miércoles, 27 de febrero de 2019
19- FELIPE IV - (3) CATALUÑA Y PORTUGAL
martes, 26 de febrero de 2019
18- FELIPE IV - (2 Guerra de los 30 años)
Fernando III de Estiria fue elegido emperador de Sacro Imperio y era rey de Bohemia, (actual Eslovaquia) y había pasado a llamarse Fernando II. Católico convencido era impopular en Bohemia, la cual era predominantemente calvinista. Fernando era un Habsburgo y se había asegurado el apoyo de la corona española ya con Felipe III. La nobleza de Bohemia, de mayoría protestante, estaba una situación prácticamente de rebelión. Ese fue el detonante de la guerra de los Treinta Años.
Se inició la Guerra de los Treinta Años en 1618 entre las diferentes potencias europeas, aunque al principio era un clnflicto político y religioso por la reforma y la contra-reforma, dentro de propio ImperioRomano Germánico, se extendió en general por toda Europa por diferentes motivos, de poder, influencias hegemoná militar, etc.
Si en Europa la situación era mala, en España era preocupante. Desde finales de la década de 1620 y la década siguiente significó el ocaso del sistema económico monetario de los Austrias españoles. Corría el dinero falso, hubo malas cosechas, capturas de navíos españoles procedentes de América por francesas, holandeses e ingleses, crisis alimentarias, hambrunas, en fin un desastre.
Para hacer frente a tal cantidad de circunstancias el valido de Felipe IV, el duque de Olivares, trató de poner en práctica su idea de solidaridad entre los reinos de España, la llamada “Unión de Armas”, en 1626, que pretendía unir un ejército de 140.000 hombres al que cada región aportaría una cuota correspondiente a sus recursos y demografía. Se trataba de repartir equitativamente las cargas que hasta entonces solo la soportaba Castilla ya que era la responsable del manejo de las entradas y salidas de oro y plata de América.
En la corte de Madrid la Unión de Armas fue recibida con grandes elogios. Mientras que en las otras regiones no castellanas fue lo contrario. Tendrían que aportar regularmente con tropas y dinero, y supondría una violación de sus fueros, ya que en todos ellos, en Aragón y Valencia, los vasallos no podían ser obligados a marchar más allá de sus fronteras con fines militares. En Cataluña en el caso de guerra ofensiva y no defensiva, parecía difícil hacer que los catalanes sirvieran más allá de sus propias fronteras a expensas del rey, e imposible a sus propias expensas. El asunto se mostró imposible. Las Cortes de Cataluña y Aragón distaban mucho de permitir la práctica del absolutismo de Felipe IV con sus recursos. El proyecto fue abandonado. No obstante esto fue el germen de las sublevaciones catalanas y portuguesas.
El frente de batalla se trasladó a los Pirineos y Francia intentó la invasión por Navarra, algo inaudito. El 1 de julio de 1638, hallándose Hondarribia completamente desprevenida, un ejército francés de 18.000 hombres le puso cerco, no sin antes de apoderarse de Irún, Oiartzun, Lezo, Rentería y Pasajes. La población en ese momento, entre soldados del castillo y paisanos, ascendía a 700 hombres armados, que frente a los 18.000 se antojaban número insuficiente para su defensa. Vecinos de las villas consiguieron entrar unos 400. En total unos 1.100 defensores debían hacer frente a un ejército muy superior y con abundante artillería. Al primer mes de asedio, se recibió una carta del almirante de Castilla, informando de que estaba reuniendo un ejército numeroso que acudiría en su defensa. Los franceses realizaron una oferta de rendición. Por fin, el 7 de septiembre, día 69 del asedio, llegó el ejército de socorro. Los franceses abandonaron sus posiciones y en la huida muchos de ellos murieron tiroteados. De los 1.100 hombres de armas, sólo quedaron 400.
Los catalanes no quisieron acudir a ese asedio francés. Después de su derrota, los franceses casi habían cortado el camino a Flandes, que usaban los Tercios para abastecerse. De ahí viene lo difícil que es poner una pica en Flandes.
