiscos. Tras encarnizado combate y la consiguiente muerte del capitán cristiano, los hermanos cayeron prisioneros. Las cartas de recomendación salvaron la vida a Cervantes, pero serían, a la vez, la causa de lo prolongado de su cautiverio: el corsario convencido de hallarse ante una persona principal y de recursos, lo convirtió en su esclavo y lo mantuvo apartado del habitual canje de prisioneros y del tráfico de cautivos corriente entre turcos y cristianos. Esta circunstancia y su mano lisiada lo eximieron de ir a las galeras. Cervantes protagonizó, durante su prisión, cuatro intentos de fuga. Temía un traslado a Constantinopla. Hassán retuvo a Cervantes hasta el último momento, mientras los frailes negociaban y pedían limosna para completar la cantidad. Por último, en 1580, fue liberado. Tenía treinta y tres años; reflejaba en cierto modo la profunda crisis general del imperio, que se agravaría luego de la derrota de la Armada Invencible en 1588. Al retornar, Cervantes renunció a la carrera militar.
Mientras tanto, fruto de sus relaciones clandestinas con una joven casada, Ana de Villafranca, nació una hija, Isabel, criada por su Madrid. A los treinta y siete años, Cervantes contrajo matrimonio; su novia, Catalina de Salazar y Palacios. Tenía sólo dieciocho años. Meses antes, el escritor había acabado su primera obra importante, La Galatea, una novela. El editor Blas de Robles le pagó 1.336 reales por el manuscrito. Esta cifra nada despreciable y la buena acogida y el relativo éxito del libro animaron a Cervantes a dedicarse a escribir comedias. Entre 1585 y 1600 Cervantes solía visitar Madrid, allí alternaba con los escritores de su tiempo, leía sus obras y mantenía una permanente querella con Lope de Vega. Ingresó en la Academia Imitatoria, primer círculo literario madrileño, y ese mismo año fue designado comisario real de abastos (recaudador de especies) para la Armada Invencible. También este destino le fue adverso: en Écija se enfrentó con la Iglesia por su excesivo celo recaudatorio y fue excomulgado; en Castro del Río fue encarcelado (1592), acusado de vender parte del trigo requisado. Al morir su madre en 1594, abandonó Andalucía y volvió a Madrid.
Pero las penurias económicas siguieron acompañándole. Cervantes dio con sus huesos en prisión, esta vez en la de Sevilla, donde permaneció cinco meses. En esta época de extrema carencia comenzó probablemente la redacción del Quijote. Entre 1604 y 1606, la familia de Cervantes, su esposa, sus hermanas y su aguerrida hija natural, así como sus sobrinas, siguieron a la corte a Valladolid, hasta que el rey Felipe III ordenó el retorno a Madrid.
En 1605, a principios de año, apareció en Madrid El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Cuando en junio de 1605 toda la familia Cervantes, con el escritor a la cabeza, fue a la cárcel por unas horas a causa de un turbio asunto, don Quijote y Sancho ya pertenecían al acervo popular.
Cervantes escribió a un ritmo imparable: las Novelas ejemplares vieron la luz en 1613. Ese mismo año lo sorprendió la aparición, en Tarragona, de una segunda parte espuria del Quijote escrita por un tal Avellaneda. Así, enfermo y urgido, y mientras preparaba la publicación de las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados, acabó la segunda parte del Quijote, que se imprimiría en el curso del mismo año.
El 19 de abril redactó "Ayer me dieron la extremaunción y hoy escribo ésta; el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir...".
Un tal Márquez Torres, le había mandado una recomendación en la que relataba una conversación mantenida en febrero de 1615 con notables caballeros del séquito del embajador francés: "Preguntáronme muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad. Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que uno respondió estas formales palabras: "Pues ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?". Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento y con mucha agudeza: "Si necesidad le ha de obligar a escribir, plaga a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo".
En efecto, ya circulaban traducciones al inglés y al francés desde 1612, y puede decirse que Cervantes supo que con el Quijote creaba una forma literaria nueva. Sus contemporáneos no vislumbraron la profundidad del descubrimiento del Quijote. Así, entre el 22 y el 23 de abril de 1616, murió en su casa de Madrid, asistido por su esposa y una de sus sobrinas; envuelto en su hábito franciscano y con el rostro sin cubrir, fue enterrado en el convento de las trinitarias descalzas.
Cervantes estuvo en las glorias imperiales de Lepanto y en las derrotas de la Invencible. Fue un producto claro de su tiempo. Fue genial escritor, valiente luchador y desgraciado, incomprendido por los poderosos, reconocido en el extranjero y por la historia.
Y orgullo español siempre.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
LA MASONERÍA Y LA INDEPENDENCIA DE PAÍSES AMÉRICANOS
La masonería se expandió en Sudamérica a partir del siglo XIX, coincidiendo con los movimientos independentistas. Ofreció a los líderes crio...

-
El nombre actual de “Euskal Herria” (Vasconia o País Vasco) aparece en escritos vascos por primera vez en el siglo XVI pero es en el siglo X...
-
LA ORDEN DEL CLUNY La reforma de la Orden de San benito, iniciada por los monjes franceses de la abadía de Cluny, había de tener consecuenci...
-
En 1931, José Ortega y Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Gregorio Marañón, firman el manifiesto «Al servicio de la República», manifiesto anti...