domingo, 27 de julio de 2025

BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Han pasado más de  800 años de la batalla de los reinos cristianos  vencedores, contra el ejército Almohade, iniciando el fin de la dominación musulmana en la Península. Pero unos años antes, el 18 de Julio de 1195 en Alarcos, próximo a Ciudad Real, se desarrolla un combate entre el ejército Almohade y las tropas de Alfonso VIII de Castilla, con una humillante derrota del rey cristiano.

CARGA DE LOS TRES REYES 

Posteriormente, entre 1206 y 1212, los reinos cristianos convencieron al Papa Inocencio para que proclamase la Santa Cruzada contra el Imperio Almohade, gobernador en Al-Andalus. En esta época, los reinos cristianos europeos estaban luchando en la 4º cruzada, intentando reconquistar Tierra Santa. Muchos caballeros y soldados de fortuna europeos acudieron a la llamada de la guerra contra el infiel en la península, y el Rey de Castilla Alfonso VIII, consiguió reunir una fuerza muy considerable para la época, en torno a los 27.000 hombres contando a todo el personal, siendo de estos unos: 17.000 castellanos, 8.500 aragoneses al mando de su rey Pedro II, 400 navarros a las órdenes de su rey Sancho VII y caballeros de la Orden de Santiago, de la Orden de Calatrava, Caballeros templarios, Caballeros Hospitalarios, voluntarios de Narbona, Voluntarios franceses, leoneses y portugueses. De los cruzados, en su mayoría franceses, vinieron atraídos por el llamado del papa Inocencio III, quien a su vez había sido contactado por el arzobispo de Toledo, por encargo del rey de Castilla. La mayor parte de ellos no llegó a participar en la batalla, ya que abandonó el ejército antes de entrar en liza. Entre los convocados extranjeros figuraban también varios obispos, como los de Nantes o Burdeos. Quedaron unos 150, occitanos sobre todo, con el arzobispo de Narbona, cuya archidiócesis era una importante sede vinculada a la Corona de Aragón. El papa Inocencio III amenazó con la excomunión a todo aquel que se atreviera a violar la paz mientras los castellanos luchaban contra los musulmanes. Era un aviso al reino de León, que tenía cuentas pendientes por parte de Castilla. El mismo papa había obligado al monarca castellano, sin éxito, a devolver castillos tomados a Alfonso IX. El rey de León, que ansiaba acudir a la batalla, convocó una Curia Regia que le recomendó que exigiera condiciones para participar en la campaña, y así, Alfonso IX respondió a su homólogo castellano que acudiría gustoso en cuanto se le devolvieran los territorios que le pertenecían. Dado que el castellano ignoró esto, las Cortes de León no permitieron entrar en la batalla, pero sí que acudieran los voluntarios que lo desearan.

ALFONSO VIII DE CASTILLA 

El ejército cristiano estaba citado en Toledo el 20 de mayo de 1212 y se puso en camino el 20 de junio avanzando hacia el sur. Durante la marcha inicial, tras las tomas del castillo de Malagón y el de Calatrava, se produjo la deserción de casi todos los ultramontanos. Según testimonio de Alfonso VIII al papa Inocencio III se produjo por el calor y las incomodidades. Otras fuentes, como las crónicas castellanas, señalan que fue por no estar de acuerdo con la política permisiva con la vida de los vencidos. Las tropas ultramontanas ya habrían causado disturbios en Toledo. Los cruzados habían pasado a cuchillo a toda la guarnición de Malagón tras conquistarla, cuando la costumbre habitual en España era forzar una capitulación y permitir que los andalusíes se marcharan, e incluso, que vivieran extramuros, lo que permitía conservar la fuerza de trabajo, máxime cuando escaseaban los repobladores cristianos. En la posterior toma de la fortaleza de Calatrava (Calatrava la Vieja) Alfonso VIII había pactado con los miembros de la guarnición no matarlos en caso de que fueran vencidos.