Puesta en marcha la guerra parecía favorable a los Habsburgo, pero intervino Dinamarca y podría caer entonces Flandes. Francia, que era un país extenso y muy poblado con abundantes recursos, con Luis XIII y su ministro el cardenal Richelieu, comenzó a ayudar a los protestantes, a pesar de ser un país católico, pero le interesaba la derrota de Flandes y por lo tanto de España. Se convertiría en la gran potencia.Se pensó abrir un segundo frente en los Pirineos, que permitiría un rápido abastecimiento a las tropas. Este frente se abriría en Cataluña, lo que posibilitaría una aportación del Principado. La presencia del ejército no era agradable para las poblaciones fronterizas. El pueblo despreciaba al ejército, ya que los mandos no dominaban los desmanes de la tropa. Los nobles no querían aportar y la situación económica que era grave, influía negativamente para que Cataluña, al igual que el resto de España, entrara en guerra. Los ecos de la protesta llegaron a Barcelona y en mayo de 1640, campesinos gerundenses atacaron a los tercios que acogían. A finales de ese mismo mes, los campesinos llegaban a Barcelona, y a ellos se unieron los segadores en junio que se dirigían a su manifestación.
domingo, 24 de febrero de 2019
17- FELIPE IV- ( 1- desde 1621)
La temprana muerte del Felipe III convirtió en rey a su hijo de apenas 16 años, Felipe IV. Fue un reinado largo, pródigo en acontecimientos y el reinado más importante para España del siglo XVII. El Alcázar de Madrid era la residencia de la corte y centro administrativo el lugar propicio para llevar a cabo sucios manejos de negocios y corrupciones de pequeña y gran escala. Felipe IV fue de joven un buen estudiante, culto, amante de la historia, la teología, el derecho, la música y los idiomas. Le atrajeron el arte, el teatro y la poesía, pero no solo como espectador. Sabía pintar y escribir con soltura. Fue rey desde 1621. El ejército de Flandes que España mantenía desde 1567, se inició con la rebelión de los Países Bajos, quedando divididos en la mitad norte, no sometida a Madrid, (con matices, la actual Holanda), y la mitad sur, parte integrante de la monarquía hispánica (también con matices, la actual Bélgica). Este ejército de fama bien conseguida eran los Tercios, unidades de élite, españolas, italianas, alemanas, valona, inglesa y borgoñona, además de la caballería ligera y pesada. No obstante al magnífico ejército le faltaba el buen complemento del apoyo naval, que se vio como un elemento imprescindible.
Los Habsburgo españoles siempre han tenido una visión del mundo en la que España tenía junto con sus derechos unas responsabilidades fundamentales, la primera garantizar la fe católica, amenazada por el protestantismo. Esto les hacía ver la grandeza de su linaje, del Imperio a gobernar y de ser un pueblo en el que Dios confiaba para consolidar y extender la religión de Roma. Esto es importante tenerlo en cuenta para entender el punto de vista de aquellos personajes cuyas ideas y decisiones son tan alejadas del concepto actual de la gobernación y la Justicia actuales. Felipe estaba prometido con la hija de Enrique IV de Francia, Isabel de Borbón, dos años mayor que él. Y también prometió a su hermana Ana de Austria para casarla con el rey francés Luis XIII. Con lo cual las dotes, al ser de la misma cantidad quedaban compensadas, y se conseguía una alianza de matrimonios que convenía a ambos países. Felipe IV y la reina Isabel tuvieron cuatro hijas hasta 1627, de los cuales no sobrevivió ninguna más allá de los dos años. Luego nació un varón, al que buscaron pareja, pero él moriría joven soltero aún. La reina enfermó y también murió. De modo que el rey se encontraba viudo y sin descendencia. Decidió casarse con la prometida de su hijo fallecido, su sobrina Mariana de Austria que en aquél momento ella tenía trece años y él cuarenta y dos. Tuvieron a su primera hija que llegó a ser emperatriz consorte y murió a los ventidos años. Tuvieron otros cuatro hijos de los cuales sobrevivió solamente el último, Carlos, destinado a suceder a su padre. Felipe IV tuvo seguramente una treintena de hijos fuera del matrimonio, de los cuales hay que destacar, a Juan José de Austria.
En 1615 el valido del rey Felipe III, el Duque de Lerma, nombra gentilhombre de cámara del príncipe Felipe, (el futuro Felipe IV) al que será el famoso Conde Duque de Olivares. Esto es lo que le vale para estar cerca del príncipe y luego rey a la vez que ser su hombre de confianza. Cuando subió al trono Felipe IV en marzo de 1621, trajo una ola de entusiasmo y esperanza general ante la posibilidad de una etapa de un régimen prometedor que debía recuperar la grandeza de España y solucionar los problemas económicos, que no eran pocos. Dos figuras emergieron, Baltasar de Zúñiga y su sobrino Gaspar de Guzmán y Pimentel (Olivares). Ambos se necesitaban mutuamente ya que el primero tenía larga experiencia y el segundo disfrutaba del importante favor del rey. Felipe enseguida confió en el primero para los asuntos de Estado y para que fuera instruyendo a su sobrino Gaspar en el arte de gobernar. Éste a su vez completaba la educación del joven rey, algo muy importante ya que tenía solamente 16 años. Además se quería romper con la imagen de decadente e inerte de su padre Felipe III, optando como modelo a su abuelo, tratando de hacer un nuevo rey, trabajador implicado en los asuntos de Estado y que representara lo que se le llamó “El rey planeta”.
Su corta edad no permitió que asumiera personalmente la ingente tarea de gobierno. Se apoya el rey en Baltasar de Zúñiga, que había trabajado para su padre y también para su abuelo, hombre severo y justo, cumplidor de las leyes y muy trabajador. Se hará cargo del papeleo y negociaciones de Estado. Baltasar fue ayudado por su sobrino Gaspar y su intención era “Limpiar la casa” de corrupción, abusos, preferencias pagadas y demás asuntos sucios que había dejado la anterior administración. Esto pasaba sin duda por la eliminación de la corrupción que se había adueñado del sistema durante el periodo de Lerma, cuando todo era comprable, lo único discutible era el precio. El Duque de Lerma apenas se salvó de la prisión al conseguir ser nombrado cardenal. Su hijo, el duque de Uceda, que le sucedió en el cargo de valido, murió en prisión. El marqués de Sieteiglesias, amigo del anterior fue decapitado públicamente por sus fechorías. Dado que le dijo al verdugo “Cumple con tu trabajo” y le dio un beso, quedó en el refranero popular, “Tener más orgullo que el marqués en la horca”. Todo esto al poco tiempo de entrar la nueva administración. Otros fueron desterrados y a varios se les confiscaron las propiedades. Pero al año siguiente muere Baltasar de Zúñiga y el rey dispone en su lugar a Gaspar, es decir el conde de Olivares, luego duque de Sanlúcar la Mayor. Su personalidad difería mucho de aquel valido del anterior rey, Lerma, y la relación con su rey, y aunque no descuidó sus propios intereses se dedicó a la modernización y recuperación del prestigio español. Olivares desde el primer momento tuvo habilidad para hacerse con la voluntad del rey llevando a sus rivales fuera de los espacios de poder. Para afrontar los cambios Olivares contó con la Junta de Reformación, que se encargó de enviar un cuestionario a las ciudades con voto en Cortes. Algunas sugerencias fueron ley. Las principales hacían referencia a recortes en los gastos públicos, en la Corte, supresión de burocracia, límites a los certificados de limpieza de sangre, y aumentar la natalidad, y la redistribución de la población a las zonas deshabitadas. En las cuestiones exteriores las cosas iban aún peor. Al expirar la tregua con Holanda se reanudaron los enfrentamientos, ahora unidos a los avatares de la Guerra de los 30 años. Aquí entra en escena un valiente, un héroe recordado para siempre, gracias a Velázquez seguramente. El General Spínola que era miembro de una importante familia genovesa, que por entonces era una República que había tomado Carlos I el emperador. Fue un general al servicio de la Monarquía Hispánica, honrado además como caballero de la Orden de Santiago y del Toisón de Oro, capitán general de Flandes y comandante del ejército español durante la Guerra de los Ochenta Años. Spínola enroló mil hombres con su hermano Federico que se ocupó de formar una escuadra de galeras para operaciones en la costa. Todo esto arriesgando la totalidad de la fortuna de la familia. El propio Federico resultó muerto en acción con los holandeses en 1603. Spínola llegó con su ejército a Flandes en 1602 y la plaza de Ostende cayeron en sus manos en septiembre de 1604. La hija de Felipe II, Clara Eugenia, soberana de los Países Bajos, se sintió muy complacida con este éxito. A su vuelta a España en 1606 fue recibido con honores y aquí es donde le obligaron a entregar en garantía la totalidad de su fortuna para avalar los gastos de la guerra antes de conseguir los fondos por otros medios. Spínola consiguió el dinero familiar. Fundamentalmente se trataba de sitiar la ciudad de Breda que estaba defendida por Justino de Nassau. El cerco y sitio a la ciudad fue una lección de estrategia militar. Algunos generales de otras naciones acudieron allí en calidad de “observadores” para conocer la táctica del gran Spínola. “Esto es para alquilar balcones” decían.