Muhammad al-Nasir
El ejército cristiano tenía un tamaño ciertamente respetable, pero el gran número de tropas convocadas por el califa almohade Muhammad al-Nasir (Miramamolín para los cristianos) era mayor, unos 20.000 hombres. Son cifras calculadas por historiadores modernos, despreciando las crónicas antiguas dado lo desmesurado de las cifras.

SANCHO VII DE NAVARRA
El 16 de Julio, al alba, comenzaría el combate con un carga por parte de las tropas cristianas. Tras una carga de la primera línea de las tropas cristianas, capitaneadas por el vizcaíno don Diego López de Haro, que hicieron huir a la vanguardia de voluntarios musulmanes, los almohades, que doblaban ampliamente en número a los cristianos, realizan la misma táctica que años antes les había dado tanta gloria. La caballería ligera y los arqueros de la vanguardia, poco armados pero ligeros, simulan una retirada inicial frente a la carga para contraatacar luego. En ese momento, el ejército almohade avanzó hacia la línea de López de Haro, que comenzaba a flaquear ante la duración del esfuerzo anterior y el hecho de que su avance había sido en subida. Mientras, la caballería andalusí comenzó el movimiento envolvente. Este punto crítico de la batalla sucedió al mediodía, y se mantuvo con movimientos de ataque y contraataque a lo largo de bastante tiempo sin que la iniciativa se decantara claramente por ninguno de los bandos. Posiblemente, en un momento de la batalla, el avance y la maniobra envolvente desde los flancos de las tropas almohades estuvieron a punto de decidir la victoria.

PEDRO II DE ARAGÓN 
El choque fue brutal, los miles de soldados almohades intentando descabalgar a los jinetes, que avanzaban bajo una lluvia incesante de flechas por parte de la retaguardia musulmana. An-Nasir, contraatacó con el groso de su ejército e intentaron rodear al ejército cristiano gracias a su mayor número de tropas en una lucha feroz a campo abierto, las fuerzas cristianas estaban en un punto crítico. Los cadáveres se contaban ya por miles.
Ante la desesperada situación, Alfonso VIII de Castilla avanzó cargando heroicamente con las últimas y mejores tropas de su ejército entre las que se encontraba la caballería pesada capitaneados en primera línea por Pedro II de Aragón, Sancho VII de Navarra y el mismo Alfonso VIII. Esta valentía quedaría en la historia como la carga de los tres  reyes. La carga de los soberanos, independientemente de la actitud militar de  riesgo total y absoluto, y envalentonar a las tropas al ver batirse a los tres reyes cristianos unidos, es indudable que pasa a la historia como un símbolo de la unidad, tanto de los territorios como de la religión contra el enemigo común. Los monarcas prosiguieron su avance imparable hacia el campamento enemigo donde se encontrarían con la guardia negra de An-Nasir, soldados de raza negra que luchaban junto a los musulmanes. Su estilo de combate se basaba en atarse con cadenas en sus rodillas, y de sus rodillas al suelo o a un poste atado a él. Así simbolizaban su intención de luchar hasta el final. 

HOMBRES ENCADENADOS VENCIDOS POR SANCHO VII
Las cadenas fueron rotas por los hombres de Sancho VII, segando las vidas de quien atadas a ellas estaban. Es por esto por lo que se incorporó el símbolo de las cadenas al escudo de Navarra. An-Nasir tuvo que huir de su tienda roja a toda prisa en desbandada, junto con su ejército a los que los caballeros cristianos en persecución durante varios kilómetros iban dando caza, mientras se ponía el sol. Así consiguió el ejercito cristiano una victoria decisiva que cambiaría nuestra historia hasta día de hoy. Aunque no supuso el fin del Imperio almohade, la derrota conllevó un significativo declive de los almohades y al desmembramiento de Al-Andalus en reinos de Taifas.
La Reconquista tomó un impulso que produjo en los siguientes cuarenta años el avance de los reinos cristianos, los cuales conquistaron casi todos los territorios del sur bajo poder musulmán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOS MOZÁRABES

A los cristianos que viven bajo el poder musulmán que invade España desde el 711 se les llama “mozárabes”. Desde el siglo IX están en minorí...