La resistencia fue heroica pero Justino de Nassau capituló
el 5 de junio de 1625. Fue una capitulación honrosa. Cosas de entonces, donde
se premiaba el honor y la valentía. La entrevista fue un acto de cortesía. Este
es el momento histórico que eligió Velázquez para pintar su cuadro. Justino de
Nassau aparece con las llaves de Breda en la mano y hace ademán de
arrodillarse, lo cual es impedido por su contrincante, que pone una mano sobre
su hombro y le impide humillarse. Antes no se pitaba al himno. Se respetaba el
honor. Sin embargo, la parálisis del gobierno de España, la necesidad acuciante
de dinero y el nuevo favorito, el conde-Duque de Olivares, cabrón como el que
más, celoso del general, permitieron a los holandeses recuperarse. Spínola no
pudo evitar que Federico Enrique de Nassau ocupase Groll, una buena avanzadilla
hacia Breda. En Madrid tuvo que sufrir las insolencias de Olivares, que se
esforzaba al máximo en hacerle responsable de la pérdida de Groll. Como
compensación no se les ocurrió otra cosa a esa panda que nunca se le
restituyera el dinero, por lo que quedó completamente arruinado. El gobierno
español comenzó entonces a recurrir a excusas para mantenerlo lejos de España.
Pero Olivares, era un pragmático, si bien tenía momentos de depresión. Lleno de
recelos y sospechas, fue también un gran estadista, un ministro con las mejores
condiciones para hacerse cargo del pesado fardo del gobierno: capacidad de
trabajo, entendimiento de los negocios, voluntad de mando, autoridad. No hay
que ignorar que su virtuosa actuación al frente de la monarquía ofreció en sí
misma, al menos hasta que su mundo empezó a derrumbarse con las rebeliones de
Cataluña y Portugal, el mejor argumento a favor de su permanencia en el poder.
miércoles, 20 de febrero de 2019
16- FELIPE III - SIGLO DE ORO - CORRUPCIONES
Como vimos en el capítulo anterior sabemos que Felipe II murió muy preocupado por su heredero, de cuya falta de carácter y escasas dotes de gobierno tenía conocimiento. Felipe III no había tenido ni la oportunidad ni la voluntad de alcanzar una experiencia mínima en el manejo de la cosa pública. Tenía veinte años cuando heredó la corona en 1598. Entregó el poder a Francisco Gómez de Sandoval, Marqués de Gandía y futuro duque de Lerma, uno de los peores gobernantes que ha tenido este país, corrupto, astuto y falso. Cedió cargos y privilegios a sus familiares, favoritos y a todo aquel que pudiera beneficiarle de alguna manera. La corte de Felipe III se trasladó dos veces, de Madrid a Valladolid y de vuelta a Madrid, según los sobornos que Lerma recibió de los comerciantes locales, que pretendían dar lustre a sus respectivas ciudades. Hemos hablado también de la expulsión de los moriscos y sus consecuencias. A pesar de la decadencia del Imperio, del que ya hablaban cronistas de la época, tenemos que tener en cuenta que estamos en el Siglo de Oro, en el terreno cultural, que continuaría incluso con el futuro rey Felipe IV. Una paradoja histórica que en momentos de crisis es cuando florece el arte español en todo su esplendor. Ya en el siglo anterior se había manifestado la introducción del renacimiento en la literatura. Citando sólo a los más importantes nombraremos a Garcilaso de la Vega y Juan Boscán, Gutierre de Cetina, Diego Hurtado de Mendoza, Luis de Góngora. La otra mirada hacia un espiritualismo cristiano, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. En cuanto a la poesía narrativa Alonso de Ercilla autor de La Araucana. En el terreno del humanismo destacan Luis Vives, Juan Ginés de Sepúlveda, Hernán Núñez de Toledo entre otros, y los cronistas de Indias, Hernán Cortés y sus “Cartas de relación”, Bernal Díaz del Castillo con su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1575); Álvaro Núñez Cabeza de Vaca; los cronistas de la conquista del Perú, Francisco de Jerez y Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Cieza de León, el Inca Garcilaso de la Vega etc. El Lazarillo de Tormes, que inicia el género de la novela picaresca consolidado en una obra de transición, el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes ha sido considerada la primera novela moderna. El teatro español empieza en el renacimiento con una obra maestra, La Celestina, de Fernando de Rojas, “La lozana andaluza” o libros de caballerías Amadís de Gaula, las figuras señeras del también músico Juan del Encina, Lope de Rueda, y la revolucionaria fórmula escénica del “Fénix de los ingenios” Lope de Vega (1562-1635), autor este el más prolífico del teatro mundial, y sus primeros discípulos Guillén de Castro (1569–1631) o Juan de la Cueva (1543-1612). En la pintura destacaron muchos, siendo los más importantes Juan de Flandes, Vicente Macip, Pedro Machuca, Julio de Aquiles, Alonso Berruguete, Juan de Juanes, Vicente Requena el Viejo, Alonso Sánchez Coello, Roland de Mois, Diego de Urbina, Vicente Requena el Joven, Juan Pantoja de la Cruz, El Greco (1541-1614), Luis de Carvajal, Francisco Pacheco y Juan Gómez.
domingo, 17 de febrero de 2019
15- FELIPE III - EXPULSIÓN DE MORISCOS
sábado, 16 de febrero de 2019
14- FELIPE II - MORISCOS Y MUERTE
Para ser un hombre tranquilo y prudente, la verdad es
problemas no le faltaron. Guerras las tuvo con Francia, con Su Santidad, con
los Países Bajos, con los moriscos de las Alpujarras, con los ingleses, con los
turcos, lo de la Gran Armada y Lepanto. Se casó cuatro veces, tuvo un hijo
medio loco, un secretario (Pérez) traicionero y golfo y lo de Portugal, que fue
una ocasión perdida para la unidad territorial definitiva con España, porque se
embarcó en la construcción de El Escorial para celebrar la batalla de San
Quintín a los franchutes, y al centrar su política de esa forma en vez de
llevarse la capital a Lisboa, se enrocó en el centro de la Península,
gastándose el dineral que venía de las posesiones ultramarinas hispano-lusas,
además de los impuestos con los que sangraba a Castilla en las contiendas antes
citadas. Aragón, Cataluña y Valencia, con el rollo de sus fueron no pagaban ni
un maravedí. Felipe II fue un buen funcionario, diestro en la administración,
culto, sobrio y poco amigo del lujo, (ver su modesta habitación en El
Escorial). La verdad es que como economista le falló la puntería. Se endeudó
con banqueros alemanes y genoveses. Hubo tres bancarrotas que dejaron España
con el culo al aire para el siguiente siglo, mientras la nobleza y el clero,
que se escaqueaban, empezaron a vender títulos nobiliarios, cargos y toda clase
de beneficios. Con el detalle de que los compradores, a su vez, los parcelaban
y revendían para resarcirse. De manera que, poco a poco se fue montando un sistema nacional de robo y papeleo, y de papeleo para
justificar el robo. Hablando de la Inquisición se puede decir que Felipe II, no
mandó al cadalso más que los luteranos, o Calvino, o el Gran Turco, o los
gabachos la noche de San Bartolomé; o en Inglaterra María Tudor (Bloody Mary,
de ahí viene), que se cargó a cuantos protestantes pudo, o la inglesa hija de
Enrique VIII, Isabel I, que aparte de inventar la piratería autorizada, hoy
héroes nacionales allí, mató a católicos todos los que pudo. Toda esto de la
Leyenda, y los gastos para defender la religión, surgida en el XVI se la
debemos a Inglaterra y a Flandes (hoy Bélgica, Holanda y Luxemburgo). Nos
metimos en charcos ajenos porque con nuestra península y la América que
dominábamos teníamos más que de sobra para andar sacándole las castañas del
fuego al papa de turno y embarcarnos en guerras con unos y otros, todo por
establecer por fuerza una religión corrupta, de ahí Lutero que en el fondo algo
de razón tenía. Por ende también muchos no querían pagar impuestos, y el rey
prudente, en esto no anduvo fino, porque escuchó más a los confesores que a los
economistas. Y los flamencos, alemanes y demás, no estaban por la labor de
tener una religión dura y además pagando.
Pero vamos con lo de los moriscos. Eran islámicos, descendientes por parte de padre, siempre que éste no hubiera abrazado el cristianismo antes de la toma de Granada en 1492. Vivían separados de la sociedad cristiana. Eran buenos trabajadores, comerciantes, albañiles, regentaban talleres de diferentes gremios. Rondaban la cantidad de unas 300.000 personas. Cuando Carlos I llegó a Granada en 1526 conoció el problema morisco de primera mano y puso coto a los abusos que se les cometía. Pero dejó ordenes de no cejar en cristianizarlos. Pero cincuenta años después las diferencias se habían acentuado. Para colmo los contactos de moriscos granadinos y valencianos con los turcos fueron continuos y representaban un serio problema. Hacia 1560 el bandidaje y la piratería aumentó sobre todo en Aragón apoyados por los hugonotes huidos de su país, cuya enemistad contra España era manifiesta ya que se trataba de protestantes franceses de doctrina calvinista. Se prohibió la pesca a los moriscos para evitar que entraran en contacto con los piratas. Llegaron estos a desembarcar en Las Alpujarras, y el sistema defensivo era inútil ya que contaban con la ayuda de los moriscos. Se les confiscaron a éstos armas de fuego y blancas en los registros. Y se revisaron los límites de las fincas y las escrituras. Muchos no las poseían lo que era sancionado, si no pagaba se les expropiaba y funcionarios y el clero compraban en condiciones ventajosas. Esto acentuó el rencor de los moriscos. Además por los altos impuestos la industria de la que eran los amos, la cría de gusanos de seda, su fabricación, venta y exportación, cayó inexorablemente. Su calidad era excelente, pero su precio se había hecho prohibitiva. El problema se agudizó y los obispos exigieron y consiguieron medidas muy duras contra los moriscos, que aunque negociaron varias veces las condiciones no fueron atendidos por las autoridades de Granada y Madrid. El problema ya era gravísimo. Las medidas de inserción como a los protestantes o judíos conversos, no valían con los musulmanes. Aquellos optaban por vivir y dejar vivir. Éstos realmente perseguían la destrucción de las estructuras del Estado. Circulaban libros que profetizaban la recuperación para el Islam de lo que otrora fue Al-Andalus y que serían los berberiscos quienes lo lograrían.
Felipe II por Sofonisba Anguissola, 1565 (Museo del Prado)
Las autoridades entendieron que no cabían soluciones
intermedias, o aceptaban la integración inmediata y total o se les expulsaba.
La respuesta fue el levantamiento en diciembre de 1568. Penetraron de noche en
el barrio de Albaicín para sublevar a toda la población mora. No lo lograron
pero se les sumaron centenares de hombres en su regreso a la Alpujarra. Pero
eso solo fue el inicio. Las acciones bélicas duraron hasta noviembre de 1970,
cuando ya había fallecido el monarca. Con lo cual, el resto del asunto lo
abordaremos en la biografía de Felipe III. Felipe II había logrado un gran
triunfo político al conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y
sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de
Tomar. Completó la obra unificadora iniciada por los Reyes Católicos. Se apartó
la nobleza de los asuntos de Estado, siendo sustituida por secretarios reales
procedentes de clases medias al mismo tiempo que se dio forma definitiva al
sistema de Consejos. Se impuso prerrogativas a la Iglesia, se codificaron leyes
y se realizaron censos de población y riqueza económica. Fue un gran rey, culto
y un mecenas, quizá demasiado influido por su religiosidad que le llevó a
empobrecer al país, defendiendo el cristianismo en la Europa central. La salud
de Felipe II fue delicada durante la mayor parte de su vida, pero se fue
deteriorando cada vez más. En mayo de 1595 le sobrevino un ataque de fiebre que
le duró treinta días seguidos. Los médicos le dieron poco tiempo de vida. El 30
de junio de 1598 partió de Madrid con su séquito con destino al monasterio de
El Escorial, construido entre 1563 y 1584 para conmemorar su victoria contra el
ejército francés en la batalla de San Quintín. El monarca viajó postrado en una
silla de manos especial, ya que la enfermedad de la gota, que le había
atormentado durante varios años, no le permitía caminar. Sufrió unos dolores
tan intensos que no se le podía mover, lavar o cambiar de ropa. La madrugada
del 13 de septiembre de 1598, falleció a los 71 años de edad, en una alcoba de
El Escorial, el rey prudente, que sus defensores lo presentan como arquetipo de
virtudes y por los enemigos como fanático y despótico. En sus últimos días
ordenó que no se publicaran biografías suyas y que se destruyera toda su
correspondencia, como si quisiera mantener la prudencia y el misterio de su
personalidad para siempre.
jueves, 14 de febrero de 2019
13- FELIPE II - TRAICIONES
Y aquí la historia nos muestra una novela romántica propia de una serie de televión. La Princesa de Éboli, Ana Mendoza de la Cerda, nació en Guadalajara, en 1540. Hija de Diego Hurtado de Mendoza, miembro la más importante familia de la nobleza castellana, se casó muy joven con Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli, persona muy allegada al rey, Felipe II. La Princesa de Éboli en 1573 solicitó junto con su marido dos conventos de carmelitas en Pastrana, Guadalajara. Entorpeció los trabajos porque quería que se construyesen según sus dictados, lo que provocó numerosos conflictos con monjas, frailes, y sobre todo con Teresa de Jesús, fundadora de las Carmelitas descalzas. El Príncipe puso paz, pero murió al poco tiempo.
La Éboli aprovechó la influencia de Pérez. A la muerte del rey Sebastián de Portugal (1578), la princesa colaboró con Pérez con el fin de apoyar la candidatura de la duquesa de Braganza al trono portugués, oponiéndose así a las pretensiones dinásticas del rey español. A todo esto, Juan de Escobedo, que había sido amante de la Éboli, era secretario de Juan de Austria, hermano de rey, que ya había vencido en Lepanto, se encontraba en Flandes luchando. Escobedo supo de la relación de Pérez y la princesa y también de las intrigas que mantenían.
miércoles, 13 de febrero de 2019
12- FELIPE II - Lepanto-
martes, 12 de febrero de 2019
11- FELIPE II (Familia)
sábado, 9 de febrero de 2019
10- FELIPE II - GUERRAS NAVALES
CRISTOBAL COLÓN Y LA FUERZA DE SU PASIÓN - (1)
Para un europeo del siglo XV era muy difícil imaginar un mapamundi de aquellos tiempos. No habían viajado por toda la tierra conocida. Tenía...

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LA ORDEN DEL CLUNY La reforma de la Orden de San benito, iniciada por los monjes franceses de la abadía de Cluny, había de tener consecuenci...
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